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Causalidad...

en Lésbicos

¡Hola! Espero se encuentren excelente…. Al fin me encuentro por aquí de nuevo; el estrés del trabajo no me había permitido publicar… Bueno aquí les traigo esta historia con mucho cariño espero que sea de su agrado y si es así con mucho gusto subiré la próxima parte con la mayor prontitud que me sea posible.

Espero su opinión, gracias de nuevo.

Gabriela.

"Es un bello día soldado, completamente iluminado" Oigo decir en la radio. ¡Argh! No me gusta mucho la luz del sol me irrita los ojos. Prefiero la noche oscura y tranquila... Mejor coloco un CD…

Ya cumplí con mi rutina de ejercicios, ya desayuné y me he colocado mi jean algo desgastado pero cómodo, una franelilla y mis habituales zapatos deportivos. Estoy lista para ir al taller de mi padre.

- ¡Aquí está mi niña consentida! - me recibe Jesús, mi padre.

- ¡Papá tengo 25 ya no soy ninguna niña! - sonríe.

- Para mi siempre lo serás - sonreí resignada, supongo que todos los padres son iguales en eso de ver a los hijos como chiquillos sin importar la edad - Gabriela hija ¿cómo has amanecido hoy?

- En la cama papá igual que siempre - reímos.

- Pero ¿en cuál cama? ¿La tuya o la de alguna de tus chicas? - puse los ojos en blanco.

Mi padre siempre ha estado al tanto de mi sexualidad y ha sido un gran apoyo. Y así como el lo ha sabido yo siempre estuve completamente segura de mi homosexualidad; desde muy pequeña lo supe.

- Sin comentarios padre. Más bien dime ¿qué tal dormiste?

- Excelente. ¡Aún te espera la Autana para que le repares el arranque! - asentí muy apenada, estos últimos días no he estado muy pendiente de mis labores en el taller.

Soy graduada en Ing. Mecánica, mi padre también pero de la universidad de la vida, no es porqué sea mi padre pero sinceramente es un sabio en lo que al tema se refiere.

- Tranquilo pa', yo me encargo.

Me abrazo y beso mi frente para luego alejarse de mí.

- ¿David? ... ¿DAVID? - repetí algo irritada, mi gran amigo siempre igual nunca escucha gracias a esa cosa de reggaeton que coloca a todo volumen (No es por nada pero no soporto esa "música")

- ¡Gaby! ¡Dichosos los ojos que te ven! ¿Cuántos días sin aparecer por aquí ah? - reclamo mi colega, gracias a Dios bajándole al volumen del equipo.

- Eh... Verás, estaba dando un pequeño paseo por Margarita con Fabiana.

- ¿Fabiana? - pregunto incrédulo; Fabiana es una clienta del taller que pude conquistar, es una chica hermosa de 23 años, ¡Hermosa! - yo que tenia la esperanza de salir con ella, ¡otra mas que me ganaste! - sonreí - pero ¿ella no era hetero?

- Era mi amigo, era...

- Aun no me explico que o como lo haces tendrás que darme el secreto, aun no entiendo como logras conquistar mas mujeres que yo y de paso casi todas hetero - me encogí de hombros al no saber que decirle - me vas a tener que dar un par de clases de conquista.

- Ja, ja - me carcajee - David ya te lo he dicho miles de veces, ¡no soy nada de otro mundo!

- Pues parecieras...

Mi buen amigo siguió acosándome un buen rato en busca del "Gran secreto de conquista" pero al no conseguir nada se irrito y partió a cumplir con sus labores.

A las siete de la noche partí apresurada a cambiarme de ropa para visitar a mi antiguo maestro de Karate (soy cinta negra). Estuve allí conversando largo rato y a eso de las diez aún no sentía ganas de ir a casa, así que partí a un bar que me fascina, un bar de Rock.

Me senté en la barra, el ambiente estaba tranquilo no había mucha gente, supongo que por qué es mediados de semana.

De fondo se escuchaba Green Day "Boulevard of broken dreams".

La barra está prácticamente sola, a mi costado derecho a cinco puestos de distancia se encuentran una chica y él que creo es su novio, y a mi izquierda a dos puestos de distancia está una señorita, cuando llegué ya estaba allí. No pude evitar mirarla pues es una jovencita demasiado linda, en su rostro se nota su poca edad 19 años a lo mucho, de tez algo blanca, delgada pero muy bien dotada hasta donde puedo observar, cabello largo de color castaño con algo de rojizo, ondulado. Discretamente me dediqué a detallar sus gestos, lucía un poco triste, no apartaba la mirada de su copa de vino. Me pregunto ¿qué le sucede? Un angelito tan hermoso como ella no debería estar triste.

