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Irene la luchadora 6: Ama-esclava.

en Dominación

Irene cerró los ojos mientras se mordía el labio inferior cuando Xana apretó los músculos de sus hombros para rebajar la tensión. Cierto era que el combate de aquella noche no le había llevado al límite de sus fuerzas, y también era cierto que casi había gastado más energías en el castigo de la venezolana que en el combate, pero aun así era una auténtica delicia tener a las expertas manos de Xana a su disposición para darle un merecido relax.

Por si esto fuera poco Irene, como era normal, se había desnudo del todo para recibir el masaje, pero también la asiática se había liberado hasta de la última prenda de ropa, mostrándose las dos totalmente desnudas, Irene tumbada boca abajo sobre la cama y Xana, colocada sobre las nalgas de la vencedora de la noche, apoyando su sexo empapado sobre ellas mientras la daba un dulce masaje sobre sus hombros ante el que la muchacha gemía de placer llenando de satisfacción a la entrenadora.

Xana fue recorriendo todo el cuerpo de su discípula, centrándose especialmente en los costados de Irene, sobre los que aún se podían ver con claridad los arañazos de Dulce. Pese a que apenas le dolían ya, Xana los mimó con especial interés pasándoles primero la lengua por encima y después dándole suaves besitos, no parando hasta que a Irene se le puso la piel de gallina después de soplar sobre la saliva en un par de ocasiones.

-         ¿Te parece que la recompensa que te estoy dando está bien? – preguntó la asiática mientras presionaba suavemente las vértebras de la chica, una a una, con una exquisita delicadeza.

-         Si- dijo Irene alargando la i para que supiera que lo estaba gozando.

-         Hoy seré tu asistenta, no tu entrenadora, pídeme lo que quieras y te lo concederé- dijo Xana entregándose de forma total a su amante.

Irene comenzó a sentir un gran calor en su interior mientras se giraba lentamente para observar el cuerpo de Xana. La idea de que cada vez que saliera victoriosa de un combate Xana la recompensara de aquella manera hizo que Irene se plantease en aquel momento convertirse en luchadora para siempre, pensamiento que se hizo aún más sólido cuando pasó sus manos por los duros costados y abdomen de Xana, para ir subiendo hasta sus pecho, a los que amasó con fuerza. Los senos de Xana no tenían nada que ver con los de Dulce, que eran los más cercanos en el tiempo para comparar, los de la asiática eran igualmente suaves como los de la venezolana, pero en cuanto a dureza y tamaño no tenían nada que ver, los de Dulce eran grandes y cuando estaban fuera de  su sujetador caían bastante mientras que los de Xana, siendo más pequeño estaban mucho más duros y permanecían en el mismo sitio con o sin sostén.

Pero Irene estaba muy contenta con el cuerpo de su amante y más aún cuando esta le había manifestado su deseo de entregarse a ella durante toda la noche. La joven jugueteó con los pechos de la asiática, especialmente con sus erectos pezones oscuros que se pusieron erguidos en cuando Irene los acarició un poco con las yemas de sus pulgares.

Irene pudo notar como el corazón de Xana latía cada vez con más fuerza debido a la excitación, al igual que notaba el empapado sexo de la asiática sobre su abdomen subiendo y bajando lentamente y de forma casi imperceptible para estimular su clítoris. La joven agarró las nalgas de su entrenadora con las manos para obligarla a subir y bajar con mayor intensidad. Irene adoraba sentir los fluidos de Xana sobre ella, le gustaba el olor, el sabor y la textura que estos tenían, y en aquel momento lo que más deseaba era ver el rostro de su entrenadora contrayéndose de placer.

Los pezones de Irene también reaccionaron rápidamente cuando las fuertes manos de la asiática los atraparon y toquetearon hasta que se pusieron duros, momento en que Xana comenzó a amasarlos con más fuerza y a inclinarse para lamerlos, chuparlos y morderlos. Como siempre que Xana manipulaba con excesiva dureza sus senos la muchacha comenzó a gemir un poco de dolor, ante lo que la asiática realizó su solución habitual; llevar sus expertos dedos a la empapada vagina de la joven para toquetearla y llevarla al paraíso con sus rápidos deditos, haciendo que Irene olvidase casi de forma instantánea el dolor que había sentido tan solo unos segundos antes.

