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Causalidad (18)

en Lésbicos

Causalidad (18)

Gabriela.

Tras horas sin rumbo, observe el amanecer desde aquel parque que representa para mi uno de los momentos más vividos entre nosotras antes de comenzar nuestra relación.

Miraba el sol salir, me fijaba en la tonalidad del cielo mientras pensaba como diablos iba a hacer para no soñarla y añorarla cada noche.

Verdaderamente no pude recibir el año de peor modo.

Fui a casa de mi padre, donde estaban esperándome y a un paso de salir a buscarme pues les preocupaba que no había dicho mi paradero y no atendía sus llamadas. Me sentí muy avergonzada por transmitirles esas sensaciones en pleno año nuevo pero solo hice lo que sentí debía hacer, solo actué para ir tras ella.

Me siento completamente cansada de estar sin hacer nada, no hallo un modo de distraerme, estas vacaciones de enero me están matando. No he podido hacer más que simplemente alimentar las nuevas constantes en mi vida, la sensación de vacío, de frustración por haberla perdido, mis múltiples pensamientos nostálgicos referentes a ella…

El calvario de mis sueños es tan cruel que casi me siento capaz de sentir tangible la presencia de su rostro en ellos.

Mi situación sigue siendo y será la misma, no podré dejar de amarla y no quiero hacerlo.

Natalia.

A estas alturas de mi vida me hallo en un estado de total y completo enojo hacia mi misma; me enojaba no entender cómo era posible que fuese tan eficaz provocando el holocausto de mi propio destino.

Mi alma se consume en el dolor cada día y solo he atinado a ofuscarme y bipolarmente caer en profundo llanto. Los altibajos de mis sensaciones internas cultivaban esa angustia que opacaba cada latido de mi corazón, latidos que siempre han sido y serán para ella.

Mis padres, en medio de su dominio sobre mí, intentaron obligarme a ir a unas “vacaciones familiares”, pero me preguntaba yo, ¿Cuál familia?, un padre que en pleno instante que sepa mi sexualidad me desterrará de su vida, una hermana que ya no conozco y que por su actitud no quiero conocer. La única por la cual pudiese ir sería Katy, pero no podía, no podía soportar un viajecito de esos.

En medio de uno de los pocos, mejor dicho, el único ataque de rebeldía y desobediencia directa que he tenido en la vida, rechace el viaje y exigí me dejaran sola en casa; en busca del significado de esa palabra “serenidad”, que solo podía hallar en sus brazos.

Con los ánimos de asombro dominando los rostros de todos aceptaron dejarme atrás.

Katy se despidió de mi con un pesar que me expreso con su mirar y el abrazo largo que me dio antes de partir.

“Espero encuentres esa respuesta que te hace falta”, dijo un segundo antes de subir al auto; sonreí a medias, no era ni necesario preguntar qué tan obvio era para los demás mi estado de ánimo, mis tribulaciones mentales y mi dolor por estar sin ella, se notaba a kilómetros que sin su presencia había quedado incompleta.

Mi Nana había tomado unas muy merecidas vacaciones, por lo cual, yo estaba a solas y eso jugaba a mi favor trayéndome breves alientos de paz.

Me sentaba en el jardín y pensaba en ella, recordaba su voz decirme te amo y suspiraba nostálgicamente, sufriendo neciamente. Me hacia una falta increíble mi hermoso cachorro, me preguntaba cuando lo volvería a ver, debe estar mucho más grande y hermoso, ¡mi Lobo, espero verlo pronto!

El día de reyes, David y Paulina me citaron pues querían verme, cosa que a mí me resultaba bien. Quería abrazarlos, los extrañaba enormemente.

Nos vimos en un restaurante, los abrace como si hubiese pasado una eternidad sin verlos.

- ¡Naty te extrañábamos! – anuncio David abrazándome de nuevo.

 - ¡Y yo a ustedes!, ¡cómo no tienen idea!

Conversamos un poco y no resistí, debía preguntar, necesitaba saber cómo se encontraba.

David bajo su mirar.