Fácilmente transcurrió una hora y media.

Yo iba por mi tercer vaso de whisky y ella continuaba contemplando la misma copa de vino tinto sin ni siquiera haberla probado.

Comenzó una canción que amo de Evanescence y me deje llevar un poco, dejando mis labios cantar...

Hold on to me love
you know i can't stay long
all i wanted to say was, "I love you and I'm not afraid"
can you hear me?
can you feel me in your arms?

Holding my last breath
safe inside myself
are all my thoughts of you
sweet raptured light it ends here tonight

I'll miss the winter
a world of fragile things
look for me in the white forest
hiding in a hollow tree

i know you hear me
i can taste it in your tears...

My Last Breath...

Una chica se me acerca y se sienta a mi lado, me mira un par de segundos y con su lengua sutilmente humedece sus labios antes de hablar.

- ¿Puedo invitarte una copa? - este no es un bar gay pero como he conquistado chicas aquí...

La admire rápidamente antes de responderle. ¡Qué mujer! Rubia, ojos grises, una falda resaltando unas piernas envidiables y un escote que por mucho era uno de los mejores que he visto.

- Puedes invitarme dos - respondí sonriente, guiñándole el ojo.

Al cabo de unos 20 minutos la bella rubia llamada Susana se encontraba muy cercana a mí explicándome con detalle cuánto se sentía atraída por mí. La conversación comenzaba a tornarse caliente al igual que yo.

De vez en cuando volteaba a mirar a la chica de mi izquierda, no sé porqué pero no dejaba de pensarla, me intrigaba mucho su presencia solitaria.

Seguí conversando y de pronto escuché a un hombre hablarle a la chica de mi izquierda.

- Buenas noches preciosa - ella ni siquiera volteo a verlo.

Mientras tanto Susana coloco su mano en mi muslo derecho muy cerca de mi entre pierna, dio un pequeño apretón. Mire su mano, luego su rostro perfectamente maquillado; me miraba impaciente, volví a voltear a ver a la chica que llamaba poderosamente mi atención de un modo tan inexplicable, no era sólo su físico lo que me atraía, era ella, no se como decirlo...

- He dicho buenas noches preciosa - comentó el hombre con tono más dominante sentándose al lado de la chica.

Susana comenzó a decir un par de cosas notablemente irritada, dirigí mi mirada hacia ella, estaba dándome la espalda, alejándose de mi. Volví a mirar a la señorita.

- Vamos lindura ¿por qué no me quieres hablar?

- No quiero hablar, gracias - enuncio ella con algo de amabilidad ante el fastidio de ese tipo y con una voz que debo decir le pertenece a un ángel, en serio ¡qué belleza de voz!

- ¡Estás demasiado buena! – exclamó mirándola de arriba a bajo lascivamente, me molesto de inmediato su atrevimiento - vamos y te tomas unos tragos conmigo ¿te parece?

- No, gracias - respondió secamente con irritación en la voz y en el fondo cierto temblor que me pareció era temor.

El hombre siguió allí mirándola del mismo modo.

Yo mire al frente cerrando mis manos volviéndolas puños tratando de contener la irá que crecía en mi.

- Gabriela Rivas ¿qué te pasa mujer? ¡quédate tranquila que no es problema tuyo, no tiene porqué preocuparte!

- Entonces mamacita - volvió a insistir el tipo con un tono más chocante.

Me levante de golpe sin pensarlo y fui hasta allá...

Natalia.

Con mucho afán voy en un taxi hacia la universidad, me tocó agarrar taxi debido a que mi carro está en el taller (bueno no es mi carro es el que me regalo mi padre :p)

Me he levantado un poco tarde pues pase casi toda la noche preparándome para el examen que tengo en 20 min., voy en mi segundo semestre de Ing. Civil.

"Es un bello día soldado, completamente iluminado" Anuncia el locutor de la estación de radio que el taxista silenciosamente escuchaba.

Mirando por la ventana me fije en la afirmación del locutor. Ciertamente era un bello día, el modo en el que la luz solar esteriliza las calles dándole un brillo único me encanta, es fascinante el efecto de su luminosidad.

Llegué un minuto antes de que cerraran las puertas del salón de clases ¡qué suerte!

