miprimita.com

Las diez tetudas

en Dominación

-Perdona, cariño, he llegado un poco tarde, el autobús no venía nunca…

-Ya sabes que no me gusta que me hagas esperar, Paula. Ya tengo bastante con que estemos obligados a quedar tan lejos, para que nadie te reconozca.

-Lo sé, mi amor, pero menudo lío si mamá se enterase de que estoy contigo. Para ella soy todavía una niña, aunque ya tenga estos pechos tan enormes. De hecho, ya sabes que me tengo que cambiar de ropa en el trastero. Si me viera vestida así le daba un infarto.

-Me da igual dónde te pongas la ropa. Lo importante es que vistas como a mí me gusta.

-Lo siento, ya estoy hablando demasiado. Por supuesto que me pondré estos trapitos y los que tú me digas, cielo.

-Así me gusta. Le he dicho a la camarera que te sacara una jarra de cerveza cuando llegaras. Mira, ya viene. Menuda jaca. Anda, enciéndeme un cigarrillo, me apetece que te vea sirviéndome para algo.

-Claro, amor. Aquí tienes. Te lo pongo en la boquita y te lo enciendo.

-Mírala cómo se aleja despacio, contoneando su culo para mí. Le ha gustado ver cómo te trato. Bebe esa cerveza.

-Glu glu glu… Sí, la verdad es que es muy guapa. Me alegro de haber encontrado este sitio. Cariño, si te inclinas a darme un beso verás a dos chicas también preciosas en la mesa de allá.

-Joder, sí que están buenas. Excelente caza. Y no pierden detalle, mientras te lamo el cuello.

-Mmm, qué cosquillas tan ricas. Seguro que a esas dos les encantaría esto. Ya me he acabado la jarra, tesoro. Tengo que ir al baño.

-Ya irás luego. Aguanta un rato aquí sentada. Cuando pase la camarera, pídele otra.

-Qué malo eres. Ahí está. ¡Camarera, otra jarra, por favor! Jajaja, me ha guiñado el ojo. Es un bombón. Vaya, las dos chicas se levantan, te vas a quedar sin vistas… Parecen extranjeras…

-Llámales con cualquier excusa, quiero tenerlas más cerca.

-Has tenido suerte, van a pasar por aquí. ¡Hola!, ¿de dónde sois?

-Hola, nosotras ser de Dinamarca, Ingrid y Sonia, y tener vacaciones aquí.

-Yo estoy con mi novio tomando unas cervezas. Me llamo Paula. Os invitamos a una ronda.

-¿Ronda ser más cerveza?… Jajaja, Ingrid, ¿nos sentamos?

-No querer molestar al señor, él estar con su novia…

-No me molestáis, al contrario, guapas. Mira, Paula, tu jarra. Camarera, tráenos tres más.

-Al momento, señor. Si me lo permite, le diré que en un rato termino aquí y conozco a los encargados de la discoteca de al lado. Como le veo tan bien acompañado, puedo recomendársela para que pasen un buen rato.

-Me parece buena idea. A Ingrid y Sonia les vendrá bien un poco de diversión. Paula, enciéndeme otro cigarro y vamos a brindar.

-Sí, mi amor. Aquí está. ¿Puedo ir ya al baño?

-Aguanta un poco más. Me gusta ver cómo se te pone la carita roja de contenerte.

-¿Al baño? Yo querer ir también, si no importar al señor quedarse con Sonia…

-De acuerdo. Anda, Paula, mi consentida, ve con Ingrid al baño. Mira, Sonia, qué guapas las dos, cogidas de la cintura.

-Sí, señor. Su novia ser muy guapa y sexy. Y ser casi niña…

-Tú también eres muy sexy, Paula. Anda, ven, así, eso es, un beso, qué rica. A ver esa lengua, muy bien, más adentro…

-El señor besar con pasión, ser un poco duro, a mí gustar eso.

-Mira, ya vuelven, bien agarraditas. Me encanta verlas así. Paula, siéntate donde estaba Ingrid, frente a mí. Así tengo a estas dos bellezas una a cada lado.

-Sí, cariño. Te hemos visto besando a Sonia, desde dentro del bar, y no he podido evitar besar a Ingrid, en la barra, delante de la camarera, que nos sonreía.

-Aquí todos besar mucho, Paula besarme muy bien, tan excitante.

-Cogeos las tres de la mano, sí, así. Ahora yo beso a Ingrid y Paula a Sonia. Pero tiene que ser un beso profundo. Mmmm. Muy bien las tres. Sonia, ¿has entendido el experimento?

-Sí, señor. Ser como si el beso de usted pasara hasta mi boca, ¿no es cierto?

-Exacto. Mirad, la camarera ya sale y viene hacia nuestra mesa. Acabaos esto y vamos con ella. Vaya, se ha cambiado de ropa, con lo bien que le quedaba el uniforme ajustado. Pero ahora aún está mejor, Dios santo, con ese vestidito.

-Bueno, besucones, ¿nos vamos ya?

-Claro, tomad un brazo para cada una. Tú, Sonia, a mi derecha, y tú, camarerita sin nombre, a mi izquierda. Por cierto, te llamabas…

-Me llamo Carla, señor. Y ahora que me he presentado, creo que soy la única del grupo sin besar…

-Eso lo soluciono yo ahora mismo. Mmm. Acerca tu boca también, Sonia. Eso es, un beso a tres siempre mejora la situación. Por cierto, menudo culo prieto te gastas, Carla…

-Gracias, señor, una se cuida. Y ya veo que su otra mano también explora el trasero de nuestra amiga Sonia.

-Sí, estas dos extranjeritas me tienen loco. Venid, Paula e Ingrid, dejad de manosearos un rato. Ingrid, tienes unas tetas fenomenales, como mi Paula. Te has ganado tu beso. Qué rica, no sé con cuál de las cuatro me quedo. Mi Paulita, hazme una foto con estas tres bellezas.

-Sí cariño. A ver… Sonreíd. Ahora una más cerca. Chicas, abrid vuestras bocas y sacad la lengua hacia la cara de mi novio, así. Perfecta. Un buen recuerdo de nuestros besos.

-Señor, ya hemos llegado a la discoteca. Espere con Paula un momento en la puerta, que llamo al encargado para que le deje entrar. Venid, Ingrid y Sonia, por aquí.

-Cariño, espero que lo estés pasando bien y me hayas perdonado llegar un poco tarde.

-Ya hablaremos de eso luego, mi niña. Ahí viene el encargado.

-¿Ustedes son los amigos de Carla? Pasen por aquí. Mis porteros no habrían dejado entrar a esta pequeña, pero siempre se puede hacer una excepción…

-Gracias, señor. Mi novio y yo vamos con su amiga y las otras dos chicas…

-Sí, sí, Carla ya me ha comentado que ibais los cinco juntos. Allí las tenéis sentadas, por cierto, bastante acarameladas… ¡Divertíos, la primera copa va a cargo de la casa!

-Hola de nuevo, bellezones. Ya veo que habéis hecho buenas migas. Casi no quepo entre vuestras seis hermosas tetas… Paula, pide dos copazos como los de estas tres.

-Sí, cielo. Ahora vuelvo.

-Mientras, como os veo tan juntas, vamos a jugar a las melenas entrelazadas. Os cojo el pelo así, a las tres, y con una mano os puedo manejar a la vez. Poned los brazos a la espalda, eso es. Que si no es un lío de brazos. Este rincón apartado viene bien para el juego. Ah, ya viene Paula.

-Oh, mi amor, ya veo que estáis con las melenas entrelazadas. ¿Quieres que me una?

-No, mejor ayúdame a sacarles las tetas, mi niña. Y las tuyas fuera también. Espera, no. Que se acerca el encargado. Disimulad.

-Señor, vengo a preguntarle si todo está a su gusto. No me perdonaría que los amigos de Carla tuvieran alguna queja.

-Sí, chaval. Mis cuatro chicas y yo estamos perfectamente. De hecho, voy a premiar tu amabilidad. ¿Cuál te gusta más?

-Jajaja, señor. Muy cortés por su parte, pero estoy trabajando. Aunque un respiro no me iría mal. Las extranjeras estas están las dos muy buenas, menudas tetas se gastan.

-Bien, pues las dos para ti. Buen provecho. Ingrid y Sonia, id con este chico a su despacho, y portaos bien…

-Jajaja, vamos, Sonia, nosotras portar bien con chico.

-¿Has visto qué generoso es mi novio, Carla? Ahora sólo nos tiene a ti y a mi…

-Señor, es usted todo un galán. ¿Éstas son las tetas que quería ver?

-Vaya, son fenomenales. Paula, pon las tuyas al lado para comparar… No sé con cuáles quedarme, sois unas hembras espectaculares… Frotaos los pezones una a la otra, me encanta veros así. Esperad, que os hago una foto. Ya.

-Mi amor, me tengo que ir ya. Mamá me espera para cenar.

-Bueno, Paula, mañana te quiero bien arregladita en el bar de Carla, como siempre. Me quedo con ella un rato más.

-Diviértete, cariño. Ah, perdona. No me has dicho mi castigo por llegar tarde hoy…

-Es verdad. Esta noche, nada de móvil. Después de cenar te vas a dormir. Y ni si te ocurra tocarte.

-Jo, qué duro te pones a veces. Lo haré todo como dices. Adiós, Carla, me ha encantado estar contigo después de tantos días llevando a mi novio a tu bar. Mañana te veo.

-¿No la tratas un poco duramente? No es más que una niña…

-No tan niña. No olvides el par de tetazas que acaba de sacar contigo.

-Eso es verdad. Mira, ya vuelven las extranjeras.

-¡Hola!, nosotras estar contentas de todas las cosas que pasar. El chico es muy bueno. ¿Y la niña?

-La niña ha tenido que irse, Ingrid. Venid conmigo las tres. Vamos un rato a la pista.

-Oh, sí, a bailar con usted. Buena idea… Y poder ponernos el pelo con un lío como antes…

-Eso es, vamos a bailar pegados los cuatro, venid, así. Esto es como un sueño, ¿no crees, Carla?

-Mmm, sí, es todo tan agradable, señor… Seguro que su novia estaría feliz de verlo ahora, con nuestros tres cuerpos a su entera disposición… Ay, me hace daño, me va a arrancar el pezón con los dientes, qué placer… Y estas dos chiquillas están muy mojadas…

-Ser también el semen del hombre simpático, nos entró a las dos dentro mucho… Pero el señor más guapo y fuerte… Yo correrme ahora mismo y Sonia morir de placer también…

-¿Dónde estoy? Ah, en mi propia cama. ¿Qué hora es? Vaya, ya es mediodía. Lo último que recuerdo es que estaba bailando con la camarera y esas dos extranjeras que follaron con el encargado de la discoteca. En fin, una noche agradable. En unas horas tendré a mi niña de nuevo para mí solo.

-Hoy sí he llegado puntual, ¿verdad, mi amor?

-Muy bien, mi Paula. Y me encanta ese conjunto de hoy. Estás para comerte, con ese short que te marca todo el coño y el top clarito que te transparenta las tetazas.

