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Fin de semana con mis amas (1)

en Lésbicos

FIN DE SEMANA CON MIS AMAS 1.

En vista de que nuestra esclava particular se encuentra hospitalizada por cuestiones que ustedes entenderán, narro sus experiencias contadas por ella misma.(capitulo 1).

Aprovechando mi corta pero provechosa estadía en Ciudad de México, en la cual había por fin realizado mi sueño de toda la vida, como era él convertirme en la esclava única y obediente de mis nuevas y hermosas Amas, y dada la proximidad de mí 25 cumpleaños, después de complacerlas en todas sus morbosas y deliciosas torturas sexuales, ellas decidieron agradecérmelo de una manera muy hermosa. Entre mis tres Amas programaron un fin de semana en una cabaña en tierra caliente que Marta había separado y que quedaba a 3 horas por carretera de allí. El viaje estaba programado para el sábado a primera hora, regresaríamos el lunes, dado que era festivo y por lo tanto mis amas no tendrían que trabajar.

Yo había dormido esa noche a los pies de mi ama Marta, que durante gran parte de la noche había llenado mis agujeros con su colección de consoladores, me dejó casi muerta después de cabalgarme en todas las posturas imaginables, con su arnés ceñido a la cintura y con otros consoladores, además del tapón anal que me metió al principio de la noche, de esos que se estrechan al final, para que no se salgan, y me ato con su collar a la pata de la cama, como una perra obediente y sumisa. Marta estaba muy sexy cuando me despertó, apenas con el sol asomando en el horizonte. Un pequeño conjunto de faldita y una camiseta blanca, medias tobilleras y zapatos de sport blancos, parecía como lista para jugar tenis, me había obligado a secarla luego de la ducha y a vestirla, me daba azotes en el culo –este traserito tuyo me vuelve loca, putita- y sólo al final, me permitió ponerle una pequeña pantaleta azul claro –huele mi coñito zorra, pero sólo un poquito para calentarte, quiero que llegues muy excitada a casa de Caro-. Por órdenes de mi Ama, lucía exactamente igual que ella, aunque mi uniforme, si así se le puede llamar, era de un rojo encendido y antes de colocarme mi panty, me había cambiado mi tapón anal por otro pequeño pero grueso y rico consolador y claro, por otra exigencia de mi ama, tanto ella como yo no llevábamos brasier.

Mis otras dos dueñas, Mariana y Carolina habían dormido en la casa de esta última, querían estar solas, aunque disfrutaban follando en grupo, cuando estaban la una frente a la otra eran dos auténticos volcanes. Cualquier humano pagaría por verlas en acción, aunque fuera un par de minutos, pero esa fue su noche, totalmente privada.

En el pequeño autito de mi Ama Marta, nos dirigimos a la casa del Ama Carolina; mi negra de ébano nos hizo subir a su casa, pues mi otra Ama Mariana no estaba aún lista. Carolina tenia un pequeño pantaloncito caliente de Jean, muy corto y ajustado que demarcaba muy bien su voluminoso y hermoso culo, un brasier de la misma tela y sandalias azules. Nuestras tres lenguas se unieron en señal de saludo, nos sentamos en la sala a esperar a Mariana, al sentarme el consolador que llevaba puesto me hacia daño y pegue un pequeño gemido, Carito pregunto por lo que sucedía y Marta le dijo: -esta putica no se acostumbra todavía a su juguete-. -Ven, zorrita déjame revisarte-, me ordeno y sin mas preámbulos me empujo sobre el sofá, bajo mi panty y dándome una fuerte nalgada, tomo el consolador y lo saco de mi ano, -uhmmm té falta lubricación mi esclava- me dijo. Introdujo su lengua en mi ano, escupiendo varias veces, chupo el consolador y de un fuerte empujón me lo introdujo de nuevo, subió mi panty y me beso fuertemente, -ya estas mejor, verdad putita-, -si mi Ama, gracias-, respondí al sentir como mi ano devoraba aquel pedazo de plástico de una forma mas placentera.

