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Mireya, Ama a los 18

en Dominación

Mireya se fue a acostar aquella noche antes de lo normal, la muchacha acostumbraba a quedarse ante el ordenador hasta las 2 o 3 de la madrugada, pero aquella noche era especial, era la víspera de su 18 cumpleaños. Por fin iba a llegar a la tan esperada mayoría de edad.

La chica, como hacía todas las noches antes de meterse en la cama se desnudó completamente, la gustaba y excitaba el tacto de las sábanas contra su cuerpo desnudo. Mireya se sentía bien con el cuerpo que tenía, era de complexión delgada, una piel ligeramente bronceada, unos pechitos más bien pequeños pero muy firmes y una larga melena rubia que acompañada del resto de su cuerpo se solía llevar una gran cantidad de miradas de los chicos de su edad.

Como en ella era costumbre, en cuanto apoyó la espalda sobre la cama se echó las manos a su sexo para comenzar a estimularse, no había nada mejor para terminar el día que un satisfactorio orgasmo. Igual que la sucedía siempre que comenzaba a acariciarse su zona íntima su imaginación comenzó a volar.

En aquella ocasión no fantaseó con nada que no la hubiese sucedido, como era normal, sino con una de las pocas experiencias reales que había tenido en el mundo de la dominación, la muchacha desde que descubrió aquella forma de sexo hacía casi un año y medio no había parado de indagar y tratar de experimentar como Dominante.

El vivir en un pueblo era un auténtico hándicap para practicar aquel sexo inhabitual sin llamar la atención de sus curiosos vecinos, pero aún así la muchacha había logrado ingeniárselas para lograr alguna pequeña experiencia, la primera de ellas hacía cosa de un año con un vecino que la espiaba mientras se cambiaba en su habitación, bueno, más que espiarla era Mireya la que se dejaba ver para provocarlo y a continuación chantajear al chico con delatarlo a su madre si este no se dejaba azotar por ella.

El chico excitado porque una chica guapa como Mireya estuviese interesada en él, y además no mostrase pudor a la hora de dejarse ver desnuda, aceptó al momento. Mireya para aumentar la excitación del muchacho decidió fustigarlo estando totalmente desnuda con el cinturón de su padrastro, lo que surtió efecto y provocó una fuerte erección en el castigado, que aumentó cuando la joven dominante le metió unas bragas usadas de su madre en la boca, haciéndole creer que eran suyas.

Mireya gozó golpeado el cuerpo desnudos del muchacho con el cinturón de cuero mucho más de lo que había esperado, la chica no imaginaba que sería capaz de correrse tan solo escuchando como el cinturón restallaba sobre la blanca espalda de su vecino y tocándose su húmedo sexo con la mano que la quedaba libre.

 

La muchacha fue despertada por el odioso despertador, que la indicaba que era la hora de levantarse para ir al instituto. Mireya estaba cursando segundo de bachillerato en un instituto de Madrid, ya que en su humilde pueblo de no más de 5000 habitantes no tenía mas que un colegio para la educación primaria.

Como era habitual la chica tan solo encontró en la cocina a una de sus hermanas mayores, Mireya era la pequeña de tres hermanas. La que estaba en la cocina desayunando con parsimonia era Susana una chica de 21 años, de su misma estatura, de piel clara, pelo largo castaño y rizado y una sonrisa preciosa que le dedicó en cuanto vio a su hermana pequeña.

-         Felicidades Mireya- le dijo la joven levantándose de su asiento para darla un par de besos en las mejillas.

-         Gracias Susi- dijo la recién llegada sonriendo.

-         De regalo te llevaré hoy al instituto.

-         Parece que no te vas a estirar demasiado- dijo Mireya después de soltar una carcajada, sabía que su hermana le haría algún regalo más a parte del transporte.

