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Viendo fútbol con la brasileña.

en Interracial

Vicente aparcó su vehículo después de casi un cuarto de hora buscando ubicación para él. El haber cogido el coche de alta gama de su padre con la intención de salir de fiesta después de ver el partido en casa de su amigo Rodrigo, y aprovechar aquella baza para ligar con alguna chica, en aquel momento no parecía algo demasiado práctico.

El muchacho respiró aliviado cuando después de una serie de largas maniobras dejó el coche perfectamente colocado dentro de las marcas que delimitaban la plaza de parking.

Vicente caminó tranquilamente hacia la casa de su amigo, la cual quedaba a un par de calles de distancia, pero el chico había preferido no arriesgarse buscando un sitio más cercano, ya que bastante le había costado encontrar el lugar en que había dejado su vehículo.

Vicente era un chico de 20 años, bastante alto, de piel clara, pelo corto y negro y de complexión delgada. En aquella ocasión vestía unos pantalones vaqueros y una camisa, prendas que no habría seleccionado de no haber tenido intención de salir de fiesta inmediatamente después de que finalizase el partido de futbol.

Pese a ser casi las ocho de la tarde, el sol veraniego de primeros de julio aún quemaba bastante, con lo que el chico aceleró el paso hasta llegar al portal en que vivía Rodrigo.

Vicente pulsó el botón del telefonillo que indicaba el 5-A, sorprendiéndose bastante cuando la que habló fue una voz femenina.

-          Soy Vicente, un amigo de Rodrigo- dijo el chico que al instante escuchó el pitidito que indicaba que la puerta se había abierto con éxito.

El muchacho, intrigado por la voz femenina que le había interrogado antes de abrirle la puerta del portal, subió en el ascensor pensando en quien se podría tratar, sabía perfectamente que la madre de Rodrigo no podía ser ya que esta tenía un tono de voz diferente y tampoco podía ser una hermana ya que su amigo era hijo único.

La dudas desaparecieron cuando la puerta principal de la casa de su Rodrigo se abrió cuando Vicente llamó al timbre, encontrándose con algo que desde luego no esperaba, la que le había recibido era mujer alta, de piel oscura, pelo largo y negro, de complexión normal con unas curvas de lo más sensuales que se veían más acentuadas debido a que la mujer tan solo llevaba puesto un top amarrillo, con la bandera de Brasil, sin tirantes que la cubría únicamente sus hermosos senos y un pantaloncito corto de color azul.

-          Soy Mara- se presentó la mujer acercándose al chico para darle un par de besos en las mejillas- soy la tía de Rodrigo.

-          Encantado, yo soy Vicente, había quedado con Rodrigo para ver el partido- dijo el muchacho mirando al rostro de la mujer tratando de sacar su edad, la cual si no se equivocaba debía de estar entre los 30 y 35.

-          Sí, Rodrigo ya me dijo que vendrías- dijo la mujer mostrando sus blancos dientes- sígueme ya lo tengo todo preparado.

El muchacho caminó detrás de la brasileña, había sacando su nacionalidad gracias al acento que poseía el habla de Mara, sin poder evitar bajar su mirada al trasero de la mujer, que era de pequeñas dimensiones, muy redondo y de una apariencia muy dura.

-          Te aviso que aunque juguéis en casa y sea un partido amistoso mi selección no va a dudar en daros una buena paliza- dijo Mara confiada sentándose en el tresillo que estaba delante de una mesita con aperitivos y una televisión de 42 pulgadas en la que casi parecía que se estaba en el campo.

-          No creas, Brasil ya no es lo que era estoy seguro de que os ganaremos bien ganados, tanto en este partido amistoso como en el mundial si tenéis la desgracia de cruzaros con nosotros- contestó el chico que estaba confiado del juego de la selección española.

Vicente, sin poder hacer nada por evitarlo, estuvo más pendiente de las reacciones de su bella anfitriona que del devenir del partido, en el que las ocasiones más claras habían sido de la selección española provocando el nerviosismo en la brasileña.

