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Irene la luchadora 10 : indulto

en Dominación

Irene abrió los ojos sobresaltada y con una mojadura más que considerable entre sus piernas después del enésimo sueño húmedo. La muchacha se alegraba en aquel momento de no saber de que iba el sueño que acababa de tener, ya que aquello le habría llevado a sufrir aún más debido a la castidad bajo la que seguía sometida.

La mezcla de sensaciones que tenía en aquel momento, la joven sumisa luchadora, era considerable; por un lado estaba el alivio de no recordar su último sueño erótico, ya que aquello habría aumentado sus ansias de sexo en la misma proporción que su frustración, pero por otro lado se sentía mal porque sabía que una vez despertada, y con una calentura así, no podría volver a dormirse.

Irene miró con frustración el reloj. Tan solo eran las seis y media de la mañana del sábado y Xana aún dormía profundamente. La joven salió de la cama sin hacer el menor ruido y se marchó al baño para darse una ducha, pero cuando se quitó la camiseta delante del espejo, mostrando sus hermosos y alzados pechos aún con marcas los dientes de Xana sobre ellos, la muchacha vio la expresión de disgusto en su rostro.

La joven se volvió a  poner su camiseta de tirantes mientras tocaba por encima de su pantaloncito corto la zona de la entrepierna. Allí estaba el metálico aparato que Marisa amablemente había ofrecido a Xana para asegurarse de que la joven luchadora cumplía a raja tabla con la castidad que sus Amas le habían impuesto.

A Irene no le disgustaba que Marisa supiera de su situación como sumisa, la verdad es que su madura manager también le excitaba mucho, aunque en aquellos momentos casi cualquier persona, con un mínimo de atractivo, era capaz de excitar a Irene.

La joven, sabiendo que su Ama tardaría aún un par de horas en despertarse, y sabiendo que con la calentura que llevaba encima sería incapaz de estudiar, se dirigió al pequeño gimnasio que tenía montado en su casa Xana, con un poco de suerte se agotaría con rapidez y podría volver a dormir.

Irene, que solo llevaba aquel aparato por las noches, ya que el resto del día si no era vigilada por Xana lo era por Verónica, conectó la cinta para correr, pero rápidamente se dio cuenta de que no podía correr con aquel aparato metálico entre las piernas, con lo que tuvo que centrarse en hacer ejercicios  anaeróbicos, centrándose en los brazos y piernas con la multitud de aparatos con los que contaba el improvisado gimnasio de Xana.

La joven luchadora se sorprendió a si misma cuando recordó como el primer día que había probado las pesas, en el que había acabado con un imponente dolor de brazos, al ver la facilidad con la que ya era capaz de levantar y hacer series con mancuernas de 5 kilos en cada brazo.

Irene, durante cerca de hora y media hizo pesas, flexiones, abdominales y toda clase de estiramientos, hasta que finalmente se encontró con que ya no estaba sola en el gimnasio. Xana, la hermosa asiática y Ama de la chica, estaba un poco despeinada y vistiendo con el conjunto de sujetador y tanga que había llevado durante toda la noche. Irene lo recordaba bien porque se lo había tenido que quitar para darla placer durante la noche, aún a sabiendas de que ella no podría alcanzar el orgasmo, ya que aún la quedaba una semana en castidad.

-          Estas dos semanitas de castidad te han sentado de lujo – dijo Xana con una sonrisa acercándose a su sudorosa sumisa que en aquel momento se encontraba tumbada sobre una colchoneta sobre la que había hecho una serie de abdominales. Aprovechándose del visible agotamiento de la sumisa, la asiática colocó su duro trasero sobre el abdomen de Irene para agarrarla las muñecas y besarla con pasión sobre sus labios – como compadezco a la pobre luchadora que se cruce contigo – dijo con una sonrisa mientras seguía besando el cuerpo de su amada sumisa – estas dos semanas sin orgasmos te han ayudado a tener más energía para tus entrenamientos.