- ¡Naty tú debes imaginarte cómo está!, distrayéndose con cuanta tontería puede, intentando no pensar, haciéndose la dura pero su mirar no puede engañarnos, ¡está muy mal!

Ahora yo no podía levantar mi rostro para verlos.

- Al igual que tu Naty – intervino Paulina – todo esto no es más que un disparate y tú lo sabes, ¡debes echar marcha atrás a esa decisión!

- Ya no puedo  hacer eso – afirme con la misma terquedad que me ha dominado sin yo poder evitarlo.

Literalmente soñaba con aparecer en su casa, abrazarla y rogarle que me perdone, que me permita retornar a su lado, pero la realidad era otra muy distinta.

No existía entre los recuerdos de mi vida otra imagen con más peso y claridad que aquella de haber visto sus ojos humedecidos y vulnerables por mi causa; no dejaba de pensar en eso y me sentía cada vez aun más fatal.

Con suma lentitud se iban los días y yo continuaba con un corazón roto que al parecer no tenía la mínima intención de sanar.

Las clases comenzaron, y como parte de mi martirio, todos me preguntaban por Gaby, con un dolor silencioso desmenuzando mi ser alcanzaba a responder a medias que tenia días sin verla.

Una tarde regresaba de la facultad con un dolor de cabeza tremendo y un enojo de igual magnitud que se había convertido de lleno en mi más fiel compañero. Por más que intentaba distraerme, forzarme a no pensarla o extrañarla, todo me resultaba inútil, la depresión no se iba de mi, simplemente iba en aumento.

Entre a mi habitación sin planes de bajar a cenar, no quería ver ni saber de nadie, estaba enojada y sin ánimos de nada. Mi Nana a punta de ruegos me obligo a bajar pues mi padre, ya disgustado, me esperaba para iniciar la cena.

Tome asiento en la mesa y mis hermanas no paraban de mirarme, yo las ignoraba descaradamente, contando cada segundo que pasaba en una ansiosa espera de que terminara la cena.

Papá no paraba de hablar de cuestiones de la compañía y yo observaba mi plato, fingiendo comer, sin oír ni una de las palabras de las que él decía. A mitad de la cena me pregunto qué sucedía conmigo sin la intención real de querer saberlo, a medias le dije que nada ocurría y continuo con el mismo tema que sostenía anteriormente.

La cena termino y antes de ir a dormir, preferí quedarme con mi Nana en la cocina; era la única que estaba ajena a todo lo que me pasaba por lo cual su compañía refrescaba mis ánimos, a pesar de que sentía su audacia analizarme. Me ha preguntado un par de veces por Gaby pero no ha intentado indagar más allá de las vagas respuestas que le doy, cosa que agradezco.

La ayude en la medida en que me lo permitió, lo cual fue muy poco. Le di las buenas noches y tome vía hacia la sala para ir a mi habitación.

Oí la voz de mi padre furiosa, hablándole, mejor dicho, gritándole a alguien; enseguida me fue posible percibir la voz un poco más suave de mi madre y por último la de Katy.

La vocería provenía del estudio por lo cual decidí acercarme.

- ¡Quiero que me digas ya Kathyuska! ¿Por qué la junta con esa niña? ¿Acaso tienes algo con ella? ¡Exijo que me lo digas!

- ¡Es una buena amiga y punto!, pudieses respetar las decisiones de los demás, su sexualidad no les incumbe.

- ¿No me incumbe? – grito fuerte, yo continúe oyendo, mi enojo comenzaba a rebosar el limite – me incumbe en el instante que mancha el honor de mi familia, de mi apellido.

Trate de detenerme pero no pude, ¡ya es suficiente!

- ¿El honor de tu familia? – pregunte entrando súbitamente.

- Natalia esta conversación no tiene que ver contigo – me causo gracia la ironía de su afirmación.

- ¿Le llamas conversación a gritarle a mi hermana para prohibirle una amistad con alguien, tan solo porque es homosexual? – ofuscado busco intimidarme con su mirar rabioso pero la adrenalina del enojo que corría por mis venas se lo impidió.

