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El Juego: La Revancha.

en Lésbicos

El Juego: La Revancha.

Tres Años Atrás;

Valeria.

Tras par de meses de juego, aquí esta, en mi casa, en mi cama, de nuevo haciéndome suya, y de nuevo encontrándome encantada por la idea. Llego anoche, tras un día de trabajo que describió como arduo; se tomó la libertad de buscar en mi refrigerador una cerveza, de esas que compre para ella pues yo no suelo beber; y me observó, se fijó en mi cuerpo casi descubierto por el atuendo que creí usaría para dormir. Destapo su cerveza y continúo mirándome, cada vez tornándose más pícaro su mirar.

- Sabes - bebió un sorbo profundo de la fría cerveza – siempre me imagine esto.

Sonreí.

- ¿Imaginaste ser alcohólica? - sonrió pegándome a ella, tomándome de la cintura, estremeciéndome al sentir lo frio de la botella rozar mi espalda.

- No, bueno no exactamente, jajaja. Imagine tener esto, una birra bien fría y una mujer hermosa.

Mi mente exigía expresase los mil argumentos que había creado para discutir aquello, ¿por qué jugaba conmigo?, ¿por qué yo lo permitía?

Estaba tan al tanto de que simplemente era la otra para ella, la amante, y aun así no deseaba detenerlo, mi gusto por ella crecía y no sabía cómo evitarlo, no quería evitarlo.

Tres Meses Atrás;

Mercedes.

Pasado el gran fiasco de mi vida, pasado todo el sufrimiento que me causo Alessandra, mejor dicho, que me cause yo misma humillándome de esa manera, aún estoy aquí, en la misma ciudad, con el mismo empleo y la misma soledad, envidiando a ratos su capacidad de ser libre; tras todo lo ocurrido simplemente se largó, simplemente dejo atrás todo. Desearía tener la habilidad de olvidar este corazón roto, de dejar realmente atrás todo lo ocurrido.

En la noche fui obligada por Wendy a visitar una discoteca local, el grupo conversaba pero yo me mantenía inmersa en mis pensamientos. Sabía que se enojarían por ello, pero yo les advertí, yo les dije que no estaba de humor para salir.

- Mercedes, ¡préstame atención!

- Dime - subí la mirada, Wendy acompañada de una rubia muy bella me observaban.

- Te estaba presentando a una amiga, bueno una amiga reciente - Wendy sonríe con cierta malicia y se aleja, yo me levanto para estrechar la mano de María.

- ¿Puedo? - preguntó refiriéndose al asiento vacío a mi lado.

- Claro, disculpa - sonreí apenada.

- Llevaba cierto rato mirándote desde la barra - mi rostro enrojeció débilmente ante sus ojos grises - pensaba que tienes una linda sonrisa.

Esa noche hablamos mucho, inclusive bailamos un poco. Inevitablemente comenzamos a salir.

Tres Días Atrás;

Alessandra.

- ¿Qué tal estuvo tu vuelo? - me pregunta Betania antes de abrazarme.

- ¡Horrible! No soporto la espalda.

- ¡Vieja!

Betania me llevó a la casa que ahora era de Andrea.

Hablamos demasiado, después de todo debíamos ponernos al día, dos años y medio son dos años y medio.

- Y dime, ¿la extrañas?

- ¿Es en serio? después de todo lo que me hizo, imposible.

- No te hagas la tonta, no hablo de Mercedes, hablo de Valeria, ¿la extrañas?

- La verdad no, todo pasó como debió pasar.

- Sigue haciéndote la dura si eso te ayuda

La observe sin decir nada, bebí lo que restaba de mi cerveza y me levante.

- ¿Tienes mi juego de llave?, llegare tarde.

- jajaja si lo tengo, ¡no descansaras el vuelo si quiera!

- Tú sabes cómo es Betania, ir a buscarme al aeropuerto no fue de gratis. ¡Deberías venir conmigo!

- No, ¡debo estudiar!

- Nerdita y ¿ahora que estudias?

- Post-grado

Riéndome fui a darme una ducha para poder partir a casa de Betania y su fiesta de fin de semana.

Entrada las diez llegue al sitio, había mucha, mucha gente conocida. Pase largo rato saludando, en serio dos años es mucho.

Al fin fui libre de sentarme en la barra y beber una cerveza, mi garganta seca exigía licor, bebí las primeras cual si fuese agua.

- Aun no me dices porque regresaste - pregunta Betania.