Inmediatamente apareció mi ama Mariana, aún soñolienta, de seguro había cogido toda la noche con Carolina, pero estaba más hermosa que nunca, un vestidito rosado diminuto lleno de botones al frente y zapatos tenis del mismo color, parecía que sus botones iban a estallar en cualquier momento, pues escasamente podían contener sus voluminosos senos, no sé si tendría panty o no, con ella lo mas seguro era que no. Se dirigió directamente hacia mí, me levanto la barbilla e introdujo violentamente su lengua en mi boca, retorció fuertemente mis pezones sobre la blusa -Así que mi zorrita está preparada para el regalo que le vamos a dar?-. Aquel viaje prometía grandes y calientes cosas.

Hacía las 6 de la mañana nos subimos al auto, mi ama Marta manejaba y yo a su lado, atrás mis otras dos dueñas se acomodaron, a esa hora, la ciudad apenas despertaba, sus calles se encontraban vacías y rápidamente salimos de la ciudad tomando la carretera hacia aquella cabaña, en la radio del auto sonaba música muy alegre, rancheras, obviamente; le prendí un cigarrillo a mi Ama Marta y al voltear la cabeza observe que Mariana dormía profundamente. Su cabeza descansaba en las piernas de mi negra Carolina, ella la observaba embelesada, me miro con sus ojazos negros fijamente y me dijo:-que miras linda putita?-, -Nada Ama, solo quería saber si mi Ama Mariana lleva panty-. Sus ojos se iluminaron y su mano se deslizo palpando sus senos y recorriéndola suavemente hasta llegar al borde de su vestidito, introdujo la mano bajo la falda y note como su mano acariciaba en suaves movimientos bajo la tela su sexo, -lo quieres ver cabrona? -claro Amita-, respondí muy excitada, sus dedos levantaron la falda dejando al descubierto su sonrosada y gran concha, mi amita como esperaba no llevaba pantaleta, -quieres chuparle el coño españolita puta? -me dijo; antes de poder responder, mi Ama Marta, posando su mano en mis muslos me dijo: -anda zorrita, aprovecha que está dormida y cómele la concha-. No me hice de rogar y me pasé al asiento trasero, apenas cabíamos las tres, la carretera estaba desolada y Marta conducía a una velocidad constante y rápida. Me arrodillé como pude separando las hermosas y largas piernas de mi Ama Mariana y posé mi lengua sobre su abultado coño, qué delicia!!!. Aquello era un manjar, un premio a mi obediencia, lamía desesperadamente su clítoris, mientras Carolina desabotonaba su vestido dejando al descubierto sus senos, dos hermosos globos coronados por unos enormes y gruesos pezones.

Mi Ama Mariana despertó entre gemidos de placer, mi lengua continuaba recorriendo sus labios vaginales, chupaba su clítoris, aspiraba su aroma, ahora mis dos Amas, Carolina y Mariana, se besaban frenéticamente, sus lenguas se buscaban mientras las manos de Caro palpaban y apretaban sus ya duros y desafiantes pezones, el aroma a sexo inundó el coche. Mi Ama Marta se salió de la carretera principal y estaciono el auto en un pequeño recodo a escondidas de todos. Yo ni siquiera me di cuenta, pero Marta era la encargada de los consoladores y cogió varios en el maletero. Enseguida sentí sus manos azotando mis nalgas, tras abrir la puerta lateral. Los azotes me hacían sentir más incómodo el tapón anal al que ya me había acostumbrado. Levanté la mirada ligeramente sin dejar de comerme el coñito de mi Ama Mariana, cuando vi que una mano de mi ama Marta acercaba un gran consolador negro, que chupaban mis otras dos reinas al unísono. Reconocí también la fuerza de Martica cogiéndome por las caderas y sacando mis piernas del estrecho automóvil. Ahora mi dueña argentina se giraba, todavía con mi cabeza entre sus piernas, para colocarse en situación de bajar el minijean de Caro. Seguía chupando con afán aquel delicioso coño, pero agudizaba la vista para contemplar como la lengua de Mariana comenzaba recorrer la oscura vagina de su querida.

La diosa de ébano terminó de mojar el consolador negro con su lengua de fuego. Vi que se lo daba a Marta y pronto Mariana cogió otro, ya humedecido, color carne y con imitación de venas, que comenzó a hacer aullar a la bella Caro en las sabias manos de su amada. Yo casi me corro sólo con verlas, pero de repente sentí un duro y largo objeto en mi vagina. No había dudas, mi tercera Ama me comenzó a follar con el falo negro. Mi cabeza se hundió en el coñito de la preciosidad argentina, mientras sus muslos hacían tijera con mi cabeza en medio. No sé si fueron dos, tres o cuatro orgamos los que nos corrimos cada una, antes de que reanudáramos la marcha. Estábamos tan calientes que, sin llegar, ya habíamos comenzado.