-          Si Ama – dijo la sumisa mirando a Xana con deseo, pero sabiendo que no conseguiría nada, ya que la decisión de que cumpliera sus tres semanas de castidad era firme por parte de sus Dominadoras.

-          ¿Has aprendido la lección? Ayer estuve hablando con Verónica y está bastante juguetona, me ha dicho que si me parecería bien que te pusiera una prueba para poder llegar al orgasmos hoy mismo.

Irene sintió como su boca salivaba de excitación ante la oportunidad de poder conseguir un orgasmo después de dos semanas de prohibición, lo que hizo sonreír a Xana ya que vio el cambio en la mirada de su sumisa.

-          Creo que con la cara que has puesto el sí es claro- dijo con una sonrisa – pero te aviso que si no pasas la prueba se sumará una semana más.

Irene miró a Xana con dudas, estaba segura de que la prueba que Verónica le debía haber preparado debía ser dura, muy dura. Pero también estaba convencida de que con la necesidad que tenía en aquel momento no habría prueba lo suficientemente dura como para que su excitación no pudiera imponerse.

-          Acepto, creo que como esté una semana más sin orgasmos explotaré, Ama.

Xana, sabiendo del poder que tenía sobre su sumisa se acercó a ella mucho más de lo necesario para comenzar por estrujarla los pechos, por los que siempre demostraba una gran debilidad. Irene jadeó excitada, aquella era la zona de su cuerpo, libre de ser tocada, que la daba una mayor excitación en aquel momento y aquel calor no hizo más que incrementarse cuando su entrenadora la sacó la camiseta que en aquel momento cubría su escultural busto.

Al parecer la asiática se había levantado juguetona, y antes de que Irene se diera cuenta se encontraban totalmente desnudas, colocándose Irene en posición tumbada sobre su espalda, mientras que Xana usaba la carita de su sumisa como asiento, recibiendo así una deliciosa lamida que disfrutó, mientras se descolgaba del cuello la llave que liberaba a Irene de su metálico e incómodo cinturón de castidad.

-          Uffff – dijo Xana con un tono juguetón después de llegar al orgasmos, agarrando entre sus dedos el hinchado y rosado clítoris de Irene – estas empapadísima, Irene, de verdad espero que consigas superar la prueba que te tiene preparada, quiero ver como explotas- dijo sonriendo mientras frotaba un poco con su mano el sexo de la sumisa de manera enérgica, mientras que esta tensaba los músculos vaginales rezando para no llegar al orgasmo sin el permiso de su Ama.

Irene odiaba aquella tortura, adoraba que Xana la tocara de aquella manera. Era una sensación de un placer inmenso, pero el saber que todo aquel placer no iba a llegar más lejos y que su función hasta que sus Amas no dijeran otra cosa iba a ser quedarse frustrada, le hacía sentirse muy muy débil ante sus Dóminas.

Como si Xana pudiera leer su mente, la Dominante cesó en la estimulación de su sexo cuando estaba rogando por que parase, a punto de llegar al orgasmo, interrupción que vino acompañada de un intenso mordisco en su clítoris que le hizo gritar de dolor, siendo su grito acallado por las duras y redondas nalgas de su Ama.

Después de aquel excitante, y frustrante para Irene, inicio del día, la muchacha se vio libre de su cinturón de castidad, lo que normalmente solía ser una mala señal ya que quería decir que o Xana o Verónica la tendrían vigilada en todo momento.

Irene desde que estaba privada de sus adorados orgasmos, estaba mucho más inquieta de lo que en ella era habitual y cada vez que veía como su Ama curioseaba o se comunicaba por su teléfono móvil, la muchacha sentía un extraño nerviosismo ya que por algún motivo no podía dejar de pensar que la que estaba al otro lado era Verónica y que justas estaban preparando algo para ella.

Sus temores se hicieron realidad cuando a media mañana Verónica apareció en la casa de Xana, vestida con un largo vestido rojo, con un hermoso escote que normalmente no usaba cuando ella no conocía la faceta oculta de Irene, ya que pese a no decirlo la molestaba ser comparada con la rubia tetona de su amiga, perdiendo generalmente. Pero ahora todo había cambiado, y el tener controlada a Irene prácticamente en todos los aspectos hacía que Vero se sintiese aún con más confianza.