Irene en aquel momento se dio cuenta que estaba demasiado cansada para llevar un papel activo en la relación, ante lo que pensó en comenzar a dar órdenes a Xana para gozar mientras la veía como obedecía a pies juntillas sus mandatos, pero también se dio cuenta de que aquello no aplacaría el calor que en aquel momento sentía en su interior.

-         Xana, por favor- dijo la chica mirando el rostro de la asiática un poco sonrojada- hazme tu esclava sexual- pidió haciendo aparecer una sonrisa en el rostro de la asiática que rápidamente salió de la cama para abrir su maleta.

-         Has tenido suerte de que haya venido preparada- dijo Xana sacando y colocando sobre el suelo algunas cuerdas- espero que no te moleste, pero a las esclavitas para que no se revelen hay que atarlas bien.

Irene estaba demasiado excitada y no dijo nada, pero en cuanto Xana se acercó hasta ella se dejó hacer. La asiática tenía predilección a la hora de atar a Irene de tal modo que sus manos quedasen tras su espalda, dejando así toda la parte delantera de la joven indefensa para que la usara como ella considerase, especialmente en sus pechos, los cuales la asiática adoraba motivo por el que los castigaba con bastante moderación porque no le gustaba dejar marcas en aquella zona tan preciada para ella.

Como Irene siempre hacía cuando Xana realizaba una atadura sobre su cuerpo, la joven trató de liberarse tensando sus músculos, pero como siempre fue totalmente inútil, tan solo lograría liberar sus brazos cuando Xana considerase que debía hacerlo. El estar de nuevo en manos de la asiática hizo que la joven respirase nerviosa, pero a la vez tremendamente excitada; conocía a Xana desde hacía apenas unas semanas pero siempre que se había dejado llevar por ella había acabado más que satisfecha.

Para ir calentándola Xana utilizó su mano derecha para acariciar el palpitante sexo de la vencedora de la noche, mientras que con la otra se dedicaba a abrochar, dejándolo bastante holgado, un bonito y grueso collar de perro que rodeó el cuello de la joven.

-         Estás muy caliente, mi perrita- dijo Xana llevando la mano derecha cubierta de fluidos al rostro de su amante, para una vez sus mejillas fueron mojadas pasar su lengua por encima. Irene al sentir la lengua de la asiática tan cerca sacó la suya también con la intención de que ambas coincidiesen, cruzándose después de unos segundos y enrollándose la una con la otra hasta que, como siempre ocurría cuando Xana llevaba las riendas de forma tan evidente, la asiática decidió que aquel beso debía finalizar.

-         Más- pidió Irene mirando suplicante, al notar como Xana alejaba las manos de su cuerpo. Xana mostró sus sonrisilla malvada.

-         Pídemelo de rodillas, como una sierva pide algo a su reina- ordenó Xana. Irene sabía que aquello era lo que Xana deseaba, y ella sabía que si obedecía obtendría de Xana excitantes recompensas, con lo que clavó sin dudar las rodillas sobre la mullida almohada.

-         Por favor mi reina- dijo Irene agachando su cabeza aún más y besando los pies de Xana con la intención de reducir las dudas que esta pudiese tener y comenzase a darle placer cuando antes- ruego de forma humilde que de placer a su sierva después de que lograse ganar el combate.

Irene comenzó a lamer y besar los pies de Xana tratando de convencerla, pero sus labios no tardaron en apoyarse sobre el suelo cuando la asiática comenzó a caminar hasta la pequeña salita de estar que tenía la habitación. Xana sonrió a la sumisa y colocó su pierna derecha sobre una silla bastante alta, mientras que con su mano separaba sus labios vaginales para que Irene viese su interior.

La joven luchadora caminó sobre sus rodillas acercándose con rapidez hacia el cuerpo de su Dominante. Irene hizo el trayecto sin problemas, al inicio con mayor facilidad debido a que apoyaba sus rodillas sobre la mullida almohada, pero los últimos metros fue un poco más duro debido a que debía desplazarse por suelo de baldosas frías y duras. Aun así no fue ninguna molestia para Irene ya que la recompensa era muy alta.

En cuanto llegó a la zona en la que Xana la esperaba Irene comenzó a lamer con grandes deseos la vagina de la asiática, que se estremeció de placer y acarició con dulzura la larga melena rubia de la vencedora de la noche, ante lo que la joven siguió lamiendo si cabe con mayor intensidad.

