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Causalidad (9)

en Lésbicos

Hola. Lo prometido es deuda, y por mis lectores siempre hare todo lo posible para complacerlos. Deseo como en cada una de mis entregas que mi relato sea de su agrado y logre más que entretenerlos, fascinarlos.

Quiero robarme un minuto para agradecerle a una señorita muy especial su amistad. Gracias a ti Elena por apoyarme a mí y a mis relatos, gracias también por darme tú amistad. Un abrazo...

Gabriela.

 

Pase un día completamente perfecto y tranquilo caminando por la playa, sintiéndola conmigo.

No se hallaba en mi mente un solo recuerdo que pudiera compararse con la felicidad que Naty me da.

Para nuestra sorpresa David y Paulina estaban jugando al voleibol con los chicos de la playa; a un par de esos chicos que estaban allí yo los conocía, y a una de las señoritas también. La salude de lejos manteniéndome muy cerca de Naty para que ella notara que mi visita a esta playa y su presencia en ella no culminaría como en otros años que ella me hacia compañía…

Termino el último set, manteniendo en nuestro equipo una racha victoriosa. Me acerque a abrazar a Naty.

Ella estaba de espaldas a la malla, yo tenía mis manos fijas en su cintura y ella las ajusto alrededor de mi cuello. Estaba preguntándole como se sentía y si quería irse, cosa a lo que respondió negativamente.

Mantenía mis manos sobre su piel, intentando sostener una conversación coherente con ella pero la cercanía de sus labios no me lo permitía pues a cada que culminaba de decir alguna frase, mis labios caprichosos se posaban sobre los de ella. Me tenía fascinada totalmente su poder para lograr que cada segundo en sus besos se vuelvan horas deliciosas y que por más que la bese mil veces más quiero besarla.

La apegue de lleno a mí para así lograr abrazarla totalmente. Mi mirada recorría pasivamente cada centímetro de su piel, su bello color se tornaba aun más hermoso gracias al efecto de la luz solar, que lejos de atormentar mis ojos, esta vez, por primera vez, estaba logrando deleitarme gracias a la preciosidad de su cuerpo.

La risa incitadora de David me distrajo de mi paraíso. Lo busque con la mirada y lo halle a unos metros de distancia pegado a la malla, hablándole a una chica que formaba parte del otro equipo. ¡Estaba coqueteándole a la desconocida con su novia a unos pasos atrás de él!

Gire un poco mi rostro hacia la derecha para ver a Paulina, poso su mirada triste en la mía; volvió a ver hacia donde se encontraba David, hiso un leve gesto de negación con su cabeza, gesto que me dio a entender que sentía una gran decepción en ese momento gracias a su novio; y de nuevo vio a mi dirección; entendí de inmediato que su mirar buscaba señalarme la razón de su dolor.

Sus ojos se humedecieron. Tuve el impulso de pedirle que se quedara cuando vi su movimiento de retirada pero con celeridad me percate de que lo mejor era dejarla ir.

Estuve unos tres minutos indecisa entre ir a buscarla o darle tiempo y mi instinto tuvo más peso así que me excuse con Naty para ir a buscarla. Mi razón de partida fue la búsqueda de unas bebidas, las cuales ya necesitábamos por el partido. Mi primera intención fue decirle a Naty que mi principal misión era encontrar a Paulina y hablar con ella pero no lo hice de ese modo; no sé porque razón pero las palabras que salieron de mi boca fueron totalmente distintas a las que yo había pensado.

Con prontitud me acerque al restaurante del hotel para encontrármela de pie junto a la barra con dos vasos de vidrios vacios a su lado y un tercer vaso lleno con licor en su mano acercándose peligrosamente a sus labios.

Detuve su mano y no logro beber. Me miro intensamente pero de inmediato relajo sus ojitos oscuros, dejando que estos se inundaran de ternura.

- ¡Gaby! – y se arrojo a mis brazos, semejando su movimiento al de una niña pequeña.

