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El Juego (II)

en Lésbicos

El Juego (II)

 

Las semanas siguientes pasaron sin sobresaltos, recordaba a la misteriosa chica de vez en cuando y continuaba con la incógnita, bueno, tenía mucha pinta de que no volvería a saber de ella.

Mercedes está iniciando su carrera, da clases en un colegio privado, y hoy me ha pedido que pase por ella a un seminario de educación a niños especiales, autismo y eso.

La esperaba en el auto, al borde de irme, cuando ella, advirtiendo que me iría si tardaba más, me pidió que entrara pues aun le faltaban 5 minutos más, léase, media hora.

Con algo de mala gana, he de admitir, di mis pasos hasta el auditorio “C”.

Vi un poster en la entrada, “Educación única para niños con necesidades únicas” por la Dra. Valeria Peñaloza. Una foto de un grupo de niños de apariencias diversas abrazándose entre ellos. Me agrado el titulo.

Me senté sobre una de las sillas del final. Aun estaban hablando. Cerré mis ojos para descansar un poco hasta que sentí la gente salir del auditorio.

- ¡Aquí estas! – Oí a Mercedes, abrí los ojos - ¿dormías?

- No, solo me relajaba un poco. ¿Ya estas lista? – pregunte con un poco de estrés, odio esperar.

- Si, vamos amor.

Pasábamos el umbral de la puerta cuando noto que le faltaba una carpeta.

- Ya va amor – me dijo casi arrojándome las carpetas que si tenía y salió corriendo.

Me gire y no podía creer lo que veía, la pelirroja, la pelirroja sonreía y hablaba con Mercedes, no podía confundirme, era ella. Le dio la carpeta a Mercedes y esta se despidió para llegar a mi posición con rapidez.

Mercedes y yo caminamos al auto.

- ¿Quien tenía tu carpeta?- pregunte sin emoción mientras echaba a andar el corsa.

- La oradora del seminario – la mire intrigada – le mostraba unos proyectos para el colegio donde trabajo.

Ya tenía un nombre para el misterio y además un lugar donde encontrarla.

Fui a buscar a Mercedes en el seminario hasta que al fin pude cruzar palabra con Valeria.

Mercedes fue al baño antes de partir, yo aproveche ese instante y me acerque a Valeria que se encontraba a solas.

- Una oradora excelente – afirme ya estando a su lado.

- ¡Gracias! – me respondió terminando de escribir algo en un papel. Al subir la mirada, ésta se lleno de sorpresa.

- ¡Tu!

- Si, ¡yo! – sonreí, me regalo una sonrisa, observe su cuerpo, ese que estuvo a punto de ser mío esa noche.

- ¿Qué haces aquí?

- Vine a acompañar a una amiga. Nunca me dijiste tu nombre.

- Creí que esa era la regla.

- Y yo creí que la regla era no dejar los asuntos a medias – se ruborizo.

- Tuve un imprevisto.

- Lo noté – me acerque un poco.

- ¿Te parece si te invito a cenar? – meditó un segundo. Me dio su tarjeta, la guarde con una sonrisa, me disponía a decirle que estaba hermosa cuando Mercedes regreso del baño.

- ¡Veo que ya se conocieron! – afirmo observándonos.

- Si, me acerque a decirle que es buena oradora.

- Lo es – intervino Mercedes - ¿Vamos? – me pregunto.

- Claro, un placer Dra. Peñaloza.

- El placer es mío, hasta mañana Mercedes.

- Chao Dra. Valeria.

Partimos y como era lo más obvio, a mitad de camino inicio el interrogatorio.

- ¿Y eso que te acercaste a hablarle? – su mirada de cuaima lo dijo todo.

- Pues no se me provoco, a la final, a punta de andarte esperando he oído buena parte del taller.

- Seminario

- ¡Eso!

Se quedo en silencio, Mercedes no es tan boba como para comerse esa historia pero que carajos, aun esta todo bajo control.

Luego de un par de horas llevando a Mercedes de compras y estresándome por haber accedido a eso, llame a Valeria.

Quede en buscarla en su casa a las 9pm.

La vi salir de su casa con un pantalón ceñido al cuerpo, una blusa escotada y su cabello suelto. Me deleite observándola.

Partimos a un restaurante italiano de su gusto. A la entrada había un par de chicas aparentemente discutiendo, no le preste mayor atención y entramos.

- ¿Tienes algo con Mercedes? – me soltó sin rodeos luego de que nos sirvieran las copas.

- ¿No quieres saber mi nombre primero? – reí. Ella se ruborizó un poco.

- Ya se tu nombre – la mire confundida – Betania me lo dijo luego de…- sonreí, Betania, Betania, Betania.

- …Luego de que partieras mi corazón – complete su frase. Se burlo.

- No partí tu corazón, por lo que me dijo Betania, no posees tal cosa - ¡Carajo con Betania y sus juegos!

- ¡Auch! – Dije llevando a mi corazón – algo debe haber allí pues late con fuerza cuando te tengo cerca…

Nos desviamos por la tangente hasta que llego la hora de dejarla en su casa.

- Ha sido una velada muy especial – me expresó.

- ¿Sabes que podría mejorarla? – inquirí deseosa por besarla.

- No se puede, tu…- la interrumpí besándola. No perdí tiempo y busque acariciarla, volver al punto en el cual me dejo aquella noche.

Su pulso se acelero e intento alejarme para terminar besándome de nuevo.

- ¿Quieres entrar? – susurro pasando sus uñas por la parte trasera de mi cuello, logrando erizar mi piel.

- ¡No sabes cuánto lo deseo!

Su casa tenía una decoración colonial que no me interesaba en lo más mínimo.

