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Vacaciones inolvidables 2

en Hetero: General

Koté se despertó con una sonrisa en los labios, como casi todas las mañanas desde que había conocido a su anónimo amante. El valiente nadador que días atrás la había rescatado no había faltado ni una sola tarde a su encuentro con ella en medio del bosque para practicar sexo.

La chica, siendo aquella su última noche no pudo evitar comentárselo la noche anterior a su amante, con la intención de hacer algo especial como despedida, Koté no quería marcharse de aquel magnífico paraje natural sin compartir una noche de cama con el chico que tanto placer le había dado en los días anteriores.

El día se la pasó muy despacio, la chica ansiaba que llegasen las 10 de la noche. Lo normal era que por las tardes quedasen a las 7, cuando su amante terminaba de trabajar. A la muchacha le habría encantado hacerlo dos veces con él, pero no estaba segura de que si agotaba sus fuerzas por la tarde el viril muchacho fuese capaz de complacerla por la noche, y por encima de todo deseaba que aquella noche fuese inolvidable.

La muchacha pasó el día tratando de abstraer su cabeza del erótico final de vacaciones que tenía preparado, pero no podía estar más de diez minutos sin que a su mente le invadiese el recuerdo de su compañero sexual y de las largas tardes de sexo al aire libre que habían tenido durante los días anteriores.

Koté estuvo de tiendas aquella tarde, buscando el conjunto adecuado con el que recibir a su chico, pese a que sabía que no aguantaría con él mucho tiempo puesto. La muchacha tan solo necesitó entrar en un par de tiendas para hallar el sujetador semitransparente de color rojo y el tanguita a juego que consideró adecuado para tan especial ocasión.

La chica paseó distraídamente por el resto de tiendas sin estar verdaderamente interesada en ninguna, hasta que finalmente pasó por un sex-shop en el que no se resistió a entrar. La muchacha nunca había entrado en uno, pero sabía que aquella iba a ser su última noche con su amante y no quería dejar pasar aquel día sin probar algunas cosas que siempre habían abundando en sus sueños eróticos.

Koté salió del local con una sonrisa en el rostro, se había comprado un dildo de unos 20 centímetros, bastante grueso y de color negro, una par de bolitas vibradoras y unas esposas. Este último artículo no había pensado en adquirirlo pero nada más las vio se imaginó con ellas puestas estando su cuerpo totalmente expuesto a su pareja.

Cuanto más se acercaba la hora de que su amante llegase, más despacio pasaba el tiempo para Koté y más se excitaba. Por un momento la chica pensó en aliviarse con sus nuevas adquisiciones, pero prefirió no hacerlo, quería que toda aquella calentura se la quitase su amante.

Trató de rebajar sus deseos sexuales dándose una ducha, pero ni eso logró bajar su ansias de sexo. La chica se secó ante el espejo viendo sobre su cuerpo algunas marcas que tenía sobre el cuerpo, recuerdos de su amante: mordeduras sobre sus pechos, chupetones en el cuello… Koté recordaba como y cuando había sido cada uno de ellos.

La chica se puso el sujetador una vez estuvo medianamente seca, siendo este más transparente aún de lo que había calculado y viéndose con claridad sus marrones y pequeños pezones.

Koté se dio una vuelta ante el espejo para admirar lo bien que la sentaba aquel sostén que la elevaba un poco más sus firmes senos y el como el tanga se metía entre sus suaves nalgas de piel morena. Realmente aquellas prendas rojas eran el complemento perfecto sobre su piel bronceada.

Una vez estuvo lista, las esposas llamaron la atención de la chica que al momento comenzó a jugar con ella, esposándose una mano, luego la otra y finalmente, poniéndose los brazo a la espalda para poner cara de niña buena ante el espejo, estaba segura de que aquello a su chico le pondría a mil.    

Koté se ajustó la esposa a la muñeca derecha, dejando la izquierda libre para cuando llegase su chico poder quitárselas, aunque por su cabeza pasó que se la encontrase esposada y que los más salvajes instintos del muchacho se viesen desatados sin poder ella poner ninguna resistencia. Aquel pensamiento hizo que su sexo comenzase a lubricar e inconscientemente la chica rodease el aro metálico de su muñeca derecha como si fuese a apretarlo.