- ¡Lina! – ni siquiera recordaba ya ese sobrenombre, pero si recordaba las muchas veces que mis brazos consolaron las estupideces que mi amigo hacia.

- ¿Lo viste? – me pregunto entre sollozos alejándose de mí. Asentí con pesar - ¡Me engañe a mi misma! – Intente hablar peo no supe que decir - ¡No ha cambiado! – aseguro con una triste y pesada resignación.

Atine a refugiarla en mis brazos y con ellos acariciar su espalda.

- Tu sabes mejor que nadie todo lo que por él yo he llorado

- Si – mi voz fallaba.

Nunca sé muy bien cómo reaccionar en estos momentos de tensión, en los que se bien que ni la más bella palabra lograra sanar la herida de su corazón; porque yo no soy la culpable de su llanto, solo soy espectadora y el único que tiene la solución en sus manos, en sus palabras y sus actos, y tal vez pueda remediar todo esto es David. Solo él puede asegurarle lo que yo ya se pero que él no demuestra con mucho éxito, su amor por ella.

Tenía ganas de buscarlo y golpearlo para que no se, abra los ojos, entre en razón ya de una buena vez.

Lina se alejo de mí de nuevo, poso su mirada llena de lágrimas en la mía. Me mostro una leve sonrisa que no supe entender. Coloco su mano en mi mejilla, me quede quieta, sin decir nada. Aparto su mano y su mirada, dirigiéndola ahora hacia el suelo.

Me mantuve en espera de alguna palabra. Volvió a mirarme con aun más ternura.

- ¿Ves la diferencia? – negué confusa.

- ¿Cuál?

- ¡Tu estas enamorada! La devoción con la que miras a Naty, – su rostro se giro hacia un lado y sus ojos se fijaron en no sé qué cosa a la distancia. Sentí ganas de buscar con mí mirar ese algo que atraía la suya – es como si estuvieses dispuesta a entregar tu vida por salvar la de ella -  me miro nuevamente, le ofrecí una sonrisa muy leve, casi oculta. Me estaba matando verla así, tan destrozada – la cosa es – continuo con un tono muy suave, atípico a ella y su contagiable alegría – por amor tú has cambiado, por ella dejaste de lado tus tonterías, tus hábitos – entendí de inmediato al punto que quería llegar; quise oponerme y no me dio oportunidad de hacerlo - ¡David no me ama pues por mí no ha cambiado! ¡Y por lo que veo jamás lo hará!

Se arrojo a mí de nuevo. Quisiera tener la palabra perfecta para darle consuelo, para asegurarle con toda certeza que todo estará bien, que David la ama pero como explico sus actos, si ni yo los entiendo, ¡yo se que la adora y le dolió mucho perderla cuando se dejaron luego de la universidad! ¡La felicidad que ha tenido en el rostro mi amigo estos días con su regreso no se compara con nada!

- Él te adora, ¡yo lo sé!, no digas eso. Es solo que no termina de madurar. De verdad Paulina yo sé bien que él te quiere.

- Gracias Gaby – se separo de mi – gracias por estar siempre a mi lado – le sonreí un poco. Beso mi mejilla y se alejo.

- ¿A dónde vas?

- A mi habitación, ¡necesito pensar! – Asentí – nos vemos luego.

- Ok – sonreí con pena pues sentí que mi ayuda no había sido mucha y que no había podido calmar su dolor ni siquiera un poco. Ella siguió su camino hasta que desapareció de mi campo visual.

Iba a salir del restaurante y recordé el agua de Naty y mi sed. Me regrese a comprar un par de botellas, la de Naty y la mía, la cual bebí de inmediato.

De vuelta a la playa, ya estaba el ocaso dominando el ambiente. Me acerque a donde aún permanecían jugando y no la vi por ningún lado. Iba a acercarme a preguntarle a David por su paradero pero con la irritación que tenía en ese momento hacia él se me iba a hacer imposible no discutir con él y su estupidez, así que aprovechando que no me vieron partí.

Di una vuelta en los alrededores y entre todas las personas que allí se encontraban no logre verla por ningún lado.

