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La decisión de Carmen 22

en Dominación

-         ¿Se puede saber que tienes preparado para Vanesa esta noche?- preguntó Susana que no comprendía bien para que necesitaba Carmen los artilugios que tenía sobre la mesa. La hermana mayor sonrió.

-         Tengo una sesión de lo más divertida para hacer con ella- dijo la chica cogiendo un artilugio que constaba de una cadena larga con cuatro grilletas adheridos- la pena va a ser que no te vas a poder quedar.

-         ¿Por qué no?- preguntó la chica un poco decepcionada.

-         Es una sesión privada, estaremos yo, Vanesa y una invitada sorpresa- Susana asintió con la cabeza y cambió radicalmente de tema.

-         ¿Has pensando en lo que te dije el otro día?

Carmen sabía perfectamente a lo que se refería, la chica le había pedido, tan solo tres días después de tener su primera noche de sexo, convertirse en una de sus esclavas, ante lo que Carmen se había negado en redondo. Sabía que era capaz de tener sexo con su hermana, pero no se veía capaz de someterla al igual que hacía con sus compañeras de facultad.

Aún habiendo expresando una negativa bastante firme, la chica no se desilusionó demasiado y le sugirió a su hermana que se lo pensase un poco ante de rechazarla, eligiendo Carmen aquella opción, del mismo modo que nunca se había imaginado follando con su hermanita también podía despertarla de repente un morbo irracional la idea de poder someter a Susana.

Vanesa llegó a la casa de Ama Adriana unos minutos después de que Carmen le explicase a su hermana los planes que tenía preparados para su esclava, la chica sonrió al tiempo que supo una cara de desear ella también probar aquella sesión.

-         Buenas tardes Ama- dijo Vanesa cuando se presentó en el salón totalmente desnuda para arrodillarse y besar, primero los pies de su hermana y después los de Susana.

-         Hola perra- la saludo mientras hurgaba entre los complementos que tenía preparados- Hoy vas a tener la fortuna de no ir desnuda- dijo Carmen cogiendo un traje de látex- ¿Quieres ir poniéndoselo, Susana?- preguntó sabiendo que a su hermana le encantaría la idea.

La chica, obediente con su hermana mayor, y encantada de poder sobar el cuerpo de Vanesa comenzó a ponerla el traje, sin poder resistirse a tocas sus senos, meter dedos entre los candados que cubrían el sexo de la esclava y dar algún que otro azote sobre sus redondeadas nalgas.

Después de más de los minutos que se habrían necesitado si Susana no se hubiese entretenido gozando del cuerpo de Vanesa, la esclava estuvo con su traje puesto. La sentaba realmente bien, era un traje de látex negro que la cubría desde el cuello hasta los tobillos, resaltando sus bonitas curvas y mostrando íntegramente sus enormes pechos, sus nalgas ligeramente marcadas por los manotazos de Susana y su sexo enjaulado por los candados que Carmen le había puesto meses atrás.

-         Estás realmente sensual con ese traje- le dijo Carmen asomando una sonrisa en el rostro de la esclava, ya que no estaba acostumbrada a recibir cumplidos de su Dueña.

-         Gracias Ama- dijo la chica levantándose el pelo cuando vio que Carmen se acercaba con un collar de cuero negro rodeado de pinchitos negros.

Carmen ajustó bien el collar al cuello de su esclava y después indicó a su hermana que le pasase la cadena con los cuatro grilletes para entre las dos ponérselos a la sumisa. Vanesa, como era habitual, no hizo absolutamente nada por resistirse y en unos minutos estaba esposada, a cuatro patas y con un traje que la cubría todo su cuerpo salvo sus partes más sexuales.

-         Hoy vas a ser una perrita, así que no vas a poder decir nada en lo que esté aquí nuestra visita- dijo Carmen sonriendo, acercándose a su sumisa con una máscara que cubrió por completo la cabeza de la esclava, dejando tan solo visible su nariz y su boca- ¿ves bien esclava?- preguntó cuando acabó de ajustar las ranuras de los ojos.

-         Sí Ama- respondió la chica al momento.

Después de aquello Carmen enfundó las manos de su esclava en guantes de cuero negro, cubriendo su hermana los pies de Vanesa con uno botines de cuero.

-         Bien, solo queda una cosa- dijo el Ama cogiendo una mordaza metálica y poniéndosela ante los ojos de la esclava- si en algún momento no aguantas la sesión me lo avisarás tirándote al suelo ¿serás capaz?