Durante el resto del viaje, Marta jugaba entre la palanca de marchas y mi coñito, lo que me mantuvo húmeda hasta que llegamos a la cabaña. Lo mismo hacían mis otras dos dueñas en el asiento de atrás, hasta que las cuatro nos quedamos boquiabiertas al ver la cabaña. Era preciosa, toda de piedra y con ventanas, puertas y balcones de madera. Las tres entraron primero, mientras yo bajé el equipaje y cuando pasé a un patio trasero, las ví dándose lengua delante de una bonita piscina en forma de ocho. A su lado había una sala preparada para sauna y unas enredaderas cubrián una lacada mesa de jardín. Mariana se deshacía en elogios hacia Marta por su buena elección, metiéndole la mano por debajo de la minifalda hasta alcanzar su culito que pellizcó mientras la besaba con la lengua totalmente hundida en su boca.

Carolina me miró y comenzó a desnudarse, ordenándome que fuera a su maleta a buscar un bikini amarillo que había traído. Corrí a por él, pensando en lo bien que le quedaría a mi Ama negra aquel trocito de tela que encontré enseguida por su color reluciente, no pude contenerme y me metí a la boca su pequeña tanga. Cuando volví, Mariana ya estaba encima de Marta, como pude ver a través de la puerta abierta del sauna. Caro tenía en la mano su short vaquero y se sentó de piernas abiertas en una silla de jardín. Me acomodó entre sus piernas: -Sabes putita? He pensado que todavía no voy a estrenar el bikini, porque mira como dejé el jean-. Comenzó a pasarme por la nariz la mínima prenda, olía a gloria, a hembra hermosa que era mi reina de ébano. De rodillas entre sus piernas, me cogió por el cabello y empujó mi boca hasta su coño todavía brillante por los orgasmos anteriores. El olor me hipnotizó, mi lengua parecía tener vida propia entre esas carnes rojitas llenas de pliegues que yo quería tragarme. Aquella bella hembra posó sus muslos sobre mis hombros y los cerraba contra mi cara cuanto yo más metía la lengua en su vagina. Me gustaba sentirla gemir y por eso coloqué un dedito en su ojete trasero. No tardó mucho en inundar mi boca con su néctar, ardiente y salado, pero aquella mujer de bandera quería más. Se colocó a cuatro patas sobre la hierba del jardín con su cabeza reposando sobre los brazos, así su culo quedó en alto, aún con las piernas bien abiertas: -Termina tu trabajo zorrita, dame más lengua y usa bien tus dedos-.

Entendí el mensaje, sabía que esta vez debía darle más placer todavía. Mientras se colocó vi a Marta en la misma postura en un banco del sauna. Mariana estaba arrodillada a su espalda, con una correa que ceñía su cintura, por lo que adiviné que tenía colocado el arnés con un falo de latex. Sus movimientos hacían chillar a la bonita odontóloga, que debía sentir un inmenso placer, pero aunque la visión era sublime, comencé a separar con mis manos las nalgas de la hermosura negra. Cuando vi su culito rosadito, ya un poco dilatado, le dejé caer directamente varias gotas de saliva y las extendí con la punta de la lengua. Pasé una mano por debajo de su cintura y llegué a su clítoris que prendí con dos dedos hasta lograr que se lenvantase entre sus labios vaginales. Mi lengua daba golpecitos rápidos en el ojete haciendo círculos hasta que decidí meter un dedo y girarlo dentro. Carito lo disfrutaba y se movía adelante y atrás jadeando, mientras Marta gritaba pidiéndole más a Mariana, que bombeaba en su trasero a gran velocidad. Entonces metí el segundo dedo en el culo de mi ama Caro y moví más rápido los dedos sobre tu clítoris. Sentí como su vientre vibraba junto a mi brazo y los dedos se me llenaron de sus jugos, lo que aproveché para humedecer su parte trasera y meterle el tercer dedo. Casi se me escapa de los movimientos, porque también se estaba excitando con los movimientos de Mariana. Levantaba la cabeza y la veía como se recostaba sobre la espalda de su puta, moviendo el culo arriba y abajo para penetrarla y llevarla a un nuevo orgasmo que ya debía ser por lo menos el tercero.

