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Historia de Agustin y Lina 17

en Grandes Series

Lina.

Lina se removió perezosa entre las sabanas. Una gran claridad bañaba la habitación y molestaba sus ojos recién abiertos. Apenas acababa de sacar su cabecita de debajo del edredón nórdico y seguía concentrada en las sensaciones de su cuerpo, completamente desnudo. Las sienes le latían con un suave dolor de cabeza. Menos mal que no había mezclado alcohol. Solo había bebido champan. Eso sí, de la mejor calidad. Trató de estirarse y sintió como le crujían las articulaciones así como molestias en los riñones. Tenía agujetas en diversas partes de su cuerpo, debido a la tensión, a las posturas forzadas, al ejercicio realizado…

Recordaba cosas, pero ¿Dónde estaba? El sitio era familiar. ¿Había alguien más?

No, estaba sola en el apartamento al parecer. Ah¡¡¡¡ ya sabía dónde se encontraba. Era un pisito que tenía Fran en el centro. Lo compró como inversión y lo utilizaba como lugar discreto de fiestas y encuentros sexuales, cuando no quería llevar a gente a su casa.

Y eso era exactamente lo que había pasado, ahora lo recordaba. Era su cumpleaños y le habían regalado una fiesta muy especial. Los recuerdos vinieron en ráfagas a su mente, abriéndose paso y obligándola a tratar de ponerles orden.

Se levantó y camino al cuarto de baño. Desnuda y descalza sobre la tarima. Sintió de nuevo algún tirón y agujetas en los muslos. Vaya nochecita.

De pie, frente al espejo de cuerpo entero, recorrió con los ojos y las manos su anatomía. Ojeras, arañazos en el cuello, muslos y trasero. Algún cardenal. Sensación rasposa en su vientre, en la cara interna de sus muslos. ¿Que podría ser? Pasó de nuevo la yema de los dedos…ah, era semen reseco.

Decidió darse una ducha caliente y larga. Tonificar sus músculos y relajar su cuerpo. Y despertase poco a poco. Se obligó a recordar lo sucedido, a despertar y situarse en la realidad.

¿Cómo había empezado todo? A su mente vino una vaga imagen suya yendo en taxi hacia el apartamento. Fran la había citado allí. Ella repasaba los últimos acontecimientos, desde aquella mañana en que rompió con Agustín. Un día muy desagradable, pero que supuso un alivio para ella.

Llego a su casa tranquila y liberada. Tenía su decisión. Supo que ya no se sentiría mal consigo misma. Veía clara la vida que quería. Y también que deseaba que fuese con sus nuevos amigos. Tenía que ser con ellos o ninguno de sus sueños se cumpliría. Y allí había sitio para Agustín si él quería comprender. Si la quería de verdad accedería. Pero él no la escuchó. Solo hubo gritos y palabras fuertes y feas. Pero a Lina no podían hacerle daño. Ya no. Había decidido.

No fue fácil. Tres meses tardó en recuperarse y ponerse en marcha. El proyecto la ayudó mucho. Se refugió en el trabajo. Y en sus amigos. No fue ninguna sorpresa que Fran la ayudara a montar el negocio, que por otro lado era suyo, al fin y al cabo él lo financiaba todo. Era un gestor nato. Pero para Fran sí que fue una sorpresa verla trabajar, con ganas, volcándose.

Vivió con ellos hasta que se buscó un apartamentito pequeño y barato, que ella misma pagaba. Sus amigos insistían en que se quedara en casa, pero Lina necesitaba un espacio, lamerse las heridas, pensar. Y sobre todo, no interferir en la vida de ellos más de lo necesario. Ya habían hecho mucho por ella.

Así que la rutina era trabajo de lunes a viernes, y el fin de semana, lo pasaban juntos. Ella se iba a dormir a la casa de Fran y Caty.

Hacía ya un par de meses que un Agustín más calmado, le había firmado los papeles del divorcio.

- Lo siento, fueron sus palabras de despedida. Ella lo besó.

En el aspecto sexual, las cosas también funcionaban correctamente. Sus amigos se cortaban aun un poco, pero Lina no tenía miedo a experimentar. Se encontraba cómoda en su compañía, pero sabía que esperaban mucho más de ella. Sobre todo Fran. Y no le importaba. Disfrutaba poniéndose a prueba, tratando de buscar sus límites.

Ella misma les pedía que la incorporaran a sus aventuras y juegos. El ultimo, una orgia en su casa del campo. Fran no estaba seguro pero ella insistió.

