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El regalo sorpresa de la tía Isabel.

en Amor filial

Sergio abrió los ojos con lentitud y miró el calendario que tenía colgado de la pared de su habitación, entre sus posters de futbol y su título de graduado en ESO. Aquel día era bastante especial para él, como todos los 15 de abril, ya que esa era la fecha de su cumpleaños, precisamente aquel año cumplía los 17 años.

El muchacho salió de la cama lentamente ya que tan solo contaba con una mano para incorporarse, su mano derecha aún estaba escayolada, desde que hacía casi tres semanas había tenido una lesión en la misma al recibir una patada sobre ella cuando trataba de parar a un contrario durante un partido de futbol.

Desde aquel momento su vida en el instituto se había complicado notablemente ya que no podía tomar apuntes debido a su maltrecha mano, por fortuna el muchacho había podido tomar asiento en la primera fila para colocar el grabador de voz de su móvil  cerca de sus profesores para así poder al menos tener las clases grabadas y poder así repasarlas.

El muchacho por fortuna tenía una prima que era un auténtico tesoro, que se había ofrecido para hacerle los apuntes el tiempo que él no pudiese escribir, pero tenía que estar con ella todas las tardes para estudiar juntos.

Sergio estaba realmente encantado con aquella situación, bueno en muchos momentos deseaba que su prima vistiese un poco más recatada en casa, ya que siempre que iba a visitarla lucía pantaloncitos cortos y camisetas de tirantes de prominentes escotes los cuales se apreciaban aún más cuando la chica se inclinaba para cualquier cosa.

Fátima, que así se llamaba su prima, no era especialmente atractiva, pero después de tres semanas sin haber logrado masturbarse con su mano izquierda había dejado de mirar a su prima como si esta fuese un familiar para mirarla como un objeto de deseo.

La chica tenía el pelo largo y rubio, una piel muy clara y unos grandes ojos azules que al muchacho poco a poco le estaban haciendo perder la razón. Las curvas de Fátima eran bastante moderadas, tenía unos pechos medianos y de apariencia dura, su culito era pequeño y redondo y sus caderas eran bastante estrechas.

Sergio, que cada vez se daba cuenta de que posaba su mirada con mayor asiduidad sobre las zonas más sugerentes de su prima, tenía que colocarse su pene cuando su anfitriona no miraba para que no se percatase de lo mucho que le estaba excitando.

Aquella misma tarde, durante la jornada de estudio, la puerta de la habitación de Fátima se abrió de golpe para dejar paso a la madre de la chica. Se trataba de Isabel, una mujer de más de 40 años, piel clara, media melena de pelo rubio y liso, y curvas como mínimos tan sugerentes como las de su hija: pechos algo más grandes que los de Fátima y aún muy firmes, piernas largas acabadas en unas anchas caderas y un culo que Sergio en más de una ocasión no había podido evitar mirar. En aquella ocasión la dueña de la casa lucía un vestido largo y negro con ligero escote.

-         Tengo que llevarme a tu primo para la celebración de su cumpleaños- dijo la mujer mostrándose sonriente al mirar a su sobrino.

-         Sí- dijo Sergio incorporándose de la silla en la que estaba sentado, no pudiendo evitar echar un ojo a su entrepierna para asegurarse que su leve erección no se notaba- ¿es alguna clase de fiesta sorpresa?- preguntó el chico en broma.

-         Para nada, es en tu casa ¿nos acompañas, Fátima?- preguntó la mujer a su hija.

-         Yo iré luego- dijo la chica- pensaba que la celebración iba a ser más tarde- dijo mirando a su madre.

-         No, comienza a las 6- aseguró mirando el reloj del cuarto de su hija que marcaba las 5:40.

El muchacho, ligeramente aliviado, ya que sabía que si hubiese seguido con su prima durante mucho más rato habría acabado aún más excitado y en consecuencia seguramente Fátima se hubiese dado cuenta del estado de su verga, salió detrás de su tía con rapidez después de despedirse de su compañera de estudio con un gesto con la mano.