Fui a la habitación creyendo que tal vez estaba agotada y me esperaba allá. No la encontré por ningún lado del hotel, en la recepción no supieron darme razón de ella, ni me dejo algún mensaje o algo por el estilo. Ya con cierta preocupación tratando de dominarme regrese a la playa.

Busque y busque por todos lados durante una buena cantidad de tiempo. Ya bastante lejos del hotel, la vi. Se ilumino mi mirar al reconocer su silueta envuelta por su bello traje de baño. Estaba de espaldas a mí, observando el mar. Respire profundamente, permitiéndole a mis labios formar una radiante sonrisa en mi rostro; sintiendo la inspiración recorrer cada milímetro de mi corazón, una inspiración de alegría que solo ella logra provocar.

Con mucho cuidado me acerque para que no se percatara de mi presencia. A cada paso más cerca podía ver con más claridad su inconfundible silueta, no hay un solo detalle en su intelectualidad, en su anatomía que no logre seducirme, enamorarme.

El amor sin ella en mi vida no es más que una palabra; pero con su presencia es el sentimiento más bello…

A la distancia exacta ajuste mis brazos alrededor de su cintura.

- ¡Naty! – me sentí muy extraña al ver que su reacción no fue aquella amorosa a la cual estoy acostumbrada.

Ni se inmuto al sentir mi tacto, mantuvo sus brazos del mismo modo, cruzados a la altura de su pecho.

- Hola – algo andaba mal, podía percibirlo en el tono de su voz.

Le comente que la buscaba tratando de mantener el entusiasmo en mi voz, bese su cuello.

- ¡Seguro no buscaste bien!

Con suavidad la solté, trataba de entender que había hecho para enojarla. Me coloque frente a ella, buscando hallar dentro de la pureza de sus ojos la razón de su actuar conmigo. Su mirada lucia irritada.

Extendí mi mano para darle la botella con agua, la tomo con delicadeza y volvió a acomodar sus brazos a la altura de su pecho, cruzándolos como muestra evidente de su estado de ánimo. Miraba el mar al momento que mis manos se dirigieron a su cadera, la acerque a mí y comencé a dejar regados sobre su rostro suaves besos pero ella a diferencia de otras veces no busco encontrar sus labios con los míos. Permanecía quieta. Me detuve antes de besar sus labios.

- ¿Qué tienes?

- Nada – su mirada perdió un poco de su brillo, opacándose de un modo que jamás suele suceder.

Me aleje un poco, analizándola con mi escáner visual.

Seguía actuando con tan extraña frialdad, frialdad que estaba calando en lo más profundo de mis huesos de una manera inexplicable.

Un par de palabras más, un par de minutos más que atrasaron el tiempo y lo llenaron de ansiedad.

- ¿Por qué no me dices que estabas con Paulina en el restaurante? ¡Abrazándola! – me soltó de pronto.

Me sorprendí, obviamente no tenía idea de que me había visto. Pero de inmediato relaje mi mirada al ver que su enojo no era por nada del otro mundo, me parecieron celos inofensivos, celos que podía despejar con facilidad.

- Naty – exclame con media sonrisa en mi expresión, acercándome para refugiarla en mis brazos - ¡solo la abrazaba! ¿Por qué tantos celos ah? – mi tono era bastante despreocupado. Envolví con suavidad su mejilla en mi mano, con mi rostro a un centímetro del suyo y mis labios exigiendo sus besos. Con su mano alejo la mía y se separo.

- ¿Esa es la explicación? – tome seriedad de golpe, entendiendo que para ella ese abrazo podía significar más de lo que yo jamás podría imaginar.

- ¿Natalia por qué tan enojada? ¡Tú misma viste que solo la abrace! ¡No pudiste haber visto nada más, porque nada mas paso! ¡Solo la abrazaba! – Me miraba fijamente - ¿estás desconfiando de mi acaso?

- ¿Cómo no hacerlo Gabriela? – estática sentí el objetivo de esas palabras y el dolor que causaban en mi.