La chica nunca lo habría apretado de no haber sido porque en aquel mismo instante alguien al otro lado de la puerta de su habitación dio un par de fuertes golpes, el corazón de Koté se puso a latir desaforado, no que su amante la viese así nada más llegar, la idea de las esposas la tenía reservada para más adentrada la noche.

-         ¿Quién es?- preguntó Koté tratando de no sonar demasiado nerviosa.

-         Tú amante del bosque- dijo el chico haciendo que su sexo se mojase aún más y sus pezones comenzaran a ganar dureza.

La chica que no quería ser vista así, pero que tampoco quería hacer esperar a su amante se dio la vuelta y comenzó a intentar abrir la puerta con las manos esposadas a la espalda. La tarea fue un poco difícil, pero al final logró que el picaporte girase de la manera correcta dejando vía libre a su chico.

La cara del chico dejó bien claro que no se esperaba un recibimiento así, pero tardó muy poco en recuperarse, entrar en la habitación y besar con pasión a Koté.

-         Hoy me has hecho esperar más de lo normal, llevo horas ansioso- dijo el chico sonriendo mientras bajaba las copas del sujetador de la chica, dejando los pechos expuestos a la ágil lengua del recién llegado.

-         Yo también amor- dijo la chica tratando de que no se la quebrara la voz por el placer que estaba sintiendo ante los mordisquitos que su amante le propinaba en sus pequeños y duros pezones- me quedé atrapada por accidente, las llaves de las esposas están sobre esa mesa, ábreme y comenzamos- le dijo con voz sensual acercándose al chico.

-         Me gusta que estés así cielo- dijo el chico sonriendo a Koté y acercándola contra él para que notase su miembro duro bajo el pantalón contra la parte baja del vientre de la chica- ¿sabes? las niñas malas que juegan con esposas hay que castigarlas, sino se vuelven unas pervertidas ¿crees que mereces un castigo?- preguntó en un tono dulce que hizo sonreír a Koté.

-         Quizás uno pequeño- dijo la chica con media sonrisa.

Aquellas palabras fueron el desencadenante para que el chico agarrase con firmeza la cintura de Koté y la tirase sobre la mullida cama en la que aquella noche dormirían, pero antes de dormir quedaban muchas cosas por hacer.

La chica cayó de espaldas, pero el joven no tardó en darla la vuelta y obligarla a poner su culito en pompa. El muchacho, deseoso de usar a su amada a su antojo tiró del tanga de Koté hasta que se lo arrebató.

La muchacha se estremeció cuando notó la gran mano de su amante acariciando su clítoris, presionándolo y tirando suavemente de él, actos que sabía perfectamente que la volvían loca de placer. Koté estuvo a punto de manifestar que si aquel era el castigo sería su prisionera para toda la vida, pero un fuerte azote sobre sus nalgas la sobresaltó.

-         A las niñas que se excitan demasiado hay que enseñarlas a base de azotes- dijo dando un segundo manotazo sobre el trasero de la chica, que en aquella ocasión gimió un poco de dolor.

El joven, que evidentemente no quería ser severo con Koté, ni hacerla pasar un mal rato prosiguió con las nalgadas, alternándolo con caricias de clítoris cada tres azotes.

La chica, que al principio no le había hecho demasiada gracia que su amante la diese azotes con sus duras y fuertes manos, comenzó a gozar incluso cuando notaba que su culo se iba poniendo cada vez más rojo, marcado por los dedos de su captor. Aquello no habría sido así si no hubiese estado segura de que después de cada 3 golpes su chico la iba a recompensar.

El chico al tiempo que azotaba y daba placer a su amada también se iba quitando ropa, hasta que después de propinar unos 30 azotes acabó totalmente desnudo.

-         Creo que con esto has aprendido la lección- dijo el chico sonriendo a su eventual esclava sexual al tiempo que la ayudaba a incorporarse un poco y quedar de rodillas sobre la cama- ¿no te parece que tienes que dar las gracias a tu instructor por educarte tan bien?- le preguntó el chico sentando sobre la cama, con la espalda apoyada sobre el cabecero de la misma.