Por desgracia para Sergio su adolescente cabeza no le permitió alejar su mente del sexo y después de bajar con la mirada fija en el trasero de su tía no pudo evitar imaginarse haciéndolo con ella, le gustaba la idea de poder tener su primera vez con una mujer experimentada como Isabel, además no tendría cargo de conciencia alguno ya que la mujer desde hacía 2 años estaba divorciada.

Sergio respiró hondo cuando su tía se dedicó a abrir el coche, como subiese en aquel estado al vehículo con su tía estaba totalmente convencido de que la mujer notaría su estado de excitación.

La baja temperatura a la que estaba el aire acondicionado del coche ayudó a Sergio a bajar su temperatura corporal y así poder sentirse un poco más relajado. Pero todo cambió cuando Isabel comenzó una conversación.

-         ¿En que estás pensando con respecto a Fátima?- preguntó la mujer de sopetón. El muchacho apenas pudo decir nada, tan solo se trabó con su propia lengua- Desde hace tiempo veo como la miras y esa mirada no me gusta nada- lo reprendió.

-         Lo siento tía…- dijo el muchacho un tanto intimidado por el tono que la mujer estaba empleando.

-         No olvides que ella es tu prima, no puedes ir follando con gente de tu misma sangre- dijo la mujer seriamente.

-         Yo no pensaba…- mintió el muchacho pero no supo como seguir, desde luego que lo había pensado, llevaba ya semanas fantaseando con lo mismo.

La mujer después de aquello no dijo nada, en su lugar continuó conduciendo su gran todoterreno por las calles de la ciudad, hasta que finalmente, y de manera sorpresiva salió a la autopista. Sergio, pese a que sabía perfectamente que aquella dirección era la opuesta a la de la casa en la que vivía con sus padres y su hermana no dijo nada y dejó que Isabel condujese.

Después de unos minutos a una velocidad considerable la mujer tomó un desvío, desembocando en un pueblecito de casa bajas, el cual atravesó hasta que finalmente paró en medio de un camino de tierra, cercano a una zona ligeramente boscosa.

-         ¿Por qué me has traído aquí?- preguntó el muchacho con la voz un poco temblorosa.

-         Para hacerte una oferta- dijo la mujer mirándolo fijamente- esto no se lo puedes contar a Fátima bajo ningún concepto- dijo la mujer.

-         De acuerdo- dijo el chico.

-         Tu prima está tratando de seducirte- aseguró sorprendido a Sergio- es un juego que se trae con una amiga suya- confesó en un tono que era evidente que no le hacía ninguna gracia que su hija tuviese esa clase de diversiones.

-         ¿Y que quieres que haga, tía?- preguntó el chico que no comprendía a donde quería llegar la mujer al confesarle aquello.

-         Quiero que la rechaces- dijo la mujer mirándole fijamente con sus grandes ojos azules- quiero que vea que siendo una zorra no va a conseguir tener a todos los hombres que quiera. La puedes decir lo que quieras para conseguirlo: que no puedes porque sois primos y te parece mal, que te gusta otra… lo que te dé la gana, pero no quiero que lo hagas con ella.

-         De acuerdo, tía- dijo el muchacho poco convencido ya que sabía que en cuanto se quedase a solas con su prima caería en la tentación.

-         Sé que es complicado- dijo la mujer como si hubiese leído su mente- pero para que esto se te haga menos pesado estoy dispuesta a premiarte.

Sergio movió las piernas tratando de recolocar su pene. Su tía, pese a tener la edad de su madre tenía un cuerpo imponente y sabía que si ella seguía hablándolo en aquel tono no tardaría en notarse su excitación.

-         ¿Qué oferta es?- preguntó el muchacho intentando sonar despreocupado, pero saliéndole una voz un poco entrecortada.

