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Violación!

en Lésbicos

Mis amigas insistieron tanto, que no tuve mas remedio, quería que fuéramos a una discoteca, de haber sabido lo que me sucedería tal vez hubiese preferido mil veces haberme quedado en mi alcoba, disfrutando del enorme placer que siento cuando me masturbo bien sea con mis deditos o con mi colección de consoladores.

Me arregle poco y fui al apartamento de una amiga en el que habíamos quedado todas de vernos para salir. De allí fuimos una discoteca del centro a la que solíamos ir. Yo, modestia aparte, no estoy nada mal, ya casi todos sabrán como soy, mido un metro setenta y dos, y mis curvas están en proporción a mi estatura. Tengo pechos entre medianos y grandes y bonitos, duros y con pezones enormes, mi culo es muy firme y respingón, largas y contoneadas piernas y mi rostro es modestia aparte muy hermoso, mi espesa melena negra azabache me dé un aire salvaje que suele gustar mucho a los machos y hembras por igual.

Me puse a bailar con las amigas en la pista, pero un idiota empezó a agobiarme y a frotarse conmigo, por lo que me fui a la barra, intentando que mi ira reprimida no saltase. Me pedí una copa, y mientras me la ponían vi como una rubia despampanante se acercaba a la barra. Era una mujer impresionante; alta, guapa, melena rubia al viento, con un cuerpo de maravilla....... Siempre me han atraído las mujeres, y reconozco que muchas veces me he masturbado pensando en mis relaciones lesbica, aquella mujer llamó mi atención de inmediato. Se acerco a donde yo estaba.

-Siento que mi amigo te halla molestado.

¿ Así que estaba con él? Pues no me había fijado.

Empezamos a conversar allí sentadas, y después pasamos un rato agradable criticando a los hombres. Nos hicimos amigas, y pasamos mucho tiempo hablando, tanto que cuando me quise dar cuenta mis amigas se habían ido, pero no me importo. Me fui al baño, y cuando volví, mi nueva amiga, Mariana, tenia en la barra dos copas, y yo, que había decidido acabar borracha me bebí la mía de un trago. A partir de ahí, todo se hizo un poco borroso, me maree un poco, lo que atribuí a la copa y Marianita me saco a la calle para que me aireara, pero, cuando estábamos en la calle, note que mi voluntad desaparecía, que me estaba volviendo como una zombi, y que obedecía sin poder resistirme todas las instrucciones de Mariana. Me llevó a su piso, hasta su habitación, y me dijo que me desnudara; yo no podía resistirme, mi voluntad había desaparecido y obedecí ciegamente.

-Ahora no debes entender muy bien lo que pasa cariño, pero en la copa que te bebiste antes iba una droga muy potente, así que por ahora eres mi juguete.

No entendí muy bien aquellas palabras, pero me aterrorizaron. Allí estaba yo, desnuda en la habitación de una desconocida, y sin poder oponer ninguna resistencia. Cuando termine de desnudarme me levanto del suelo, tenia mucha fuerza, me tiro sobre la cama y me ordeno que me masturbase para ella. Mis manos fueron hasta mi concha y empezaron a frotar mis labios mayores suavemente, de arriba abajo, con un ritmo muy lento, como a mí me gustaba; empecé a sentir calor en mi vientre, y mi mano derecha ya se adueño de mis labios menores, mientras, mi otra mano iba pellizcando mis pezones, dándome una sensación electrificante que bajaba por la columna vertebral. Me estaba poniendo realmente chachonda, y mi mano empezó a frotar mas fuertemente mi vulva, mientras algunos gemidos escapaban de mi boca.

