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Vacaciones inolvidables

en Hetero: General

La luz que se filtraba por los agujeritos de la persiana fueron suficientes para alterar el sueño de Koté, aquella era una forma magnífica de despertarse comparada con la habitual en la que su ruidoso despertador resonaba por toda la habitación.

La chica sonrió con ganas al ver el calendario, tan solo habían transcurrido dos días de sus vacaciones, con lo que aún le quedaban las dos semanas de relax prácticamente íntegras, era un cambio de lo más agradable el dejar todas las preocupaciones de la vida diaria para dedicarse a ella misma.

Koté pudo ver que el sol ya brillaba con fuerza pese a que acababa de salir hacía unos pocos minutos, pero que este apenas calentaba su piel bronceada. La chica, tal y como hacía en su rutina diaria dormía desnuda y se asomaba a la ventana para ver el nuevo día sin ponerse ni una prenda de ropa encima.

En la ciudad en la que residía casi nunca la veía nadie, salvo algún vecino que sabía de las costumbres de Koté y que madrugaba para ver el cuerpo de la muchacha, pero en aquel paraje natural era algo diferente, no la veían nadie porque poca gente vivía en el pequeño hotel rural en el que se alojaba.

La chica, pese a tener un poco de hambre no bajó al comedor a desayunar, antes de eso salió a dar un paseo por los alrededores del hotel, los cuales ya le había dado tiempo a explorar en los días anteriores.

El viento corría un poco frío por aquella zona, pero Koté sabía que aquella sensación era algo pasajero, ya que en pocos minutos el sol comenzaría a calentar con mayor ímpetu, por aquel motivo la muchacha tan solo salió al exterior con unas botas, para andar con más seguridad sobre el escarpado terreno, unos pantalones vaqueros y una blusa azul que en aquel momento llevaba abotonada hasta el cuello, pero que estaba segura que conforme pasara el día y subiese la temperatura la iría desabotonando.

Koté no paró de caminar hasta llegar a un lago que había visto de pasada el día anterior, aquel era el motivo por el que no se había duchado en la habitación aquella mañana, la apetecía hacer algo que en la ciudad era muy complicado; bañarse desnuda en un lugar por el que podría pasar cualquiera y verla tal y como vino al mundo.

Antes de comenzar a quitarse la ropa la chica buscó un sitio donde dejarla, seleccionando una roca que estaba bastante alejada de la orilla y tapando sus prendas con un par de ramas, Koté no quería que algún gracioso pasase y se las llevase teniendo que volver desnuda al hotel.

Pese a que era muy improbable que alguien localizase su ropa la muchacha prefirió ser precavida y meterse en el lago llevando aún su tanga y su sujetador. La chica comprobó de primera mano el contraste entre el calor que comenzaba a sentir del sol sobre su bronceada espalda y el frío soportable que comenzaba a notar tras introducir su pie derecho en las aguas.

Koté siguió avanzando lentamente hacia zonas más profundas, parando solo cuando sus pies dejaron de tocar el suelo, estando así totalmente segura de que si la daba un calambre o cualquier otra clase de problema podría llegar hasta la orilla caminando sin riesgo alguno de ahogarse.

Poco a poco el cuerpo de la muchacha se fue habituando a la temperatura que había bajo las aguas, comenzando a sentirse cada vez mejor, tanto que después de unos minutos comenzó a acariciar su cuerpo, primero usando tímidamente unos pocos dedos sobre su sexo y después utilizando sus manos en su totalidad para acariciarse por encima de tanga y sujetador.

La imaginación de Koté entonces comenzó a volar, al tiempo que empezaba a acariciar sus pezones metiendo las manos por debajo del sostén, pero aquel no era el único factor que excitaba a la chica, también la comenzaba a calentar la idea de ser divisada por alguno de los cada vez más habituales paseantes.

Koté comenzó a tocarse con más entusiasmo a cada nuevo paseante que se quedaba mirándola.