-         Si me perdona y me quita las esposas podre complacerle mucho mejor, instructor- dijo mirando primero con cara de niña buena a su amante y después observando la increíble erección que tenía el pene de su chico, el cual estaba rodeado de gruesas venas que Koté nunca había visto tan hinchadas.

La chica, como hipnotizada, comenzó a acercarse a la gruesa verga de su amante, para cuando estuvo lo suficientemente cerca agacharse para llegar a ella. Koté sabía que si contase con sus manos podría hacer un trabajo mucho más efectivo, pero al parecer a su chico le gustaba que ella que estuviese amarrada y relativamente indefensa.

La joven, tan pronto logró rodear con su boca en grandioso e hinchado glande del muchacho comenzó a cabecear sobre la polla del chico, tratando en cada movimiento que esta llegase un poco más profunda en su boca. Pero en aquella ocasión supo que las dificultades iban a ser mucho mayores que habitualmente.

La polla del chico, tal y como Koté había calculado, estaba mucho más hinchada que en sus anteriores relaciones, si en aquellas ocasiones ya la resultaba muy costoso tragarse el pene de su chico por completo, en aquel momento en que su tamaño era mayor y además no contaba con sus hábiles manos, sería una misión imposible.

El joven, viendo lo mucho que aquella situación agotaba físicamente a Koté decidió ayudarla agarrándolas por la nuca y la coronilla para comenzar a hacer subir y bajar su cabeza sobre su miembro, que poco a poco iba siendo tragado con mayor facilidad por parte de la chupadora.

La muchacha se sorprendió del temple que estaba teniendo el chico, por experiencia sabía que los hombres cuando se excitaban aumentaban en ritmo de la felación, le gustase a ella o no, provocando en Koté más de un enfado, pero su amante era muy diferente, metía lentamente su polla con cuidado de que no se atragantase y dejando a la lamedora tiempo para respirar.

La muchacha, al tener la boca ocupada no pudo expresarle a su pareja los intensos deseos que tenía ella también de ser estimulada, desde el momento en que el chico la había dejado totalmente indefensa para sus caprichos, Koté no había dejado de lubricar su sexo, estando en aquellos instantes muy mojada entre sus pierna.

Después de unos minutos de intensa felación la chica trató de oponer algo de resistencia para que su amante no acabase en su boca, pero la respuesta que recibió ante su oposición fueron un par de azotes en el culo, una caricia por su vagina en la que el joven aprisionó su clítoris entre dos de sus dedos al tiempo que con la otra mano agarraba con mas fuerza la nuca de Koté para obligarla a aumentar el ritmo de la mamada.

Tras imponer aquel ritmo frenético el chico no tardó en eyacular en la boca de Koté mientras soltaba fuertes gruñidos de placer. La chica notó como la presión con la que su amante le obligaba a chupar su verga desapareció un instante antes de que el joven comenzara a descargar toda su leche, gracias a aquella medida Koté pudo hacer los movimientos necesarios para poder recibir todo el semen de su chico sin atragantarse.

Pese a ser una corrida más que abundante Koté no comenzó a tragar hasta que dejó de sentir las palpitaciones de la polla que retenía entre sus labios.

La chica tragó el esperma con gusto al tiempo que notaba una de las manos de su amante acariciando sus pechos y en especial sus pezones y la otra pasándola la mano por la cabeza para que se lo tomase con calma.

Una vez hubo tragado hasta la última gota del líquido que había exprimido del falo de su chico, Koté comenzó a succionar de la polla del muchacho en busca de más, aún la tenía dura y su glande seguía hinchado muy receptivo a las caricias que su experta lengua le daba.

-         No debiste de correrte en mi boca, te quería sentir dentro de mí- le recriminó Koté, no con demasiada dureza. El muchacho solo sonrió.

-         No te preocupes, amor, puedes estar segura de que no saldremos de esta habitación hasta que hayas quedado satisfecha- dijo levantándose para quedar de rodillas al igual que lo estaba la chica- además hoy estoy con mucha más fuerza de lo habitual.

-         Quería que la primera la soltases dentro de mí- dijo la chica poniendo cara de niña buena, pero acabando la frase con una pequeña sonrisa, el chico la besó en los labios con pasión.

-         Haremos lo siguiente, si tardo más de diez minutos en levantarme una nueva erección te quito las esposas, me las pones tú a mí y me tienes toda la noche follando- le dijo haciendo sonreír a Koté.