- Porque extrañaba mi país - me fije en las chicas un momento - y el calor de las mujeres de acá.

Se burló.

- No sé para qué pierdes tiempo engañándome si sabes que lo descubriré.

Me reí.

- Mientras tú descubres la cura del cáncer, yo iré a descubrir si las chicas me extrañaron.

Me acerque a una de las chicas, llegándole por detrás le hable al oído, erice su piel con una propuesta indecente a la cual no podría negarse.

Pase mi hora feliz en la alcoba de arriba, luego bajamos de nuevo para seguir disfrutando de la fiesta.

“… I don’t know where the lights are taking us

But something in the night is dangerous

And nothing’s holding back the two of us

Baby this is getting serious

Oh oh oh …”

La casa dominada por las mezclas melodiosas de David Guetta, las chicas bailando, el licor rebozando los ánimos. Como extrañé el calor de esta tierra, como tu ninguna Venezuela.

Cansada de bailar tome asiento en la barra de mármol, bebía mi cerveza vestida de novia.

- ¿Primeriza?

Esa voz... me gire...

- ¿Valeria? - pregunte tontamente, teniéndola frente a mis ojos. Estaba radiante, una blusa roja escotada ceñía su cuerpo, una falda oscura exhibía libremente sus perfectas piernas.

Me levante para besar con lentitud su mejilla, disfrutando de mi tacto en su cadera.

- Creí que no volverías.

- Yo creí que no volvería a verte.

Su sonrisa sencilla hizo aparición. Esta aún más bella de lo que recordaba.

Observe el alrededor buscando a su novia.

- ¿Estás sola?

- Si...

- ¿Quieres algo de beber?

- ¿Me harás un coctel? - sonreí por lo visto recordaba con claridad la noche en la que nos conocimos.

- Te preparare lo que quieras.

Fuimos a la cocina, le hice el mismo coctel y me senté a su lado.

Hablamos de mucho de nuestras vidas, sin tocar lo que fuimos juntas ni lo que nos alejó. No podía engañarme, me seguía gustando con la misma intensidad, tal vez, aún más peligroso de lo que recordaba.

Betania curiosa se acercaba a ratos, y nos observaba a la distancia.

Entrada la madrugada Valeria decidió que era hora de partir.

- ¿Qué harás mañana? - observe mi reloj 3 am - bueno, ahora en la tarde mejor dicho.

- ¿Nada por qué?

Me miraba intrigada, con su cabello suelto, moviéndose levemente por el sereno nocturno.

- ¿Quieres cenar?, tal vez ir al cine o algo - me sentía tontamente adolescente, y extraña a la vez, mi mente libre de malos pensamientos solo quería compartir con ella.

- Alessandra, - sonreía tímidamente picara - ¿estas invitándome a una cita?

- Si Valeria, eso hago.

- La última vez que me propusiste una cita no nos fue tan bien.

- Ahora es diferente - respondí sin pensármelo dos veces.

- ¿Qué lo hace diferente?

-  Yo soy diferente - se fijó en mi dudosa - ¿aceptas? - culmine.

- Si

- Paso por ti a las 7 - sonreí, beso mi mejilla y la vi subirse a su auto para partir.

Betania me presto su auto porque Andrea usaría el suyo esa noche y aunque mi moto quedo aquí no me parecía adecuada para el tipo de cita que quería.

La busqué a la hora pautada, lucía perfecta, la lleve a un restaurante español.

Valeria.

"Alex volvió, rumba hoy en mi casa si quieres verla"

Eso era todo lo que decía el texto que me envió Betania, Alessandra de vuelta, en un segundo me encontré envuelta en miles de sensaciones, pase el resto de la tarde distraída, la recordaba, la extrañaba, quería verla, pero sabía que eso sería un riesgo, un riesgo que no estaba segura de tomar.

La vi y olvide el riesgo, olvide lo pasado. Solo supe que estaba igual de atractiva, de sonriente.

Estos dos años fueron invertidos en una relación sin futuro con Cristina, creí que podría seguir adelante y borrar de mí aquella sensación de chiquilla que me hace sentir Alessandra, pero aquí está de nuevo, unos minutos conversando y ya puedo sentirme inexperta de nuevo, hasta nerviosa me atrevería a decir.

La velada estuvo perfecta, la comida deliciosa y su compañía aún más. Sus labios sonrientes seducían modestamente mi mirar, sus ojos seductores encendían esa llama de descontrol en mi ser; pero más allá de todo lo que me estaba volviendo loca debía contenerme, debía evitar salir herida de nuevo.