Tras unos minutos de pensarlo, mientras se acariciaba, decidió liberarse de su sujetador como por accidente, para cuando abandonase las aguas convertirse en el centro de atención de todos los que tuvieran la suerte de verla salir del lago. Koté consideraba que era la idea más excitante que se la podía ocurrir, pero de repente sus planes cambiaron al ver a un muchacho atlético que corría a buen ritmo cerca de orilla.

Sin perder un instante la chica nadó rápidamente hacia aguas más profundas, para tan pronto como sintió que sus pies no tocaban el suelo ponerse a bracear.

-         ¡Socorro, ayuda! -gritó desesperada al tiempo que deslizaba su tanga hasta librarse de él- ¡Que alguien me ayude!

Koté vio con disgusto que el chico que ella esperaba que se lanzase a salvarla no solo no se acercaba al agua, sino que ni siquiera le había dedicado ni una sola mirada. Pensando en lo imbécil que era aquel fornido corredor decidió dejar de fingir que se ahogaba para esperar a un nuevo salvador.

Pero Koté tuvo que volver a fingir al escuchar como alguien se zambullía en el agua para salvarla, la muchacha en aquella ocasión no miró en la dirección en la que venía su rescatador, ya que aquello habría restado realismo a su interpretación, además le daba exactamente lo mismo quien fuese lo que la importaba era que alguien no había dudado ni un segundo en tirarse al agua para rescatarla.

La muchacha dejó de bracear en cuando notó como un brazo la rodeaba por debajo de sus axilas y comenzaba a tirar de ella dirigiéndola poco a poco hacia la orilla. Koté maldijo su idea de zambullir su cabeza bajo el agua para que su rescatador se diese aún más prisa, ya que por aquel motivo todavía no había podido ver a su salvador.

-         ¿Estás bien?- le preguntó la voz joven del muchacho que trataba de nadar todo la rápido que podía.

-         Sí, solo fue un calambre. Muchas gracias- dijo Koté agradecida.

La chica no hizo ni el más pequeño intento de mostrar su plenitud física hasta que su rescatador la sacó del lago y la dejó tenderse sobre la orilla totalmente desnuda. Fue entonces cuando Koté pudo secarse el agua que había entrado en sus ojos y mirar a su salvador: era un chico de unos 20 años, piel clara, pelo corto y castaño, de una complexión normal y algo más alto que ella. La rescatada sonrió al ver lo tímido que era el chico, que ni siquiera miraba a la muchacha.

-         Has sido muy valiente, te debo la vida- dijo la chica al tiempo que se levantaba sacudiendo de su cuerpo algunas partículas de arena que se la habían quedado pegadas en sus nalgas y espalda.

-         No ha sido nada- respondió el muchacho- hice lo que tenía que hacer.

-         Te importaría acompañarme a por mi ropa, la dejé escondida por allí, no querría que me diese un mareo- dijo mirando al chico que rápidamente sacó de su mochila una sudadera.

-         Póntela o te enfriarás- dijo el chico, Kote lo ignoró y se colocó delante de él.

-         ¿Te molestan las vistas?- preguntó con una sonrisa pícara dejando que el chico viese toda su anatomía en la que destacaban sus medianos y firmes senos y su sexo cubierto de pelo negro.

El muchacho quedó totalmente aturdido ante lo que tenía delante, tornándose su cara en un tono rojizo debido a lo excitante de la situación, posición en las que aquel chico no parecía saber manejarse.

Koté aprovechando la sorpresa del muchacho le agarró con firmeza de la mano para tirar de él y llevárselo en la dirección en que había dejado su ropa.

Ambos caminaron a paso normal pese a su desnudez, el muchacho aún llevaba un bañador rojo, pero Koté no contaba con ni una sola prenda de ropa para cubrir su cuerpo ante las miradas de los escasos paseantes con los que coincidiron en el trayecto.