Lo cierto es que la velada resulto más tranquila de lo previsto. Si Lina esperaba sexo desenfrenado e indiscriminado, se equivocaba. Sospechaba que Fran había organizado las cosas para que la reunión fuera “más tranquila”, por ella. Solo tres parejas, juegos eróticos, algunos intercambios, y todo en un ambiente muy relajado y distendido. Todos mayores. Todos muy atentos. Lina se montó el trio habitual con Caty y Fran, para deleite de los demás, pero no había nadie que realmente la atrajera o la motivara con propuestas realmente guarras. Solo preliminares y caricias. Aparte de Fran, una follada con un hombre apuesto, aunque sexo bastante convencional.

Se descubrió a sí misma decepcionada. Fran lo intuyó.

- ¿Qué te ha parecido?

- Bueno, todo muy relajado ¿No?

- Jajjaaaaaaa.  Muy bien Lina, cariño. Hay que empezar tranquilos.

- Yo quiero seguiros el ritmo a vosotros. Estoy preparada. Y deseándolo…

- Hemos visto mucho chiquilla. Es difícil seguirnos a nosotros.

- Yo puedo.

- Sí, pero ¿Qué es lo que tú realmente deseas? ¿Qué te gustaría?

Lina cerró los ojos. Pensó detenidamente la respuesta.

- Quiero reventar de placer.

- ¿Cómo?

- Pues eso. Quiero romper ya con mi pasado, con mis angustias y con mis remordimientos. Ahora estoy feliz. Con vosotros. Y es porque no me cuestionáis, no me presionáis, solo me queréis tal y como soy. Me preguntas qué me gustaría: pues bien. Me gustaría darme una fiesta por todo lo alto para celebrar mi nueva vida. Con chicos guapos solo para mí. Una noche follando sin parar hasta que ya estuviera harta de orgasmos. Hasta que ya no pudiese aguantar más.

Fran se rio de buena gana.

En fin, todo iba bien. Hoy además, era su cumpleaños. Les había dicho a sus amigos que nada de regalos. Solo quería estar con ellos. Ya hacían bastante por ella. Se preguntó por qué la habían citado en ese sitio. Seguramente tenían previsto moverse por el centro. Ir a algún lugar distinguido y exclusivo. Por eso le habían pedido que se pusiera lo más elegante posible.

Ella estaba resuelta a invitar. Costara lo que costara. Había ahorrado un poco.

Cuando entró, se saludaron y de inmediato Caty le dio un gran abrazo.

- Felicidades cariño.

- Gracias ¿Y esa comida?

Pues parecía que se había equivocado. Allí, dispuesto sobre la mesa, había todo un catering de cosas deliciosas. No mucha cantidad pero si muy variado.

- Bueno Lina, hablemos de tu regalo…

- Fran, te dije que no quería…

Sonó el timbre.

- Ya están aquí…

- ¿Están?

- Si, tú regalo.

- Pero…

- No hay peros…

Los ojos de Lina se abrieron de par en par cuando tres chicos jóvenes, entraron en la estancia.

- Fran, ¿Qué significa esto?

- Pues eso, que tienes tres chicos a tu disposición, bebida y comida de sobra y toda la noche por delante para conseguir lo que deseaste…

Acercó la boca al oído de Lina y dijo…

- Reventar de placer…

- Son todo tuyos, cariño. Están a tus ordenes…tu eres la jefa.

- Bueno nosotros nos vamos…

- Fran, yo no sé…

Caty se acercó…

- No pasa nada amor. Si no quieres se irán y ya está. Pero yo probaría. Es un gran regalo. Yo misma he estado con alguno de ellos y te aseguro que te harán disfrutar. Son profesionales. Te podrás imaginar que Fran no ha buscado a cualquiera. Date ese capricho…y luego nos cuentas.

Lina permaneció en silencio unos segundos. Y luego asintió…

Cuando la puerta se cerró tras ellos, si hizo un silencio incómodo. Lina todavía estaba asimilando la situación. Pero ella era una chica arrojada. En su nueva vida no había sitio para miedos ni titubeos. Solo para coger a manos llenas lo que le gustaba. Recordó lo que Fran había dicho en voz alta para que ellos lo oyeran. Lina era la que mandaba.

- Champan por favor. Para vosotros también. El chico rubio le trajo una copa llena. Era alto, guapo y parecía sofisticado.