Me gusta meterme dedos por el coño, y cuando me masturbo, suelo explorar también mi ano. Baje mi mano izquierda hasta mi culito, y empecé a meterme el dedo índice, mientras mi mano derecha pellizcaba mi clítoris. Me acercaba al orgasmo, y casi ni recordaba la situación en la que estaba, solo me dedicaba a darme placer. En mi ano ya había tres deditos, y mi cadera se movía desbocada, cuando Mariana me ordeno que me penetrase la vagina con mis dedos. Obedecí, sin siquiera pensar que me iba a doler, y metí tres dedos de mi mano derecha en mi húmedo coñito. La sensación de dolor fue muy fuerte, me sentía desgarrada, pero inmediatamente llego el orgasmo, demoledor, y todos mis músculos se aflojaron, tanto que orine abundantemente sobre la cama de Mariana. Ella parecía satisfecha, pero algo enfadada.

-Así que eres una perrita muy cerda, pues te vas a quedar sobre tu orín. El juego no ha terminado, pero quiero que el efecto de la droga se te pase, para que seas consciente de todo lo que te va a pasar.
Me esposo a la cama, y me dejo allí, sobre mi orina acostada.

Estuve allí una eternidad, hasta que poco a poco iba recuperando mis facultades, y sintiendo mas miedo por lo que podía pasar. Había disfrutado mucho antes, pero ahora me sentía humillada, humillada y asqueada, porque todo olía a orina. Además, estaba esposada a la cama, y podía cambiar poco de postura.
A la hora y media de dejarme allí ella volvió. Traía puestos unos pantalones de cuero y los pechos al aire, unos grandes, hermosos y erectos pechos de grandes pezones.

-Ahora voy a hacerte disfrutar mas de lo que has disfrutado nunca negra puta.

Yo estaba realmente enojada, pero me sentía impotente, no podía librarme de las esposas, lo mas que podía hacer es dar patadas, y lo intente, pero Mariana me pegó un bofetón que me dejó marca y dejó claro quien mandaba, y quien, aunque ya no drogada tenia que obedecer.

Se acerco a mí, y se quedo un rato contemplando mi cuerpo, como si fuese un trozo de carne inerme.

-Tienes un cuerpo apetecible zorra, muy sensual, aunque por ser una cochina hueles muy mal.

-¿Puedo lavarme? La imploré.

-Has de pagar por tu imprudencia, así que de momento no.

Empezó a acariciarme el cuello y las orejas suavemente, con mucha delicadeza, como si realmente no me estuviese violando. Bajo sus manos hasta mis pechos, y cogió uno con cada mano y los apretó firmemente, sobándomelos de manera circular. Me cogió uno de los pezones, y lo pellizcó con fuerza.

-¿Te gusta, perra?¿No? Pues acabara gustándote.

Volvió a pellizcarlo otra vez y a tirar de él, haciéndome daño, pero no me atreví a quejarme.. Bajo sus manos por mi vientre, acariciándolo, y llegó hasta mis muslos. Mi cuerpo empezó a reaccionar, y mi entrepierna se humedeció; No era que a mí me gustase lo que me estaba haciendo, pero mi cuerpo lo estaba disfrutando. Bajo sus manos por mis muslos deslizándolas muy suavemente por la cara interna, hasta que llego a los pies. Entonces me los agarro con fuerza, y me los ato a la cama, de manera que mis piernas quedaran muy separadas.

Subió a la altura de mi cabeza, y acaricio mis pezones con los suyos, rozándolos suavemente en círculos. La sensación fue nueva, y muy placentera, tanto que tuve que contener un gemido; Mi cuerpo reaccionaba, pero yo me negaba a admitir que aquello pudiese gustarme. Mariana acerco su boca a la mía, e intento meter su lengua, mas yo apreté los labios y no pudo.

-Creo que te olvidas quien manda, puta perra.

