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Causalidad (16)

en Lésbicos

Causalidad (16)

Gabriela.

Estaba reparando hasta autos que no eran de mí deber revisar, mi ansiedad estaba ardiendo en su máxima expresión. David me acompaño, y daban las 3 am y aun no me decidía a partir a casa, no me sentía capaz de dormir, o de quedarme sin hacer nada.

Apenas oí el celular sonar me apresure a atender pues sabía que era ella.

Todo en los acontecimientos de estos días tenía un aire extraño, hasta el que Naty no pudiese conciliar el sueño lo veía como una mala señal, no entendía que sucedía ni porque sentía ese tipo de cosas, era algo totalmente desagradable.

Pero al momento que la oí decirme “te amo” se esfumo cualquier temor, ansiedad, preocupación o lo que fuese de mí. Retome el optimismo y el escepticismo hacia esos sentimientos que trataban de oponerse entre mi ser y mi control. Luego de colgar pude partir a mi casa con un poco de paz.

La rutina de mi día comenzó tras solo un par de horas de descanso no más.

A media mañana mi padre me llamo para decirme que quería verme en casa al mediodía.

Allí nos vimos y después de explicarle a papá toda la historia, por primera vez en mi vida, lo vi quedarse sin palabras. Tres minutos meditando con expresión de disgusto en su rostro y se levanto del sofá, yo seguía mirándolo fija, en espera de que me dijese algo, ¡que me guiara!

- Gabriela, cuando eras adolescente y te encontré con una niña acá en la casa, recuerdo muy claramente haberte dicho que cada acción tiene un efecto y una consecuencia, que no sabemos qué tan lejos llegan nuestras decisiones y aunque jamás me entrometí en tus relaciones pues te respeto, te advertí que la vida tan solo sabe buscar excusas para hacernos caer y al comportarte del modo en que lo hacías le regalaste todo en bandeja de plata para que ahora venga y destruya todo lo que más deseas.

Recordé esa tarde, recordé sus palabras luego de que la niña se marchara a casa, recordé ese consejo que nunca acaté ni escuché, recordé un pasado oscuro lleno de huirle al amor pero aun así buscar noches de aventura y deseo, como solía decir; “sin consecuencias ni responsabilidades”. Ja, me burlo de mi propia estupidez, de esos ideales ilusos y sin sentido.

Baje la mirada, lo sentí tomar asiento a mi lado.

- No busco con esto un “te lo dije”, busco con esas palabras hacerte ver que por más que sea pasado ¡tiene relevancia!; y si, errores los cometemos todos, en ningún momento ibas a ser capaz de saber que el destino jugaría así contigo, pero la diferencia entre todos los pecadores está en la fuerza que tenemos y expresamos para remediar los hechos. En tus manos está la solución a este enredo, tú lo sabes, debes hablar con Naty, debes hacerlo ya, esa mujer te ama…

- … ¡Y para mí lo es todo! – asegure interrumpiéndolo, subiendo la mirada hasta sus ojos. Me regalo una sonrisa.

- ¡Lo sé!, por eso se que harás lo correcto, ve y se sincera, ¡cuéntale todo con la mayor suavidad posible!, y no te quedara más que esperar Gaby – hizo una pausa durante la cual no dejamos de mirarnos – esperar por su reacción y que lo asimile, no es fácil, es su hermana…

La sabiduría de mi padre me trajo un poco mas de luz, compartí el almuerzo con él, con mi mente en el mismo lugar donde ha estado esto dos días, planeando como decirlo.

Fui a mi casa y llame a Naty. Mi tono de voz sin yo siquiera poder controlarlo se sentía extraño. La notaba preocupada por mi culpa y mis palabras lejos de remediar eso terminaban empeorando la situación incómoda.

No pude hacer más que asegurarle a medias que nada sucedía, que no era nada grave, pero la necesitaba al frente de mí, la necesitaba en persona para decirle de una buena vez por todas.

Sin más que tener en mi voz que decirle y sin más ella que expresarme aparte de la preocupación que yo le había causado, quedamos en vernos al paso de unas horas, en mi caso contando impacientemente los minutos, esperando por ese momento en el cual voy a decirle sobre mi accidentada historia con su hermana.