Otro era moreno, también alto, con pinta de modelo aunque algo más desaliñado. Y por último estaba musculitos, el más bajo de los tres. Con más aspecto de carne de gimnasio que de pasarela. Fuerte y con el pelo corto. Con unos bíceps que doblaban a los de sus compañeros y aspecto algo más rudo.

- Brindemos por nosotros. Espero que esta noche disfrutéis de vuestro trabajo.

- No lo dudes cariño, respondió el moreno.

Lina ahogo su sed bebiendo de un tirón la copa. Los chicos se la comían con los ojos. Disfrutó viéndose a sí misma como centro de sus miradas. Cobraban por estar ahí, pero sin duda no podían creer en su buena suerte. Una chica guapa, joven y elegante. Estaban locos por follársela, lo veía en sus miradas.

- Quitaos la ropa, quiero veros.

Ninguno se hizo repetir la orden. Ninguno se dejó prenda alguna.

Cuerpos esculpidos, buenos abdominales, extremidades fibrosas. Musculitos quizá en demasía para su gusto. Y bien dotados. Se llevó dos sorpresas. Musculitos era quien la tenía más pequeña (aunque de un tamaño más que normal), y moreno tenía una verga tremenda. Era el más alto en todos los sentidos. Una polla larga y gruesa, aun fláccida, como estaba ahora.

A una indicación suya, tres pares de manos se abalanzaron sobre su cuerpo, quitándole con delicadeza la ropa. El vestido a cayó a sus pies. Miradas de aprobación recorrieron sus piernas, sus braguitas de lencería, su sujetador de encaje. Los chicos sabían lo que hacían. Sin estorbarse, sus braguitas fueron retiradas y acabaron el suelo de tarima. Casi inmediatamente, musculitos se posicionó entre sus piernas, acariciando su coñito y masajeándole el clítoris. Rubio le desabrocho el sujetador y sus tetas, ya con los pezones erizados de excitación, apuntaron a la cara y las manos de moreno.

Lina se mojó tan rápido, que no pudo evitar ponerse al borde de un primer orgasmo.

Un dedo se introducía en su vagina a la vez que la lengua de musculitos le chupaba su botón del placer. Este le llegaba por oleadas. Otras dos manos y una boca, pellizcaban y mordisqueaban sus pechos. Y rubio, recorría su cuello con los labios, mientras sentía su polla presionando contra su culo.

No quería llegar tan pronto. Quería recrearse un poco más.

- Vamos a la cama, ordenó.

Todavía llevaba puestas las medias y el liguero cuando se sentó sobre el rubio, metiéndose su verga hasta el fondo de su chocho empapado. Lo cabalgó lenta pero profundamente, sintiendo su polla llenar cada hueco de su vagina. A ambos lados, musculitos y moreno la flanqueaban usando las manos para acariciarle el pubis y los pechos. Ella se agarró a la verga de moreno, llevándosela a la boca. Era imposible metérsela entera. La saliva le chorreaba por la barbilla mientras intentaba chupársela.

Musculitos la puso al borde del orgasmo de nuevo con sus manejos. Ya no podía esperar más, pero una idea se le cruzó por la mente.

Quería esa polla grande en su coñito al correrse. Se levantó y sacándose el pene de rubio, para gran disgusto suyo, se tumbó de espaldas en la cama.

- Ven, llamo a moreno, mientras abría sus muslos en una invitación clara.

El chico no se hizo esperar. Su ariete se abrió paso con alguna dificultad a pesar de lo mojada que estaba Lina. Pero cuando su coñito dilató y pudo tragársela entera, la chica ya no aguanto más.

- Fóllame fuerte y córrete tú también, voy a llegar.

No tuvo que repetírselo. Lina convulsionaba entre espasmos de placer, apretando sus muslos contra las caderas de moreno, en un orgasmo que parecía no acabar nunca. Casi al final, sintió que la inundaban de semen, caliente y espeso. El hombre se vaciaba dentro de ella con un gemido grave y prolongado. Se mantuvo abrazada a él, sintiendo sus sienes palpitar sincronizadas con su sexo. Se sentía llena, mojada, y temblorosa aun de placer.

Todo estaba bien. No le preocupaba nada. Sin duda Fran había pensado en todo. Lo conocía bien y sabía que no dejaba nada al azar. Si no había preservativos a la vista es que se había asegurado que los chavales estaban limpios y sanos.

Cuando por fin se separaron, hubo más champan, un pequeño descanso y el turno de los otros dos chicos.

Lina quería probar las dos vergas que aún le faltaban. Y lo hizo. Hasta hartarse.

