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Ama Carmen 17: Eligiendo sumisa personal.

en Dominación

Carmen golpeó el despertador de su habitación en cuanto escuchó el segundo pitido de este, que la indicaba que ya eran las siete en punto de la mañana, hora de incorporarse para salir en dirección Valencia, a la finca de Ama Sonia, donde permanecería dos intensas semanas como Ama de un grupo de sumisas.

La joven Ama, que a aquella hora no tenía muchas ganas de desayunar, se visitó y salió para tomar una taza de café. Después de eso cogió su pequeña maleta de mano, ya que estaba segura de que no necesitaría mucha ropa para su viaje, puesto que en la finca de Sonia había todo lo que pudiese necesitar.

Carmen echó un último vistazo a la casa después de meter dentro de la habitación de Vanesa el despertador programado para que sonase a las 8:30 de la mañana, adjunto a una nota que rezaba “Arriba perra, es hora de que vayas a preparar un buen desayuno y despiertes como corresponde a tu Ama provisional. Nos veremos pronto”.

 

Una vez fuera del edificio, y cargada con su equipaje de mano, Carmen notó como hacía bastante fresco, frescor que estaba segura de que se convertiría en tiempo tórrido mucho antes de que llegaran a la finca de Sonia.

Carmen avanzó con paso firme en cuanto vio el coche de Sara haciéndole señales luminosas con los faros y se adentró en este después de meter su equipaje en el maletero.

-         Buenos días Sara- dijo acercándose a la que tiempo atrás fue su Ama y dándola un suave beso en los labios.

-         Hola encanto- dijo la mujer contenta- lista para la diversión.

-         Seguro que sí- dijo girándose sonriente al ver a su hermana detrás, que tenía cara de haber dormido menos de lo que necesitaba- ¿has dormido mal, hermanita?

-         Un poco mal, Ama Carmen- dijo la sumisa, que pese a hablar a su hermana siempre se dirigía a ella como la Dominante que era.

-         Está nerviosa porque aún no ha ido a la finca de Sonia y la he dicho que habrá muchos Amos y Amas por allí- dijo la mujer sonriente mientras reanudaba la marcha.

-         No tienes por qué preocuparte, piensa que vas a tener a dos Amas para cuidar de ti- dijo Carmen guiñándola un ojo.

-         Sí, aunque eso hará que el resto de Amas piensen que qué tienes de especial y querrán probar sus sádicas técnicas sobre ti, un cuerpo joven y delicioso- comentó Sara guiñando un ojo a Carmen y provocando un gesto nervioso en el rostro de Susana que se relajó un poco cuando escuchó la risa de su Ama- es una broma encanto, no te preocupes no dejaré que nadie te haga cosas que no quieras- dijo Sara en tono más serio.

-         Gracias Ama- dijo Susana en un tono un poco más tranquilo.

-         Ahora duerme, sé que has pasado mala noche, no requeriré de tus servicios hasta que lleguemos a la finca.

-         Sí Ama- dijo la sumisa colocando su mano sobre el cristal de la ventanilla y apoyando la cabeza sobre esta para tratar de descansar.

 

Carmen, que ya llevaba casi dos meses con el carnet de conducir, pudo turnarse con Sara para que ninguna de las dos llegase excesivamente cansada a la finca de Sonia.

El viaje se desarrolló sin demasiados contratiempos, ya que al salir temprano y circular siempre por autopista de peaje para evitarse atascos llegaron a la finca de Sonia algo antes de las doce de la mañana.

-         Da gusto conducir este cochazo- dijo Carmen disponiéndose a aparcar en la zona en la que solían parar para que un grupo de pony-girls las recogiera y llevase hasta la finca de Sonia.

-         Sigue adelante- le avisó Sara antes de que parase- hoy va a haber mucho transito de Amos y Amas que dejaran a sus sumisas y sumisos por aquí, así que Sonia, para que no haya envidias en el trato, ha decidido no dar servicio de ponis- explicó la Dominante de más edad.

-         ¡Que pena!- dijo Carmen un poco decepcionada mirando por el espejo retrovisor a su hermana que llevaba ya casi media hora despierta- ser llevada en un carro por una sumisa que tire de él es una situación bastante rara la primera vez, pero excitante al final, creo que te habría gustado, Susi.