Irene, en cuanto vio a su joven Ama se arrodilló a los pies de esta y la dio un beso en sus zapatos, mientras esta se inclinaba para acariciarla la cabeza. A medida que habían ido pasando los días Verónica permitía a Irene tener con ella un mayor contacto físico, habiendo llegado ya a tener la oportunidad de lamer los pies de su amiga, acrecentando así las esperanzas de la sumisa de poder acceder a partes del cuerpo de su amiga-Ama más interesantes.

Verónica sonrió a Irene mientras la ordenaba que se desnudase, para lo que la sumisa tan solo necesitó escasos segundos. Una vez estuvo sin una sola prenda de ropa, Verónica ordenó a su amiga que la siguiese a cuatro patas en dirección al dormitorio de Xana.

Irene, que estaba pendiente de no perder de vista los pies de su recién llegada Ama, no pudo darse cuenta de los gestos de complicidad que esta tenía con Xana, para poder llevarla a su habitación.

-          A la cama y piernas separadas, perrita- dijo Verónica con tono imperativo, ante lo que Irene se subió sin pensarlo- vamos a ver como está ese coñito- dijo posando su mano sobre su empapado sexo, lo que sobresaltó a Irene, ya que era la primera vez que su amiga le tocaba ahí directamente.

La fuerza de los brazos de Irene desapareció por completo en cuanto su joven Ama metió un par de dedos dentro de ella, cayendo rendida sobre la cama de Xana gimiendo de placer.

-          Mira como me has puesto zorra- dijo Vero con severidad, haciendo que Irene se girase para mirarla, ante lo que se llevó una bofetada sonora que empapó su mejilla izquierda – estás tremendamente mojada, no sé que pasará como no logras pasar la pruebecita que te tengo preparada- dijo con una sonrisa.

-          La superaré Ama, daré todo de mí para superarla- dijo la sumisa jadeando, ansiosa por que Verónica la llevase ante su desafío.   

Pese a que Irene estaba deseando ser llevada ante su prueba, Verónica la ignoró por completo y antes de eso comieron en casa de Xana, teniendo que encargarse la sumisa de cocinar y servir a sus Amas, totalmente desnuda y con vibrador en su interior, del cual Verónica controlaba de tal forma que cada vez que estaba cerca del orgasmo, la muchacha lo paraba en seco, dejando a la sumisa frustrada una y otra vez.

Mientras tanto las dos Amas conversaban animadamente, pero no sobre lo que harían a Irene aquella tarde, sino sobre otros temas; curiosidades de la joven Ama acerca de la lucha en la que Xana y la sumisa estaban metidas, sobre la universidad y los amigos y conocidos de Irene, sobre la hermana de Irene … todo esto mientras ofrecían a la sumisa pequeñas porciones de comida que debía ir ingiriendo de la forma que sus Amas dictaban; comerlo de su mano, del suelo, ladrar para suplicar la minúscula porción de comida…

Pese a que la excitación y desesperación de Irene iba en aumento al tener la posibilidad del orgasmo tan cerca, la muchacha trató de calmarse todo lo que pudo para ser educada y dócil desde el inicio de la velada, llevándose más de una caricia sobre su espalda y culito desnudo como recompensa por parte de Xana.

Entonces sin previo aviso el timbre de la casa resonó por la cocina, dibujándose la sonrisa en el rostro de Verónica, la cual miró a su sumisa y le indicó que fuera a abrir.

-          El juego termina si dices la palabra plátano dos veces seguidas- le informó Verónica – o como Xana o yo veamos que nos dejas en ridículo con alguna insubordinación. Las órdenes de la invitada serán absolutas- le avisó la joven mientras seguía degustando su desayuno.

-          Si Ama- dijo la sumisa levantándose del suelo y caminando hacia la entrada.