En su boca, en su coñito, por todos lados pasaron. Permitió a musculitos penetrarla por el culo y correrse en él, tras practicar una doble penetración en el que el chico y rubio hicieron un sándwich con ella. La dejaron exhausta y repleta de leche. Le pidió a moreno que le lamiera sus labios vaginales solo por ver si la obedecía, y el hombre ni se lo pensó. Con su coño aun soltando esperma, le hizo una comida que la llevo de nuevo al orgasmo.

La noche se fue difuminando en sus recuerdos. Solo recuerda más alcohol e imágenes que se entremezclan. Los chicos rotando en torno a ella. El chocho enrojecido, sabor a semen en la boca. Restos de corrida por todo su cuerpo. Agotamiento y placer disputándose su anatomía.

Alguien la cabalga a cuatro piernas mientras le hace una felación a musculitos. El chico se masturba y de nuevo el semen riega su boca.

Moreno rasgando sus medias. Ella ya sin ningún centímetro oculto de su cuerpo, a disposición de sus tres hombres. La cuenta de sus orgasmos ya perdida.

Ya no podía más. Su sueño se había cumplido. No deseaba seguir.

Solo quería dormirse. Dejar que los vapores del champan la envolvieran y cerrar los ojos hasta por la mañana. Les pidió que la dejaran. Los chicos muy educados, asintieron.

Llamó a rubio.

- Tu no, por favor. No quiero quedarme sola aún.

No oyó irse a los demás. Se acurrucó junto a él y se durmió.

Se despertó en un duermevela. Desorientada. Amanecía. Se encontró de repente pensando en Agustín. ¿Pero por qué? ¿Qué la había hecho soñar con él? ¿Por qué se despertaba? El rubio estaba a su lado y la sintió moverse. Sus manos acariciaron sus pezones que reaccionaron erizándose, con una mezcla de dolor y placer. Demasiados pellizcos y bocados esa noche. Los tenia rotos. Sentía dolor de cintura y el cuerpo agarrotado de la sesión nocturna. Un estremecimiento la recorrió cuando sintió la polla dura del chico presionar contra su muslo.

Él, malinterpretó todo esto. O quizás no. Se subió sobre ella. Su pubis estaba aún húmedo, igual que su entrepierna. Una sensación de escozor acompañó la penetración de su miembro. La vagina otra vez llena de verga. Ella, desmadejada seguía pensando en Agustín, sin saber por qué.

¿Estaría él pensando en ella en ese momento? La seguían follando. El rubio se recreaba en su coñito mojado y dolorido. Un cierto placer volvió a pesar de todo a invadirla. El rítmico golpeteo contra el fondo de su matriz, los huevos dando en su perineo…se agarró a los brazos musculosos y abrió bien sus piernas para que el roce fuera mínimo.

Un gusto intenso volvió a invadir su vagina, su vientre. Centrado en su clítoris, que se endureció de repente.

Lina pellizcó los pezones del rubio, los retorció hasta causarle daño. Notó como la polla se tensaba todavía más. Lo había puesto muy cachondo. El chico se estiró hasta ponerse rígido y duro como una piedra, mientras bombeaba ya a su ritmo, follándosela sin preocuparse de ella ni de su placer. Esto era lo que Lina buscaba. Lo que la excitaba en ese momento. Hacerlo perder el control.

Poco a poco, las molestias, agujetas y dolores de cintura, fueron siendo engullidos por una ola de placer. Sus dedos frotaban el clítoris, procurándose y controlando el gusto, adaptándose a la follada, para no llegar ni muy pronto ni muy tarde.

Cuando el chico explotó, descargando un nuevo cargamento de leche en sus entrañas, ella tiro del clítoris hacia atrás, estirándolo y pellizcándolo, viniéndose en un orgasmo que la hizo curvarse de gusto. Se retorcía debajo del chico, sintiendo el peso, el calor y la humedad de su entrepierna, otra vez llena de semen.

Las sienes le iban a explotar. Dejó caer sus brazos sobre los costados y aflojo la presión de sus muslos alrededor de la cintura del muchacho.

- ¿Quieres que te prepare el desayuno? Pregunto él, recuperando el aliento.

- No cariño. Solo quiero volver a dormirme. Sola. Por favor.

Ya había tenido más que suficiente. No quería a nadie al lado. Solo desconectar. Dar un respiro a su cuerpo.

- ¿Entonces me voy?

- Si por favor.

- No hay problema.

