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El cine

en Lésbicos

Durante la corta estadía de mi Marianita en la ciudad de México, uno de esos días salimos temprano de la casa a realizar compras, andábamos como chiquillas cogidas de la mano mirando escaparates y probándonos todo tipo de ropa, estábamos realmente enamoradas y me sentía la mujer mas dichosa del mundo al estar con ella, realizamos varias compras y hacia el final de la tarde me sentía muy cansada de tanto caminar, además mis zapatos me apretaban pues Marianita había insistido ese día que nos vistiéramos como dos colegialas, desempolve mis uniformes y nos ataviamos como dos adolescentes escolares, falda escocesa a cuadros roja, blusa blanca, suéter abierto rojo, media tobillera blanca y zapatos negros, ambas estábamos iguales, las faldas nos quedaban estrechas y hasta mas arriba de la rodilla, las blusas casi no nos cerraban por lo generoso de nuestros senos y los zapatos casi no nos entraban, pero total, se trataba de complacerla y sus mas pequeños deseos eran ordenes para mi, íbamos repletas de paquetes y deseábamos descansar, así que al pasar por un teatro, nos miramos y decidimos entrar, ni siquiera miramos que película daban, al entrar nos recibieron los paquetes, compramos sodas y palomitas de maíz y cogidas de la mano entramos a la sala que estaba prácticamente desierta.

Nos sentamos hacia el final del teatro, las sillas eran de esas que se podían quitar los descansabrazos, eso hicimos para estar mas juntas, nos quitamos los zapatos y nos acomodamos a descansar, no nos interesaba para nada la película, charlábamos animadamente y compartíamos las palomitas, además de estar uniformadas habíamos recogido nuestro pelo con unas cintas, pasábamos por dos colegialas a no ser por nuestra edad, ambas de 22 y 24 años, bromeábamos diciéndonos cosas calientes y recordando lo que habíamos echo en esos días, yo miraba sus piernas, pues su falda era diminuta y al sentarse esta se subía dejando al descubierto sus tornados y sedosos muslos, pose mi mano sobre ellos y ella me respondió con un corto pero delicioso beso, en cuestión de segundos se apago la luz, pase mi mano sobre su cuello y la atraje hacia si, su aroma era embriagador, metí mi lengua en su oído, diciéndole – te deseo-, ella sonrió dulcemente y me beso, pero esta vez su lengua amparada en la oscuridad penetro en mi boca buscando la mía, nuestras lenguas se reconocieron, se traspasaban nuestra saliva y nuestro aliento, apreté suavemente su seno, suave, terso, caliente, ¡!!cuanto la amaba y la deseaba!!!, a través de mi vida mi Marianita se convirtió en mi amiga, mi novia, mi amante, mi mujer, mi vida, era todo lo que yo necesitaba y la adoraba, soñaba con ella a toda hora, me masturbaba pensando en ella, me dormía, comía, vestía, todo, absolutamente todo lo hacia pensando en mi mujer, la mujer que ahora estaba a mi lado y me ofrecía sus carnosos labios, chupe su deliciosa lengua una y otra vez, nos mordíamos las lenguas demostrándonos nuestro amor, me olvide que en mi mano izquierda tenia la soda y al intentar con esa mano acariciar sus senos, derrame la gaseosa sobre su falda, ella se sobresalto y me dijo -no te preocupes amor, iré al lavabo-, al pararse le di una pequeña nalgada y me acomode a esperarla, me sentía caliente, mi pequeño panty húmedo, mi respiración era agitada, al rato llego Marianita y se acomodo nuevamente a mi lado, le pedí de nuevo disculpas, pero ella por toda respuesta tomo mi cara con sus dulces manos y me beso tiernamente, sin afanes, con calma, cogió mi mano y la introdujo bajo su faldita, para mi sorpresa no llevaba pantys, la muy bandida se los había quitado en el lavabo, sentí el calor incandescente de su entrepierna, palpe su exquisita concha lampiña, recorrí sus pliegues con mis dedos suavemente, sentí su clítoris, mi lengua continuaba pegada a la de ella mientras introducía una de sus manos en mi blusa palpando mi seno izquierdo, desabrocho mi brasier, desabotono mi blusa y mis senos quedaron erguidos, con sus pezones negros desafiantes y a su disposición, la atraje hacia mi, su lengua recorría mi aureola y mi erecto pezón arrancándome oleadas de placer, acariciaba su cabello dejándome hacer y cerrando mis ojos y mis piernas sobre mi panty húmedo.