Después de casi media hora de encuentro, en el que nadie había marcado gol, Vicente decidió echar mano a su móvil para llamar a Rodrigo para conocer el motivo de su retraso.

-          Hola Vicente, ¿Cómo estás?- preguntó Rodrigo al otro lado del teléfono.

-          Pues estoy aquí en tu casa, ¿se puede saber que haces tú que no estás aquí?

-          Te mandé un mensaje esta tarde para cancelarlo, me ha surgido otro plan más interesante- dijo el muchacho escuchándose de fondo la voz de un par de chicas.

-          A mí no me ha llegado nada- dijo el chico un tanto molesto porque su amigo no le hubiese dicho nada de ese nuevo plan, que parecía bastante más interesante que ver un partido de futbol.

-          Lo siento tío- dijo Rodrigo- bueno, nos llamamos ¿vale?

-          Venga, adiós- dijo Vicente cortando la comunicación- Oye Mara- dijo captando la atención de la mujer- Rodrigo no va a venir, creo que me voy a marchar- dijo levantándose de su asiento para rápidamente ser agarrado por el brazo y arrastrado para que volviese a su sitio.

-          ¡De eso nada! Había quedado con Rodri para ver el partido porque necesito a algún españolito del que cachondearme cuando os derrotemos- dijo la mujer mostrando una deslumbrante sonrisa- anda quédate- pidió finalmente.

-          Vale, pero ya deberías ir quitándote de la cabeza lo de que ganéis- contestó el muchacho volviendo a tomar asiento.

Pese a que la selección española estuvo durante toda la primera parte más cerca de romper la igualada se llegó al descanso con un empate a cero del que Mara se sentía bastante satisfecha.

-          Ya os tenemos donde queríamos- dijo la brasileña confiada de la capacidad de su equipo.

-          Debes de estar de broma- contestó el chico mientras observaba como su anfitriona se incorporaba.

-          Voy a por otro refresco, ¿quieres algo?

-          Sí tráeme otro por favor- dijo el muchacho levantando su bote de Coca-cola ya acabado.

Mara fue corriendo hacia la cocina, no pudiendo el muchacho evitar mirar como botaban los imponentes y firmes pechos de la mujer, deseando una gran parte de él que estos escaparan del top amarillo que los mantenía oprimidos.

-          Oye Vicente- dijo la mujer ya cuando regresó- ¿Qué te parece si hacemos que el partido sea más interesante?

-          ¿Con alguna clase de apuesta?- preguntó el muchacho, haciendo aparecer una sonrisa en el rostro de Mara.

-          Sí, como estás tan confiado en la victoria de tu equipo, no creo que te importe.

-          ¿Qué propones?- preguntó el muchacho mirando a la mujer.

-          Si Brasil le mete un gol a España te pones a mis órdenes y si es al revés yo me pongo a tus órdenes- dijo la mujer sonriendo.

-          Muy bien- dijo el muchacho confiado en llevar las de ganar y tranquilo porque tampoco consideraba algo malo estar a las órdenes de aquella bella mujer de piel de ébano- ¿y si mete un gol un equipo y luego otro el contrario?

-          El que servía manda y el que mandaba sirve- explicó la mujer. 

Desde que había visto a la tía de su amigo, vestida de aquella forma tan provocativa, el muchacho no había dejado de pensar en hacer cosas sexuales con ellas, aunque tenía claro que en cuanto España lograse marcar el primer gol no la pediría nada indecoroso, no debía de ser excesivamente directo si quería tener alguna posibilidad de gozar con ella.

La tensión con la que Vicente vivió el partido en la segunda mitad no tuvo nada que ver con la de la primera, ya que deseaba que el gol de su equipo llegase lo antes posible para poder comenzar a disfrutar de la servidumbre de su anfitriona, pero para su desgracia en aquel periodo el equipo brasileño había comenzando a atacar con más ímpetu comenzando a meter a España en su campo.