-         Sé que tu prima se está aprovechando de que no tienes novia que te satisfaga y de que tu mano derecha estará inactiva al menos durante un mes más, con lo que debes de estar bastante necesitado- dijo la mujer posando su mano derecha sobre el muslo de Sergio- Te ofrezco encargarme de tus necesidades sexuales una vez por semana hasta que te quiten la escayola.

-         Dos veces por semana- contratacó el chico un poco nervioso.

-         Tu prima solo quiere hacerlo contigo una vez- dijo la mujer- te estoy ofreciendo 4 polvos.

-         Quiero dos por semana- insistió el chico haciendo que Isabel le sonriese ligeramente. 

-         Mira, ¿que te parece si te doy el primero ahora y luego me dices si aceptas uno por semana?

-         Perfecto- dijo el chico entusiasmado con la idea.

La mujer al oír la respuesta afirmativa de su sobrino abrió la puerta del coche y salió al exterior para adentrarse en la parte de atrás del vehículo. El muchacho, que estaba muy necesitado de sexo imitó a la mujer y se acomodó en el mullido asiendo trasero, comodidad que se vio incrementada cuando Isabel comenzó a desabotonar la camisa de Sergio llevaba puesta al tiempo que besaba la zona del torso que iba quedando al descubierto.

Cuando terminó con todos los botones de la camisa de su sobrino, Isabel palpó la zona de la entrepierna de Sergio, lugar donde la verga del muchacho ya se había hinchado lo suficiente como para que esta quedase ligeramente marcada bajo los ajustados vaqueros del adolescente.

Isabel no desabrochó los pantalones del muchacho en aquel momento, en lugar de eso acaricio con la punta de sus dedos el bulto que se marcaba en el pantalón, recorriendo desde donde estaba la punta del pene del muchacho hasta los testículos, a los que trató con mucha más dulzura que a los de sus amantes habituales, ya que los imaginaba terriblemente sensibles después de al menos 3 semanas de inactividad, tiempo que debía de haber sido una eternidad para su sobrino.

Finalmente fue Sergio el que no logró soportar más en sentir su pene tan apretado, con una sexi mujer junto a él y desabrochó el botón de sus pantalones para a continuación bajar la cremallera y deslizar sus pantalones hasta que sus rodillas.

Isabel no pudo evitar posar su mirada sobre el bulto de dimensiones interesantes, que había bajo los boxers de color negro del muchacho. Tal fue la curiosidad de la mujer que no tardó en tirar un poco de la goma que de la ropa interior de su sobrino para poder ver el pene del chico.

El pene de Sergio se puso aún más duro cuando vio como su tía bajaba su ropa interior con rapidez, para que su verga por fin quedase al descubierto, no tardando esta en ser agarrada por las suaves manos de su acompañante.

-         No está nada mal- dijo la mujer rodeando con sus dedos las gruesa verga del muchacho para pajearlo suavemente- no es muy larga- comentó mirando los aproximados 15 centímetros que debía medir la polla de su sobrino- pero el ser tan gordota la hace muy tentadora- aseguró Isabel pasando su dedo índice sobre el hinchado y rosado glande que estaba humedecido debido al líquido preseminal que había soltado.

-         Eres muy caliente, tía- dijo el muchacho jadeando de excitación.

-         Ve quitándote la camisa, ahora vuelvo- dijo la mujer separándose de su sobrino para salir del coche.

Sergio quedó un poco chafado al oír aquello, pero no tardó en obedecer y quitarse lentamente su camisa mientras que esperaba a que su tía volviese a entrar. Al muchacho, al tener su mano derecha escayolada le costó un poco, pero finalmente logró quedar totalmente desnudo de rodillas para arriba.

El chico no pudo añorar mucho a su tía, ya que esta regresó al interior del vehículo tan solo unos segundos después de que él terminase de desvestirse. Pero la mujer entró muy diferente a como había salido.

