miprimita.com

Carta a mi negra

en Hetero: General

CARTA A MI NEGRA

Hola mi negra hermosa ¿Cómo estas? Espero que igual de caliente que yo, con la concha rezumando tus sabrosos jugos. Esta mañana, como siempre, me levanté con la verga bien tiesa, erecta y dura. Bueno, como siempre no, esta vez la tenía especialmente firme, toda empapada en semen por el sueño que había tenido. Un sueño excitante y húmedo en el que, como no, tu eras el objeto de mi deseo.

“Soñé que atravesaba este océano que nos separa y que en cuestión de minutos me encontraba allá, en la ciudad de México, sin ser visto ni notado por nadie. Podía sobrevolar las calles y entrar en las casas, ver como la gente cogía sin parar en los sitios más insospechados o se masturbaba de las formas más variadas: viendo fotos, leyendo relatos, asomados al balcón, en la oficina.... Era algo fascinante poder observar a gente de todo tipo disfrutando del sexo. La ciudad parecía estar sumida en un gran polvo. El sexo se escondía en cada rincón, en cada casa, en cada mexicano. Al voltear una esquina o al entrar en una tienda, me sorprendía ante la visión de una pareja follando a escondidas o de un voyeur mirando fijamente los senos de la señora que le pregunta por una prenda de su talla. 

Recorrí México DF hasta que di con tu casa, con tu habitación, con tu cama. Allí estabas tú, tumbada, cansada tras una jornada agotadora, sufriendo el calor de la época. Estabas desnuda, tan solo con un tanga blanco y tu piel resplandecía cubierta por gotas de sudor. No me podías ver pero yo te contemplaba, te recorría con la mirada. Cada curva, cada rincón, cada centímetro de tu piel fue recorrido por mi deseo, por mis ganas de disfrutar de ti, de gozarte, de follarte sin parar. Te observaba y cuanto más te miraba más me excitaba. Te sabía abandonada a mi voluntad, aunque tú no lo supieras, dispuesta para satisfacer mis deseos. Te volteaste y quedaste boca arriba, mostrándome tus hermosos pechos y con las piernas ligeramente abiertas. Respirabas con dificultad y los senos subían y bajaban con tu aliento, los ojos semi cerrados y la boca entreabierta.

Me acerqué y aproximé mi boca a tu rostro soplando suavemente sobre el, tan suave que pensaste que era un mosquito que intentabas espantar inútilmente. Me sonreí ante tu inocencia. Pasé mis dedos por tu cuello. Una ligera caricia, un cosquilleo sobre tu piel. No reaccionaste. Repetí la caricia de nuevo, pero esta vez presionando un poco más. Te quedaste quieta, completamente inmóvil. Continué con mis dedos sobre ti. Quería explorar tu cuerpo, sentir tu calor, probar la textura de tu piel, negra y sedosa. Viajé por los caminos de tu cuello, por los montes de tus senos. Recorrí el valle de tu vientre hasta la delicia de tu concha, el delta sabroso de donde fluye tu esencia. Mis caricias te cubrían y te iban sumiendo en un estado de semiinconsciencia, te llevaban hacia algún lugar entre el sueño y la realidad en donde pensaba gozarte, cogerte, tenerte a mi completa voluntad. Te ibas quedando dormida, pero a la vez ibas respondiendo a cada caricia, a cada soplo, a cada beso que sembraba en tu negritud. Tome uno de tus pechos y lo sostuve como una fruta madura entre mis dedos.

Un manjar delicioso que se estremecía, que respondía, que se endurecía al sentir el contacto de mi mano. Parecía como si me llamara a gritos para que lo besara, para que lo lamiera, para que mordiera el pezón oscuro que lo coronaba. Una llamada dulce y sensual que se filtraba por cada poro de mi piel y fluía por mis venas, un impulso animal que tiraba de mi hacia ti, que me endurecía la verga cada vez más, haciéndola crecer desafiante. Te besé lo pechos, pasee mis labios por tus pezones y los mordí, los lamí haciendo que se pusieran erectos y ardientes. Sentía como tu respiración se hacía mas agitada. Sin despertar, como en sueños, arqueabas la espalda ofreciéndome tus pechos a la boca, buscando el contacto pleno de mis labios. Con una mano fui subiendo por tus piernas, despacio, sin apenas tocarte. Desde las rodillas, por la parte interna de los muslos, hasta casi llegar a los labios de tu sexo, subía y volvía a bajar de nuevo mientras continuaba besándote los pechos. Mi verga, cada vez más dura, parecía cobrar vida propia. La agarré con una mano y, poniéndome sobre ti, la coloqué entre tus dos senos. Brillante, con la cabeza colorada, contrastaba de un modo sensual con la oscuridad de tu piel. Seguías dormida, sumisa, totalmente sometida a mí. Te restregaba la verga, te embarraba con mis flujos y la piel te brillaba y olía a mí.