Todo el día en la universidad...

Exhausta partí a tomar el transporte público para llegar a mi casa.

Entró y lo primero que oigo son gritos, no lo puedo creer mi padre y mi madre están discutiendo de nuevo. Ya van quince días continuos peleando a diario; ni siquiera se la razón tan sólo oigo gritos y veo a las chicas de la limpieza completamente incomodadas por la situación.

Pase a mi habitación a dejar mis libros sin saludar a nadie.

Mientras me despojaba de mi ropa pensaba en que se me iba a hacer imposible aguantarme esos gritos, debería aprovechar a que mañana por la mañana no tendré clases para salir un rato y distraerme.

Tomé mi celular para llamar a alguna de las chicas Vanessa, Dayana, María... Naaa, no me "nació" llamar a ninguna. Mejor voy sola.

Me coloque lo primero que encontré en mi closet, tomé mi cartera y partí.

Volví a pasar por el living sin decir nada, los gritos ya se habían silenciado pero conociéndolos se que pronto, cuando vuelvan a encontrarse en la casa volverán a gritarse.

Llegué a un bar de rock al que tan sólo he venido dos veces pero es el sitio que supuse sería el indicado para mi estado de ánimo. Me senté en la barra y pedí una copa de vino tinto.

Me senté allí a mirar mi copa, meditando sobre el rumbo de mi vida.

Es patético lo se, pero no puedo borrar esas imágenes de mi mente. Ayer vi al que podría decirse era mi novio besándose con una chica en el comedor de la facultad. No me dolió, de vedad que no, no existía amor entre nosotros para poder decir que hirió mi corazón. Pero me irrita que siempre me suceda lo mismo.

Tan sólo he tenido tres novios pero los tres me han hecho exactamente lo mismo.
Él primero lo hizo con mi "mejor amiga", los encontré a ambos en la casa de él. La qué juraba ser me leal estaba sentada sobre él mientras él sin ninguna timidez la besaba y le acariciaba los senos.
Él segundo fue más decente y vino hasta mi para confesarme qué había dormido con su ex y por consecuencia qué se habían reconciliado.

Y él de ayer opto por la siguiente frase "No es lo qué parece"

En fin estoy decidiéndome por no intentarlo más por ahora es qué ¿cuál es él punto? Un par de días felices los pagas con el doble de tiempo en sufrimiento, pena o irá.

Lo único qué me quedo de ésas relaciones fue la desconfianza. Ahora me siento incapaz de tener alguna amiga, no confió. Carolina era mi mejor amiga, lo sabía todo de mí pero al parecer yo no sabia nada de ella, no esperaba qué me traicionara. Por eso ahora hasta sin qué yo lo quiera limito mis amistades, llegó hasta cierto punto y me detengo, no puedo pasar esa línea qué divide la amistad normal de la "mejor amiga".
Mis padres, no se qué les sucede desde hace un par de años atrás están así de irritables pelean por todo. Pero estos últimos quince días han sido los peores.
Ya quiero qué Mariana esté aquí (mi hermana mayor, tiene 24 años). Cuando ella ésta en la casa no se porque pero mis padres se calman y se inventan él cuento de la familia feliz. En unos diez meses llegara de Europa. ¡Ya quiero abrazarla! Hay tantas cosas qué hablar, esté año y medio sin verla ha sido muy largo, ¡la extraño!
Estaba completamente sumergida en mis pensamientos, cuando escuché a un hombre hablarme.
- He dicho buenas noches preciosa - ha dicho? No lo había escuchado. Habló con cierta arrogancia y prepotencia tomando asiento a mi lado. Lo ignoré esperando se fuera.
- Vamos lindura ¿por qué no me quieres hablar? - lo miré irritada.

- No quiero hablar, gracias - volví a mirar mi copa pero él hombre no partía.

- Estas demasiado buena! Vamos y te tomas unos tragos conmigo ¿te parece? - No, gracias - dije tratando de simular seguridad pero la verdad comenzaba a sentirme nerviosa.

El hombre no partía y yo seguía tratando de ignorarlo ¡qué suertecita la qué me cargo!

- Entonces mamacita - ¡ése tono de voz! Me provocaba golpearlo pero a la vez el temor comenzaba a tomar más fuerza. Estaba a punto de exigirle qué me dejara en paz y levantarme para irme cuando una chica se para a mi lado.

