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Historia de Agustin y Lina 2

en Grandes Series

SEIS AÑOS ANTES

 

Agustín esperaba a Lina en la puerta de su casa. Ella aún vivía con sus padres.

La chica no lo sabía, pero esa noche iba a ser especial. Llevaban seis meses saliendo juntos y Agustín ya se había decidido. Hoy, le pediría que se fuera a vivir con él.

Cuando la conoció, jamás pensó que pudiese atarse a una sola mujer. Su forma de vida y de ver el sexo era otra. Muy activo desde que descubrió el placer genital, Agustín siempre sintió que lo necesitaba casi a diario. Procuró que nunca le faltara una chica al lado. Primero para besos y tocamientos. Más tarde, cuando fue mayor y se desvirgó, para prácticas mayores.

El físico acompañaba. Él era guapo, atlético y alto. Lo demás también: buen conversador, descarado y con la inteligencia del cazador, para descubrir que chicas podía abordar y cómo actuar para llevárselas a la cama.

Entró en una dinámica donde las mujeres ingresaban y salían de su vida a la velocidad que marcaba su cada vez mayor necesidad de sexo. Aún era joven para considerar que era dependencia lo que sentía, simplemente creía que tenía más suerte y arte para el sexo que sus amigos. Pero lo cierto es que aparte del trabajo, todo su tiempo libre, todos sus esfuerzos, todo su interés, se dirigía a conseguir chicas que lo satisficieran. Se convirtió en un experto porque lo necesitaba y aparte de tener cualidades innatas, no se dedicaba a otra cosa en su vida.

Y tenía éxito, pero no siempre lo disfrutaba. El nivel de exigencia y la dependencia que sentía, hacía que se pusiera el listón cada vez más alto.

Llego un momento en que ni el físico, ni la posición social, ni la inteligencia de la chica le importaba. Solo su talento para el sexo, su capacidad de seguirle el ritmo en sesiones duras y contundentes. Su iniciativa y su soltura para probar cosas nuevas.

Si una chica no mostraba disposición a practicar el sexo desde el primer día, la ignoraba.

El tiempo que mantenía una novia era el que ella pudiese seguirle el compás. Y por supuesto, sin desdeñar otras aventuras de una sola noche cada vez que se presentara la ocasión. La necesidad de probar coñitos diferentes, tal vez buscando siempre encontrar a su alter ego follador, hacía que alternara las aventuras, o a veces, estas pusieran fin a sus relaciones abriendo la puerta a otras nuevas. Esto provocó una política de tierra quemada a su alrededor, que hizo que en apenas unos años, a pesar de ser un soltero muy apetecible, todas las chicas de su entorno le evitaran.

Pero tampoco esto supuso un obstáculo para Agustín. Si tenía que ampliar fronteras, lo hacía.

Saldría a pescar fuera.

Y así fue como conoció a Lina. En un local de copas, iba junto a varias compañeras de trabajo que habían quedado para cenar. Un grupo un poco desmadrado y pasado de rosca, con una buena cantidad de alcohol ya a sus espaldas. Presa aparentemente fácil para Agustín y sus amigos.

El caso es que no reparó en Lina hasta pasado un buen rato. ¿Cómo no se había dado cuenta de esa chica?

Airosa y resultona, con un buen cuerpo que se adivinaba tras un vestido que no enseñaba demasiado, pero que a los ojos expertos de él, dibujaban un talle joven y prieto.

No era la chica más guapa y hermosa con la que había salido, pero si la que más le impactó cuando poco a poco se fue dando a conocer.

Los gestos, las insinuaciones, el tono de voz, la mirada, todo formaba una coreografía que Agustín leía como un idioma que resultara impenetrable para los demás y el solo pudiera comprender. Sin haber dicho ninguna palabra guarra, sin haberle tocado y sin nombrar para nada el sexo, lo tenía a cien por hora…no había estado más excitado en todo el año anterior.

Y lo que de verdad lo volvió loco fue que al final… lo rechazó.

Cuando el vínculo parecía ser más intenso, cuando el ya empezaba a atisbar a una chica a la que realmente le apasionaba el sexo (no sabía cómo, pero intuía de alguna manera que también era una fiera en la cama), ella simplemente le dijo adiós y se fue en cuanto se retiraron sus amigas.

Agustín pudo conseguir que le diera el teléfono, pero las tres llamadas siguientes no obtuvieron el resultado esperado. Lina le cogía el teléfono pero apenas insinuaba la posibilidad de verse, le daba largas.