Mi concha comenzaba a resumar sus jugos, mientras Marianita continuaba prendida a mi pezón, abrí mis brazos colocándolos sobre los respaldares de las sillas, le murmuraba dulces palabras, su manita se introdujo bajo mi falda palpando mi húmedo panty de tela blanca, separe mis piernas dejándola maniobrar, su manita completamente abierta se metió en mi panty palpando en toda su dimensión mi vagina caliente, soltó mi pezón y busco mi boca mientras uno de sus dedos acariciaba mi henchido clítoris, succione su lengua con fuerza, su dedo se revolvió en mi interior y sin dejar de masajear mi clítoris comenzó a bajar por mi cuello, deteniéndose durante un rato en mis erectos pezones, duros como roca, se arrodillo en el piso frente a mis piernas, abrí mis muslos ofreciéndole mi húmedo sexo, con sus dedos descorrió mi tanga y su lengua como una serpiente revoleteo sobre mi clítoris, sentí su ávida lengua hurgando en cada pliegue de mi sexo, recorría y chupaba mis labios vaginales en pequeños y prolongados círculos, mis manos masajeaban mis senos, su lengua me devoraba, baje mis nalgas sobre la silla y subí mis rodillas, estaba a su entera disposición, su lengua comenzó a recorrer mi ano ensalivándolo y llevándome al máximo placer, sentí su dedo hurgando en mi interior, introduciéndose en mi interior anal mientras su boca continuaba aferrada a mi clítoris, sentí como aquel dedito entraba y salía de mi orificio anal, produciendo un placer nunca antes alcanzado, cerré mis piernas sobre su cabeza atenazándola con fuerza, en ese instante mis fluidos brotaron, un sensacional orgasmo me recorrió de pies a cabeza, Marianita lamía mis líquidos arrancándome oleadas de placer, abrí mis piernas y la linda carita de mi amante apareció frente a mi embarrada de mis jugos, la tome con mis manos y mi lengua chupo mis jugos por todas partes, su boca, su barbilla, su nariz, sus ojos, sus pómulos, por ultimo la atraje en un fuerte abrazo halándola por sus nalgas y la bese como nunca he besado a una mujer, con fuerza, con rabia pero con infinito amor y agradecimiento.

Arreglamos nuestras ropas y a los segundos se prendió la luz de la sala, por un momento pensé que nos habían descubierto, pero no, era el intermedio de la película, solo entonces caí en cuenta que estaba en una sala de cine y que proyectaban "Doctor Zchivago", salimos a comprar nuevas sodas y le murmure a Mariana que ahora me tocaba a mi devolverle los favores, estuvimos dando vueltas y mirando las carteleras hasta que la película comenzó de nuevo, con gran sigilo nos escurrimos en el baño de damas que por supuesto se encontraba vació, nos encerramos en un cubículo, abrazándonos y besándonos desenfrenadamente, mi mano bajo su faldita tanteaba su voluminoso y firme trasero, nuestras bocas unidas como si fuesen una sola, la deseaba como nunca, nuestros pechos se aplastaban entre sí, mordí sus lóbulos, bese su cuello, me extasié con sus gordos y delicados pezones, recorrí cada centímetro de aquella mujer, por ultimo la senté en la tasa del bidet, me arrodille frente a ella, como Mariana lo había echo hacia unos instantes en la sala, abrí sus piernas y como no llevaba panty su vulva se me presento desafiante, hermosa, gorda, caliente, acerque mi nariz aspirando su aroma embriagador, el aroma de su sexo magnifico y resplandeciente, me extasié durante algunos segundos con aquella vista, apoye mis manos en sus tersos muslos y hundí mi cabeza completamente en su preciosa concha, la deseaba!!!, me embriague con sus incipientes fluidos y mi lengua se concentro en su rosado y erecto clítoris, lo succionaba como un pequeño y delicado pene, mi lengua se poso en toda su feminidad, introduciéndola en su preciosa concha nacarada, Marianita suspiraba fuertemente.

Veía sus senos subir y bajar al compás de su agitada respiración, me concentre en proporcionarle el mejor orgasmo a mi amante, separe con mis dedos sus labios vaginales y mi lengua se perdió en los mas recónditos pliegues de aquella vulva, la punta de mi lengua enfilo hacia su ojete anal, un pequeño y delicado orificio antes cerrado pero que ahora se abría como una flor con mis besos y caricias, la penetraba suavemente sin soltar su clítoris ahora anegado de sus jugos, pase mi mano y recogí su liquido delicioso que lleve a mi boca, escupí en su ano y mi dedo anular se perdió en aquel túnel estrecho y fantástico, mi concha estaba húmeda, la cogía con mis dedos delicadamente mientras succionaba su vagina, oleadas de un liquido caliente y delicioso inundo mi boca, trague como desesperada, sus fluidos ahora eran parte de mi, la quería dentro de mi, chupe y lamí aquella concha durante no se cuanto tiempo, Mariana bajo sus piernas y yo me subí a horcajadas sobre ella, nuestras lenguas se unieron deliciosamente traspasándonos una mezcla de jugos y saliva, la adoraba, la quería demasiado, nuestros pezones erectos se rozaban una vez mas, ella acariciaba mis nalgas bajo mi falda y esto hizo que mi orgasmo llegara, empapando con mis jugos las piernas y muslos de mi novia, permanecimos durante unos minutos abrazadas en este posición, besándonos y susurrándonos dulces palabras de amor, jurándonos que nunca, nunca nos separaríamos, pasara lo que pasara, desfallecidas pero felices nos acomodamos la ropa, reclamamos nuestros paquetes y cogidas de la mano cual dos colegiales extasiadas nos dirigimos a casa, allí nos asearíamos y con plena seguridad tendríamos un nuevo encuentro pero bajo el calor de las sabanas de mi cama.

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