- ¿Quieres algo de tomar? – me pregunto dejando su cartera sobre una mesa de vidrio.

- Si, ciertamente quiero tomar algo – me acerque a ella, la tome por la cintura y la pegue a mí, con lentitud comencé a besar su cuello y a desatar su blusa. Suspiraba con los ojos cerrados y sus manos incrustadas en mi cabello, hasta que se decidió por tomar mi mano y llevarme a la segunda planta, a su habitación.

Estuvimos insaciables por un tiempo que desconozco, su cuerpo era fuego bajo mi tacto, y sus gemidos la sinfonía mas rítmica y deliciosa que he escuchado.

Cayo rendida a mi lado, buscando alcanzar el sueño de inmediato, cosa que tome como mi boleto d partida.

Terminaba de colocarme mi camisa cuando la escuche llamarme.

- ¡Alessandra no te vayas! – me gire y su mano estaba en mi dirección, me invitaba a volver a la cama. Su cuerpo desnudo se veía hermoso pero no podía, era mi hora de partir.

Me acerque, bese sus labios rojizos y me fui. Serian casi las 6 am cuando aparcaba el corsa en el garaje.

El cansancio me estaba invadiendo pero no era el momento, tenía mucho por hacer.

Me encontré con Betania para almorzar.

- Así que le dices a Valeria mi nombre, pero a mí no me dices el de ella – se carcajeó.

- Así que para eso me invitaste a almorzar jajaja. Por lo que veo ya la encontraste, solo le comente un poco de ti.

- Si, que soy un ser insensible y sin corazón, ya me dijeron.

- jajaja ¿te avergüenza la verdad?

- ¿Por qué tanto esfuerzo en arruinarme la jugada?

- No te la arruino cariño, solo aplano el terreno para la mía. – me sonrió con esa malicia suya.

- Así que eso es, ¡andas pendiente de Valeria!

- Tú desencadenaras un caos en su vida que me conviene, y cuando le hayas roto el corazón, adivina quién la va a consolar.

Ahora era yo quien se carcajeaba ante tal ocurrencia.

- ¡Suerte con eso! – se levanto para partir y yo seguía con una sonrisa segura en el rostro, no podía creer que después de tantos años Betania aun siga haciendo estas cosas.

Al atardecer al fin me hallaba en mi cama. Estaba acomodándome para dormir un poco y sonó mi celular. Un texto, Valeria; “Quiero verte”.

Medite un segundo y Andrea entro al cuarto.

- ¡Quien te ve tan seriecita y tempranera en la casa! – la mire pensativa - ¿Qué tanto analizas?

- Voy a volver a verla – recordé ese cuerpazo y no tenía nada que pensar.

- ¿A quién? – le guiñe el ojo y me comencé a cambiar de ropa, para cuando termine Andrea ya se había ido.

Pasaron muchas noches así, muchas noches más de lo que pude haber esperado, la estaba conociendo y ella me estaba conociendo a mí, lo cual era un tanto peligroso.

- ¿Cómo puedes pasar por todas las ciudades del país en menos de 5 años? – me pregunto mientras me acercaba un sándwich y un jugo de naranja; esta mujer agotaba mis energías y me encantaba como lograba ese objetivo.

- ¿Qué puedo decir?, tuve años de rebeldía, no duraba más de 5 meses en una ciudad – me miro curiosa.

- ¿Cómo te graduaste entonces?, tienes 25 ¿no? – reí.

- No me he graduado, me aceptaron a un par de universidades pero nunca me inscribí – su mirada analítica invadía la mía, me prende que use su psicología para tratar de entenderme.

- ¡Interesante!, eso expresa mucho, una personalidad de naturaleza evasiva.

- Una personalidad de naturaleza empírica, diría yo – la interrumpí acercándome a sus labios, a su piel…

La semana siguiente tras un par de horas de gimnasio, me acosté a jugar en mi celular hasta que un mensaje me interrumpió; supuse que era Mercedes así que ignore el mensaje hasta terminar mi partida. Para mi sorpresa era Valeria; “No puedo verte mas, no me busques”; quede muy consternada ante ese mensaje, algo había ocurrido, algo de peso.

No supe que responder así que no lo hice. Estaba pensando y oigo el timbre sonar.

Abrí la puerta y Mercedes me brinco encima.

- Amor te traje cena - índico mostrándome unas bolsas de comida china.

Mercedes paso la noche conmigo y no paraba de preguntarme que me sucedía pues estaba callada y pensativa; yo no paraba de decirle que eran ideas de ella.

La mañana me el sonido de los trastos y el aroma a café recién colado me despertó, era Mercedes haciéndome el desayuno, cosa que siempre me ha parecido tierno que haga sin si quiera yo pedírselo.

Terminábamos de comer y no pudo resistir volver a preguntarme.

- ¿Amor por qué tan pensativa?

- Estoy normal – la observe un segundo y bebí de mi café – y tu ¿Por qué tan feliz?

- ¡Creí que no lo notarías! – de un brinco fue a dar sobre mis piernas – aprobaron mi proyecto – la mire sin tener la menor idea de lo que me hablaba – te comente que le mostraría algunos proyectos a Valeria y al director de mi colegio – mantuve mis gestos intactos fingiendo demencia – la seminarista amor, ¿recuerdas?; hablaste con ella y de mas, bueno, ahora trabajara conmigo, me ayudara a capacitar a mis colegas y a la institución para el trato e inclusión de niños especiales – se levanto, mi cabeza unió en un segundo todos los cabos sueltos. – debo irme ya, comenzamos hoy y no quiero llegar tarde. Te amo.

Me beso y se fue. Ahora, ahora lo comprendía todo, por eso Valeria me mando al diablo, ahora serán compañeras. No sé que opinar de todo eso.