-Sabía que te gustaría, papi. Huy, perdón, mi vida, que tú no eres mi papá para toda esta gente.

-Bueno, hijita, tampoco es tan raro que una novia llame a su hombre así. De hecho, hasta me gusta más. Los que te oigan no sospecharán.

-Como quieras, papá. Ayer en la cena, mamá me decía que eras muy bueno y que trabajabas mucho para las dos. Yo le contesté que eras el mejor padre del mundo, y es la verdad.

-¿Te fuiste a la cama sin móvil y sin tocarte?

-Claro, papi, yo siempre te obedezco. Me tienes a tu disposición para todo, ya lo sabes.

-Mira, ahí viene Carla, toda sonriente. Es un placer cómo le rebotan las peras.

-Hola, pimpollos. Vaya, qué cariñosos estáis hoy conmigo, cómo se nota la confianza ya. Pero sacadme las manos del uniforme, que luego los demás clientes se creen que tienen barra libre. ¿Dos cervezas?

-Sí, mi Carla, preciosidad. Y no te quejes tanto, que te encanta que te manoseemos, putilla…

-La verdad es que sí, uf. Pequeña, hoy estás radiante, pareces desnuda. Enhorabuena, señor, por saber hacerse vestir así a su novia… Al momento traigo las jarras, jefe.

-Ay, papi. Si es que las tienes a todas loquitas. No me extraña, tan guapo y tan fuerte…

-Vaya, eso mismo dijo ayer Ingrid. Una maravilla, tu caza de ayer, hijita.

-Gracias, tesoro. La verdad es que estaban muy buenas, las dos. Mira cómo se me ponen los pezones, papá, sólo de acordarme…

-Qué ricura, Paulita. Mira, Carla, qué pezones se le han puesto a Paula.

-Joder, señor, que una no es de piedra y estoy trabajando… Se me hace el coño agua de verla. Me voy para adentro, a ver si se me pasa el calentón, pareja.

-Qué graciosa es Carla, papi. Tenemos que invitarla a comer a casa para que la conozca mamá.

-Vale, buena idea. Le dices que es una amiga tuya, de algún curso más avanzado.

-Y yo puedo entretener a mami mientras te la follas, ¿qué te parece?

-Que a Carla le va a encantar el plan, mi pequeña. Pero entonces se va a enterar de que eres mi hija…

-Yo creo que no le importará, ya la conoces. Buf, espera que abro mejor las piernas, mira. Menuda mancha de flujos. Y tú vaya paquete que llevas, papá.

-Vamos a pagar esto, Paulita, e invitamos a Carla a comer en casa mañana mismo.

-Ve tú, papi. Yo llamo a mamá. Mami, que estoy con mi amiga Carla, sí, la del instituto, nunca te acuerdas de los nombres de mis amigas, jo, que si puede ir mañana a comer con nosotros. Vale. No, a papá no le importará, ya le he avisado también. Os va a encantar a los dos, es muy dulce. Un besito, mami. Nos vemos luego.

-Vámonos, Paulita. Dice Carla que somos unos viciosos. Se ha reído mucho al enterarse de que soy tu padre. Le he dicho que venga mañana vestida recatada, ya sabes cómo es mamá.

-Mira, papá. Unos columpios, ¿me dejas jugar un poco?

-Anda, ve, pero ya eres un poco mayor para eso…

-No hay nadie, hazme unas fotos, por favor.

-A ver agárrate ahí, muy bien. Saca más el culo, así. Ahora ponte en esa barra, abrázala con las tetas, eso es. Lánzame un besito. Oh, disimula un poco. Viene una madre con un niño.

-Buenas tardes, señor.

-Hola, guapa, ¿es tu hijo? Mi novia lo cuidará, relájate un poco.

-Pues muchas gracias, me viene fenomenal. Este crío no me deja descansar ni un minuto, vivo sola con él... Vaya, se llevan bien. ¿Su novia no es muy joven?

-Toma, fuma un poco. Sí, es que a mí me gustáis así, jovencitas…

-Ay, qué zalamero. Quite las manos, que ella se va a poner celosa…

-No, preciosa, mi Paula no tiene celos. Ya verás. Mira, viene hacia aquí con tu niño de la mano. Dame un beso.

-Mmmm, qué bien besa usted. Hola, Paula, tu novio ya me ha dicho que no te importa si nos ponemos un poco cariñosos. Me llamo Berta, gracias por cuidar de mi pequeño.

-Hola, Berta. Yo encantada, el chiquillo es una monada. Y claro que quiero que mi novio disfrute, seguid, yo me sigo encargando del niño.

-Pues sí que es simpática su novia, señor. ¿Ese bulto es su tranca? Hace un montón que no pruebo una, ¿puedo cogerla?

-Claro, Berta, agárrala bien, así, qué gusto. Anda, pero si llevas los pezones anillados…

-Sí, al padre del niño le dio ese capricho, yo ya estoy acostumbrada y como ya he dejado de dar el pecho al bebe, los llevo así siempre ¿le gusta?

-Mueve más rápido la mano, eso es, mejor. Claro que me gustan tus arandelas, mira cómo las estiro, mi zorra…

-Buf, no me llame así, que me corro, por Dios, qué mareo…

-Yo sí que me voy a correr. Traga.

-Mmm, ya hacía días que no tragaba semen. Me pone a cien. Usted y su novia son muy simpáticos. Tome, le doy mi teléfono. Oh, viene más gente, qué lástima. Me gustaba tanto su trato…

-Bueno, no nos conoce nadie por aquí, tú podrías ser mi novia y Paulita nos está ayudando con el niño. De hecho, como te veo tan entregada, me parece que a ti lo que te gusta de verdad es que te digan lo que tienes que hacer. Voy a probar. Con todo el disimulo del mundo, vas a quitarte la braguita y el sujetador y me los vas a entregar.

-Sí, señor, aquí tiene las dos cosas. Son suyas. Es todo un honor que se interese por mí y que quiera tener estos recuerdos míos. Oh, una llamada perdida, ah, es de usted, un placer tener también su número, muchísimas gracias… Bueno, espero sus noticias pronto. Me voy con mi bebé. Adiós, Paula, gracias de nuevo a los dos por todo.

-Era muy guapa, ¿verdad, papi? Y me ha parecido ver que tenía las tetas anilladas, qué envidia. Yo quiero también ponerme unos aros para ti, papá.

-Ya hemos hablado de eso. Cuando seas mayor. Anda, ve ya a casa. En un rato llego yo. Me apetece visitar a tu tía Rebeca, la gemela de tu madre.

-Dale recuerdos; hace días que no la veo. Sólo de pensar lo que le vas a hacer, me pongo a mil. Mira, mis pezones ya están otra vez igual. Si no me masturbo esta noche, exploto.

-Pues mira, me has dado una idea. Prolongo el castigo. Otra noche sin tocarte. Ya sabes cómo me gusta llevarte al límite.

-Si es que no me sé callar, papá. Mañana estaré restregando el coño por las esquinas. Un besito y hasta luego.

-¿Ves qué bien aprendes, mi pequeña? Ya te meto la lengua hasta la garganta sin que te den arcadas. Estarás lista en un plisplás.

-¿Ya te ha dicho Paulita que va a traer una amiga a comer hoy?

-Sí, querida. Me llamó ayer para decírmelo. Tendremos que tratarla bien; no suelen venir nunca sus amigas. Démosle un recibimiento especial. Nos vestiremos con nuestra mejor ropa, ¿qué te parece?

-Que tienes unas ideas de bombero. ¿Qué más le dará a la chica cómo vistamos? Pero bueno, me pondré el vestido rojo del escote. Un día es un día.

-Buena elección. Voy a estar comiendo con tres bellezas…

-Qué tonto eres. Si ni siquiera sabemos cómo es la tal Carla.

-¿No te dijo Paula que era muy guapa? A mí sí…

-No sé, creo que dijo que nos gustaría mucho porque era dulce o algo así; a saber qué querría decir con eso. Mira, ya estoy lista. ¿Qué tal?

-Encantadora. Ese vestido rojo es fenomenal. Pero es tan ceñido que te marca la ropa interior. Como no vas a salir de casa, yo creo…

-Menos mal que el único hombre vas a ser tú. ¿Así mejor?

-Así perfecta. Mira, ya llegan.

-Hola, señores, soy Carla. Pero qué elegantes van, ¿no será por mí?

-Hola, preciosa, ya ves, que se le ha ocurrido a mi marido que nos vistamos así para ti, sí. Pero tú no hagas caso, sentaos. Bueno, esperad un momento. Ya que esto va de ponerse elegante, Paula, ve con tu amiga un momento a tu habitación y os vestís a tono con la idea de papá. Ya veis cómo me ha hecho ponerme, que se me marca todo.

-Vaya, querida, has tenido una buena idea. Me gusta que convirtamos una simple comida en una celebración por todo lo alto. De hecho, voy a por la cámara y a por una botella de vino.

-Pero las niñas no van a beber, señor fotógrafo. Y a mí ya sabes que el alcohol no me sienta bien…

-Claro, ellas tomarán refrescos, y por ti no te preocupes, mi amor; estamos en casa.

-¿Estamos bien así, mami?

-Buf, qué mayores parecéis. Menos mal que no os ve nadie más que nosotros. Estáis guapísimas, pero ni se os ocurra vestiros así para salir. Todos pensarían lo que no es…

-No digas tonterías, querida. Vamos a sentarnos los cuatro a comer. Así, tú enfrente. Brinda conmigo por estas dos pequeñas tan guapas. Bebe más. Más. Haz buen aprecio de esta botella, que es del mejor vino que tenemos…

-Ay, si no sé por qué te hago caso siempre, se me está subiendo…

-No exageres, mujer. Y bueno, tú, Carla, cuéntanos, pareces más mayor que nuestra hijita…

-Sí, señor. Yo voy dos cursos más adelante. Pero me he hecho amiga de Paula porque es muy madura. Bueno, y ya que estamos en confianza, yo soy muy abierta y valoro mucho la belleza, y la hija de ustedes es también ya un bomboncito, aunque a mí me gustan los chicos, claro…

-Hic, perdón. Ay, qué mareo tan agradable, pues sí que eres dulce, Carla, dices unas cosas un poco, hic, un poco… Y eres una mujercita preciosa, o casi diría sexy, con ese pecho, hic. ¿No crees, querido?

-Sí, mi amor, pero mira a tu hijita, no está igual de guapa?

-Desde luego, hic, ¿y yo no estoy también de buen ver aún?

-Las tres sois unos soles, querida. Acercaos a ella, niñas. Os voy a hacer una foto.

-¿Así?

-No, más pegaditas. Un poco más. Eso es. Tres bellezas sin igual, mirad la foto, venid.

-Oh, papi, es una foto muy sexy, mirad, mamá y Carla…

-Buf, si se nos, hic, ve, hic, todo el pecho a las tres, vaya, sí que hemos salido sexys, ¿verdad, querido?

-Fenomenales. Ahora haznos una a las niñas y a mí.