-          ¡Goool!- exclamó Mara levantándose del sillón para dar unos brincos de alegría delante del Vicente, que no pudo evitar quedarse mirando los botes que daban los hermosos pechos de la mujer antes de hundir su cara entre sus rodillas y echarse manos a la cabeza por el fallo garrafal de la defensa de su equipo- Parece que te va a tocar a ti servirme primero- dijo la negra sentándose de nuevo en el sofá y descalzando sus pies, para apoyar estos sobre el regazo del joven- dámelos un buen masaje mientras pienso que es lo siguiente en lo que quiero que me sirvas.

Vicente, como buen perdedor, cedió ante los designios de la ganadora y comenzó a masajear los largos y finos pies de la brasileña, sobándolos primero de forma suave, para poco a poco ir oprimiéndolos con más fuerza, provocando los primeros gemidos de placer de Mara.

El muchacho trató de no hacer demasiado caso a las exclamaciones de placer que su anfitriona soltaba cada poco rato, ya que entre eso y que los pies de esta estaban muy cerca de su entrepierna, el joven había comenzado a excitarse. Para la desgracia de Vicente que no quería ser descubierto Mara posó su pie derecho sobre el bulto del pantalón de su acompañante.

-          Veo que darme un masaje de pies te está poniendo muy contento ¿verdad?- preguntó la brasileña sabiendo perfectamente la respuesta- Quítate la ropa, seguro que así estás más cómodo.

Vicente, que se sentía bastante orgulloso de su cuerpo, no tardó ni un instante en levantarse del sofá para quitarse la camisa que cubría su torso y mostrar a Mara sus ligeramente marcadas abdominales y sus firmes pectorales, para a continuación bajarse de un tirón los pantalones para que su acompañante pudiese ver bulto que bajo sus calzoncillos se había formado.

Mara ansiosa por ver lo que había bajo los slips de su invitado se acercó a este para bajar la última prenda de ropa de Vicente de un tirón, encontrándose ante ella un pene, no excesivamente grueso y bastante largo bajo el que colgaban un par de testículos de tamaño considerable.

-          No está nada mal- comentó la brasileña con una sonrisa en el rostro- ¿esto lo he provocado yo?- preguntó colocando uno de sus largos y finos dedos negros sobre el hinchado y rosado glande de Vicente.

-          Desde luego ¿quien si no?- preguntó el chico totalmente excitado.

-          Al verte la cara cuando me has visto he sabido que me deseabas- dijo la mujer comenzando a pajear suavemente al muchacho- no lo tenía seguro porque hace algún tiempo que mi marido casi no me toca y pensaba que ya no era tan atractiva como antes.

-          No sé como serías antes pero te aseguro que eres bellísima- dijo el muchacho sobre excitado al sentir la presión de la manos de Mara sobre su verga que se volvía más dura a cada instante.

-          ¡Que lindo eres!- dijo la mujer complacida- creo que te daré un premio.

El joven que no podía creerse lo que estaba pasando miró fijamente a Mara mientras esta dejaba su verga por unos instantes para dedicarse a liberar a sus pechos del top amarillo que los mantenía ocultos de la vista de Vicente.

El chico no pudo evitar colocar sus manos sobre los grandes y firmes pechos de su anfitriona, para apretarlos con fuerza moderada al tiempo que se sorprendía de la dureza de estos, nunca había sobado unos senos tan firmes y suaves.

Mara, complacida del trato que estaba recibiendo se dejó hacer, sintiéndose Vicente con la confianza suficiente como para echarse sobre Mara y comenzar a chupar y besar los grandes pezones oscuros de la brasileña, que comenzó a gemir con suavidad a cada lamida que sentía.

-          Tu corazón late muy rápido- dijo la negra sonriendo al muchacho cuando cambiaron de posiciones y fue esta la que se encargó de sobar la anatomía de Vicente- aunque creo que puedo hacer que se acelere aún más.

