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El Juego (I)

en Lésbicos

I

 

Sentí el chorro de agua fría caer sobre mi rostro y me levante abruptamente.

- ¡Diablos Andrea! ¡¿Qué carajos te pasa?! – la mire con odio.

- ¡Ale tus niñas no me dejaron dormir! ¿Eran dos esta vez? – guarde silencio recordando – no, olvídalo, no me interesa saber. ¡Estoy cansada de tus “señoritas” gritonas! – trataba de nuevo de recordar pero la jaqueca del ratón no era de mucha ayuda, así que fingí demencia y seguí callada. - ¡Claro! ¡No dices nada!

- ¿No te parece suficiente venganza despertarme tan temprano y de ese modo? – se alejo con mala cara, para, luego de que me diese tiempo de siquiera respirar regresar y terminarme de echar el agua helada de la jarra encima.

- Tal vez ahora se acerque un poco más a lo suficiente.

Se fue riendo y a mí no me quedo más remedio que levantarme.

Fui al café de siempre a tomar mi desayuno, muchos creerían que vengo a acá por el sabor de la comida, pero la verdad es que la señorita cajera es demasiado linda.

- ¿Lo mismo de siempre Alex?

- Si Tati, lo mismo. Dime, ¿hoy si me darás tu número?, o mejor aún, ¿aceptarás salir conmigo?

- jajaja, te agradezco tu lealtad a mi negocio, pero ya te lo he dicho

- …”No soy lesbiana” – reí – está bien Tati, pero quien dice que quiero inducirte a ese oscuro mundo pecador.

- ja! ¡No me hagas reír Alex! ¡He oído historias!

Con un guiño partí...”Lo que es del cura va pa’ la iglesia”, por eso no me preocupo.

Fui al negocio de un amigo a comprar algunos accesorios y repuestos y estaba lista para regresar a casa y comenzar mi labor. En un anexo de la casa tengo un taller, trabajo con todo lo que tenga que ver con tecnología, en especial celulares.

Luego de horas de trabajo recordé mi móvil.

Mercedes, para variar y cumpliendo su rol de novia cuaima, estaba texteandome en referencia a mi desaparición de la noche anterior.

Fui a buscarla en el carro de Andrea, porque aun no se acostumbra a andar en mi moto.

Subió al auto con una de las caras más amarradas que alguna vez le haya visto. Guardo silencio todo el camino por lo tanto yo le subí el volumen a la música. Cuando ya estábamos entrando a sus residencias apago el equipo.

 - ¿Tú no planeas explicarme porque me hiciste eso anoche? – la mire y antes de que pudiese hablar ella prosiguió – teníamos la reservación desde hace dos meses y me dejaste esperándote.

Oops yo no recordaba eso. Seguí con gestos tranquilos cosa que la enfureció más.

- ¿Tu te imaginas lo que fue sentirme así? Abandonada; como la propia imbécil te espere una hora.

- Lo siento – alcance a balbucear mecánicamente, aun intentando adivinar porque carajo la cena tan especial.

- ¡No me vengas con un simple “lo siento”! ¿Dónde estabas?, o mejor dicho, ¿Con quién estabas? – Seguí callada – era nuestro aniversario sabes.

- Estaba con Andrea paso algo, lo siento, no pude avisarte – me miro buscando algún gesto que le afirmara lo que ya sabía, que era una mentira bastante trillada.

Enrojeció y se intento bajar del auto; yo, asumiendo que ahí quedaría la discusión por ahora, mire al frente y encendí el motor que ya había detenido para dejarla afuera de su depa. Pero la siento cerrar la puerta de nuevo. La observe y tenía su mirada dirigida hacia el suelo. Paso un par de minutos hasta que la subió de nuevo y posó sus humedecidos ojos oscuros en mí.

- ¡No me hagas eso Alex! La próxima vez avísame.

- Ok – me abrazo y me beso.

- Ahora – dijo pasando su mano por el orillo de mi camisa – que tal si subes y recuperas algunos puntos conmigo – beso mi cuello y me deje llevar acariciando su cuerpo hasta que recordé que día era. La aleje con suavidad.

- Me encantaría, pero no puedo linda, recuerda que hoy debo viajar, debo salir ya – me miro ofuscada y se bajo del auto sin despedirse.

Yo eche marcha al auto para ir a buscar mi moto y salir.

Hoy debo estar en un lugar especial, a Mercedes tarde o temprano se le pasara el enojo, como siempre.

