La verdad es que si el tema de las infidelidades, ya de por si, es excitante por lo que tiene de prohibido y de riesgo, pero cuando ademas, se trata de quien menos puedes imaginar, el morbo gana muchos enteros.

Ahora mismo me viene a la cabeza la de un compañero con una clienta suya. Hace ya muchos años, pero eso no le resta interes, cada vez que me acuerdo me pongo a cien.

La chica muy delgadita, con unas tetas pequeñitas, gafitas redondas y casi siempre con pelo recogido en coleta. La muchacha mas discreta, tranquila y formal que os podais imaginar. Y encima religiosa. De las de misa semanal, catequista colaboradora e implicada en su parroquia en diversos temas. Con dos hijos pequeños.

Mi compi y amigo, con el que compartia piso, fue a su casa a hacer una instalacion (estabamos recien trasladados a la nueva empresa y en los ratos libres haciamos algunos algunos trabajillos extra para complementar nuestros ingresos y poder pagarnos el alojamiento). Estuvo una semana alli y me extraño mucho que no me pidiera ayuda. En esos trabajos normalmente ibamos los dos. Lo entendí al poco, cuando me dijo que iba a traer una chica a casa pero que era muy importante que yo no dijera nada a nadie.

No sabia como explicarmelo, pero la chispa surgió desde el primer momento. Al contrario de lo habitual en estos casos, no hubo insinuaciones explicitas, ni comentarios picantes. Simplemente conectaron y se gustaron. La chica se sorprendió a sí misma, contandole cosas que no hablaba con nadie. Y el igual.

Y el ultimo dia del trabajo, ante la perspectiva de no volver a verse un abrazo y un beso. Le dejó el tf y ella tardo unos dias, pero al final llamó.

Acordaron verse y dado que coincidiamos en los turnos, me pidió permiso para traerla al piso. Mas bien me informó para que yo ni me extrañara, ni la pusiera a ella en un compromiso. Era super cortada.

La primera vez se lo puse facil, yendome unas horas a la calle.

Mas adelante, a veces me quedaba en el piso. Ellos se encerraban en la habitacion y solo salian para irse. La chica apenas levantaba la cabeza y saludaba con un imperceptible hola. Era novata en estas lides y muy consciente de lo que hacia, que le provocaba una verguenza que no podia disimular.

Estuvieron asi durante varios meses, en los que al final acabamos entablando amistad, hasta el punto que ella se movia por nuestro piso como si fuera su casa. Incluso en alguna ocasion pude verla en bragas o saliendo desnuda del cuarto de baño.

Para entonces, ella seguia haciendo su vida de siempre y transformandose cada vez que cruzaba la puerta. Algunas veces los oía follar y era algo salvaje. Ademas estaban todo el rato dale que te pego, no se cansaban.

Segun mi compañero, le decia que nunca habia sentido algo asi. Que no era ella misma cuando estaban juntos. Supongo que tuvo que ser un sentimiento muy fuerte para que rompiera de aquella forma con sus principios y esquemas mentales, pero una vez hecho, ella se entregaba a tope.

Puedo atestiguarlo, no solo por lo que me contaba el, sino porque los oía y la veia con que ganas entraba a la casa, y con la cara de ese cansancio que solo da la acumulacion de placer desatado, al irse.

En este caso, recalco que no era solo una cuestion de insatisfaccion sexual. Solo por eso, creo que una chica asi no se hubiera lanzado a una aventura. Realmente se encoñó con el. Ella reconocia que no era la misma cuando se juntaban, que no podia evitarlo ni resistirse. A pesar de haber intentado romper cien veces, cada vez que mi amigo la llamaba perdia el culo para acudir a la cita. Y si no, era ella la que lo buscaba.

Lo que mas morbo me daba, era imaginarla con esa pinta de no haber roto un plato en su vida, con esa vocecita que no levantaba del suelo, saludando a sus vecinos, en misa o en actividades de la parroquia...mientras contaba las horas para verse de nuevo con él, oirla chillar en el cuarto durante un par de horas seguidas, follando como si se fuera a acabar el mundo. Encontrarmela yendo al aseo con la cara colorada del esfuerzo y la mirada perdida , para mear y poder continuar. O verla irse del brazo de mi amigo con una sonrisa satisfecha.

En fin, como digo, el morbo de saber que cualquiera puede tener una impresionante vida sexual, incluso quienes menos imaginamos.