Sabiendo que sería mejor no hacer siquiera amago de buscar una prenda para tapar su desnudez, la muchacha caminó hasta la entrada, latiendo su corazón con intensidad, para agarrar el frío pomo, girarlo y abrir la puerta.

La sumisa se quedó de piedra cuando vio quien era la que se iba a encargar de ponerla a prueba para lograr su orgasmo. Se trataba de una mujer de senos voluminoso, piel morena, pelo largo y castaño y una sonrisa de superioridad que Irene recordaba perfectamente de su primer combate, aquella mujer era la primera luchadora a la que había derrotado, Dulce la venezolana.

A Irene, pese a que solo había tenido un contacto con ella, Dulce le resultaba muy excitante, aunque después de cómo se había desarrollado su primer contacto sabía que no la esperaba nada agradable.

-          ¿Qué pasa perra, no saludas?- preguntó con una sonrisa.

-          Buenos di …

-          No no no, perrita. Saluda como una perrita cuando ve a su nueva compañera de juegos.

Irene, totalmente avergonzada clavó sus rodillas en el suelo y gateó hacia Dulce, con la lengua fuera y soltando un par de ladridos que agradaron a la venezolana, que la recibió con unas caricias en sus costados y un par de sonoros azotes en su culo.

-          Ahora llévame donde tus Amas- ordenó dándola una patada en el culo con los zapatos de tacón de aguja rojo que llevaba, a juego con el vestido corto, y escotado,  que llevaba.

La sumisa gateó por la casa todo lo rápido que pudo, ya que sabía que ir más lento le supondría alguna otra patada, ya fuera en sus nalgas o en alguna otra parte de su anatomía.

Como buena anfitriona, Xana ofreció a la recién llegada sentarse a la mesa junto con Verónica, para comenzar una amena charla mientras introducían a la recién llegada en el juego de humillar a Irene a cambio de tomar algo de comida.

Durante toda la comida Irene se comportó como una perrita, lo cual divirtió muchísimo a la invitada, que disfrutó colocando comida sobre su pie para que Irene se viera obligada a lamerlo, ya que lo que más echó fue mermelada sobre la planta de su pie, de tal modo que cada vez que Irene lamía hacía unas agradables cosquillas a la recién llegada.

-          ¡Madre mía! – dijo la venezolana sorprendida por la falta de pudor de la chica- con dos semanas sin sexo y ya está que se sube por las paredes, menuda puta.

-          Bueno, digamos que la tenemos sobreestimulada- dijo Vero con una sonrisa mostrando a su nueva amiga el mando con el que controlaba el consolador de Irene- sácatelo, perra- ordenó haciendo que Irene tirara del vibrante consolador.

Irene lo sacó con rapidez, ya que si lo hacía lentamente la gran variedad de muescas que tenía el dildo que en aquel momento se alojaba en su sexo rozaría su clítoris, lo que le podría suponer la estimulación justa para correrse delante de sus Amas y la invitada, lo que se traduciría en un castigo aún más severo que la castidad de tres semanas inicial.

La joven sumisa miró a las tres mujeres a la mesa con el dildo en la mano a la espera de ver que hacía con él, siendo Dulce que la que correspondió con un gesto de mano al que Irene reaccionó entregándola el juguete sexual. Quedando sorprendida al ver como la mujer le pegaba un largo lametón y sonreía mientras se pasaba la lengua por sus carnosos labios.

-          Este sabor ya lo he probado, pero me gusta más ahora, sabe dulce como la venganza- dijo con una sonrisa que intimidó un poco a Irene, pero a lo que se repuso tratando de mostrar su actitud más neutra.

-          Bueno, yo creo que el espectáculo puede comenzar ya- dijo Xana con una sonrisa mirando a Irene- Dulce tienes 30 minutos para hacer con Irene lo que quieras, si en ese tiempo logras que se rinda, entonces no solo tendrás la satisfacción de condenarla otras semana más de castidad, sino que además te dejaremos romperla el culito.

-          Vamos perra, voy a hacer que te rindas en 3 minutos- dijo Dulce excitada.