-Claro, hic, más juntitos, como en la nuestra, eso, jajaja, si te vieras, querido, pareces un, hic, uno de esos jeques o algo así, jaja, mira la foto…

-No digas tonterías, mi amor. Sólo es una foto con nuestra hija y una amiguita suya, los tres muy elegantes, eso sí…

-Elegantes, desde luego, pero cualquiera, hic, si viera esta foto, creería que son tus conquistas… Qué tonterías digo. Voy a, hic, recoger un poco todo esto. Id al salón, que en un momento os llevo unos cafés. Vaya, me he bebido casi toda la botella, hic, sí que es bueno este vino…

-Bueno, papi, ahora que mamá está en la cocina, dime, ¿te ha gustado cómo he vestido a nuestra Carla?

-No nos diga que no nos hemos puesto preciosas para usted, señor. Y lo más divertido es que ha sido la propia mamá la que lo ha sugerido…

-Desde luego, mis niñas, parecéis dos putas de lujo… Ah, ya viene mamá con los cafés…

-Bueno, querido, que te he oído, tampoco es como para reñir a las niñas, hic, no hacen nada malo y están protegidas aquí dentro. Tú mismo has dicho que las tres estábamos muy bonitas así… Dejadme un hueco en el sofá, que cabemos los cuatro, apretaos…

-Va, mami, no te preocupes, papá sólo bromeaba. Quédate conmigo, duerme un poquito. Carla irá a ver la casa con papá…

-Ay, gracias, hija, hic, necesito una siestecita, déjame acurrucarme un poquito contigo…

-Bonita imagen familiar: mi esposa y mi hija con las tetas entrelazadas y esas falditas tan cortas… Quedaos así, que os hago una foto. Muy bien. Oh, mamá se ha dormido ya. Paulita, sácale las tetorras, así, tú también, sube las faldas, quiero que se os vean bien los coños, eso es…

-Señor, ¿puedo chupársela mientras hace las fotos?

-Aquí tienes mi polla, Carla, ya era hora. Mmm, qué ricura. Vamos a mi cama, zorrita. Paula, cuida de mami.

-Claro, papá, follad, yo me encargo de la borrachita…

-Hic, hija, ¿qué está pasando? Llevo una borrachera tremenda, hic, ya sabes lo mal que me sienta el vino… ¿Y tu amiga?

-No te preocupes, mami, Carla está viendo la casa con papá. Además, cuando bebes te pones más cariñosa y más guapa…

-Hic, encanto, qué cosas más bonitas me dices, tú también estás muy, ay, jajaja, qué haces, deja de manosearme así, hic, qué sonrisa más bonita, hic, y se te han puesto unos pechos muy grandes para tu edad, a ver…

-Mira, mami, ya soy muy mayor… Ven, dame un beso, ahora que estamos solitas… Mmm…

-Hic, por Dios, qué ricura, espero que no nos vea tu padre… Aunque seguro que le gustaba, hic, al muy guarro… Ay, mi Paulita, cómo me tienes, hic, ¿seguro que es buena idea que nos desnudemos?

-Claro, mami, no hay problema. Así nos acariciamos mejor…

-Hic, me corrooo, aaay, qué gusto, Paula, hic… Hola, querido, hic, no es lo que imaginas…

-No pasa nada, mujer. Ya veo que Paulita y tú os habéis desnudado; Carla y yo también lo hemos hecho. Simplemente hace calor y hay confianza…

-Sí, señora, no se preocupe. Así estamos más libres todos. Su marido acaba de follarme todos mis agujeros en su cama de matrimonio. Esa es la verdad, y no tenemos por qué ocultarla…

-Hic, ¿por todos los agujeros? ¿En nuestra cama? Eso es una barbaridad, querido, hic, esta chica es una bromista de cuidado, hic, imagina qué locuras, en fin, la juventud con sus tonterías, venga sentaos con nosotras, que Paulita está muy cariñosa…

-Sí, yo me pongo junto a ella, aquí, oh, mi hijita, se te han puesto unas tetas enormes, como las de mamá…

-Sí, papi, mira, agárralas, hace un momento mamá las tenía bien cogidas, ay, jajaja, mira, se te ha puesto dura…

-Sí, querido, no sé si es muy correcto que, hic, le enseñes eso así a nuestra pequeña… Oh, Carla, qué haces, hic, si me sigues acariciando el coño así voy a tener que besarte como a Paulita, hic, menuda idea la de ponernos todos en pelotas, hic…

-No se preocupe, señora, no me molesta en absoluto que me bese, mire… Mmmm, es usted muy bella...

-Ay, gracias, encanto, hic, espera, abre las piernas, vamos a besarnos con los coñitos, hic, pero qué digo, estoy súper lanzada, jajaja…

-Mira, papi, mamá y Carla han congeniado… ¿Puedo tragarme tu polla, porfa?

-Sí, hija mía, mamá no se entera, así, come, más, me gusta toda dentro, esfuérzate un poquito… muy bien…

-Ay, papá, ¿y si me follas de una vez?

-No deseo otra cosa; vamos a tu dormitorio, deja a estas dos…

-Querida, me voy con Paulita un rato a otra habitación, que veo que has hecho amistad con Carla…

-Sí, cariño, hic, ¿no te importa?

-Al contrario, me encanta. Volvemos luego, un beso, tú también, Carla, así, las tres lenguas, pasadlo bien…

-Por fin, papá, mira, aquí tienes mi coñito virgen para ti, ya era hora de que me lo desgarraras…

-Desde luego, mi pequeña. Te voy a dejar nueva, por fin…

-¡Aah, papi, esto es lo máximo! ¡Me muero, me corrooo!

-Esto es sólo el principio, mi putita, vas a rezar cada minuto por tener mi polla dentro, vas a arrastrarte a mis pies, a ser mi cerda, mi contenedor de residuos, mi…

-¡Oh, papá, sigue, me encanta! ¡Seré lo que tú quieras y más! ¡Soy tuya para todo, para cualquier cosa! ¡Aaah!

-Querido, tenemos que hablar de lo de ayer…

-Dime, mi mujercita, ¿qué quieres comentar? Échame más café…

-Sí, mi amor… Pues, no sé cómo decirlo, yo bebí un poco más de lo debido… No hace falta que lo digas, ya sé que fue por mi culpa, que me pongo un poco tonta, pero hasta donde recuerdo estábamos todos desnudos, incluida nuestra Paulita, y también su amiga, vaya ejemplo…

-No pasa nada, mujer, ya son mayores, no fue más que un juego inocente…

-¿Tú crees? Me dejas tranquila, menos mal. Creía que te lo ibas a tomar a la tremenda. No volverá a pasar, te lo juro…

-Insisto en que no fue nada. De hecho, he pensado que no tengo ningún problema en que Paula y tú vayáis desnudas por la casa, si os apetece. Al fin y al cabo somos familia y no tenemos que ocultar nada que no hayamos visto ya…

-Pero la niña…

-Ni pero ni hostias. No te pongas tonta ahora. Mira, me quito el albornoz. ¿Pasa algo? Pues que estoy más cómodo… ¡Ah, Paulita, buenos días! Mira, me acabo de desnudar y mamá lo iba a hacer ahora mismo también.

-Buf, papi, pues me parece muy bien, haced lo que queráis, es vuestra casa, claro. A mí no me importa, eh, mami, mira, yo también me quito todo. Ya está.

-Ay, de tal palo tal astilla… Pues nada, ya estoy yo también desnuda. Cosas más raras se han visto. Y la verdad es que es más cómodo, tiene razón tu padre. Aunque a mí me parece que tú, maridito, eres un poco salido y lo que quieres es ver mujeres desnudas por la casa, jajaja…

-Bueno, no puedo negar que sois unas bellezas. Venid aquí las dos, mis preciosidades, dadme un abrazo. Así, muy bien. Estoy orgulloso de mi familia.

-Ay, papi, qué besucón que eres… Pero eres el mejor papá del mundo, y tú, mamá, la mejor madre…

-Anda, hijita, zalamera, llévate el desayuno a tu habitación, que a papá le hace falta una cosa…

-Por Dios, mamá, ¿cuándo te vas a dar cuenta de que ya soy mayor? Sé perfectamente lo que es una erección. Haz lo que tengas que hacer con papá, no tengas tantas vergüenzas raras, que es tu marido y yo soy vuestra hija…

-Definitivamente hoy os habéis vuelto locos los dos… En fin, Paula, tengo que admitir que ya estás desarrollada, mírate qué par de pechos, pero si son más grandes que los míos. Vale, pues así es como le gusta a papá. Me arrodillo, abro mi boca y me pongo a ello.

-Oh, me encanta veros así, tengo unos padres fenomenales.

-Acércate, Paulita, empuja bien la cabeza de mamá para ayudarle, muy bien, no tengas miedo, más fuerte, un besito mientras, eso, sacúdele bien la cabeza, tiene que tragarse todo…

-Mmmm, ¿lo hago bien, papi? Agárrate a mis tetas si quieres… Qué gusto…

-Ahh, me corro. Traga todo, querida, como tú sabes. Muy bien. Que no quede ni una gota.

-¿Te has quedado relajado, papi? Me ha gustado mucho ayudaros. ¿Has visto, mamá, cómo no pasa nada?

-No me puedo creer que haya pasado esto, hijita. ¿No ves que no es normal que veas a tus padres teniendo sexo?

-Pero mamá, todo esto queda en casa. Aquí nadie ha hecho nada malo. Vete tú a saber qué pasa en las casas de los demás cuando nadie los ve. Anoche mismo tú estabas haciendo cosas parecidas con mi amiga Carla…

-Ay, mi Paulita, sí, algo recuerdo, esa niña adorable… Qué vergüenza… No sé qué va a pensar de mí, por Dios…

-Nada malo, mami. Me dijo al marcharse que eras una mujer encantadora. No tienes que darle más vueltas. ¿A que no, papi?

-Claro, mi pequeña, ven, siéntate en mi regazo. Anoche no pasó nada malo. El cariño es bueno, mamá no ha hecho nada de lo que arrepentirse. Mirad, tengo aquí las fotos de anoche, vamos a verlas.

-Pero querido, las primeras tienen un pase, pero esas donde se nos ve todo a tu hija y a mí…

-Vaya, ya estamos otra vez con las vergüenzas. ¿No estáis desnudas ahora mismo?

-Tienes razón, mi amor, es que todo esto es nuevo para mí, no me lo tengas en cuenta…

-Bueno, quedas disculpada, pero que no vuelva a oír una queja más por algo tan natural. Anda, ve a hacer tus cosas, que yo tengo que llevar a Paula al centro…

-Sí, querido, no volverá a ocurrir. Volved a la hora de comer.

-Papi, ven a ayudarme con la ropa a mi cuarto. Ahora que nos vemos desnudos todo el rato ya puedes entrar a aconsejarme sin problemas…

-Claro, hijita. Yo te elijo la ropa. Cierra la puerta, ven. Pero antes abre bien tu culito, con las dos manos. Buf, qué bien lo mueves. Qué ganas tenía de sodomizarte. Es tu premio por ayudar a mamá a tragársela entera…

-¡Ay, papi, me rompes las entrañas! ¡Qué gustazo! ¡Pégame más fuerte! ¡Aaaah!