- ¿No confías en mi? – susurre dolida. La irritación en su mirar se desvaneció y ahora existía en su lugar una preocupación. Se acerco y esta vez yo eche un paso atrás.

- Gaby no quise decir eso – un impulso por decir algo mas trato de dominarla pero termino optando por guardar silencio.

Nos quedamos viéndonos a los ojos. Trataba de entender las señales que me daba mi dolor, reflejándose en los latidos fuertes de mi corazón cual clave Morse.

Me sentía tonta por sentirme así por algo que tal vez se veía tan sencillo pero para mí era algo mas, ¡su confianza para mi es algo fundamental!

- ¡Chicas! – la voz de David atrajo mi melancólico mirar hacia él. Naty no lo miro, seguía con sus ojos clavados sobre mi – ehh – bajo su tono de voz, notando que no era el mejor momento – chicas, ustedes de casualidad ¿han visto a Paulina? – gire mi mirar hasta Naty, sus ojos se llenaron de nuevo con esa irritación y buscaron ver la arena - ¡no la consigo por ningún lado!

Naty fijo sus ojos en mi nuevamente antes de marcharse sin decir nada.

David intento preguntar, negué de inmediato con mi cabeza para que no me hablara.

Me quede pensando un par de minutos y corrí a buscarla.

Me costó un poco hallarla pero ya cerca del hotel logre alcanzarla.

- ¡Naty! – Se detuvo sin girarse para mirarme - ¡Natalia yo no creí que un simple abrazo podría crear este problema entre nosotras!

Giro lentamente.

- No es por el abrazo – hizo una pausa – es por ti, por tu historia Gaby. Lo siento no pude evitarlo; no puedo evitar preguntarme si ella en algún momento ha sido algo más que tu amiga – fruncí el ceño - ¿Cómo hago para convencerme de que no ha pasado nada con ella? ¿De que no pasara nada con ella? – termino diciendo en un susurro muy leve, como si no quisiera decirlo, o tal vez, yo no quería escucharlo.

El dolor estaba dominándome lentamente, revolviendo la pena con una ira por la impotencia de no poder evitar que ella sienta este tipo de dudas hacia mí.

Sus palabras tenían más peso sobre mí del que yo imaginaba, sus ojos llenos de esos sentimientos que jamás deseare que sienta pero los cuales ahora tristemente me doy cuenta de que puedo ser capaz de provocar en ella.

- Naty yo sencillamente, – comencé con un tono muy bajo – ¡trataba de apoyarla pues mientras estábamos en el descanso entre los juegos de voleibol, vio, mejor dicho vimos a David casi coqueteándole a otra niña! Por eso me fui, solo quería darle consuelo. ¡Es mi amiga! ¡Siempre lo ha sido y siempre seguirá siendo de ese modo!

Guardo silencio.

- ¡Mis palabras deberían ser capaces de convencerte! ¡De hacerte ver que a ti te soy fiel! ¡Que le tengo un enorme respeto al amor que siento por ti!

Culmine de decir uniendo mi mirada triste con sus ojos llenos en brillo de inquietud, de no saber qué decir.

Me marche sin decir algo más. No quería hacerlo pero no podía quedarme.

Natalia.

 

¡Lo reconozco! ¡Lo arruine todo! Pero es que… es que yo… no, no tengo justificación para mi infantil comportamiento. ¡Nada me costaba preguntar qué había sucedido antes de ponerme a reclamar como una niña malcriada e inmadura!

La deje alejarse de mi pues no sabía cómo detenerla, mejor dicho ¡no tenía la moral para hacerlo!

Prácticamente le di a entender que no confiaba en ella… ¡no puedo creer en el lio que me he metido por un simple abrazo! ¡Un abrazo más que justificado!

Actué exactamente del modo que detesto, como una “celopata”. Ahora lo más lógico sería acercarme a ella, buscarla, hablarle, pedirle disculpas, necesito urgentemente que sepa que en ella confío como jamás creí que podría hacerlo. Mi mente le da miles de órdenes a mi cuerpo para que se mueva, para que camine en su búsqueda pero nada ocurre. Sigo acá con la misma expresión de niña tonta de hace un rato solo que ahora no estoy celosa por una tontería sino que estoy preocupada.