- ¡Sabes bien que ese tipo de desviación no es tolerada en esta casa!

Katy y mamá me observaron expectantes, esta última levantándose de su asiento me pidió que partiese a mi habitación.

- No me voy a ningún lado. Ya es hora de que lo sepas padre – Katy balbuceo un “¡No!” nervioso que ignore – que “ese tipo de desviación”, como le dices, ya entro a tu casa – me miro confuso – lo que estas entendiendo – exclame con fuerza - ¡yo soy homosexual!

- ¿Qué? – enrojeció enfurecido.

- No debería preocuparte la amistad de mi hermana con esa niña pues la única que esta manchando tu gran apellido aquí soy yo.

Incendiado en ira no pudo decir nada. Mi madre me observaba atónita, con cierta decepción en sus ojos, tal vez pensaba que mi sexualidad sería cosa de juego, de experimentar, que no sería capaz de enfrentarme a mi padre, Katy de pie a mi lado se notaba ansiosa.

Seguí parada allí, rígida observándolo, esperando por una reacción y segundos después de odiarme con su mirar alcanzo a pronunciar palabra.

- ¡Piensa bien lo que estás diciendo porque bajo mi techo no existe tal deshonra!

Sonreí levemente, compadeciéndome de su ignorancia.

- ¡Estoy más que segura!

Me di media vuelta y con una ira desconocida para mí nublando mi mente, fui a mi habitación. Reniega de mi y no pienso derrumbarme ante ello, simplemente hare real su afirmación, en su casa no habrá tal deshonra como lo soy yo.

Gabriela.

Las noches me eran realmente incomodas pues me sobraba el tiempo para desesperar mi mente pensándola y no tenia con que distraerme y evitarlo, pero en especial esa noche me sentía particularmente inquieta; no sé cómo explicarlo, era algo dentro de mí que me gritaba que algo estaba sucediéndole a Natalia, tome mi celular y marque cada digito de su número pero no me atreví a llamar; me sentí sumergida dentro de una paranoia creada por mis ansias de saber de ella. Preferí no molestarla y encontrar el modo de lidiar con lo que sentía, pero la sensación no se iba de mí.

Natalia.

Dominada por el impulso entré a mi habitación y tome una maleta.

- ¿Natalia que haces? ¿Por qué hiciste eso? – pregunto Katy observando mi actuar.

- Simplemente no aguante mas su actitud Katy, ya estuvo bueno. Y ya lo oíste, no quiere lodo en su nombre así que yo me voy, no puedo estar bajo su techo.

- Natalia detente un segundo y piensa, esto es una locura, ¿A dónde iras?

- ¡A donde sea! ¡No me importa!

Tomo mis manos y detuvo mi actuar.

- Naty mírame, no puedes hacer esto, ¡estas arriesgando más que solo un techo!

- ¡Katy me voy!

Con suavidad me solté de sus manos, no estaba pensando con claridad, solo podía actuar y seguir ese arrebato de querer marcharme.

Junte un par de cosas, las que considere más indispensables y tome mi vía de escape. Agarre las llaves de su camioneta y se las deje a su frente, sobre el escritorio. Aun furioso me miro.

- Por lo menos tienes la decencia de irte sin esperar a que te lo pida.

Mi madre lo observo antes de verme a mí y acercarse.

- ¡Natalia esto no es necesario!

- Si lo es y lo sabes – afirme haciendo un esfuerzo por mantener mi actitud libre de cualquier signo de debilidad.

- ¡Déjala! – Dijo él con soberbia – hallará lugar junto a quienes la han convertido en eso que repudio, allá podrá vivir su libertinaje con plenitud.

Ni si quiera tuve la intención de mirarlo, no quería verlo, me estaba dando cuenta que estaba quedándome sin padre y en vista a su modo de pensar, estaba mejor de ese modo.

Me dolía en el alma, no lo niego, pero era lo mejor.

Mi hermanita me siguió hasta la entrada con sus ojos aguados. Baje mi maleta para abrazarla.