Me pegó un bofetón, y lo volvió a intentar, pero esta vez yo no opuse resistencia. Su lengua penetro en mi boca y se movió por ella frenéticamente. Recorrió mis labios, mis encías, y se enfrentó con mi lengua. Fue un beso largo y apasionado por su parte, pues yo me mantuve totalmente pasiva.
Bajó otra vez hasta mi entrepierna, y me dijo: -Antes vi que te gustaba follarte el culo zorrita, a ver si te gusta ahora. Y me metió, sin ningún tipo de lubricante, su dedo anular hasta el fondo. Lo saco, lo olio y me lo acerco para que lo lamiese. Yo, que debía obedecer, y quería lubricar bien el dedo, lo chupe y lo lamí hasta dejarlo bien ensalivado. Mariana volvió a meterme el dedo, y empezó a hacer círculos por dentro, como queriendo dilatármelo. Al primer dedo lo siguió el segundo y el tercero, y cuando llevaba un rato dilatando, empezó un metesaca bastante fuerte, que al principio me molesto, pero enseguida me dio mucho placer.

Mi vientre ardía, mi clítoris empezaba a necesitar atención, y mi vagina manaba abundantemente.

-De modo que por fin te gusta, eh zorra-. Me dijo acelerando la follada que me estaba dando con sus dedos. Empezó a lamerme la rajita, introduciéndome la lengua muy profundamente, e iniciando un metesaca muy agradable.

Yo hacia rato que había dado rienda suelta al placer, y gemía como una loca según se me acercaba el orgasmo, cuando Mariana saco la lengua de mi vagina y se dedico a lamerme el clítoris. No pude con tanto estímulo y me corrí.

Mariana seguía con mi culo y mi coño, y yo tras el orgasmo me sentía fatal. Me sentía humillada y culpable, por haber disfrutado, y me sentía muy sucia. Ella paró, y me dijo:

-¿Has probado alguna vez como sabe tu coño?, e inmediatamente me beso en la boca. Yo me puse a llorar; no podía con aquello, y ella me dijo:

-¿Pero no has disfrutado como la puta que eres? Pues ahora si que lo vas a hacer. Se alejo un poco de mí, se puso de pie en la cama y empezó a bajarse los pantalones de una manera muy sensual. Entonces vi algo que no me podía creer. Mariana, una mujer muy guapa, y con unos pechos más grandes que los míos, tenia puesto un pene de plastico, y valla pene tenía: Largo y gordo, como una serpiente de cascabel, muy oscuro y totalmente empalmado, con un glande brillante, y totalmente brillante.

-¿Te gusta la sorpresita?

En esto se tumbó encima de mí, y sin ningún preámbulo me la metió entera. Mi vagina que no era virgen, no soportó un miembro tan grande, y me produjo un dolor insoportable. Empecé a quejarme, pero Mariana estaba bombeado, y no atendía a mis suplicas. Empezó a follarme lentamente: me la metía muy despacito, centímetro a centímetro, para sacármela luego de golpe, y estuvo así un rato, hasta que yo deje de quejarme, pues mi coño se acostumbró al tamaño de aquel miembro. Empezó a bombear más deprisa, con golpes ahora superficiales, ahora muy profundos. Yo me sentía muy sucia, porque el pollon de aquella mujer me empezaba a dar placer, y empecé a jadear. Mariana aceleró mas sus embestidas, y sus pechos se bamboleaban sobre los míos, produciendo una fricción que me empezaba a enloquecer. Entonces si que me sentía realmente sucia, y puta, y aquello me ponía cachonda. Empecé a mover mi cadera de forma salvaje, acompasándome a los movimientos de su polla, otro orgasmo se me acercaba, y esta vez quería disfrutarlo.

-Me estas follando de maravillas puta.

-Te dije que te gustaría, que te sentirías como la perra caliente que eres.

Yo no paraba de gemir y de decirle a Mariana que siguiese, que más fuerte, lo puta que me hacia sentir, que era su puta,...

El orgasmo no se hizo esperar, y recorrió mi cuerpo como una intensa descarga eléctrica, que tenia su origen en mi entrepierna. Había sido el más intenso de mi vida, pero Mariana no paraba, seguía bombeando a una velocidad brutal. Bajo el ritmo y me besó, pero esta vez fue mi lengua la que invadió su boca, recorriéndola desesperadamente, y enredándose con su lengua. Su boca sabia a fresas, mezcladas con mis flujos vaginales, un sabor delicioso, y me di cuenta de que Mariana, besaba como yo, con fuego, con pasión y con dulzura.