-         Veo que poco a poco te vas acostumbrando a verme desnuda- le dijo la chica sonriendo abiertamente después de pillar a su acompañante tres veces seguidas contemplando las zonas más ocultas de su cuerpo.

-         Lo… lo siento- dijo el muchacho avergonzado dándose la vuelta para dar intimidad a Koté.

La muchacha sin cambiar la expresión de su rostro caminó sigilosamente hasta colocarse detrás de su salvador. Le gustaban los chicos tímidos, normalmente solían ser los más dulces y cariñosos, llegando a ser realmente pasionales si se les daba la confianza que necesitaban.

Koté pasó lentamente sus brazos por los costados del muchacho para colocar una mano en cada uno de sus húmedos pectorales y acariciarlos con dulzura. Aquello hizo que el muchacho no reaccionase exteriormente, pero si interiormente pudiendo Koté notar como las pulsaciones del chico comenzaban a incrementarse.

-         No he dicho que me moleste que me mires, y creo que tú ahora mismo tampoco estás demasiado incómodo- dijo la joven bajando sus manos hasta el bañador del chico para palpar sobre la zona bajo la que se encontraba su miembro- Has sido muy valiente al saltar a salvarme, me gustaría poder hacer algo por ti- le dijo hablándole sobre el oído después ponerse de puntillas y apoyar sus senos sobre la espalda del chico.

-         Aceptaré encantado tu pago- dijo el chico comenzando darse la vuelta para quedar cara a cara con Koté.

La chica, al ver la total disponibilidad del muchacho le rodeó el cuello con sus brazos y le dio una largo bese en el que ambos aprovecharon para reconocer el cuerpo del otro. El socorrista comenzó por los senos de la muchacha, acariciando con delicadeza los marrones y pequeños pezones de Koté para poco a poco bajar sus manos al sexo y nalgas de la chica.

La joven comenzó a considerar que la timidez inicial de su amante había sido una fachada, ya que tuvo que detenerse en un par de ocasiones cuando estaba acariciando el cuerpo de su salvador al sentir placer excesivo en sus pechos y sexo, haciendo que se acalorase más de lo que ella deseaba, desde luego que la gustaba calentarse pero de un modo gradual y pudiendo saborear hasta el último momento, no tenían en sus planes acabar tan pronto con aquella situación tan excitante que ella misma había forzado.

El muchacho no tardó en dejarse llevar por la pasión cuando notó como Koté bajaba su bañador hasta dejar libre su miembro, arrodillándose la chica para verlo más de cerca. El chico no hizo ni un solo movimiento al ver la nueva posición que tomaba su amante, y esperó ansioso a que la muchacha lo complaciese.

Koté pudo ver que solo la espera hizo que el miembro, que ya estaba hinchado antes de arrodillase, creciera un poco más e hiciese destacar todavía más el gran glande rosado que coronaba aquel suculento pene que la chica no era capaz de abarcar con una sola mano debido a su grosor.

Koté, decidida a probar aquella polla, no excesivamente larga, pero si de un grosor poco común comenzó a lamer el glande poco a poco, para acabar abriendo su boca todo lo que la era posible con la intención de tragarse todo el pene del muchacho.

La chica estuvo combinando la lamida del glande con ir penetrando su boca con la polla poco a poco al tiempo que acariciaba las palpitantes pelotas de su amante que gemía de gusto cada vez que Koté tragaba su miembro un poco más.

La chica paró con el trabajo oral cuando notó que el muchacho estaba muy cerca de su clímax, Koté notó perfectamente el disgusto de su amante al no poder acabar en su boca, pero la desilusión se le pasó rápido cuando la chica lo tumbó de espaldas sobre el suelo y colocó su sexo a escasos centímetros de la boca del chico.

