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Crucero del amor

en Lésbicos

CRUCERO DE AMOR

Con 27 años recién cumplidos Martha se sentía cada día más ansiosa por experimentar otras emociones y sensaciones que toda mujer puede sentir. Se miraba al espejo y se sentía excitaba con su cuerpo, sus manos acariciaba sus senos grandes, deslizándose hasta su sexo negro y recortado, era alta, esbelta, con el cabello largo y negro, ojos hermosos, una linda boca, piel morena, orejas pequeñas, la curva del vientre era suave, las piernas torneadas y largas, sus nalgas firmes y paradas, se encontraba atractiva.

Martha trabajaba en una empresa estatal y mantiene relaciones de trabajo con muchas personas, lo que ha aprovechado para hacer amistades y salir con amigas, algunas veces se citaba con su amigo incondicional Cesar para pasarla bien.

Cuando se acercaba el fin de semana, Martha recibía llamadas telefónicas de sus amigas para salir a bailar a las discotecas o a tomar algunos tragos.

Su mayor distracción es bailar mucho, hasta sentirse libre tan liviana como el éter, aprovechando la música suave para bailar pegado con su amigo Cesar, un tipo guapísimo, con unos brazos fuertes, le gustaba sentir su sexo caliente y abultado cerca del suyo, recordaba las maravillosas cogidas que se daban, le fascinaba la forma en que Cesar acariciaba sus agujeros con su hermosa verga y las mamadas fantásticas que se realizaban.

Una noche sus amigas planearon una fiesta para celebrar el cumpleaños de Virginia, insinuándole que habría varios hombres "disponibles", además seria en una discoteca y aprovecharía para llevar a Cesar, su amigo incondicional.

Así que se compró un escotado vestido rojo, muy corto, se maquilló cuidadosamente, se calzó en unas sandalias de tacón y fue decidida a divertirse muchísimo, tomar mucho champagne, reír mucho y bailar.

En la discoteca había un excelente ambiente, mucho baile, música, chicos y chicas. Esa noche conoció a Carolina, tenía 22 años, era muy alta, de raza negra, con un cuerpo de curvas rotundas, hermosos senos, una sonrisa deslumbrante, cabello negro largo hasta media espalda y ojos negros que parecían echar chispas a cada palabra que decía. Se dedicaba a trabajar en el día y estudiar inglés en la noche. Vestía un vestido azul corto, que marcaba su cuerpo. Martha se sorprendió observando a esa chica que bailaba....le encantó ver la forma tan sensual de bailar, lo cual no podía pasar desapercibido.

Rápidamente, y por mérito de Carolina, que la llamaba para invitarla a ir al cine, o a cenar, o a exposiciones, se convirtieron en grandes amigas. Salían juntas a muchos lugares, Martha comenzó a sentirse muy cómoda con ella, Carolina era soltera y desde pequeña había decidido ser, como ella mismo lo definía, una mujer libre y sin compromisos.

Una noche, después de pasarla muy bien en una cena, acordaron en medio de copas, que cuando tuvieran vacaciones, se irían a un crucero las dos solas.

Un mes después, Martha se tomó las vacaciones, Carolina pasó por ella y fueron directo al puerto a tomar el Crucero.

La embarcación fascinó a Martha, como también la enorme piscina. Los primeros dos días los pasaron fabulosamente durmiendo hasta tarde, tomando sol en la piscina y algunos traguillos, coqueteando en los bailes que se organizaban en la noche en el salón de fiestas del barco. Martha notaba que Carolina atraía mucho a los hombres, y que ésta les trataba con una divertida mezcla de ironía y desprecio.

Ese día tomaron mucho sol en la piscina, así que al llegar la noche estaban agotadas y se fueron directo al camarote. Martha se acostó primero, y observaba a Carolina caminar por la habitación solo con la toalla de baño envuelto en el cuerpo y sintiéndose muy extraña. Al fin Carolina se acostó y quedaron en la semi oscuridad. Marta se sentía extraña... excitada era la palabra. Recordaba el sol acariciando su piel en la tarde, a Carolina tirandole agua desde la piscina... y lo bien que se veía en ese diminuto bikini rojo.

Instintivamente llevó la mano a su vagina y comenzó a tocarse... se había quitado la ropa interior, porque le encantaba dormir desnuda. No la sorprendió notar que estaba húmeda... sino que comenzó a masajear el clítoris que ya sobresalía hinchado. Estaba caliente solo recordando lo hermoso que lucía el cuerpo de Carolina con las gotitas de agua cayendo a lo largo del mismo, y su sonrisa.

Movió las caderas para acentuar la presión sobre el clítoris, cuidando de no hacer ruido porque no quería despertar a Carolina... se estaba masturbando pensando en su mejor amiga.... cerró los ojos para concentrarse mas en su faena, se veía besando a aquella negrita, acariciando las nalgas de Carolina, succionando su clítoris, saboreando sus jugos, las imágenes pasaban rápidamente mientras sus dedos continuaban masajeando su caliente vulva, su otra mano se concentro en sus erectos pezones, gordos, inflamados, suspiraba quedamente, se sentia muy caliente y desconcertada, deseaba a su amiga.

De pronto una oleada de aire frío le hizo abrir los ojos... Carolina estaba junto a la cama, con la sábana que hasta minutos antes la había cubierto en la mano, la silueta de su cuerpo desnudo recortada por la luz de la luna. Se quitó la mano de la vagina avergonzada.... Carolina sonreía de un modo que en lugar de apagar la calentura, la acentuaba.

- No quería despertarte...