-         Si eres buena te llevaré a dar un paseo en uno de esos carros- dijo Sara mirando a su esclava- y si te gusta más ser poni te haré que me lleves a dar una buenas vuelta por la finca.

Carmen condujo excitada imaginando a su hermana pequeña vestida con el traje de pony-girl y tirando de uno de los carros de dos ruedas en las que las Domadoras acostumbraban a montarse para moverse por la finca.

La conductora quedó un poco sorprendida al ver el gran movimiento de coches que había por la finca, ya que al menos media docena de vehículos motorizados buscaban aparcamiento, la mayoría de los coches eran de alta gama, similar a en el que Carmen, Sara y Susana iban montadas.

Finalmente Carmen aparcó en una plaza muy cercana a la edificación principal en la que vivían cómodamente Sonia, su servicio y una larga lista de sumisas y sumisos. Carmen supo que aquel era el lugar donde debía parar porque sobre él había un gran cartel que rezaba “plaza de Ama Sara”.

Carmen se alegró muchísimo de ver a Ana expectante a su llegada y vio en el rostro de la sumisa una gran sonrisa al ver a la joven Dominante. Carmen tenía una relación muy especial con aquella atlética sumisa de cuerpo fuerte, larga melena de pelo negro y unos diez años mayor que ella, ya que con aquella esclava había experimentado muchas cosas: su primera relación de sexo lésbico en una relación de igual a igual, la había enseñado la granja en su primera visita y le había ayudado en todo lo que necesitó para adaptarse en unas deliciosas vacaciones que pasó el verano anterior como sumisa en aquel mismo lugar, había aceptado con una increíble naturalidad el paso de Carmen a Ama para servirla con la mayor diligencia cuando Carmen visitaba la finca…

-         Buenos días Ama Sara- dijo mirando a Sara y agachando la cabeza- buenos días Ama Carmen- inclinó la cabeza ante la Dominante más joven- espero que hayan tenido un buen viaje.

-         Muy bueno, Anita- dijo Carmen acercándose para saludarla con un fugaz beso en los labios.

-         El resto de Amos y Amas están en el salón principal, si hacen el favor de seguirme- dijo Ana dándose la vuelta para marcar el camino.

Carmen rodeó con su brazo derecho los hombros de su hermana pequeña que observaba un poco insegura aquella casa, pero el sentir el contacto de su hermana mayor hizo que avanzase sin temor, hasta que se encontraron en medio del salón, lugar en el que se encontraron con un montón de Dominantes y sumisos, los Amos hablando animadamente y vestidos de manera elegante y los sumisos y sumisas también vestidos de forma elegante pero con un collar bastante ostentos en grosos que hacía evidente su condición. 

-         ¿Me concedería un momento, Ama Carmen?- preguntó Ana una vez dejó a las recién llegadas en la fiesta de recepción.

-         Desde luego- dijo Carmen agarrando la mano de Ana para sacarla de la fiesta y parar en un pasillo que las daba bastante intimidad- dime Ana.

-         Mi Ama me ha dicho que no ha traído a ninguna de sus sumisas, y me preguntaba si la gustaría que fuese su sumisas personal durante su estancia, ya lo hablé con mi Ama y me dijo que si a usted le parecía bien no había problema- dijo Ana sonriendo esperando un sí de Carmen.

-         No sé…- dijo Carmen haciéndose la pensativa- ¿esta clase de cosas no deberías pedírmela humillándote un poco más? ¿De rodillas quizás?

-         Sí Ama Carmen- dijo la sumisa colocándose el largo vestido negro que llevaba para apoyar sus rodillas en el suelo- Por favor Ama Carmen ¿me permitiría ser su sumisa personal durante su estancia?

-         No sé, no sé…- dijo Carmen volviendo a dudar- me he divertido mucho contigo, pero ya te tengo demasiada vista, quizás sería conveniente probar con alguna nueva sumisa, alguna sumisa exótica que tu Ama me pueda prestar- oír aquello hizo que Ana se pusiera bastante triste ya que no esperaba aquel final, pero aun así Ana agachó la cabeza y pegó sus labios sobre los zapatos negros de Carmen.