-         Sí Ama- dijo Vanesa antes de que su Ama comenzase a colocar el aro metálico en la boca de la esclava, haciendo que para esta fuera imposible cerrarla.

-         Otra cosa también te aviso, esta sesión tiene premio, si haces las cosas como espero de ti te prometo que te daré una recompensa, ¿te quedó claro?- Vanesa sintió con fuerza, llevaba más de mes y medio sin saber lo que era un orgasmo.

Carmen dejó a Susana jugando con su esclava, divirtiéndose con ella poniéndola los pies delante de la boca y sintiendo la lengua de Vanesa acariciándola dedo a dedo, así estuvieron durante unos minutos que a la sumisa se la hicieron largos y a Susana demasiado cortos.

La Adiestradora regresó a la estancia luciendo un corsé de cuero negro que la oprimía y elevaba los pechos, una faldita corta negra y del mismo material y unas botas negras que la llegaba a la rodilla. Tanto Susana como Vanesa se quedaron mirándola al tiempo que esta se acercaba con un látigo corto que descargó con mediana fuerza sobre las nalgas de la esclava que soltó un suave quejido.

-         Déjame quedarme, porfa- pidió Susana al ver lo caliente que se estaba poniendo la cosa.

-         Lo siento, es una fiesta exclusiva, te prometo que me pensaré lo de someterte, pero ahora te tienes que marchar- dijo acercándose a su hermana para darla un largo beso en los labios que hizo a Susana sonreír y aceptar la decisión de Carmen.

Tras la marcha de Susana, Carmen siguió dando azotes en las nalgas de su esclava, no eran golpes duros, sino golpes que sabía bien que excitaban a Vanesa, la quería tener excepcionalmente caliente en aquella ocasión, por aquel motivo combinaba cortas tandas de azotes con caricias sobre el sexo de la esclava con el propio látigo.

La sinfonía de quejidos por parte de Vanesa y del látigo restallando sobre las zonas que quedaban desnudas del cuerpo de la esclava se vio interrumpida por el timbre de la casa. Carmen alzó la cabeza, eran las seis, su invitada era más puntual de lo que esperaba.

La Adiestradora caminó todo lo rápido que le permitía su falda corta de cuero, para abrir la puerta de golpe antes siquiera de comprobar de quien se trataba.

La chica se encontró cara a cara con una muchacha algo más alta que ella, de piel morena, pelo largo y negro y de mirada sorprendida cuando se encontró la vestimenta de la residente de la casa.

-         ¿Eres Carmen?- preguntó la recién llegada.

-         Sí- respondió la chica girándose para volver a mirarla, fingiendo sorpresa- debes de ser Carolina, perdona, perdí la noción del tiempo.

-         No importa- dijo la joven morena mostrando una bonita sonrisa- me dijiste que habías encontrado el móvil de mi hermana.

-         Sí, por favor pasa, ahora mismo te lo doy.

Carmen sonrió al tiempo que su invitada entraba, si ella había practicado el sexo incestuoso con su hermana, en aquella ocasión la iba a tocar a Vanesa hacerlo con la suya. Carmen días antes le había arrebatado el móvil a su sumisa para llamar a Carolina con él, de aquel modo la podría hacer ir a su casa y tener la ocasión de tentarla con una esclava con la que divertirse, sin saber quien se ocultaba tras la máscara.

La Adiestradora llevó a su invitada al salón, quedando esta sorprendida al ver a la esclava vestida de látex, a cuatro patas, con el culo rojo y sus grandes pechos colgando.

-         Siéntate, no te preocupes por mi perrita, no muerde- le dijo sonriendo con total naturalidad.

Carmen comenzó a rebuscar entre los cajones para hacer tiempo y ver la reacción de Carolina. La recién llegada no pudo menos que echar un vistazo a la sumisa que tenía ante ella, dándose cuenta que esta le esquivaba la mirada y que lo único que miraba eran las botas de piel de Carolina.

-         Aquí tienes el teléfono de tu hermana- dijo Carmen dando el móvil de última generación de Vanesa a su invitada.

-         Muchas gracias, has sido muy amable- le dijo Carolina levantándose rápidamente.

-         No hay porque darlas, siento no haberte podido recibir de un modo diferente- dijo Carmen- pero como ya te dije perdí la noción del tiempo.