Justo a tiempo llego a casa de mi amiga, Betania; una señorita de 22 años, demasiado atractiva y además mi “socia” si así podemos llamarle. Desde hace unos diez meses para acá hemos llevado a cabo estas “reuniones” a fin de cada mes.

Salude a todas las chicas, note algunas nuevas, unas de ellas muy lindas, posibles presas de la noche. Observe un bufet muy bien surtido de comidas exóticas, platos afrodisiacos. Y por otro lado una variedad de bebidas y cocteles como para emborrachar a un batallón.

Este sitio podría definirse como un club, club de mujeres libres, mujeres que vienen aquí a disfrutar, a conocer gente nueva, tener citas a ciegas y bueno, a ver qué pasa. Se lleva a cabo en una de las casas de Betania, y tenemos a disposición todas las instalaciones para hacer lo que mejor nos parezca.

Obviamente para poder mantener este sueño dorado, es bastante selecto, nadie entra sin ser recomendada y tenemos ciertas medidas de salud.

Me siento en la barra y observo el salón, pensando en cuál tomar como mi “cita”. Bebía mi cerveza notando que algunas de las chicas ya comenzaban a sucumbir ante el deseo y se besaban sin mucho recato en el sofá de la sala. ¡La vista es espectacular!

Betania, llevando nuestro riguroso control de entrada, es la única que conoce el nombre de todas, a mí nunca me ha importado saberlos. Y la regla, la única regla, es no decir nombres, no enrollarse.

Me hallaba en la barra de mármol aun, con la visual de las chicas deleitándome. Disfrutaba mi cerveza al tiempo que oí la puerta abrirse.

- Así que ¿esto es lo que haces cada fin de mes? – oigo la pregunta y me giro a ver, por si acaso se dirigían a mí.

Noto dos chicas a mi costado, una pelirroja de espaldas a mí, y Betania a su frente, quien le responde.

- Me alegra que al fin te hayas atrevido a venir, ¡Disfruta! – Betania le acerca una copa de vino y parte hacia la sala por una chica que estaba a solas observando al par que yo también veía.

La pelirroja observo y sonrió con asombro ante lo que sucedía. Tomo asiento a mi lado y comenzó a beber su copa.

- Primeriza eh? – comenté luego de unos instantes.

- ¿Perdón? – la saque de su concentración en Betania y las chicas de la sala. Luego de un segundo ella misma pareció procesar mi comentario sin yo haberlo repetido.

- Si, mi amiga al fin me convenció.

- Espero te agrade, ¡es bastante interesante este lugar la verdad!

- ¡Eso veo! – afirmo mirando hacia el living de nuevo.

- Ven, te invito un coctel – me miro sorprendida y me siguió.

Le prepare uno dulce con buena carga alcohólica. Mientras conversábamos.

- Tú haces que mis expectativas sean erróneas – me soltó de pronto.

- ¿Por qué dices eso?

- Creí que ninguna se acercaría a conversar conmigo, supuse esto sería más instinto animal.

Reí. Y antes de darle mi respuesta una chica semi-desnuda hizo repentina aparición, una de las más antiguas.

Ya algo tomada se acerco y me beso sin mesura. Le echo un vistazo a la pelirroja y dijo:

- ¡Estas con una primeriza! – Sonrió – me alegra que este contigo, ¡tu harás que vuelva!

Volvió a besarme, esta vez introduciendo su lengua en mi boca y así como de la nada vino, tomo una botella, y de la nada se fue.

La pelirroja me observaba con una sonrisa traviesa.

- Entonces, ¿tú harás que vuelva? – Me reí y encogí de hombros - ¡Vamos! – me pidió tomando mi mano.

La seguí observando sus curvas, sinceramente estaba hermosa, cuerpo nato de latina, con unas curvas demenciales y una carita de porcelana, de rasgos inocentes y travesura oculta.

Salimos por la puerta trasera, al jardín; hizo que tomara asiento en una banca y comenzó a desabotonarse lento su camisa semi-transparente, iba descubriendo a un ritmo desquiciante sus senos ante mi vista, un abdomen casi plano, de piel pálida.

Mi sonrisa llena de malicia se deleitaba, los tragos obedientemente se habían subido a nuestras cabezas.

Intente levantarme para besarla y me lo impidió.