Para que Irene supiera que estaba disfrutando de aquella situación Xana no paraba de soltar gemidos de placer, especialmente cuando la rápida lengua de la joven pasaba por su endurecido clítoris, que palpitaba cada vez que era atrapado entre los suaves labios de Irene o entre los blancos y perfectamente alineados dientes de la muchacha.

Las piernas de Xana comenzaron a flojear un poco después de unos minutos del incesante tratamiento que su discípula le estaba dando, con lo que clavó sus rodillas sobre el asiento de la silla, apoyó su cabeza sobre el respaldo y separó sus nalgas, quedando el pequeño ano de la asiática ante Irene.

Irene se había mostrado muy reacia antes de conocer a Xana a la práctica del sexo anal. La muchacha lo había probado en alguna ocasión con sus parejas, pero desde luego con ellas no le había gustado ni un poco, ni que se lo hicieran (le parecía que no daba apenas placer) ni hacerlo ella. Pero con Xana aquella práctica había tenido un nuevo sentido y le había abierto unas grandes puertas al placer que desconocía.

La joven se mostró reacia al inicio, pero cuando sintió la lengua de la asiática moviéndose sobre su ano sin mostrar el más mínimo pudor y ofreciéndola unas sensaciones que nunca antes había sentido por aquella zona, la muchacha no había tardado en comenzar ella también a lamer el pequeño y lindo agujerito que se encontraba entre las duras nalgas de la asiática.

Pese a que el sabor del sexo de Xana era mucho más delicioso que el de su culito, Irene se dedicó en cuerpo y alma a estimular aquella zona. Si por la joven fuera habría seguido lamiendo la vagina de su entrenadora hasta que esta se hubiese llenado de fluidos su boca, para así poder degustar el delicioso néctar de su entrenadora en grandes cantidades, pero después de descubrir el gran placer que se podía obtener analmente a Irene no le importaba esforzarse en estimular aquella zona de Xana, sintiéndose satisfecha si la asiática lograba recibir por sus lamidas la mitad del placer que esta le daba cuando lamía su anito.

Después de muchos placenteros minutos en los que Xana gozó de manera ininterrumpida, la asiática alejó sus dos empapados agujeritos por la saliva de Irene para meter sus dedos por debajo del collar de cuero que la joven llevaba obligándola a levantarse. La asiática amasó los suaves y firmes pechos de la muchacha mientras besaba y mordía sus pezones, provocando las exclamaciones de placer de Irene, que estaba deseando que comenzase a usar su lengua más abajo.

-         ¿Te gusta ser mi esclava, Irene? – preguntó Xana jadeando excitada.

-         Sí, me gusta mucho –dijo Irene jadeando también, deseosa de que Xana la acercase más a su ansiado orgasmo.

-         ¿Quieres ser mi esclava?- preguntó la asiática excitada besando con pasión los suaves labios de Irene, que se dejó besar quedando sorprendida por la proposición de su entrenadora.

Irene sabía más o menos de lo que iba una relación Ama-esclava y desde luego ser la esclava de una mujer bella, cariñosa pero a la vez severa, con un toque exótico, como era Xana le agradaba mucho, pero no sabía hasta qué punto deseaba Xana tener una relación así. Fuese como fuese Irene alargó aquel beso durante unos largos segundos en los que lamentó no tener las manos libres para poder acariciar ella también el bien formado cuerpo de su entrenadora. En su lugar tuvo que conformarse tan solo con sentir las hábiles y fuertes manos de Xana acariciándola sus zonas más sensibles llevándole a unos niveles de excitación muy cercanos al orgasmo.

-         Sí- dijo Irene casi sin aire- quiero ser tu esclava- Xana gimió de placer al oírlo y se acercó a la chica para hacerla perder el equilibrio y cogerla en brazos. Irene quedó impresionada de su fuerza y se dejó llevar tranquila, sabiendo que no caería bajo ninguna circunstancia.

Xana dejó a la muchacha sobre la cama y se acercó a su bolsa para sacar un montón de correas unidas a un dildo de unas dimensiones no muy grandes pero tampoco pequeñas, similares a un plátano, de color negro y con infinidad pequeñas muescas que estimularían el interior de la penetrada.