-         No pasa nada, el sexo el bueno, tan bueno que creo que os estoy molestando, muchas gracias de nuevo por avisarme de lo del teléfono- dijo rápidamente la chica que se la veía un poco colorada.

-         A nosotras no nos molestaría que una chica guapa como tú se quedase, mi esclava tiene una buena lengua, estoy segura de que te dejaría satisfecha- dijo Carmen acercándose a Carolina.

-         No creo que sea buena idea, tengo novio.

-         No te preocupes, nosotras no se lo contaremos- le dijo sonriendo- es una ocasión única para que pruebes otra clase de sexo, por lo roja que estás ahora juraría que no has estado en una situación así en tu vida. ¿No tienes ni la más mínima curiosidad?

-         Quizás un poco- dijo la chica cuando tuvo la cara de Carmen a un escaso palmo de sus labios, pudiendo oler la Adiestradora el dulce aroma a fresa de su aliento.

-         Pues esta es la ocasión de probarlos, si ves que no te gusta solo tienes que decirlo y te marchas- dijo Carmen comenzando quitar el abrigo a su invitada muy lentamente.

La primera prenda de ropa fue muy fácil de quitar, Carolina no puso ni la más mínima resistencia, pero Carmen sabía que no sería fácil quitarla el resto si no la excitaba para merecerlo.

Carmen no necesitó despojar a su invitada del jersey para intuir que bajo este, Carolina ocultaba un gran par de senos similares a los de su hermana. La anfitriona para no ir excesivamente rápido prefirió no oprimirlos pese a la buena pinta que estos tenían, en lugar de eso la invitó a sentarse y comenzó a descalzarla.

-         ¿Alguna vez te han lamido los pies?- preguntó Carmen mientras quitaba el segundo zapato del pie de Carolina.

-         Nunca- respondió la chica, al tiempo que la Adiestradora hacía un gesto con la cabeza a Vanesa.

La esclava comenzó a gatear hasta los pies de su hermana, para una vez llegó hasta ellos inclinar la cabeza y comenzar a lamer. Carmen sabía que la sensación que Carolina percibiría no sería tan buena como la que solía recibir Carmen, ya que con ella Vanesa podía usar su lengua y sus labios, pero no podía correr el riesgo de que Vanesa dijese algo y se viese descubierto su plan.

-         Es muy relajante- dijo Carolina extasiada con las habilidades orales de la esclava- ¿donde se encuentra una de estas?- preguntó con media sonrisa.

-         Hay más de las que parece, aunque hay que saber buscar- dijo Carmen inclinándose sobre Carolina para comenzar a quitarla mas prendas de ropa.

La Adiestradora, para que su invitada no se sintiese del todo incómoda también se desprendió de su corsé, dejando sus medianos senos al aire con sus pezones rosado bien duros. Carolina por su parte no tardó en quitarse toda su ropa salvo el tanga que llevaba, dejando claro que tenía unos senos bastante peores que los de Vanesa, que eran firmes y duros. Por el contrario los de la invitada estaban un poco caídos y no eran tan redondeados como los de su esclava, aún así a Carmen la seguían gustando y comenzó a jugar con los grandes pezones marrones que no tardaron en reaccionar a sus caricias.

-         Esto no está bien- dijo Carolina después de gemir de placer durante unos minutos gracias a las lenguas de Carmen, sobre los pechos, y Vanesa, entre los dedos de los pies- yo tengo novio.

-         Nadie se lo va a decir, si alguien te pregunta solo dices que la que encontró el móvil de tu hermana te invitó a tomar un café –dijo Carmen sonriendo- además, seguro que tu novio nunca te hace estas cosas.

-         La verdad es que nunca me lamió los pies- dijo Carolina sonriendo- es más de sexo convencional.

-         Pues vaya un novio- dijo Carmen- hoy será un día especial vas a poder experimentar en una hora más que lo que has probado con tu novio durante toda vuestra relación. Pide y mi esclava te lo concederá, o quizás yo.- Carolina ante la generosa oferta pareció dudar, pero finalmente habló.

-         Me gustaría ver que se siente cuando te lamen el culo- dijo la chica poniéndose un poco roja, estaba claro que no estaba acostumbrada a hablar de sexo.

-         Deseo concedido- dijo Carmen con una ancha sonrisa levantándose del asiento e indicando a su invitada que se pusiese a cuatro patas con el culito en pompa.