Manteniendo mi desasosiego estaba sentada en el sofá de mi casa, pensando en llamarla de nuevo, en ir a buscarla, no soportaba ni un minuto más en espera.

Con una falta considerable de aire puro en mis pulmones opté por levantarme, salir a caminar, dar con Lobo una pequeña vuelta a la cuadra me haría bien.

Abrí la puerta con nuestra mascota moviendo incesantemente su cola tras de mí, ladrando un poco, buscando obtener mi atención, y la vi. Los ojos de Mariana y los míos se clavaron sin que nos dijésemos nada, hasta que ella terminando de dar los dos pasos que la separaban de mi puerta se acerco hasta mi.

- ¡Tenemos que hablar! – aseguro con frialdad, mirándome con rencor – no me mires con esa confusión, sabes bien la razón que me trae aquí.

Asentí abriéndole paso para que entrara, pero aun no sabía que decirle.

- ¿Cuándo planeas decirle a Naty? – pregunto  sin rodeos, sin tomar asiento, con sus manos cruzadas sobre su pecho, mirándome con ese mismo rencor que yo no entendía.

- Falta poco para que lo haga, - respondí sin ganas de darle explicaciones - ¿a eso has venido?

- No solo a eso, también he venido a advertirte que debes tener suma prudencia.

- No tienes que advertirme nada, estoy muy consciente de la delicadeza de la situación. – su rostro me mostro una leve sonrisa repleta de un despreciable sarcasmo - Ahora si no tienes más que decirme, agradecería tu partida.

- Y… ¿Cómo lo harás? ¿Cómo le dirás que me sedujiste en el pasado? – pregunto con ironía, ignorando totalmente mi petición para que se marchara.

- Le diré como debe hacerse, con total sinceridad, diciéndole la verdad de cómo fue todo.

- ¡De cómo me hiciste caer en tus trampas dirás! – me enfureció su ridícula hostilidad, no estaba para aguantarme esa actitud de su parte.

- Tu no estarás pensando en hacerte la victima ¿cierto? – La mire con intensidad – o ¿se te olvida como actuaste?, como ocultaste tu identidad de mí, me buscaste para una aventura y eso obtuviste, entraste a mi vida actuando extraño y de ese mismo modo te desapareciste.

- ¡Actué así para protegerme! – la mire con desconcierto.

- ¿Protegerte?

- ¿Crees que no lo sé? – Se enrojeció – tu plan era enamorarme y usarme como tal vez ya lo has hecho con muchas - ¡WTF!, ¿Qué diablos estaba pensando Mariana?

- ¿Tu acaso no oíste el recuento de la historia que acabo de hacerte?, tu solita buscaste que todo se diera como se dio, no vengas ahora a decir que yo soy la mala en todo este embrollo.

El odio en su mirar se incremento.

- Ni siquiera creas que harás con mi hermana lo que has hecho con todas, ¡ni sueñes que permitiré que la hieras!

- ¿Mariana quien te crees tú para llegar de la nada y acusarme de este modo?, lo que paso entre tú y yo tan solo fueron dos noches de aventura en las cuales ni siquiera supe tu nombre real. No te atrevas a comparar ese amorío confuso con la relación que tengo con Naty, ¡a ella la amo y la respeto!

Retomo su sonrisa de sarcasmo desquiciando mi enojo.

- Si tanto la amas ¿Por qué no le has dicho? ¡Tratas de ocultarlo el mayor tiempo posible! ¡Lo sé!

- No se lo he dicho porque debo tener el tacto correcto para hacerlo porque no quiero hacerle daño, ¡entiéndelo! – Dije molesta, tratando de hacerla comprender – no estás en posición para exigirme nada al respecto, no eres tu quien dará la cara y enfrentara las consecuencias de esas dos noches en nuestro pasado.

- ¿”Noches en su pasado”?, ¿”no hacerme daño? – oí su voz y me hele totalmente, el pesar en su modo de pronunciar cada palabra, con lentitud. Mariana y yo giramos para verla; estaba de pie en la puerta que yo sin haberme dado cuenta había dejado abierta. La impresión en su mirar hacia ambas tenía un inmenso aire de decepción que partía mi alma.

