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Chelo, recuerdos de juventud 1

en Voyerismo

…jejejeee.

 

En este caso se trataba de una amiga de mi prima. Teníamos 18 años apenas cumplidos, y ellas salían de vez en cuando con mi pandilla. Coincidíamos en gustos musicales y ambientes nocturnos, así que aunque ellas formaban un dúo y siempre iban juntas y solas, de vez en cuando, coincidíamos en locales de marcha y se pegaban a mi grupo.

 

La chica era bastante maja y empatizaba pronto con cualquiera. Muy guapita de cara y con unos ojos muy bonitos. Como mi prima, le iba lo “siniestro”, al estilo “parálisis permanente” y los inicios de Alaska y pegamoides, así que casi siempre iban de negro (ropa oscura y con transparencias en ocasiones) y a veces de cuero (pantalones ajustados y minifaldas muy “mini”).

 

La muchacha, solo tenía un problema, y es que a veces, se ponía un poco “bipolar”. Yo creía que le pasaba porque en alguna ocasión se “metía” algo raro, un tripi, lsd o algo así. Mi prima siempre defendió que no, que ella era así y que lo que pasaba es que a veces, la bebida le sentaba muy mal. Yo creo que decía la verdad, la chica tenía un ramalazo bipolar que a veces se manifestaba de improviso, generalmente por el consumo de alcohol o cuando se encontraba en una situación mental propicia.

 

Cuando esto pasaba, lo mismo le arreaba un bofetón a un tío por cogerla de la cintura bailando o mirarla “raro”, que se iba con el primero que le hiciera caso, a meterse mano al aparcamiento. Algunos de mis colegas y yo mismo, estábamos al loro en aquellas ocasiones en que se “aceleraba”, a ver por donde salía…si tocaba sexo o bronca. Pero ahí estaba mi prima en esas situaciones para defender a su amiga de moscones. Nos paraba los pies pronto y quitaba enseguida a su compi de en medio.

 

Una ocasión muy sonada, en que la cosa se le fue de las manos, fue una noche en una fiesta que hicimos en el local de un amigo. Ese día se puso bastante eufórica. Estaba un poco depre y de repente, el alcohol, la música y la compañía de un chaval de la pandilla al que nunca había hecho caso, la hicieron venirse de golpe arriba. Los vimos muy acaramelados bailando juntos y lego a ella sentada sobre sus rodillas mientras rozaban sus caras. Mi prima se acercó a ver qué pasaba y se la llevó al baño. Ella decía que el chaval era estupendo y que la entendía “perfectamente”, que habían establecido de golpe una conexión muy bonita…en fin, que aunque mi prima no le quitaba ojo conociéndola, en un momento dado, los dos desaparecieron sin más.

 

Nos pasamos una hora buscándolos por todos lados y nada. Mi prima se dio por vencida y yo la acompañé a su casa. Al día siguiente, en uno de sus típicos arrebatos, ella la llamo atacada, contándole que se habían ido a un parque cercano y esta vez había ido hasta el final. Nada de magreos ni de pajas, habían follado entre los árboles, sobre el césped. Que ella estaba “muy encendida” y que se comieron a besos. Cuando él empezó a meterle mano, ella se subió encima y la cosa se les fue de las manos. Además, para más inri, entre el ciego que llevaban y la euforia, no les importó estar sin condones. Ella ni siquiera le pidió que se corriera fuera. Se lo follo con tanto ímpetu, él tumbado y ella cabalgándolo, que para cuando quiso darse cuenta ya se había ido dentro.

 

Al despertar, como le solía pasar, se puso neurótica y a darle al coco. Que si era un conocido, que si se lo iba a contar a toda la pandilla (ahí no le faltaba razón), que si se iba a quedar embarazada, que si sus padres la echaban de casa…en fin. Lo que tenía que haber quedado como una anécdota y a pasar página (el tema no tuvo más consecuencias), le costó un par de meses de depresión y mal humor. Lo gracioso es que el chaval no entendía nada de nada. Todo ilusionado, nos contó al día siguiente el rollito que habían tenido. Esa misma tarde la llamó para quedar de nuevo y para salir juntos. La había acompañado a su casa la madrugada anterior y se habían despedido con un beso en la boca. Cuando la telefoneó todo ilusionado, pensando que ya había ligado, se llevó el rapapolvo del siglo. Se quedó planchado.