-Buf, cómo me pones. Límpiate eso un poco y vístete a mi manera, ya sabes.

-¿Aquí en casa? Pero mamá…

-Tu madre ya está casi en el bote. A partir de ahora te vistes de zorrita siempre. Y se acabaron los secretos. Muy bien. Ese conjunto es delicioso. Mira cómo se te marcan los pezones. Y no han gastado nada en tela para la falda, fenomenal. Taconea fuerte, que nos oiga tu madre.

-¿Ya os vais? Pero Paula, con esa ropa no puedes salir a la calle… Querido, dile algo…

-¿Qué le voy a decir a nuestra niña? ¿Aún no se te ha metido en la cabeza que ha crecido? La ropa la he elegido yo, y tú has prometido que no te quejarías más. Además, la niña va conmigo; no corre ningún riesgo.

-Perdona otra vez, querido. Es verdad, tienes toda la razón, la niña ya no es un bebé. Ay, se me escapa una lagrimita. Venid, dadme un abrazo. Sois lo que más quiero en el mundo…

-Y nosotros a ti, mi mujercita. Abre esa boca, que te besamos. Así, los tres, la familia unida. A partir de ahora nada de remilgos con las lenguas. La saliva compartida en casa queda en casa.

-Buf, qué beso más rico. Sois un par de locuelos. Os espero al medio día.

-Bueno, papi, parece que mamá se ha quedado contenta. ¿Adónde me llevas?

-Vamos al centro comercial para dos cosas: comprarte más trapitos y, sobre todo, a la caza de niñas…

-¡Qué bien! Eres el mejor papi del mundo ¿te lo había dicho?

-Y tú la perra más adorable. Sigue chupándomela por el camino. Mueve bien la lengua. Y aprende a abrir y cerrar la garganta, como si tragaras, eso es. Buena puta… Ya hemos llegado.

-Mira, papá, ahí, junto al escaparate. Si no fuera porque la tía Rebeca es clavada a mami, habría jurado que…

-¡Rebeca! ¡Qué casualidad! Pero qué guapa vas, cuñadita… Mira, he venido con Paula a hacer unas compras…

-¡Vaya, mi sobrina favorita! ¡Qué mayor estás! Ven aquí, que te doy un achuchón…

-¡Hola, tía! Parece que nos hayamos puesto de acuerdo en la ropa, ¿verdad, papi? ¿Qué haces tan lejos de casa?

-Bueno… Yo… En fin, que ya eres mayor para oír estas cosas. Tu padre me dijo el otro día que tenía que vestirme así siempre, y no se le puede negar nada. Me alegro de encontraros, tan guapos los dos… ¿y mi hermanita la recatada?

-La hemos dejado en casa desnuda preparando la comida. Estoy adiestrándola un poco, y es más fácil de lo que creía…

-Ya te lo dije, cuñado. Y a juzgar por el aspecto de Paula y el besazo que me acaba de dar, la niña también nos sigue los pasos...

-Desde luego, Rebeca. Mira qué tetazas se le han puesto. Y el resto, de categoría. Ah, y tiene un instinto cazador de zorritas espectacular.

-Eres un padre con suerte, pilluelo. Mírala, ya está hablando con dos pequeñas… Mientras te las trae, cuéntame, cómo es eso de mi hermana desnuda…

-Anoche bebió más de la cuenta y habíamos llevado a una zorra haciéndole creer que era compañera de su hija. Acabó en una orgía sin darse ella ni cuenta. Y esta mañana me la ha chupado arrodillada en la cocina… con Paulita encima suyo ayudando.

-¡Genial! Ya viene Paula, a ver con qué nos sale…

-Hola, papis. Os presento a Diana y Gema, son hermanas y les he dicho que queríais conocerlas…

-Ah, sí, claro, encantados… Sois muy bonitas.

-Gracias, señor. Paula me ha dicho que ustedes podían aconsejarnos en las compras. Ella y su madre van vestidas como nos gusta…

-Claro, pequeñas. En un momento estaréis igual de sexys que ellas. Seguidme.

-Sí, señor.

-¡Hola, cariño! ¡Hola, Paula! ¡Justo a tiempo para la comida! ¡Ahora mismo salgo de la cocina! ¿Pero qué es esto? ¡Rebeca! ¿Y estas dos niñas? ¡Y yo toda desnuda!

-Hola, hermanita. No te preocupes por ir desnuda, ya estoy al corriente de las nuevas costumbres de la casa. Estas dos niñas tan guapas son las hermanas Diana y Gema, amigas de Paula. ¿Hay comida para todos?

-Sí… Sin problema… Pero podíais haber avisado, querido…

-Ha sido todo un poco repentino. Esperaremos. Paulita, desnúdate y ayuda a tu madre.

-Sí, papi.

-Señor, Gema y yo le agradecemos su invitación y que nos pagara toda la ropa, pero creo que tenemos que irnos… Es todo un poco raro, con dos señoras iguales, lo de desnudarse y todo eso…

-Vosotras os quedáis aquí a comer porque lo digo yo. Y en esta casa todos tienen que estar desnudos. Rebeca, encárgate de las niñas.

-Al momento. Me encanta lo loco que estás…

-Mmmm, qué ricas, tan vergonzosas… No tenéis nada que temer, es sólo naturismo. ¿Os gusta ver mi polla?

-Sí, señor, pero nosotras…

-Ya me he gastado mucho dinero en vosotras. Comportaos como es debido. Ya veis que hay dos mamás. Rebeca, ven a follar antes de que venga tu doble. Y vosotras dos, una a cada lado.

-Mmm, qué polla más rica tienes, la tendría dentro todo el tiempo… Niñas, acariciadnos un poco, no seáis tan tímidas… Así, a mi cuña… a mi maridito le gusta la carne fresca, eso es, sin miedo, qué gusto…

-Vaya, ya vienen con la comida. Cada una a su silla. Luego me correré.

-Querido, aquí está. Paula me ha ayudado y… Ya veo que estamos todos desnudos. Así tendrá que ser, en fin.

-¿Alguna queja? Llevas un montón de tiempo diciendo que Paula no trae a casa a sus amigas y viene con dos; ayer te trajo otra, la dulce Carla; convenzo a Rebeca para que se nos una…

-No no no, mi amor, muchas gracias por encargarte de todo eso. Estoy muy contenta. Era lo que quería. Sólo que lo del nudismo es muy nuevo para mí… Perdóname, mejoraré, ya verás…

-Y ni siquiera has saludado a nuestras tres invitadas como te he enseñado esta mañana…

-Oh, ha… ha sido por la sorpresa… Perdonadme  todas… Ahora en casa vamos desnudos siempre, ya veis, y nos saludamos con la saliva compartida… Así…

-Eso está mucho mejor, me gusta veros morrearos a todas… Un poco más de ganas, mujer, muy bien… Muy rica la comida. ¿Has visto qué guapas son las dos amigas de nuestra hijita? Está claro que las nuevas generaciones vienen pisando fuerte, con estos pechos tan desarrollados…

-Sí, mi amor, ya me he fijado, parece que las hayas elegido tú, que te gustamos tanto así, ¿no?

-Pues no, ya te he dicho que son amigas de Paula… Anda, cállate y ponte a chupármela debajo de la mesa.

-Sí, mi amor.

-Papi, ¿mientras mami te la chupa podemos hablar?

-Claro, hijita. Pero antes venid todas, acercaos y haz unas fotitos, mi pequeña. Tengo sus oídos tapados ahora. Quiero vuestros cuerpos a mano. Así, niñitas, ya veis cómo manoseo a Paula. Rebeca, tápale ahora tú los oídos mientras le ayudas a tragar. Venid, eso es, mmm, qué coñitos más suaves… Y qué tetazas gastáis, zorritas… Bufff, me corro… Cada una a su sitio.

-¿Te ha gustado, maridito? Me ha ayudado Rebeca muy bien, como Paula esta mañana.

-Claro, mi amor. Pero Paulita quería decirme algo, ¿no?

-Sí, papi. He hablado con Carla y estaría de acuerdo en venir a casa a ayudar a mami.

-¿Ayudar a tu madre? ¿Qué idea es esa tan rara?

-Querido, nuestra hijita ya me lo ha comentado. A mí me parece genial. Ya sabes que me encanta esa chica, y tenemos dinero para pagarle… Nunca contratábamos a nadie por falta de confianza y Carla es amiga de Paula…

-Bueno, no me parece mal. Vete a fregar con Rebeca, yo cuido de las niñas.

-Sí, amor. Gracias por ser tan comprensivo.

-¿Qué culito va a ser atornillado primero?

-Mira, papi, te he preparado a Diana de diana… y Gema ya está esperando para luego…

-Tengo polla para las tres, mi niña. Eres un tesoro. Qué apretaditos, vuestros culos recién hechos, buffff… Ahí viene Rebeca con los cafés…

-Toma, guapo, recomponeos un poco todos, que viene mi hermanita…

-¿Azúcar? ¿Leche? Bueno, ya estamos todos juntos de nuevo, ¿os habéis aburrido con mi marido, niñas?

-No, señora, son todos muy amables… Pero Gema y yo nos tenemos que ir, nos esperan en casa…

-Muy bien, preciosas. Venid cuando queráis, ya sabéis que sois bien recibidas. Paulita, anota sus teléfonos, que como eres tan despistada ni lo habrás hecho…

-Ahora mismo, papi, venid un momento a mi habitación…

-Cuántas emociones nuevas, querido. ¿Y tú, Rebeca, hermanita, qué vida llevas?

-Estoy bien, gracias. Me he encontrado con Paula y tu marido en el centro comercial y hemos hecho creer a esas niñas que yo era la madre. Menudo lío llevan desde que te han visto a ti…

-Jajaja, qué bromistas sois. Pobres niñas. Van a creerse que somos las dos tu mujer, ¿no, querido? Oh, ahí vienen, sigamos la broma…

-Bueno, señores, un placer, Gema y yo nos vamos por fin. Gracias por todo…

-No ha sido nada, pequeñas. Nuestro marido y nuestra hija están encantados con vosotras. Y nosotras también, ¿verdad, Rebeca?

-Estoooo, sí, claro, todos estamos muy contentos, nuestro marido, nuestra hija y nosotras dos, las mamás dobles, jajaja. Mirad, mirad cómo nos quiere a sus dos esposas…

-Sí, jejeje, sus dos esposas, las dos mamás de Paula… ¿Verdad, querido?

-Claro, claro. Adiós, pequeñas, volved pronto. Mirad cuánto amor me dan mis esposas, mientras una me lame el agujero del culo la otra le saca brillo a mi tranca… Y tú, hijita, sigue haciendo fotos, serán un buen recuerdo…

-Bueno, ya estamos solos los tres, querido. ¿No crees que te has sobrepasado un poco en la despedida de las dos niñas agarrándonos del pelo a mi hermana y a mí para que te chupáramos de rodillas, mientras decías esas cosas tan soeces?