Gabriela.

 

Seguí mi paso con pesadez, con un dolor tímido en mi andar.

Unos metros más adelante me encontré con David.

- ¿Gaby qué sucede? ¡No encuentro a Paulina por ningún lado!

- ¿Ya la buscaste en la habitación? – dije muy desganada. Se mantuvo en silencio.

- ¡No! – Pensó un minuto, minuto en el cual yo no dije nada - ¡están muy extrañas todas! ¿De qué me perdí?

En un resumen corto le comente a David lo que había sucedido con su novia y en consecuencia a mi estupidez con la mía.

- Gaby pero yo no estaba ligando con ella – dijo con su rostro repleto de algo que podría asociar con sinceridad pero en este momento y con mi preocupación no me siento capaz de discernir.

- Pues esa no fue la impresión que nos dio a Lina y a mi – comente en un tono imparcial.

- ¡No Gaby! Pero…

- No me digas David – corte en el acto su explicación, explicación a la cual no estaba prestando ni el más mínimo de atención – no te pido que me expliques nada y para ser sincera no tengo ánimos de oírlo – sin emitir palabra me analizaba con su mirada, la cual yo ignoraba dejando a la mía perderse en la arena – solo quiero decirte algo…

- Dime – me alentó con humildad.

- No la pierdas de nuevo David; tú y ella son el uno para el otro, no dejes perder eso, no lo dañes de nuevo – vi sus ojos llenarse de ansiedad mientras me miraban con cierto nerviosismo, como si yo estuviese prediciéndole acerca del apocalipsis.

Sé que la adora, eso lo sé mejor que nadie pero mi amigo al igual que yo posee un pasado que está lleno de torpezas y niñas llorando por nuestra culpa.

Yo fingía no verlo y aun cuando veía a Lina llorar por él, me seguía siendo difícil entender que yo al igual que él también estaba hiriendo a mujeres inocentes; tal vez no lo entendí porque ninguna de ellas tenía el peso o la importancia que tiene Naty en mi vida. Nunca fue mi intención jugar con ninguna de ellas, jamás, pero nunca les di la oportunidad de ser algo más que unas cuantas noches conmigo.

Y tengo el descaro de decir que odio ver a una mujer llorar, que me irrita que sufran; tenía el descaro de discutirle a David por sus juegos tontos, juegos por los cuales Paulina salía herida. He tenido una gran habilidad de ser descarada e inconsciente, de ignorar que yo misma llevo sobre mis hombros el peso de las muchas lagrimas que aunque sin yo quererlo y de manera injusta para sus dueñas, yo he provocado.

- ¡Gracias Gaby! – le sonreí levemente y leí su gesto de querer continuar hablando.

- David, ¡eres mi amigo!, no es necesario que me agradezcas; ahora ve a resolver tu problema que yo necesito pensar cómo resolver el mío.

- ¡Gaby de verdad lo siento! Es mí…

- Shhh – lo frene – olvídalo, ¡no es tu culpa!, tranquilo; ahora hazme caso, ve y recupera a tu mujer, ¡Anda!

- ¡Gracias!

Y se fue. Yo tome asiento sobre la arena, tratando de alejarme un poco y pensar con claridad.

¡Esa mirada suya casi juzgándome! – dije en voz alta inconsciente de la articulación de mi pensamiento con respecto a su mirada.

Y pensar que en cierto punto de mi relación con ella tuve la ilusa idea, creí que yo no era capaz de hacerle daño o herirla; pero lamentablemente y en contra de mis deseos veo que tengo esa desventaja en mí ser.