Que su hermana la llevase al instituto era algo bastante infrecuente, lo normal era que cogiese el autobús. Durante el trayecto Susana le explicó a su hermana que aquella novedad era debida a que había pedido el día libre para ir a una entreviste de trabajo para un puesto superior en otras empresa. Lo poco que sabía del oficio de su hermana era que se dedicaba a la promoción de productos cosméticos.

En el instituto se encontró con su grupo de amigos, Mireya gozaba de gran popularidad en el instituto: era una chica guapa, simpática, bastante estudiosa… casi todas sus cualidades eran muy apreciadas entre sus compañeros.

La chica que sabía que si no silenciaba el teléfono aquel día acabaría fuera de la clase decidió dejarlo insonorizado.

Las felicitaciones por su mayoría de edad le llegaron por todos los canales que tenía activos: sus compañeros de clase en cuanto la vieron entrar, su teléfono móvil en el que recibía tres o cuatro mensajes cada hora por parte de otros amigos y conocidos ajenos a sus estudios, algunos de sus familiares… Pero finalmente llegó el que con más ansia esperaba, el de su tía Victoria.

Llámame cuando leas esto para ver cuando te doy tu regalo.

Mireya sonrió como nunca lo había hecho, con su tía tenía una relación bastante especial, era la persona por la que a ella le había comenzado a interesar las relaciones de dominación-sumisión, y también era por ella por la que había esperado hasta los 18 años para desarrollar sus dotes como Ama. Su tía Victoria por su parte se había ocupado de darla material y resolver cualquier duda que tuviese sobre el BDSM, pero aún no le había ensañado nada en la práctica.

La chica que no esperó al final de la clase se levantó de su asiento con la escusa de ir al servicio, pero tan pronto como salió de la clase comenzó a buscar en su agenda el número de su tía.

-         Muchas felicidades Mireya- fue lo primero que le dijo la amable voz de Victoria.

-         Gracias tía, estoy deseando ver el regalo que me tienes preparado- dijo la chica ansiosa por ver su presente.

-         Te va a gustar mucho, estoy segura- dijo la mujer- ¿Estás ahora en clase?

-         Sí, termino dentro de dos horas, pero me puedo saltar la última clase.

-         Nada de saltarte clases Mireya- le dijo en un tono despreocupado- te iré a recoger al instituto a las dos y media, ya la he dicho a tu madre que hoy te quería invitar a comer a mi casa.

-         Estupendo tía- dijo la chica encantada, la gustaba lo previsora que era su tía.

Mireya permaneció en el centro escolar hasta que sonó la campana que indicaba el final de las clases, pero la cabeza de la chica llevaba mucho tiempo sin estar allí, su imaginación no había dejado de volar desde que su tía le había confirmado que tenía un regalo para ella. La muchacha ignorando a sus compañeros y compañeras salió de la clase a todo correr, para encontrarse con el coche de su tía aparcado a la entrada del edificio.

-         Felicidades sobrinita- dijo Victoria mirando sonriente a la chica. Era una mujer algo más alta que Mireya, de piel morena, pelo largo y negro y un rostro que aparentaba unos 45 años, amen de unos generosos pechos que Mireya, pese a sentirse a gusto con su cuerpo, envidiaba.

-         Muchas gracias tía Victoria.

-         Bueno, vamos a por tu regalo- dijo la mujer pisando a fondo el acelerador y saliendo rápidamente de aquel lugar.

Llegaron a la casa de Victoria en unos pocos minutos en los que Mireya preguntó media docena de veces por su regalo o al menos por alguna pista, pero la mujer no soltó prenda.

La casa estaba situada a las afueras de la ciudad, era un chalet de grandes dimensiones que la mujer había recibido como pago por el divorcio de parte de su ex marido ya muchos años atrás. Mireya había estado allí en más de una ocasión, le gustaba ir a hablar con su tía sobre toda clase de problemas que se la presentaba en la vida cotidiana y sexual.

-         Tu regalo está en el sótano- dijo la mujer después de abrir la puerta principal.

-         Estoy ansiosa- dijo la chica.