Terminamos de cenar y fuimos a una plaza, le pedí que fuésemos allá, quería ver la nueva fuente.

Los colores de luces azules y rojas brillaban junto al agua danzante. La luna llena y ella pegada a mí, hablándome de cosas de su nueva vida, de su vida en Europa; conversación que me traía a la realidad, que me hacía preguntarme si solo soy un entretenimiento de vacaciones.

- ¿Mañana quieres ir al cine? - soltó trayéndome de vuelta al espejismo de la noche en su mirada.

- Tal vez

- ¿De qué depende?

- De mi día en el consultorio.

- No me digas que tendré que asistir a alguna clase de terapia para volver a verte - su sonrisa hipnotizante - ven al cine conmigo, de igual modo es a las 7 y aparte ¡mañana es viernes!, yo pasó por ti, y luego de la peli cenamos, ¿qué dices?

Fingí duda el tiempo que me fue posible.

- Está bien, al cine. Ahora llévame a casa, he de dormir.

- Como órdenes.

Me hizo un guiño y partimos.

Bajo del auto y abrió mi puerta, me escolto caballerosamente hasta la entrada del edificio.

Conocía sus intenciones de besarme y yo no sabía si dejarla hacerlo.

- Mañana a las 7 entonces.

- Si - para mi sorpresa beso mi mejilla sosteniendo en su mano derecha mi cadera. Se dirigió al auto y yo, algo confusa entre al edificio.

Alessandra.

Llegue buscando algo frio en la nevera, Andrea muy nostálgicamente salió de su habitación para tener una de nuestras épicas conversaciones en la cocina.

- ¿Y? ¿Qué tal te fue?

Sonreí - Bien, mañana la llevare al cine.

- ¡Excelente!, pero no la lleves al cinex de plaza, está cerrado por remodelación.

Esa era una información de primera. Por eso es que amo a Andrea, siempre colaborando.

- Voy a dormir, pórtate bien y no desaproveches la oportunidad - sonreí, obviamente se refería a Valeria.

- Ve y descansa.

Salí al día siguiente a ver de mi pasaporte y de algunas informaciones en el banco.

Valeria.

“Espero no traigas falda". Un mensaje de Alessandra, observe por la ventana de mi consultorio y la vi abajo en su moto, menos mal preví esto y me puse un jean, vi el reloj 6:50 pm, sorprendentemente puntual.

"Tranquila, en un momento bajo". Respondí.

Salí, siempre me ha parecido sexy con la chaqueta de cuero que suele usar para andar en la moto de noche. Me ofreció el casco.

- Tengo algo para ti - dijo al terminar de besar mi mejilla. - ten.

Un chocolate, un Hersheys, el único que realmente me agrada, no podía creer que recordara eso.

- ¡Ves que si tengo buena memoria! - afirmo adivinando mis pensamientos.

No pude evitar abrazar su cintura durante el trayecto. Llegamos al Plaza.

"Cerrado por remodelación. Cinex se disculpa con nuestra exclusiva clientela por las molestias ocasionadas"

Alessandra me observó.

- Aquí no podremos ver nada. ¿Vamos a algún otro cine? - le propuse.

- Tengo una mejor idea, ¿qué tal si compramos algo de comida china, la llevamos a mi casa y vemos un par de películas en la comodidad de mi sofá?

Mi corazón latió con cierta intensidad, todos sabemos lo que eso podría significar.

Me acercó a ella tomándome de la cintura, beso con lentitud mi mejilla.

En poco tiempo habíamos comprado y ya estábamos en su casa.

- ¿Alex?

Andrea salió de su habitación.

- ¡Valeria!

Me acerque a abrazarla, Alessandra muy posiblemente no lo sabe pero cuando ella partió Andrea me busco, me conto todo lo que sucedió con Mercedes, gracias a eso, tal vez, fue que me decidí por ir a buscarla en casa de Betania a su regreso. En fin, logramos formar una amistad bonita.

- ¿Quieres cenar? - le ofreció Alex tras nuestro saludo.

- Si no interrumpo.

- ¿Cómo crees Andrea?, ¡acompáñanos! - le pedí.

Cenamos, Andrea nos acompañó a ver una de las películas que compramos, y al terminar se levantó.

- Yo las dejo, muy rico el compartir pero...

- Debes estudiar ¿verdad? siempre haces solo eso - se burló Alessandra.

- ¡No te rías!