-         Como desee Ama.

-         Anda levántate- dijo Carmen agachándose para acariciar la cabellera negra de la sumisa- como voy a preferir a otra sumisa de las que hay en esta finca antes que a ti, si eres una joyita- dijo sonriendo y viendo como el rostro de Ana volvía llenarse de vida- será un placer tenerte como sumisa las próximas 2 semanas.

-         Gracias Ama- dijo inclinándose de nuevo para besar los zapatos de Carmen.

-         Arriba- ordenó Carmen y Ana dejó lo que estaba haciendo para incorporarse y que las caras de Ama y sumisa quedasen a la misma altura- ¿Te ha molestado que jugase así contigo? Y dime la verdad- preguntó Carmen que sabía que aquello podía haber molestados a Ana.

-         No Ama, no me molestó- dijo la sumisa- me gusta que juegue conmigo, me gusta verla así de poderosa.

-         Vas a tener dos semanas intensas, ya lo verás- dijo Carmen sonriendo ante lo mucho que podría disfrutar con aquella sumisa.

-         Me permite que la lleve a su habitación para que la ayude a relajarse, Ama, la prepararé un tratamiento especial.

-         Me gusta como suena eso- dijo Carmen- llévame- ordenó dejándose en manos de aquella sumisa que tanto la adoraba.

Carmen, que no sabía que habitación le había sido asignada, caminó detrás de Ana que se movía dando ligeros saltitos, contenta de poder servir a la joven Ama durante su estancia.

Cuando llegó, Carmen se lanzó directamente sobre la mullida cama de matrimonio que había en el centro de la habitación y observó desde aquella posición la televisión que había justo delante suyo, colgada de la pared, las dos mesitas de noche que escoltaban a la cama, un tocador, una ventana cubierta en aquel momento con una cortina de tonos suaves… La joven Ama se estaba encontrando tan bien en aquella posición que se habría quedado dormida de no haber sido por la voz de Ana.

-         Ama Carmen, la preparé un baño relajante- al oírla Carmen giró la cabeza hacia ella, la sonrió y se incorporó para seguirla. Una vez en el interior del baño, que contaba con una gran bañera redonda, en aquel momento rebosante de espuma, Carmen se giró hacia su sumisa eventual.

-         ¡Desnúdame!- ordenó Carmen y Ana rápidamente se puso a la tarea.

Ana fue con un cuidado exquisito para comenzar por quitar los zapatos de tacón bajo de su Ama, para a continuación retirar las medias negras que Carmen había seleccionado, dejando al descubierto sus suaves piernas, que Ana no pudo evitar acariciar para llegar a la falda de la Dominante y comenzar a desabrocharla, dejando que esta se deslizase por las piernas del Ama mientras comenzaba a desabrochar la fina blusa color celeste y quitarla con cuidado, dejando a Carmen en ropa interior.

-         ¡Espera, que así me da vergüenza!- dijo Carmen sonriendo pícara ya que no le importaba en absoluto quedar desnuda ante Ana- Desnúdate del todo antes de seguir.

Ana, a la que se le veía bastante acalorada, no dudó en librarse de su largo vestido negro, dejándolo sobre el retrete para que no se arrugase si lo tiraba al suelo.  A Carmen le alegró ver el musculoso cuerpo de la sumisa desnudo de nuevo, y su sonrisa se ensanchó más aún cuando se percató de que no llevaba ropa interior.

-         No me había dado cuenta de que no llevaba ropa interior, eres un poco guarrilla- dijo Carmen divertida acercándose a su sumisa para apresar los duros pechos de su sumisa entre sus manos, para acabar agarrando los pequeños pezones marrones de esta, apretarlos y retorcerlos hasta que soltó un ligero quejido de dolor.

-         ¿Desea que me ponga ropa interior mientras esté a su servicio, Ama?- preguntó.

-         No, así está muy bien- dijo Carmen bajando su mano derecha hasta el sexo de Ana para comprobar lo bien depilado que estaba y lo mojado- Aunque eso no quita que seas una guarrilla- dijo Carmen para acabar riendo- termina de desnudarme.

