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Flora y familia

en Dominación

1

Me llamo Flora y soy ya toda una adolescente. Mi cuerpo se ha desarrollado espléndidamente, con unas tetas fenomenales y mi carita de ángel. No hago más que leer relatos eróticos en internet. Me encierro en mi habitación y me masturbo durante horas. He aprendido mucho sobre dominación y sumisión. Me gustaría ser la perra de un hombre maduro que me obligase a obedecerle siempre. Hasta hace poco, estaba muy enfadada con el mundo, siempre de mal humor. Mis padres y mi hermano Hugo ya no sabían qué hacer conmigo. Pero las cosas han cambiado, porque me he dado cuenta de que disfruto fantaseando con que soy la esclava de la casa.

Ellos no tienen ni idea de por qué, pero ahora soy otra. Mi transformación les ha encantado, porque ya no les discuto y lo que ven como amabilidad no es más que sometimiento. Estoy entrenándome para cuando esté a la absoluta disposición de mi amo. Y qué mejor que aprovechar lo que la vida nos pone cerca: las pollas de mi padre y de mi hermano acabarán alojadas en mi cuerpo de puta salida. Y las tetas y el coño de mi madre también me ponen mucho, y tendrán que rendirse a los caprichos de mi hermano, además de a los de mi padre, su dueño. Poco a poco voy a lograr que seamos una familia unida por el sexo y el vicio.

El mejor camino para alcanzar el placer es comportarme como la hijita inocente de la casa. Me muestro ante mi familia como si no fuese ya toda una mujer, paseándome por las habitaciones con mi braguita y mi camiseta de tirantes minúscula y gastada por los años. Al menor movimiento, mis grandes tetas se manifiestan y son el centro de las miradas de mi padre y mi hermano, que actúan como si no pasara nada, pero sus paquetes les delatan. Mamá no dice ni una palabra al respecto, porque a su manera también es la esclava de la casa y disfruta sirviendo a su marido y a su hijo sin rechistar. Es mi modelo. Además se conserva muy bien, aunque viste más recatada que yo.

Estoy todo el tiempo fijándome en las cosas que pueden necesitar papá y mi hermanito, desde la mañana a la noche. Cuando se levantan, acudo a sus cuartos a ponerles las zapatillas, arrodillada. Les hago las camas, les sirvo las comidas y las bebidas, les preparo y ordeno la ropa, les hago masajes, les abro las puertas, les sonrío siempre… Ellos se dejan hacer encantados, yo voy perfeccionando mi entrenamiento, y mamá se ve descargada de muchas de sus tareas.

Creo que, igual que me parezco a mamá en el extremo volumen de mis pechos, he heredado de papi un don: las cosas suceden como yo deseo, simplemente porque de algún modo influimos en nuestro entorno con más fuerza que el resto. Me convenzo firmemente de ello y me pongo manos a la obra.

Me siento en el regazo de papá y le acaricio la mejilla dulcemente mientras le digo:

  • Papi, yo creo que mamá no debería vestir por la casa tan tapada. Aún es joven y guapa, y estaría genial que mostrase un poquito sus encantos, para que tú estuvieses contento y satisfecho de tener una esposa tan atractiva.

  • Qué diablillo eres, ¿a ti qué más te dará si tu madre va más o menos tapada?

  • Lo he pensado por ti, papá.

Noto su erección evidente mientras me río inocentemente abrazándolo. Dicho y hecho. A mi padre le ha parecido una buenísima idea, y mi madre y yo ya nos mostramos las dos semidesnudas en el seno del hogar. Estamos los cuatro en la cocina y me acerco a ella.

  • Estás preciosa, mami.

  • Ay, gracias, Flora, tú sí que eres un bomboncito, hija mía.

Le doy un besito en los labios. Está ruborizada y mojada. Mi hermano nos ha estado mirando muy interesado, y también se acerca a besarla con lengua, el muy guarro. Mami, con su silencio acostumbrado, no puede disimular sus pezones endurecidos. Yo aprovecho mientras para agarrarle la polla a papá sobre el pantalón, como por descuido. Luego continúo con mis tareas.

En un rato, oigo que llaman a mi puerta. Es papá.

  • Flora, pequeña, vengo a ayudarte con los deberes…

  • Muchísimas gracias, papi, ven, acércate.

Permanezco sentada en mi silla, con él de pie a mi lado. Su paquete está muy cerca de mi cara. Él mira descaradamente mis tetorras a través de mi escote. Posa su mano en mi hombro desnudo mientras su polla crece. Mi hermano entra también en la habitación, con la excusa de ayudarnos con las tareas. Se pone de pie al otro lado y también apoya su mano en mi otro hombro. Como quien no quiere la cosa, estiro un poco mi camiseta para que vean mejor mis pezones. Sin decir nada, los dos apoyan sus paquetes hinchados en mis mejillas y los refrotan admirando mis grandiosos melones de furcia sin remedio.

Mamá nos llama a comer. Papá se sienta junto a ella y la besa con pasión, enfebrecido por haber frotado su paquete con mi cara. Yo estoy entre mi padre y mi hermano y no puedo evitar acariciarles la entrepierna bajo la mesa, mientras sonrío a mamá, que come frente a mí. Mi hermano mira a mamá y le dice que está muy guapa. Ella se vuelve a ruborizar y sus pezones se clavan de nuevo en su reducida ropita. Todo está sucediendo rápido: los dos varones de la casa reciben mis caricias encantados, y mami se deja llevar, sumisa y dócil.

Recojo, limpio, friego y acudo al salón, donde el resto está viendo la tele en el sofá. Me recuesto en la alfombra a los pies de papá. Le miro y me sonríe. Su polla vuelve a crecer. Mi hermano apoya su cabeza en el regazo de mamá, que le acaricia el pelo. Veo que su paquete también está a punto. Papá se desfoga de nuevo besando a mamá. Pero hay algo nuevo en su actitud: me está cogiendo fuerte de la nuca. Me encanta el suave dolor que me produce. Necesito que me apriete más, sentir su fuerza, que me arree unas cuantas hostias, que me ponga roja la piel de mis grandes ubres, de mi trasero, de mis mejillas de chiquilla inocente.

Papá me está apretando tan fuerte para excitarse más mientras besa a mamá. Vuelvo mi cabeza hacia el sofá y veo que Hugo tiene agarrada a nuestra madre de la muñeca. Papá ha dejado de besarla y no me suelta la nuca. Mi melena oculta a mamá la fuerte mano de su marido, aunque ella está más atenta a las evoluciones de su hijo, que se le ha acercado hasta tenerla apresada con su cuerpo. Entonces papá me envía a por una cerveza. De reojo veo que mi hermano aprovecha para coger a mamá de las dos muñecas sobre sus tetorras, sin que ella se inmute.

Papi entra en la cocina tras de mí. Me vuelvo hacia él, sonriente.

  • Papi, sabes que soy tu hijita para lo que quieras. Me encanta que me aprietes la nuca así de fuerte.

  • Eres un encanto, mi pequeña Flora. Estás para comerte.

Me vuelve a apretar, ahora de la cintura. Saco mi lengua babeando, con los ojos entornados. Papá me agarra fuerte del culo, restregando su paquete contra mi vientre. Me arrodillo ante él.

  • Utilízame, por favor. Trátame con toda la violencia que quieras, papá…

Me saco mis grandes tetas, le lamo los zapatos, me humillo para que sea consciente de que estoy ahí para ser usada como un trapo, como su trapo en propiedad, como su pared de puñetazos, uf.

Papi se limita a agarrarme de las tetorras y retorcerme los pezones, y luego volvemos al salón, con su cerveza. Hace un hueco en el sofá entre él y mamá, para que me siente. Mamá respira rápido. Sigue teniendo las muñecas agarradas por mi hermano. Mi coño de puta arrastrada se estremece al verlos. Papá me posa la mano en el muslo y empieza a apretar. Seguro que me hace un moratón. Me está marcando y me encanta. Mi hermano se da cuenta y le muerde el cuello a mamá. Todo hierve.

Mamá tiene otra vez los pezones erectos por el mordisco de mi hermanito. Papá los ve.

  • Querida, está claro que eres una zorra barata.

  • ¿Pero por qué, mi amor?

  • ¡Estás excitando a tu propio hijo, puta!

  • Perdóname, por favor. Ha sido sin proponérmelo…

  • Mereces unos azotes ahora mismo.

  • Es cierto, tienes toda la razón, querido. ¿Podría dármelos nuestro pequeño Hugo, para que tú no te tengas que molestar?

Papi les deja jugar, porque está más interesado en mis braguitas, que retiro a un lado, mostrando los labios de mi coño de cerda. Estoy tan mojada que me voy a correr sólo de ver el paquete de papá.

  • Papi, creo que yo también merezco un castigo, por haber sugerido que mamá vistiese como una vulgar buscona…

Papá me coloca sobre sus rodillas. Tengo la cara de mamá frente a mí. Los fuertes azotes que nos dan en el culo nos obligan a sacar las lenguas y juntarlas. Me gusta saborear la boca de mi madre, para ayudarle a soportar el dolor de sus nalgas. Mi padre y mi hermano no pueden parar ya. Se sacan las vergas y nos las clavan en nuestros coños sin compasión. Ya tengo mi vagina de niña rellena por la polla de un amo, el mejor que podría desear. Me siento plena, realizada y muy contenta.

Papá me dice que soy una buena hija mientras me atornilla con su polla. Yo muerdo la lengua de mamá, encantada de poder demostrar por fin que soy la más puta de la casa. Mami gime sin protestar, con la polla de su hijito dentro. Mi hermano se dirige a mí mientras sigue follando con mamá.

  • Flora, hermanita, no olvides que también eres mía…

Acerco mi mano a la polla de Hugo para ayudarle a bombear bien el coño de mami. Quiero que me usen los dos hombres de la casa, sin compasión, arrastrada, cosificada, emputecida hasta el extremo.

Me pongo a cuatro patas en el suelo abriendo mis piernas y mi hermanito se desliza debajo, metiéndome su pollón por el coño. Papá me la clava en el culo. Mami está ya totalmente enloquecida de placer: me ofrece sus tetorras para que las chupe, y su hijo le come el coño mientras sigue follándome.

Los dos hombres descargan en mí, mientras papá y mamá se besan con pasión. Nuestra familia está más unida que nunca. De hecho, estamos totalmente pegados. Lo limpio todo muy bien con mi lengua. Las vergas vuelven a endurecerse y me como la de papá mientras mamá se come la de mi hermano. Ellos están ahora sentados en el sofá y nosotras en nuestro sitio permanente a partir de ahora,  con las rodillas en el suelo. Me gusta que papá me meta la polla bien adentro, hasta tenerla entera en mi garganta. Me gusta aguantar todo el rato que papi quiera así, porque por fin soy de su entera propiedad.

Mamá también se come toda la polla de mi hermano y babea sobre sus tetas enormes. Le meto a mami el pie por el coño, y mueve sus caderas con entusiasmo. Tragamos nuestras raciones de semen, y mientras descansamos, pienso que la vida es más fácil para todos cuando dejas libres tus deseos.

Ahora está todo claro en casa. Mi hermano me usa como quiere, mi papá también, y mi sueño de tener un amo se ha visto superado, porque ahora tengo dos. Aunque veo muy claro que papá será siempre mi héroe, mi amo supremo, el dueño de mi cuerpo, mi mente, mis sentimientos y mi vida entera.

2

Mamá y yo ya no vamos simplemente sexys por la casa. Vamos mostrando nuestras enormes tetorras. Es nuestra obligación. Papá y mi hermano Hugo ya nos tratan siempre como las perras que somos, y estoy más feliz que nunca, marcada con las hostias que me dan, como a mami. Estoy orgullosa de haber provocado todo esto, primero vistiendo como una zorrita, después logrando que mamá lo hiciese también y luego dejando que todo fluyera rápida y correctamente.

Pero está claro que todo el mérito es de papá, que por fin ha liberado su gran don de dominante sin límites, con esa facilidad que tiene para que las cosas sean como él desea. Y lo que desea es tener a su servicio a todas las mujeres bellas y tetudas que la vida le regale. Hugo aprovecha las circunstancias todo lo que puede, y hace muy bien.