- Pero si vas a eso ¿verdad?

- Olvídalo Alex jum. Chao Valeria - se acercó a abrazarme - espero verte pronto.

- Yo también Andrea, descansa.

Ella partió.

- Tal vez deba irme también.

- Pero si la noche es joven. Ven veamos la otra peli que compramos.

Se levantó y comenzó a apagar el TV y el DVD. La mire intrigada.

- La vemos en mi habitación, para que el ruido no distraiga a Andrea.

Asentí.

Su habitación me traía más de los recuerdos que deseaba para el momento.

Nos recostamos en la cama a ver la peli, al ésta culminar me levante de inmediato, no quería dar oportunidad a que nada ocurriese.

De frente al espejo y de espaldas a ella, acomodaba mi cabello y la observaba acercarse a mí, al tiempo que expresaba mis ansias de irme.

Ajusto sus manos en mi cadera.

- Deberías quedarte - se pegó más a mí, sentí su aliento en mi oído, me abrazaba completamente.

Me gire intentando alejarme, se acercó de nuevo a mí. Tomo mi mejilla en su mano, ajusto mi rostro en dirección del suyo, con prontitud sentí sus labios besando los míos, me deje llevar durante un instante que me hizo suspirar y me separe.

- No va a pasar Alessandra.

- Lo sé - afirmo pegándose de nuevo a mí - solo quiero compartir contigo, aprovechar esto.

Rozo mi nariz con la suya con suprema ternura y lentitud, para, seguidamente, besarme con la misma dulzura y suavidad.

Me deje seducir por la sinceridad en sus palabras, por lo dulce en su mirar; me quede en su casa, dormí en su pecho, besé sus labios cuantas veces quise.

Si fue cierto lo que me dijo, estaba diferente.

Pasamos el día juntas en diversas actividades que podría definir como citas de adolescentes; ya no me sentía en riesgo, me sentía segura, estaba mucho más cariñosa y linda de lo que recordaba.

La noche del sábado a regañadientes me quede en mi casa, podía seguir con ella pero necesitaba estar conmigo, organizar mi mente y convencerme de que en unos días ella partiría, convencerme de no entregarle todo, pues con su partida me destrozaría de nuevo.

Temprano el domingo llego a buscarme, iríamos al río, a una parrillada del novio de Andrea.

Me cambie al típico "traje de baño" para río, un short y una franelilla.

Al salir del baño vi a Alex quitarse la camisa y el pantalón sin importarle nada, su cuerpo estaba mucho más definido que antes, se quedó en un short y con un bra en la parte de arriba, lucía extremadamente sexy.

- ¡Estás bella! - se acercó a darme un beso. Me quede en sus brazos al tiempo que note a una de las chicas del grupo de amigas de Andrea observarnos.

El día paso sin percances, entre el agua del río, la cerveza, carne y juegos de domino.

Ale me dio su chaqueta, andar en moto de regreso del río era sabroso admito pero el aire estaba frio.

Entrando a la ciudad, a quince minutos de mi casa, empezó a caer un torrencial de agua muy inesperado. Nosotras que llevábamos ventaja de los carros del paseo nos detuvimos en una parada de bus, refugiándonos con su techo.

- Tenemos dos opciones, esperamos a los muchachos y sigues en uno de los carros o esperamos un poco a que escampe.

- O podemos seguir - añadí, me miro con sorpresa - estamos cerca de mi casa.

- ¡Te vas a mojar! - afirmó repleta de picardía.

- Ya lo estoy - respondí con la misma malicia.

Nos despedimos de los demás y seguimos.

Ciertamente llegamos empapadas a mi casa.

Me quite la chaqueta en la sala de mi casa, al girarme Alessandra se despojaba de su camisa, su espalda adornada por tatuajes, humedecida por la lluvia quedaba descubierta ante mi mirada curiosa.

Me acerque, tomándola de la correa, la dirigí a mi sofá, la empuje a el y me puse sobre ella.

Ya no podía seguir jugando a que no me excita y provoca su presencia así como ya no podía seguir tratando de engañarme, fingiendo no estar igual de enamorada que antes.

Acariciaba su cuerpo con cierto desespero, moría por sentirla, por probar esa pasión suya que antes fue capaz de abrumarme y ahora simplemente me sigue enloqueciendo.

Fuimos a mi alcoba, me hizo tan suya como yo deseaba que ella fuese mía. Pero había un toque dulce en su tacto distinto, había algo en ella hacia a mi más cariñoso, tal vez estaba sumergida en mis deseos y ya había perdido objetividad hacia la realidad.