-Papi sólo te seguía la corriente, mamá. Has empezado tú proponiendo que continuara la broma… Además, ya has visto que la tía Rebeca no se ha enfadado, ni siquiera cuando sacaba el semen de papá por la nariz, toda atragantada. Tu papel de lamedora de su culo ha sido más fácil, reconócelo…

-Ya, pero es que no me hace mucha gracia que mi propia hermana…

-Querida, cuántas veces te tengo que decir que tengas la boca cerrada, si se trata de decir tonterías. Recoge todo esto mientras Paula y yo vamos a buscar a Carla.

-Claro, mi amor. Perdona, siempre hablo de más, Rebeca es mi querida hermana y siempre será bienvenida aquí, por supuesto. Y muchísimas gracias por aceptar la idea de la criada; la estaba necesitando.

-De acuerdo, quedas perdonada de nuevo. Soy un blando. Una sola queja más y tendré que tomar medidas. Paulita, ponte el vestido blanco, ése que parece una funda y se sostiene firme en tus curvas.

-Ay, qué varonil te pones a veces, mi tesoro. No habrá más quejas, lo juro. Adiós, amores. Menos mal que vas con papá, pequeña. Vestida así nadie diría que eres mi niña virgen. Un beso de los nuestros para los dos. Mmmm, confieso que me encanta que seáis tan cariñosos…

-Aquí están las dos cervezas, parejita de depravados. Menuda orgía se ha montado en la casa sin mí; ya he visto las fotos. ¿Entonces lo mío…?

-Está hecho, zorra. Hoy mismo te despides de este bar y vienes a trabajar a casa a tiempo completo. ¿Entendido?

-Sí, señor. Muchísimas gracias. Tendré siempre contenta a la señora.

-Bueno, mi plan es que sean dos, las señoras. Si te fijas bien en las fotos, mi esposa tiene una hermana gemela y va a venir a vivir con nosotros. A las ocho te recogemos y la pasamos a buscar a su casa. Ahora sigue con tu último día de trabajo aquí. Y mueve ese culo, bellezón.

-Guau, papi… Eso sí que no me lo esperaba… ¿La tía Rebeca también? Menuda noticia… Eres el mejor, nunca me cansaré de celebrarlo…

-Gracias, hijita, enciéndeme un cigarrillo, no te olvides nunca de que eres mi perra incondicional. Y súbete un poco el vestido, se te han salido los pezones…

-Ay, qué despiste, es por la emoción.

-¡Ya hemos llegado, querida!

-Oh, Carla, preciosa, ya verás qué a gusto trabajarás para nosotros. ¿Rebeca? Hola otra vez, ¿qué haces tú aquí?

-Verás, hermanita, tu marido me ha dicho que habías entrado en razón con eso de que éramos dos esposas, y a mí me hace gracia continuar con la broma. Paulita está muy contenta con tener dos mamás. Y te hemos traído a tu querida Carla, no te quejarás…

-No, no, ninguna queja por mi parte, nada de eso… Huy, he olvidado los besos de bienvenida, perdonadme. Vaya, qué efusividad, me estáis dejando marcada… Uf, qué gusto. Ven, Carla, que te explico un poco las tareas.

-Bueno, Rebeca y Paula, ya ha quedado claro cómo vamos a funcionar. Ahora tengo dos esposas, una criada y una amante hijita a mi servicio. Recuéstate en mi regazo, ex cuñada, y lámeme la polla mientras viene la cena. Paula, ayuda a tu nueva mamá.

-Oh, cariño, ya veo que estás jugando con Rebeca y que os acompaña nuestra pequeña. Carla me ha dicho, entre beso y beso, que se va a quedar a tiempo completo. Eso me hace muy feliz. Tenemos que pensar dónde dormirá, con tantas novedades. Sólo tenemos nuestro dormitorio y el de Paulita…

-Tú no tienes que pensar nada, mi amor, estúpida. Eso déjamelo a mí.

-Perdona, querido, ya estoy hablando demasiado. Pero Paulita, qué haces, no debes meterte el pene de tu padre en la boca, eso es tarea de su… de sus esposas…

-Deja a la niña que pruebe, mi amor. No me parece mal. Ya sabes lo inocente que es.

-Señora, si me lo permite, la cocina…

-Ay, sí, Carla, voy, que se va a quemar… Uy, me haces cosquillas en los pezones, ay, qué ricura, apriétalos, sí, encanto… Me tienes loquita… Ahora volvemos con la cena… Y tú, Paula, no te atragantes, que el pene de papá es muy grande… Por Dios, qué estoy diciendo, ay…

-Aprovecha que te he traído a mi amiga Carla, mami, no te preocupes…

-Bueno, ya se han ido de nuevo. Mientras te la tragas, mi cerda Paulita, escucha el dulce sonido de las hostias en la cara que le doy a mi Rebeca…

-Más, más fuerte, cómo me pones, así, déjame la cara roja, y las tetas, dale más, ufff, y tú, niñita, traga esta tranca… ¿Te gusta que te empuje la cabeza con el pie? Jajaja, me encanta esta escena familiar…

-Señores, repórtense un poco; ya viene la señora con la cena… Llevamos ya no sé cuántos orgasmos en la cocina, pero verles así me obliga a frotarme el coño con la esquina de la mesa, buff…

-Eres un encanto, Carla. Siéntate a mi lado. Me encanta chuparte los melones.

-Ay, cariño. Ya te estás propasando con la criada. ¿Pero no era un regalo para mí?

-Pásame la sal y cállate. ¿Cuántas veces te lo tengo que repetir? De mis dos esposas, eres la más molesta. Rebeca no tiene ninguna queja. Anda, Paulita, átale a mamá las manos a la espalda y muérdele las tetazas, bien fuerte. Déjale bien marcados los dientes.

-Sí, papi. Al momento.

-Querido, aaaay, sé que lo tengo merecido, aaaaaaay, pero…

-Anda, Rebeca, métele la servilleta en la boca a tu hermana, no soporto más peros…

-Sí, mi amor. Ya está. Qué descanso, cuánta charla… Mi hermana es encantadora pero no para de hablar…

-Bueno, ahora que estamos más calmados, te respondo a tu pregunta de antes, querida esposa. La criada dormirá con Paulita, tienen sitio de sobra en la cama. Y Rebeca en nuestro dormitorio, ya que es también mi esposa ahora. Depende de ti el sitio que te corresponde. Ahora acabemos la cena en paz.

-Buenos días, papi. Carla está preparando el desayuno. Mami está dormida aún, con las manos atadas a la espalda y la servilleta en la boca. Ha pasado mala noche en la terraza de la cocina.

-Bueno, se lo tiene merecido. Ven, hijita, danos un beso a Rebeca y a mí. Vaya, qué mojada estás, tan temprano. ¡Carla, ven un momento!

-Buenos días, señor. El desayuno ya está listo. He pensado que no le importaría que me pusiera la cofia y el delantal con los tacones. Ya veo que no, su polla aprueba mi uniforme…

-Dios, lo aprueba, sí… Ven, que te follo viva… Paula, Rebeca, más cerquita, hay polla para las tres…

-Gracias, querido, por desatarme y sacarme la servilleta de la boca.

-Descansa un poco en el sofá, mi amor. Seguro que has pasado una noche un poco incómoda…

-Muchas gracias. Me lo he merecido, por hablar más de la cuenta. Te había prometido no quejarme… Ahora ya tengo claro que prefieres a mi hermana, y trabajaré duro para volver a ganarme tu confianza. No volveré a cometer ningún error.

-Eso ya lo veremos. De momento te he dicho que descanses.

-Sí, mi amo.

-¿Qué has dicho?

-Te he llamado amo porque es lo que eres. Siento que hayas tenido que castigarme, pero sé muy bien que no has tenido otra opción. Nunca he querido otra cosa que tu bienestar. Ahora lo veo todo claro. Rebeca sabe hacerte sentir bien y yo voy a demostrarte que también.

-Vaya, menudo cambio. Me gusta. Paula, mira a mamá…

-Oh, papi, parece que le ha sentado bien la lección… Eres un hombre justo y sabio. ¿A que sí, mamá Rebeca?

-Ay, Paulita, me encanta que me llames mamá, jajaja. Sí, ya veo que las cosas están enderezándose. Si puedo ser de alguna ayuda más, amo…

-¿Tú también, Rebeca? ¡Fantástico! No había más que juntar a las dos hermanas tetudas para que todo fluyera por el camino correcto.

-Si me lo permite, señor, yo desearía alcanzar el nivel de sus esposas… Se lo pido de rodillas…

-Vaya, Carla, esta mañana es una caja de sorpresas. ¿Pero no ves que tú ya tienes ese nivel, mi perra? Eres la criada de la casa a tiempo completo. Ese es el papel de mis mujeres. Ellas aún no se dirigen a mí con el respeto que me has mostrado siempre tú.

-Le estoy muy agradecida por sus palabras, mi amo. Me siento muy honrada de ser su perra. Con su permiso, voy a ponerme a trabajar en la casa, se hace tarde.

-Ve, preciosa. Y vosotras tres ya lo habéis oído. Mostradme más respeto cuando os dirijáis a mí.

-Oh, mi amo, ¿también nuestra niña va a tener que tratarle así?

-Ay, mami, no empieces a poner pegas. Ya soy mayor, mira mis tetas. Mira mi cuerpo. Mira cómo me arrodillo ante papá, nuestro amo. Mira cómo hago crecer su polla con mis lamidos. ¿Le gusta así, mi amo?

-Me encanta. Y vosotras dos, mis esposas, mis perras, venid también a lamer de rodillas. Este es el comienzo de una gran historia de esclavitud.

-Mi amo, ¿le puedo hacer una pregunta?

-Dime, perra. Pero te aseguro que si es una queja recogerás todas tus cosas y te irás.

-No, mi amo, ninguna queja, nunca. Es sobre Paula, nuestra hijita…

-Venga, puta, pregunta lo que quieras…

-El caso es que estas tres semanas que he pasado como su esclava, siendo compartida con mi hermana, con la criada… En fin, ya sabe, todas las novedades, desde aquella noche que me emborraché… Todos los cambios que se han producido por mi causa, que no tenga usted ninguna duda de que me parecen muy bien, mientras le mantengan contento… Todas lo estamos también…

-¿Pero no me ibas a hablar de Paulita? ¡Mira, aquí viene! ¡Hola, mi niña, saluda a papi, mueve esas tetorras para mí!

-¡Hola, señor! Mire cómo las bamboleo, jajaja, amo, espere, esa polla necesita una chupadita mañanera…

-Qué dulce eres, mi Paula. Ya tragas como una mayor, mejor que tu madre incluso. A propósito, que me quería decir algo sobre ti. Habla, cerda.