En fin, vamos a lo que vamos.

 

Fue una noche de sábado, coincidimos como era habitual en la zona de macha. Sobre la una de la madrugada, decidimos un par de colegas y yo, irnos a un pub de barrio que conocíamos. Fuera de la zona de ambiente, era de los que no cerraban hasta el amanecer. Allí casi todos éramos habituales y el dueño solo dejaba entrar a gente conocida partir de esa hora. Buena música, siempre improvisaba algo de tapeo o de comida para aguantar el tirón y ambiente muy de andar por casa. Mi prima y su amiga decidieron venirse, ya habían estado antes y les gustaba el plan. Estaban muy eufóricas porque mis tíos pasaban unos días en la costa y mi prima estaba sola en casa. Su amiga se quedaba a dormir con ella, así que ese día, no tenían hora de llegada ni nadie las esperaba.

 

Bueno, lo cierto es que ya habíamos pasado de las cervezas a los cubatas, y cuando ya estábamos a punto de irnos, el dueño del bar improvisó una de sus famosas sangrías a petición popular. De vez en cuando, hacia una y nos invitaba a los clientes a un par de vasos. Ahí fue el descojone definitivo, porque la sangría es de lo peor que puedes tomar si va bien cargada. Muy dulzona y fresca entra del tirón, pero cuando empezó a hacer efecto el coctel de licores que iban mezclados con el vino y la casera, a todos nos dio un pelotazo. Llovía sobre mojado con lo que llevábamos ya bebido.

 

Nuestra amiga, comenzó a acusarlo, y no paraba de reír, ni de mezclarse con la gente, bailando y repartiendo abrazos. Con buen criterio, mi prima decidió que tocaba retirada antes de que se liara más, o que nos llegara un coma etílico. Me pidió que las acompañara. No había pelas para un taxi y dudaba que pudiera cargar sola con su compi. Además, ésta había prodigado sus encantos con varios chavales del bar, que insistían en llevarlas a casa. Ella temía que las siguieran o se pusieran demasiado pesados.

 

Tardamos casi una hora en llegar a su casa. A nuestra amiga, le dio el bajón por el camino, como a nosotros dos. El cansancio y el alcohol se dejaron sentir una vez pasado el efecto eufórico. Las risas y las voces que iba dando, se cambiaron en fatiga, ganas de vomitar y mareo. En varias ocasiones nos hizo parar para echar la pota, sin conseguirlo. Ya llegando a casa, la llevábamos entre los dos y nos dijo que parasemos que tenía que mear.

 

Supongo que aquí pensáis que es donde viene la parte interesante…bueno casi. Quiero contaros la historia bien, así que solo un par de renglones más de paciencia, y creo que el resultado os va a gustar seguro…jajajaaa…

Se metieron entre dos coches, mientras yo vigilaba. No pude ver nada pero las oía discutir.

 

Tía, mea ya de una vez que no puedo sostenerte.

 

Quiero pero no me viene…

 

Venga, que no vamos a llegar nunca.

 

Espera un poco, ya…

 

Joder que me estas poniendo perdida…

 

Sujétame que me mareo…

 

Bueno, así más o menos, iba la cosa cuando finalmente llegamos.

 

¿Subo o puedes sola con ella?

 

Sube por favor.

 

Para acompañarlas había ido en dirección contraria a casa. Ahora me esperaba una buena caminata a mí también, así que mi prima, que estaba en todo, me ofreció quedarme a dormir.

 

Luego llamas a casa...me dijo. Además, me viene bien que te quedes, vamos a ver qué noche me da ésta…

 

Bien, lo que quedaba de noche dio para dos imágenes que aún recuerdo y son el motivo de contar esta experiencia.

 

Echamos a la amiga en la cama de matrimonio de mis tíos. Mi prima ya veía que tenía que dormir con ella y era la única habitación con cama doble. No se estaba quieta. Todo le daba vueltas. Movía las piernas y se giraba intentando encontrar alguna postura donde el mareo fuera menos. En un momento, la minifalda comenzó a replegarse hacia la cintura, sobre sus muslos, dejándome ver unas braguitas color burdeos.