- Me parece caballero - anuncio con tono irónico y una voz bastante segura - qué lo han rechazado - en un segundo detalle a la mujer era alta, delgada, de tez blanca, cabello lacio y corto de color marrón claro. Su vestuario era bastante "Light" un jean y una franelilla. Se veía tan delgada y frágil pero a la vez su presencia era imponente y su seguridad inigualable.

- ¿Y a ti qué te importa? - le reprocho él imbécil qué me acosaba.

- Debería retirarse - sugirió ella con aún más seguridad.

- ¿Por qué no te retiras tú? - reclamo desafiante fijando su mirada en la de la chica quien no dejó de mirarlo del mismo modo. Me sentía inmóvil, incrédula ante los sucesos qué transcurrían.

- Cómo te iba diciendo mamita - continuo él patán tratando de ignorar a la chica - vamos a algún sitio dónde estemos mejor.

El idiota dirigió su mano a mi pierna, yo cómo una tonta seguí inmóvil pero la chica qué no se había retirado atajo la mano del hombre con agilidad evitando qué se creará él contacto. Los miré a ambos nerviosa.

- ¿Sigues aquí? ¡Vete! - exigió apartando rudamente su mano de la de ella - ella y yo estamos llegando a un acuerdo.

¿A un acuerdo? Furiosa me levanté de la silla quedando de pie al lado de la mujer.

- ¡Aléjese de mi irrespetuoso!

- Pero ven podemos pasarla muy bien! - aseguró con un tono de voz detestable.

- ¡Es la última vez qué te lo digo por las buenas lárgate! - advirtió la chica con tono rabioso, no entendía ¿por qué me defendía? No recuerdo haberla visto nunca antes en mi vida.
El hombre se levanto retándola con la mirada y con una sonrisa de autosuficiencia en su rostro.

No lo había detallado es un hombre joven cómo de 28 años de tez oscura, alto, un poco más alto qué mi defensora. Es un hombre fornido obviamente va al gimnasio.

- ¿Y qué piensas hacer al respecto? - la reto, ella no movió un sólo músculo - ¡nada! - se respondió él mismo.

Se acercó a mí e intento tomarme del brazo, en ése momento todo sucedió demasiado rápido. Yo retrocedí para impedirle me tocará hasta qué mi cuerpo choco con la banca de la barra pero la mujer fue más efectiva con su mano izquierda detuvo la de él y con la derecha sorpresivamente, le dio un puñetazo certero en él rostro.

Creí qué su cara giraría completamente hasta volver al inicio por la fuerza qué ella uso. ¿Pero cómo? Me pregunte viéndolos bien a ambos; la mujer qué ahora se convirtió en mi heroína se veía tan frágil qué me parecía increíble él modo en qué lo hirió.

Él escupió algo de sangre y llevo su mano al labio palpando la herida; puedo decir con toda seguridad qué mínimo le dejó un diente flojo.
Reincorporándose se acercó a ella, me asuste temí porque le pasara algo a ella por defenderme pero era una fantasía verla allí segura cómo si nada estuviese pasando ante el acercamiento de ése tipo; ni siquiera se movió, mantuvo su posición y su mirada fija en la de él.

Mis manos sudorosas temblaban pero antes de qué llegara a mayores, gracias a Dios, llegó seguridad.

No me di cuenta las personas del alrededor tenían sus miradas clavadas en el espectáculo.

Los chicos de seguridad alejaron al imbécil de nosotras.

Ella permaneció de pie en el mismo sitio del mismo modo observando cómo se alejaba mientras yo trataba por todos los medios de qué se me ocurriera decirle algo pero nada.

Un par de segundos transcurrieron...

La mujer se viro a un lado me miro con una ternura qué no hacia juego con la rudeza y seguridad qué acababa de demostrarme. Pero era una mirada pura y sincera, una mirada cautivante… Se dio media vuelta y partió.

En un par de segundos fui tras ella.
- Oye - la llamé sin saber su nombre y sin conocerla pero una curiosidad nació en mi impaciente - ¡oye!

- Dime - atendió, girándose para mirarme con la misma ternura.

- Disculpa yo... Me quede muda. Gracias por lo qué hiciste por mi de verdad, fue un acto bastante heroico.
Su rostro lucia serio, supongo estaba molesta pero de pronto sonríe deslumbrante.

- Heroico? - sonríe de nuevo, es una sonrisa muy linda y expresiva de ésas qué te contagia y se te hace imposible no devolverlas - tranquila no fue nada.