Siempre me he llevado muy bien con Olga, la hermana pequeña de mi madre, una joven tetuda con un cuerpo de vicio. Hoy ha venido a visitarnos. Aunque mami y yo hemos vuelto a tapar nuestras tetorras para andar por la casa, el ambiente que se respira es ya de total desinhibición. Papá y mi hermano no dejan de sobarnos mientras les servimos en todo, y mi tía se está empezando a dar cuenta. La he seguido al baño y la he pillado masturbándose. Primero se ha sorprendido, pero pronto me ha dejado que le ayudara a terminar, mientras yo le explicaba la situación.

  • Así, tía Olga, mueve ese coño tan rico. Ya has visto cómo son las cosas en casa ahora. Córrete y luego te presento como es debido…

Los amos han entendido que tenían otra perra más para jugar cuando la han visto aparecer, gateando desnuda junto a mí, con sus tetazas colgando. Mi hermanito ha sido el primero en animarse a azotárselas, y no ha dudado en sodomizarla tras ordenarle que abriese su culo para él. Mamá se ha puesto muy cachonda mirando cómo su hermana menor era usada por su hijo, y como es tan besucona me ha estado lamiendo la boca mientras me acercaba mi manita para que le metiera el puño por el coño. Papi la ha descubierto y le ha dado una buena ración de bofetones. Como yo estaba pegadita a mamá, he recibido más de uno, y casi me corro de gusto.

Papá estaba algo enfadado, porque siempre había querido follarse a su cuñada pequeña, pero su hijo se le ha adelantado, ahora que en casa las cosas son tan excitantes. Yo le he calmado un poco comiéndole la polla, mientras mami ha conseguido que Hugo cambiara de agujero, metiéndosela a ella por el culo. Entonces papá ha podido por fin violar a Olga a su antojo. Hugo se ha resarcido usándonos a mami y a mí. Mi hermanito es un semental y nos ha dejado a las dos bien rellenas.

La tía Olga está en un rincón, llorando. Me acerco a ella mientras nuestros dos amos descansan en las tetas de mamá. Olga sólo necesita que su sobrina favorita le dé un poco de cariño. Le acaricio suavemente el coño y me sonríe. Le beso con dulzura, moviendo mi lengüecita dentro de su boca, y mi mano empieza a empaparse con sus jugos. Le froto más fuerte y acabo metiéndole mi antebrazo en el coño. Es una puta babosa y se deja llevar, inundando de saliva sus tetorras. Esa boca necesita comer trancas y las va a tener. Papá y Hugo vienen en su ayuda y le meten las dos pollas hasta la garganta. La preciosa carita de mi tía se deforma grotescamente y verla asfixiándose me calienta mucho.

Mami empieza a morderme el coño y me lo froto con violencia en su cara de guarra. Entonces papá me agarra del cuello.

  • Mi pequeña Flora, ahora eres mi puta para todo. Me servirás de orinal, de cenicero, de saco de golpes. Te estás portando muy bien, niñita de mierda.

Mamá me muerde más fuerte y su hermanita se le mea encima de gusto al oír a papi tratar a su sobrina como la basura que soy. Mi hermano encula otra vez a mami.

  • ¡Sí, sí, hijo mío, soy tu esclava, toda tuya! ¡Necesito tu polla taladrándome!

Me sorprendo positivamente al ver cómo mi madre, siempre tan callada, está dando voces proclamando su posición.

Nuestros amos se vuelven a correr: papi en la garganta de su cuñadita y Hugo en el culo de mamá. Ya están relajados y me pongo al lado de Olga para beber la meada de papá entre las dos. Mi hermano vacía su vejiga también en mamá, su nuevo orinal.

Todo está en calma y las perras reposamos a los pies de nuestros dueños. Olga se queda a vivir con nosotros y me encanta tener a mi tía conmigo, porque es un encanto, pero sobre todo porque así papá y Hugo podrán elegir ahora entre tres zorras para follarnos y usarnos cuando lo necesiten. Mi clítoris se endurece y necesito frotarlo con el pie de papi. Él me da una patada y me aparta. Qué placer. Vuelvo. Otra patada. Me voy a correr de nuevo. Papá me agarra la cabeza y me empieza a estampar bofetones mientras sigue dándome patadas en el coño. Me deja la cara roja y blandita y me folla la boca hasta que nos corremos.

He descubierto que mi sumisión no tiene límites. Yo creía que la nueva situación en casa era la más perfecta, con papá y Hugo de jefes y mamá, Olga y yo de perras incondicionales. Pero poco a poco veo que cada vez que mami o mi tía no están siendo usadas por los amos, recurren a mí para que les atienda. Yo estoy encantada de servirles a ellas también, y cada vejación que sufro de cualquiera de los cuatro me hace sentir más y más útil.

Si, por ejemplo, estoy limpiando con mi lengua los restos del semen de Hugo en los agujeros de mamá, se acerca mi tía y me azota en el culo para que le riegue la cara con mi corrida. O si acabo de servir de orinal a papi, mamá me requiere para que le muerda las tetorras un buen rato. No tengo tiempo de pensar en mí, y estoy en un continuo estado de excitación, viendo cómo todos mis seres queridos disfrutan usándome a su antojo.

Papá siempre me tiene en cuenta, y cuando se está follando a la tía Olga me agarra del mentón, introduciendo su dedo pulgar en mi boquita, y me abofetea sin cesar hasta que se corre en las entrañas de su cuñada. Eso le ayuda a estar feliz y a descargar su adrenalina. Hugo quiere mucho a mamá y todo el día está metiéndole la polla por todos sus orificios. La banda sonora de la casa ya son sólo los azotes y los jadeos.

Mi hermanito se ha puesto a jugar con Olga. La tiene a sus pies con su polla ensartada en la garganta y le agarra de los melones para que no retire la boquita. Mamá y yo atendemos a papi, a la espera de sus órdenes.

  • A ver, vosotras dos. Me apetece llevaros de paseo como dos buenas perras. Poneos algo y nos vamos a la calle.

Mami se enfunda un vestidito corto y ceñido sin nada debajo, que le marca las tetorras y le tapa justo el culo, dejando sus preciosas piernas al aire. Yo elijo un mono también ajustado, con cremallera por delante, abrochada hasta la mitad para que mis tetazas se luzcan bien. Me marca perfectamente los labios del coño. Las dos vamos con sandalias de tacón alto, que nos obligan a mover el culo como dos verdaderos putones.

Los señores nos miran todo el rato. Papá nos lleva una a cada lado, agarradas de la cadera, sobándonos el culo y besándonos en la boca. Mi coño ha manchado ya toda la telita de la entrepierna y a mami se le ven caer churretones de flujo por los muslos. Papá está empalmado y necesita descargar. Nos arrodillamos en un rincón apartado de la calle y se la comemos entre las dos. De repente comienza a llover. Es una tormenta de verano. Papá aprovecha para regarnos con su semen y luego nos mea encima. Procuro tragar toda la orina que puedo para que nuestro amo esté satisfecho.

Continuamos paseando. La lluvia nos limpia un poco, y también nos empapa. Nuestras ropas se pegan a nuestros cuerpos y parecemos desnudas. Seguimos caminando abrazadas a papá, que nos agarra del cuello, satisfecho.

  • Sois mis cerdas viciosas, las dos. Vais a ser usadas por mí, sin límites. Vosotras, y todas las demás.

Nos estamos ahogando en sus manos, ilusionadas. Y tiene razón: está en su derecho de utilizarnos como quiera. Ha sido un paseo precioso en familia, con mi papi y mi mami. Estoy feliz, feliz.

Al llegar a casa vemos que Hugo ha terminado con Olga y la ha dejado atada, desnuda y pringada bajo la mesa. En cuanto ve a su mamá, la agarra por el pelo y se la lleva a rastras a su habitación. Yo me pongo a preparar la comida mientras papá descansa, y en un rato estamos los cuatro a la mesa, usando a tía Olga de alfombra. Le meto un tacón en el culo y festejamos todos sus gritos de dolor y de placer. Papá nos dice a mami y a mí que el sitio de Olga es también el nuestro, y bajamos al suelo, donde comeremos a partir de ahora. Es emocionante.

3

Llaman al timbre y acudo. Es una repartidora de una empresa de transportes que trae un paquete a nombre de papá. Aviso a mi amo para que firme. La chiquilla nos mira embobada y papi se dirige a ella.

  • Pasa, niña, tómate un café con nosotros.

  • No, no, muchas gracias…

Papá le coge de la barbilla y le hace entrar, sin más miramientos. Es una muñequita. Lleva puesta una camiseta corta que muestra su ombligo, una falda plisada y deportivas con calcetines blancos. Por su aspecto general, se diría que es menor de edad, pero unas tetas increíblemente grandes le delatan.

Papi le acompaña mientras le sirvo el café en la cocina. Olga y mamá permanecen con Hugo en el salón. La niña no se atreve a mirar nuestros cuerpos desnudos. Está temblando mientras sorbe de la taza. Papá le acaricia la mejilla, el cuello, el escote… Ella se empieza a calmar. Yo también me acerco gateando y le beso sus muslos de putita inocente. El amo le explica que en nuestra casa no utilizamos ropa por el calor, mientras le quita la camiseta y yo le libero de su falda y su braguita.

Papi le sienta ya desnuda en su regazo, mirando de frente a mí, con las piernas separadas a los lados. Le lamo el coñito. Lo tiene muy suave porque no le ha salido aún el vello. Se deja hacer y le gusta. Mueve rítmicamente la pelvis mientras le meto la lengua entre los labios de su vagina. Papá le tiene agarrada de las tetorras y ella saca su lengüecita para respirar mejor. Un hilillo de saliva se le escapa y resbala por su vientre.

Papá es un genio y en vez de hacer lo que cualquier otro hombre, en ese momento suelta las tetorras de la niña y me aparta de su coño de una patada. La pequeña, que está completamente cachonda, busca la boca de papá con la suya e intenta meterse su polla entre las piernas. Pero mi amo se pone de pie y la criatura cae al suelo. Al verla incorporarse un poco, papá se dirige a ella.

  • No te levantes, pequeña. Quédate ahí en el suelo, a cuatro patas.

  • Sí, sí, señor, perdone…

Ella obedece, mirándonos como una preciosa perrita asustada. Papi me ordena que acaricie despacio el coño mojado de la niña, mientras ella escucha lo que nuestro amo le está diciendo.

  • Ahora vamos a jugar a que tú eres la mascota de la casa.

La niña sonríe y lame los pies de papá, que con un gesto de su mirada firme me indica que acabe haciendo que se corra ya nuestra nueva perrita. Nada más, fácil, en su estado: le follo con mi mano hasta que se deshace.

Observo, cuando vamos los tres al salón, que la nueva adquisición tiene las tetas tan grandes que al gatear, sus pezones rozan el suelo. Su cuerpo menudo contrasta con esos melones increíbles y me da un poco de envidia, pero pienso en papi disfrutándola y me pongo contenta. Ya reunidos todos, papá se la folla por el culo y anuncia que va a ser la perra familiar. Le pide todos sus datos, por si la extraviamos, para poder recuperarla.

La niña sonríe con vergüenza al escribir su nombre, dirección y teléfono, mientras mamá le lame los restos de semen de su marido. Papá se dirige a mami.

  • ¿Cerda, te gusta nuestra nueva mascota?

  • Sí, claro, mi amo, es una preciosidad, te estoy muy agradecida por tu nueva iniciativa…

Yo me siento desplazada y eso me alegra porque mi humillación está aumentando. Hugo y papi están torturando a cuatro manos los enormes melones de la perrita y mamá se ha retirado a lavar la vajilla. Yo me acurruco junto a mi tía, que sigue atada pero aún alcanza para besarme con ternura en la boca. Le acerco mi entrepierna a las manos y me mete sus dos puños en el coño. Esa es mi Olga, tan encantadora. Siento que voy a reventar y me corro. Papá se da cuenta y se dirige a la nueva mascota.

  • A ver, niña perra, parece que mi hija se ha corrido sin mi autorización. Ve allí donde está con su tía y méales encima.

