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Historia de Agustin y Lina 15

en Grandes Series

Lina.

Lina salió de casa dando un portazo. Caminó hacia el ascensor. Sin prisas. Aun se recreó un tiempo ante la puerta abierta del mismo antes de decidirse a entrar. Esperaba que Agustín saliera y la llamara. Que tratara de impedirle irse. Pero solo el silencio llenaba el pasillo. Enfadada, cruzó el vestíbulo y salió a la calle.

Todavía sin saber muy bien que hacer, cruzó la avenida y finalmente se decidió a entrar en un bar donde acudían algunas veces a tomar el vermut. Se pidió una infusión y rememoró la bronca que acababan de tener. No era la primera desde el viaje a Menorca, pero si la más violenta y dura.

Fran y Caty les habían invitado a cenar en casa. Tenían que cerrar temas relativos al alquiler del local y su remodelación, así como el proyecto de negocio de Lina.

- No creo que sea buena idea ir, Lina.

- Tenemos que hablar sobre la tienda Agustín. Además sería un feo tremendo para ellos no acudir.

- ¿No te das cuenta de nada? Te están engañando. Solo quieren atraerte con el cuento ese de la tienda.

- No es ningún cuento. Ya tenemos el local. Fran va en serio con esto.

- Con esto y con más cosas. ¿Es que no lo ves? Ese solo quiere follarte.

- ¿Y qué si es así? Grito Lina exasperada. ¿No hicimos esto voluntariamente y sin que nadie nos obligara? ¿No hemos follado ya? ¿Qué pasa si además son nuestros amigos y quieren darme una oportunidad, la primera que tengo en la vida de trabajar de verdad?

- Lina, siempre dijimos que debíamos estar de acuerdo y yo no quiero verlos más. No los soporto.

- Pues yo sí.

- Esta noche no cenaré con ellos.

- No me hagas la faena de dejarme sola

- No lo entiendes. Tú tampoco irás.

Lina no podía creerlo.   

- ¿Cómo? Tú no decides por mí.

- Lina, te están comprando. Si eres capaz de darte cuenta y lo consientes, eso solo tiene un nombre.

Lina estalló.

- Dilo!!!!! …..Llámame puta y acabamos de una vez…

- No iremos.

- Yo sí que me voy.

Y ahora estaba allí sin saber muy bien cómo actuar. Con el móvil encima de la mesa esperando que Agustín la llamara. Aunque solo fuera para exigirle volver a casa. Eso al menos demostraría que ella le seguía importando. Pero el terminal seguía mudo mucho después de que se hubiese terminado la infusión.

¿Qué debía hacer? ¿Cumplir su amenaza de todas formas? ¿O acaso volver y admitir su derrota?

En el fondo estaba enormemente dolida con su marido. Y en parte era porque él tenía razón. Agustín no lo sabía, pero desde el viaje a la isla se habían vuelto a ver en dos ocasiones. Y las dos habían acabado practicando sexo. Un sexo salvaje que le había proporcionado un gran placer. Ella no era una puta. No se acostaba con Fran por el negocio. O al menos no solo por eso. Lo hacía también porque deseaba hacerlo.

En cierta manera, sí que estaba traicionando la confianza de Agustín. Le estaba poniendo los cuernos.

¿O no? ¿Acaso él no la había empujado a esto? La idea había sido suya y ya habían compartido cama. Esto no podían ser cuernos. No podía quejarse. No tenía derecho a no apoyarla solo por unos estúpidos celos a estas alturas. O peor aún, por sentirse inseguro frente a Fran.

¿Qué debía hacer?

En ese momento sonó el móvil. Para su sorpresa y desilusión, no era su marido, sino Caty.

Lina se derrumbó. Le contó todo. Fran se puso al aparato.

- Lina, te recogemos en 20 minutos y te vienes a casa hasta que se arreglen las cosas.

- No sé qué hacer…

- Vente, y más tranquila, llamamos a Agustín y lo solucionamos.

Una vez en casa de Fran, Lina se sintió curiosamente liberada. Estaba entre amigos. Ellos le pidieron que llamara a Agustín, que debía estar preocupado por ella.