Isabel regresó con una sonrisa pícara en el rostro, pero de la que el muchacho apenas se percató ya que su mirada fue directa a los pechos de esta, que pese a estar cubiertos por un sujetador negro que los mantenía alzados y apretados formaban la imagen más sugerente que había visto.

Aprovechando la parálisis del chico, Isabel se colocó sobre este, dejando sus pechos muy cerca de su cara y pegando su sexo, cubierto por un tanga de color negro y de tela muy escasa, sobre el erecto pene del chico.

-         ¿Te gusta mi conjunto?- preguntó Isabel pegando sus suaves pechos de piel clara sobre los pectorales de Sergio, al tiempo que mordisqueaba con suavidad el cuello del adolescente.

-         Estás impresionante- dijo el chico con la voz un poco temblorosa ya que los leves movimientos de cadera que su tía estaba haciendo para estimular su pene con la parte delantera de su tanga lo estaban poniendo aún más excitado.

-         ¿Qué te apetecería que hiciese por ti ahora mismo?- preguntó la mujer.

-         Que me la chupes- dijo Sergio agitado, provocando una nueva sonrisa en la mujer. Estaba convencido de que aquella sería la primera petición de su sobrino.

Isabel descabalgó lentamente de regazo de su sobrino para  una vez estuvo acomodada a su lado inclinar la cabeza sobre el erecto sexo de Sergio. La experta mujer agarró la dura verga del muchacho con la mano derecha para usar la izquierda para acariciar con suavidad los hinchados testículos.

Sergio comenzó a gemir de placer desde el momento en que notó como la lengua de su tía recorría toda su verga, soltando gemidos aún más intensos cuando notaba la suave lengua de la mujer lamiendo el sobresaliente y rosado glande en el que estaba acabado su pene.

Isabel disfrutó chupando aquel pene joven y lleno de vida, entreteniéndose en recorrer las hinchadas venas que recorrían aquel falo, antes de que finalmente se decidiese a meter el grueso glande en su boca.

Durante los primeros instantes de la mamada Sergio no pudo hacer otra cosa más que relajar su cabeza en el asiento del coche y mirar al techo extasiado por la gran cantidad de sensaciones placenteras que estaba recibiendo.

Tras aquellos minutos de deleite, Sergio usó su mano izquierda para comenzar a quitar el sujetador de su tía, y así poder comprobar cuanto de firmes estaban los pechos de la mujer si se le arrebataba el sostén.

Isabel, que notó las intenciones de su joven amante, decidió ponerle aún más complicaciones a su sobrino, aparte de tener que valerse solo con su mano mala, la mujer comenzó a usar todas sus habilidades orales para que el muchacho no pudiese concentrarse: mordisquitos en el glande, pasar la lengua justo por la puntita por la que salía el líquido preseminal, succionar suavemente, hacer que el glande del chico llegae hasta su garganta…

Después de unos minutos, Isabel levantó su cabeza muy orgullosa de si misma, ya que había logrado que su sobrino no contase con la habilidad suficiente como para desabrocharla el sujetador, en gran medida por sus tácticas de distracción.

-         Muy mal vamos si no le sabes quitar el sujetador a una chica- comentó la mujer.

-         Porque no me dejas concentrarme- replicó el chico entre extasiado por el placer recibido y frustrado por aún no haber logrado ver los pechos de su tía.

-         Vamos a jugar a un juego, cierra los ojos- ordenó la mujer, y el chico, convencido de que no se arrepentiría obedeció.

Isabel no perdió el tiempo y se estiró para coger un pañuelo para el cuello de negro para usarlo de venda y que su sobrino no pudiese ver absolutamente nada.

-         Si te lo quitas antes de que yo diga se acaba el sexo, ¿está claro?- preguntó la mujer que no estaba dispuesta a ceder las riendas de la relación.

-         Sí, no me lo quitaré- aseguró el muchacho. 

Ya con la promesa de que su sobrino no haría nada indebido, Isabel se desabrochó el sostén, cayendo este sin remisión quedando los redondos y firmes pechos de la mujer al descubierto.