La mujer tumbó a su amante sobre el sofá para apoyar su trasero enfundando en un pantaloncito azul sobre el abdomen el muchacho, que miró con deseo a la brasileña. Esta, una vez recuperada del placer que acababa de recibir, acarició con suavidad el torso del joven, primero con sus suaves manos y después clavándole ligeramente las uñas pintadas de rojo, que dejaban sobre la clara piel de Vicente unas ligerísimas marcas rojas.

Vicente por su parte no permaneció quieto mientras Mara disfrutaba sobándolo, sino que también estiró sus brazos para acariciar los fuertes muslos de su amante, detenerse un poco en sus caderas y ascender de nuevo a sus magníficos pechos de los cuales comenzaba a sentirse adicto.

-          Quítate ya los pantaloncitos, que estoy deseando sentir tu caliente coño- dijo el chico deseoso, provocando la sonrisa de su amante.

-          ¡Dices cosas muy pervertidas, niño!- dijo Mara divertida levantándose del abdomen del muchacho- pero si tantas ganas tienes que me lo quiete ¿Por qué no me lo quitas tú?

Vicente observó como Mara se había puesto de pie ante él, no tardando el muchacho en reaccionar y lanzarse a por los ajustados pantalones cortos de la brasileña. Esta, que consideraba que arrebatarla los pantalones era demasiado fácil si le permitía hacerlo con las manos le pidió que le arrebatase su última prenda de ropa, pero tan solo pudiendo usar su boca.

Los dientes del chico batallaron primero con los ajustados pantaloncitos de la brasileña, que se divirtió mucho viendo el empeño del joven de desnudarla. El arrebatarle aquella prenda de ropa a la mujer fue bastante fácil comparado con las dificultades de Mara puso a la hora de dejar que la quitase en tanguita ya que esta cerraba las piernas con fuerza hasta tal punto que Vicente comenzó a pensar que la mujer no quería mostrarle su sexo.

-          ¡Desgárralo con los dientes, mi linda bestia sexual!- dijo la mujer sonriendo mientras que con su pie derecho acariciaba la verga del muchacho, provocando que este no tuviese miramientos a la hora de agarrarla de los muslos para que no perdiese el equilibrio, para a continuación morder con fuerza la parte delantera del tanga de la mujer y tirar enérgicamente hasta arrancarlo.

Vicente observó el oscuro y depilado sexo de su amante para una vez dejó caer el tanga roto al suelo lanzarse para probar la zonas más íntima de su anfitriona, que abrió bien las piernas para que la lengua del chico tuviese un acceso inmejorable a su sexo, que en aquel momento estaba totalmente empapado.

Mara gimió de placer al tiempo que acariciaba el pelo de Vicente, motivando así a este a que continuase estimulando su oscura y húmeda vagina. El chico, que llevaba algunas semanas sin tener sexo con ninguna chica no tardó en demostrar su ansiedad lamiendo aún con más rapidez mientras sobaba las suaves y fuertes piernas de su anfitriona, desde los duros gemelos de esta hasta las blanda y cálidas nalgas de Mara.

-          Ya está bien- dijo la brasileña alejando al muchacho de su sexo con cuidado- para un poquito que si no te vas a quedar sin saliva- comentó con una sonrisa Mara que invitó al muchacho a que se sentase en el sofá.

La erección que había entre las piernas de Vicente fue aún más prominente cuando el muchacho vio como la seductora brasileña clavaba sus rodillas en el suelo y miraba con deseo, primero a su invitado y después a su larga verga, la cual comenzó a pajear con delicadeza para acabar metiendo su hinchado glande en la boca.

Vicente gimió de placer, y al igual que él había recibido cuando estaba haciendo un trabajo oral a Mara acarició la larga melena de pelo negro de la brasileña en señal de aprobación, aunque quitó la mano rápidamente cuando esta cabeceó rítmicamente sobre la polla del joven, que sintió un cóctel de sensaciones de lo más placenteras.