Olga y yo bebemos sus orines de perrita, mientras la niña sonríe, satisfecha por estar cumpliendo tan bien con sus deberes de mascota.

Hora de la siesta. Mami vuelve de hacer su tarea y se arrodilla junto a papá, que reposa tranquilo en su sillón. Hugo está jugando con su móvil en la alfombra. La niña perra dormita en un rincón del salón, arrodillada pero descansando sobre sus tetas gigantes. Mi obligación es que todo esté limpio y en orden, así que me acerco a papi y le susurro al oído:

  • Amo, solicito tu permiso para desatar a Olga y llevarla al baño para asearnos.

Él abre los ojos y asiente, sonriendo.

Meto en la ducha a mi tía y nos limpiamos, enjabonando nuestros cuerpos y compartiendo nuestras pieles. Ella sabe que yo estoy a su servicio y aprovecha para morderme los pezones y golpearme el coño. Bebo su meada y le doy las gracias. Me gusta que mi querida Olga pueda compensar los pequeños malos ratos usándome así.

Papá me ordena abrir el paquete que ha traído la niña perra. Se trata de varios conjuntos de lencería pornográfica, que nos ponemos mami, su hermanita y yo. Tangas y sujetadores que muestran nuestras tetorras y nuestros agujeros. Hacemos un desfile lésbico a tres, mientras Hugo nos graba con su móvil y papá encula a la perrita tetuda sin perder detalle.

Olga y mamá se van calentando y acabo recibiendo una buena paliza. Veo cómo papá se corre en el culo de la niña mirándome fijamente, extasiado. Estoy destrozada pero feliz. Hugo envía el vídeo a su grupo de contactos de clase. Son tres chicos y dos chicas de su edad que conocen a nuestra familia. Presiento que vamos a tener pronto nuevas visitas.

De hecho, el timbre suena al poco rato. Son los cinco chavales del grupo, que vienen a vernos, como si fuéramos un espectáculo circense. Papi grita con furia:

  • ¡Todo esto no tiene ni tres ni revés!

Mi hermanito se va con ellos. Mamá se viste como solía y se pone a ver la tele; su hermana recoge sus cosas y nos abandona; la niña va también detrás. Yo me retiro a mi cuarto, llorando. Siento que la situación había llegado a ser magnífica, pero papá ha decidido ponerle fin. Las cosas, parece, volverán a ser como antes.

Hugo vuelve a la hora de la cena. Todos estamos serios mientras mami nos sirve. Ella es la que rompe el hielo

  • Bueno, al menos estamos los cuatro y seguimos siendo una familia unida.

Mi hermanito le sonríe y yo miro a papá, que fija su vista en mis melones. Mamá abraza a su hijito y papi me acaricia la barbilla con cariño. Yo saco mi lengua para lamer sus dedos y me acaba agarrando del cuello. Mientras me trago su polla bajo la mesa oigo cómo chocan los cojones de Hugo en el coño de mamá, al sodomizarla tras haberle roto su ropa anticuada. Suspiro aliviada: me había equivocado y sólo había sido una nube pasajera en la mente de papi. Me agarran entre los tres y me destrozan, insertándome los hombres sus pollas con furia en mi coño y mi culo, y mami su puño tan rico hasta la garganta, ahogando mis gritos de placer.

Me sigo corriendo un buen rato tumbada en el suelo mientras apuntan sus meadas a mi boca, que bebo exhausta y feliz. Hugo se lleva a mamá a su habitación para que le atienda, y me quedo en el salón con papi.

  • Hija mía, he visto claramente que las cosas tienen que ser así. Tu madre, tu tía y tú sois unas verdaderas furcias y como tales os trataré.

  • Gracias, papá. Lo que dices es cierto y seremos las mejores putas que tengas nunca.

  • A partir de ahora me trataréis de usted, ¿entendido? Ahora limpia todo este desaguisado y vuelve aseada a mis pies.

  • Sí, mi amo. Le prometo que en un momento estaré lista.

Me afano en conseguir que en cinco minutos pueda volver a tenerme para su uso. Él está esperándome tranquilo, sentado en el sofá. Me arrodillo a sus pies, pero me agarra de las tetazas y me sienta junto a él, me rodea la cintura y posa mi cabeza en su hombro.

  • Estoy muy contento con tu comportamiento, mi pequeña hijita tetuda.

Me acaricia el coño suavemente y le pido por favor que me azote los melones. Él sonríe.

  • Una buena puta no debe pedir nada nunca, no lo olvides…

Sin embargo, me da unas cuantas hostias en las ubres que me ponen a cien. Estar de acuerdo con papá es un placer. Y estos ratitos a solas con él son una bendición para mí. Aunque sé que papi necesita para sentirse completamente feliz que seamos varias las putas a su servicio. La guapa niña repartidora se veía muy capaz de dar a mi buen amo el trato que merece, tan extremadamente tetuda, tan inocente, jovencita, obediente y torturable.

Al ver que busco y encuentro el papel donde la perrita ha escrito sus datos, papi me vuelve a sonreír. Su polla se ha puesto muy dura sólo con recordarla. Cumplo con mi cometido y me la trago entera, encantada de ver cómo papá enloquece follándome la garganta y explota de nuevo.

Ya es de noche y mami duerme con Hugo. He acompañado a papá a su habitación, he bebido su última meada del día y he salido en busca de la niña. Me abren y entro en la casa donde vive. Es como una alucinación: la chiquilla es una de las trillizas de la familia. Pero eso no es todo: ahora están dormiditas como ángeles y viven con su madre, una mujer aún joven y encantadora, que tiene las tetas más grandes todavía que sus hijitas. Esa casa debe de estar embrujada. La mamá de las niñas me dice con voz melosa:

  • Mi hijita ha vuelto a casa contando maravillas de su estancia con tu familia, preciosa.

  • Sí, señora, todo fue muy bien y su pequeña es fantástica. Pero me estoy quedando alelada por esos pechos tan enormes que luce usted, me ponen a cien. ¿Puedo acercarme?

  • Jajaja. Claro, tontita, ven, sácame las tetas.

Acabo subida sobre ella en su silla mordiéndole los pezones, ya erectos como dos torpedos. Pero ahí no acaban las sorpresas. Siento entre mis piernas que crece una polla de verdad, que surge de la chica. Es una hermafrodita. En un momento, me está atravesando. Me la ha metido hasta el fondo. Mi coño escupe fluidos que resbalan por sus piernas y nos comemos las bocas con entusiasmo. Bombea y bombea, qué placer.

Las tres niñas se despiertan con los ruidos que hacemos su madre y yo al follar y se acercan adormiladas a observarnos. Se pegan a nosotras y el placer de estar atornillada por la polla de la madre supertetuda se multiplica por mil con las manitas y las lenguas de las nenas, que nos recorren a las dos. La hermafrodita y yo nos corremos entre grandes espasmos, mientras las trillizas siguen abrazadas con sus tetorras aplastadas contra nuestros cuerpos, en un grupo que inmediatamente pienso que papi debe probar cuanto antes.

La niña perra, a la que distingo de sus hermanas por las marcas en las tetazas que le han dejado Hugo y papá, se pone bajo mis piernas a cuatro patas y abre su boquita para tragar el semen de su madre que escurre por mi coño. Me pongo a mear y las otras dos hermanas y su mamá vienen a beber con ella. Decido llevarme a mi casa a las cuatro.

En el camino, llamo a tía Olga para que acuda también. Tenemos que ser una familia unida y Olga forma parte de ella.

  • Tía, todo está bien de nuevo. Papá ya tiene claro que somos sus putas, y además estoy llevando a la repartidora, su madre y sus hermanitas. Acude enseguida.

  • Ay, cuántas emociones. En un momento estoy, querida sobrinita.

  • Nos vemos ahora. Ah, las órdenes de papi son que le tratemos de usted a partir de ahora…

  • Jajaja, qué caprichoso mi cuñadito, gracias por avisar… y tú no olvides que también estás a mi servicio, golfilla…

  • Sí, mi ama, perdone. Ya no lo olvidaré.

  • Así me gusta, pequeña guarra.

Ya va a amanecer y tengo que tener preparado todo para la presentación matutina. Olga me ayuda a colocar a la mamá y las tres cerditas en posición alineada, de rodillas, las piernas abiertas y las manos a la espalda. La madre hermafrodita hipertetuda se empalma de placer al ver cómo es tratada junto a sus hijas.

Dejamos a las trillizas y su progenitora listas y nos abrazamos hasta quedar dormidas, Olga y yo, sobre el sofá. Nuestros coños se besan con las piernas entrelazadas y nuestras salivas se intercambian al respirar con las lenguas alojadas en la boca de la otra.

Un leve ruido me despierta, indicándome que papi ya se ha levantado. Miro hacia las cuatro cerdas y permanecen en posición. Tía Olga acude a gatas a lamer la polla de su cuñado, arrepentida por haberse ido sin avisar de la que ahora es su casa.

  • Señor, estoy compungida por haberme marchado así, espero que lo entienda. En cuanto Flora me ha llamado, he vuelto a sus pies…

Papá le perdona a base de abofetearla con saña, mientras contempla el cuadro de las nuevas cerdas. Pido permiso para hablarle.

  • Buenos días, mi amo. Le he traído a estas cuatro tetudas como agradecimiento por tratarme como es debido.

Papá está encandilado con las enormes ubres de la madre. Saluda a la hija perra haciéndole tragar su polla y luego le ordena colocarse abrazada a su madre, que la penetra por el coño mientras papi le mete la polla en el culo. Papi y la hermafrodita se besan con pasión y él tortura los grandes pezones de esa cerda con polla.

Las otras dos niñas nuevas obtienen autorización para levantarse e inspeccionar la casa. Mi hermanito acaba de despertarse y está meando en la boca de mamá. Cuando las ve, las agarra del pelo y las arrastra con ella. Mami les da de beber de su boca y la meada resbala por las tetas enormes de las tres. Hugo las empala mientras les arrea unas hostias, y luego ellas comparten el semen del chaval, pasándoselo de boca en boca.

En el salón, papá ya ha rellenado de lefa los culos de la madre y la niña perra, y mi tía me acaba de dejar molida a orgasmos con sus puños en mi culo y mi coño. Ha vuelto a casa la normalidad.

Papi nos reúne de nuevo a todos. Mientras le escuchamos arrodilladas en el suelo, mi hermanito escribe en su móvil, enviando a su grupo unas fotos de todas nosotras: mami, Olga, la cerda con polla, las tres mellizas y yo. Siete esclavas tetudas, catorce ubres inmensas.

  • He decidido firmemente que la vida merece ser vivida así. No voy a volver a dudar. Sois mis siete cerdas, y haréis lo que se me antoje. Espero que seáis para mí las putas más arrastradas y las mejores esclavas, como lo venís demostrando.

Mami aplaude y todas las demás le secundamos. Una lagrimilla de satisfacción cae por mi mejilla, consciente de que he sido yo la que ha provocado esta situación tan feliz, ayudando a papá a liberar su valioso don y todos sus instintos.

4

Los amigos de Hugo no pueden tardar. Al poco, les abro la puerta. Son tres chavales y dos chicas tetudas, que en cuanto entran son recibidos por papi, que les pide disculpas por haberlos echado de casa y nos presenta a las siete cerdas. Mi hermano les dice a los tres chicos que no se anden con tonterías y elijan las esclavas que quieran para usarlas. Cada uno se acerca a una de las niñas trillizas, empalmados por sus tetas inmensas y sus caritas de ángel. Papá agarra a las dos compañeras de Hugo, que se dejan morder sus bocas mientras les arranca la ropa. Mientras, mami le lame los cojones para ponérsela más dura.

La tía Olga aprovecha para abrir su culo a la enorme polla de la madre cerda, que se la folla entusiasmada. Yo me acerco a mi hermanito, que está encantado de ver a sus amigos tan integrados, y le masturbo mientras se bebe un cubata. Entre papi y mami, las dos zorritas acaban perdiendo su virginidad y veo el brillo en los ojos de papá, contento por haber logrado dos esclavitas más para su harén. La casa está ardiendo de lujuria: nada menos que nueve perras para cinco amos.