-Que rica se siente esa lengua y tus dedos en mi culo, ven dame mas-, mi ama Caro, paso sus manos por detrás y separo sus glúteos, exponiendo a plenitud su rico ojete anal, ahora podía maniobrar con total libertad, sin despegar mi mano de su clítoris, pose mi lengua de nuevo en su humedecido culo, metiendola y sacándola acompasadamente, -uhmmmm, quiero mas, zorra-, decía ella sin dejar se separar sus negras nalgas, corri a buscar un consolador blanco, muy largo y bastante grueso, me lo introduje en la boca ensalivándolo, mis tres dedos continuaban revolviéndose en su dilatado ano, obedeciéndole introduje de un solo golpe casi 15 cms de aquel juguete, mi ama pego un grito que hizo que mis otras amas Marta y Mariana levantaran la vista, -puta, me rompes el culo-, dijo Caro, saque el consolador asustada, pero al instante, ella me obligo de nuevo a introducírselo,-si me lo sacas te mato perra-, aquella verga plástica desapareció por completo en el culo de mi ama, lo deje enterrado totalmente por unos segundos hasta que mi ama se acostumbrara a su grosor, -anda puta, follame ahora-, comencé a meter y sacar aquel aparato de su ano mientras mis dedos friccionaban su clítoris, Caro pego un gran brinco y cayo desmadejada boca arriba, la verga se mantenía ahora firme al piso totalmente enterrada en su ojete anal mientras se frotaba y metía tres dedos en su concha,-que delicia puta mía, me voy a venir, comete mi coño-, sin esperar mas me arrodille sobre su vagina, mi lengua la penetro, recorriendo toda su concha, mi nariz estaba pegada sobre su raja caliente y en segundos mientras ella apretaba sus senos y en medio de largos gemidos, obtuve mi premio, los deliciosos jugos de mi ama que trague con avidez.

Bese los labios de mi negra traspasándole sus jugos y acariciando sus senos, al lado mi ama Mariana seguía follandose con su consolador a Marta, quien se retorcía y empinaba su culo para tragarse aquella verga, reculaba hacia delante y hacia atrás, enterrándose violentamente aquel pedazote de plástico, Mariana se aferraba a sus senos, sus lenguas se unían y en medio de un violento espasmo cayeron rendidas sobre el césped.

Mi bella Caro tumbada en el suelo me susurró: -Mi putita tami, ve y haz algo de almorzar, porque vamos a necesitar más fuerzas-. Aunque esta vez no me tocó correrme, la obedecí y me fui a buscar los equipajes, para hacer una buena comida. Seguro que la tarde sería larga y muy, muy caliente y no me equivocaba.

Luego de servirles la comida y prepararles unos tragos las deje platicando en la mesa completamente desnudas y subí a mi cuarto con la intención de descansar un poco, pero como no había podido correrme y estaba muy excitada, me pose sobre la cama totalmente desnuda y comencé a masturbarme con un gran consolador que mi amita Marta me había prestado, mi mano derecha hacia entrar y salir aquella gran verga plástica de mi concha una y otra vez, mi otra mano apretaba mi pezón gordo y duro, estaba llegando al clímax, el consolador me producía un placer inenarrable, entraba y salía de mi húmedo coño como si tuviera vida propia y a gran velocidad, mantenía mis ojos cerrados sintiendo la proximidad de mi orgasmo, de pronto sentí un fuerte latigazo en mi vientre, abrí los ojos y allí estaba totalmente denuda mi ama Mariana con un fuste o látigo en su mano, sus ojos brillaban de lo enfurecida que estaba, -puta, quien te dio permiso de masturbarte?-, mi sorpresa fue muy grande no sabia que decirle, no quería hacerla enojar, rápidamente me levante de la cama y me arrodille a sus pies pidiéndole perdón, prometiéndole que no volvería a pasar, nuevamente descargo su látigo en mis nalgas, -con que quieres una verga en tu concha?, putita, ven te vas a comer una muy linda-, me coloco el collar a mi cuello, cogió el consolador y halando de la cadena me arrastro fuera del cuarto, bajamos las escaleras y me condujo fuera de la casa, al pasar por la piscina vi que mi ama Marta dormitaba desnuda boca abajo sobre una hamaca, no sabia hacia donde me llevaba, atravesamos el césped y me hizo entrar en una especie de establo; allí se encontraba mi ama Carolina, mi diosa de ébano completamente desnuda acariciando la cabeza de un percheron, un gran caballo negro, su pelo brillaba y lamía dócilmente la mano de mi ama.