En mi corazón crecía algo sin yo tener la capacidad de entenderlo, un sentimiento de percibir que su mente estaba sacando miles de conclusiones sin haber pasado si quiera un segundo aun, una necesidad imperante de explicarme ante ella, de exponerle la verdad.

Mariana permanecía muda, yo no muy lejana a eso me obligue a pronunciar palabra, no podía guardar silencio, debía decirle.

- Naty es con respecto a eso que quiero hablarte – tome un paso hacia ella y no pude avanzar más.

- ¿Qué sucede aquí? – pregunto con su voz temblando, turnando su mirar entre Mariana y yo.

- Yo ya conocía a Mariana – alcance a decir con suavidad, su rostro lleno de impresión busco hallar la mirada de su hermana y esta tan solo atino a evadirla observando el piso.

- Naty yo no tenía ni idea de que ella era tu hermana, la conocí hace un par de años atrás, la conocí como Luisana.

No lo había notado pero Lobo, como si entendiera cada palabra que se decía, estaba acostado a los pies de Naty, observándonos con una tristeza tranquila y un detenimiento que a la vez me resultaba inquieto.

- ¿Luisana? – pregunto dirigiéndose a Mariana, supuse por el modo intenso en el cual seguía mirándola. Su hermana lentamente subió su mirar.

- Si Naty, fue antes de que partiera a Europa.

- ¿Ustedes tuvieron algo? – ambas guardamos un silencio cobarde. No encontré palabras ni forma para admitirlo.

Sus ojos se tornaron rojos, intente acercarme y con un gesto de su mano y rostro me rechazo.

- ¿Qué hacían? ¿Planeaban el modo para ocultármelo durante más tiempo? – negué de inmediato y me dispuse a hablar pero Mariana articulo palabra primero que yo.

- Solo vine a pedirle que te lo dijese, pues yo lo intente y no me fue posible hacerlo.

- Naty estaba pensando como decírtelo, solo quería encontrar un modo sutil de hacerlo, sin hacerte daño – una lagrima escapo de sus ojos causándome un pesar inimaginable.

- ¡Por Dios que nunca quise dañarte Naty!, ¿cómo iba a ser yo capaz de adivinar que ella era la novia de la cual me hablaste? ¡No lo supe hasta que la vi en el bar!

- No querían herirme pero lo lograron ocultándome la verdad – negó moviendo su cabeza levemente hacia los lados - ¡eres mi hermana!, te pregunte qué sucedía y ¡no fuiste capaz de decírmelo! – me observo y sin contenerse más sus lagrimas tomaron fuerza. Se dio media vuelta y comenzó a alejarse de nosotras. Lobo con prontitud se levanto y fue tras ella, yo sin pensarlo seguí sus pasos.

- ¡Naty por favor espera! – le pedí sin notar algún cambio en sus intenciones.

La vi agacharse a un metro de su auto para acariciar a Lobo, la oí pronunciarle un par de palabras que mi desesperación por no dejarla ir no me permitió que escuchara.

Se levanto y volvió a observarme con sus ojitos humedecidos, me acerque más con un nudo inmenso en mi garganta.

- ¡No te vayas así Naty!, dame la oportunidad de explicarme.

- No es necesario, ya entendí la situación, tuviste algo con mi hermana y ninguna tuvo el valor de decírmelo.

- Naty compréndeme por favor ¡quise hacerlo!

- Pero no lo hiciste Gabriela, tuviste la oportunidad de hacerlo pero optaste por permitir que yo me sofocara en medio de todo este tormento que me agobia, dejaste que me sintiera miserable por la actitud de mi hermana conociendo tú la razón real de todo. No me digas que no quisiste hacerlo porque simplemente no lo hiciste, me decepcionaste como nunca imagine podrías ser capaz de hacerlo.

Su llanto no se detenía y yo me sentía débil y minúscula ante cada una de sus palabras, ante mi cobardía y el dolor que me agobiaba por verla así, por ser culpable de su aflicción.