A estas alturas ya me pregunto si todo lo que está pasando es fruto de mi imaginación o realmente existe el paraíso en la tierra. Papá me mira desde el sofá, sentado plácidamente con sus brazos rodeando a las dos chiquillas, que apoyan sus cabezas en su pecho, cada una a un lado. La polla de papi crece, sin dejar de mirar mi lujurioso cuerpo desnudo. Es como si de repente estuviéramos solos él y yo, y mi buen amo pudiera leer mi pensamiento. Quizás por el cansancio de tanta actividad, o por algún hecho mágico que escapa a mi corto entendimiento, el resto de la gente que está en casa permanece casi inmóvil, como hipnotizados.

Me acerco a papi, me recuesto sobre él y le beso en la boca. Su polla entra en mi culo suavemente. Estamos abrazados y encajados. Siento que soy suya, más que nunca. Me agarro a las tetas de las amigas de mi hermano y me quedo dormida, bien empalada.

Despierto sobre una cama desconocida, como de un hospital. Siento un leve dolor en las tetas. Aún algo atolondrada, supongo que por algún somnífero, levanto la sábana y me miro los pezones. Están los dos anillados con argollas. Me encanta verme así, como una sucia esclava, y acerco mis dedos a mi coño. Compruebo que mi clítoris está también adornado con otra argolla. Curiosamente ahí no me duele nada.

Sin darme tiempo a empezar a masturbarme, la puerta se abre y entra mami. Está preciosa, vestida con un minúsculo vestido rojo ajustado y unos taconazos. Mi coño de hija orgullosa se estremece al verla tan emputecida, tan cambiada, tan explosiva. Me besa en la boca mientras me estira de los aros de las tetas.

  • Hola, mi pequeña Flora. Tu padre está organizando las cosas a fondo, y ha ordenado que todas nos anillemos los pezones y el coño. Bueno, todas no. De sus nueve cerdas, la mamá con polla se libra del aro del clítoris, porque no tiene… A cambio, se lo ha puesto en la nariz.

  • Ay mami, qué contenta estoy. Y tú estás preciosa, así, tan emputecida…

  • Jajaja, anda, vámonos ya.

Salgo del hospital con mamá. Mientras vamos a casa en un taxi, pienso que quiero ser más que una puta perfecta para papá. De momento, ya he conseguido que mi familia se desinhiba por completo, y que papi, Hugo y sus tres amigos tengan dieciocho ubres pegadas en nueve cuerpos lujuriosos y anillados a su disposición. Pero debo mejorar.

Llegamos a casa y las cosas han evolucionado muy bien. Nos abre la puerta la mamá cerda, que se alegra tanto de verme que se le pone la polla tiesa. Lo cierto es que es una preciosa hembra, increíble, y más ahora, con sus argollas, a cuatro patas. Los cinco amos están descansando: Hugo sobre la tía Olga; los tres chavales con sus trillizas tetudas; y papi con las dos amiguitas de Hugo, con claras muestras de semen saliendo de sus narices.

Las observo con detalle. Estas dos chicas angelicales eran vírgenes hasta hace muy poco. Y en el corto tiempo que he pasado sedada, han cambiado de familia, de casa y de vida. Sus tetas son tan impresionantes como las de las demás esclavas de papá. Es un hecho clarísimo que mi querido amo tiene poderes. Y los está usando a base de bien. Es nuestro gran benefactor. Le debemos todo, y yo la que más.

Mami se retira con la mamá cerda a su dormitorio, donde les ayudo a follar ejerciendo de mamporrera. Pero papi me llama y acudo al instante, orgullosa de ser su fiel criada.

  • A ver, Flora, ahora sois tres hermanitas tetudas, porque he decidido adoptar a estas dos nenas. Vamos a besarnos los cuatro para sellar la novedad familiar.

Sus tres hijitas le lamemos la boca con suavidad, mezclando las cuatro lenguas. Su polla se endurece al contacto con mi culo y veo cómo acaricia los coños de las chiquillas. Los cuatro jadeamos, y yo recuerdo mi obligación de ser la más arrastrada de toda la cuadra. Mientras papi me está follando con dureza, hago que las otras dos me tiren de las argollas, fuerte, hacia los lados. Al verme tan entregada, papá empieza a abofetearme, primero suave y después con furia, enloquecido, guapísimo.

Mi cuerpo está en total tensión, a punto del orgasmo.

  • Mi querido amo, por favor, suplico su permiso para correrme…

  • Tú te aguantas, mi puta: antes tienen que gozar tus nuevas hermanitas…

Entre bofetón y bofetón de papá les meto mis puños en sus coños y agito los brazos. Ellas gritan de placer y me llueven hostias de los tres por todo el cuerpo, dejándome la cara y las tetas totalmente rojas, y los pezones muy doloridos por los tirones. Papá muerde las lenguas de las tres y ellas acaban corriéndose. Entonces él eyacula dentro de mí, sin dejarme terminar. De un puñetazo, me aparta de su lado y hace que las niñas vuelvan a abrazarle. Me alejo a gatas hacia mi cuarto y me acuesto llorando de alegría, por haber ayudado de nuevo a dar placer a papi y por aguantar mi orgasmo siguiendo sus órdenes.

La cerda con polla ha acabado con mamá y se mete conmigo en la cama.

  • Pequeña putilla, abre bien la boca, quiero mearte directamente en la garganta.

Trago todo el pis de su gran miembro y no puedo evitar agarrarme de sus enormes melones. Parece que eso excita a la mamá de las perritas y me folla con violencia. Es como si su enorme miembro me atravesara entera, todo mi cuerpo adolescente. Me alegro muchísimo de haberla encontrado. Mi coño late como un corazón, pero logro evitar correrme, siguiendo las órdenes de mi amo.

Igual que mami, caigo rendida hasta el día siguiente. Un grito de papá nos vuelve a reunir a todos en el salón. Mientras las perras servimos el desayuno a los amos, él nos habla.

  • He decidido convertir al grupo en el equipo de un centro de educación especial para niñas descarriadas.

En cuatro clics, mami encuentra el edificio idóneo, aislado pero cerca de la ciudad. Acaba de ser abandonado por una congregación religiosa y está en venta.

Los adultos del grupo son papi, mami, la tía Olga y la mamá cerda. Según el plan, ellos serán el equipo docente, con papi a la cabeza del cole. Hugo y sus tres amigos seguirán siendo nuestros amos, pero sólo nos usarán en horarios no lectivos. Las trillizas tetudas, mis dos nuevas hermanas y yo simularemos ser seis alumnas ya ingresadas en el centro. Comienza la diversión.

En cuanto acondicionamos todo, papá empieza a recibir la visita de familias con hijas problemáticas. No son más que niñas que no encajan bien en sus colegios normales, y los padres ponen sus esperanzas en el nuevo colegio. Bastan dos semanas para que estén matriculadas seis nuevas chiquillas encantadoras, por supuesto seleccionadas por sus tetorras y su belleza, que con nosotras formarán el grupo de doce, perfecto para tenerlas controladas individualmente.

5

Comienza el curso. El régimen es de fines de semana libres pero el resto de los días son de internado, para que los planes de papi se puedan desarrollar más fácilmente. Nuestro amo tiene muy buen ojo, y las seis zorritas escogidas son realmente espléndidas: con sus prematuros melones gigantes, cuerpos de pequeñas diosas y caritas de no haber roto nunca un plato. Todas vamos uniformadas igual, con nuestras blusas blancas, las corbatitas, las minifaldas y los zapatos de tacón.

Mami nos da la primera clase. Se presenta advirtiéndonos que no tolerará ninguna infracción a la disciplina del centro. Previamente, nos han colocado en pupitres dobles, con cada nena nueva a cargo de una de nosotras, las perras ya entrenadas y anilladas. Mamá está preciosa con su bata blanca cortita y sus taconazos. Ha dejado un par de botones del escote desabrochados y muestra buena parte de sus grandes ubres.

Las nuevas empiezan a ser domesticadas desde el primer momento. Tenemos órdenes estrictas de calentarlas y nos ponemos a ello. Roces, caricias, sonrisas, las dejan algo atónitas, pero cuando comprueban que mami les riñe cada vez que protestan, empiezan a dejarse hacer.

Mi compañera de pupitre se sobresalta un poco cuando le acaricio entre las piernas, pero permanece inmóvil. Poco a poco, va entornando los ojos. Ya la tengo. Le retiro a un lado la braguita y empiezo a masturbarla. Mis cinco cómplices hacen lo propio con las otras nuevas. Pronto el aula sube de temperatura. Mami se pasea entre las mesas observando nuestros avances, encantada. Una de las crías nuevas protesta en voz alta y mamá le calla de un buen bofetón. Están todas a punto de caramelo. Pero suena el timbre de cambio de clase.

Las doce nos arreglamos un poco los uniformes antes de que entre la tía Olga, subiéndonos las braguitas y acomodando las tetorras en su sitio. Es la siguiente profesora. En realidad no es mucho mayor que sus alumnas, y está realmente buena, con esas tetazas anilladas que se le marcan en la camiseta. Porque ha venido vestida de calle, sin bata. O más bien de hacer la calle, como una verdadera puta profesional: falda minúscula con raja a un lado, medias de rejilla y maquillaje de entrar a matar. Las zorritas nuevas ya están un poco curadas de espanto y no rechistan.

Se repite la situación de la clase anterior, ya sin ninguna protesta. Acabamos corriéndonos todas. Olga se acerca a ayudar a correrse a alguna rezagada, dándole a morder sus pezones con argollas. Las chavalas, exhaustas y encantadas, no acaban de entender todavía qué está pasando.

Tercera clase del día. La mamá cerda llega preparada, con una blusa de dos tallas menos y una minifalda que le oculta con dificultad su gran cipote. Como el resto de las profesoras, trae órdenes directas de papá, que dirige el proceso de emputecimiento de las niñas. Aunque es el primer día, las experiencias por las que han pasado ya les están dejando muy claro de qué va todo esto. Y la diosa con polla no les defrauda.

Mamá hermafrodita nos explica que el centro va a conseguir hacer de nosotras unas hembras de provecho, mientras saca sus enormes ubres anilladas y su enorme pollón, para asombro de todas las nuevas. Yo sé que se refiere a que las nenas rebeldes van a convertirse en las mejores esclavas cerdas para su uso y disfrute por parte de los amos que les correspondan. Las tres hijitas de la profesora salen al estrado y le practican unas buenas mamadas, mientras las alumnas vamos calentándonos de nuevo.

Una a una, todas vamos pasando a tragar la polla, mientras mamá cerda sigue totalmente empalmada y nos ayuda a engullirla entera. Las nuevas tienen un poco más de dificultad en hacerla desaparecer completa en sus bocas, pero acaban todas también con la cabeza bien empalada. Me toca el honor de ser la última, y creo que lo hago muy bien, porque la profe eyacula todo su esperma directamente en mi estómago. Lo que más contenta me ha puesto es que ha dejado que me agarrara a sus gloriosas tetorras mientras tragaba.

Hemos vuelto a nuestros pupitres. Las seis novatas están exhaustas, pero se les dibuja una leve sonrisa en la boca. La profe cerda, con las ubres aún fuera de la blusa, se ha recolocado la minifalda y nos anuncia que el director va a pasar a inspeccionar el aula. Todas debemos sentarnos sobre nuestras mesas, con las piernas abiertas y sin bragas; además, tenemos que sacarnos las tetas y poner las manos a la espalda.

Papi aparece por la puerta y nos saluda. Recorre la clase palpando nuestros cuerpos de niñas con tetas híper desarrolladas; a alguna de las nuevas le saca la lengua con su mano, y a las que tienen las tetazas más grandes les premia con unos azotes que se las hacen bambolear. Esto le gusta mucho a papá, porque se saca su polla dura y escoge a la cría más tetuda para que se la coma.

Mientras, nos explica a todas que su método para disciplinar a las niñas rebeldes es hacerlas adictas al sexo, hasta conseguir de nosotras unas verdaderas putas esclavas. Las tres cerditas, mis dos hermanas y yo gritamos juntas: “¡Muchas gracias, amo!” y las recién llegadas se unen a nuestras demostraciones de entusiasmo.