-Sí, mi amo. Me preguntaba si es correcto que nuestra niña participe tan activamente en las nuevas costumbres de la casa. Recuerde que no hace ni un mes que no le dejábamos vestirse descocada, y ahora…

-Eres una molesta bastarda, demasiado cobarde para ver que la niña está bien. Demasiado contagiada de esas ideas mojigatas que siempre te han tenido reprimida. Aprende de tu hermana, por favor, o de Carla, una criada excelente que siempre te tiene al borde del orgasmo… ¿Quién te has creído que eres para decirme cómo tengo que tratar a mi propia hijita? Soy un amo muy blando, está claro. Hoy mismo pensaba hacerte un regalo, pero creo que mejor se lo voy a ofrecer a la niña…

-Oh, mi amo, perdone, no quería enfadarle, sólo que soy un poco temerosa, pero está todo bien, castígueme, por favor, no deseo otra cosa, sé que mejoraré si me pone usted en mi sitio…

-De momento te prohíbo volver a decir una sola palabra hasta que yo te lo indique, cuando vea que ya estás integrada en mi cuadra de cerdas. ¡Dios! ¿Cuánto tiempo necesitas? Ven, ayúdame a correrme en la garganta de Paulita. Siéntate a horcajadas en su nuca y lámeme, eso es, el pecho, los pezones. Al menos sirves para algo… Bufff, me corro mejor azotándote las ubres, desde luego.

-Mmmm, papi, mmmm, qué ricooo, me encanta tragarme su semen, mi amo. Mami ha ayudado muy bien, casi no podía mover la cabeza… Gracias, muchas gracias…

-Encanto, ahora vas a recibir tu regalo. Mira, mi polla vuelve a su estado normal. Tengo ganas de mear. Prepara tu boquita y en cuanto salga el chorro te bebes todo.

-¡Qué ilusión! ¡Una novedad! Mira, mami, lo que te vas a perder por protestona…

-Así, bebe, genial, parece que lo hayas hecho toda la vida, cerdita preciosa. Tienes una sonrisa encantadora mientras tragas. Uy, se te está resbalando un poco por las tetazas. Bastarda, lámele eso a tu niña pequeña. Así. Abrazaos fuerte y besaos. Siempre me ha gustado veros cariñosas. ¡Rebeca, ven, únete! Es un cuadro perfecto. Mis dos esposas y mi hija, tan unidas. ¡Carla, ven! Me pongo detrás, de pie, toma, haznos una foto a los cuatro, así, imprímela, la pondremos en el salón, enmarcada.

-Señor, alguien le llama al teléfono.

-¿Sí? ¿Eres Berta? ¡Cuánto tiempo! No, no te he llamado porque tenía unos líos familiares estos días… ¿Paula? Sí, está muy bien, ahora mismo está a mi lado. ¿Y tu hijo? ¿Todo bien? Oh, lo siento, y no volverás a verlo? Vaya, una lástima… Mira, te doy mi dirección y vienes a casa a charlar. Claro, sin problema. Besos.

-Ay, papi, ¿Berta? ¿No era la chica del parque infantil? ¿Qué le ha pasado al niño?

-Se lo ha llevado su padre a no sé qué país. Ya casi no me acordaba de esa morenita con los pezones anillados, tan obediente… Va a venir en un rato, ya lo habéis oído todas. Así, de entrada, quizás no sea conveniente que estemos desnudos. Carla, ponte el uniforme. Vosotras dos, mis gemelas, y tú, Paulita, vestíos también, poneos sexys, tapadas pero poquito, ya sabéis a lo que me refiero. Tengo que pensar una estrategia convincente… Aunque quizás no sea necesario, con lo puta que es Berta…

-Hola, Berta, pasa, pasa. No pongas esa carita de tristeza. Hay que mirar hacia adelante. Mira, aquí está Paula, ¿te acuerdas de ella?

-Ay, señor, cómo no me iba a acordar, con lo bien que trató a mi niño… Hola, guapa, perdónenme los dos por interrumpir sus vidas, pero estuve muy a gusto con ustedes… Quería volverlos a ver, ponerme a su disposición…

-No te preocupes, Berta, mi novio y yo estamos muy contentos de verte de nuevo. A mí me gustó mucho ver que os llevabais tan bien. Carla, trae a nuestra amiga un refresco…

-Al momento, señorita.

-Vaya, ya veo que tienen ustedes una criada. Desde que les vi me di cuenta de su categoría. Yo no sé cómo agradecerles…

-Ningún problema, preciosa. Paula y yo estamos encantados de tenerte con nosotros. Mi novia me comentaba que le gustó mucho verte los pezones con los aros, y a mí también…

-Son ustedes unos ángeles para mí. Gracias, Carla, preciosa, eres una privilegiada por servir a estos señores.

-Lo sé, señora. Ahora dedico mi vida a mi amo, el hombre más maravilloso en la faz de la tierra.

-Bueno, dejaos de zalamerías conmigo. Paula y Carla, presentaos a Berta según las costumbres de la casa. Así, que no le quede un solo rincón de la boca sin acariciar con vuestras lenguas. Yo me uno. Este beso es nuestra bienvenida.

-Oh, señor. Qué dulzura, qué placer…

-¿Recuerdas esta polla? Come, puta.

-Sí, señor. Espero que su preciosa niña no se moleste. Aunque ya sé que ella desea lo mejor para usted, como yo. Pero ha sido oírle llamarme así y…

-Traga y calla, mi cerda. Has venido aquí a obedecerme. Es lo que deseas y me parece bien. En realidad, tengo una buena cuadra ya en esta casa, pero una tetuda de más como tú nunca viene mal. Mira, te presento a mis dos putas gemelas. Desnudaos ya, esposas. Mientras me quedo un rato con Paula y Carla, ellas te acondicionarán un poco para ser usada por mí.

-Se me eriza la piel con sólo oír sus palabras. Su sinceridad, señor, me pone el coño a caldo.

-Hola, Berta. Soy Rebeca y ésta es mi hermana. Ven, tenemos órdenes estrictas de prepararte.

-Encantada, señoras. ¿Soy yo o esta casa es el paraíso terrenal? Nunca había visto a tantas damas juntas con el pecho tan desarrollado y tan hermosas. Hagan conmigo lo que sea preciso, les estaré muy agradecida.

-Papi, mi amo, yo creo que, tal y como es esta joven, lo mejor sería que se quedara con nosotros.

-Eso ya lo decidiré luego, hijita. Primero tengo que catarla. Carla, me encanta tu uniforme. Me pone tanto como la ropita infantil de mi niña. Sois unos tesoros. Abrid bien vuestros agujeros del culo, así. Vaya par de cachorritas. Necesito inundaros los intestinos de lefa, mis cerdas.

-Amo, ya tiene lista a Berta. Es la perra más dócil del mundo. Se ha dejado poner las pinzas en el coño con gran dulzura. Aquí la tiene adornada con las cadenitas que ordenó, de sus pezones a los labios vaginales y al collar de mascota.

-Son todos ustedes muy amables. Estos adornos son preciosos. Señor, si me permite llamarle mi amo, estoy lista para ser usada como quiera…

-A ver si son resistentes las cadenas. Pues sí, por más que estiro no se rompen. Y eres tan arrastrada como suponía. Mudita, métele esa botella por el culo. Rebeca, quiero sus mejillas, su culo y sus tetorras bien rojas. Me gusta veros atizándoos. Carla, prepara algo de comer para todos. Y tú, Paula, enciéndeme un cigarrillo, como siempre. Usaré tu boquita de cenicero.

-Sí, mi amo. Aquí tiene. ¿Le masturbo un poco mientras?

-Claro, hijita. Esposas, traedme más cerca a Berta. Verla así de magullada y humillada me pone a cien. Le voy a dar unas cuantas patadas en la cara…

-Gracias, señor. Esta sensación de ser usada al límite me hace sentir como nueva. Hoy es el primer día del resto de mi vida. Y todo gracias a usted, mi amo y señor.

-Bueno, con cinco putas tetudas tengo bastante. Me canso un poco de tanta belleza. Voy a dormir. Muy bueno el pavo relleno, Carla. Podéis comer los restos en el suelo mientras descanso. Mañana será otro día.

-Buenos días, amo.

-Buenos días, Berta, preciosa. ¿Has pasado buena noche?

-Estoy encantada en su casa. Ojalá me quedase aquí para siempre. Todas sus perras son tan amables conmigo… Y le comprendo a usted muy bien teniendo a la niña Paula como favorita. Es una mezcla de sangre fresca y naturaleza desatada, me encanta. Sería la hija que siempre habría deseado tener.

-No exageres, tú eres muy joven, mi cerda…

-Gracias, mi amo, pero no me queda mucho para cumplir los treinta. Paulita podría ser mi hija perfectamente… Y si me lo permite el señor, le diré que ya sé que ella es su hijita; lo supe desde el primer momento en que les vi y les envidio por su libertad. En mi país también hay muchos casos…

-Bueno, basta de cháchara. Tú te quedas con nosotros, ya sabes. Ponte una minifalda y un bikini que te dejará mi Paula. Dile que quiero el de menos tela, que te cubra apenas los pezones. Vamos a dar un paseo para exhibirte.

-Al instante, señor. Me siento muy halagada…

-Berta, te ves preciosa así, casi desnuda, con tu collar de perra, tus cadenitas, las marcas de la paliza de ayer… Todo el mundo nos mira, ¿ves?

-Sí, mi amo. Es usted tan convincente y atractivo que estoy todo el tiempo a punto de correrme. ¿Es a esta terraza adonde venimos?

-Sí, siéntate. Aquí trabajaba Carla hasta que la contraté. Mira, ya viene la nueva camarera. Jajaja, no han encontrado a una tetuda. Seguro que han perdido clientes, aunque con unos buenos melones estaría perfecta, a su edad. Vaya, no sé ni cómo han podido contratarla; habrá falseado la fecha en su documentación. Hola, planita, ¿has perdido las tetas por ahí?

-Buenos días, señores. El señor seguro que se refiere a mi predecesora. Todo el mundo echa de menos a Carla, ¿la conocen?

-Tráenos dos cervezas. Sí, Carla ahora trabaja para mí. Se lo tiene muy merecido. ¿Y tú de dónde has salido, tan jovencita pero tan andrógina? Con un buen par de melones estarías explosiva…

-Ay, no ponga el dedo en la llaga, señor. Ojalá tuviera el dinero suficiente. Si me lo permite, le halago el gusto con su esclava. Mi polla se está poniendo muy dura viéndole las argollas marcadas en el microbikini... Ahora mismo les traigo sus cervezas.

-¡Mi amo! ¡Es un niño! Nadie lo diría, ¿verdad? Vestido así engañaría a cualquiera.

-Seguro que ahora que lo sabes te recuerda a tu hijito, ¿no es cierto?

-Sí, mi amo, es un poco más mayor, pero me hace echarlo de menos. Y además se ha fijado en mí, qué cielo…

-Aquí tienen las cervezas. Señor, le entrego también unas cartas que llegaron para Carla, si se las puede hacer llegar. Oh, señora, me recuerda usted tanto a mi pobre mamá… ¿Puedo besarla, señor?

-Claro, tontita, daos un buen morreo, así, ¿cómo te llamas?

-Mamá me puso Alfredo, pero ahora soy Freda, para lo que gusten mandar. Mmm, la señora besa con una lujuria exquisita.