Mara demostró al extasiado muchacho lo diestra que era en el arte de las felaciones, lamiendo con avidez el glande de este, tragándose la larga verga de Vicente casi en su totalidad, succionando ligeramente las grandes y colgantes bolas del muchacho…

-          ¿Y tu marido no te hace caso?- preguntó el chico sin poder creer que un hombre pudiese tener un tesoro como Mara e ignorarlo- perdona que te diga, pero me parece que tu marido el un poco…

-          ¿Gilipollas?- sugirió Mara con una sonrisa con los labios cubiertos ligeramente por líquido pre-seminal- lo es y mucho- aseguró la mujer.

-          Sí, iba a decir algo así- comentó el chico también sonriendo invitando a la negra a que se colocase sobre su regazo para lamer con delicadeza sus firmes, oscuros y dulces pezones- dominas muy bien el idioma, ¿sabes?, has elegido una palabra que lo define muy bien.

-          ¿Me vas a dar lo que él no me da?- preguntó la mujer sonriendo provocativamente al tiempo que besaba los labios de su amante.

-          No- dijo el chico provocando una pequeña sorpresa en el rostro de la mujer- te voy a dar lo que tu marido no te da y todo lo que te mereces, que es mucho- aclaró Vicente loco de excitación.

-          Estoy deseando verlo, amor- dijo la brasileña encantada de oír aquello.

Vicente se estiró para coger sus pantalones vaqueros para sacar de su cartera uno de los preservativos que siempre llevaba con él por si “tenía suerte”, pero Mara lo detuvo mordiéndole el cuello con fuerza para que no lo hiciese, ya que la mujer tomaba la píldora y además le aseguró que era una mujer sana, con lo que no había riesgo de enfermedades de transmisión sexual.

El muchacho, que si no se hubiese tratado de la tía de uno de sus mejores amigos no habría cedido, aceptó hacerlo a pelo, sensación que estaba a punto de experimentar por primera vez, ya que ninguna de sus novias había tomado la píldora y nunca se había atrevido a hacerlo sin preservativo por temor a un embarazo no deseado.

Mara, tomando de nuevo las riendas de la relación agarró con firmeza la cabeza de Vicente para hundir esta directamente entre sus hermosos y duros pechos, al tiempo que la mujer comenzaba a pasar su sexo sobre el hinchado glande el muchacho, que estaba deseando introducirse en la suave vagina de su amante.

Vicente, que estaba en la gloria mamando de los grandes pezones oscuros de Mara no hizo nada por intentar penetrarla, y dejó que fuese la mujer la que se encargase de ello. Los dos amantes gimieron de placer cuando la brasileña poco a poco comenzó a descender y a sentir como la larga verga del chico era tragada por su sexo.

El muchacho se deleitó con la expresión de placer de la negra cuando sus rostros quedaron a la misma altura. Vicente, que a juzgar por la experiencia que tenía Mara, contaba con que esta tendría un sexo más dado de si quedó gratamente sorprendido cuando sintió como las empapadas y cálidas paredes vaginales de la mujer apretaban con fuerza la hinchada y palpitante verga del chico.

Mara, tan ansiosa como Vicente de alcanzar el primer orgasmo, comenzó a botar lentamente sobre la polla que la tenía ensartada. La brasileña, que debido a que su marido la había dejado desatendida durante demasiado tiempo, y que los últimos orgasmos le habían sido proporcionados por juguetes sexuales, no pudo controlarse a la hora de gemir de placer y abrazarse con fuerza a su amante.

Vicente, encantado con la reacción de la mujer, también se agarró a Mara sobando y acariciando hasta el último centímetro de piel de ébano de esta. Los corazones de ambos cada vez latían con más fuerza y la excitación subió hasta el punto de que Vicente, deseando correrse dentro de la mujer comenzó a moverse el mismo haciendo botar a las brasileña.