Abrió la puerta de su auto y yo la tome del brazo con suavidad, con mis ojos repletos en suplica.

- ¡Por favor no te vayas! – sabes bien que te amo, dame, ¡danos la oportunidad de hablar esto! – negó de nuevo, sus lagrimas fluían con fuerza y libertad.

- Lo siento, ¡no puedo quedarme! – solté su brazo con lentitud, sin querer hacerlo; con el dolor controlando mi corazón, utilizando la poca fuerza que me quedaba para no derrumbarme en ese preciso instante. Y sin decirme más nada capture en mis ojos la decepción de los suyos clavados en mí para finalmente verla partir.

Su auto salió de mi vista y perdí la noción de tiempo y espacio, a lo lejos oía a Lobo ladrar con desespero como si supiera que algo grave acababa de pasar.

Vi a Mariana pararse a mi lado, observarme con resentimiento al pronunciar cinco palabras que me resultaban simplemente cínicas y mal intencionadas.

- ¡Sabia que le harías daño! – solo la mire sin tener un impulso para discutirle. Subió a un taxi que la esperaba al frente de mi casa y se largo.

Como zombi entre a mi hogar, me sentía destrozada, repasaba una a una cada palabra que se había dicho, cada lagrima que derramo Naty por mi culpa.

Debía hacer algo, necesitaba actuar pero Natalia desesperándome aun mas no atendía ninguna de mis llamadas.

Pasaban los minutos y la ansiedad era dueña de mí, me desesperanzaba no saber nada de ella; llame a David, a Paulina y ninguno sabía nada sobre su paradero. Le marque a Katy, me dijo que ni Naty ni Mariana habían regresado a casa aun. Le pedí que me avisara si obtenía noticias.

Tome las llaves del auto y fui no se a donde pero estaba clara que no podía simplemente sentarme en mi sofá y esperar a que todo tomase rumbo milagrosamente, tenía que actuar, buscarla.

Natalia.

Detuve el auto afuera de su casa. Note un taxi afuera pero no le preste atención. Baje del carro repleta de nervios con cada paso que daba y ver la puerta abierta puso el mal presentimiento a millón.

A tan solo un par de pasos del umbral de la entrada pude oír voces, la voz de Gaby llena de molestia y…

- … ¿Por qué no le has dicho? ¡Tratas de ocultarlo el mayor tiempo posible! ¡Lo sé!

¡Mariana!, ¿Qué hace aquí Mariana? ¿De qué habla, a qué se refiere?

- No se lo he dicho porque debo tener el tacto correcto para hacerlo porque no quiero hacerle daño, ¡entiéndelo! – ¿”No quiero hacerle daño”?; sentía mi mente sobrecargada de ideas, de conclusiones sin sentido que no lograba comprender, con mi corazón acelerado en susto – no estás en posición para exigirme nada al respecto, no eres tu quien dará la cara y enfrentara las consecuencias de esas dos noches en nuestro pasado.

Me hallaba de pie observándolas sin que ellas aun lo notasen, no podía creer lo que sucedía ni lo que sus palabras sugerían, me estaban ocultando algo, algo grande.

- ¿”Noches en su pasado”?, ¿”no hacerme daño? – alcance a balbucear, con mil puñaladas clavándose en mi mientras pronunciaba esas palabras y sentía sobre mí la traición que implicaba. Ambas palidecieron al observarme, dándole así justificación a mis sospechas.

Cada palabra que decían, la evasiva actitud de mi hermana, el actuar nervioso de Gaby que jamás había conocido en ella. Todo, absolutamente todo me acercaba hacia la pregunta más obvia.

- ¿Ustedes tuvieron algo? – guardaron un silencio que gritaba un doloroso “si”. Mis ojos se humedecieron. Gaby fue incapaz de pronunciar palabra, mi mirar vaciaba mi dolor en sus ojos. Intento acercarse pero gestualmente la detuve.

Me enfurecí, me llene de dolor, de decepción, mi hermana ¡por Dios crecimos juntas, llevamos la misma sangre!, hable con ella intente indagar qué era lo que sucedía pero solamente fingió y oculto de mi la verdad.