Los primeros cinco días de internado convierten a las seis niñas tetudas en dóciles zorras sedadas por el sexo diario, que incluye también una buena ración nocturna por parte de mi hermanito y sus amigos, que las visitan en sus habitaciones.

El viernes, antes de devolverlas a sus casas para el fin de semana, los cuatro miembros del equipo docente les instruyen para que no desvelen todavía los métodos de enseñanza ideados por papi. Pero sus cerebros rebeldes se han reblandecido lo suficiente para que las familias noten un cambio enormemente positivo.

El lunes siguiente, tras dejarlas en el aula, las seis madres acompañantes, que por supuesto se conservan estupendas y tienen unos buenos melones, se reúnen en el despacho de papá para mostrarle su agradecimiento y darle la enhorabuena. En ese ambiente de confianza, mi querido padre les hace acercarse a él, preguntándoles si le guardarán un secreto. Ellas, inocentes, se arremolinan a su alrededor. El ambiente se caldea. El grupo está tan cerca que sus ropas rozan entre sí. Papá les susurra una versión descafeinada de sus métodos, asegurándoles que son infalibles.

  • Simplemente, en este centro se deja a las niñas que den rienda suelta a sus rebeldías, y eso las amansa. Todo está controlado y ya habéis visto que empieza a funcionar…

Las madres, muy interesadas, escuchan a papá y respiran fuerte, haciendo subir y bajar sus melones inquietos. Ahora que papi está totalmente lanzado a explotar su don para someter las voluntades, ninguna mujer se le puede resistir.

  • La solución para cualquier conflicto es dejarse llevar por los instintos. Vuestras hijas van a acabar siendo totalmente dóciles, gracias a nuestros métodos y mi autoridad.

Ellas le escuchan ensimismadas y cada vez más excitadas. En ese momento llama mami a la puerta del despacho. Su clase ya ha terminado: el tiempo ha pasado rápido para las madres. Papá le da permiso para entrar, mientras las mujeres se separan un poco de su cuerpo, avergonzadas.

  • Hola, querida. Estas preciosas señoras están muy interesadas en mis métodos. No es necesario que disimules ante ellas…

Mamá se saca las tetorras anilladas y se coloca a cuatro patas en el suelo, su posición obligatoria ante su marido y amo cuando no hay que aparentar recato alguno. Las visitantes se escandalizan, más por costumbre social que por lo que realmente sienten.

  • Ahí tenéis. Esta es mi esposa.

Mami sonríe satisfecha. Las damas se van, confundidas y excitadas.

Papá deja a mami en el suelo y entra al aula donde está dándonos clase la tía Olga. En ese momento, una de las nuevas está en su regazo recibiendo unos buenos azotes, con el culo descubierto, mientras las otras observamos masturbándonos en pareja. Papi abre el culito de la niña y le escupe en el agujero. Olga le ayuda a empalarla, y todas acabamos orgasmando.

Esta semana comienzan las clases de entrenamiento físico. Es ya la clase de mamá cerda. Las doce alumnitas tenemos que descubrir nuestras tetorras y contar el número de hostias de nuestra compañera que soportamos. Por supuesto, las seis nuevas se rinden pronto, pero la hermafrodita les anima a soportar un poquito más y ellas acaban recibiendo también un buen cargamento de azotes en sus ubres, que quedan totalmente enrojecidas.

Luego la profe nos coloca en círculo y nos ordena pasear a gatas. Yo estoy encantada con que nos entrenen para eso, pero mi novata se queja de dolor en las rodillas. Casi me corro viendo como mamá cerda la arrastra por el pelo y la humilla delante de todas, meándole en la boca. Yo creo que está avanzando muy bien, porque acaba limpiándole la polla con afán. Cuando vuelve junto a mí, le doy cariño, metiéndole el puño en el coñito y la lengua hasta la garganta. La pobre se corre encantada.

Los días pasan muy rápido y ha bastado con dos semanas para tener a las seis niñas completamente domadas. Es ya el segundo viernes y papá nos reúne a todas para darnos instrucciones, antes de que vengan las mamás a recoger a las novatas.

  • Bueno, pequeñas. En estos quince días habéis avanzado muy bien y ya es hora de que al volver a casa este fin de semana, demostréis a vuestros padres y hermanos que lleváis la lección bien aprendida…

En la sala de espera ya están las madres, con los coños chorreando ante la perspectiva de volver a ver al señor director. Han venido preciosas, a cada cual más puta, maquilladas y vestidas en competencia para ver quién atrae más la polla de papi. Él entra antes que las nenas, para explicar a las señoras que los avances en el apaciguamiento de sus hijitas están siendo espectaculares.

Igual que hace cinco días, ellas se arremolinan devotas alrededor de papá, sin disimular ya su interés extremo por los métodos didácticos del centro escolar.

  • Vuestras nenitas tienen deberes para este fin de semana. Vosotras tenéis que ayudarles con la atención que deben prestar a los varones de la casa.

Aunque estas mujeres no acaban de entender en qué consiste todo eso, acceden inmediatamente a sacarse los melones cuando papá se lo ordena. La más atrevida le abre la bragueta y se mete la polla en la boca hasta la campanilla.

Es un espectáculo precioso. Papi está disfrutando de lo lindo, sobando a las señoras mientras se turnan para chupársela. Están totalmente entregadas y ha sido lo más fácil del mundo. Cuando acaba con ellas, les ordena arreglarse las ropas para recibir a sus hijitas. Las niñas entran y cada mamá besa a su pequeña en la mejilla. El ambiente es cálido hasta el extremo. Las pequeñas han aprendido en estas dos semanas a desviar sus tontas rebeldías al furor de sus coñitos, y sus mamis acaban de tener una buena ración de la polla de papá.

No hacen casi nada que aparente ir más allá de las muestras efusivas entre madres e hijas, pero los pequeños detalles delatan a estas diez hembras que ya no volverán a ser como antes. Rozan sus pezones al saludarse, aprietan sus manos más que de costumbre… Llegarán tan sensibles a sus hogares que los hombres de la casa van a sembrar su semen como nunca.

Mientras espero al tercer lunes de las clases, recibo mensajes y fotos de mi compañera de pupitre. Es una niña tetuda deliciosa, y ha aprendido muy bien a ser dócil y servicial. Su padre está muy satisfecho, sólo con habérsela follado. No sabe que pronto tendrá una verdadera esclava para su uso, encantada y dispuesta a ser humillada hasta el extremo que desee su afortunado papá.

Las trillizas y mis dos hermanas me muestran también sus mensajes. En un par de casas los hermanos varones también se han puesto las botas. Y en todas, las mamás consienten los incestos a la espera de volver a ponerse a los pies del director. Me gusta el caso de la niña tetuda que tiene también una hermanita: las fotos en su dormitorio enseñándole todo lo que ha aprendido son muy excitantes. Se muerden sus coñitos sonriendo, mientras se agarran con las uñas las ubres. Ese padre sí que tiene suerte.

6

Es lunes de nuevo, y mi hermano Hugo y sus tres amigos han manifestado interés por las madres emputecidas. Papá ha decidido que se unan a la cerda hermafrodita y preparen sus pollas. Cuando llegan las seis niñas con sus mamis, les reciben los seis en grupo. Las nenas acuden a clase, y cada miembro del equipo escolar agarra a una de las mamás.

La más afortunada es la elegida por papi, aunque ya había mostrado su valía chupándosela la primera, una semana antes. Casualmente, es la madre de mi compañera de pupitre. Se conserva como una veinteañera, y folla como si no hubiera un mañana. Papá le retuerce las tetorras, le agarra del culo, le muerde el cuello, la destroza. Otra afortunada es la madre que está probando con su coño el pollón de mamá cerda. Aplastan sus tetorras para besarse con más violencia y la pobre señora delira, ante un fenómeno de la naturaleza que nunca había imaginado probar.

Hugo y sus compañeros no dejan insatisfechas a las otras cuatro. Ha pasado una hora y tras la clase de mami, que ha tratado de cómo no debemos nunca defraudar a nuestros amos en nada, llega tía Olga con una bolsa llena de cuerdas. Las seis niñas van siendo atadas por nosotras, sus compañeras, para que aprendan los placeres de la inmovilización. Va ser una nueva semana intensa.

A estas alturas, las putitas nuevas y las veteranas ya somos un equipo compacto. Tras la clase de mamá cerda, que nos cuenta con todo detalle la orgía con las madres, las doce alumnas estamos muy calientes y antes de comer ya nos hemos enredado entre orgasmos. Mi compañera, de la que estoy muy orgullosa, habla por todas las niñas nuevas cuando pide que se les dé un trato igualitario. Solicitan permiso para visitar a papi y plantearle sus reivindicaciones.

Esa tarde, mi buen papá las recibe en su despacho. Ellas entran gateando y con las tetas fuera, según las normas del centro, y le piden su autorización para ser anilladas como nosotras. Papá les ordena acercarse mientras se saca la polla. Ensarta una a una sus cinco boquitas, comprobando que las niñas han aprendido a tragar perfectamente en tan solo tres semanas. Para descargar, elige el culo de mi compi, que ciertamente es la más lista y la que está más buena. Entre todas le limpian con sus lengüecitas, y se arremolinan para beber la meada que les regala después el director. Papá les explica que para poder llevar aros en los pezones y el clítoris, aún deben demostrar que pueden llegar a ser las esclavas incondicionales que se espera de ellas.

Me llama a su lado y se dispone a demostrarles qué quiere decir con eso. Tiemblo de emoción a la primera hostia. Qué placer, poder servir a papá. Me pega una paliza con una furia desatada, y estoy al borde del orgasmo sintiendo cómo me utiliza. A cada bofetón le pido por favor otro más. A cada puñetazo le doy las gracias. A cada patada vuelvo a con él para que me marque, me humille, me ponga en mi sitio. Amoratada, dolorida, feliz, recibo las embestidas de su polla, dura como el acero, que me taladra como siempre, mi coño, mi boca, mi culo que es suyo.

Las niñas observan con curiosidad. Desean poder llegar a ser tratadas así, sus coños se lo están pidiendo a gritos. Papi agarra las argollas de mis tetorras y las estira. Siento como si me fuese a arrancar los pezones y grito pidiendo más, suplicando. Luego tira del aro de mi clítoris y me corro sin remedio. Aún estoy convulsionándome con mis espasmos divinos cuando él les ordena que prueben a usarme igual.

Las niñas se me acercan y empiezan a magrearme, luego a hostiarme, se animan, me pisan, me clavan sus tacones, me arrasan, me orinan. Me dejan casi desvanecida en el suelo y le dicen a papá que van a llegar a ser como yo, para poder lucir sus argollas con orgullo. Son tan magníficas como hermosas, con sus caritas de ángel y sus ubres rebosantes de lujuria.

La semana continúa. Papá ha dado nuevas instrucciones al grupo de chavales. Por las tardes van degradando a las chiquillas, cada vez con menos miramientos. Un día les obligan a llevar pesas colgando de las pinzas de sus pezones, otro les colocan ganchos en las narices y les entrenan para tragar sus pollas durante horas, hacer tareas domésticas con los brazos atados a la espalda, correrse instantáneamente a una orden, etc.

Una sonrisa de oreja a oreja se dibuja el viernes en las caras de todas. Han disfrutado la semana como nunca en su vida. Sus mamis, que han venido dispuestas a recibir las directrices de papá, esperan con él la llegada de las nenas. El director está sentado en su butaca del despacho, con la tía Olga debajo, acolchando el asiento, y las madres en el suelo, ante él, con los melones fuera. Las seis hijitas entran gateando y cada una se lanza a los brazos de su mamá. Papá toma la palabra.

  • Ha llegado el momento de mostraros abiertamente tal y como sois ante vuestros maridos, padres e hijos. Ahora vais a masturbaros las unas a las otras.

La escena familiar conmueve tanto a mi buen padre que no puede evitar regarlas a todas con su semen, con la ayuda de su cuñada que le agarra la polla desde atrás. Luego les habla claro:

  • Vosotras seis, niñas, vais a ser las putas obedientes que se espera de vosotras en casa. Y vosotras seis, madres, seréis las mejores cómplices.