La joven comenzó a gemir de gusto al sentir la lengua de su amante recorrer su entrepierna, comenzando en su húmedo sexo y acabando en su culo, cosa que le extrañó ya que Koté tan solo esperaba ser estimulada vaginalmente debido a la timidez del chico, aunque poco a poco se estaba dando cuenta de que aquel muchacho no era tan retraído como parecía en un principio.

-         ¿Quieres meter tu polla por aquí?- preguntó Kote abriendo su húmedo sexo para excitar aún mas al muchacho, que aprovechó el momento para meter su lengua por el lugar que tenía ante sus narices- me lo tomaré como un sí- dijo sonriendo contenta de la capacidad lamedora de su pareja- pero para que te ganes esto tienes que avisarme si te vas a correr, no quiero que descargues y se quede blando lo que tienes entre las piernas- dijo Koté subiendo y bajando la piel que cubría y destapaba el gran glande rosado de su amante.

-         Estoy a punto de acabar- le dijo a Koté que soltó al momento el miembro del muchacho- tengo condones en la mochila- dijo el chico señalando la mochila en la que guardaba su ropa.

-         ¡Que chico más previsor!- comentó la mujer levantándose de su asiento sobre la cara del muchacho para alcanzar la mochila y comenzar a rebuscarla.

En solo unos segundos encontró la caja de preservativos y sacó uno dejando el resto tirados por el suelo, no podía perder ni un instante, no quería que la dura polla que la estaba esperando perdiese si ímpetu.

Cuando Koté llegó junto a su amante este hizo ademan de intentar coger el condón, pero la chica, juguetona, lo colocó a su espalda y le dijo con una sonrisa.

-         Deja que te lo ponga yo, ya verás como te gustas. Ponte de pie.

El chico, que con los antecedentes que había tenido con aquella joven, estaba seguro de que recibiría una sensación placentera se levantó con su miembro un poco menos duro que cuando Koté lo abandonó para ir por el anticonceptivo.

La muchacha clavó sus rodillas en el suelo al tiempo que abría el preservativo con los dientes. Una vez tiró el envoltorio al suelo, Koté colocó el condón entre sus labios y lo acercó al brillante y húmedo glande cubierto de líquido pre-seminal. Aquella práctica la esta realizando en sus últimas relaciones sexuales, al ver que a los hombres les gustaba más que les pusiese ella el condón de aquella forma, que hacerlo ellos mismo.

A la joven le costó un poco más de lo habitual debido al gran diámetro de la polla de su amante pero después de un par de minutos de intenso trabajo logró dejar perfectamente enfundada la palpitante verga del chico.

El joven una vez listo también se arrodilló para que su rostro quedase a la altura del de Koté y poder así besarla con pasión. A la muchacha la gustó el beso, tanto que no intentó ni por un momento llevar la iniciativa, dejando que fuese la lengua de su amante la que campase a sus anchas dentro de su boca.

Para que el fuego de ninguno de los dos se apagase continuaron acariciando sus cuerpos desnudos hasta que finalmente fue la muchacha la que se separó del chico para colocar sus manos sobre la corteza de uno de los árboles que les rodeaba, separando sus piernas lo suficiente como para dejar su sexo a la vista de su amante.

No fue necesario que Koté dijese nada para que su amante lo comprendiese, levantándose este al momento de la posición en la que instantes antes había estado intimando con la joven.

La muchacha gimió de placer al notar los dedos del chico separando sus labios vaginales, más que por el placer que estaba recibiendo en aquel momento por el que estaba segura que notaría cuando su amante introdujese su vigoroso pene en su sexo.

Koté clavó sus dedos sobre la corteza del árbol cuando notó como el falo del muchacho comenzando a abrirse paso en su interior provocando los gemidos de placer de los dos miembros de la pareja. Gemidos que se prolongaron hasta que la polla del chico quedó dentro de la joven por completo.

-         Querría dejar mi polla aquí dentro para siempre- dijo el muchacho mientras besaba tiernamente la espalda de la chica.

-         Comienza a follarme y ya verás como el placer que te espera es aún mayor.