- ¿Para qué mierda me da el teléfono y atiende mis llamadas si luego no quiere salir conmigo?

- ¿Por qué charla conmigo pero luego me niega una cita?

A la tercera negativa lo entendió.

Quería bajarle los humos. Iba de chuleta y de Don Juan, y Lina quería dejar claro que era ella la que se lo ligaba, la que tenía el control sobre la relación.

La siguiente llamada fue para pedirle perdón por ser un pesado, para decirle sinceramente que ella lo había impresionado y para contarle que era la última vez que la molestaba, pero que tenía que pedirle una cita.

Ella accedió casi al instante y Agustín supo que ya iba por el buen camino.

Lo demás fue muy rápido. Una vez todo claro, tocaba saber si la percepción de él hacia Lina era correcta, si realmente lo que había creído ver en ella era cierto o solo un error.

Las expectativas de Agustín se vieron ampliamente correspondidas. Y no tuvo que esperar casi nada.

En su primera cita, los gestos y las palabras se vieron acompañados de caricias y algún beso. Lina tomo la iniciativa. Acercándose y apartándose de él, usando sus manos y cuerpo y evitando las de Agustín, provocándolo y dejándolo con las ganas.

Él se sentía confuso pero se dejaba llevar por el torrente de sensaciones, sin tener claro ni siquiera al llegar a su casa con Lina del brazo, si iban a follar o no.

Y allí solo se atrevió a ofrecerle una copa, mientras ella respondía

- ¿Dónde está el dormitorio?

Cuando él le señalo la puerta, Lina se quitó toda la ropa delante de él y dándose la vuelta, caminó hacia el cuarto sin mirar atrás.

Él se fue quitando la suya mientras avanzaba hacia la cama. El estado de su polla no dejaba lugar a dudas de lo caliente que estaba. Como poseído por una fiebre alta. Y para su sorpresa de nuevo, Lina también quemaba a su contacto.

Ella tomo la iniciativa.

Se abrazó con fuerza uniendo los dos cuerpos desnudos, sintiendo de golpe el contacto cálido entre ambos. Se aupó un poco para que su miembro coincidiera con su coñito y restregó el pene por él, mientras sus bocas se buscaban.

No hubo ningún preliminar más. Lina se acostó en la cama y se abrió de piernas para él. Un monte de venus abultado y una rajita brillante de humedad le pedía verga.

- Métemela ahora mismo.

Agustín no espero ni un segundo. La primera embestida provoco algo de dolor a Lina. No habían lubricado lo suficiente. Pero ella susurró a su oído

- Fóllame, fóllame…

Y entonces el comenzó a sacar y meter su miembro, con lentitud al principio, dejando que su falo se fuera empapando la humedad creciente en la vagina.  Y luego más fuerte, sin un solo grito de dolor de Lina, solo un jadeo cada vez más creciente y desesperado.

Cuando estuvo a punto, ella le obligo a tenderse y se subió sobre su vientre para tomar la iniciativa. La polla de Agustín desapareció en su coño y Lina comenzó una cabalgada fuerte y hasta el fondo, aguantando cada poco la verga metida hasta el final y tratando de tocar sus huevos con el culo, mientras se ayudaba un poco masajeando su clítoris. Y luego vuelta a meter y sacar, a un culeo que hizo que el chico ya no pudiera contenerse más.

- Me corro…

- Espera, espera…

Pero el ya no podía esperar. Varios chorros de semen inundaron su vagina mientras ella ya no jadeaba, sino que gritaba, mientras aceleraba la llegada del placer con una paja en toda regla.

Agustín temió que su polla se desinflara, pero se mantuvo tiesa lo suficiente para que Lina llegara al orgasmo con ese trozo de carne aun duro y caliente en su interior.

Cuando retiro la mano de su coñito rebosante de esperma, aun se estaba corriendo. Agotada se dejó caer sobre él, mientras el pene salía de su vagina junto con todos los flujos derramados. Una marea tibia y pegajosa que Agustín sintió correr por su muslo, y que Lina encajonó entre los suyos. Podía sentir perfectamente que su coño aun palpitaba.

Ese fue el primero de una larga noche.

Agustín comprobó que sus sueños se hacían realidad. Ella también parecía poseída por la fiebre del sexo. No se negó a nada. El catálogo de posturas y prácticas sexuales fue repasado una y otra vez esa noche. No hubo lugar que no recorrieran su pene, su lengua y sus dedos.

