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Historia de Juanjo III

en Hetero: Infidelidad

Creo que me voy a acostar. Estoy que me caigo.

Claro, ya es hora. Mañana vamos a estar muertos. Oye Juanjo…

Dime.

Si quieres seguir hablando de esto más adelante, puedes contar conmigo.

Seguro que sí, gracias.

Yo no tenía claro que esto fuera a ser así. Quizás más sereno Juanjo, incluso se arrepintiera de haber tocado este tema. Pero no: más adelante y en momentos de intimidad, a salvo de oídos indiscretos, volvió a retomar este asunto… y sí, sí que había mucho más…

Mi amigo había omitido algunos detalles que solo más tarde me contó. En algún caso, solo lo dio a entender y yo me tuve que imaginar el resto. Como por ejemplo que cuando salió del chalet y cogió el vehículo, se sorprendió al notarse excitado. La verdad es que se le había puesto dura.  Al principio pensó que era debido a la confusión y la confluencia de tanto sentimientos e impresiones, pero más adelante, pudo comprobar qué le pasaba cada vez que recordaba el episodio.

Con el tiempo, menos dolido y cabreado, y sin saber por qué, más cachondo cada vez que recordaba a Raquel abierta de piernas, con el pelo sudoroso pegado a su cara y pechos, con sus tetas moviéndose con cada embestida… esa imagen no se le iba de la cabeza. Esta parte fue en la que más le costó asimilar. De forma más o menos encubierta me lo hizo ver y yo le contesté con una propuesta:

Imagínate qué es tu mujer la que te sorprende ti. Imagina que te pilla follándote a otra y se queda ahí mirándote excitada y tocándose delante vuestra, en vez de echarte la bronca, mientras tú continúas penetrando a la otra mujer. 

¿Considerarías que ya no te quiere?

No sé si eso significaría que ya no me ama. Puede que sí y puede que no, dependería de otras cosas no solo de esa situación. A lo mejor solo la pone cachonda y ya está.

¿Y tú te sentirías más o menos excitado? ¿te correrías antes?

Sí, creo que sí. Si ella no muestra en enfado me resultaría una situación muy excitante.

Pues al revés es lo mismo…

No lo había visto de esa manera…

A partir de ahí, animado Juanjo, me relató más cosas.

Cuando ella llegó, apenas media hora después que él, se quedó pasmada al verlo en casa.

Juanjo se sorprendió a sí mismo con una sangre fría increíble, incluso disfrutando de la descolocación de Raquel, que se había puesto nerviosa porque intuía que podían haber estado a punto de pillarla.  No obstante, Juanjo interpreto tan bien su papel y ella estaba tan preocupada por lo que hubiese podido ocurrir, que no presto atención a los mínimos detalles que pudieran haberle indicado qué su marido sabía más de la cuenta.

Juanjo, después de lo que había visto, fue suficiente para inclinar la balanza del lado de no decir nada a su mujer. Es más, la situación de verla turbada y de saber de dónde venía y lo que había hecho, le parecía divertida e incluso excitante.

Hubo un momento en qué se ducharon antes de salir a cenar. Él entró en el cuarto de baño sin avisar. Raquel tuvo un estremecimiento que no pasó inadvertido a los ojos de su marido, pero supo mantener la compostura. Juanjo se dio cuenta de por qué. Adivinó unos arañazos y un pequeño moratón en sus caderas, allí donde el amante le había apretado con las manos muy fuerte cuando se la estaba follando a cuatro patas. No detuvo mucho tiempo la mirada para que no sospechara y en cuanto se giró, ella se tapó rápido con la toalla. Él fingió ignorar el movimiento. Cuando salió para el dormitorio, miró en la canastilla de la ropa sucia y allí estaban las bragas verdes de su mujer manchadas de flujo y oliendo a coñito.

Juanjo todavía estaba muy confuso, pero tenía claro que el morbo de jugar con su mujer, haciéndola pasar un mal rato mientras le preguntaba que había hecho esa tarde en el trabajo, si lo había extrañado esa semana, y la excitación de su entrepierna cada vez que la recordaba follando, iban en aumento, mientras que el enfado y las ganas de liarla disminuían.

A la vuelta, con unas copas de más, no pudo resistir la tentación de follarsela. De alguna forma, ahora que la sabía perseguida por otros machos, su chica le parecía más apetecible. La veía bajo una nueva luz.

