Fran.

Fran no podía dormir, así que se fue al salón a servirse una copa. Repasaba los acontecimientos del día tratando de ponerles orden y de establecer un plan de acción. No estaba dispuesto a perder a esa chica, así que la prudencia parecía ser la mejor ruta a seguir, al menos de momento.

No estaba molesto por lo sucedido. Caty y el, habían pasado por situaciones mucho más extremas que una rabieta de un marido celoso. Su pasión por el sexo los había llevado a pisar límites más lejanos e inconfesables. Odiaban la falta de clase y de educación, pero Caty no se sentía afectada por lo que había pasado esa mañana y él tampoco. Solo comentaron que este chico les iba a dar problemas. Y en eso estaba. Analizando cómo evitarlos. Pensando cómo manejar la situación.

Cuando oyó la puerta del dormitorio supo que era ella. Se levantó y se dirigió al cuarto de baño. Allí estaba Lina. Como en la playa, no hicieron falta palabras. Echó el pestillo de la puerta y la tomo entre sus brazos. Lina se resistió brevemente.

- Se puede despertar, no empeoremos más las cosas.

- Déjate llevar. Sé que quieres.

- Fran, siento mucho lo que ha pasado. Estoy avergonzada.

- No es culpa tuya. Nadie está enfadado, no te preocupes.

No hubo lugar a más conversaciones. Fran notó con sorpresa la humedad de Lina cuando sus dedos se metieron dentro de las bragas. Arrodillado, se las bajó, observando el semen pegado en ellas y todavía saliendo de su coñito.

- Déjame limpiarme…

- Shhhhhh…No hace falta cariño…

Fran la hizo doblarse sobre sí misma, inclinándose contra el lavabo. Su coñito asomó entre las nalgas. Apretado y chorreante.

Él, restregó el glande por la raja, dilatándola y empapándose la punta. Cuando empujo hacia el interior, la vagina de Lina absorbió la polla lentamente pero sin ninguna dificultad. Por dentro estaba húmeda y caliente. Fran notó como un grumo de semen resbalaba por su falo mientras follaba y se pegaba a sus huevos. Un relámpago de placer recorrió su columna vertebral, mientras aumentaba la potencia de sus embestidas.

Noto como Lina reaccionaba. Se erizó su piel, mientras más humedad se añadía a su vagina. Estaba cachonda. Se le notaba porque se puso tensa y modificó su postura para sentir mejor la verga de Fran entrando en su coño.

Esta vez no trató de contenerse. Mientras sus dedos se aferraban a la cintura de la chica como garras, clavándoselos hasta dejarle marcas, Fran se fue vaciando en su interior sin dejar de follarla. Solo con la última gota de leche empujo hacia la matriz, clavándosela lo más profundamente que pudo. Lina convulsionaba mientras sentía como pequeñas sacudidas eléctricas en su clítoris, que tocó con sus dedos, sintiéndolo hinchado y duro como una piedra.

Un momento después, él saco la polla de golpe, pudiendo observar el reguero de gotas de esperma que cayeron sobre el suelo de tarima. Machas blancas y transparentes sobre lo oscuro.

En apenas unos segundos, él estaba tendido en el suelo mientras Lina se sentaba a horcajadas encima de su pene.

Todavía morcillona y pringosa, la sujetó con la mano y se la paseó por su clítoris, masturbándose con ella. Cuando estuvo a punto de correrse, la verga ya había recuperado su grosor. No lo dudó. Se la metió hasta el fondo mientras se masturbaba, acabando de correrse en un polvo interminable, dando culeadas adelante y atrás sobre el vientre de Fran para sentirla mejor. Al terminar, tras unos segundos que se antojaron minutos para los dos, Lina se dejó caer sobre Fran, que la abrazo y la apretó contra él. Sus vientres y sexos estaban empapados de fluidos, que corrían hasta sus muslos.

Cuando pudo hacerlo, ella se levantó y se lavó, regresando a la habitación. Se recostó junto a Agustín, que dormía profundamente, sintiendo su coñito aun hinchado y caliente por el roce.

Fran permaneció aun un rato tirado en el suelo, con los ojos cerrados e intentando prolongar la sensación de tener a la chica sobre sí mismo.

- Bueno, pensó, seguimos por buen camino. La chica esta de nuestra parte.

Todo era cuestión de saber cómo resolver el tema de Agustín. Tras el orgasmo y la tensión de ese polvo tan especial con Lina, Fran estaba relajado y satisfecho. Se sentía especialmente lúcido, en ese estado de inspiración que precede a la llegada de la idea. Quizás la solución fuese no hacer nada. El mismo, si seguía portándose como un gilipollas, echaría a Lina en sus brazos.

Solo tenían que mantener a la chica de su lado y ella elegiría bien. Fran sonrió para sí. No era mal plan.