-         Me parece bien.

Aquella frase fue el pistoletazo de salida para que el muchacho se lanzase sobre el cuerpo indefenso de Koté. La chica, que había esperado que al eyacular estuviese algo más tranquilo, se había equivocado por completo, al parecer el demostrar a su amada que podía recuperar la erección en menos de diez minutos era suficiente para tirarla sobre la cama y comenzar a lamerla.

El muchacho inició el repaso del cuerpo de su chica por sus tetas, a las que se había vuelto adicto desde que la conoció, Koté gimió de placer cuando notó los lametones alrededor de sus pezones, pero comenzó a soltar quejidos de dolor cuando este empezó a morder sus pequeños y duros pezones cada vez con más intensidad.

El mordedor alzó la cabeza para ver cuanto sufría su amada con aquel trato, para parar instantáneamente si la situación lo requería, pero fue la misma Koté la que le pidió que siguiese.

Después de saciarse con las tetas de la muchacha, el chico comenzó a bajar sus manos por los costados de suave y bronceada piel de Koté, hasta que finalmente agarró con firmeza las suaves nalgas de su esclavizada pareja, para llevarla hasta el borde de la cama, arrodillarse él sobre la alfombra para dejar a la chica una situación de mayor altitud y poder lamer sin dificultades el dulce sexo de la chica.

Para encontrar el clítoris con mayor facilidad el joven soltó las nalgas de la muchacha para separar los labios vaginas, pudiendo encontrar sin problemas el pequeño y rosado punto que tanto placer daba a su amada.

Sin importarle lo más mínimo el bello que cubría en algunas zonas el sexo de Koté el chico metió la lengua hasta el fondo y comenzó a moverla con ganas para escuchar casi al instante los fuertes y agudos gemidos de la receptora de placer.

-         Ya es suficiente- dijo el muchacho sacando la boca del sexo de su amada- me sobra un minuto y puedes comprobar que lo que tanto te gusta a vuelto a hincharse- dijo el chico sonriendo agarrando su grueso miembro por la base y moviéndolo al tiempo que abandonaba la cama para sacar del bolsillo de su pantalón un preservativo- me pregunto si hoy también serás capaz de ponérmelo con la boca- comentó tirando el condón ya abierto sobre el edredón de la cama.

Koté, comprendiendo aquello como un sinónimo de recibir la gran polla de su amante en su sexo y así llegar al éxtasis, se tiró para recogerlo con la boca, aunque se lamentó en cuando se dio cuenta de que tan solo con sus hombros le iba a ser muy complicado poder levantar la cabeza hasta el falo en que tenía que enfundar el preservativo, por fortuna su amante estaba tan deseoso como ella y muestra de ello fue que el chico le agarró por los hombros hasta colocar la cabeza de Koté a la altura de su miembro.

La chica, que después de ponerle el condón a su amante de aquella manera durante los últimos 10 días había cogido una gran experiencia, no tardó más de un minuto en dejar el miembro perfectamente asilado. A la chica le habría encantado sentir aquel gran pene dentro de ella sin ninguna protección y notar como la regaba su semen, pero sabía que aquella era una idea de la que no debía dejarse seducir, las consecuencias podrían ser demasiado malas.

-         Ahora métemela- pidió Koté tirándose en la cama, levantando bien el culo y separando las piernas para tentar al muchacho.

La chica comenzó a desesperarse un poco cuando vio que su fogosa pareja no se lanzaba sobre ella al instante para taladrar su sexo, pero sonrió cuando comenzó a notar que era liberada de las esposas que ella misma se había puesto y de las que su amante se había aprovechado.

Koté, al tener las manos libres no dudó en levantarse de la cama para tirarse sobre su amante, que no puso resistencia alguna ante el ímpetu de la chica que acabó tumbado sobre la cama.

La muchacha comenzó a sobar y acariciar todo lo que hasta el momento había estado fuera de su alcance, comenzado por las fuertes piernas del muchacho para entretenerse un rato palpando los pesados testículos de su amante que colgaban entre sus piernas de una manera que a Koté le resultaba irresistible.

-         Parece que vas a hacer explotar el condón- comentó la chica poniéndose en cuclillas sobre el cada vez más hinchado miembro del muchacho, que no había tardado en agarrar de la cintura a su chica.