Ana, que estaba deseando volver a ver el cuerpo de la joven Ama, totalmente desnudo, clavó sus rodillas en el suelo y retiró con la máxima delicadeza que pudo las braguitas blancas que Carmen llevaba, quedando el rosado sexo de esta a escasos centímetros de su cara, momento en que Ana estuvo tentada de lamerlo, logrando sobreponerse e incorporarse para retirar el sujetador de Carmen con la misma delicadeza que había empleado para retirar las braguitas, no pudiendo en esta ocasión evitar pegar sus labios a los redondos y suaves pechos de su Ama, para plantar un beso en cada pezón rosado de Carmen.

-         No te di permiso para besar mis pechos, eso te lo tienes que ganar- le dijo Carmen como una auténtica Ama autoritaria.

-         Lo siento Ama- dijo Ana consciente de su error.

-         Te perdono por esta vez, pero que no se repita, ya tendrás tiempo de besarme y chuparme, pero siempre como, cuando y donde yo diga- dijo Carmen pasando su mano por el sexo de Ana, que al parecer estar siendo tratada de manera tan férrea le estaba calentando más de lo que Carmen esperaba- Ahora cógeme en brazos y méteme en la bañera.

Ana, obediente ante la orden de su joven Ama, se inclinó para colocar su brazo izquierdo tras las rodillas de Carmen y el derecho detrás de la espalda de esta, para que Carmen se agarrase con firmeza al cuello de la sumisa, que rápidamente logró cogerla en brazos.

A Carmen le agradaba mucho la fuerza de aquella sumisa, Gema, que era la sumisa de Carmen que tenía músculos más definidos era capaz de levantarla, pero no tenía absolutamente nada que ver con Ana, que la levantaba sin ningún esfuerzo aparente. La joven Ama se sintió segura de que bajo ningún concepto las fuerzas de Ana flojearían y por aquel motivo ordenó a la sumisa que la hiciese descender poco a poco.

-         Entra tu también zorrita, así me podrás servir mejor- dijo Carmen mirando a Ana que se metió en la espumosa bañera rápidamente.

-         Gracias Ama- dijo la sumisa gozando de las templadas aguas en las que se había metido.

-         Tienes mucho talento para preparar baños, la temperatura es ideal- aseguró Carmen satisfecha sacando su pie derecho del agua para colocarlo delante del rostro de Ana, que le dio un suave beso en la planta, para que después Carmen lo bajase a los duros pechos de la sumisa.

-         Gracias Ama, antes de hacerme adiestradora de pony-girls era la sirvienta personal de Ama Sonia- explicó la sumisa con la voz un poco entrecortada al notar el habilidoso pie de su Dominante jugando con su sexo perfectamente rasurado. 

-         Ahora vamos a ver que habilidades tienes como sumisa de baño- dijo Carmen pasando una esponja de color rosa a la sumisa- Déjame bien limpita.

Ana, encantada con aquella orden, se acercó lentamente hasta el cuerpo de su Ama para usando la suave esponja y sus manos comenzar a limpiar el cuerpo de Carmen de arriba a bajo. La joven Ama no se reprimió ni un poco al gemir de placer cuando Ana se dedicó a limpiar cuidadosamente los pies de la Dominante con la esponja, poniendo especial atención entre los deditos de esta. Una vez estuvieron suficientemente limpios Ana pasó la esponja por las depiladas piernas de Carmen hasta que llegó al sexo de la Dominante, que en lugar de limpiarlo con la esponja lo limpio con su propia mano, lo que hizo que Carmen se excitase y no regañase a su sumisa por su atrevimiento.

Después de aquello, Carmen, que se había excitado más de lo que esperaba, arrebató la esponja a Ana, y con esta comenzó también a lavar el cuerpo de la musculosa sumisa que al principio se dejó hacer, pero que después recordó su posición de servidumbre y comenzó a enjabonar los pechos de Carmen con sus propias manos, mientras que sentía como las habilidosas manos de la Dominante se centraban en su sexo.