Luego se van, pringadas, encantadas y convencidas. Papá llama a las dos chicas que adoptó. Ese fin de semana se va a ir con ellas de viaje. Hugo se queda al mando del internado. Mamá, su hermana y la cerda de la polla son encerradas en una habitación. Los tres chavales vuelven a elegir a las niñas hipertetudas para sus juegos. Hugo me escoge a mí.

Gateo hasta él arrastrando las tetorras y le lamo la polla antes de tragármela entera. Mientras, él me habla, comentando las grandes novedades en nuestras vidas de las últimas semanas. Hace muy poco, éramos simplemente dos hermanos en una familia normal. Hugo no es tonto, y sabe que todo lo que ha pasado es porque yo alenté a papá a dar el paso. Ahora, él y su pandilla son realmente felices: sus tres amigos usando al gran grupo de tetudas que tienen a su disposición, y las dos chicas enamoradas de su nuevo padre adoptivo, mi papi.

Por no hablar de la magnífica evolución de mamá y su hermanita pequeña, que han pasado a ser unas esclavas perfectas, además de profesoras de sumisión de las seis nenas, ya convertidas en putas para todo. Y el hallazgo increíble de la mamá con polla y sus trillizas. Todas con las ubres enormes, como le gusta a papá, ese hombre mágico y valeroso.

Hugo me lleva a su cuarto, donde tiene un ordenador que conecta a la cámara de la habitación donde ha encerrado a las tres profes. Mamá está mordiendo las tetazas de la cerda, cuya polla bombea el culo de la tía Olga. La hermafrodita grita de placer, mientras arrea unos buenos puñetazos en el coño de mami y Olga le estira de la argolla de la nariz. Ha sido una idea genial encerrarlas, porque se lo están pasando en grande.

Esta escuela es el paraíso. El fascinante proceso de degradación de las zorras de mi familia primero, y de las que se incorporaron después, ha sido perfeccionado aquí con las niñas y las madres, con toda la facilidad del mundo. Seis niñas rebeldes que lo único que necesitaban era unas sencillas pautas, y seis mujeres adultas fascinadas por mi papi, como es natural. Ahora todas nos comportamos como deseamos íntimamente, siendo esclavas de nuestros amos y deseando ahogarnos con sus pollas en cuanto tenemos autorización.

Pero a mí lo que me sigue maravillando es la historia de la mamá con polla y sus trillizas tetudas. Recuerdo el día que esa hermafrodita fascinante me contó su vida. Mi coño no cesaba de manar. Cuando ella era una jovencita, todavía sin polla pero ya con los enormes melones que le adornan, quedó embarazada de sus tres niñas. A medida que sus hijitas iban creciendo, y con ellas también sus tres pares de tetorras inmensas, el clítoris de la madre hacía lo propio, hasta acabar siendo el pollón que hoy le cuelga.

Las cuatro vivían solas, financiando sus vidas con algunos trabajos, como de repartidora de la niña perra que vino a casa y fue enculada por papi nada más conocerla a ella y sus tetazas. El único contacto con el sexo que habían tenido las trillizas había sido el biberón, como llamaba su madre a follarles la boquita todas las noches hasta que tragaban y dormían como lirones.

Esa familia maravillosa se incorporó a la mía con gran naturalidad, igual que el grupo de amigos de Hugo, del que las dos chiquillas fueron pronto adoptadas por papi. Y nuestra bonita experiencia se está expandiendo por la ciudad, con las seis nuevas familias de punta de lanza. Ahora mismo estoy viendo a mi hermano, mientras le acaricio los pezones desde el suelo, cómo habla desde el ordenador con el padre de mi compañera de pupitre.

El hombre está que no cabe en sí de gozo. Su esposa ha experimentado una mejoría notable, y ahora le atiende en todos sus caprichos, siempre mostrándose sexy y servicial. Pero lo mejor es lo de su hijita. Aquella niña rebelde ha dado paso a un regalo del cielo. Ya es una experimentada esclava, que sabe complacer a su padre y nuevo amo. Mientras él habla, mi preciosa compañera permanece desnuda y arrodillada a sus pies, con los brazos atados a la espalda y la garganta rellena de la polla de su papá.

Me encanta ver la conversación de ese señor que no conozco con mi hermanito. Estoy segura de que en las demás familias todos estarán disfrutando igual. Me froto el coño con el pie de Hugo, que me permite esa licencia mientras vuelve a conectar con las tres cerdas. Nuestra madre, nuestra tía y la hermafrodita están durmiendo en el suelo, hechas un ovillo. Las miro con ternura, observando que tienen los puños metidos en los coños de las otras. Son felices.

Paso un fin de semana precioso, sirviendo a mi hermano en lo que se le antoja. Me encanta cuando se enfurece por cualquier cosa y me llueven sus hostias. Es tan fogoso que acaba corriéndose en cualquiera de mis agujeros y luego, tras mearme en la boca, se calma. Me recuerda mucho a papi. Los guapos amigos de Hugo también lo han pasado bien con sus tres cerditas, a juzgar por los gritos y los golpes que se han oído.

El domingo por la noche llega papá con sus dos hijastras. En cuanto se va el taxi, se colocan una a cada lado, a cuatro patas, para entrar al centro. Son unas buenas perras tetudas. Las miro a la cara con detalle y adivino el genial viaje que han tenido, sirviendo a su padre. Las dos se ven preciosas, con leves moratones, la mirada perdida y la lengua asomando entre sus labios de putitas, sonrientes.

A papi se le ve muy feliz. Le pido permiso para acercarme y me agarra de las argollas de los pezones para darme uno de sus achuchones. Soy su marioneta, su juguete para todo. Y me usa. Me muerde la lengua mientras me explora el culo con la polla y me arrea sus tremendos guantazos. Es el mejor padre que podría soñar. Cuando se corre en mi cara, comienza a contarme los detalles de su viaje.

7

Papá ha estado en el norte de Europa durante el fin de semana, con sus dos hijas adoptadas. Salió el viernes al mediodía, y ha vuelto el domingo por la noche.

  • ¿Recuerdas cuando llegaron las dos a casa, con sus compañeros de clase, después de ver los mensajes de tu hermano Hugo?

  • Sí, mi amo. De hecho, la primera vez que intentaron entrar ni los llegamos a ver, porque a usted le pareció conveniente no seguir avanzando…

  • Es verdad, mi zorra. Pero pronto me di cuenta de que las cosas debían ser como ahora, con todas las tetudas a mi servicio. Por eso, cuando volvieron de nuevo, no lo dudé y las adopté. Aunque os tenía ya a las siete, al ver a esas dos chavalitas supe que debía arrancarles la ropa y hacerlas también mías.

  • A mí me ha parecido siempre desde entonces que soy menos importante, al convertirme en una hija de tres, y no la única que era hasta entonces. Se lo agradezco mucho, mi amo, por poder sentirme más degradada y humillada.

Mis palabras emocionan a papá, que se vuelve a empalmar y me golpea las costras de semen de mis mejillas con su polla. Busco su capullo con mi lengua mientras sigue hablando.

  • Por supuesto que eres una escoria, y esa es tu dulce personalidad. Pero tus dos hermanas también han demostrado que saben complacerme. Cuando salimos el viernes, me atendían continuamente.

Papi me cuenta todo con detalle. Ya en el trayecto al aeropuerto, comprobó que sus dos hijas estaban perfectamente aseadas y vestidas según sus órdenes. Llevaban sus falditas minúsculas, sus tops ajustados, sus tacones altos, sus coños rasurados y sus plugs en sus culitos, de material plástico para pasar los controles sin dificultad. Sus coletas les daban ese aspecto aniñado que necesita papá, y sus enormes ubres rebotaban mientras acarreaban las maletas.

En el aeropuerto, esperaron sentados la llegada del avión, una a cada lado de su padre. Cuando le tocaba a una tragarse la polla, la otra cubría la escena con su cuerpo. La rubia azafata del mostrador se dio cuenta y se masturbaba en silencio. Como todas las mujeres que tienen que ver con papi, era una preciosa joven tetuda, cuyos melones se hinchaban mientras se tocaba mirando fijamente a los ojos de papá.

Ya en el avión, ocuparon un asiento triple que les daba bastante intimidad. Un viaje fuera de temporada no lleva demasiados pasajeros. Las dos niñas daban de comer a su papá, le limpiaban con la servilleta, le sostenían la lectura y se las arreglaban para ser taladradas con disimulo. En un momento nocturno en que una tenía el agujero del culo ocupado por la polla insaciable de su padre, y la otra le lamía el cuello y la boca, se acercó la azafata tetuda y susurró en perfecto español, con un dulce acento nórdico:

  • Señor, espero que esté teniendo un buen viaje con sus hijas. Le dejo aquí estos plugs anales que había por el suelo…

  • ¿Cómo te llamas?

  • Rebeca, señor. Y le confieso que me tiene loquita desde que le vi en el aeropuerto.

  • Eso ya lo sé. Quítate las bragas.

La guarra de Rebeca no podía evitar obedecer a papá. En un momento, sus tetorras al aire estaban siendo mordidas por él, mientras se la follaba con los brazos agarrados por las niñas. A papá se le ocurrió que su breve viaje sería más animado si esa putilla rubia les acompañaba, haciendo ver que era su esposa. Esa azafata viciosa iba a ser una buena guía turística. Dio instrucciones a las tres tetudas.

  • Durante nuestra estancia en este país, Rebeca será vuestra madre y nos enseñará los lugares más interesantes.

En el hotel, la suite que ocuparon los cuatro era un buen hogar provisional para esa pretendida familia de turistas. Las dos niñas llamaban ostensiblemente la atención, con sus ropitas de zorras traviesas, y su mamá de prestado no les iba a la zaga, ataviada con un atrevido vestidito que la mostraba totalmente explosiva.

Una de las dos crías atendía a papi en el baño, tragando su meada, mientras la otra aguardaba arrodillada junto a Rebeca a los pies de la gran cama.

  • Mami, ¿a que papá es un hombre maravilloso?

  • Ay, hijita. Mucho más que eso. Yo estaría dispuesta a cualquier cosa por ganarme su atención.

En ese momento, papi volvía con la otra hermanita gateando tras él. La visión de esas tres ninfas tetudas le dio una idea para jugar.

  • Ahora vais a luchar por mi polla. La garganta de la ganadora será ensartada y podrá correrse y tragarse todo mi semen.

Las tres perras empezaron a pelear. Se arreaban buenos puñetazos, se agarraban de los pelos, se revolcaban a mordiscos en la moqueta. Rebeca era una escandinava en muy buena forma, y pronto resultó vencedora, noqueando a sus dos hijitas. Con el esperma de papi aún caliente en su estómago, bajó con él al bar del hotel mientras las nenas se reponían de la paliza. El recinto estaba vacío. Se acomodaron en la barra. Una linda camarera muy bien escogida se acercó a atenderles. Bajo su uniforme minifaldero se marcaban dos grandes tetas, perfectas para servir a papá.

  • Ponnos dos de ron con hielo y sírvete otro tú.

  • Muchas gracias por la invitación, pero yo no puedo…

  • Obedece.

  • Sí, señor.

Rebeca ya sabía lo que iba a pasar. La chiquilla no tardaría en estar totalmente a merced de papá. Así funcionaba ese hombre tan atractivo, y ella debía seguir el juego. Se dirigió a la camarera, atrayéndola hacia ella agarrándole del escote.

  • Creo que has cometido un pequeño error negándote a la invitación de mi marido.

  • Lo… lo siento. Pero ya estamos aquí los tres bebiendo, son ustedes muy amables.

Papi intervino.

  • Mi mujer, mis dos hijas y yo estamos de turismo. Las niñas se han quedado a descansar en la habitación. Creo que debes poner tus melones en la barra ahora mismo.

  • Sí, señor.

La camarera se sacó sus tetazas y las apoyó como le había ordenado papá. Rebeca y él empezaron a apretar sus vasos contra sus pezones. La chica abría los ojazos como platos y sacaba la lengua, totalmente excitada ya por la dolorosa presión. Papi dejó su vaso a Rebeca y entró a la barra. La camarera tenía el culo en pompa y el tanga a la vista. Papá se lo retiró a un lado y la enculó. Rebeca seguía torturando las tetazas de la chica, que le ofrecía su lengua para morder.