-         Vamos a ir bajando- le dijo el joven con dulzura ayudando a que la introducción de su miembro en el sexo de Koté fuese lenta y escalonada.

La joven gemía de placer a cada centímetro de polla que recibía, viendo el muchacho como la húmeda vagina de su amada hacía que el preservativo que tenía puesto brillara de lo empapado que estaba.

Koté se dejó caer cuando vio que tan solo quedaba la mitad del falo por entrar en su interior, los gemidos de los dos amantes se solaparon y la chica que no quería perder aquella oleada de placer comenzó a cabalgar.

El joven, para dejar a su amante que desahogase toda la frustración que le había podido provocar colocó sus manos sobre el cabecero de la cama para que Koté pudiese tocar todo lo que la apeteciese.

La muchacha aceptó encantada la oferta y no dejó de sobar el moldeado torso de su amante, centrándose en sus duros pectorales sobre los que había unos pezones pequeños y marrones que Koté no tardó en comenzar a morder y lamer.

La chica cada vez botaba con más energía al tiempo que sentía un placer si cabe más fuerte que el que notaba los días anteriores cuando follaban al aire libre.

Koté se sorprendió cuando su chico finalmente soltó los barrotes del cabecero de la cama para rodear con sus fuertes manos los firmes pechos de la chica.

-         Has aguantado mucho más de lo que…- pero Koté acabó aquella frase con un intenso gemido debido a las caricias que el muchacho le hizo sobre sus erectos pezones.

El joven, que tenía la esperanza de no ser aquella la última vez que penetrase a su amada aquella noche, agarró a Koté por la cintura para ayudarla y que no fuese ella la única que agotase sus fuerzas para conseguir el placer de ambos.

-         Me voy a correr- avisó Koté fatigada.

-         Hagámoslo los dos a la vez- dijo el chico rodeando con sus brazos a Koté para tumbarla sobre él.

Los cálidos y sudorosos pechos de la chica, que reflejaban lo mucho que había trabajado para lograr aquel orgasmo, quedaron sobre los pectorales de su amante. El chico, sin tardar, comenzó a embestir contra su pareja con una fuerza que Koté nunca había visto en él, notaba perfectamente como la gruesa polla golpeaba contra las sensibles paredes del interior de su vagina, y como su clítoris era acariciado por el escaso bello púbico de su pareja, cada vez que la chica caía de la embestida.

Después de casi un minuto de incesante movimiento que su el joven elevó a su chica una treintena de veces este acabó por correrse, al mismo tiempo que lo hacía Koté, soltando todos sus fluidos sobre la verga del muchacho.

La joven se abrazó a su penetrador con energía. Pese que sabía que la dureza del miembro que tenía dentro de ella no tardaría en desaparecer, Koté, siempre intentaba que su amante aguantase con su pene duro lo máximo posible.

-         Ha sido magnífico- dijo la chica quitándose de encima del muchacho para comenzar a retirar el preservativo lleno de líquido blanco.

-         ¿No te ha importado que me aprovechase de la situación cuando estabas esposada?- preguntó el muchacho con media sonrisa.

-         Para nada, ha sido muy excitante, pero creo que tu castigo no me va hacer ser una niña más recatada- le dijo la chica acariciando los testículos del agotado miembro- ¿crees que esta vez lo pondrás duro en menos de 10 minutos?- le preguntó con media sonrisa a la que el chico no tardó en corresponder.

-         Esta vez me llevará un poco más de tiempo- confesó el muchacho- pero que no te quepa duda que no descansaré hasta dejarte bien satisfecha.

-         No lo dudé en ningún momento- dijo la chica incorporándose para coger los pantalones de su amante y sacar de ellos su cartera.

-         ¿Qué haces?- preguntó el muchacho que no comprendía lo que su chica estaba haciendo con su cartera.

-         Te voy a meter mi número de móvil y la ciudad en la que vivo, si pasas por allí no dudes en llamarme, estoy segura de que podré hacerte un hueco- dijo sin borrar la sonrisa de su rostro al tiempo que se volvía a tumbar en la cama junto a su amante para seguir estimulando y no parar hasta que ambos cayesen rendidos.

                  

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