- Naty es mi culpa, ¡no te vayas! – me aleje para ver su rostro humedecido por unas lagrimas que me recordaban la vulnerabilidad de su infancia y partían mi corazón.

 - Katy, ¡no es tu culpa!, esto es algo que debía pasar tarde o temprano, no te culpes por ello.

- Pero…

- Pero nada – la atajé – ahora tranquila, ¡todo estará bien!

Me abrazo con fuerza. Trataba de dejarle antes de marcharme un poco de seguridad y en ese instante mi Nana apareció, agitada con su rostro angustiado.

Intentaba persuadirme de quedarme al tiempo que yo trataba de calmarla. A un paso de finalmente irme, sentí un automóvil detenerse, Mariana se bajo sonriente del carro de Victoria, expresión facial que cambio drásticamente al ver mi maleta y la escena que estaba creada.

- ¿Qué sucede aquí?, ¿Naty por qué la maleta?

- ¡Por qué me voy!

- ¿Qué? – gritaron ambas en armonía.

- Le dijo a papá sobre su sexualidad – balbuceo Katy al notar mi silencio.

- ¡Natalia! ¿Tú te volviste loca?; eres mi hermana y no permitiré que te echen de acá, ¡esta es tu casa!

- No lo es Mariana, y me voy, ¡quiero irme!

Tome mi maleta con firmeza y di un paso al frente.

- ¿A dónde iras? – pregunto Victoria y Mariana observándome respondió por mí.

- Se va conmigo, te hospedaré en un hotel hasta que la tempestad pase.

- No será necesario Mariana, - me miro confusa – iré con David hasta que pueda organizarme. – respondí confiando en que David no se negaría a ayudarme.

- ¿Prefieres acudir a él que recibir ayuda de mi que soy tu hermana?

Me provoco pesar esa pregunta, pero me provoco un pesar mayor el hecho de que en realidad era así, prefería la ayuda de David o Paulina, no quería deberle nada a mi familia y a Mariana ya no la conocía, así que mi decisión era optar por esos amigos que han demostrado mas lealtad que mi propia sangre. Guarde silencio para no decir nada hiriente.

- Bueno no hagan más drama del que ya hay – dijo Victoria súbitamente, observando a mi hermana mayor con profundidad - ¡te vienes conmigo y punto!

Intente negarme a acceder a esa afirmación pero a la final mi Nana y Katy terminaron convenciéndome de que de ese modo se sentirían más tranquilas, que era lo más seguro para mí.

- Tan solo será un par de días – asegure cuando me instalaba en una de sus habitaciones.

- Nada de eso Naty, acá te quedarás, eres mi prima y te quedarás conmigo.

- ¡No quiero representar una carga para ti! – enuncie segura.

- ¡No lo eres! – me sonrió.

- Buscare empleo, te agradezco mucho que me recibas pero no permitiré que corras con gastos extras por mi causa.

- Naty tranquila, primero tus estudios, por lo demás no te preocupes.

Asentí y le agradecí de nuevo con el mismo plan en mi mente, debía buscar el medio para mantenerme y mantener mi decisión.

El insomnio que tenia me ayudaba a pensar, o bueno a hacer el intento de pensar con claridad.

Si tuviese su apoyo, su compañía, toda esta situación sería muy diferente. En este momento me hallaría refugiada en sus brazos, en su pecho, sintiéndome tranquila por saberla allí, a mi lado. Pero ya no puedo soñar con algo que yo misma he derrumbado, yo misma la he alejado de mí y ahora debo enfrentar el dolor que no se extingue y se incrementa sin control a cada minuto que me veo sin ella.

Al otro día, luego de mis clases, prepare mi currículo, el cual no era muy extenso pues no había trabajado antes pero tenía bastantes conocimientos sobre administración gracias al modo en el cual me criaron.

Me entrevistaron en varias compañías, donde quedaron en llamarme, pero su reacción ante mi apellido me decía que iban a llamar a mi padre, a pedirle permiso tal vez, antes de tomar una decisión para contratarme o no. Como última opción entre a uno de los centros comerciales más grandes de mi ciudad, donde, antes de verme con Katy, aprovecharía a entregar un par de currículos más.