- Fue mucho - replique - de igual modo gracias!

- No, no tranquila no agradezcas.

- ¡Permíteme invitarte algo de beber! - pedí en señal de agradecimiento.

- No es necesario, gracias.

- Insisto es lo mínimo qué puedo hacer, ¡por favor! - trate de colocar mi rostro del modo más persuasivo qué existe y funciono.
- Ok, Gabriela Rivas. Un placer en conocerte - anuncio sonriente ofreciéndome su mano para estrecharla, le correspondí de inmediato.

- Natalia Barboza, el placer y la suerte es mía.
Pasamos a una mesa de dos y comenzamos una conversación muy amena.
Resulta qué ésta graduada en Ing. Mecánica, me pregunto sobre mi carrera. Le comentaba qué me fascina mi carrera la amo, es mi pasión...
- Estoy en el segundo semestre - le informe unos segundos antes de qué la camarera nos interrumpiera.
- ¿Desea algo más? – inquirió con cierta sequedad dirigiéndose a mi.
- No gracias - respondí de inmediato.
- ¿Y tú Gaby? ¿Quieres algo? - dijo con tono algo juguetón.
- No Patricia, gracias.
- ¿Segura? ¿Qué tal él cóctel de siempre? - propuso mirándola a los ojos, comenzaba a parecerme extraña la situación ¿será qué Gabriela es homosexual? ¿Por eso me defendió?
- No, de verdad gracias.
- Ok, bueno sabes qué él cóctel estará esperándote - término de decir con un tono seductor bastante descarado...
A los minutos de la partida de la camarera me sentía extraña casi disgustada pero ¿por qué? Si entre Gabriela y ella hay algo no tiene porque importarme.
Yo respeto la sexualidad y las decisiones de cada quien, así cómo ilusamente espero qué respeten las mías (digo ilusamente porque lamentablemente nadie respeta a nadie).

Bueno de igual modo continuamos conversando y pasaron los minutos y las horas.
- ¿No sentiste temor al enfrentarte a ése hombre de ése modo?
- ¿Temor? - sonríe con cierta humildad - no Natalia, verás yo práctico artes marciales desde muy pequeña - ¡con razón!

- Eso es genial - mi celular sonó con la llegada de un mensaje de mi hermana menor Katy, preguntaba por dónde me encontraba.

La llamé para tranquilizarla.

Me fije en la hora 3:49 de la madrugada, perdí completamente la noción del tiempo hablando con Gabriela.

- Debo irme! - le informe luego de haber hecho mi llamada.

- ¡Ah permíteme acompañarte! ¿Traes carro?
- No mi carro ésta en el taller.

- Bueno ¿qué tal si te llevo?

- No, ¿cómo crees? Han sido muchas molestias por una noche y no pienso agregar una más, yo tomo un taxi. Gracias.

- Por favor no digas eso, no ha sido ninguna molestia, además ni creas qué te voy a dejar partir sola en taxi a estas horas. Disculpa mi atrevimiento pero es muy riesgoso.

- Ammm supongo qué tienes razón.

Salimos al estacionamiento.

Gabriela muy amablemente abrió la puerta del lado del copiloto de una Ford Explorer azul rey, para qué yo subiera.

- Gracias

- No hay problema.

Subió al carro y lo primero qué se escucho al encender el carro fue un Rock ensordecedor, di un pequeño salto sobre mi asiento al oír a Linkin Park a la máxima capacidad de las cornetas.

- Disculpa - dijo de inmediato apenada y bajándole drásticamente al volumen del reproductor.

- No te preocupes, ¿sueles oír música a tan alto volumen?

- Si - admitió alegre - ¡me encanta el rock!.

- Ya veo - sonreí.

Le indiqué mi dirección era algo lejos.

El camino se nos hizo igual de ameno qué en el bar, me tenía asombrada la fluidez de nuestra conversación, jamás me había ocurrido.

Pude observar la espontaneidad, la sinceridad y la seguridad de cada uno de sus gestos y expresiones. Me agradaba su personalidad.

Llegamos a mi casa... Estaciona afuera.

- Es linda tú casa - menciono mientras miraba hacía dicho objeto.

- No es mía - afirme - es de mis padres - sonreí ella acompaño mi sonrisa - bueno eh... ¡Ha sido un placer conocerte!

- No, no, nada de eso el placer ha sido todo mío - sonreímos, le ofrecí mi mano cortésmente en señal de despedida, ella la estrecho.