-Mira lo que tenia esta puta en su coño-, le dijo Mariana a mi ama Carolina mostrándole el consolador, -con que esas tenemos, cogiendote sin nuestro permiso esclava culiona- me dijo Carolina, mientras acariciaba el grueso cuello de aquel caballo, -con que quieres una verga mi zorra?, bueno te vas a comer una que nunca olvidaras-, Carolina estaba muy excitada, conocía a mis amas, sabia de sus aberraciones y gustos, pero no era posible que pensaran que me iba a dejar coger por la verga de ese caballo, nunca en mi vida he conocido una polla, jamás!!!, soy lesbiana 100% desde que tengo uso de razón, solo las e visto en películas o revistas, la idea me aterrorizaba.

Sin pocos preámbulos, Carolina se agacho y se fue directamente al miembro viril del animal, flácido como una serpiente y empezó a sobarlo suavemente, ella me miraba y sabia lo aterrada que me encontraba, su manita apenas podía abarcar aquélla gruesa tranca, el animal debió sentir esa sensación y nerviosamente retrocedió un poco, Mariana lo halo de la brida y lo calmo.

-Calma, mi amor -me dijo Carolina, -esto te va a gustar tanto como a nosotras, veras que rico es, no querías una verga en tu concha? Pues aquí tienes una-, me decía sin dejar de frotar aquel descomunal aparato, Caro abrió al máximo su boca y se embutió el grueso glande de aquel pene, el caballo, como macho, era lógico que iba a reaccionar como lo hace un hombre. Su miembro comenzó a erguirse a endurecerse con cada movimiento de los labios de Caro, con cada lamida, con cada chupada. Llegó un momento en que el grosor que alcanzó fue tanto que era dificultoso para ella continuar con aquellas maniobras. Aquella visión me asustaba, no imaginaba como podría hacer para meterme aquel enorme y grueso tubo negro, Mariana ato las bridas del caballo a un poste y se arrodillo a observar a Caro, al estar en esa posición podía ver sus labios vaginales, carnosos y gruesos, su raja hermosa, coloco el consolador en el piso y se sentó sobre él, su vagina lo devoro al instante, alargo la mano y cogió la polla gruesa ayudándole a Caro que continuaba introduciéndose y lamiendo aquella descomunal verga. Mariana con sus manitas tomaba la verga de la bestia y esta con las chupadas de Caro se irguió en toda su extensión tensándose y brillando y Caro sonrió complacida, ahora sabía que tenía que mantenerse frente a la bestia, piel con piel, estimulándole el miembro para lograr mantenerlo erguido y enorme, como se encontraba ya totalmente desnuda, cada una de sus fibras se estremecía al contacto con el pelo del animal. Tomó de nuevo en sus manos el instrumento del caballo y empezó a masajearlo hasta llevarlo a una erección increíble.

En este punto, lo acercó a su rostro y trató de hundirlo completamente en su boca, su cavidad oral acostumbrada a la succión y a dar placer jamás se había enfrentado a algo tan grande como aquello y por mucho que se esforzó, apenas poco menos de la mitad de la verga pudo alojar en su boca. En fin, la succión, los chupeteos y lamidas comenzaron a sucederse una a otras.

Esta vez el caballo relinchó y Marianita lo tranquilizó:

-Quieto, quieto, bonito. Ya verás que lo que te espera te va a gustar más.

Caro continuaba con la deliciosa succión ejercida sobre el falo bestial. El animal se tensaba, se ponía intranquilo, daba pasitos hacia atrás y adelante y Carolina por puro instinto de hembra que es capaz de reconocer la excitación en un macho de cualquier especie, supo que la bestia quería ya alcanzar una cavidad para penetrarla. Yo observaba todo aquello presa de pánico, aunque aquel espectáculo me excitaba en demasía.