Entonces entraron las dos niñas al bar. Al ver a sus padres en plena faena, se animaron a participar, aunque estaban bastante magulladas. El coño de Rebeca estaba chorreando y los puños de las nenas entraron juntos. Era como una coreografía: las sacudidas de las grupas de la camarera y de la madre se sincronizaban a la perfección. Papi acercó las cabezas de las cuatro, para sentir sus lamidos mientras descargaba en el culo de la chica, que no pudo reprimir un gran orgasmo, acompasado con el de Rebeca. Luego se dirigió a la camarera.

  • Eres una buena puta masoquista. Esta noche pásate por la habitación. Serás nuestra criada.

  • Gracias, señor, es un honor ser invitada a trabajar para esta familia tan agradable.

Luego se fueron a recorrer la ciudad, siguiendo las explicaciones de Rebeca. Las niñas estaban muy cansadas, pero al menor síntoma de fatiga, papá las animaba a base de hostias. Ellas le daban las gracias y seguían caminando pizpiretas sobre sus taconazos, moviendo sus culitos de zorras sin remedio. Rebeca a veces tenía que cortar sus explicaciones, porque su respiración se aceleraba cuando papi le arañaba el coño, le retorcía los pezones bajo el vestido, o directamente se la follaba en cualquier rincón.

Al anochecer, la camarera apareció en la puerta de la habitación, vestida convenientemente de doncella. La polla de papi despertó al instante, al verla tan jovencita, tan arreglada y pornográfica. Sonriendo con sus labios rojos, se levantó la faldita y mostró su coño, bajando la cabeza.

  • Muy bien, zorra. Sabes hacerte querer. Sácate las tetazas y al suelo, con mis tres putas.

La criada descubrió sus tetorras, mostrando sus pezones adornados con dos pinzas metálicas. No cabía duda de que era una esclava de las mejores. Se colocó junto a las otras perras y permaneció arrodillada con la boca abierta, deseosa de ser usada cuanto antes. La verga de papá se hundió hasta lo más profundo de su boca. Ella chupaba con ansia, mientras su cabeza golpeaba contra la pared a cada embestida.

Mamá azafata y sus hijitas se acercaron a acariciar y lamer a papá. Él se agarraba donde mejor le venía: la boca de una, las argollas de la otra, follando la cabeza de la chica cada vez más fuerte. En un momento dado, ella quedó inconsciente. Mi buen papi siguió follándosela, animado por sus cerdas, hasta que acabó cubierta, primero de semen y después de meada.

Papá se recostó en la cama y estuvo viendo una demostración lésbica extrema de su mujer e hijas, hasta que quedó dormido como un lirón. Rebeca y las niñas cayeron al poco, entre orgasmos de dolor.

A la mañana siguiente, la camarera volvió en sí. Tenía un fuerte dolor de cabeza, y recordó que había sido golpeada hasta perder la conciencia. Sonrió. Se vistió, dejando sus tetazas fuera, y se acercó a papá para darle un beso de agradecimiento. El frío de sus pinzas lo despertó, y le devolvió el beso, mordiéndole la lengua con pasión. Al rato, la familia feliz estaba desayunando, en su último día de viaje. La chica, ya reconvertida en camarera, les sirvió unos cafés, dejándose magrear por todos los miembros de la feliz familia hasta correrse en silencio.

El día transcurrió animado y tórrido, haciendo visitas de última hora. Rebeca soltó una lagrimita al despedirse, mientras papá le torturaba su coño de puta y las niñas le retorcían los melones. Antes de salir del hotel, pidieron a su papi decir adiós a la camarera, que las recibió encantada desde su puesto en la barra. Las niñas se pusieron a jugar un poco con ella, introduciéndole un servilletero en la boca y las botellas más grandes que encontraron, en el coño y el culo. Papá la miraba sonriente, y le regaló una tanda de bofetadas.

En el avión de vuelta, no hubo ningún incidente reseñable, excepto la amistad que hizo papá con una señora que viajaba con su hijita, follándose a las dos por todos sus agujeros, y la excepción que hizo con sus dos hijas, dejándoselas mientras al piloto y al copiloto, que las acabaron de masacrar en la cabina y felicitaron efusivamente al orgulloso padre.

  • Ay, papi. Has tenido un viaje tan lindo. Sé que soy la última basura de tu harén, pero me encantaría compartir un día contigo uno de esos hermosos viajes…

  • Todo se andará, putilla de mierda. Ahora bebe, voy a descansar ya.

8

Nuevo lunes. Papi es muy listo y ya lo imaginaba, pero a mí me sorprende ver que las seis familias acuden a la escuela al completo. Las madres y las hijas están definitivamente perfeccionadas, y ya saben que su sitio permanente es el suelo, junto a sus amos. Los padres se reúnen con el mío, atendidos por sus nuevas putas para todo, y brindan con champán, pese a que aún es de mañana.

Hoy no habrá clases. No hace falta ya. Las tres profes cerdas y el resto del equipo se unen a la fiesta. Los dos hijos varones de las familias curiosean por el edificio, encontrando a las seis alumnas originales, que atendemos sus caprichos en las habitaciones. Estos chicos han aprendido mucho, pese a su juventud, y les encanta masacrarnos las tetorras y utilizar nuestros orificios. Somos unas niñas con suerte.

Como también lo es Susi, la hermanita pequeña de otra de mis compañeras, que ya está iniciada en el arte de la esclavitud sexual, aunque no llega a la perfección de su hermana mayor. Deambula un poco perdida entre el grupo capitaneado por papá, hasta que él la ve y la arrastra del pelo hasta obligarla a lamer su culo.

La niñita, como todas las zorras que estamos en la órbita de papi, también tiene su par de melones, un poco arañados por su hermana, pero espléndidos. Una vez rellenados sus agujeros y bien repleta del semen de papá, éste la guarda en un armarito de su despacho con las bragas en la boca. Sus padres ven la jugada, pero saben que no deben alarmarse: su pequeña ha encontrado su sitio en la vida.

Después de la orgía, las familias pagan generosamente los honorarios del adiestramiento al director, que decide que sus vidas ya pueden continuar sin la ayuda de nuestro centro educativo. Al grupo original se ha unido la pequeña del armario, que pronto retoza en los jardines alegre, mientras se la sortean Hugo y los chavales. A mamá cerda también le gusta encularla, con ese coñito que aún está tan apretado.

Según las noticias que nos llegan de las familias de nuestras antiguas compañeras, todo está saliendo genial y ya están todas anilladas en sus pezones y clítoris. La vida familiar de estas gentes ha experimentado el gran cambio a mejor que les convierte en privilegiados, adelantados a su tiempo, dichosos.

El papá de Susi habla con el mío un tiempo después, para interesarse por su hijita. Mi papi le cuenta que está totalmente integrada con nosotros, hasta el punto de que pronto será anillada como una perra más. Aunque es la más joven de la cuadra, sus dotes de cerda esclava y sus ubres tan crecidas la hacen ser una mascota exquisita.

El señor se alegra mucho y le propone a mi papi que cuando Susi esté lista, se celebre una pequeña fiesta. Papá accede encantado, sobre todo al saber que la ceremonia contará con una selección de las antiguas compañeras de clase de la niña, que la echan de menos. Papá ha estado investigando, como siempre, y conoce el origen de la iniciativa: una joven profesora de Susi sospecha que tras su cambio de centro escolar se esconde algo más.

Papá me ordena vestirme para acompañarle a la anterior escuela de la nena. Yo llevaba bastante tiempo sin salir de nuestro cole, y me gusta volver a ver la ciudad. Me pongo una blusita atada a la nuca que sostiene mis tetazas a duras penas, un short vaquero deshilachado al que le queda poquísima tela y unas sandalias de tacón alto. A la polla de papá le encanta verme así y me ensarta el coñito antes de salir, agarrándome la nuca como cuando aún no era su esclava.

Llegamos al centro educativo, donde nos recibe la profe. Aunque viste bastante recatada, con falda hasta las rodillas, zapatos sin tacones y suéter asexuado, se adivina que está bastante buena. Me mira con curiosidad, mientras papá la seduce con sus palabras. En un momento, queda claro que va a ser él quien seleccione al grupo de niñas que irán a la ceremonia.

La joven ya ha caído totalmente en las redes de papi. Él, mientras le acaricia los muslos, le habla mirándole fijamente a los ojos.

  • Te sugiero que no vuelvas a llevar en mi presencia nunca ese aspecto tan convencional.

Ella titubea y le pide permiso para ir a arreglarse a su casa, que queda cerca. Papá le da diez minutos.

El cambio es glorioso. No es que estuviese bastante buena; es que era una diosa camuflada. Aunque oímos sus tacones acercarse al despacho, papi mantiene su polla en mi garganta, sentado en la butaca de la profe. Cuando entra, nos ve y cierra la puerta a su espalda, permaneciendo en pie, sin decir nada. Se ha soltado la melena, se ha maquillado, se ha puesto una gargantilla negra, y lleva un vestido de tirantes minúsculo, muy apretado, que evidencia el volumen de sus tetazas, casi fuera del escote.

Está cachonda. Se arrodilla a mi lado, agarrándome del culo y esperando con la boca abierta y la lengua fuera a que su nuevo amo le empale la mandíbula. En cuanto lo hace, yo aprovecho para sacarle las ubres y jugar con mis dedos en su coño encharcado, que acaba buscando mi mano engullendo mi brazo hasta el codo. El instinto de papá con las zorras tetudas es extraordinario.

Acudimos al gimnasio, donde se han reunido las ex compañeras de Susi para la selección. La mayoría son niñitas sin desarrollar, como corresponde a su temprana edad. Sólo hay cinco que responden a los parámetros buscados. Aunque están tiernas como el pan recién hecho, sus caritas de querubines contrastan de un modo especial con sus tetorras fabulosamente crecidas. La profe sugiere otra niña, que si bien es ya muy alta y muy guapa, aún no destaca por sus pechugas, como papi necesita. En todo caso, resulta añadida a las escogidas.

La profesora se compromete a obtener la autorización de las familias de las seis nenas, para su asistencia a la fiesta. Nos despedimos de esa gran zorra sumisa. Papá está feliz. Lo noto por su sonrisa y por su modo de follarme el culo nada más entrar al coche, sentada en su regazo como cuando era su niña. Con la marca de sus dientes en el cuello viajo hasta nuestro centro, hipnotizada por mi héroe, como siempre.

A nuestro regreso, Susi aparece de inmediato a besar los pies de su amo. Le damos a leer la lista de las seleccionadas y llora de contenta ante la perspectiva de ver a sus amigas. Papá se va a descansar con sus dos ahijadas y yo me acerco a servir a la mamá cerda, que me acoge la cabeza entre sus ubres, asfixiándome de placer, con la ayuda de mami y la tía Julia, que aprietan bien fuerte para sentir mi ahogo entre grandes orgasmos.

El día de la fiesta ha llegado. La más joven de nuestra cuadra va a tener su día especial de anillado. Hemos preparado una mesa con mantel en el centro del salón de actos, donde Susi permanece arrodillada a la espera. Por supuesto, los invitados especiales son sus padres y su hermana, que como el resto de la hornada ya está provista de sus argollas de perra esclava. Nos hemos juntado un montón de gente, entre mi familia y las otras cinco.

La profesora del antiguo cole de Susi llega con las seis niñas. Su entrada a la sala es recibida con aplausos. Y no es para menos. La muy zorra está buenísima, y más aún con el conjunto que se ha enfundado: un top de cuero negro que apenas sostiene sus tetazas, un pantaloncito a juego que más parece un tanga, y los taconazos. Las alumnitas lucen más angelicales, en formación a los dos lados de su profe, con sus mini uniformes sexys. Me fijo en la única fémina de la fiesta que tiene las tetas de un volumen mediano, la pobre.

Pero esa niña es especial, como era de prever. Al desfilar junto a su profesora, destaca por sus movimientos sensuales. Y cuando se acerca a saludar a Susi, se funden en un beso tórrido, largo, impropio de dos niñas de su edad. Los hombres no le pierden ojo y se le acercan, y ella aprovecha para frotar su culo en sus paquetes. Está claro que compensa su menor tamaño de pectorales con un instinto natural para mantener la temperatura adecuada.