Mercedes.

Se fue el aliento de mí ser al ver a Alex, estaba detenida en un semáforo, con Valeria en la parte de atrás de su moto.

Me sentí mareada se me arruino por completo mi noche de viernes, estaba en camino a verme con María, pero observar aquello me había quebrado por completo.

Alessandra estaba de vuelta, había regresado para estar con esa p*#@.

Fui a casa, le envié un mensaje a María, ya no podía verla.

Oí el timbre sonar. Sin ánimos decidí ignorarlo pero la insistencia de quien sea el inoportuno me obligo a levantarme.

Mis ojos rojos por el leve llanto que me acogió camino a casa abrieron la puerta.

- ¿Qué tienes?

- María ¿qué haces aquí? - pregunte tratando recomponerme. Tenemos tres meses saliendo no quiero que se entere de mi drama por una mujer que jamás me quiso.

- Me quede preocupada por eso vine a verte, ¿qué tienes?, ¿me dejaras pasar?

- Claro pasa, estoy bien, no era necesario que vinieses.

- No luces bien.

María fue a mi cocina a prepararme una sopa, un lindo detalle que múltiples veces había hecho por Alex para curarle alguna resaca, alguna noche de rumba en la cual seguramente me engaño vilmente y yo siempre allí como una tonta cuidando de ella, con pesar puedo admitir que tras estos dos años no he evolucionado en nada, estoy saliendo con una mujer hermosa, detallista y atenta conmigo y aun así me afecta verla, recordarla.

- Ten bébetela toda, ¿qué sientes?

- Me siento decaída es todo.

- Debe ser que pescaste algo viral - me beso y tomo asiento a mi lado.

No tenía ánimos de comer, la verdad quería estar sola, pero ante tal dulzura no tenía otra opción.

María se quedó conmigo, sin interés alguno cuido de mi mientras que yo desgraciadamente no podía sacarme a Alex de la mente, no puedo creer que este aquí con esa...

María hizo que durante esa semana yo olvidase a Alessandra, llego el viernes de nuevo y estaba dispuesta a recuperarlo sin importar que, y ahora que ya María sabía todo de mí, era el momento, quería disfrutar de mis nuevas ilusiones.

Nos veríamos en el club que nos conocimos. La divise en la barra, no perdí tiempo en acercarme.

A escasos metros entre el bullicio de la gente observo una chica acercársele, a medida que cortaba distancia detalle con más cuidado, los brazos de la chica rodeaban la cintura de María, le susurraba al oído, ya en su frente pude reconocerla.

Alessandra sujetaba a María con posesión, con derechos sobre ella, tratando de no helarme pedí explicación.

Siete Meses Atrás;

María.

- Vamos María ¡hay que beber!, el que sea miércoles no impide nada, somos jóvenes, disfrutemos.

Alessandra y sus ideas, compartimos cuarto aquí en Madrid, y desde que está aquí conmigo he consumido más licor que nunca.

Tres horas y botella y media de vodka después ya ni sabíamos con claridad que hacíamos pero la tonta idea debía nacer.

- Nah ya dime ¿qué paso con la chama que estabas? nunca me has querido contar porque terminaron.

Se levantó por una botella, tequila era lo que nos quedaba ya.

- No entiendo cuál es tu afán en saberlo, pero bueno está bien te lo contare, básicamente la encontré en mi habitación, en mi cama, con un hombre.

- ¡¿Qué?!

- Si eso fue - bebió el tequila puro y me dio la botella.

- ¡Se pasó de la raya! - medite durante un segundo. - ¿sabes qué? le jugaremos una treta, que sienta lo que tú...

- En realidad no fue para tanto.

- Alex conozco tu orgullo, estaba con un hombre y la pillaste en el acto, - me acerque a abrazarla mientras bebía - yo en poco tiempo terminare mi especialización y debo ir a Venezuela, la buscare, la conoceré, la voy a enamorar y llegaras tú, le diremos que en realidad soy tu novia - en medio de risas no creía mi propuesta fuese cierta.

- ¡Estás loca mujer!

- ¡Ah! ¡Vamos! ¡Me vas a decir que no te gustaría vengarte! - asintió aun dudosa - te doy una súper oportunidad para hacerlo.

Y así llegamos a este nefasto acuerdo. Yo sabía que Alessandra no era ninguna santa pero oírlo de boca de Mercedes, lo que sufrió lo que le hizo, fue totalmente diferente.