- ¿Me traes agua antes?

- Claro.

Tras beberse más de medio litro, Lina cerró los ojos de nuevo. Amanecía…

El círculo se había cerrado. Lina enlazó el último pensamiento antes de volver a dormirse, con la sensación de desubicación al despertarse. Ya lo recordaba todo.

Salió de la ducha y se envolvió en una gran toalla.  Se sentía limpia y más relajada.

Se terminó de secar el pelo. Una lástima de peinado. Previendo otro tipo de evento, se había gastado una pasta en peluquería. Encontró su tanga en el suelo del salón. Allí donde se lo habían quitado sus tres amantes. Y su vestido de noche al lado. Las medias eran inaprovechables. Recordó con satisfacción como casi se las habían arrancado.

Todo un dineral para acabar sin salir de un apartamento, solo para ser follada. Pero bien mirado… ¿no era ese el mejor destino para lo que había invertido en estar guapa? ¿Hubiese sido mejor una noche en la opera o en un restaurante de cinco tenedores? La sensación de ser una autentica dama, de ver el reconocimiento en los ojos de sus amantes, de considerarse la mejor chica que posiblemente se habían follado en mucho tiempo…era muy placentera. Vestida de calle no hubiese sido igual.

Sonó el teléfono.

Era Caty.

- Hola cariño ¿Cómo estás? ¿Cómo ha ido todo?

- Muy bien, agotada, pero muy bien.

- Jajajjajaaaa. Eso es bueno. ¿Vienes a comer?

- Claro. Me visto y voy para allá.

- Muy bien nena. Te paso a Fran.

- Hola. ¿Te ha gustado tu regalo?

- Mucho. Aunque estoy agotada. Ha sido una noche muy larga.

- ¿Ah sí? Cuenta…

- Prefiero hacerlo en persona.

- Pues vente, que las ostras están listas.

- Cojo un taxi y en media hora estoy ahí.

- Un beso.

Lina se puso el tanga y alzando los brazos dejó que el vestido se deslizara hasta colocarse en su sitio. No quiso ponerse el sujetador. Tenía los pezones que le ardían. Prefería el suave roce de la seda. No se pintó, ni trato de disimular los moratones y arañazos del cuello. Con el abrigo sobre los hombros miro alrededor para asegurarse que no se dejaba nada. No hacía falta recoger. Fran mandaría alguien a limpiarlo todo.

Su vida ahora era perfecta.

Los rayos de luz la hicieron guiñar al salir. Había una parada de taxis al final de la avenida. Le apetecía caminar, sentir el sol en la cara, en el pelo, en sus piernas.

Algo le vino a la mente. Una sensación de ligero malestar. ¿Qué podría ser malo ese día?

Se acordó. Era Agustín. Había pensado en él y no sabía por qué.

No habían terminado bien y eso le dolía. Al fin y al cabo, lo amó. Y las últimas veces que habían hablado tuvo el presentimiento de que no le iba muy bien. Bueno, solo le deseaba lo mejor. Que pudiese rehacer su vida. Que conociera pronto a alguien…

Llegó a la parada.

Tres taxistas conversaban animadamente sobre la acera. Cuando ella llegó, la charla se cortó en seco.

Lina pudo ver como los tres pares de ojos la recorrían de arriba abajo. Los taxistas eran gente observadora. No se les pasaría por alto el traje de noche caro, su muslo asomando por la larga raja del vestido, desnudo. Ni sus ojeras. Ni los arañazos sobre su piel blanca. Ni sus pechos marcando pezón contra la tela. Eso hizo que se sintiera contenta y hasta excitada. Sus pezones se pusieron duros, señalándose y haciéndose aún más evidentes. Una sonrisa se pintó en su cara, como informando a los hombres que la miraban, de donde venía.

- Sí, lo que estáis pensando es cierto. Soy una dama pero vengo de que me follen. Y no sabéis como me han follado, ha sido genial…pensó para sí misma.

El recuerdo de Agustín abandonó su mente.

- ¿Quién me lleva, chicos?

- Me toca a mí, señorita. Suba por favor.

Sonrió divertida cuando la observaron entrar y acomodarse. Enseñando tetas y siguiendo con la mirada la raja del vestido hasta ver como asomaba el tanga en la entrepierna.

Ella no hizo nada para taparse.

Se alegró de nuevo de camino a la casa de Fran y Caty.

La vida le sonreía. La vida era ahora perfecta.

Fin.

 

pd: Queda un epilogo que publicare en breve.

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