Victoria para aumentar más la espera de su sobrina le indicó que bajase al sótano ella primero, mientras la dueña de la casa permanecía arriba al lado del interruptor de la luz. Mireya bajó sin dudar, siempre agarrada a la barandilla, y cuando puso sus dos pies sobre el suelo de cemente dio la señal a su tía de que diese la luz.

Mireya se quedó boquiabierta cuando se encontró con lo que su tía tenía montado en aquel sótano: cadenas colgaban del techo, había toda clase de artilugios sado por las paredes desde pequeños látigos a grandes cruces de madera para inmovilizar a los sumisos. Pero lo que realmente ganó la atención de la recién llegada fue un bulto envuelto en papel de regalo y cuyos brazos estaban encadenados a dos de las cadenas que caían del techo.

-         ¡Sorpresa!- exclamó la mujer abrazando a su sobrina por la espalda.

-         ¿Es para mí?- preguntó la chica acercándose al papel de regalos de colores vivos.

-         Sí, pero es solo para una sesión, aunque en el futuro seguro que te la dejo más veces- dijo la mujer sonriendo mientras le pasaba un látigo de un metro de largo- abre el envoltorio con esto- le invitó.

-         Gracias tía, eres la mejor- dijo la chica colocándose a la espalda del encadenado para descargar con fuerza el látigo.

Mireya se acaloró tanto después de los cinco primeros golpes que tuvo que quitarse la falda y la blusa que llevaba, quedando tan solo con sus zapatos y ropa interior. La azotadora se excitaba cada vez que escuchaba un gemido de su presa y no tardó en colocarse delante para fustigarle el torso, no tardando el mostrarse un par de senos blancos de pezones marrón claro y grandes y un abdomen flácido.

-         ¿Pero si es una perrita?- dijo Mireya acercándose a la esclava para romper lo que quedaba de papel de regalo.

-         Claro, esclavos te podría haber traído mil, pero sumisas son más escasas y tú te mereces lo mejor sobrinita- dijo Victoria sonriendo.

La joven dominante admiró el cuerpo de la sumisa que tenía ante ella, era un poquito más baja que Mireya, de piel muy blanca salvo las zonas enrojecidas por el látigo, bastante gordita y estaba totalmente rasurada. Con respecto a la cara la chica no pudo saber nada ya que llevaba la cabeza cubierta por una máscara de cuero.

-         La he puesto la máscara para que no te pueda ver, ni oír, ni hablar- dijo la mujer indicando a su sobrina- te lo demostraré- dijo sonriendo- ¡Perra, te voy a pegar una patada en tu sucio coño, si quieres que no lo haga trata de juntar las pierna!- vociferó la mujer

Aquella advertencia no provocó reacción alguna de la sumisa que permanecía en el sitio respirando agitadamente debido a los golpes que Mireya acababa de propinarla. Victoria una vez consideró que su explicación había quedado demostrada golpeó con fuerza el sexo de la sumisa con su cara bota de cuero. La sumisa soltó un quejido profundo de dolor y Victoria una risita que acompañó la de Mireya.

-         Ahora es toda tuya, puedes hacerla lo que te plazca.

Mireya, contenta con la oferta que su tía le daba fue hacia uno de los muros del sótano y cogió unas pinzas grandes metálicas y una fusta bastante larga. Antes de aprisionar los pezones de la sumisa Mireya comenzó a morderlos con energía, la chica no paró hasta escuchar a la mujer atada gemir de dolor y ver lo claramente que estaban marcados sus dientes sobre los pálidos pechos de la mujer.

La joven domadora gozó de su esclava de alquiler arañándola todo el cuerpo, de arriba a bajo después de pinzar todo lo fuerte que pudo los pezones de la sumisa. La chica se ponía más y más caliente conforme escuchaba los quejidos de su presa.

-         ¿La puedo quitar la capucha, tía?- preguntó Mireya acercando sus manos a la cremallera que cerraba por detrás la máscara de cuero.

-         Lo que tú quieras- dijo la mujer indulgente.