Justamente ayer me conto todo, todo lo que le hizo, lo que la llevo a acostarse con aquel hombre en busca de una venganza sin sentido, tal como la que yo planeé sin si quiera conocerla. Y aun así yo vine aquí como si el plan estuviese y debía seguir marchando perfecto.

Alessandra abrazando mi cintura en espera q ella haga aparición, todo mi ser pidiéndome que no lo haga, que siento algo por ella, que no puedo llevar a cabo esta farsa estúpida.

- Alessandra aléjate de mí no podemos hacerle esto.

- Ya es muy tarde - me susurro un instante antes de besarme.

- ¿Qué diablos significa esto? - pregunto ella con sus ojos aguados, me hele cobardemente, Alessandra notándome inmóvil habló.

- Mercedes, ¡que linda coincidencia!

Su mirada incesante buscando la mía, mi cobardía perpetua huyendo de cualquier contacto.

- ¿La conocías?

- Créeme, hace más que conocerme.

Alessandra dio el golpe de gracia y ella, ella envuelta en lágrimas tenues se alejó de nosotras, quise ir tras ella y no pude moverme ni un milímetro, oí a Alessandra hablarme pero no me importaba en lo más mínimo.

- Esto no estuvo bien - le dije molesta.

- Pero fue tu idea

- ¡Cuando no sabía que habías sido una desgraciada con ella! - le reproche y me fui.

Valeria

"Creo que tu amor está muy amigable con alguien más" un whatsapp de Cristina, quien no más se enteró de que estaba con Alex empezó a fastidiarme, no sé cómo lo supo. Ignore su mensaje y seguí en mi casa esperando por Alex.

1 minuto luego recibí una imagen un tanto borrosa, tomada en un bar en el que Alex abrazaba a una chica, estaba muy cerca, parecía iba a besarla.

Debe ser una foto vieja pensé, Alex me dijo que iría a la ducha para luego venir aquí.

"Deja de molestarme" - le envié.

“Sé que no me crees, pero llámala, pregúntale donde está, ve a verla, y si su ropa no es la misma a la de la foto entonces te dejare en paz. No trato de recuperarte, solo trato de evitar que juegue contigo de nuevo”. - su argumento me dejo pensativa.

Llame a Alex, un bullicio se sentía de fondo, me dijo ya estaba en la vía para venir aquí.

Observe la foto de nuevo, un pantalón negro de jean y una camisa de botones blanca ceñida al cuerpo; me sentía tonta admitiéndolo pero Cristina había sembrado la duda en mí.

Estuve inquieta hasta que oí la puerta abrirse, había llegado.

Salí de la cocina donde me encontraba bebiendo un trago. Me fije en su ropa inevitablemente note el pantalón y abruptamente me acerque a ella, evadí su beso y abrí su chaqueta en busca de la camisa blanca de botones ceñida al cuerpo.

Alessandra.

María había desaparecido, algo consternada seguí mi camino a casa de Valeria.

La cara de Mercedes fue un poema lo admito, me genero cierta satisfacción, pero a estas alturas de mi viaje ya no había venido a vengarme adolescentemente, había venido para estar con Valeria.

- Me gusta cuando estas así de ansiosa y agresiva - le dije con cierta excitación activa producto al modo abrupto en el que me abrió la chaqueta. Busque besarla y se alejó hacia la cocina, la seguí.

- ¡Explícame esto! ¡Dime que estoy viendo mal y esta no eres tú! - roja del enojo me ofrecía su celular. Lo tome. Una foto mía, una foto mía con María de hace unos instantes nada más.

- ¿Quién te envió esto? - pregunte arrepintiéndome en el acto de mi respuesta.

- ¿Eso es lo que tienes que decir?

- No es lo que estás pensando - asegure luego de la metida de pata.

- Vete Alessandra, vete.

- Déjame explicarte, es una amiga....

- Si ya vi que es una de tus "amiguitas" - me interrumpió - vete, no quiero verte.

- ¡Valeria! - suplique.

- ¡Vete ya!

Me quede sin más camino que irme, como diablos se pudo enterar, no pudo ser Mercedes que le enviase esa foto.

- ¡Carajo! - encendí mi moto, di muchas vueltas, no sabía ahora que haría.

Llegue a casa en busca de un consejo de Andrea, quien tras oír mi frita historia y por primera vez no tuvo ni quiso decir nada, se levantó de su asiento me observo con decepción y salió.