Yo estaba cada vez más excitado pero tú no despertabas. Eras como un juguete con el que podía dar rienda suelta a todos mis deseos, una muñeca de carne y hueso, cálida y totalmente dispuesta. Una muñeca con un pequeño hálito de vida que respondía a cada maniobra a que era sometida. Me restregaba cada vez más fuerte y rápido sobre ti. La verga me ardía y yo comenzaba a sudar por la cabalgada. Entonces me fije en tu linda boca, en tus carnosos labios entreabiertos y, sin pensarlo siquiera, acomodé en ellos la punta de mi miembro. Pude sentir la humedad de tu aliento en mi glande, el calor que desprendía. Empuje un poco e introduje parte de la verga. Ahora te costaba trabajo respirar y abriste un poco mas la boca permitiendo que te metiera un poco más de verga.

Tu lengua comenzó a recorrer el tallo de mi sexo, lo acariciaba, lo saboreaba, lo apretaba contra tu paladar. Pensé que habías despertado, pero parecías estar dormida, con los ojos cerrados. Aquello era para ti parte de un sueño, un caliente y húmedo sueño. Un sueño sobre el que yo podía influir. Sin sacar el miembro de tu boca, me voltee para poder alcanzar tu sexo. El perfume de tus flujos inundaba el aire, un perfume intenso y delicioso con el que se me hacía la boca agua. Quería probar tu sabor, el sabor de tu esencia más íntimas separé los labios de la concha con los dedos y pase mi lengua por entre ellos. Un lametazo lento pero firme con el que quise atrapar hasta la última gota de aquel maravilloso néctar. En respuesta apretaste el abrazo de tu boca alrededor de mi verga y cerraste tus piernas sobre mí. Tu lengua se enroscaba cada vez con más avidez en torno a mi miembro.

Podía sentir tu respiración sobre mis huevos y extenderse hacia mi ano. En ese momento desee que pasearas tu lengua por mi ano, que me ensalivaras toda esa parte. No se como, pero adivinaste mis pensamientos y, sacándote la verga de la boca, te dedicaste a lamerme el culo. Creí enloquecer y reinicié mi labor sobre tu concha. Te la besaba, te la chupaba, te follaba con mi lengua y a cada lengüetazo tú respondías de igual modo sobre mi ano. Era como si una misteriosa conexión nos uniera y tú, desde tu más profundo sueño, pudieras saber lo que yo deseaba. No podía aguantar más. Sentía que estaba a punto de venirme, que me iba a correr dentro de nada. Arremetí con mi lengua sobre tu coño cada vez más fuerte y volviste a introducirte mi miembro en la boca. Con una mano me acariciabas los huevos apretando suavemente. Entonces, sin poder aguantar un instante más me derrame en tu boca. Solté un buen chorro de semen que tú recibiste con ansia, tragándotelo todo sin dejar escapar una sola gota. Apretabas con mas fuerza tus piernas sobre mi y comenzaste a mover la cadera, restregándome tu sexo por la boca, como queriendo que toda mi persona entrara en el. Sentía tu sexo palpitar, estremecerse, derramar cada vez más flujos. Te pusiste rígida y soltaste un profundo pero sonoro suspiro. Un gemido que rodó por el aire y retumbo en mis venas, en mi alma, en mi sexo que al instante recuperó su dureza más extrema.

Temí que te hubieras despertado o que tus padres hubieran oído como te corrías y acudieran a la habitación. Pensé que eso sería una pena porque entonces la fiesta habría acabado ¿como reaccionarías si notaras que una mano te toca o que un sexo te penetra y no ves a nadie más en la habitación? afortunadamente continuaste dormida y tus padres parecían no haber despertado.

Yo continuaba bien caliente, con la verga completamente erecta, deseando cogerte y poder disfrutar de tu cuerpo. Seguías aún boca arriba pero ahora tenías las piernas completamente abiertas, mostrando la hermosura de tu concha en toda su plenitud. La veía contraerse presa aún del orgasmo que te recorría, manando ese zumo tan delicioso cuyo sabor aún tenía en mi garganta. Quería sentir tu coño contraerse entorno a mi verga, cerrarse sobre mi polla y abrazarlo con su humedad así que me situé en medio de tus muslos y restregué el glande por la entrada de tu sexo antes de penetrarlo de un solo golpe, antes de enterrar de a una toda la verga. Te penetré, te embestí con el ariete de mi polla. Profundo, fuerte. Quería que la tuvieras toda dentro, que me sintieras, que te llenaras toda de mí. Quería cabalgarte y hacerte una conmigo, una sola carne, un solo deseo, un inmenso placer. Te comencé a follar salvajemente, a cogerte bien duro. Con cada embestida mía tus senos bailaban y la respiración se te cortaba. Gemías suavemente, suspirabas, pero no despertabas. Estabas sumida en un sueño delirante de carne y deseo, un sueño que, sin tu saberlo, tenía una gran parte de verdad. Alzaste las piernas y las abriste en compás, describiendo un ángulo increíble en cuyo vértice yo me hallaba preso del deseo. Ahora te podía penetrar mas profundo aún y así lo hice, con fuerza, con rabia. Tus pechos se agitaban ante mí, erguidos, estremecidos, adornados por esos pezones oscuros y sabrosos. Los bese, los mordí, los hice rabiar de placer. Arqueabas la espalda y gemías cada vez más fuerte, entre suspiros entrecortados y gotas de sudor que perlaban todo tu cuerpo. Y de nuevo el olor a sexo, a placer, a cuerpos ardientes y plenos de deseo. Ese aroma salvaje que inflama el aire y lo impregna todo, haciendo que el mundo se nos vuelva entero en algo tan salvaje y descontrolado como es el follar.