La Adiestradora metió un par de dedos por una de las argollas que tenía en collar de Vanesa y acercó la cara de esta al trasero de grandes y suaves nalgas de su hermana. La esclava en un principio puso mucha resistencia a la lamida, pero Carmen al ver que esta no se echaba al suelo supo que acabaría haciéndolo. Para acelerar su proceso de decisión, la Dominante comenzó a fustigar el culo de la sumisa con el látigo corto, hasta que los gemidos de Carolina se hicieron oír por todo el salón.

Como aliciente, una vez Vanesa perdió todos los reparos a la hora de lamer, Carmen comenzó a acariciar el clítoris de su esclava a través de los candados que la mantenían privada del coito, pero no de los placeres preliminares que a la larga acababan dejándola frustrada.

-         ¡Dios!- exclamó la chica, mientras sentía la lengua de Vanesa dentro de su ano, mientras se acariciaba su propia vagina- creo que voy a tener que insistir a mi novio sobre dejar el sexo convencional a un lado.

-         Me alegra que esto te esté haciendo cambiar la perspectiva- dijo Carmen sonriendo al ver lo fácil que había sido pervertir a la hermana de su esclava.

-         Tienes una sumisa con una lengua buenísima, ¿puedo probarla en mi vagina?- preguntó la invitada sonriendo ampliamente al ver el gesto afirmativo de su anfitriona.

Carolina al oírlo se levantó del suelo para sentarse en el sofá y separar muy bien las piernas, dejando a Vanesa todas las facilidades para acceder al húmedo y rasurado sexo de grandes labios rosados que la joven ocultaba entre sus piernas. La esclava no mostró pudor alguno a la hora de hundir su rostro en la vagina de su hermana y comenzar a lamerlo todo lo bien que podía con la mordaza que Carmen le había puesto para que su cavidad bucal estuviese siempre disponible.

Carmen, a la que el cuerpo de Carolina también le gustaba, no dudó en meter baza y acariciar los grandes pechos de su invitada, provocándola inmensos placeres, que según esta confesó, su novio nunca le había dado.

Carolina tuvo menos aguante de lo que Carmen había estimado, y después de unos minutos en los que la lengua de Vanesa no paró de trabajar sobre su vagina, acabó por correrse. La Adiestradora imaginó que una vez su invitada se hubiese corrido sus juegos sexuales con su esclava iban a quedar un tanto descafeinados, pero se equivocaba completamente.

La invitada a la casa no parecía dispuesta a marcharse de aquella vivienda hasta haber probado todo lo que en el mundo del sexo había estado escondido para ella. Durante muchos minutos, Carolina se divirtió, acariciando los firmes y duros pechos de Vanesa y Carmen, obligando a la esclava a lamer de sus axilas, azotando el culo de su hermana con el látigo para probar la sensación de poder y después siendo azotada por Carmen con mucha más delicadeza…

-         ¿Hacéis esto todos los días?- preguntó Carolina jadeante, que pese a haber llegado al orgasmo en tres ocasiones aún no parecía saciada.

-         Con bastante frecuencia- respondió Carmen mirando el reloj- creo que se nos está haciendo tarde, te queda un último deseo.

-         Me gustaría follarme a esta perra- dijo la chica al momento clavando las uñas sobre las nalgas de Vanesa que soltó un ligero quejido de dolor.

-         De acuerdo, pero tendrá que ser por aquí- dijo separando las nalgas de la sumisa para dejar a la vista el ano de Vanesa- por el otro camino se pone demasiado caliente.

-         Vale- dijo Carolina comenzando a lamer el culo de Vanesa con la intención de lubricarlo, hecho que sorprendió a la Adiestradora.

Carmen le comentó que tenía lubricante y que no era necesario que metiese su lengua en el culo de la esclava, pero fue como hablar con una pared, Carolina estaba deseosa de sexo y no la importaba hacer eso y mucho más para conseguirlo.

Lo único que consiguió captar la atención de la morena fue ver el arnés que Carmen le estaba prestando, era un dildo de unos 20 centímetro, de color negro y de un grosos no demasiado excesivo, la Adiestradora había follado a su esclava por detrás con consoladores mucho más grandes que aquel con lo que aquello no la debería de suponer un problema.

Carmen, que intuía que su invitada no se había puesto nunca un arnés la ayudó a enfundárselo manoseándola bastante más de lo necesario. La Adiestradora notó como las pulsaciones de la penetradora comenzaban a dispararse al tiempo que acariciaba sus senos mientras las dos se arrodillaban para que el dildo quedase a la altura de las enrojecidas nalgas de Vanesa.