-          Perrita, si aguantas te dejaremos que seas tú la que te corras de la manera que quieras, con la que quieras, incluida yo y Vero- le indicó Xana sobremotivando a la sumisa- el tiempo comienza ya- anunció Xana mientras programaba en su móvil una cuenta atrás de 30 minutos.

Dulce agarró con violencia el pelo de Irene obligándola a levantar y llevándola con ella en dirección al gimnasio, lugar por donde al parecer Xana y Verónica ya habían pasado mientras preparaba el desayuno, ya que allí había una gran variedad de herramientas de castigo y un par de cómodas sillas donde tomaron asiento.

Dulce ordenó a Irene que se colocara de espaldas sobre la espaldera y que agarrar la barra más alta para a continuación aguantar su propio peso con sus brazos. Y en cuanto Irene separó los pies apenas unos centímetros del suelo, recibió un potente puñetazo sobre su estómago para el que no estaba aún preparada.

La venezolana se llevó la mano sobre su vestido, en la zona de su entrepierna, mientras observaba a Irene con una sonrisa. Al parecer la venezolana no había olvidado el puñetazo que recibió en el primer combate, en la misma zona que Irene lo acababa de encajar, y ahora que tenía a Irene tan indefensa no parecía que fuera a tener piedad.

Después del primer golpe, que la dejó sin aire, Irene logró tensar su abdomen, de tal forma que su resistencia fue mayor, y aunque la seguía doliendo cada puñetazo ya no quedaba sin aire.

Dulce miraba con gran satisfacción el rostro de Irene cada vez que esta recibía un impacto, mientras que esta trataba de mostrar gesto de indiferencia como si cada uno de aquellos golpes no fueran minando su resistencia.

-          Tienes un abdomen terriblemente resistente- dijo Dulce mientras se iba despojando del vestido para quedar en ropa interior y sujetador, sonriendo aún más cuando vio como la mirada de Irene se fue directa a los despampanantes pechos de la luchadora venezolana- ponte en cuatro patas delante de tus Amas.

Irene, sudorosa por la gran cantidad de golpes que había soportado, gateó hasta los pies de sus Amas, recibiendo una cariñosa caricia de Xana que le hizo entender que estaba satisfecha de cómo había encajado aquella paliza, pero de repente Irene dejó de tener contacto visual con sus Amas, ya que Dulce tuvo a bien ponerla una oscura venda en los ojos.

Irene dio el primer respingo cuando sintió como las fuertes manos de Xana separaban sus nalgas, exponiendo su pequeño ano a la perversa mente de la invitada que inmediatamente comenzó a azotarlo con una fusta una y otra vez hasta dejarla bastante irritada, aunque el primer respingo que dio no fue nada comparado con el que dio cuando sin previo aviso, una mano enguantada en un guante de plástico introdujo su dedo índice en su cavidad anal.

Irene gimió de nuevo de dolor cuando notó como Dulce introducía su segundo dedo dentro de ella, mientras que sentía como por sus nalgas resbalaba un pequeño río de lubricante que facilitaba aquella labor.

Dulce más que ignorando, disfrutando de los gemidos de la desdichada sumisa luchadora, fue introduciendo dedo tras dedo en el pequeño agujero de Irene hasta completar la mano. La muchacha sintió un gran alivio cuando se dio cuenta de que ya no podría meter más dedos en su ano, pero entonces se lamentó cuando esta comenzó a empujar sin piedad y de manera constante, forzando cada vez más su esfínter.

-          Me va a romper- dijo Irene besando los pies que tenía delante suyo buscando la intermediación de alguna de sus Amas, pero las risas de Dulce ahogaron sus súplicas.

-          Tranquilas, soy enfermera, sé controlar un esfínter para que no se rompa, y el de Irene es especialmente elástico – dijo mientras cerraba su puño en el interior de la muchacha para que su antebrazo se hinchara un poco y el ano de la joven se dilatara un poco más- es doloroso pero no permanente.