-         Dime Irene, ¿te queda alguna cosita virgen? – preguntó Xana excitada acercándose a su amante, ahora esclava.

-         Sí mi Ama, mi culito es virgen- dijo la chica excitada y encantada de poder entregar algo virgen a su entrenadora, ahora Ama.

-         ¿Me lo quieres entregar?- preguntó Xana acercándose con un porte imponente ya con su arnés enfundado. Irene al oírlo se giró lentamente dejando su vagina y trasero expuesto para su Dominadora que se acercó a Irene para separar sus nalgas y lamer suavemente el anito dela joven.

-         Por favor Ama, tome mi culito como pago por su ayuda- dijo de manera entrecortada por la excitación – y como muestra de mi sumisión hacia usted.

Xana, encantada con las palabras que estaba escuchando, pasó su lengua con más intensidad por el pequeño agujerito de su discípula, notando perfectamente como Irene se estremecía después de cada lamida. La asiática, que deseaba hacer sufrir un poco a Irene (no todo iba a ser disfrute para la esclava) hundió su dedo índice y anular en el trasero de la chica cuando apenas había espacio para un solo dedo, ante lo que la joven luchadora pegó un respingo acompañado de un suave gemido de dolor.

La asiática movió sus dedos lentamente en el interior de su sumisa mientras acariciaba la espalda de esta para que se fuera relajando y no pusiera resistencia a aquella primera penetración. Irene, que conocía de primera mano del poder analgésico de las manos de Xana gimió de gusto después de los primeros segundos de sufrimiento.

Irene gimió un poco más de dolor cuando notó como Xana metía un dedo más en su cavidad anal, pero aquel quejido acabó con una exclamación de placer cuando notó la otra de mano de Xana se encargaba de estimular su empapado sexo, logrando agarrar con facilidad el hinchado clítoris de la luchadora vencedora de la noche para frotarlo como sabía que enloquecía a Irene.

Xana sacó las manos de las dos cavidades de Irene llevando estas a la boca de la muchacha. Irene protestó al inicio, pero comenzó a lamer los dedos de sus dos manos mientras notaba como Xana iba penetrando su agujero trasero con su arnés. La joven gimió de placer cuando notó como las muescas del arnés se adherían y estimulaban su interior, mientras Xana, ya con las manos empapadas en la saliva de Irene comenzaba a estimulas los hermosos pechos de Irene, especialmente sus erectos pezones marrones, a los que no tardó en clavar unas pinzas metálicas unidas por una cadenita.

-         Sé que te hacen daño, cariño- dijo Xana acariciando la espalda de Irene tratando de que el dolor de las pinzas se mitigase- pero te ves muy sexy con ellas puestas.

-         Sí Ama, deme más por favor- pidió Irene a la que en aquel momento poco le importaba lo que tuviera que pasar para conseguir su orgasmo como sumisa de Xana.

Irene gimoteó disgustada en cuanto notó como Xana se separaba de ella, dejando su ano dilatado necesitado del arnés, pero su entrenadora no tardó apenas un minuto en regresar de nuevo a la espalda de su sumisa, que estaba con la cara pegada al edredón rojo de la cama, las rodillas también clavadas sobre este y el culito en pompa pidiendo más arnés.

La vagina de Irene comenzó a lubricar con más intensidad cuando escuchó una deliciosa vibración a su espalda, y esta lubricación aumentó más aún cuando Xana introdujo un largo y grueso vibrador rojo en su sexo. Debido a lo empapado que estaba el rosado sexo de Irene a Xana no le costó ningún esfuerzo que aquel coñito diese cabida a todo aquel falo. La vagina de Irene estaba realmente hambrienta y parecía que aquel consolador era su alimento preferido.

-         Ahora te voy a hacer correrte hasta que no me queden fuerzas- dijo Xana, sobreexcitada colocando sus manos sobre las caderas de Irene y comenzando a embestir con violencia. 

Xana nunca le había penetrado con tanta virulencia, pero en aquella ocasión, el tenerla sometida de manera voluntaria envalentonó a la asiática para no contenerse ni un poco. Las primeras penetraciones dolieron un poco a Irene, cuyo rostro se quedó bien hundido en la cama para tratar de ahogar sus quejidos de dolor, pero poco a poco y gracias al vibrador que estaba excitando su sexo aquellas penetraciones se volvieron incluso agradables.