La esclava gimió de dolor cuando Carolina trató de penetrarla con su polla de plástico, pero aquello no hizo otra cosa más que estimular a la invitada que comenzó a empujar con más fuerte hasta que finalmente  logró que el culo de la sumisa se tragase hasta el último centímetro de falo.

Carmen, que había visto que a Carolina también le gustaba recibir algún que otro azote en el culo comenzó a darla con dulzura, alternando estos golpes con suaves pasadas del látigo corto por la espalda de la joven que a cada embestida gemía más y más, mientras que Vanesa trataba de contrarrestar para no acabar en el suelo.

-         ¡Me voy a correr, perra!- dijo Carolina inclinándose sobre la espalda de la esclava gimiendo de placer y apoyando sus senos sobre el lomo de la sumisa para agarrar con firmeza las duras tetas de Vanesa y  pararlas en seco del rápido bamboleo al que habían estado sometidas.

La esclava haciendo acopio de toda su fuerza aguantó el peso de su hermana hasta que notó como Carmen la invitaba a levantarse, sacando con delicadeza el dildo del ano dilatado de la muchacha.

Después de aquello Vanesa quedó exhausta y Carmen la permitió que se tumbase un poco para recuperar fuerzas mientras la anfitriona despedía a Carolina.

-         Muchas gracias, me has descubierto muchas cosas en una sola tarde- dijo Carolina dando un par de besos en las mejillas de Carmen.

-         No tiene importancia, quizás podamos repetirlo en otra ocasión.

Después de intercambiarse números de móvil Carmen regresó al salón, donde Vanesa seguía tumbada en el suelo resoplando agotada.

La Adiestradora comenzó por quitarla la mordaza y liberarla de la máscara bajo la que se encontraba el rostro sudoroso de su sumisa. Carmen se la quedó mirando esperando a que esta dijese algo sobre la sesión que su Dueña le había preparado, pero Vanesa no parecía dispuesta a quejarse.

Carmen tardó casi 20 minutos en quitar a su esclava el traje de látex y todos los artilugios que la había colocado con la intención de que Carolina no descubriese en su perra a su hermana pequeña.

-         ¿Quién iba a decir que sería tan fácil pervertir a tu hermana?- preguntó Carmen sonriendo cuando su esclava adoptó su posición de rodillas con las manos sobre los muslos y la espalda bien recta.

-         Yo tampoco me lo imaginé, Ama- dijo Vanesa.

-         Bien, lo prometido es deuda- dijo Carmen indicando a su esclava que se levantase al tiempo que sacaba de su bolso la llave maestra que abría los tres candados del sexo de su sumisa.

Vanesa, al ver lo cerca que estaba su premio se levantó rápidamente y comenzó a lubricar al notar las manos de su Dueña manipulando su sexo, al escuchar los “clic” que hacía cada cerrojo cuando se abría, y al sentir como sus labios vaginales dejaban liberado su rosado clítoris, expuesto a los placeres que su Ama tuviese a bien darla. Carmen alzó la cabeza y sonrió a Vanesa para decirla.

-         Eres libre, me considero pagada por todo lo que me hiciste- dijo al tiempo que cogía la muñeca de su esclava para poner sobre la mano de esta la llave de sus candados. Vanesa la miraba como si no pudiese creerlo.

-         ¿También vas a liberar a Gema?- preguntó.

-         No, Gema seguirá siendo mi esclava, ya que ella vino a mí por voluntad propia. Por supuesto me he guardado una gran cantidad de material tuyo por si acaso pudieses pensar en crearme problemas- le dijo Carmen mirándola con seriedad- Ahora puedes marcharte, ha sido realmente divertido domarte.

Vanesa no se movió del sitio durante unos segundo en los que Carmen no la quitó ojos de encima, la resultaba muy raro que la esclava no se hubiese puesto aún a vestirse para salir de aquella situación de sumisa en la que llevaba tantos meses metida, y más la sorprendió cuando Vanesa clavó sus rodillas en el suelo.

-         ¡No me dejes por favor!- pidió la chica, pudiendo ver Carmen impresionada un par de lágrimas corriendo por sus mejillas.

-         ¿Cómo dices?- preguntó la Adiestradora sin salir de su asombro.