Solo cuando trato de penetrarla analmente, tras un primer intento algo doloroso, ella le dijo

- Aun no…más adelante.

Ya sabía que iba a llegar dolorida a su casa después de toda una noche de follada dura y salvaje. No quería añadir un ano irritado.

A partir de ahí, ya no hubo nadie más para él. Pudo comprobar que no había sido solo el calentón de la primera vez, sino que en sucesivos encuentros, Lina se mostró igual de activa. No podían mantener el ritmo del primer día, pero sus encuentros eran excitantes y llenos de sexo fuerte.

Durante seis meses la puso a prueba y Lina la supero con matrícula de honor. Se entendían con la mirada, jamás tuvo que pedirle que se pusieran a follar. Ella lo sabía solo con mirarlo. No se limitaba a dejarse hacer, sino que a siempre tenía la sensación de que era ella la que se lo follaba a él. Jugaba con su deseo. Agustín aceptaba su dominio para excitarlo y llevarlo a punto de orgasmo, y luego parar para volver a empezar. Una y otra vez hasta que su verga estallaba en una explosión de semen y placer.

Recordó la última mamada que le había hecho el día anterior. Chupando despacito, recorriendo con sus labios todo el falo y el glande, hasta que la tuvo bien ensalivada. Y luego hasta el fondo, hasta tocar con sus labios los cojones. Sintió que el vello se le erizaba. Y luego una chupada fuerte y bestial, llena de babas y arcadas, hasta que él fue a correrse. Ella atenta, se la sacó y le mordió la base del pene, causándole daño. También uno de sus huevos, hasta que consiguió evitar la corrida a base de dolor. Y luego empezó de nuevo. Cuando llego por fin el momento en que lo dejo irse, justo en el instante que ella sentía que el esperma subía a borbotones por su falo, separo sus labios y soltó sus manos, recreándose en la visión de esa polla soltando semen sola, dando sacudidas en el aire y regando a su alrededor. Sus labios en una mueca de deseo, se cerraron cuando uno de los goterones aterrizó en su mejilla.

Y al acabar de escupir su néctar, con la verga aun temblona, ella no se retiró como esperaba Agustín, sino que con la lengua, le recorrió todo el falo, de la punta hasta los testículos, lamiendo y chupando hasta dejársela limpia.

Era una bomba. Satisfacía casi todos sus deseos. Si un día le pedía que no se pusiera nada bajo la falda, ella iba desnuda, cosa que el comprobaba a la menor ocasión, metiéndole mano.

En otras ocasiones ella lo esperaba en su casa, cuando volvía de trabajar. Agustín variaba. Unas veces le pedía que lo esperara desnuda, otras en lencería. Otro día le pidió que se quedara con el vestido que llevaba puesto y solo se quitara las bragas.

- Ponte lubricante en el culito.

- Vale, respondió ella.

Cuando llegó y ante su sorpresa, la cogió de la mano y la llevo a la escalera del edificio. Lina no entendía nada.

Esperaron a que se apagara la luz y en el hueco junto al cuarto de ascensores, la doblo por la cintura y subiéndole el vestido, le hizo un anal fuerte e intenso. Sin esperarla, se corrió dentro de su culito. Ella, inquieta al principio y temiendo que se encendiera la luz y apareciera un vecino, miraba recelosa a todos sitios. Pero después, y con su culito aun palpitante y lleno de leche, se negó a ir a la casa hasta que Agustín no le hiciera una comida de coño en toda regla.

Orgasmó de pie, apoyada contra la pared y con su novio entre las piernas bebiéndose toda su corrida.

El catálogo de sexo continuaba y siempre introducían juegos nuevos que ella aceptaba unas veces o incluso proponía otras.

Pero había más. No era solo el sexo. Lina lo tenía completamente absorbido. No es que hubiese dejado de desear a otras, eso era casi imposible. Pero por primera vez, era capaz de contentarse y contenerse. No buscó a ninguna otra chica en esos seis meses, y vio que era posible aguantar. Porque la quería tanto como la deseaba.

Así que llego a la conclusión, de que si había una posibilidad de que él encontrara la estabilidad, solo podía ser con Lina. No podía dejarla escapar. Y esa noche le iba a pedir que se fuera a vivir con él, que se casaran, lo que fuese necesario. Lo único que quería era tenerla para siempre a su lado.

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