Mara gimió sorprendida tras la primera embestida del muchacho, pero después de esta comenzó a disfrutarlas y a espolear al muchacho para que la penetrase con mayor intensidad.

Las fuerzas de Vicente poco a poco comenzaron a verse mermadas por el esfuerzo de levantar a la mujer que tenía sobre él una y otra vez. Mara, viendo la situación decidió besarlo con pasión para que parase un poco y levantarse rápidamente para dejarle respirar mientras se colocaba en cuatro patas sobre el único sillón de una sola plaza que había en el salón.

-          ¡Fóllame por detrás, como a una perra!- dijo la brasileña moviendo con viveza su trasero de nalgas duras y redondas, cuyas piernas estaban lo suficientemente separadas como para que Vicente pudiese divisar el caliente y mojado sexo de su amante, deseoso de albergar de nuevo su falo.

El chico, sin hacerse de rogar ni un segundo, apuntó su gran glande rosado entre los gruesos y oscuros labios vaginales de la mujer, para hundir su verga hasta el fondo en tan solo un par de embestidas.

Los dos sudorosos y excitados amantes comenzaron a jadear al ritmo que el muchacho penetraba el sexo de la brasileña una y otra vez, al tiempo que con una mano agarraba con firmeza la larga melena de pelo negro de Mara, deseo de esta que quería tener la cabeza alta cuando alcanzara el orgasmo, y con la otra mano se ocupaba estimular los pechos de su anfitriona.

Mara por su parte gemía de gusto con cada penetración del muchacho, la mayoría de las cuales terminaban con un golpe de los colgantes testículos del penetrador sobre la vagina de la penetrada. También, para potenciar su placer Mara usaba su mano derecha para estimular su clítoris, ya que en aquella postura, aún siendo penetrada muy profundamente, cosa que encantaba a la mujer, su clítoris quedaba bastante descuidado.

-          ¡Estoy a punto de llegar!- anunció el muchacho.

-          ¡No pares yo también estoy a punto!- gritó la brasileña.

El cuerpo de Vicente comenzó a sufrir ligeros espasmos en cuanto comenzó a descargar su semen en el interior de la mujer, descarga que provocó el orgasmo de la mujer que soltó una serie de grititos agudos en portugués de los que Vicente pudo entender la mayoría de su significado.

Vicente, rendido después del orgasmo, acarició el costado de la mujer con cariño y se encaminó al tresillo donde se sentó en una de las esquinas de este, con las piernas abiertas, para que la mujer pudiese acomodarse donde quisiera.

Mara, para sorpresa del muchacho, que esperaba que estuviese tan rendida como él se arrodilló entre las piernas de Vicente para comenzar a lamer con cariño los testículos de este.

-          Los has golpeado con mucha fuerza mientras me follabas, así que te los lamo para que no te duelan luego- explicó la brasileña con una sonrisa volviendo a pasar su lengua por las colgantes y grandes bolas del muchacho.

-          Gracias, que atenta- comentó el muchacho mirando la tele y sorprendiéndose ante el resultado, España acababa de perder el partido contra Brasil por cuatro goles a uno- ¡Vaya, menudo repaso nos habéis pegado!- comentó el chico haciendo que Mara mirase de reojo y sonriese.

-          Sí te va a hacer sentir mejor te daré un orgasmo por cada gol que os hemos metido- dijo la Mara con una sonrisa.

-          Me hará sentir mucho mejor, a ver si podemos quedar para ver más partidos juntos, si tu Brasil pierde también estaré encantado de consolarse- comentó el chico.

-          Y si tu España pierde yo lo haré por ti- dijo Mara levantándose y volviendo a acomodarse sobre su amante.

-          Me da la sensación de que las derrotas de ahora en adelante van a ser mucho más dulces- dijo Vicente dando un largo beso en los labios de la brasileña, el cual esta devolvió aún con más pasión.

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com          

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