Esta vez si la había embarrado.

Un texto de María me llego a media noche, "mañana en taperio café, a las 12, tenemos que hablar".

No logre descansar bien, ya había llegado mi café antes que María, comenzaba a ofuscarme, debería estar buscando a Valeria, no perdiendo tiempo aquí.

- Creí que no vendrías - le exprese, con expresión seria tomo asiento a mi frente.

- Quiero notificarte que buscare a Mercedes, la quiero bien.

Su actitud de anoche me dio a entender esto así que para mí no era la gran sorpresa.

- Debí saber más de todo lo que paso entre ustedes antes de poner en marcha ese estúpido plan.

- Yo jamás me hice la víctima, tú me conoces, y te dije que no era para tanto.

- Si eso logrará que tu conciencia este tranquila sigue repitiéndotelo.

Se fue. Mi cabeza era un gran signo de interrogación ante todo lo acontecido.

Llame a Valeria, mi corazón latió cuando atendió para tan solo mandarme a la mierda.

Tres días después encerrada en casa superando la resaca de beber continuamente cerveza y con Andrea aun enojada conmigo salí de mi habitación con el cabello enmarañado y en ropa interior. Cogí una cerveza helada de la nevera, oí el timbre sonar, manosee un poco mi cabello intentando darle algo de forma y fui a ver quién era. Una chica me saluda sonriente.

- Soy Carol - ni idea de quien era - me conociste en el paseo, soy prima de rafa, el novio de Andrea.

Aun no la recordaba pero la invite a pasar y fui a ponerme un short y una franelilla.

- Mi laptop dejo de funcionar y allí está mi tesis necesito recuperarla a como dé lugar y Andrea me comento que trabajas con estas cosas.

- Claro no hay problema, déjame verla.

Después de un par de trucos pude sacar su tesis y recuperar el Windows, pero el reinicio del sistema llevaría algo de tiempo, por lo cual le ofrecí una cerveza a la callada pero sonriente chica.

La bebió en tres tragos prácticamente.

- ¿Quieres otra? - pregunte sorprendida.

- Si, gracias.

Regresaba de la cocina y me encontré con la chica en el sofá sin camisa y mirándome sugerentemente. Deje su cerveza en la mesa, y bebiendo de la mía tome su mano para guiarla hasta mi cuarto. Tal vez era una señal de Dios para que dejara de pensar en Valeria.

40 min después, después de haber sido momentáneamente dueña de su cuerpo me di cuenta que Dios no quería que olvidara a Valeria, en realidad jugaba conmigo y con esta chica hizo que la pensara mil veces más.

Agradeciéndome con un beso por su laptop partió. Me quede en el sofá bebiendo y pensando. Andrea llego.

- La prima de Rafa me dijo que tenía problemas con la laptop y...

- Si ya vino y ya la arregle - la interrumpí, buscando dejar el tema así, no creo que el acostarme con su prima política ayude a que me vuelva a hablar normal.

- Gracias. - le sonreí.

Salí a buscar a Betania, tal vez ella me distraería y dejaría de pensar en Valeria; no sirvió, seguía pensándola y ya me había cansado de eso.

Por la mañana temprano llame a la aerolínea, cambie la fecha de mi boleto otra vez pero esta vez no para retrasarlo, si no para adelantarlo e irme lo antes posible, es decir a las 9pm.

Hora de recreo en el colegio el sagrario, donde trabaja Mercedes, entre en su aula de clase.

- He venido a disculparme - solté con prontitud, notándola atónita por mi presencia.

Se sonrió, - ¿en serio?, ¿qué quieres de mi ahora? ¿No te basta todo lo que me has hecho?

- No vine a pelear, sinceramente quiero disculparme por todo lo malo que te haya hecho desde que te conozco, y sobre todo por la broma, la venganza, como quieras llamarlo, María quiso detenerme, por lo visto genuinamente siente algo por ti, está bien que me odies y lo entiendo pero considera lo que te digo y habla con ella.

Se mantenía en silencio pero con sus ojos humedecidos.

- Lo siento.

Y partí, no sé por qué quise hacerlo, pero me sentí mejor haciéndolo.

Daban casi las 3 pm cuando llegue al consultorio de Valeria. Espere a que su paciente saliera y me cole adentro de su consultorio.

- ¿Puede atenderme doctora? – se giró para verme con mala expresión.

- ¡No hay nada que yo pueda hacer por usted! - Su asistente que me seguía para botarme del lugar entro. – Tranquila Daniela, esto será rápido.