-         Te pones muy roja cuando te agarro aquí- dijo Carmen, agarrando el duro clítoris de su sumisa, satisfecha de que Ana estuviese tan excitada con sus caricias- ¿A que se debe?

-         Es que llevo casi dos semanas sin orgasmos, Ama Carmen- dijo la sumisa.

-         Eso me gusta, ¿te has mantenido así para mí o ha sido Sonia la que te ordenó esto?

-         Lo hice por decisión mía Ama, quería que el siguiente orgasmo, si tenía la suerte de que fuese con usted, fuese memorable- confesó la sumisa.

-         Memorable será- aseguró Carmen- Sácame ya- ordenó y Ana se incorporó para salir de la ducha y secarse rápidamente antes de inclinarse para sacar a su ama tal y como la había metido.

Carmen, que no veía muy seguro repetir lo que había echo para entrar estando las dos mojadas, se levantó y salió por su propio pie agarrándose a los fuertes brazos de Ana, ante la que levantó los brazos para colocarlos detrás de su cabeza, dejando así todo su cuerpo expuesto para que la sumisa la secase.

Ana se demoró unos segundos antes de tapar con una toalla grande los redondos y suaves pechos de su Ama para secarlos con delicadeza, para ir bajando poco a poco hasta los pies de Carmen.

-         Ha sido un baño delicioso- dijo Carmen satisfecha con la labor de Ana.

-         Gracias Ama, si lo desea ahora la puedo dar un masaje, lo tengo todo preparado.

-         Eso suena muy bien, no sabía que supieras dar masajes- dijo Carmen sorprendida, ya que por algún motivo en la cabeza de la Dominante imaginaba a las masajistas como mujeres delicadas.

-         Échese en la cama boca abajo, Ama, creo que quedará complacida.

Carmen, curiosa por saber las habilidades de su eventual sumisa en aquella faceta, se dejó caer sobre la amplia y mullida cama de su habitación tratando de relajarse mientras escuchaba como Ana rebuscaba entre los cajones del tocador.

-         Con su permiso, y para que sienta mejor el masaje me apoyaré sobre usted, Ama- dijo Ana una vez estuvo lista mirando a Carmen para ver si esta daba su aprobación.

-         Claro sumisa, puedes hacerlo, pero se delicada, recuerda que es el cuerpo de tu Ama.

-         Sí Ama Carmen- dijo la sumisa colocando sus nalgas sobre las de Carmen pero mirando en la dirección opuesta a la que miraba Carmen, para después estirar sus manos y agarrar el pie derecho de la Dominante.

Carmen gimió de gusto al notar los pulgares de Ana hundiéndose suavemente en la planta de su pie derecho, mientras que con la boca la sumisa lamía delicadamente los deditos de la joven. Después de este Ana se centró en el otro pie de su Dominante para después ir subiendo poco a poco hasta llegar al culito de nalgas redondas y firmes de Carmen.

-         Lo haces muy bien- dijo Carmen extasiada cuando notó como la lengua de la sumisa lamía en círculos el ano de esta, que se removió un poco al sobresaltarse ante la acción de Ana.

-         Gracias Ama, he estado practicado- dijo la sumisa continuando con su labor.

La joven Ama no dio permiso a su sumisa eventual para que ascendiese hasta que finalmente se sintió satisfecha, momento que la agarró suavemente del pelo para que continuase subiendo.

Ana tomó asiendo sobre el trasero de Carmen para posar sus manos sobre los hombros de la Dominante y comenzar a masajearlo suavemente. Carmen respiró hondo cuando olió el aroma de rosas que tenía el aceite con el que la masajista había embadurnado sus manos antes de posar estas sobre la espalda de su Señora.

Carmen se deshizo de placer cuando notó como las manos de Ana eliminaban hasta la última gota de tensión en sus hombros para poco a poco ir bajando por la columna vertebral de la Dominante que gemía de placer cada vez que sentía la suave presión de los pulgares de Ana sobre cada una de sus vértebras.

Finalmente Ana acabó en el espinazo de la Dominante y de allí llevó a sus pulgares a la zona lumbar de Carmen, a la que apretó con bastante fuerza al escuchar como la joven Ama gozaba con el masaje.