- ¡Naty! – Carly (la gerente del bar de rock), llamo mi atención, la busque con mi mirar y se acercaba a mí, desde atrás, sonriente.

- Hola Carly – beso mi mejilla.

- ¿Cómo estás?

- Bien y ¿tu?

- Bien, bien, oye ¿y Gaby? – pregunto observando a mi alrededor, tratando de hallarla. Baje mi mirar y guarde silencio.

- ¡Oh!... ¡lo siento!

- No te preocupes – afirme buscando sostener una sonrisa de nuevo.

- Y ¿Qué haces por aquí?

- Pues busco empleo.

- Oye y ¿por qué no acudiste a mí?; me serías de buena ayuda en el bar, claro si quieres – me llene de alegría, en realidad no había pensado en que ella podría ayudarme.

- ¡Sería genial!, ¡Gracias Carly!

- No me agradezcas Naty, ve luego en la noche ¿sí?, ¡debo irme!

- Ok, gracias de nuevo – me sonrió y despidiéndose de mí partió.

Esperaba a Katy y pensaba que en realidad era bueno eso, no entorpecería mi horario de clase, lo único que me obstaculizaba y hasta me aterraba era que al estar allá me mantendría en vivo contacto con mis sentimientos, ese lugar significa tanto para mi, ¡es la base de nuestra historia juntas!

Katy llego abrazándome con fuerza, interceptando en seco mis pensamientos.

Conversamos por largo rato, me comento que Mariana discutió fuertemente con mi padre por lo sucedido, por lo cual él ahora, más que furioso, no le habla a ninguna de las dos.

- Katy, son mis hermanas y no quiero que tengan problemas por mi culpa, lo que sucedió es lo mejor y me siento contenta con ello. No se enfrenten a él por mí.

Intento discutirme y se lo impedí.

- Es en serio Katy – guardamos silencio un segundo – Katy… ¿ya le has dicho?

- ¿Qué? ¿A quién?

- Katy no te hagas la inocente, se que hablas con Gaby, ¿Ya le dijiste lo que paso?

- No – la mire profundamente – de verdad Naty, no le he dicho, pero debería hacerlo.

- No Katy, no lo hagas.

- Natalia no seas necia, habla con ella, arregla las cosas.

- No Katy, no se puede, es mejor que ella siga su vida y yo trate de construir la mía, por favor no le digas nada, ¡no quiero preocuparla!

Mi mirar reposo en el suyo con cierta suplica. Asintió.

- ¡Promételo!

- Ok Naty, no le diré nada.

- ¡Gracias!

Luego de una extensa charla decidimos partir. Yo fui al departamento de Victoria a cambiarme, en una par de horas debía ir a verme con Carly, situación que me tenia sumamente nerviosa, no podía imaginarme que sería de mi si me encontraba allí con Gaby, no la veo desde principio de año, no estoy preparada para verla de nuevo sin poder acercarme, sin poder hallar esa serenidad que tanto necesito en sus brazos.

Al paso que cruzaba el estacionamiento del bar me sentía completamente abrumada por mi memoria, aquí fue nuestro primer beso, tome aire para contener mi frustración, mi dolor y continuar con mi cometido.

Me senté en una de las mesas a conversar con Carly y se me hacía difícil concentrarme, un dolor en el pecho me distraía por completo de la realidad.

Gabriela.

Febrero toma su lugar en el calendario y yo sigo sin saber nada directamente de ella. El significado de aquel hombre se mantiene vivo entre mis dudas, al igual que su rechazo; no sabía que creer y ya no quería pensar más, me dolía hasta el más mínimo detalle de mis días por no tenerla conmigo.

He sabido poco sobre su vida gracias a mi contacto con Katy, pero no es suficiente, ¡jamás lo será!; y no me resigno, simplemente no puedo hacerlo, la amo pero ya no puedo buscarla; no tengo en mi la capacidad para aceptar que este sea el final, me niego a aceptarlo…