 

Cuando mi prima empezó a quitarle la ropa, me salí fuera, sin necesidad que me dijera nada, pero me quede en el pasillo a la espera de ver si necesitaba algo, o donde me acomodaba yo para pasar la noche.

 

Luis, ven un momento….

 

Entré y vi que la amiga estaba en bragas y camiseta. Trataba de taparla con una sábana, pero ella no se dejaba.

 

Bueno mira, pues te quedas así, que con Luis hay confianza y ya me tienes harta. Que te vea todo lo que te tenga que ver…

 

Voy por un pijama y unas toallas para poner, ésta seguro que me pone la cama perdida.

 

Yo me quede a solas con ella, que a esas alturas, ya no sabía o no le importaba si yo estaba allí o no. Había flexionado las piernas y podía ver sin ningún problema el bulto de su coñito, marcado perfectamente por unas braguitas coloradas, súper finas, que se adaptaban perfectamente a cada arruga o pliegue de su sexo, porque además estaban totalmente chorreando. Al pararse entre los coches, o había meado sin llegar a bajárselas, o se lo había vuelto a hacer por el camino. No es que estuvieran húmedas ni salpicadas, estaban completamente mojadas. El olor a pipi, además, dejaba poco lugar a dudas.

 

Como podéis imaginaros, ver así a Chelo, la amiga de mi prima, hizo que se me pasara de golpe buena parte de la borrachera que llevaba. Pude recrearme y lo hice, fijándome en esas bragas que llamaban tanto la atención, tanto por su color como por lo que marcaban y transparentaban. Me parecía increíble que fueran tan finas, si hubiesen sido blancas, casi seria como si no las llevase puestas. Al estar mojadas se pegaban de tal manera, que podía ver como se movían los pliegues de su coño, y se marcaban totalmente sus labios vaginales.

 

La otra sorpresa, fue observar, que prácticamente tenía el sexo depilado, o eso me pareció a mí. En aquella época no era habitual todavía. La moda de la depilación total llegaría más adelante. Ningún pelillo sobresalía entre las braguitas, y eso que eran tan ajustadas que apenas dejaban margen fuera de su coñito. Tampoco se marcaba nada por debajo, aunque podía ser que estuviesen también tan mojados que no se apreciara.

 

En cualquier caso, más adelante le saque el tema a mi prima y ella me confirmó que Chelo se lo solía depilar del todo cuando se hacían la cera. Lo más atrevido entonces era hacerse lo que luego se llamaría un brasileño, dejando una raspita de pelo. Pero lo normal era solo depilarse lo que sobresalía del bikini.

Yo seguía absorto mirándola sin poder apartar la vista de su chochito, cuando le vino una pequeña arcada y cerró las piernas girándose de lado.

 

Ahora me ofrecía la vista de su culito, enmarcado por las bragas color bermellón.

 

No es que su culo fuera de los que más llamaran la atención, era más bien cuadrado y no demasiado respingón (el de mi prima era mucho más bonito y llamativo), pero en aquella postura y con uno de los cachetes de la braga metidos por la raja, a mí se me subió la sangre a las sienes.

 

En ese momento entro mi prima con un par de toallas grandes de baño y un pijama colgado del brazo.

 

Jope cómo está esta, anda ayúdame a poner las toallas.

 

Extendimos las dos toallas a modo de sábana. Chelo se dejaba mover. La hicimos girarse para colocarla encima y volvió adoptar la posición fetal, dándonos el trasero. Mi prima se fijó en la mancha que se extendía hasta la misma raja del culo.

 

Tía te voy a poner el pijama, estás chorreando.

 

Yo sabía lo que venía ahora. Le iba a quitar las bragas, la secaría con la toalla pasándosela entre los muslos y le pondría el pantalón de pijama. Me quedé un momento absorto imaginando la escena. Cuando me di cuenta, mi prima me estaba echando una mirada entre divertida y recriminadora.

 

Anda tira, me dijo. Qué ya has visto bastante....

 

Así que a pesar de la papa que tenía encima cuando llegue al cuarto de mi prima y me metí en la cama, cayó una paja de campeonato.

 

Continuara...

 

 

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