-         Vaya masajes das- dijo Carmen elevando la voz extasiada- no me extraña que Sonia esté siempre tan relajada.

-         Me alegra que lo disfrute, Ama- dijo la sumisa echándose un nuevo chorro de aceite en las manos para acariciar los costados de Carmen hasta que la receptora del masaje se sintió libre de toda tensión.

-         Ahora quiero un masaje por delante- dijo la joven Ama dándose la vuelta para quedar con los brazos detrás de la cabeza y las piernas separadas- pero yo te indicaré la postura. Pon tu boquita en mi coñito- ordenó Carmen separando con dos dedos sus labios vaginales mostrando a Ana su rosado y empapado interior.

Ana, encantada con aquella orden, colocó su boca sobre el sexo de Carmen y la miró esperando nuevas indicaciones. Tan solo un segundo después la sumisa sintió la presión de los muslos de Carmen sobre sus mejillas, presión que la Dominante no estaba dispuesta a hacer desaparecer hasta no haber llegado al orgasmo.

Sabiendo aquello Ana comenzó a lamer, pero Carmen la retuvo de nuevo y la ordenó que estirase sus manos para que el Ama las agarrase y tirase de los brazos de la esclava hasta posar las manos de esta sobre los redondos y suaves pechos de la Dominante.

-         Me complacerás abajo y arriba hasta que llegue al orgasmo- dijo Carmen fijando su mirada sobre los ojos de Ana que no apartaban la vista del rostro del Ama.

Ana hizo un suave asentimiento de cabeza, todo lo que le permitía la presión de las piernas de su Ama, para comenzar a mover su lengua en el interior del sexo de su Dominante al tiempo que jugueteaba con los pezones de Carmen para poco a poco sentir como se iba endureciendo bajo las yemas de sus dedos.

La joven Ama, para poder hacer saber a su sumisa que lo estaba haciendo bien, tan solo utilizó gemidos, y caricias sobre el oscuro y largo pelo de Ana, para hacerla saber lo mucho que estaba gozando de aquella posición.

Era una sensación deliciosa el sentir como la sumisa se esmeraba tratando con cariño el sexo y los pechos de su Dominante, sabiendo que su orgasmo tan solo llegaría después y si su Ama lo consideraba oportuno. Carmen tenía la experiencia con sus sumisas, que estas iban más rápido con sus lamidas cuando también eran ligeramente excitadas, ya fuera por otra sumisa o por su Ama, pero con Ana era diferente, la musculosa sirvienta estaba dando un trato exquisito a su Dominante al que iba subiendo intensidad a medida que notaba como Carmen se excitaba.

-         ¡Estoy a punto!- avisó Carmen elevando su tono de voz cuando sintió los dientes de Ana oprimiendo suavemente su clítoris.

La sumisa, motivada al oír aquello, atrapó el clítoris de su Dominante entre sus labios y comenzó a chupetearlo y succionarlo suavemente durante unos segundos, hasta que Carmen no pudo aguantar más y dejó salir todos sus fluidos vaginales, directos a la boca de Ana que se había adelantado a Carmen y había sellado el sexo de estos con sus labios, para notar el su boca el caliente líquido que poco a poco fue tragando.

-         Impresionante- dijo Carmen jadeando mientras aflojaba las piernas del cuello de Ana- parece como si alguien te hubiese dado un manual de mi cuerpo.

-         Gracias Ama, es muy buena conmigo- dijo la sumisa.

-         Y más que lo voy a ser, creo que te mereces que te dé un orgasmo- dijo mirando a la sumisa, que sonrió ilusionada- pero no te lo quiero dar ahora, tú te has tomado muchas molestias para darme una buena bienvenida así que te lo daré mañana, te aseguro que prepararé algo muy especial.

-         Muchas gracias Ama, no es necesario que se moleste- dijo la sumisa. Carmen rio al oírla y la acarició la mejilla.

-         Tú también has hecho hoy muchas cosas que no eran necesarias y las has hecho para que me sienta bien, deja que mañana te dé una sorpresita- Carmen acabó aquella frase guiñando un ojo a su sumisa y provocando un pequeño sonrojo en esta.

 

Continuará…

 

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com        

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