Irene sufrió como nunca de manera anal debido a los conocimiento de Dulce sobre el cuerpo humano, haciéndola sudar de dolor, llevando a un estado de agotamiento a Irene, que la venezolana, no contenta con el daño que la estaba causando, utilizó su otro brazo, este sin guante ningún lubricante, para penetrar el empapado sexo de la muchacha.

La venezolana arañó sin piedad las paredes vaginales de la sumisa, mientras que iba empujando más y más hasta que finalmente llegó a tocar con su codo el pubis de la rubia. Irene gemía de dolor, y gracias a la venda que Dulce le había puesto antes de comenzar con aquella sesión de fisting, ni sus Amas ni su torturadora podían ver los gruesos lagrimones que salían de sus ojillos.

-          Parece que tu cuerpo de putita no está entrenado para esta clase de dolor- dijo Dulce encantada pellizcando el interior de Irene haciéndola gritar de dolor- ¿Quién es la perra más arrastrada que existe?

-          Yo, yo lo soy- dijo Irene gritando tratando de satisfacer a su nueva dominadora.

-          Ladra para nosotras- ordenó.

Irene comenzó a imitar un ladrido lo mejor que puso, siendo todos bastante uniformes, hasta el último que se vio distorsionados en un registro mucho más agudo y lastimero cuando Dulce clavó las uñas en el interior de su vagina y tiró lentamente hacia fuera, provocando las risas de la propia Dulce y de sus Amas.  

-          Te ordeno que te rindas.

-          No puedo hacer eso - dijo Irene agotada pero sin tener ninguna intención de ceder a aquella petición.  

-          Xana, la puedes atar a una silla mientras preparo unas cosas- dijo con una sonrisilla malvada, que la asiática correspondió levantándose para ir a por una silla de madera y una cuerda larga.

Irene, que pensó que sus agujeros podrían relajarse un poco, se vio chafada cuando al sentir como la mano de Dulce salía de su ano, esta era sustituida por un consolador cónico que se adaptaba perfectamente al agujero que había hecho la venezolana, usando otro igual para la vagina de la chica, dándola una sensación de hinchazón que se vio incrementada cuando tomó asiento en la silla.

Xana, como la buena atadora que era, amarró a la sumisa con los brazos en el respaldo, de tal forma que no se pudiera desatar aunque lo intentara, aunque en aquel momento Irene no estaba por la labor de ofrecer ninguna resistencia.

-          Bien Irene, está será la última prueba, estás cerca de tu orgasmo, pero para lograrlo tendrás que someterte a un cambio de look- dijo con una sonrisa la tetona dominante, mientras hacía chaquear unas tijeras junto a la oreja de la sumisa.

Irene no dijo nada, lo que al parecer no gustó a Dulce, ya que esta comenzó a cortar su pelo con las tijeras sin ningún tipo de compasión. Irene notaba como su pelo poco a poco era cortado sin ningún tipo de técnica, se notaba perfectamente que su nueva dominante no era peluquera y pese a que a la muchacha no le importaba que se lo cortase mal, ya que después podría ir a la peluquería a arreglar aquel cambio de look, la muchacha se sentía preocupada por que contase demasiado.

-          Y ahora te raparé al cero – dijo Dulce haciendo sonar una maquinilla eléctrica.

-          No por favor no lo hagas- dijo Irene desesperada. Si era rapada al cero sería muy fácil de reconocer si alguien la veía en un espectáculo de lucha y después en una situación cotidiana, por no mencionar la pérdida de atractivo e interés de Marisa en que ella luchase – por favor te lo suplico, necesito mi pelo, necesito seguir siendo luchadora, te lo ruego – dijo Irene entre sollozos.

-          Como me gusta que me supliques- dijo Dulce mientras con una mano se tocaba su sexo por encima del tanguita rojo empapado que llevaba y con la otra apuntaba la máquina de cortar el pelo sobre la nuca de la sumisa.