Gaby, la mujer que amo, simplemente se derrumbo toda mi fe y mi confianza, recordé la noche de mi cumpleaños, mi llanto y mi preocupación por la actitud de Mariana, ¡me mintió!, me hizo creer que todo recaía en la misma problemática de que nuestra relación no es aceptada. De verdad llegue a sentir que la conocí, que no era capaz de ocultarme nada pero la triste realidad me mostro cuan equivocada estaba.

Partí y Lobo me siguió, sentía los pasos de Gaby presurosos alcanzarme pero quería fingir que no los notaba; estaba llorando, estaba dolida, no quería hablarle, sabía que lo que diría no sería nada bueno y no quería herirla.

- Naty por favor espera. – la oí pedirme antes de agacharme a acariciarlo.

- Otro día te llevo conmigo Lobo…

No pude contener ni mis palabras ni mis sentimientos, desahogue todo lo que mi mente guardaba sin darme chance de siquiera organizarme.

Me afligía más el hablarle así que todo lo sucedido en sí. No podía verla, necesitaba estar a solas, pensar…

Abrí la puerta del auto y me detuvo. Fije mi vista en sus ojos angustiados, moría por abrazarla pero no podía moverme; la oí decirme “te amo” y me derretí de nuevo ante su presencia pero solo pude soltarle un “lo siento no puedo quedarme”. Con suavidad soltó mi brazo mientras mi corazón me suplicaba que no me fuese, que le diese la oportunidad de explicarse, de demostrarme que este sentimiento de decepción no tiene sentido, pero contrariando mis deseos subí a mi auto y partí.

Di varias vueltas sin dirigirme a ningún lugar, no podía pensar con claridad, oía mi celular sonar pero no deseaba atender, no me era posible atender.

Metí el auto al garaje de mi casa y no quería bajarme, simplemente quería seguir intentando, inútilmente, escapar de lo sucedido. No sabía la hora que era y no me importaba saberlo, con desgano me decidí a bajarme. Mis pasos lentos me llevaban a mi habitación, hallándome en un completo estatus de desapego con el mundo, no sé si alguien me vio llegar, no sé siquiera si alguien me hablo al verme pasar; solo supe encerrarme en mi habitación a oscuras, buscando el modo de enfrentar lo que sentía.

Me siento como una completa idiota por no haber entendido la situación, ahora que se la verdad todo tiene sentido y encaja perfectamente. Yo misma razone toda esa historia que se escondía y no supe darme cuenta, “la contradictoria actitud de mi hermana a la vez tan comprensiva, a la vez tan repelente hacia Gaby”, en esa frase tenía el rompecabezas armado, tan solo no quise verlo.

- Naty ¿puedo pasar? – la voz de Katy me saco de mi mente y mis lagrimas. Limpiando la humedad en mi rostro me levante para abrirle la puerta.

- Dime. – dije con cierta sequedad.

- ¡Naty! ¿Qué sucede? ¿Por qué lloras?, - pregunto casi sin respirar, dando un paso hacia dentro de mi habitación -  Gaby me llamo preguntando por ti, ¡está demasiado preocupada! – culmino de decir al ver que yo no le respondía nada.

Fui a tomar asiento sobre mi cama, ella me siguió.

- ¡Naty dime algo!

- Gaby y Mariana se conocían, ¡tuvieron algo! – alcance a explicarle en un susurro mínimo. Katy bajo la mirada - ¿Tú lo sabías?

- Si Naty, yo lo sabia – la mire indignada, no entendía por qué las tres buscaron verme la cara de imbécil con respecto a esto – lo percibí por la incomodidad que se creó la noche de tu cumpleaños.

Supuse con eso que David y Paulina también lo sabían.

- ¡Todo el mundo estaba al tanto!

- Naty no me mires así ¡comprende la situación!

- No tengo nada más allá que comprender a excepción que todos hicieron un esfuerzo gigantesco por ocultármelo.

Me miro confusa.

- Naty no lo pienses de ese modo pues sabes bien que no es así, esto no ha sido parte de una conspiración en tu contra, colócate en el lugar de Gaby por un segundo ¿Si?, ¿sería fácil para ti confesar algo de esa importancia?

