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Causalidad (17)

en Lésbicos

Causalidad (17)

Natalia.

Esta situación no me dejaba más opción que pensarla, que extrañarla y que sentirme tonta por no acceder a verla.

No me hallaba en mi casa y ni la brisa fresca que llega a mi banco en el jardín era capaz de disminuir mi inquietud.

A mi mente venían muchos recuerdos hermosos a su lado, su sonrisa, sus labios; pero de una manera sumamente extraña para mi, todas esas sensaciones se entremezclaban con disgusto y dolor por nuestra situación actual.

De golpe me levante, no podía estar allí, debía distraerme. Luego de no tener en mente un lugar al cual ir, termine llegando al café donde compartimos tantas tardes juntas, donde discutimos, reímos y sus labios me arrancaron suspiros; allí donde compartimos felices y libres del ojo acosador de la sociedad.

Pasaban los minutos y yo seguía pagando por cafés que no alcanzaba a beber y culminaban enfriándose intactos.

Mi mente daba vueltas y vueltas, recordaba el día en que Gaby conoció a mi madre, pensaba en los obstáculos que hemos superado, y en los que faltaban por superar, y ahora mas con esta revelación de su pasado con mi hermana. No es culpa de Gaby el que yo me hubiese enterado de ese modo tan súbito pero ella pudo prevenir todo esto.

Mire mi reloj y quede fija observando mi celular, mi fondo de pantalla, una foto nuestra. No resistí mas y comencé a editar un mensaje de texto para verla, lo escribí y lo borre un par de veces buscando evitar el aire de frialdad en mis palabras pero aun así se sentía distante mi modo de expresarme.

De inmediato respondió que venía en camino, me llene de nervios, de temor a ser hiriente de nuevo…

Gabriela.

Cada milésima de segundo se me ha hecho un total infierno. Desde que la vi partir hace 4 días no ha accedido a hablar conmigo y en consecuencia a ello no he tenido ni un solo segundo de paz, solo pienso en ella, en que puedo hacer para remediar todo esto.

Estoy completamente harta de estar en el taller esperando que ella simplemente aparezca... sé que no lo hará… debo buscarla… muero por hacerlo… en un segundo de dejarme llevar por el instinto tome mi camino hacia la moto de David con sus llaves en mi mano y mi amigo tras de mi tratando de detenerme.

Me coloque el casco y subí a la moto, me disponía a encenderla cuando la mano de mi padre en el manubrio me detuvo de hacerlo. Lo observe ansiosa.

- ¿A dónde vas?

- A buscarla, no puedo esperar más, ¡enloqueceré si no la veo!

- Hija se lo que sientes pero piensa antes de actuar, sabes mejor que yo que yendo allá, en su situación, solo le traerás problemas… - guarde silencio, se que tiene razón pero ¿Qué hago? – ya tiene suficientes…

Mantuve mi mirar con el de él un par de segundos, baje mi cabeza pensativa y el soltó el manubrio, volví a mirarlo y encendí la moto, solo que ya no me dirigía hacia mi primer objetivo, no podría llegar a su casa así nada más. Fui a dar un par de vueltas, ilusamente creí que eso ayudaría a distraerme.

Me detuve en una plaza. Tome asiento en una de las bancas en busca de una paz que sabía bien no obtendría de ese modo.

El reloj del centro del lugar marcaba las 2:17 y mi celular sonó con la llegada de un mensaje de Naty, “Estoy en el café, si puedes ven, quiero hablar contigo”, mi corazón latió con fuerza, con ilusión de verla y con un temor indescriptible pues la frialdad de sus palabras no invocaba en mi optimismo.

Le respondí, subí a la moto y partí.

2:38, entre al café, la vi sentada en “nuestra mesa”, la ultima en el fondo. Su rostro triste provoco aun mas pesar en mí, y a la vez me trajo el recuerdo de la noche que la conocí, claro que esta expresión en su rostro me duele a un punto que es imposible de explicar o entender.

Me acerque a ella.

- Hola – exprese con cautela.

- Hola – respondió sin mirarme – toma asiento por favor.

Así lo hice. Impaciente buscaba ver sus ojos, ver esa ternura que me da vida, pero no me lo permitía, no levantaba su mirar.

- Naty estaba muy ansiosa de verte, necesito disculparme, ¡sé que es mi culpa que toda esta situación se complicara a este punto!, es mi culpa haber permitido que todo se diera así – al fin me miro, partiendo mi alma en dos con sus ojos irritados por el llanto – no vengo a darte excusas que no tengo ni quiero inventar, tan solo vengo a solicitar tu perdón, a decir lo siento. Quiero que sepas que me he sentido miserable por no decirte; te he extrañado cada instante de estos días, me ha desesperado totalmente el no saber de ti.

- Gaby trato de entender tu posición – comenzó a expresar con suavidad y lentitud – y sé que es difícil, lo comprendo, pero tu como mi novia deberías tener confianza en mí para ser clara y directa conmigo, ahora yo estoy confundida, no puedo dejar de lado el hecho de que me viste derrumbarme y justamente en el momento que mas necesitaba saber la verdad decidiste mentirme, ¡estoy muy dolida!

Baje la mirada repleta de vergüenza por mis actos.

- Te cite acá porque estos días que han pasado he pensado mucho y he entendido que esto no será fácil para mí superarlo, que necesito tiempo…

- Tienes el tiempo que necesites Naty – me apresure interrumpiéndola – solo dame la oportunidad de recuperar tu confianza, de enmendar este desastre que provoque.

Guardo silencio un instante sin mirarme y yo no hallaba una sola palabra que pudiese expresar todo lo que sentía y lo que quería decirle.