Mariana paró, y me saco su polla plastica, para desatarme los pies y cambiar de postura. No me quiso quitar las esposas, porque la excitaban mucho. Puso mis pies sobre sus hombros, y se sentó pegada a mi culo sobre sus tobillos, y me volvió a meter aquel miembro tan maravilloso. Sus movimientos estaban mas limitados, pero me empezó a acariciar los pezones y el clítoris, y tarde poco en llegar a otro orgasmo tan intenso como el anterior.

Continuamos así, hasta que yo estaba acercándome a mi quinto orgasmo de la noche, cuando le dije a Mariana que quería cabalgar sobre ella, así que me quitó las esposas y se tumbo sobre la cama, y yo me senté sobre ella, metiendome su miembro hasta el fondo de mí ya dilatada cueva. Empecé a cabalgarla salvajemente, cuando enseguida me corrí, pero seguí meneando mis caderas, cuando legó otro orgasmo seguido, y otro, y otro ultimo, que fue tan intenso que volví a mearme, esta vez sobre Mariana, la cual no pudo con tanto movimiento, y a punto de correrse se levantó justo a tiempo para quitarse su consolador y cubrirme las tetas de sus jugos, y me las cubrió literalmente, porque aquella mujer no paraba de manar sus flujos, fue impresionante.

Cuando se cortó el grifo, me restregó bien el clitoris por las tetas y por el vientre, se puso de pie, y me dijo: -Esto te lo debo. E inmediatamente empezó a mearme en la cara y en las tetas. Fue un chorro nada mas, pero aquel liquido caliente resbalando por mi cuerpo me volvió a poner cachonda. Nos tumbamos las dos abrazadas en la cama, y empezamos a restregarnos la una contra la otra y a sobarnos.. Entonces Mariana me dijo:

-Todavía quedan mas sorpresas mi putita.

Me señalo hacia la puerta, y por allí entro el chico que me había molestado en la discoteca, totalmente desnudo. Era un chico muy normal, del montón, pero con lo caliente que yo estaba, me dio igual. Me abalancé sobre él como una autentica loba, y el que no se lo esperaba, se calló al suelo. Yo cogí su miembro erecto, y de un golpe me lo metí en el coño, y empecé a follarmelo. Mariana se acerco a nosotros, y empezó a meterme un dedo por el culo, y como comprobó que estaba dilatado, intentó meterme el consolador. Apretó el glande contra mi esfínter, pero era demasiado grande, y no quería entrar. Yo que sabia que me iba a doler, le dije que no lo hiciera, pero fue inútil, pues con un golpe de riñones, me metió el glande, y con sucesivos golpes acabó metiendomela entera. Yo sabia que era demasiado grande, y el dolor era insoportable, así que le suplique a Mariana que me la sacase.

-Me duele, no sigas, no me gusta nada.

-Calla, tonta, si al final te va a encantar, y me suplicaras que no te la saque.
Empezó a moverse lentamente dentro de mí, y aunque me seguía doliendo, cada vez era más soportable, así que reanudo mis movimientos follatorios del chico que tenia debajo, el cual tardó poco en correrse, y en dejarnos a Mariana y a mi solas.

-Pues no e disfrutado mucho de tu sorpresa.

-Entiéndelo, esta poco experimentado, y tú eres demasiado puta.

Cada vez me enculaba mas fuerte, y el dolor iba dejando lugar al placer, a un placer muy intenso que iba a acabar conmigo. De pronto del aparato de Mariana, salio un liquido hirviente y empezó a correrse y yo sentía como llenaba de leche mis tripas. Era una sensación muy especial, y yo también me corrí. Había perdido la cuenta de las veces que me había corrido aquella noche, pero seguro que fueron mas de diez, y todas muy intensas. Aquella noche nunca la olvidaré.

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