La muchacha no tardó quitar el artilugio que tapaba la cabeza a su martirizada sumisa, liberando una larga melena de pelo rojo caoba. Mireya, curiosa por saber como era el rostro de su sumisa se colocó ante ella y encontró una mujer de unos 40 años, con la cara enrojecida debido a la escasa transpiración de la máscara una bola de tela en la boca y unos tapones en los oídos que Mireya no tardó en retirar.

-         Una perra madura- dijo la chica relamiéndose y provocando un ligero temblor en la sumisa- estoy va a ser divertido ¿verdad?- preguntó la chica a la sumisa mientras la retiraba la tela de la boca que resultó ser un tanga.

-         Sí Señora, estoy a su disposición- dijo la sumisa intimidada.

-         ¡Llámame Señorita, vieja arrastrada!- dijo Mireya no dispuesta a pasarla ni una a aquella servil esclava.

-         Sí Señorita- dijo la sumisa.

-         ¿Sabes que eres mi regalo de cumple?- preguntó Mireya acercando la mano al clítoris de la mujer.

-         Sí Señorita, su tía me lo dijo, mis felicitaciones por su 18 cumpleaños- dijo humildemente.

-         Gracias perra, tu debiste de pasar los 18 hace mucho ¿Qué edad tienes, vieja?- preguntó la muchacha apretando con saña el clítoris de su sumisa.

-         Tengo 41 años, Señorita- dijo la mujer avergonzada.

-         Muy bien perra, ahora te voy a desatar para que puedas satisfacerme de otras maneras ¿Obedecerás verdad que sí?

-         Claro que te obedecerá- dijo Victoria que miraba desde la distancia la dominación de su sobrina- Si mi sobrinita tiene la más mínima queja sobre tu comportamiento no me temblará el pulso para echarte.

-         Seré muy buena, Ama, se lo juro- dijo la sumisa aterrada con la idea de ser abandonada.

-         Os dejo solas, para que tengas intimidad con mi perrita, por cierto, se llama Rosa- dijo Victoria mientras comenzaba a subir las escaleras.

Tan pronto como su tía abandonó la estancia la joven dominadora empezó a desencadenar a la esclava. La sumisa dubitativa una vez se vio libre se echó al suelo quedando en cuatro patas como una perra, por suerte para ella eso era lo que Mireya quería.

-         Bien perra, veo que conoces tu lugar- dijo la chica mirándola desde las alturas con desprecio.

-         Sí Señorita- dijo Rosa sin despegar la mirada de los pies de su Ama.

-         ¿Te gustan mis pues, puta?

-         Sí Señorita, son preciosos- dijo la mujer.

-         Pues síguelos- ordenó la joven mientras se dirigía a una de las paredes fusta en mano.

Mireya le dio permiso a la desdichada sumisa para que la lamiese los pies mientras ella se ocupaba de prender unas pocas velas que su tía tenía en la sala. La chica viendo que la cera no se iba a deshacer tan rápido como ella quería tuvo que pensar una idea con la que pasar el tiempo de manera amena.

-         ¡Perra, vamos a jugar a pillar!- dijo de repente Mireya mirando a su sumisa- ¡Tú corres a cuatro patas por aquí y yo te persigo con la fusta!

Rosa comenzó a gatear por la estancia todo lo rápido que podía después de recibir un potente fustazo sobre su espalda. Mireya reía mientras perseguía a la esclava con la intención de azotarla en cualquier parte del cuerpo, a la chica le divertía ver las torpes huidas de su regalo de cumpleaños, y lo rápidamente que era alcanzada. Todo eran inconvenientes para la sumisa: se desplazaba más lentamente que su perseguidora, se agotaba más, apenas tenía sitios donde esconderse, la habitación era pequeña y la fusta era de las más largas con las que contaba Victoria así que la podía acertar incluso sin acercarse demasiado…

-         ¡Creo que la cera ya se habrá desecho bastante!- dijo la chica después de haber arrinconado a su esclava en una esquina y haberla dado una serie de 20 golpes sobre los hombres y espalda.- ¡Ahora échate al suelo y espera que te atienda!

