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Historia de Agustin y Lina 13

en Grandes Series

Lina.

No se podía creer lo que acababa de ver en la habitación de Caty. Y no tanto porque les hubiese sorprendido follando, lo que al fin y al cabo era de esperar, sino más bien porque el cuadro le provocó una gran desazón. Supo que algo no estaba bien. La cara de Caty no era de placer. Ni de vicio. Aparentemente ningún elemento indicaba que la estuviesen forzando, pero ella intuyó que la mujer, aunque consentía, no había buscado esa situación.

Por contraste, Agustín le dedico una sonrisa malévola, con una expresión como triunfante. Parecía que exhibiera un trofeo en vez de estar haciéndole el amor a una amiga.

Algo se le revolvió en el estómago y se fue a su habitación. Cerró de un portazo.

¿Cómo podía estropear así las cosas su marido?

La noche anterior ya la había hecho sentirse mal. Todo empezó muy bien, con ella muy caliente viendo como los dos hombres se dedicaban a Caty. No tuvo ningún problema para conseguir su primer orgasmo. Pero luego, además del alcohol, hubo otro factor que le impidió seguir disfrutando.

Sintió la mirada de Agustín fija en ella. Una mirada extraña, que no supo interpretar. Justo cuando cabalgaba a Fran. Eso la distrajo y la perturbó, hasta el punto de que no consiguió correrse.

No quiso continuar luego a solas con su marido. Estaba muy cansada.

Esa mañana, se despertó antes que nadie. Aún estaba mareada y no podía dormir. Decidió salir a la playa a darse un paseo. Le encantaba madrugar y andar por la arena, al borde del mar.

La playa estaba vacía, así que solo se puso un tanga y envolvió su cuerpo en un pareo de gasa semitransparente. Nada más pisar la orilla se sintió bien. El aire fresco le acaricio el rostro y provocó que se le erizaran los dos pezones. Una oleada de calor recorrió su vientre.

Recordó que solo había tenido un orgasmo desde que llegara. Sería estupendo echarse en la arena y hacerse una paja mirando al mar. La idea le gustó. Y todavía estaba considerándola cuando oyó unos pasos detrás de ella.

Era Fran.

No hubo palabras. Él, muy seguro de sí mismo, le quito el pareo, dejando sus dos pezones tiesos a la vista. La atrajo hacia sí mismo y sus manos recorrieron el culo de Lina. Los labios pellizcaron y besaron tetas y cuello.

En un instante, ella se vio arrodillada frente a su verga, chupando casi con ansia. El deseo estaba muy presente, tanto, que la fiebre la envolvió cuando Fran la empujo sobre la arena y le arrancó el tanga. Lina se abrió para él, deseando su polla dentro. La situación la excitaba. Allí, en la playa, desnudos y con las olas rompiendo a sus pies. A la vista de cualquiera que pasara por allí, sin importarles nada. Solo follar frenéticamente.

El orgasmo llego de repente, impactando en su matriz, sintiendo oleadas de placer que se transmitían hasta su útero, notando como Fran con gran maestría, aguantaba a que ella estuviese en el punto culminante para empezar a regarla con su leche.

Por un momento perdió el control de los sentidos, dejándose llevar por un maremoto de sensaciones y sentimientos. Solo sentía la arena contra su espalda, oía el ruido de las olas, notaba el miembro de su amante dentro, sus huevos golpeándole el culo con cada embestida, la sangre latiendo en sus sienes, las contracciones en su vagina, su clítoris ardiendo.…

Se sintió superada. Durante esos momentos perdió el control. Era solo un cuerpo zarandeado por las impresiones que recibía. Hacía mucho que nadie la hacía sentirse de esa manera.

Cuando se metió en el mar para bañarse y limpiarse la corrida, salió del agua fresca, satisfecha y sintiéndose limpia. Así volvieron a la casa.

La escena que contemplo en la habitación de Caty, la cabreó sobremanera. Fue un golpe. Porque rompía esa felicidad y buen rollo que la hacía tan feliz. Pero también porque ¿Cómo iba a reprochárselo a Agustín sin que él le pudiese echar en cara lo que ella misma acababa de hacer?

No se quedó a contemplar nada más. Se fue cabreada a la habitación y al rato llegó su marido.

- ¿Cómo te ha ido el paseo mañanero? ¿Habéis visto amanecer?

- ¡Gilipollas! ¡Lo vas a estropear todo!

- ¿Y tú no?

- He visto la cara de Caty y no parecía muy contenta. ¿Qué crees que tienes que demostrar? Aquí estamos entre amigos.

- Si, un amigo que se folla a mi mujer cuando quiere y sin mi permiso.

- Estamos haciendo lo que tú querías, ¿a qué vienen ahora esos celos?

- Nosotros ponemos las reglas, no Fran.

- Ni tu tampoco. ¿Yo no cuento nada?

- Pues si no estamos bien cortamos y nos vamos.

- Eres idiota, vete tú si quieres…

Ya no discutieron más.

Lina esperaba que Fran o Caty pidiesen una disculpa o exigiesen una explicación. Pero ellos actuaron como si nada. Esto la hizo sentirse aún peor. Esperaba tener la oportunidad de dejar claro que no estaba de acuerdo con Agustín y que se alineaba con ellos.

El día transcurrió tenso pero sin discusiones. A nadie le pareció raro que esa noche los dos matrimonios se retiraran por separado a sus habitaciones después de una jornada turística por la isla. La tensión entre Agustín y Lina se mantenía, pero no parecía afectar a sus anfitriones, que procuraban no forzar la situación.

Esa noche, Lina sintió los dedos de su marido recorriendo su cuerpo, nada más meterse en la cama.

- No tengo ganas…

- Sí que tienes…quieres una polla. Lo noto. ¿No te gusta la mía ya?

Lina no quiso montar el espectáculo. Claro que tenía ganas. Por un lado quería castigar a Agustín por su comportamiento, pero por otro trataba de evitar a toda costa una bronca que rompiese definitivamente su relación con sus amigos. Así que consintió.

Tenía que relajar el ambiente o el tema pasaría a mayores. Fue una follada convencional. Fuerte pero convencional. Agustín parecía no enterarse de nada. Confundía follar duro con follar intenso. El orgasmo que ella tuvo tenía poco que ver con el de por la mañana en la playa.

En la cama tendida, con la leche de su pareja aun dentro del coñito, comenzó rápidamente a excitarse mientras recordaba. Sus dedos acariciaron la vulva, reclamando otro placer distinto al recibido unos minutos antes.

Agustín roncaba ya, así que consideró la opción de masturbarse. Pero antes decidió lavarse. Así luego podría dormirse directamente también ella. Se levantó y se puso las bragas para evitar que se le derramara el semen. Cogió una toalla y se dirigió al cuarto de baño, que estaba en el pasillo de fuera.

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