Así, Carolina volvió a tomar en sus manos la rígida verga de la bestia y de nuevo comenzó a acariciarla y a mamarla; no tardo mucho en ponerla férrea y enhiesta como un cañón, y eso le volvió a excitar. Una fuerte emoción, algo así como un torbellino sacudió su cuerpo pletórico desde su cerebro hasta sus pies al palpar entre sus manos aquel enorme y grueso rollo de carne negro. Toda ella se cimbró: su cabeza, sus pechos redondos y amacizados, su vientre ansioso de invasión constante y sus muslos gruesos y rellenos. El frenesí que se apodero de Carolina le hizo restregar el falo del animal sobre sus pechos y su rostro.

-Ven aquí esclava, conoce lo que te vas a comer-, me dijo Mariana halándome de la cadena y haciéndome caer de bruces entre las patas del animal, no solo me aterrorizaba aquel enorme falo, sino la posibilidad de que aquella bestia nos pateara, -anda, cogele las bolas-, alargue con gran temor mi mano y palpe sus enormes testículos, dos bolas grandes y lisas, muy tersas, Caro continuaba succionando el glande y Mariana movía en círculos su pelvis ensartada en el consolador. Un fuerte olor a bestia sudorosa manaba de allí, reprimiendo mi asco, saque mi lengua y la pose sobre uno de esos enormes cojones, su piel negra, lisa y sin pelos me recordaba la concha de mi ama Caro, me hice a la idea de que era así y succione fuertemente sus bolas, la bestia retrocedió un poco, a pesar de todo le estaba cogiendo gusto, empecé a bajar mi lengua desde las bolas hasta la punta de aquel grueso y largo aparato, mi lengua se encontró con la de mi ama Caro traspasándonos nuestra saliva, esto me tranquilizo un poco. -vigila a esta puta, que chupe mientras tanto-, le dijo Carolina a Mariana, ella abrió mi boca al máximo y tomando aquel tolete lo introdujo en mi boca, sentía desgarrar las comisuras de mi boca, aquel glande era enorme, un sabor agridulce y fuerte me invadió, comencé a chupar lo poco que cabía en mi boca, Caro se paro y regreso al instante con varias pacas de heno que acomodo a modo de cama bajo la panza de aquel animal, Mariana seguía masturbando la gruesa verga y yo chupaba lo que podía, -ya esta bien zorra, ahora te van a coger-, me dijo Caro y separándome de allí me acomodo boca arriba sobre esa cama de paja, mis senos casi tocaban la panza del animal, abrí mis piernas al máximo, esperando la embestida de aquel aparato, Mariana se saco su consolador y lo introdujo en mi concha que para mi sorpresa se introdujo totalmente sin ningún problema, mi vagina estaba totalmente dilata y húmeda, Carolina golpeaba con aquella tranca mi estomago, sacaron el juguete de mi raja.

Ya yo no soportaba más aquello. Tenia una imperiosa necesidad de sentir aquel instrumento de 35 cm. de largo hurgándome las entrañas, ensanchándome la pelvis, destrozándome la matriz. Ayudada por mis amas que se aferraban a aquel colosal aparato, fueron colocándolo en posición hasta que la cabeza abultada y dura quedó a la entrada de la hendidura mayor de mi raja húmeda, alce las piernas prensando con ellas las ancas musculosas y lentamente sentí aquel falo gigante, hinchado al máximo, se fue introduciendo en mi vagina, y con ello distendió las paredes húmedas y musculosas, tensando las fibras nerviosas y produciéndome un dolor intenso, un dolor que jamás había sentido.

Me sentí literalmente partida por la mitad, un fuerte grito de mi garganta estaba a punto de estallar, pero mi ama Mariana introdujo fuertemente su lengua en mi boca, casi no podía respirar y como pude soporte el primer impacto de la bestia en mis entrañas y siguió; siguió bajando y dejando que éste invadiera mi pelvis. Una vez el falo había perforado mi virginal concha y luego de dolorosos y desgarradores jadeos, comencé a moverme frenéticamente y con golpes de cadera hacía que el grueso instrumento entrara y saliera de mi grieta sexual tensionada al máximo, no había duda, lo estaba disfrutando, el caballo no me follaba, yo me lo estaba cogiendo, a pesar del inmenso dolor disfrutaba como una perra de aquella larga y gruesa verga, para mi sorpresa su miembro me encantaba!!!.