Aun a oscuras, con la poca luz que entraba por la ventana, fue suficiente para que con la excusa de ponerla a tono y acariciarla, Juanjo viese de cerca su coñito, todavía algo colorado, y percibiese los moratones que el tío ese le había dejado en caderas y nalgas al apretárselas con fuerza.

Su mujer no puso inconveniente, incluso cuando Juanjo se desbocó y la follo con más contundencia de lo habitual. Igual que había hecho el otro macho por la tarde. Debió interpretar que, dadas las circunstancias, era mejor no ponerle pegas a su marido y que era debido a la semana que llevaba sin verla.

Eso lo puso aún más cachondo y lo animó a dar un paso más arriesgado. La penetró siguiendo exactamente la misma secuencia que esa tarde. Su mujer no sospechó, porque no eran posturas extrañas ni raras para ellos, pero Juanjo la hizo cabalgarlo y correrse ella primero, para luego abrirla de piernas y hacerle un misionero profundo y duro. Recordó cada arremetida del amante, como su polla entraba y salía de la vagina de Raquel, mientras él mismo se la follaba.

Sé imagino ser el que se estaba follando a su mujer esta tarde. Pronto estuvo a punto de correrse. No recordaba haberla tenido tan dura desde hacía años. Cuando estuvo a punto de eyacular, se salió de su mujer y girándola, la obligó a incorporarse, ofreciendo su culo. Se puso de pie, tirando de ella, hasta que sus rodillas quedaron al borde de la cama. Se la volvió a meter. Ya no se contuvo. Igual que le habían hecho a Raquel esta tarde, quería irse dentro de ella en esa postura, recordando cómo se había corrido aquel tipo. El colmo de la calentura fue cuándo pensó que a diferencia de él, sí se iba a poder correrse dentro del coño de su mujer, llenándoselo de leche. Ese derecho era suyo y ese imbécil no había podido disfrutarlo. 

Raquel no había protestado hasta ese momento, pero esa postura y de nuevo una polla dándole fuerte y hasta el fondo, hizo que ya no pudiera más y le dijera

¡Juanjo, despacio, despacio, para un poco!

Juanjo la ignoró, ya no había marcha atrás. que se aguantara cómo había hecho con su amante… entonces fue cuando su verga explotó dentro del coñito de su mujer. Sus dedos aferrados a las mismas caderas, sobre los mismos arañazos que le habían provocado esta tarde. La corrida fue casi interminable y cuando salió de su chica, esta se dejó caer boca abajo sobre la cama con un leve gemido, incapaz de moverse ni decir nada.

Tras un rato pudo articular palabra. Simplemente le dijo

Venías caliente ¡eh!

Llevamos una semana sin vernos ¿tú no tenías ganas?  Preguntó Juanjo con picardía.

Sí claro, lo que pasa que estoy cansada. Ha sido una semana agotadora… mintió ella… y por eso me cuesta un poco.

¿Quieres otra vez? Preguntó Juanjo volviendo a jugar con ella.

No, no, mañana si acaso. Ahora descansemos.

Juanjo estuvo de acuerdo. Ya estaba bien por esa noche. Tampoco quería forzar demasiado la situación, no vaya a ser que Raquel sospechara algo.

¿Cómo? ¿Te la follaste la misma postura?

 Sí eso es y me gustó mucho hacerlo Luis.

Yo no daba crédito a lo que estaba oyendo.

 Y ahora ¿cómo estáis?

Pues como no como si no hubiera pasado nada. Ya te he dicho que no hable con ella.

Pero ¿sabes si ha vuelto a follar con él o con otro distinto?

No lo sé. Yo creo que no, porque estado súper pendiente de ella los primeros meses. Incluso obsesionado, siguiendo todos sus movimientos y pendiente a cualquier indicio, pero nada me ha hecho sospechar que haya repetido los cuernos.

Realmente, todavía no tengo claro si Juanjo me decía esto con alivio o con resignación.

Con estas cosas nunca se sabe, pero yo creo que su mujer es de las que nunca querría un trío. Tampoco tengo claro sí a Juanjo le gustaría participar en una cosa así. Pero  creo, que no le importaría nada repetir una experiencia como la que vivió aquel día.

Vosotros ¿Qué opináis?

Saludos.

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