Déjame ayudarte - murmuró Carolina, tendiéndose junto a ella en la cama. El roce de su cuerpo hizo que la temperatura de Marta se elevara unos cuantos grados. La mano de Carolina se apoyó en su humeda vagina. Ummmhhhh... qué calor hay aquí...

No la dejó responder, atrapó su boca en un beso. Marta entre abrió los labios y la lengua de Carolina recorrió el interior de su cavidad bucal... nunca un beso la había hecho sentir tan caliente antes...involuntariamente empujó la mano de Carolina con su cadera... quería que ella hiciera algo para calmar ese fuego que la estaba consumiendo.

- ¿Quieres jugar? - murmuró Carolina en su oído, para luego mordisquear el lóbulo y besarle el cuello con pequeños besos, mientras con la mano frotaba toda la vagina. Marta pasó sus brazos detrás de la espalda de Carolina... quería sentir todo su cuerpo sobre el de ella, sentir su piel... Carolina se colocó sobre Marta, y restregó el cuerpo suavemente, la mano aún sobre el sexo de su amiga.... la sensación hizo erizar a ambas... era como una electricidad que las recorría a ambas, poniéndolas muy cachondas. Carolina separó el cuerpo lo suficiente para poder atrapar uno de los erectos pezones de Marta en su boca y chuparlo con fuerza... Marta no dejaba de moverse debajo de ella por causa de la excitación.

- Ya Caro...haz algo... necesito que me cojas..... - Lo sé amor... confía en mí....ten calma - murmuró Carolina. Pasó al otro pezón, le dio una ligera mordidita que hizo que Marta lanzara un gritito de placer. Subió a su boca y volvió a besarla metiendo la lengua muy dentro... mientras metía dos dedos dentro de su lubricada vagina. Marta empujo su cadera de tal modo que prácticamente los engulló, así que Carolina los quitó e introdujo ahora tres dedos con fuerza....Marta lanzó un suspiro, mientras Carolina entraba y salía de ella.... Carolina la penetraba con los dedos y al mismo tiempo restregaba el cuerpo sobre el suyo, los senos se rozaban y podía sentir el aroma de ambas mezclándose... se estaba volviendo loca de placer... Te gusta ... sabía que te gustaría... me vuelves loca Marta... sigue moviéndote así... Las frases de Carolina excitaban aún mas a Marta, que se movía como posesa... sentía la tensión en su vagina, ya pronto culminaría todo...no podía creer que su fantasía con una mujer fuera tan excitante y deliciosa. De pronto el orgasmo llegó, salvaje, incontrolado, lo sintió dentro de sus entrañas en movimientos convulsivos y por demás placenteros... se apretó a Carolina, como queriendo compartirlo, deseando que ella lo sintiese también. Carolina quitó suavemente los dedos de su interior llevándolos a su boca, chupando el jugo de la venida de Marta.

- Te gusto amor... .

- Fue uno de los mejores polvos que he tenido....

- ¿Quieres continuar?.

- Por favor, sigue..........Caro.

- ¿No crees que es hora de presentar a nuestras conchitas linda?.

Marta miró a Carolina interrogante... pero la sonrisa de Caro, mezcla de picardía y excitación la puso caliente de nuevo. Miraba interrogante a Carolina, que se semi incorporaba en la cama. Luego comprendió la idea. Carolina pasó su pierna debajo de las nalgas de Marta, y acercaron sus vaginas. Carolina empujó y las mismas quedaron unidas en un beso húmedo, mezclando los jugos y los aromas de ambas...Carolina suspiró fuertemente. Comenzaron a mover las caderas, frotándose y empujándose la una a la otra. El calor que emanaban las quemaba, pero querían continuar, los clítoris se estimulaban mutuamente. El orgasmo les llegó casi al mismo tiempo, Carolina dio un grito sofocado y Marta sintió que las fuerzas la abandonaban... nunca antes había tenido dos orgasmos en tan poco tiempo. Se recostaron en la cama, con las vaginas aún cercanas, sintiendo que los líquidos de ambas aún fluían, humedeciendo las sábanas de la cama... pero no les importaba a ninguna de las dos.

- Me vuelves loca Marta... totalmente loca.

- Me parece que tú también a mí... eres increíble Caro.

Carolina se acercó a ella, se recostó a su lado y puso la cabeza entre los hermosos senos de Marta, no sin antes besarlos, deleitándose con ellos, succionaba fuertemente sus pezones, su lengua bajaba por su cuerpo ardiente, Marta deseaba mas de aquella mujer, separo sus hermosas piernas y guió la cabeza de Carolina hasta su nido de pasión, en instantes sintió la ávida lengua horadado su sexo, Carolina tenia mucha experiencia y movía su apéndice bucal sobre el erecto y gordo clítoris de Marta, quien cerrando los ojos se deja hacer presa de convulsiones mientras masajeaba sus senos, su tercer orgasmo fue casi instantáneo, la lengua de Carolina succionaba sus fluidos, se incorporo y beso apasionadamente a Marta traspasándose sus jugos y su saliva durante un tiempo interminable, Marta la rodeo con sus brazos y no dijeron mas nada... pocos minutos después ambas dormían placidamente.

Los cuatro días restantes del crucero prácticamente no salieron del camarote, explorando sus cuerpos, amándose, conversando, volviendo a amarse. Han pasado cuatro meses de ese viaje. Ahora Carolina vive con Marta en la casa de las afueras de la ciudad donde gozan mutuamente de sus cuerpos y en algunas ocasiones comparten la fabulosa verga de César.

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