-Anda, Berta, hazle un trabajito a esta nena en el baño, que se le nota la erección bajo la minifalda. Yo me quedo aquí leyendo esto…

-Gracias, señor. Ahora mismo vuelvo. Vamos, niñito, será un momento…

-Veamos… ¡Qué sorpresa!, pero si son cartas de las danesas tetudas, Ingrid y Sonia… ¡Anda!, qué pequeño es el mundo, resulta que tienen una amiga negra que vive ahora aquí… y me dan sus señas… Si es que estas chicas son tan cariñosas…

-Hola de nuevo, amo… ¿Qué hace hablando solo?

-Hola, perra. Enciéndeme un cigarro y te cuento. Vamos a visitar a una negrita. ¿Qué tal con Freda?

-Oh, genial, mi amo. Se ha corrido al instante en mi boca. Mientras me arrodillaba, le llamaba Alfredito y ella no ha dejado de llamarme mami todo el rato. Estoy muy feliz, es la cosita más linda del mundo, y rellena el hueco en mi corazón que dejó mi niño.

-Me alegro mucho por ti, mi cerda. La adoptaremos y podrás usarla cuando quieras. Ahora vamos a casa de la negra. Tengo buenos presentimientos sobre ella.

-Nunca podré agradecerle lo suficiente su bondad, señor.

-Claro que lo harás, puta. Mueve el culo.

-Hola, negrita. Somos amigos de Ingrid y Sonia. Vaya, estás toda despeinada, pero menudo cuerpazo… ¿interrumpimos?

-No, señor, me acabo de despertar. Pasen, por favor. Creía que no vendría nunca. Siento estar así de desaliñada, con mi camiseta de dormir. Vaya, ya veo el collar de la señora. Ojalá yo pudiera ser una esclava de verdad. ¿Café?

-Yo me tomaré un ron y Berta hará los cafés. Cuéntame mejor eso de la esclavitud, mientras. Espera, si no te importa, esta camiseta vieja estará mejor así, rompiéndole el escote. Es un pecado que te cubra tanto esas ubres de vaca…

-Jajaja, mis amigas ya me dijeron lo juguetón que era usted. Estoy muy halagada por su visita y la de su perra. Pero yo creía que era más niña…

-Buenos melones, negrita. No, la niña se ha quedado en casa. Berta es una perra más reciente.

-Ay, me hace daño con las uñas, qué gustazo… Si sigue así, no voy a poder hablar… El caso es que me siento un poco mal en su país, con todo el mundo respetándome, sin ponerme en mi sitio, ay, y tenía la esperanza de que alguien como usted…

-En una palabra, que quieres ser mi vaca lechera emputecida y esclavizada. Pero yo ahora estoy muy ocupado, si te contara…

-No seré ninguna molestia, señor. Soy obediente, discreta, resistente, cariñosa… Mi piel de esclava negra soporta cualquier trato. Cuanto más duro, mejor. Pruébeme, no le decepcionaré.

-De momento, no te veo en el suelo. ¿No sería ése tu sitio natural?

-Lo siento, señor. Aquí me tiene, encantada, para servirle.

-Toma, ¿te gustan los bofetones? Ya veo cómo babeas de gusto. Habrá que tratarte a patadas…

-¡Aquí está el café y el ron! Oh, la negrita ya está en su sitio recibiendo lo suyo, qué rapidez. Es usted mi héroe…

-Échale el café por encima a la cerda negra. Eso es. Jajaja, mira cómo se retuerce de gusto…

-Ufff, señor, me abraso, este trato es el que necesito. Por favor, méeme encima, y usted también, señora, si lo desea…

-¿Así, puerca? Mira cómo muerde la pata de la mesa, Berta… Es un animal salvaje precioso, sin duda.

-Será un honor que me marque al fuego con sus iniciales, mi amo y señor. Soy la negra arrastrada de su propiedad para lo que quiera usarme.

-Oh, papi, estoy muy feliz. Siempre quise tener un hermanito, y Freda supera todas mis expectativas. Se van a enfadar los dueños del bar, siempre arrebatándoles las camareras…

-Jajaja, mi niña, eres muy graciosa. Pero Freda, aunque vive con nosotros, sigue trabajando allí. No quiero conflictos. De todas maneras, comprendo que estés feliz: ¿qué otra niña tiene nada menos que tres mamás, una criada y una mascota negra, además de un hermanito tan sexy?

-Olvida usted lo más importante, mi amo: un papá que me usa a su antojo. No podría pedir más. Y tan bueno. Me gusta que deje salir por la casa a la negra, todas le adoramos. Aunque en su jaula está muy bien, se le ve radiante. Ya sé que aún no soy mayor, pero entre los aros de Berta y la marca al fuego de la negra, cada día deseo más que pase el tiempo y pueda ser anillada y marcada como ellas por usted.

-Todo llegará, aún queda mucho tiempo. Mientras, limítate a seguir siendo mi urinario, mi depósito de semen, mi cerda favorita; en una palabra, mi hijita querida.

-Sí, papi. Y si me lo permite, le diré que desde que las tres perras nuevas viven aquí, mamá está ya totalmente integrada y arrepentida. Creo que ya podría dejarle hablar.

-Tu madre no aprende nunca. Seguro que sale con alguna tontería. Pero tráela, a ver.

-Oh, querido amo y marido, padre de nuestra niña. Le agradezco que me deje dirigirme a usted. Yo creía que las cosas no podían ir más lejos, pero estos días he conocido a sus nuevas esclavas y me siento privilegiada de formar parte de su cuadra.

-Vaya, me sorprendes, puta. Esperaba que salieras con alguna queja…

-Nada más lejos, mi amo. Ver el amor de Berta con Alfredito, poder tener el placer de sacudir a la negra, contemplar la felicidad de mi hermana y mi hija, y disfrutar de la criada… Ahora estoy segura de que usted lo hace todo para nuestro bien…

-Exacto. Ya ves que en ningún momento te he prohibido seguir corriéndote con Carla. Me alegro de que hayas entrado en razón.

-Gracias por todo, mi amo. Ahora sé que todos estos años he estado totalmente equivocada: creía que mi hermana era la que se comportaba mal, siempre tan lanzada. Me daba miedo que usted la prefiriese a ella, y por fin veo perfectamente la razón, mi amor. También comprendo que nuestra niñita la imite y le dé a usted lo que necesita.

-Sabias palabras. Paula nunca ha estado tan contenta. Mírala cómo jadea mientras le meto el puño en el culo.

-Por otro lado, mi amo, nunca le agradeceré lo suficiente que contratase a Carla. Un solo roce con su piel me hace correrme. Aún me sorprendo cada vez. Y aprendo tanto últimamente con sus nuevas perras…

-¿Sí? Me gusta mucho verte por fin integrada. Berta aporta la frescura del Caribe, naturaleza pura, y ya ha sustituido en su corazón a su hijo con Freda. Y nada mejor que una esclava negra sin límites para que todos nos desfoguemos. Mírala, ahí viene gateando.

-Buenos días, señores. Esta basura negra les ha oído hablar y me he querido acercar por si necesitan sacudirme, mearme o violarme. Si no es el caso, me volveré a la jaula…

-Eres bienvenida, mascota. Esposa, dale unos puñetazos a la negra, se los merece.

-Sí, mi amo. Espero llegar un día a ser tan resistente y arrastrada, si es su deseo. Toma, negra de mierda, tetuda viciosa. Paulita, muérdele esas ubres oscuras gigantes, así. Oh, Rebeca, hermana, buenos días, ven, ayúdame a destrozar a la vaca. Nuestro amo disfruta viéndola retorcerse de placer.

-Papi, mientras masacramos a la negra se me ocurre que Freda debería ponerse ya unas buenas tetazas como las demás, ¿no cree?

-Jajaja, tienes razón, mi putilla. Pero le dejaremos la polla, me gusta que su nueva mamá esté contenta. Además, no veo ningún problema en que folles con ella. Llevad a la negra a la jaula, que ya se ha desmayado, y esta noche hablaré con el niño.

-¿Quería algo, amo?

-Sí, mi Freda. Ya sabes que en esta casa las chicas tienen que ser unas buenas tetudas, y tú…

-Lo siento, señor. Ya me gustaría… Mamá me riñe por eso…

-Vas a operarte este mismo mes. Te quedarás con la polla, pero lucirás como el resto de las perras. Yo pagaré la transformación.

-Me arrodillo a chupársela, mi amo. Nunca he conocido a alguien tan generoso.

-Muy bien, pequeño. Parece que te gusta, mira cómo se te ha puesto la polla. Paula, cómetela. Tu hermanito necesita un buen trabajillo. Muy bien. Ahora, Freda, levanta, métesela en el culo a tu hermanita mientras me la follo por delante. Eso es. A ver, las lenguas, qué ricas.

-Ay, papi… Es la primera vez que estoy ensartada por dos pollas. Le estoy tan agradecida… Ahhh, me corro, siento los chorros de los dos en mi interior, qué placer…

-Freda, bébete ahora mi meada. Paulita, llama a Carla mientras. Que venga con su uniforme de criada.

-Hola, señor, ¿deseaba algo?

-Me acabo de follar a las niñas y quiero un masaje mientras te muerdo las tetazas. Es una vergüenza que te use más mi esposa que yo mismo.

-Por supuesto, amo. Mi primera obligación es mantenerlo contento, no sólo desde que me contrató, sino desde la primera vez que le vi, con Paula, en la terraza. Me dio una envidia terrible ver cómo la niña le encendía su cigarrillo, tan entregada.

-Buen masaje, eres una puta de lujo. Ahora arregla un poco a Rebeca. Voy a salir con ella.

-¿A dónde vamos, amo?

-¿Te acuerdas de Diana y Gema?

-Claro, son las dos hermanitas que cazó Paula en el centro comercial.

-Pues vamos a hacerles una visita a su casa. Ya están sobre aviso.

-Oh, me alegro mucho. Eran tan inocentes y atractivas…

-Nos abrirá la puerta su madre. Compórtate.

-Buenos días, ¿puedo ayudarles?

-Hola, guapa. Somos los papás de Paula, una amiga de tus hijas.

-Ah, sí, siempre están hablando de Paula. ¿Entonces fue usted el que las invitó a comer? Pasen, pasen… ¡Niñas, han venido los padres de Paula! Por cierto, me llamo Dora.

-El caso es que Paula también está encantada con sus amiguitas, pero siempre se queja de que no las ve. Así que mi esposa Rebeca y yo pasábamos por aquí y hemos venido a proponerle algo…

-Lo siento, señor. Es por mi culpa lo de que no se vean. Me da mucho miedo dejarlas solas, con las cosas que pasan. Una madre soltera tiene que redoblar el cuidado… Además, espero que no sea una impertinencia, pero aquel día volvieron vestidas de un modo muy indecente… Diríamos algo así como va la señora…

-¿No te gusta cómo visto? Por lo menos no parezco una monja, como tú…

-Ay, si a mí me gusta ponerme bonita, pero no quiero dar mal ejemplo a las niñas. Usted está preciosa, con los senos rebosantes, su minifalda, los tacones… Pero yo no puedo…

-Mira, ya vienen tus niñas. ¿Es así como no te gusta que vistan, verdad?