Debí decirle que iba en busca de Paulina, que note que estaba mal; solo debí decir eso pero sin razón alguna preferí mentirle (esa última palabra calo en lo más profundo de mi alma), ¡le mentí a Naty!, algo que jamás había hecho… y lo hice de un modo completamente tonto e innecesario. Caí dentro de la mentira en el momento que dije “Voy a beber algo y regreso”. Naty no hubiese tenido ningún problema si yo le hubiese dicho la verdad, que iba a darle mi apoyo a Paulina. El peso de mi estupidez y mi error está cayendo sobre mí con toda su intensidad.

¡Debo verla! ¡Esto no puede quedar así!

Me levante de golpe para ir en su búsqueda y al girarme, me encontré con su presencia.

- ¿Podemos hablar? – me pidió con un tono muy bajo.

- ¡Claro! – respondí sin necesidad de pensarlo, obviamente.

Me regalo una leve sonrisa… y yo muerta de ganas de arrojarme sobre ella, besarla y disculparme de mil modos.

Con movimientos sutiles tomo asiento sobre la arena, unos pasos más delante de donde yo me encontraba anteriormente. Imite su acto y me senté a su lado.

La sensación del frio nocturno ya comenzaba a hacerse presente sobre nosotras. Naty estaba algo temblorosa pero yo aun trataba de ver mi mejor movimiento, por lo tanto me quede quieta.

El silencio entre nosotras hizo difícil que pasaran los minutos con prontitud.

- ¡Lo siento! – dijimos al mismo tiempo y una sonrisa nerviosa invadió nuestros rostros por un instante.

No aguante mas y con el riesgo de dejar mi torpeza en evidencia, me moví para quedar a su frente, para verla a los ojos y comenzar a desahogar, de un modo no muy coherente - dedo decir – mi orden de ideas.

- Naty de verdad necesito disculparme por lo que ha sucedido, este mal entendido es mi culpa por no haberte dicho desde el principio que yo iba a buscarla, lo lamento – hizo un gesto de negación con el movimiento de su cabeza.

Permanecí quieta, sin poder articular palabra, intentando interpretar lo que ese gesto en ese momento representaba.

Natalia.

 

Un par de minutos perdí organizando mi complicada mente.

Con cierto temor en mi andar me acerque a la orilla de la playa donde yo imagine que estaría. Observe a David alejarse de ella, a trote en dirección del hotel, por lo cual no se cruzo conmigo.

Supongo que Gaby le ha dicho todo lo sucedido, así que imagino que él ahora irá a buscar a Paulina.

Me termine de acercar a Gaby con paso lento y sigiloso…

No tengo un modo de ver mi vida sin ella. Solo sé que la amo pero me deje confundir por una tontería.

Me acercaba con mi mirada fija en su figura descansando sobre la arena, estaba sentada con sus piernas recogidas y sus brazos sobre sus rodillas.

Se levanto de golpe chocando su mirada con la mía.

Me sentía sumamente apenada ante la disculpa que sinceramente me ofrecía, estando frente a mí.

Tome sus manos entre las mías y observe esa zona suya por algunos segundos para luego esbozar una suave media-sonrisa y comenzar a decir lentamente.

- Gaby la única que necesita y debe pedir disculpas soy yo; lo siento de verdad. Yo en ti, – apreté sus manos con fuerza – en ti es en quien yo mas confío, ¡perdóname!, me deje llevar por una sensación de inseguridad que no volverá a dominarme de nuevo ¡yo confío en ti!

- ¡Naty! – Soltó mis manos y dirigió las suyas hacia mi rostro para sostenerlo - ¿Cómo hacemos? ¡Yo también necesito disculparme! – Dijo sonriendo, logrando en mí el mismo gesto – en realidad ¡lo siento mucho y te entiendo! No tienes porque disculparte.

- Pero… – se acerco a unos centímetros de mis labios.

- P­ero nada – me susurro con suavidad – dejémoslo en el pasado ¿sí? – asentí mientras veía fijamente sus ojos.

Termine por dejar atrás la distancia que nos separaba para besarla, hallando paz y tranquilidad en sus labios, ratificando una vez más que gracias a ellos he sentido tanto y deseo sentir mucho más; sintiendo en sus brazos toda la serenidad que puedo hallar. Detuvimos el tiempo por un instante y sin más problemas ni percances volví a sentir esa calma que solo su amor me da.