La dominadora de aquella relación se aguantó sus deseos de acariciar sus grandes y rosados pezones para antes de eso quitarse también el tanga negro que cubría se sexo de labios grandes y rosados y en aquel momento totalmente empapado por lo caliente que se estaba poniendo la situación.

Una vez desnuda de manera integral, la mujer volvió a sentarse sobre el regazo de su sobrino, acariciando el pubis de esta de la mujer, que tenía un poco de pelo rubio algo más oscuro que el de su cabeza, contra la hinchada verga del chico.

Isabel, complacida con la reacción del muchacho cuyo corazón comenzó a bombear con más fuerza de la habitual cuando sintió los suaves y redondos pechos de la mujer sobre sus pectorales, comenzó a usar las manos para acariciar los costados de Sergio, mientras que no dejaba de mover sus caderas, al tiempo que notaba como la punta del pene de su sobrino cada vez soltaba más líquido preseminal.

La mujer no tardó en sentir como los calores subían a su cabeza ante la excitante situación en la que se había visto envuelta, en gran medida porque ella lo había buscado. Isabel no pudo resistirse por más tiempo y comenzó a besar y chupar del cuello de piel clara de su sobrino, al tiempo que acariciaba su nuca e iba poco a poco desatando en nudo que permitiría a Sergio ver su cuerpo desnudo por primera vez.

Tal y como Isabel esperaba, al primer lugar al que fueron los ojos de su sobrino fue a sus redondos y seductores pechos, los cuales aún se mantenían firmes gracias a los ejercicios que hacía cada mañana antes de ir a trabajar y a algún que otro arreglo de cirugía estética.

Lo segundo que fue directo a sus senos fue la mano izquierda del muchacho y su boca ávida de mamar de aquellos generosos pezones, en los que se fue turnando, para saltar del pecho izquierdo al derecho sin conseguir decidirse cual le gustaba más.

Isabel no pudo controlar sus gemidos durante mucho rato, ya que el sentir la inexperta lengua de su sobrino sobre sus pechos la puso extraordinariamente caliente, ya que estaba casi segura, por la técnica que estaba empleando, de que aquellos eran los primeros senos que tenía la posibilidad de examinar. Aun así la mujer mostró su dilatada experiencia moviendo con suavidad sus caderas, proporcionando para sí una agradable sensación al frotar su hinchado clítoris rosado con el grueso y venoso falo con el que contaba Sergio.

-         ¿Quieres saber otro motivo por el que te va a ir mejor hacerlo conmigo que con tu prima?- preguntó al muchacho que no sacó la cara de los pechos de su amante, tan solo contestó afirmativamente moviendo la cabeza y alzó la mirada para poder ver la expresión de su tía- Porque conmigo no vas a necesitar usar preservativo.

-         ¡Quiero metértela ya!- dijo el chico con urgencia, ansioso por probar lo que se sentía al meter su verga en el interior de una mujer.

Isabel, que ya consideraba que había hecho esperar a su sobrino más que suficiente, durante aquella tarde, le sonrió con amplitud y se apoyó sobre sus rodillas hasta dejar sus pechos en la cara de su amante, que la miró ansioso cuando notó como su verga estaba ya apuntada sobre el caliente y empapado sexo de la mujer.

Sergio gimió de placer al sentir como su verga era tragada centímetro a centímetro por el caliente, y sorprendentemente apretado, sexo de su tía. La mujer, a diferencia de su joven amante no gimió de placer hasta que sintió como todo el pene de su sobrino había sido capturado por su vagina, momento que aprovechó para inclinarse sobre el joven y besarle los labios de manera apasionada.

Sergio, que no esperaba una cosa así, no tardó en reaccionar y abrir bien los labios para que la habilidosa lengua de su tía pudiese adentrarse en su boca y así esta pudiese darle una valiosa lección de cómo besar.