Mis amas Carolina y Mariana se daban lengua observando aquella fenomenal cogida, la inmensa verga de aquel animal me penetraba fuertemente, mi vagina dilatada al máximo se aferraba como un naufrago a aquella barra, lo gozaba!!!!, al rato mis amas se dieron cuenta de que aquel macho iba a eyacular. Muy a mi pesar me liberaron de aquella barra incrustada en mis tripas, Carolina se arrodilló de nuevo bajo el miembro erguido y lo embutió en su boca, casi desencajando sus mandíbulas. En el mismo momento la bestia descargó toda su vitalidad en un río líquido y grumoso. Por mas que mi ama trataba no podía contener semejante volumen de esperma y ésta resbalaba por entre sus labios aferrados al palo, escurriéndose sobre sus senos redondos y endurecidos, su abdomen y sus muslos.

Carolina presurosa paso a mis labios escupiendo y traspasándome aquella leche amarillenta y babosa, mientras Marianita restregaba en mi cuerpo aquel enorme aparato untando todo mi cuerpo con las ultimas gotas de semen, estaba totalmente embarrada de aquella leche viscosa, exhausto el caballo retrocedió, yo me encontraba desmadejada, de mi concha manaba sangre y esperma, Caro y Mariana se extasiaban con mi maltrecho cuerpo, intente pararme pero no pude, sentía que algo dentro de mi se había roto, entre las dos me cogieron por las piernas y brazos y me sacaron de allí, botándome como un fardo al piso a los pies de Marta que despertaba en ese instante, -que le hicieron a esta perra?-, exclamo al verme en ese lamentable estado, mis amas en medio de risas la pusieron al tanto de lo que habían echo, -esperen, voy a orinar y me terminan de contar todo-, dijo mi ama Marta, de aquellos tres esculturales cuerpos caían gotitas de sudor, el sol era canicular, mis otras amas se miraron entre si y como si estuvieran de acuerdo, Mariana abrió sus piernas y coloco su depilada concha a escasos centímetros de mi boca, pensé que deseaba que le comiera el coño, abrí mi boca para alcanzar su clítoris, pero a cambio recibí un chorro caliente y amarillento, me estaba orinando en mi boca, aquello era lo máximo, Marta y Carolina procedieron de igual forma y entre las tres me orinaron completamente, mi boca devoraba todo el orín que podía mientras mi mano acariciaba mi concha llena ahora de semen de caballo, sangre y orines de mis depravadas pero deliciosas amas.

Me lavaron con una manguera de agua a presión, como pude me incorpore, casi no podía tenerme en pie, todo me dolía, mis amas reían y Mariana me dijo:-anda puta, ve y arregla la cocina y haz aseo-, humillada obedecí y subí a recostarme un rato, me sentía morir, desperté como a las 8 de la noche, baje a encontrarme con mis amas, quienes sentadas en una pequeña mesa apuraban unos tragos, -se les ofrece algo amas? Dije o me oí decir en forma involuntaria, -ven puta española de mierda, échate a nuestros pies-, me dijo Marta, obedecí mientras ellas continuaban hablando, desde el piso la panorámica era estupenda, podía observar a mis anchas sus depilados y jugosos coños; ellas hablaban y reían sin prestarme la menor atención, -bueno y ahora que mas le hacemos a esta zorra- dijo mi ama Mariana, Marta se paro y dijo:-no sé, tal vez debamos dejarla descansar un rato, todavía tenemos dos días por delante-, -y entonces que hacemos?- dijo Caro, Marta sentándose en sus piernas le dijo:- Amor yo tengo ganas de una verga real, que dices?-, a lo que Caro respondió:-uhmm, no es mala idea, tocara ir al pueblo a ver que levantamos, que dices Mariana?-,-no vallan ustedes, yo me quedo cogiendo con esta perra-, mis amas Marta y Caro subieron a vestirse para ir al pueblo que quedaba a escasos 10 minutos, me metí a la piscina, muy cerca de mi ama Mariana, por si se le ofrecía algo.............

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