A cada segundo a su lado noto con más intensidad que solo en sus brazos yo quiero estar, ¡solo por ella se bien lo que es amar!

Gabriela.

 

Lo que más amo de poder besarla; es que en sus labios encuentro toda la fuerza y la seguridad que necesito para no permitir que se aleje de mi.

La suavidad de sus labios es simplemente una sensación adictiva; el sabor de sus besos una droga deliciosa, un sabor que jamás logre imaginar. La divinidad de sus besos, de la magia y la ternura que logra crear con cada movimiento de sus labios sobre los míos; ese ritmo suave que mantiene logra enloquecerme, enamorarme, hechizarme completamente.

La única teoría que logra explicarme mi comportamiento a su lado y mis sentimientos por ella, es aquella que dice que le pertenezco, que nací para ella y que ella es mi complemento, la pieza más importante en mi vida; tan solo su esencia, su presencia logra hacer de mí una mejor mujer.

Al finalizar de una secuencia embriagante de besos, sin ganas de hacerlo, me separe de sus labios. Me aleje y sin decir nada volví a acercarme para robar un fugaz beso de sus labios, de esa zona suya que me esclaviza y me deja sin más remedio que rendirme ante esa bella sensación que siento gracias a su amor.

Seguí frente a ella en silencio, fijando en su rostro mi mirada. Su rostro lograba hacer que yo olvidara todo, todo simplemente pierde importancia pues mi prioridad es ella.

Un oleaje llego a la orilla de la playa y consigo trajo una rica y fría brisa que logro refrescarme pues el calor del día aun sofocaba mi cuerpo (El sol y sus efectos dañinos sobre mi ¬¬); pero a Naty por otro lado, la hizo “tiritar” a causa del frio y de que aun traía solo su traje de baño. Me levante y le extendí mi mano.

- Vamos al hotel Naty; ¡te va a dar hipotermia si seguimos acá!

Me regalo su sonrisa y acatando a mí petición me dio su mano, la ayude a levantarse y partimos al hotel.

Naty se metió a darse una ducha mientras yo observaba mecánicamente al televisor en la sala de la suite, en realidad estaba reviviendo sus besos en mi mente.

Al rato salió ya vestida con un pantalón deportivo y un suéter mío cubriendo su pecho. Terminaba de secar su cabello con un paño cuando se acercaba a mí.

- ¿Vamos a salir? – me pregunto tomando asiento a mi lado, la abrace de inmediato.

- No se Naty, depende de lo que tú quieras – beso mis labios.

- ¡Vamos a la playa! – asentí.

- Entonces me voy a la ducha.

Bese suavemente sus labios y me fui a la ducha…

En poco tiempo me arregle al igual que ella y bajamos a la playa.

Queríamos llamar a David y a Paulina a ver como estaba todo, pero no teníamos deseos de interrumpirlos así que preferimos esperar a que ellos se comunicaran con nosotras.

Iniciamos al igual que lo habíamos hecho en la tarde una tranquila caminata en medio de la parcial y bella oscuridad de la playa.

Íbamos tomadas de la mano y yo haciendo uso de algunos conocimientos de trivialidades sobre astronomía, mitos de las estrellas, comencé a hablarle.

A varios metros nos detuvimos para sentarnos sobre la arena.

Ella mantenía un silencio atento, recostada a mi hombro, con nuestras manos unidas mientras yo trataba de relatarle de manera correcta mis historias.

Las palabras querían dejar que mi corazón se expresara pero este ultimo gracias a su terquedad, se mantenía tímido y no me dejaba decir lo que todos estos días he pensado.

- Sabes Naty hace algunos días estaba en mi casa y no podía dormir.

- ¿Por qué? – me pregunto con voz suave, dejando que su aliento recorriese mi cuello antes de besarme brevemente en esa zona; me desconcentre totalmente al sentir sus labios sobre mi piel.