-Dios mío, ya habéis vuelto a las andadas. Pero hijas, ¿no veis que tenemos visita?

-Ay, mamá. Nos hemos puesto así para recibir a los papás de Paula. En su familia tienen otras costumbres. ¿Le gusta, señor?

-Claro, pequeñas. Tenéis unos cuerpos muy bellos y debéis lucirlos. Vuestra madre está un poco confundida, pero la haremos entrar en razón, ¿verdad, Dora?

-Me doy por vencida. Está claro que estoy en minoría. Casi me avergüenzo de ir tan tapada, la verdad. Qué diablos, me quito la bata. ¿Mejor así?

-Guau, Dora, menudo cuerpazo. Ya sabemos a quién han salido tus hijitas. En ropa interior estás explosiva. Niñas, abrazad a vuestra mami renovada. Rebeca, quiero fotos.

-Sí, querido. A ver, Diana, bájale a tu mamá un poco la copa del sujetador. Buena foto. Y tú, Gema, más apretadita, agárrale el tanga, así.

-Bien, Dora, mientras mi esposa os fotografía te contaré nuestro plan.

-Pero señor, creo que esto sobrepasa los límites de lo permisible… Mis propias hijas me están excitando…

-Los límites los pongo yo, dulce mamita. Te has ganado un buen bofetón por protestona. ¡Toma!

-Buff, no sé qué tiene usted pero me siento cambiada, feliz… Gracias, señor.

-Ahora escucha. Nos vamos a llevar a tus hijas a casa para que jueguen con Paula. Tan sencillo como eso. Y ya veo que estás más relajada, con sus manitas en tus agujeros. Tienes dos opciones: quedarte sola aquí recordándolas o venir con ellas.

-¡Diosss! ¡Me corroooo! ¡Hacía tanto tiempo! Bufff, iré, iré con ellas. Ya me da igual cómo vistan, lo que seaaa…

-Muy bien. Ponte algo ligero, tienes dos minutos.

-Sí, señor. Ahora mismo vuelvo.

-Vamos, todas a casa. Paula va a brincar de ilusión.

-Hola, papi. ¡Anda, pero si traes a Gema y Diana! ¡Qué guapas! Venid a mi cuarto, que os presentaré a mi hermanito…

-Ven, Dora, vamos al salón. Tengo que explicarte cómo vivimos aquí… Rebeca, reuníos todas, para que os conozca la mamá de las niñas.

-Sí, señor. En un momento estamos listas.

-Bueno, mientras vienen te cuento. Esa negra que duerme en la jaula es mi mascota. La tengo marcada con mis iniciales a petición suya. En la casa sólo admito ropa sexy o desnudez.

-Me perturba todo lo que me cuenta. Tener a una mujer enjaulada… La desnudez… Pero no puedo evitar mojarme… Por cierto, ¿le ha gustado cómo me he vestido para usted? Hacía años que no me ponía este modelo; me queda tan ceñido… Oh, su pene, qué vergüenza, es tan grande… ¿Puedo tocarlo? ¿Qué digo? Me tiene hipnotizada, Dios…

-Cógelo, claro. Así, acaricia suave. Vaya melones te gastas, Dora. Ahora verás que mis mujeres también son como tú, unas tetudas de campeonato…

-¿Sus mujeres? Esto supera todo lo que he imaginado en mi vida… ¿Son algo así como unas esclavas? Espere, que se le sale un liquidillo en la punta, ya se lo lamo…

-Eso es, lame, zorra. Sí, son todas mías, ahí vienen ya… Mira qué guapas se han puesto, mis cielos. Ésta es mi primera mujer, la madre natural de Paula; últimamente es algo callada, por la cuenta que le trae. A Rebeca, la que le chupa la teta izquierda, ya la conoces: es su hermana gemela, mucho más agradable y mi segunda esposa. La criada con su uniforme se llama Carla. Es una esclava para todo y te atenderá en lo que necesites. La cuarta esclava es Berta; mira qué bien le queda la cadena de los pezones al coño. A la quinta, la negra, ya la conoces. Cuando tengas ganas de sacudirla te lo agradecerá. Y aquí tenemos a las niñas: Paulita, que ha pasado de ser mi hija pequeña a una excelente amante y esclava; Freda, que va a operarse las tetas pero le dejaré la polla para que juguéis; y tus dos hijitas. Ya veo que han confraternizado: mira cómo juegan a papás y a mamás. Alfredito, saca la polla del culo de Diana, que la vea su mamá.

-Me fascina usted, señor. Me encantaría que mis hijitas y yo nos quedásemos aquí, pero seríamos diez esclavas y quizás le parezca demasiado…

-No, nunca es demasiado, mi puta. ¿Entonces quieres ser mía?

-No deseo otra cosa, mi amo. Ahora ya no puedo dar marcha atrás. Aquí tiene mi cuerpo y el de mis hijas para lo que quiera.

-Al suelo, todas.

-A ver esas cicatrices, Freda… Oh, muy bien, ya no se notan nada. Tienes las tetazas más perfectas de la casa. Y no sé si soy yo, pero tu polla tiesa se ve más grande que nunca, putón.

-Me siento ya toda una mujer, con estos melones perfectos. Eso me excita mucho, y por ello tengo la polla así, mi amo.

-Berta, abre bien el culo para tu hija. Freda, encula a tu madre. Quiero ver cómo llegáis juntas al orgasmo. Esas tetorras nuevas hay que celebrarlas.

-Ahhh, gracias, señor. Alfredito ya es todo un hombre. Estoy orgullosa de mi hijo y de que pueda servirle como mujer para lo que usted quiera.

-Muy bien, Berta. No te olvides de que las dos sois una creación mía. Tú, con tus adornos permanentes y ella con sus tetas de mi propiedad. Objetos decorativos. Poneos en vuestros rincones.

-Sí, mi amo. Ven, Alfredito. Tú aquí, pon las manos en la nuca, eso es. Yo me voy allá.

-Que vengan Gema y Diana.

-Hola, amo. ¿Qué quería de Diana y de mí?

-Ya habéis visto que vuestra mamá se ha transformado en una puta fenomenal. ¿Qué os parece? Habla tú, Diana, preciosa.

-Señor, yo no soy muy lista. Cuando estuvimos la primera vez aquí, a mi hermanita y a mí nos daba vergüenza verles a todos desnudos y que usted nos metiera la polla en el culo. Nunca habíamos experimentado nada así, y Paula nos enseñó que usted era bondadoso y no quería más que nuestra obediencia. Luego, cuando vino a casa y consiguió que mami se vistiese como nosotras ya supimos que usted era el mejor. Mamá está ahora muy contenta, y mucho más guapa.

-Así me gusta, perrita. He pensado que voy a poneros grados. Vuestra madre es ya como Berta, la mamá de Freda. Treintañeras tetudas invitadas. Despreciables, como la negra. Mis esposas gemelas ya me cansan; ahora ni las distingo. Carla es aún joven, pero no tanto como vosotras o como Freda y Paula. Comunicaréis a las seis viejas que se tienen que ir, y me quedaré con las cuatro niñas. En cinco minutos organizo todo.

-Sí, mi amo.

-Bien, pequeñas. Ahora estamos más tranquilos, después de que se fueron las viejas. Ha llegado el momento de daros vuestros cometidos personales.

-Papi, antes de eso, ¿puedo comentarle algo?

-Dime, Paula.

-He seguido en contacto con mamá, con el permiso que me dio usted, y me ha contado que el club que han montado les da para vivir y aún les sobra mucho dinero. Mami me ha dicho que a todas les gustaría que ese sobrante fuera para usted.

-Bien, pues que lo ingresen en mi cuenta. Paula, siempre has querido ser mi perra más entregada. Como nos hemos quedado sin mascota negra y sin criada, asumirás sus papeles. Lo cierto es que eres una furcia arrastrada al completo. La idea de tener dos esposas me complace, así que ahora lo serán Gema y Diana. Y Freda ya va siendo hora de que deje su trabajo. Cada vez que me apetece follarle el culo está fuera. Que se jodan los del bar.

-Gracias, señor. Ahora mismo les llamo y me despido. Aquí tiene mi culo, para lo que guste.

-Muy bien. Me gusta follártelo, es aún apretadito. Me correré dentro y luego mearé sin sacarla. Chupádsela mientras, niñas. Y tú, Paula, ven, consentida, que me apetece darte una paliza mientras uso a Freda de váter.

-¿Federico García? ¡Como el poeta!

-Sí, guapa. Pero vamos al grano. He venido con estas cuatro niñas para que las acondiciones.

-Ya veo que tienen unos pechos espectaculares, pero no tenemos permitido intervenir en chicas tan pequeñas.

-Tú haz tu trabajo. Te pagaré bien. Yo asumo todas las condiciones legales. Te firmo lo que quieras.

-Bueno, señor. En ese caso, dígame. ¿Qué desea hacer con ellas?

-Te las dejo para que les anilles los pezones y el clítoris. En el caso de ésta, verás que tiene polla. Le anillarás el glande. Quiero un trabajo eficiente y rápido. Aplícate. Volveré en unas horas.

-Hola, amo, qué alegría verlo, ¿qué le trae por aquí?

-Hola, Carla. Tenía curiosidad por ver vuestro puticlub. Reúne a las perras.

-Al instante, señor.

-Veo que estáis muy bien instaladas aquí, mis putas. Y está claro que este trabajo os sienta muy bien, se os ve radiantes.

-Oh, sí, cariño. Mi hermana Rebeca y yo tenemos el número especial. A los clientes les encanta follarse a dos gemelas. Carla atiende la recepción y la usan los que prefieren una joven. Berta y Dora suelen reunirse con los grupos, que quedan muy satisfechos de su entrega. Y hemos dedicado una habitación especial insonorizada a la negra, para los más sádicos. Estamos todas encantadas. ¿Y las niñas, siguen bien?

-Oh, sí. Las acabo de dejar en una tienda de tatuajes para que las acondicionen un poco.

-¿Las va a tatuar, mi amo?

-No, se trata de anillarlas para embellecerlas un poco, como Berta. A propósito, que tu hijo tendrá su aro en la polla, claro.

-Ah, qué buena noticia. Me encantaría poderle chupar la polla anillada a mi Alfredito.

-Eso me da una idea. Cuando acaben con ellas, os las traeré para que las veáis.

-Es usted un hombre increíble, muchas gracias.

El reencuentro de las seis viejas con sus cuatro niñas fue muy emotivo. Las diez esclavas se fundieron en besos, abrazos, caricias, hostias, inserciones, rasguños… Abrí la espita del gas, y lancé una cerilla por un respiradero, desde la calle. El edificio explotó, mientras me alejaba fumando un cigarrillo.

Estaba harto e hice lo correcto. Ahora vivo solo y tranquilo, sin tanta teta gigante a mi alrededor. En el salón, la foto familiar, con mi esposa, su hermana Rebeca y mi hija Paula, las tres a mis pies. Dulces recuerdos de un pasado, por qué no decirlo, también feliz.