Isabel, al mismo tiempo que se dedicaba a besar los suaves labios de su sobrino, comenzó a cabalgar con lentitud sobre la verga que en aquel momento la estaba penetrando, no tardando en sentir sobre su nalga derecha la fuerte mano izquierda de su sobrino que apretó con fuerza el duro trasero de la mujer haciendo que esta soltase un ligero quejido de dolor ante lo que el muchacho soltó su presa.

La mujer, complacida porque su amante fuese tan obediente con sus deseos, lo besó aún con más pasión mientras que cabalgaba con mayor entusiasmo para que las sensaciones placenteras de Sergio se incrementasen.

El muchacho no tardó en comenzar a poner de su parte moviéndose él también para que las penetraciones fuesen aun más profundas en la caliente y estrecha vagina de su tía, que apretaba con mucha fuerza su grueso pene, lo que hacía que se sintiese en la gloria.

Isabel quedó muy complacida al ver que después de unos minutos de intensas penetraciones el muchacho no parecía apunto de correrse, lo que la hizo sonreír.

-         Estás aguantando muy bien para ser tu primera vez- comentó acariciando el pelo castaño de su sobrino, ligeramente sudado por el esfuerzo.

-         Ya estoy a puntito de correrme, tía- avisó el muchacho.

-         Hazlo cuando creas, no te preocupes por mí- dijo la mujer con la voz un poco quebrada ya que ella también estaba muy cerca de obtener su orgasmo.

El adolescente, nada más escuchó aquello de boca de su tía, comenzó a moverse con mayor rapidez buscando su ansiada eyaculación. Había pasado casi un mes desde la última y desde que su tía se le había insinuado no había dejado de pensar en lo genial que iba a ser descargar por fin.

Después de una veintena de embestidas, el cuerpo del muchacho se puso rígido, momento en que Isabel clavó su vista en los extasiados ojos del muchacho, al tiempo que notaba como su interior se iba llenando del cálidos esperma de su sobrino.

La mujer, que mantenía relaciones sexuales más o menos estables con un compañero de su trabajo, quedó impresionada ante la gran cantidad de esperma que su sobrino estaba soltando, si bien la polla de su amante habitual era algo más grande que la de su sobrino este la tenía bastante más gorda y sus eyaculaciones eran mucho más abundantes, con lo que pensando en como haría para decir a su compañero que había encontrando a otra persona para satisfacer sus necesidades sexuales, comenzó a cabalgar con desesperación en busca de su orgasmo.

Isabel tan solo necesitó unos segundos para sentir como su clítoris era frotado por las aún hinchadas venas del falo de su sobrino para soltar un amplio gemido de placer, mientras que su cuerpo comenzaba a sufrir espasmos y sus fluidos a cubrir la verga de Sergio, que poco a poco fue perdiendo dureza y tamaño.

-         Esto ha estado muy bien, tía- dijo el chico sudando pero muy satisfecho- tener esto una vez a la semana será suficiente- anunció temiendo que tensar la cuerda pudiese desembocar en no volver a repetir.

-         Vale- dijo la mujer sacando lentamente la polla de su sobrino de su sexo, para a continuación inclinarse y lamer la mezcla de fluidos y semen que había sobre el pene de Sergio- aunque creo que tú llevabas razón, eres un chico joven, que menos que que descargues un par de veces por semana- dijo después de lar una lamida, levantando un poco la vista y guiñando un ojo al chico.

-         ¡Joder tía Isabel, eres la mejor!- aseguró el muchacho contentísimo.

-         Ya lo sé- dijo sonriente la mujer- cuando lleguemos a casa les dices a tus papis que hemos llegado tarde porque te he dado unas lecciones de conducir, ese será mi regalo oficialmente.

-         ¿Y que tal he conducido esta tarde?- preguntó el muchacho.

-         Bastante bien, aunque necesitas más práctica- respondió la mujer para acabar con una risita.

 

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