Rosa nada más escuchó la imperativa orden de su Ama gateó hasta el centro de la habitación y se tiró el suelo sobre su espalda. Mireya por su parte se acercó al lugar donde había dejado las velas derritiéndose para cogerlas y colocar tres a cada lado de la sumisa.

-         ¡Ahora vas a ser la afortunada de ver mi coñito después de mi mayoría de edad!- dijo la chica sonriendo mientras se quitaba las bragas para mostrar su rosado y húmedo sexo depilado, la sumisa lo observó maravillada- ¿Lo quieres lamer, esclava?

-         Sí Señorita, sería un honor para mí- dijo la sumisa al momento.

-         Procura hacerme sentir bien o lo pagarás caro- le dijo la Dominante sentándose sobre el rostro de Rosa, apoyando su sexo sobre la boca de la mujer y el culo sobre la nariz.

Mireya comenzó a sentir una oleada de placer al notar la lengua de la esclava madura pasando por su caliente sexo. La mujer se puso a jugar con el clítoris de la joven cosa que hizo que la muchacha enloqueciese de placer.

Mireya para que la mujer no perdiese su eficacia oral contaba hasta veinte y se levantaba rápidamente para volver a sentarse con fuerza sobre la cara de la lamedora, aquel era el tiempo justo como para que cogiese algo de aire. Otra cosa que también hacía a la sumisa aumentar su velocidad y calidad a la hora de proporcionar placer a su Ama era sentir gotas de cera caliente al principio y chorros después abrasándola los pechos.

-         ¡Me encanta oírte gimotear como una perra!- dijo la Dominante sonriendo mientras dejaba caer un nuevo chorro de cera sobre los sensibles pezones de su sumisa- ¿Quieres que te lama yo también el coño de puta que tienes?- preguntó Mireya levantado el culo para que la esclava pudiese contestar.

-         Sería una placer para mí, Señorita- dijo la sumisa cuya cara volvió a ser aplastada por el culo y sexo de Mireya.

-         ¡Te complaceré!- exclamó la chica sonriendo inclinándose hasta apoyar sus senos sobre el estómago de la esclava- ¡Separa bien las piernas que si no no llego bien, perrita!

La sumisa deseosa de sentir algo de placer en sus carnes separó las piernas dejando totalmente expuesto su sexo a su Ama. Mireya por el contrario no acercó su cara a la vagina de Rosa, en su lugar alargó la mano para coger la vela más larga y gruesa que había, de unos 20 centímetros de largo, para descargar toda de la cera de un tirón sobre el ansioso sexo de la sumisa que chilló de dolor, haciendo que Mireya acabase por correrse en el rostro de la esclava soltando más fluidos que nunca. La esclava, que sabía que sería severamente castigada si Mireya ponía alguna pega sobre su actitud comenzó a lamer todos los fluidos de la joven, procurando no pasar por alto ni una sola gota.

-         ¡Has sido una buena perra de prácticas!- dijo Mireya después de levantarse y ponerse sus braguitas.

-         Gracias Señorita, ha sido un autentico honor ser la primera esclava que somete- dijo la sumisa mientras sentía el tacón de la bota de Mireya metiéndose en su sexo.

-         Quizás le pida a mi tía que te preste a mí otro día- dijo la muchacha sonriendo, realmente había sido más placentero de lo que esperaba.

-         Será una placer servirla señorita- dijo la esclava complaciente.

-         Ahora te quedarás aquí hasta que mi tía o yo te permitamos moverte- dijo la Domadora.

-         Sí Señorita.

Mireya, exultante de alegría tras su primera experiencia seria como Ama subió las escaleras pensando en cual sería el siguiente paso que daría para convertirse en una autentica Dominatriz.

 

Continuará…

 

Agradeceré comentarios y sugerencias 

   

    

     

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