El chico nada más escuchó aquello comenzó a hacer lentos movimientos de cadera ante los que Koté tenía que contrarrestar con su propia fuerza si no quería acabar en el suelo.

El joven como buen amante siempre estuvo preocupándose por cómo estaba Koté, el no verla la cara hacía que no supiese con toda certeza si la chica estaba bien, pero cada vez que la escuchaba gemir de gusto y pedirle que fuese más rápido hacía que las dudas del chico desaparecieran y este aumentase el ritmo a cada petición de la chica.

Koté, víctima del placer que sentía comenzó a bajar su cuerpo poco a poco hasta que acabó con las rodillas en el suelo y el culo bien levantado para que su amante siguiese con aquella gloriosa penetración que la estaba llevando al clímax.

El tacto de sus pechos contra la tierra seca sobre la que se encontraban no era suficiente como para que su excitación no fuese en lo único que pensase, aunque sintió un gran alivio cuando las grandes manos de su amante acariciaron sus costados para lentamente llegar a proteger sus senos.

El incesante jugueteo al que el chico sometió a los pezones de Koté hizo que esta no tardase en comenzar a gemir a un volumen mucho más alto, no tardando el penetrador en notar como sus testículos eran empapado por una gran descarga de fluidos por parte de su amante, que gritó de gusto tan alto que ambos sintieron que sin duda serían descubiertos.

-         No puedo… creer que me hayas… hecho correr… antes que yo a ti- dijo Koté entre jadeos, entre la alegría por el fuerte orgasmo que acababa de sentir y la sorpresa de que aquel chico aparentemente inexperto hubiese aguatando más que ella sin eyacular.

Koté sin dejar que el muchacho acabase retiró su sexo. El chico se dispuso a protestar, pero antes de poder decir nada la muchacha lo aplacó retirando el preservativo del grueso pene de su amante al tiempo que acariciaba sus grandes pelotas.

-         No quiero dejar de probar la rica leche que guardas- dijo antes de introducir el vigoroso miembro que tenía ante ella en su boca.

Koté comió aquella polla con deseo, alzando la vista para poder ver los gestos de placer en el receptor de la mamada. Sabía que no era necesario mirarlo para conocer el grado de excitación del muchacho en cada momento, ya que la rigidez de su pene y las cada vez más fuertes palpitaciones de sus venas contra los labios de la chica la hacían conocer el estado del muchacho. De todos modos le gustaba mirarlo, sabía que aquello provocaba una máxima excitación en lo hombres.

-         ¡Me corro!- exclamó el chico soltando a continuación un largo chorro de semen que aterrizo en la garganta de Koté.

La chica, lejos de alejarse, introdujo el pene del muchacho todo lo que la fue posible, sintiendo los cuatro fuertes espasmos sobre sus labios y el como su boca se llenaba de esperma.

Koté agarró las nalgas del muchacho para que este no se separase. Tan solo lo soltó una vez terminó de tragar hasta la última gota de esperma y notó que la polla de su amante había llegado a su nivel máximo de flacidez.

Después de permanecer abrazados en el suelo durante unos minutos, un tanto agotados por el esfuerzo, Koté se levantó para comenzar a vestirse al tiempo que su amante la observaba mientras sacaba ropas de su mochila.

-         Si quieres podemos repetirlo mañana- dijo Koté acercándose al chico para besarle en los labios.

-         Por mi encantado, me llamo- pero antes de que dijese nada Koté le puso el dedo sobre los labios para besarlo dulcemente de nuevo

-         No me digas tu nombre, yo tampoco de diré el mío así será más excitante.

-         Como quieras- dijo el chico aceptando la condición de la chica.

Koté lo besó de nuevo, sonrió y se marchó en dirección a su hotel para tomar un nutritivo desayuno.

 

Agradeceré comentarios y críticas tanto por aqui como por mi correo fantasias1987@hotmail.com.

 

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