- ¡A mi modo! – susurro contundentemente a mi oído antes de pasar con suavidad su lengua por el lóbulo de mi oreja. Hizo que me estremeciera de la excitación. Termino de sacarse la camisa y se inclino hasta quedar a mi frente.

Como lo había pedido, espere a que llevase las cosas a su modo y cohibí mis impulsos de besarla.

Saco su lengua y la paso con delicadeza por mis labios; para culminar tomando asiento en mis piernas, me dejo besarla y al instante mis manos impacientes de libertad buscaron conocer su anatomía. Cada suspiro suyo me calentaba más, buscaba su bra para desatarlo cuando su celular la alejo de golpe de mí.

Reviso quien la llamaba y expreso.

- ¡Es una emergencia! ¡Lo siento! – tomo su camisa del suelo con rapidez y partió.

Mi excitación ya muy encaminada a ir en aumento me hizo volver a la casa en busca de una bebida fría.

Ya no había nadie en el horizonte, las chicas estaban disfrutando de sus citas en las habitaciones y yo ahí, en la barra de mármol acompañada de una cerveza y una calentura detestable.

Observe mi reloj, 4:18 am, ¿Cuánto tiempo pase hablando con esa chica? Y además ¿Qué tanta paja hablamos?

- ¿Y tú? ¿Qué haces aquí tan sola? – me cuestionó Betania, que para su placer personal y el mío visual andaba como Dios la trajo al mundo.  La observe con detenimiento.

- ¿Te gusta lo que ves?

- Siempre me ha gustado – se acerco a mí.

- Ya lo tuviste así que no te emociones – susurro cerca de mis labios. Era la noche de provocaciones por lo visto.

Se alejo camino a las habitaciones de nuevo.

- Dime su nombre – le dije alto.

Se detuvo en seco y se giro con una carita de satisfacción.

- jajaja lo escucho y no lo creo, la gran “no me interesa saber quiénes son”, ahora ¡quiere saber un nombre! Jajaja

Partió carcajeándose y yo me levante para largarme de allí.

Llegue de viaje y vi el carro del papá de Mercedes afuera, me carcajeé para mis adentros, Andrea debe estar rozagante de la emoción por atenderla mientras llego.

Ambas saltaron de sus asientos al ver mi aparición, al fin llego quien las sacaría de la tortura de hablarse a solas.

Mercedes se acerco a besarme mientras Andrea huyo a su habitación.

- ¿Cómo te fue? – Mercedes cree que cada fin de mes voy a otra ciudad cercana en busca de celulares y otros productos más, cosa que hago si me da tiempo.

- ¡No muy bien, esta vez no encontré nada! – absolutamente nada, repetí frustrada para mí misma.

- ¡Pobrecita! - Me abrazo - ¡te extrañe! – la mire intrigada, creí que me esperaba un problemón, no esto – vamos a tu habitación y te consiento – sonreí.

Consentir es igual a sexo así que vamos muy bien…

Mercedes partió a su casa entrada la noche y Andrea salió de su cueva a fastidiarme al instante que supo de mi conquista frustrada.

- Nah mujer, pero ya hablando en serio, ¿Qué onda contigo y Mercedes?

- ¿Qué onda de qué? – pregunte mientras me comía una compota.

- ¿Cuándo vas a madurar?

- ¡Oye! La compota también sirve para adultos en crecimiento – reímos.

- Gafa, sabes a lo que me refiero. ¿Tienes que? ¿Dos años con Mercedes?

- ¿Aja y? – sonaba el vidrio del envase de la compota contra la cuchara y al segundo la histérica esa la aparto de mis manos.

- ¡Parame bolas!

- Te estoy parando. Si dos años y ¿qué? ¿Quieres que le proponga matrimonio a la luz de las velas o qué? – Reí envuelta en mi sarcasmo.

- Ella claramente no es santo de mi devoción pero la embarcaste para la cena del aniversario, eso no se hace; gracias por usarme de excusa por cierto y hacerme mentir por ti.

- Coño cierto, dime que le dijiste pa’ cuadrar versiones – abrí otra compota.

Negó con un gesto de la cabeza.

- Deja tus reuniones sociales.

- ¿Por qué?

- ¡Te acabo de dar el por qué!

- ¡No!, me acabas de recordar cuanto llevamos juntas.

Andrea partía ofuscada.

- Recuerda la definición de karma Ale, te vas a joder.

La ignore y ella se encerró de nuevo a estudiar o algo por el estilo nerd.