- ¡Tuvo oportunidad de decírmelo!

- ¿Y qué? – Me dijo molesta, la mire sorprendida - ¡tuvo la oportunidad pero no las palabras correctas!, además ¿Qué tan grave es algo que paso hace años?, Mariana ni siquiera le dijo su nombre real y ¿tu harás un drama al respecto?

Me enoje por sus palabras, por su negación a entender lo que yo sentía.

- Katy yo entiendo que eso paso hace años pero lo que no entiendo es porque no me lo dijeron, porque Gaby prefirió esperar a que yo me enterase del peor modo. ¡Ni mi hermana ni mi novia son sinceras conmigo! ¿Cómo rayos esperas tu que yo me sienta?, ¿muy feliz con los acontecimientos?

- Naty de verdad creo saber lo que sientes pero no te ahogues en un vaso de agua y habla con Gaby, ¡está preocupada por ti!

- No puedo hablar con ella ahora – hizo un gesto de negación con pesar en su modo de observarme. Dio media vuelta y salió.

Tras su partida volví a quedar a oscuras, meditando a solas.

Ok, lo entiendo, es pasado y es algo completamente confuso, sé que no es fácil de decirlo ni hubiese sido fácil para mí oírlo, pero ante la verdad, ante su voz decirme lo que sucedía mi reacción hubiese sido totalmente diferente.  Trato de ponerme en su lugar, por Dios que sí, pero no alcanzo a comprenderlo; me vio, ¡me sintió destrozada por la imprudencia de mi padre y la actitud de mi hermana y aun así prefirió mentirme!, decirme que Mariana tan solo necesitaba acostumbrarse a la idea.

Desde mi ataque de celos en la playa por la situación inofensiva con Paulina perdí toda desconfianza pues no quería que mi torpeza opacara la imagen sincera que mi mente poseía de Gaby, ¿y ahora qué? ¿Qué puedo hacer si ya esa ilusión de transparencia que inspiraba su presencia se ha ido?

Cuando halle la fuerza necesaria me acerque a la habitación de Mariana, entre y ella se encontraba despierta, observando a través de su ventana hacia la oscura noche del exterior.

- ¡Natalia! ¡Pensaba en ti!, quiero decirte…

- Solo quiero – la interrumpí sin dejarle chance de decirme más – que me des los detalles, dime como paso.

Tomo asiento de nuevo y yo permanecí fija en ella, de pie, a su frente.

Preste atención a cada detalle que balbuceo con suavidad y hasta torpeza. El relato termino y yo tome impulso para irme.

- Me urge que me digas que piensas, que sientes – solté la manija de la puerta y me gire para verla de nuevo.

- ¡Debiste decírmelo! – nos miramos un instante y partí.

Tenía unas ganas inmensas de llamar a Gaby pero en prevención a esto deje mi celular en el auto, suponía que Katy ya le había avisado que yo estaba casa. Sé que mi comportamiento es infantil pero no podía volver a decirle cosas hirientes, no resistiría hacerlo.

Por más que parezca un berrinche que hago solo porque me excluyeron de una historia no puedo evitar sentirme de este modo, ignorada, engañada y traicionada. Por más que parezca algo tonto y que es completamente superable ya que es pasado, yo comprendo mi dolor, y solo yo sé lo que siento, se lo que sentí al ver a la mujer que amo envuelta en nervios ya que yo misma había descubierto una realidad que ella debió decirme y que termine encontrando del peor modo para mi posible.

Sé que estoy a punto de sucumbir ante estas ganas, esta necesidad de salir corriendo en su búsqueda pero ¿Cómo lo hago?, ¿Cómo logro superar esto y volver a verla con la perfección en su ser que veía antes? ¿Cómo hago que todo se torne normal de nuevo?

Han pasado tres días y no he hablado aun con ella, me ha llamado incontables veces y yo he deseado cada segundo escucharla, ¡quiero verla!, tal vez Katy tenga razón y esto tan solo sea una actitud ciega e injusta de mi parte.

Extraño su presencia, su protección, ¡tengo miedo a esto, al rumbo que llevan las cosas, al estar sin ella!...