-         No me dejes Carmen, te lo ruego, al principio no quería hacer esto, pero ahora quiero seguir siendo tu esclava- dijo Vanesa entre sollozos, haciendo que Carmen tuviese que esforzarse por comprenderla.

-         Tengo que ir haciendo un hueco para por si me interesa someter a mi hermana, tres sumisas seriáis demasiadas- dijo mirándola fijamente, pero ablandándosela el corazón al ver la profunda tristeza de Vanesa, de la que estaba segura que no fingía, aquella ruptura la estaba haciendo daño- está bien, dime el motivo de verdad por el que deseas seguir siendo mi esclava y me lo pensaré.

-         Por que me estás mejorando mucho Carmen- dijo Vanesa rápidamente sabiendo que aquella podía ser su única oportunidad de reconquistar a su Ama- mis relaciones de pareja siempre han sido un fracaso porque mis novios nunca miraban en mi interior, les interesaban mis tetas, mi cuerpo y poder follarme lo antes posible, después de varias experiencias así pensé que era lo normal para mí.

-         ¿Y ahora no lo crees?- preguntó Carmen.

-         No, en el instituto todos los tíos buenos me miraban con deseo y los pobres que no eran tan agraciados con miedo por si pensaba en humillarlos, tú me has cambiado Carmen, has convertido a una zorra que aprobaba por calentar a los profesores en una estudiante modelo en apenas unos meses- dijo tratando de secarse las lágrimas con el dorso de la mano.

-         No es necesario que seas mi esclava para que te dé clases particulares- dijo Carmen.

-         No es solo en las clases, Carmen, hasta en casa mis padres han notado que no visto tan provocativa y que me he vuelto mucho más educada con todo el mundo- dijo acercándose más a Carmen, apoyando sus grandes senos sobre las rodillas de Carmen que permanecía sentada en el sofá- además me encanta la dominación a la que me sometes, muchas cosas de las que me haces hacer son humillantes o dolorosas, pero siempre estás ahí para cuidar de mí y que no sufra un daño excesivo, contigo me siento segura.

-         Vamos a ver hasta donde llegan esos deseos de seguir a mis pies- dijo Carmen con media sonrisa- como pago por ser tu Ama te vas a poner ahora mismo los candados en tu coño y me vas a entregar la llave.

Vanesa, viendo oportunidades de poder seguir siendo la esclava de Carmen entregó a esta la pequeña llave y recogió los candados que estaban en el suelo, para ir poniéndoselos, uno detrás de otros, sin dudar ni un momento. Carmen se quedó impresionada por su determinación.

-         Seguirás siendo mi esclava- anunció Carmen haciendo que la sonrisa y las lágrimas volviesen a los ojos de la esclava- ahora en pie y cierra los ojos.

Carmen se levantó lentamente cuando estuvo segura que Vanesa tenía los ojos bien cerrados, la Adiestradora comenzó por el pezón derecho, punto desde el que inició el ascenso, siguiendo por su cuello, parándose en su garganta, acariciando su barbilla y finalmente metiéndola la lengua en la boca y dándola un largo beso, desde el inicio de la relación Carmen nunca le había dado un beso de aquellas características a su esclava.

-         Como veo que has cambiado, de ahora en adelante seré un poco más flexible con tus premios- le susurró Carmen que sabía que la manía que tenía a Vanesa la había hecho ser injusta con ella.

-         La amo, mi Ama- dijo la chica sin poder reprimir las lagrimas al tiempo que dejaba la boca entreabierta por su si Dueña se sentía generosa y la daba otro beso como el que acababa de sentir.

-         Lo siento mucho esclavita, pero el tiempo por hoy se acabó- dijo separándose de la sumisa para comenzar a vestirse- hoy ha sido un día de muchas sorpresas y tengo mucho en que pensar- comentó sonriendo a su esclava, que parecía mucho más feliz que al inicio de aquella sesión.

 

Continuará…

 

Agradeceré comentarios y sugerencias tanto por aquí como por mi correo fantasias1987@hotmail.com . Atenderé más rápido a los correos que al msn ya que apenas tengo tiempo para conectarme.

 

PETICIÓN PARA MIS LECTORAS: Desde hace algún tiempo llevo pensando en que me gustaría tener mis relatos en grabación de audio por alguna voz femenina, si alguna me hiciese el favor de grabarme alguno de ellos para porder escucharlo se lo agradecería.

Gracias adelantadas.

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