Cerraste las piernas sobre mi cadera, atrapándome con ellas y estrechándome contra ti. Movías la cintura restregándome tu coño lleno con mi verga. Entonces te pusiste tensa como un arco, clavándome los talones y arañándome la espalda, apretándote contra mí y arqueándote. Te paraste y algo creció en ti. Algo grande, maravilloso, que te nacía desde muy dentro y pugnaba por salir. Algo que iba brotando poco a poco, un gemido a duras penas contenido que evolucionó hacia un  grito salvaje, un alarido de vida aún más estremecedor que el anterior. Me abrazaste aún más fuerte y la concha se te deshizo en una marea de flujos que empaparon las sábanas. Podía sentir como las paredes de tu sexo se estremecían en torno a mi verga, como se te aceleraba el pulso, como te latía la sangre. Todo aquello me condujo hasta el mayor orgasmo que jamás haya tenido. Me derramé dentro de ti, en tu concha, en tu coño, en tu sexo divino, llenándote toda con mi semen caliente.

Permanecí unos minutos más sobre ti. Quería apurar hasta el último instante, quería experimentar cada estremecimiento que te recorriera, recoger cada sensación tuya. Te observé. Estabas preciosa mi negra, bella, hermosa. Parecía como si cada poro de tu negra piel tuviera su propia luz, su propia música. Comprendí por que te deseaba tanto. Entonces despertaste y sucedió algo extraño. Abriste los ojos y fue como si todo se desvaneciera, como si me dieran un tremendo tirón y me trajeran de golpe aquí, al otro lado del océano. Me hallé de nuevo en mi habitación, en mi cama, entre mis sábanas y entonces una duda me embargó. ¿Fue todo un sueño o todo fue real?¿Fue un sueño mío y fuiste tu quien me soñaste? quién lo sabe mi negra, como dice el poeta "la vida es sueño y los sueños sueños son".”

Un beso de TU verga mi negra, TQM. Demian.

Mas de Carolina Cruz

Sueños de prostituta

Follando por Ti

Como realizar una excelente mamada

Desvirgando a un chico (2)

Fin de semana con mi querido max

Desvirgando a un chico

Recordando a mi primo

Cogida Anal

Mi Amiga Jennifer

Marcia la puta

Mi linda y sensual travesti

Follando con mi hermano

Los Gonzalez

Espectaculo zoo

Esteban

Navidad anal

Viendo a mi mama

Cum_queen

Fantasía con Carolina

Sueño contigo

Mi primera vez

Un buen rato con mi ex y Kazan

Primer encuentro

Mi amiga Angela (2)

Conversaciones entre dos perritas

Mi amiga Angela (1)

Estrella Porno

Qué polvo!

Crucero del amor

El vestuario

Placeres anales

Mateo

Iniciación anal

El Beso Negro

El niño y el travesti

Rosana

A la salida del Cine

Carta a mi verga

El cine

Fin de semana con mis amas (2)

Fin de semana con mis amas (1)

Como nos vengamos de una puta fina

Al fin nos encontramos las tres

Guadalajara! Guadalajara!

Te Observo!

Cita con mi odontóloga

Violación!

Sueño humedo

Hermoso y caliente quinteto

Mi primer polvo

Dos vergas para mi

Diario de la puta de Mariana (07)

Diario de la puta de Mariana (06)

Diario de la puta de Mariana (04)

Diario de la puta de Mariana (03)

Diario de la puta de Mariana (02)

Diario de la puta de Mariana (01)

Mi Pepe

Frustrada cita en la Disco

Mi amiguita Karla

Sexo Lesbi en el Sanatorio

Visita de mi primo Colombiano

De camping con mi amiga Viviana

Exitante viaje en el metro de Ciudad de Mexico

Mis primeras veces en casi todo

Mi primera Orgía

Mi segundo Travesti con mi amiga Jacky

Como termine cogiendo con mi madre

Trio erótico por chat en la oficina

Mi primera experiencia anal

Mi amiga me consuela, luego de que no pude chatear

Carta a mi gran nuevo amor

Carolina (III: Jorge yo y mi nuevo travesti)

Carolina (II: de vuelta con mi ex y oh sorpresa)

Email zoofilico