Mantuve silencio y quietud varios segundos. Salí de mi encanto al percatarme de su mirar frente a mí, con una sonrisa dibujada por sus hermosos labios.

- ¿Me dices o no?

- ¿Ah? ¡Ah sí! ¡Claro! – sonreí con algo de pena por mi despiste. Pero volví a distraerme en la imagen de su bello rostro angelical.

Me aproxime a besarla pero su dedo índice sobre mis labios me detuvo.

- ¡Dime! ¿Por qué no podías dormir? - ¡Su sonrisa, sus ojos, su mirada!

Sin responderle pase mis dedos por su mejilla, por sus labios. Mi mirada estaba sumamente concentrada en detallar el brillo de sus ojos. A medida que mis dedos recorrían con suavidad su rostro la firmeza de su dedo índice sobre mis labios cedía y me permitía que me acercara con lentitud, hasta lograr llegar a sus labios.

La bese con extrema delicadeza y me separe tan solo un centímetro…

- No podía dormir porque quería decirte…- guarde silencio sin poder articular mas palabras, dejando a mis nervios por primera vez dominarme, sintiendo temor de no poder decírselo nunca. La ansiedad por hablar era una sensación predominante en mi organismo para ese momento.

Sus ojitos me miraban con un brillo aun más intenso y con un movimiento inquieto en sus pupilas, expectante porque continuara hablando y yo buscando el modo de seguirlo haciendo.

- ¡Gaby!

Tome aire profundamente y lo exhale lentamente.

- Es que sabes Naty yo no logro entender por qué me ha llevado tanto esfuerzo decirte algo que desde hace bastante tiempo por ti siento… esa noche me detuve a mirar las estrellas – inconscientemente mire hacia el cielo, ella siguió mi movimiento mecánicamente y luego volvimos a unir nuestras miradas.

Natalia.

 

Estaba sumamente feliz al ver que la situación se resolvió de manera rápida y satisfactoria pero puedo asegurar que he aprendido mi lección, no volveré a sacar conjeturas sin saber.

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La miraba muy ansiosa, no sabía a donde querían llegar sus palabras.

- Mientras las veía imaginaba con éxito las palabras exactas para confesarme, hablar – sonríe dirigiendo la vista a mis manos y luego de vuelta a mi – en mi mente se sentía tan simple pero mira ahora que quiero decirlo me domina completamente la torpeza.

Sonreí fascinada, es la primera vez que la veo expresarse con esta dificultad.

Tome sus labios en los míos para besarla con sutileza.

Deje nuestros rostros en contacto gracias al roce que se producía entre mi nariz y la suya.

- ¡Gaby solo dilo!

Asintió levemente. Sus ojos llenos de dulzura estaban penetrando profundamente mi mirar, causando un divino cosquilleo en todo mi cuerpo.

- Naty yo…- sonríe de una manera única y encantadora - ¡es muy simple! – Vuelve a sonreír desesperándome totalmente – ¡Naty yo te amo! – declaro manteniendo su sonrisa, con una voz sumamente suave pero profunda, una voz que retumbo en cada rincón de mi corazón. Sonreí dejando involuntariamente a dos de mis lágrimas escaparse de mí en medio de mi incalculable felicidad.

- ¡Gaby yo también te amo y por cada segundo en que respiro te amo más!

Con el tacto suave de la yema de sus dedos aparto de mis mejillas mis lágrimas.

Nos besamos, no se por cuánto tiempo nos besamos; solo sé que quería permanecer en ese instante, en sus brazos, protegida por su calor el resto de mi vida.

Pasaron las horas y los minutos y no nos importo, permanecimos allí, conversando, viendo las estrellas, viviendo nuestro amor.

Seria plena madrugada cuando nos fuimos a la habitación y exhausta pero feliz, muy feliz por el día que había vivido, me quede dormida en mi rinconcito especial.

Mis sueños me dieron la dicha de vivir de nuevo ese momento, de escuchar de nuevo ese “Te Amo”. Jamás creí que mi corazón sería capaz de latir con tal intensidad.