Abrí la puerta pero antes indecisa volví a mirarla y ¿si le doy mi número de celular? ¿Pero para qué verla de nuevo?

Seguí mirándola, estaba a punto de darle mi número pero me dije

- Natalia si quisiera tú número ya te lo hubiese pedido, sólo te ha salvado la noche, ya bájate y déjala ir a descansar. Bastante molestias le has causado, suficiente abuso por una noche…

- Chao

- Chao Natalia ¡cuídate!

- Igual.

Me baje del auto y dado un par de pasos alcancé él portón.

Abrí y entre; me despedí con mi mano derecha y ella me correspondió.

Pude oír el estruendo de su rock empezar a hacerse presente dentro de la Explorer. Arrancó y partió, sonreí para luego dirigirme a mi habitación.

Salude a Katy qué para variar estaba pegada a la computadora. Me comento qué mis padres se acostaron a eso de las diez luego de gritarse un poco más. Me extrañe de mi misma por no disgustarme de la situación de mis padres pero es qué me sentía relajada. Ésta noche resultó ser muy agradable con la compañía de Gabriela.

Gabriela

Luego de asegurarme qué Natalia ya se encontraba en casa partí camino a la mía.

Mientras disfrutaba de las relajantes melodías de Linkin Park analizaba cuidadosamente cada uno de mis actos. Aún seguía sin entender mi furia y mis ansias por defenderla. Pocas veces en mi vida he sentido una irá tan incontrolable, pero es qué ése tipo es detestable ¡qué imbécil!

Fue una noche súper, hacía años no me sentía tan cómoda con alguien pero he sido una tonta no me atreví a pedirle su número de celular, pero es qué me pareció seria un atrevimiento muy grande.

Debí haberle pedido su número...

Me encantaría volver a verla y no para conquistarla; ciertamente es una belleza de niña y se nota qué es una excelente persona, sólo quiero conocerla.
Llegué a mi casa, me duché y fui a la cama.

Tuve una noche inquieta.

Abrí mis ojos al amanecer y el primer pensamiento qué llegó a mi mente fue "debí haberle pedido el número! Ahora ¿cómo hago para verla de nuevo?".

No recuerdo haberla visto antes en el bar pero es el único sitio qué nos une, sólo me queda ir allá y esperar qué vaya y otra "casualidad" nos junte. ...

Dos noches pase en el bar esperando a que ella apareciera pero no. Mi falta de suerte comenzaba a desanimarme pero deseaba seguir tratando.

No se qué me sucede, no se por que creció en mi ésta necesidad de verla y de conocerla.

Pudiera ir hasta su casa pero ¿qué le diré? ¡Pensará qué soy una acosadora o algo así! Seria un total abuso de mi parte.

El jueves en la madrugada, luego de otra fracasada espera salí del bar rumbo a mi casa pero sin analizar muy bien mis actos me desvié para pasar por la casa de Natalia; permanecí allí afuera estacionada un par de segundos admirando la entrada.

Pensando, pero no me atreví a hacer nada así qué mi rock, mi Explorer y yo partimos a casa a descansar.

El viernes amaneció con los rayos del sol golpeando mi rostro e irritando en el acto mis ojos pero no me molesto sentir el sol derritiéndome (de verdad a veces parezco ser vampira ja, ja) no me molesto porque mi mente no paraba de pedirme una explicación razonable por la cuál no le haya pedido el número a Natalia.

Quisiera saber qué es lo qué me atrae tanto de ella, pero no se aunque estoy 100% segura de qué no es su físico. ¡No es una atracción física o sexual es algo mucho más profundo qué eso!

Resignada en qué no la volvería a ver partí al taller. Resignada pero no rendida aunque hasta los momentos haya sido inútil seguiré insistiendo yendo al bar, ¡algún día cambiará mi suerte!

Llegue al taller y sin demora me puse a hacer lo qué mejor hago, reparar autos. Acompañada de lo qué más amo ¡Música, Rock! Para variar me dejé llevar por el sonido de mi mayor pasión y algo desafinada (para no decir bastante) comencé a cantar, simulando gestualmente tocar una guitarra... Pero la imagen de su rostro asustado fingiendo valentía no se apartaba de mi mente, deseaba protegerla. Cante con un poco más de intensidad tratando de minimizar su presencia en mi mente.

- ¿Gabriela? - pregunto una voz familiar deteniendo en seco el espectáculo qué proporcionaba mi canto, me gire...