Pese a que Xana penetraba con mucha fuerza esta no dejó de mostrarse dulce con Irene y la acariciaba la espalda, los pechos, su trasero, sus costados… de manera cariñosa cada cierto tiempo, dejándola un poco de tiempo para interesarse si le estaba gustando. Por mucho que hubiese querido adquirir el papel de Ama aquella noche la asiática tenía en gran estima a su discípula, y desde luego no iba a hacer con ella nada con lo que ambas disfrutasen; para eso ya estaban sus entrenamientos de lucha, donde Irene recibía castigo casi todos los días.

-         Me voy a correr, Ama- avisó Irene a la que le gustaba tener aquel rol con Xana.

-         Córrete como la perrita que eres- le ordenó penetrando con más fuerza y rapidez.

Irene se convulsionó de placer mientras notaba como las pinzas de sus pechos se iban aflojando hasta desaparecer de sus pezones toda la tensión que las pinzas habían estado ejerciendo. La muchacha jadeó durante unos minutos en los que Xana se mantuvo parada mientras le avariciaba el pelo y los hombros, pero antes de que Irene diera las gracias por aquel maravilloso orgasmo la asiática volvió a taladrar con fuerza el agujero trasero de Irene.

-         Ahora este agujerito es de mi propiedad, y no voy a dejar de usarlo hasta que quede satisfecha- dijo Xana clavando sus dedos sobre las duras y redondas nalgas de Irene que aguantaba las embestida como buenamente podía.

Irene quedó sorprendida del impresionante aguante de su entrenadora, no solo por la fuerza y rapidez de sus penetraciones, también por el increíble aguante que tenía para llegar al orgasmo, ya que antes de que la asiática finamente comenzase a convulsionarse, mientras estrujaba con fuerza los pechos de Irene, provocando que esta gritase de dolor, su joven discípula había llegado al orgasmo en otras dos ocasiones.

Xana se tumbó sobre la cama sin quitarse siquiera el arnés, mientras que Irene, que seguía con las manos atadas a la espalda se ponía boca arriba y se acercaba hacia ella. Xana al ver las marcas de dedos que había dejado en los pechos de la chica se acercó para lamerlos y besarlos en señal de disculpa, mientras que iba retirando el vibrador del sexo de Irene.

-         Creo que te los apreté muy fuerte- dijo Xana besando con delicadeza- ¿te duelen?

-         No, están bien- dijo Irene a la que realmente si le dolían y estaba convencida de que algún moretón de recuerdo aparecería por la mañana.

-         Es que adoro tus pechos- dijo colocando su cara entre los senos de Irene y restregando estos sobre sus mejillas para disfrutar de la suavidad de los cuidados senos de la joven-  Me dan mucha envidia, si pudiese tener unos como estos estaría todo el día tocándolos- aseguró sonriendo.

-         Ahora los tienes, puedes tocarlos tanto como quieras.

-         Lo de la relación Ama-esclava lo podemos llevar adelante solo si quieres, te lo dije porque te vi tan entregada que no pude resistirme, pero lo podemos dejar aquí si quieres- dijo Xana dejando claro que ella no iba a presionarla sobre aquel tema.

-         La idea de relación Ama-esclava me gusta- dijo Irene- ya me tratas como esclava después de los entrenamientos- dijo la chica acabando por soltar una risita- ¿Qué te parece si lo probamos? Estoy segura de que sabrás introducirme poquito a poco en esto, y no me puedo imaginar sirviendo a un Ama mejor que tú.

-         Vale- dijo Xana encantada de poder tener a Irene como sumisa- Pero solo seguiremos adelante si ambas estamos cómodas, en el momento en que cualquier cosa no te guste me lo dices y lo dejamos tan amigas- dijo la asiática esbozando una sonrisilla.

-         No- se negó Irene- si alguna cosilla no funciona te lo digo y tratamos de solucionarlo… realmente me excita la idea de ser sumisa y ese deseo ha crecido desde que me he metido en este mundillo de la lucha.

-         Mientras no seas sumisa en el círculo de pelea y fuera seas una buena sumisa conmigo, por mí está bien- dijo acercándose para besar de forma apasionada a Irene para ir soltando las manos de esta y que la chica también pudiese toquetear su cuerpo escultural.        

  

Continuara…

 

 

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