El anillado delos pezones y el coño de Susi corre de la cuenta de su propio padre, que cuando tiene lista a nuestra nueva mascota no puede evitar probarla, ensartándole el culo con su polla. Las seis niñas uniformadas se arremolinan en torno a la pareja, curiosas y cachondas, y el resto se va uniendo al grupo. La profesora atiende con sus agujeros a papi, y el resto de putas nos dedicamos a servir a los amos como es nuestra obligación.

Retiro con mis dedos la cortina de semen que cubre mi cara, mientras la orgía continúa. La niña especial ha hecho buenas migas con la mamá cerda, que la tiene atrapada entre sus ubres. Centro mi atención en sus entrepiernas. El pollón de mamá cerda se está abriendo camino en el ojete de la nena, que muestra por fin su realidad, con un clítoris gigante que más parece una polla endurecida. Esa niña es un tesoro y papá ya lo ha detectado.

Aunque por las atenciones que recibe de las madres, encantadas de ser vapuleadas de nuevo por papá, se diría que no se había fijado, yo sé que él, tan sabio, tiene planes para Nuria, la nenita explosiva con las tetas sin desarrollar del todo. En el salón se están conformando grupos diferenciados. En torno a papi, diez coños: sus dos ahijadas inseparables, Susi, la profe puta y las seis mamás; con Hugo y sus amigos, las trillizas cerditas y las seis alumnas licenciadas; con los padres, las cinco pequeñas tetudas invitadas, que están siendo usadas por primera vez; y en torno a Nuria, que ya luce una sonrisa desencajada, las perras de más confianza de nuestro amo: mamá, la tía Olga, la mamá cerda y yo, que le exprimimos su pollita con nuestras manos y nuestras bocas.

Atardece y todos estamos satisfechos, aunque un poco cansados de las experiencias de un día tan especial. Las familias se van retirando a sus hogares idílicos, y la joven profesora reúne a sus niñitas para marcharse. Han sido estrenadas en los placeres de la entrega, y sus encantadores cuerpos serán a partir de ahora objeto de uso, en un proceso que crece. La profe agradece a papá sus atenciones, y las nenas le abrazan entusiasmadas, aprovechando la despedida para mostrarle sus respetos, adorando su polla con unos lamidos.

Cuando le llega el turno a Nuria, papá le recrimina tener las tetas más pequeñas que sus compañeras, y le ordena poner remedio a esa situación incómoda.

  • No te quiero volver a ver hasta que no cumplas mis requisitos.

La niña promete estar lista en poco tiempo, siguiendo los consejos de su profe, que ya tiene prevista la solución. Estar cerca de papá produce en la dulce Nuria una evidente erección de su clítoris gigante y enrojecido, que le levanta la minifalda. Papá sonríe y lo aprieta con sus manos, lo exprime, lo castiga, hasta que Nuria grita agradecida de dolor y de placer.

9

Han pasado unos meses desde la orgía de esclavización irreversible de Susi, y todo sigue fenomenal en nuestro centro escolar, ahora ya sin clases pero siempre con algo que hacer para complacer a los amos. Las niñitas tetudas han venido muchas veces con su profe puta, en su horario escolar, y ya están completamente enseñadas.

Por fin recibimos noticias de Nuria, que ha estado tomando hormonas del crecimiento especiales para que sus tetas aumenten debidamente. Parece ser que ya está lista y le cuelgan dos buenos melones, así que papi autoriza a la profe para que la traiga. Luce encantadora: el tratamiento ha sido muy satisfactorio y es un placer ver a la niña cargada por fin con las dos ubres enormes que le faltaban.

Susi obtiene permiso para acercársele y de la entrepierna de Nuria, debido a la emoción de encontrarse de nuevo con su amiguita y frotarse las tetorras entre sí, emerge lo que todos estábamos esperando: aquel clítoris tan desarrollado es ahora un pollón de cuidado. Susi lo coge y se lo mete en el coño, y papi encula a Nuria ayudado por su esclava, la profe.

Las perras miramos la tierna escena desde nuestros puestos en el suelo. Mamá cerda, hasta ahora la única hermafrodita del grupo, no puede evitar masturbarse taladrándome la cabeza, qué placer. Tía Julia y mi mami ya están insertándose los brazos como dos buenas hermanas. Todos estamos entusiasmados con la evolución corporal de la niña Nuria.

Pero también hay que comprobar si, además de tener esos atributos, demuestra ser la cerda masoquista que debe. Papá la separa de Susi y mi hermano y sus colegas la inmovilizan. Está agarrada de pies y manos, ante nuestro amo, que empieza a meársele encima. Ella hace lo posible por tragar, demostrando afán por estar a la altura. Papi termina su meada y sus dos ahijadas se acercan a limpiar bien a Nuria con sus lenguas.

Es el momento de las pinzas. Papá le pone una en cada pezón y otra en el enorme clítoris endurecido. Ella muestra su lengua, ofreciéndola para ser pinzada también. Es una delicia de niñita: su profesora ha hecho un trabajo estupendo. Nos tiene a todos enamorados. Papi nos deja acercarnos a usarla un poquito y yo no dudo en comerle esa polla maravillosa, tragándomela con pinza y todo. Espero que muy pronto seamos grandes amigas.

Por supuesto, papi acoge en el centro a Nuria. La cuadra es cada vez más joven y las niñas nuevas son fabulosamente resistentes. Susi y Nuria, esos dos angelitos, no tienen límites en su degradación porque están entrenadas con mimo. Papá, que es muy sabio, lleva unos días usándolas a ellas y despreciando a sus queridas hijitas. Yo le comprendo, porque esa pareja de niñas tetudas es el mejor juguete que un hombre puede desear.

Mientras, en la ciudad se ha extendido el dulce virus de las enseñanzas de papá. Yo no sé si es porque sus poderes quedan en las mentes de los que están a su lado, o por simple desarrollo natural de las cosas, con la liberación de tabúes que conlleva el placer total. El caso es que la esclavitud femenina se ha convertido en la nueva moda, y las familias están ahora más unidas que nunca.

También los negocios de cirugía estética han proliferado, con listas de espera de las ciudadanas que no tienen las tetas desarrolladas según las nuevas costumbres. Preveo que en pocos meses todo funcionará como es debido, y no quedará nadie sin cumplir los requisitos mínimos: todas las féminas, embellecidas, emputecidas y humilladas ante sus amos. Y los varones, haciendo uso de sus cerdas esclavas.

Papi ha tenido una idea: después de varios meses avanzando en el entrenamiento de tantas zorritas y de tenernos a todas a su servicio, desea que mami, Hugo y yo nos reunamos con él en nuestra casa, como en los viejos tiempos.

  • Quiero que os vistáis como al principio de esta bonita experiencia, que caminéis sobre vuestros pies, como antes. Comportaos como si no hubieseis evolucionado.

Después de todo lo vivido, la experiencia resulta preciosa. Mamá se llega a emocionar, mientras prepara la comida, y suelta una lagrimilla. Hugo la ve y le corta el sentimentalismo de un bofetón. Una cosa es que nos comportemos como antes y otra que olvidemos nuestro sitio. Mi hermano es un tesoro. Papá me llama al salón y acudo pizpireta, bamboleando mis tetorras bajo la camisetita gastada. Me agranda la boca con las dos manos y me clava su pollón. Yo, agradecida, acomodo mi faringe a su capullo, sintiéndome la hija más dichosa del mundo mientras tortura mis pezones anillados.

Hugo se masturba en el sofá y mami trae la comida a la mesa. Papá se levanta a darle un beso de amor y le mete una botella en el coño. Nos sentamos a comer en las sillas, y Hugo coge la cabeza de mamá y se la hunde en el plato, llenándole la cara de salsa. Mami se está ahogando, pero aprovecha un momento de respiro para dar las gracias a su hijito. Está preciosa, humillada hasta el extremo por su dulce retoño. Papi me mira con cariño y me escupe en la cara, refrotándome luego su saliva con la mano, que limpio a lametazos.

Hugo coge del pelo a mami y la arrastra a un rincón para darle una paliza mientras le perfora el culo con su polla. Mamá hace ruido al chocar su coño con el suelo, con la base de la botella. Papi se excita y me coge del cuello para regalarme otra vez su polla en la garganta. Me estoy ahogando, encantada, una vez más, para él. Cuando la saca, me agarra de las tetazas y me arrea dos inmensos bofetones, antes de encularme. Llaman a la puerta.

Hugo y papi acaban en nuestros culos, sin importar que alguien esté esperando a que abramos. Cuando se han desfogado, descansan atendidos por mamá, mientras voy a abrir. Dos niñas esperan arrodilladas ante la puerta, con sus tetorras fuera, según las costumbres de la ciudad. Me explican que traen un documento oficial para papá. Las llevo ante él de sus correas.

El concejo ciudadano ha decidido por unanimidad que papi sea el gobernador. Las dos pequeñas putillas son un regalo de bienvenida al nuevo cargo. Papá les muerde las tetazas para comprobar que están sanas y las deja al cuidado de mamá. Luego me arrastra con él para acompañarle en su toma de posesión.

Llegamos al edificio público. Todo está preparado para recibirle. Las funcionarias son todas preciosas, y llevan collares de perra con el nombre de papá. Se ve que ya hace un tiempo que el nombramiento está preparado, porque hay un montón de documentos oficiales con las directrices que serán de cumplimiento obligatorio en cuanto lleven la firma de papi.

En resumen, se trata de poner sobre el papel las normas sociales que ya están siendo aplicadas. Los hombres son los amos de las perras, y todos los ciudadanos a su vez son esclavos de mi querido papá. Las féminas deben ser bellas, tetudas y estar emputecidas, de modo que su comportamiento sea voluntariamente tendente a la humillación. Todas las empleadas conocen y aceptan las normas, encantadas. Yo sé que a papi le privan mis tetazas, pero la colección que tiene en su despacho es increíble.

Las chicas le hacen una reverencia a su paso. Él se muestra distendido y feliz, azotando las tetas que más le gustan. En el despacho, me deja divertirme con dos de ellas, unas ricuras que me muerden el coño con mucha pericia para su edad. Mientras papá firma los papeles, otras tres bellezas tetudas le atienden, lamiéndole y ofreciéndole sus agujeros. Papi termina y enciende un monitor que hay frente a su mesa. En la tele, dos locutoras están dando la noticia de su nombramiento. Llevan los collares de funcionarias, con el nombre de papá, y el micro de solapa enganchado en sus pezones izquierdos.

Entre párrafo y párrafo, se meten las lenguas en la boca, mirando a cámara. Después anuncian un reportaje y entrelazan sus cuerpos desnudos en el suelo. Me encanta cómo hasta la tele ha evolucionado para adaptarse a los nuevos tiempos. Me acerco a papi, que me mira sonriente.

  • Mi amo, es usted mi héroe. Consigue las cosas más bonitas. Estoy muy contenta de ser suya.

  • Ay, mi preciosa cerda, mi Flora. No olvido que fuiste tú la que inició esta historia tan maravillosa. Ahora mi labor en esta ciudad ha terminado. Voy a extender nuestras costumbres al resto del mundo.

No doy crédito a lo que me cuenta papá, pero dicho y hecho, al día siguiente nos vamos los dos a Washington. Allí nos identificamos como matrimonio, gracias a los documentos falsificados que llevamos. La Casa Blanca cae en nuestras garras en un santiamén, y de ahí la totalidad del planeta.

En la Tierra todo es paz ahora, y mutuo entendimiento. No queda un rincón donde no haya un grupo de zorras tetudas adorando a su amo, ni un solo hijo que no se folle a su madre, o una sola hija que no obedezca ciegamente a su padre. Las mujeres son ya todas semidiosas perfectas, esclavas encantadas, preciosas, armadas de grandes ubres y dedicadas a complacer a las pollas de quienes les protegen, abofetean, se mean en sus bocas y las llevan al orgasmo cuando gozan de autorización para ello. Un mundo perfecto.