Si estaba preocupado, ¿Por qué no llamaba él?

A regañadientes llamó y se encontró con que su marido se puso hecho una fiera al enterarse que estaba con ellos. No la dejo hablar y le colgó el teléfono. Fran y Caty le recomendaron irse a su casa para no empeorar las cosas. Pero ella se rebeló.

Algo se había roto. Ya no había confianza. Cuanto mejor la aconsejaban ellos más se distanciaba de Agustín y cuanto más borde se ponía él, más cercana se sentía de esa pareja que parecía haberla adoptado.

Decidió quedarse a dormir. Ya lidiaría mañana con su marido. No tenía ningunas ganas de volver a su casa a pelearse y a pasar una mala noche. Quería cenar bien, tomarse un buen vino, darse un baño caliente en el jacuzzi y echar un buen polvo. Cargaría las pilas y mañana se enfrentaría a su destino.

Caty rió… todo eso te lo podemos dar pequeña…nuestra casa es tuya…y nuestra cama también.

Bebió más de la cuenta y eso la ayudo a desinhibirse. Se levantó y se desnudó frente a sus amigos. Se dirigió al jacuzzi. Fran la siguió.

Estaban como el primer día que follaron, enredados en el agua, acariciándose, lamiendo, recorriendo sus cuerpos con boca y manos. Lina estaba como en una nube. Excitada pero como viendo todo a través de un velo. Quizás demasiado alcohol. Quizás también superada por sus sentimientos encontrados.

Por eso no se extrañó al ver aparecer a Caty y que ésta, totalmente desnuda, se metiera con ellos en la bañera. No le molestó tener que compartir a Fran. Al fin y al cabo ella era la intrusa.

Entre los vapores del vino y la bajada de tensión por el agua caliente, no se dio cuenta de que en el enredo de cuerpos, eran las manos de su amiga la que recorrían su culo y muslos. Solo cuando sintió sus labios en el cuello, subiendo hasta su boca, e introduciendo una húmeda lengua que buscaba la suya, se percató de lo que estaba sucediendo.

Y no le importó.

Quizá por el alcohol, por lo natural que resultaba todo, por el momento de confusión en que estaba…Lina no se sintió ofendida ni asqueada. Solamente sentía curiosidad.

Ella no se veía a si misma explorando esos terrenos por iniciativa propia, pero se dejó llevar. Mientras Fran la sentaba sobre sus muslos y le abría las piernas, Caty aprovechaba para comerle los pechos mientras sus dedos encontraban de nuevo su coñito. Una suave masturbación dio paso a un dedo que se introducía en su vagina. Lina sentía la polla de Fran presionando su culo, cada vez más dura, esperando su momento.

Pronto fueron dos dedos dentro, introducidos hasta los nudillos, entrando y saliendo de su chochito. Caty le mordisqueaba a la vez un pezón, mientras que Fran le agarraba las tetas para que su mujer pudiera chuparlas a placer.

Lina restregó el culo sobre la polla de su amante, mientras la novedad de la situación la hacía sentir un nuevo placer, que le subía del coño inundando su vientre. Pronto ya no tuvo ningún reparo. Caty la había puesto realmente cachonda y estaba a punto de explotar. Necesitaba una verga dentro de ella. Aupándose un poquito, se introdujo el pene de Fran hasta el fondo, hasta notar las nalgas contra su vientre. El cerró las piernas para facilitar la follada y Lina comenzó a dar sentones, metiéndose la polla una y otra vez.

Pero Caty no se limitó a mirar como ella consumaba. Acompañó la follada con friegas sobre el coñito y clítoris de su amiga. Era más de lo que Lina podía soportar. Empezó a correrse con un aullido que jamás supo de donde le salió. Un orgasmo prolongado, intenso y húmedo, le llego mientras Caty seguía frotándole el coñito lleno de verga y comiéndole las tetas.

Una nueva puerta se había abierto en su relación, y Lina la cruzó sin pensarlo siquiera.

Convencida y satisfecha. Sus dudas habían desaparecido. Si Agustín no quería entenderlo, peor para él.

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