Verónica se levantó y quitó la venda de los ojos a su amiga, no pudiendo esta hacer otra cosa como acto reflejo que mirar a su alrededor la cantidad de pelo que había perdido. Las lágrimas brotaron de los ojos de la sumisa al ver como el suelo estaba cubierto de sus cabello, sorprendiéndose mucho ya que no había sentido haber pedido tanto mientras la venezolana se lo cortaba.

-          Me rindo- dijo llorando temiendo que perder un poco más de pelo la quitara todo su atractivo- plátano, plátano- dijo empleando su palabra de seguridad.

Dulce apagó al momento la máquina de cortar el pelo y se marchó junto a Xana con una sonrisa triunfal, dejando solas a Verónica e Irene. La joven Dominante se sentó con una sonrisa sobre el regazo de Irene, mientras quitaba el pelo cortado de los hombros de su amiga.

-          Has aguantado más de lo que esperaba, con lo que adoras tu pelo- comentó la muchacha acariciando los grandes pechos de la sumisa – y teniendo estos preciosos melones y no ha querido ni castigarlos,¿ quien se habrá podido ir de la lengua?

-          ¿Se lo dijo usted, Ama?

-          Sí- dijo sonriendo- alguna objeción-  pese a que pensaba que su amiga había jugado sucio bajo la cabeza y dijo.

-          No Ama.

-          Así me gusta, separa las piernas- Irene obediente separó las piernas estando segura de que su Ama le volvería a poner su cinturón de castidad, pero en lugar de eso sustituyó  el grueso consolador cónico por un vibrador que puso a máxima potencia- estimulación sexual lista- dijo con una sonrisa volviendo a sentarse sobre su sumisa, en esta ocasión a horcajadas, quedando cara a cara para clavar sus uñas sobre los sobresalientes pechos de su amiga que gimió de dolor- dolor listo y ahora un poco de placer para complacer a una putita masoquista como tú- dijo sonriendo y besando con pasión a su amiga.

La joven sumisa pensó que estaba inconsciente, que quizás había perdido el conocimiento durante la sesión, pero la lengua de Verónica dentro de su boca, moviéndose de forma dominante y autoritaria era tan real que la sumisa no pudo hacer otra cosa más que dejarse llevar, comenzando a convulsionar en apenas 40 segundos desde el inicio del beso, empapando de una manera brutal el asiento sobre el que ambas se encontraban.

Irene jadeo agotada mirando con pasión a su Ama y como esta se separaba de ella con una sonrisa que parecía allí instalada de manera permanente.

-          Luego iremos a la pelu- anunció mientras sacaba su teléfono móvil y la sacaba una foto- pero tranquila, no es tan grave como te piensas- dijo mostrando la instantánea que acababa de tomar, pudiendo ver Irene como estaba prácticamente igual que al inicio de la sesión – la mayoría del pelo es de una amiga que tiene una peluquería, la pedí que me guardara pelo de tu color rubio, sabía que cuando lo vieras por el suelo no pensarías de manera lógica y entrarías en pánico. Has tenido suerte de que esa zorra tetuda te torturase durante tanto tiempo y esto estuviera fuera de tiempo.

La sumisa volvió al ver por segunda ver lo peligroso que iba a ser tener como Dómina a una chica que le conociera tan bien ya que al parecer aquella clase de juegos psicológicos no iban a tener fin.

-          Ahora me voy a ir a disfrutar un poco con Xana, que me está comenzando a gustar el rollito este lesbi. Pero no te ilusiones mucho, tú aun estás lejos de obtener mi favor sexual, esto solo ha sido un beso – le dijo con su sonrisa pícara- A partir de ahora eres libre de correrte tanto como quiera, te dejo el consolador metido y con las pilas cargadas de regalo, pero no olvides quien manda, si lo haces estas dos semanas te parecerán un paraíso en comparación con lo que te haré- dijo de manera intimidante.

-          Muchas gracias mi Ama Verónica, seré una buena sumisa para usted y Ama Xana.

Sin escuchar más Vero se marchó de la sala dejando a Irene atada y a merced del juguete sexual al que con gran gusto se iba a someter después de tantas semanas de sequía.

Continuara…

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