Volvió a mirarme con el mismo enojo.

- Entiendo tu enojo, de verdad que sí, pero no sabes por qué lo hice.

- Si, lo sé. Mercedes tuvo la delicadeza de llamarme y advertirme. Caíste bajo Alessandra y por muy cínica que me parezca tu “venganza” la verdad es que no me interesa. No me interesas.

¿Mercedes la llamo? ¿Qué carajos?

- Yo reconozco mi estupidez, reconozco el descaro y merezco las consecuencias de mis acciones; entiendo que aunque me haya disculpado con Mercedes eso no borrara el daño que le he causado; pero todo eso que cae sobre mis hombros no hará que renuncie a ti. - Valeria caminaba de un lado a otro; tomando carpetas, organizándolas y desordenándolas a la vez. – No quiero excusar las tonterías de mis procederes, pero si quiero decirte, quiero que sepas que yo vine aquí en busca de venganza – me miro más furiosa – o al menos eso creí, pero después de verte entendí que vine con la verdadera esperanza de encontrarte de nuevo, de que sucediera lo que paso, de compartir contigo, de recuperar todo el tiempo perdido. Y ahora estoy aquí para asegurarte que yo quiero estar contigo, que no quiero dañar estos días que hemos vivido juntas, no quiero arruinar lo que sientes por mí.

Me observo con pena un segundo, para luego girarse, darme la espalda y un frio “vete ya”, su voz quebrantada me pedía que me acercara, pero con pesar sabía que eso era lo peor que podría hacer en este momento.

- Me voy en un par de horas Valeria, y no quiero irme sabiendo que volví a arruinarlo todo contigo. - su silencio era hielo - te quiero.

Con pesadez entendí que esta sería la última vez que la vería.

Fui a la casa una despedida nostálgica con Andrea me aguardaba, y quizás esta vez ya no volvería mas.

Valeria.

Estaba destrozada, para que negarlo, me había reencontrado con ese amor que siento por ella y lo peor de todo es que me había reencontrado con la decepción y el engaño, su engaño.

Partió de mi consultorio. Tome asiento con la mirada perdida en el infinito de mis recuerdos con ella. Se va, se va de nuevo; observaba en un calvario lento el pasar de los minutos... mi mente y corazón dudosos, luchando entre sí. Quería buscarla, debía dejarla partir; quería ser suya, debía aceptar que ella jamás podría ser mía.

Dejando el auto mal aparcado afuera de su casa me baje, daba los pasos prisa; me detuve frente a su puerta. Aquí estaba buscando darnos una tercera oportunidad.

Alessandra.

- Ya está listo todo Andrea, es mejor que me vaya lo sabes.

Me detuve un momento en sus ojitos tristes.

- No puedes irte así.

- Tranquila, no es que me voy a morir, podrás ir a visitarme. - me acerque a abrazarla.

- Me harás mucha falta.

- Eso te pasa por no quererme hablar estos últimos días.

- No es gracioso Alex.

Se alejó de mí.

Reí - lo sé - oí que llamaban a la puerta, los ojitos humedecidos de Andrea la dejaban indispuesta.

Abrí la puerta y Valeria se arrojó a mis brazos, sorprendida la acogí en ellos; tardo un par de segundos en alejarse de mí, la observe a los ojos un instante y solo pude atinar a besarla, me correspondió y se pegó de lleno a mí.

Le pedí que pasara y Andrea saliendo de mi habitación nos observó con sorpresa.

- Daré una vuelta ustedes necesitan hablar.

- No Andrea, no es necesario - dijo Valeria, yo solo la observaba, no podía creer que estuviese aquí.

Andrea acaricio nuestros suavemente brazos y salió.

- Alessandra he venido porque...

No pude, no pude dejarla hablar, me lance sobre ella a besarla, estaba ansiosa por su piel, por sus labios.

Desabotonaba su camisa con desespero al tiempo que ella intentaba lo mismo con la mía. Acaricie cada centímetro de su piel, admirando su suavidad, deleitándome con las sensaciones que su aroma provocaban en mí. La hice mía y por primera vez me permití ser de ella.

Poco fue necesario decir, pasamos la noche en compañía de besos y nuestra desnudez.

Perdí mi vuelo, pero obtuve algo de mayor importancia, ya luego buscaría la manera de convencerla de irse conmigo, o tal vez yo me quedaría, el futuro incierto ya no importaba mientras la tuviese a mi lado.

FIN.