- Gaby, - tomo aire mientras yo esperaba expectante – lo que quiero decir es que necesito tiempo lejos de ti – su voz se quebranto al decirlo al tiempo que la consternación se adueñaba de mi, el aire se lleno de silencio, de un inquietante silencio – no puedo simplemente asimilarlo y ya, tuviste una aventura con mi hermana, justamente es más de lo que puedo manejar.

Me hele y palidecí ante lo que sus palabras me hacían entender.

- Naty – y no pude articular mas palabra durante unos segundos, solo me quede fija en su mirar – ¡no hagas esto! – dije suave, ella siguió callada.

Con lentitud tome su mejilla en mi mano, cerro sus ojitos al sentir el contacto y suspiro levemente, volvió a abrirlos y me observo fijamente, para terminar bajando la mirada sin poder contener un par de lagrimas; tomo mi mano sutilmente y la alejo de su rostro de ángel. Sentí con ese simple movimiento que estaban arrancando la vida de mi ser, mi corazón se volvía fragmentos imposibles de unir de nuevo.

- No veo otra salida – afirmo con un quebranto en su voz, con sus lagrimas acusándome públicamente de su dolor y provocando el mío con intensidad.

- ¡Tu sabes que eso no es necesario, no tenemos porque separarnos!, puedo remediar todo, solo permíteme hacerlo – suplique con mi alma pendiendo de un hilo; con mi vida, mi destino, la mujer que amo escapándose de mis brazos.

- No Gaby, no puedes, esto no depende de ti… ya tome mi decisión… – mantuvo su mirada húmeda en mi durante un segundo y se levanto para dejarme allí destrozada por sus palabras, por su abandono.

Y sus lágrimas quedaron fijas en mi memoria, acribillando mí conciencia mientras yo no tenía capacidad para entender lo que estaba pasando, no podía creerlo, no quería creerlo.

Por dos noches de aventura que se supone jamás recordaría estoy perdiendo al ser que más he amado en este mundo. La niña que llenaba de luz y ternura mis días se ha ido.

Bajo la acción de la peor aflicción que jamás había conocido, partí a casa, tome asiento sobre el sofá con la mirada perdida dentro del recuerdo de lo que había sucedido. Lobo llego a acercarse a mí, y su presencia intensificaba en mí el recuerdo de ella, cuando se lo obsequie, su rostro, su alegría. Se me hacia una labor imposible el contener mis recuerdos y el nudo grueso que sentía en mi garganta, vacié mi mirada en Lobo y él entendiendo mi estado de ánimo opto por echarse quieto a mi lado.

Me mantenía sin moverme. Repasaba una a una sus palabras, sus gestos, sus lágrimas, cada segundo de mi pesar, aumentando así mi condena.

Natalia.

Verla allí con su expresión sincera, con su mirar inquieto buscando hallar el mío me hizo notar el mar de sensaciones en el cual me estoy ahogando; volver a verla luego de esos días sin siquiera escucharla me hizo sentir más enamorada que nunca pero envuelta en una fortaleza de pena por la traición que aun sentía, una traición injusta, en ningún momento ha sido su intención dañarme.

Oía cada palabra suya y moría por un beso pero la desesperación entre actuar y desear actuar, querer amarla y guardar silencio, desquicio mi mente me mostro que no puedo, que simplemente no puedo manejar esto.

Se me destrozo cada centímetro de mi ser al decirlo, al ver su reacción, sus ojos llenos de ansiedad, de pena, mis lagrimas; no resistía tanta angustia por no querer herirla y sin embargo estar haciéndolo, por querer estar en sus brazos y oírme decir otras palabras que tan solo me alejaban de ella.

No pude, fui cobarde, no pude organizar mis pensamientos y mi corazón, no pude decirle que la amo, no tuve la fuerza para quedarme, darnos una oportunidad de que todo funcione de nuevo, la herí y se desgarro mi alma gracias a ello.

Envuelta en llanto hui de la escena, preferí dejarla allí, abandonar nuestro amor por no tener la valentía para quedarme y afrontar la situación con madurez. Sin importarme nada entre a mi casa, directamente busque la habitación de Katy, ella estaba sobre su cama leyendo y yo solo pude arrojarme sobre ella, abrazarla con el dolor impactando en mi, reduciendo mi ser a la nada.

Con apenas un poco de tiempo logro reaccionar para abrazarme; no paraba de llorar, de sentirme morir por lo que acababa de hacer.

Los minutos pasaban con mi cabeza sobre sus piernas y mi llanto incesante mientras ella acariciaba con suavidad mi cabello en espera de que yo me calmara.

- Naty, dime ¿Por qué estas así? – las lagrimas no me permitían respirar correctamente y sin ella en mi vida no quería hacerlo. Haciendo un esfuerzo trataba de balbucear lo sucedido.

- ¡Naty! ¡¿Qué hiciste?!

- Hice lo que creí mejor para ambas – me miro de forma empática.

- Hermanita esto no es mejor para nadie, por Dios Natalia ¿tan testaruda eres qué prefieres estar así destrozada antes que superar lo sucedido?

Termine de desvanecerme ante sus palabras, no pude hablar más, solo llorar por no sé cuánto tiempo con el dolor yendo en aumento, llego el momento en que no supe mas de mi y sobre sus piernas me dormí.

Con pesar y sin ganas abrí los ojos ante un sol implacable que se colaba por la ventana.

Me ardían los ojos insoportablemente, mi hermana entro en la habitación.

- Naty al fin despiertas, ¿Cómo te sientes?

Su pregunta no tenía sentido para mi pues simplemente no sentía, no era nada, solamente un alma en pena extrañando su presencia, su amor.

Me fui de su habitación a la mía, solo quería estar en cama, no quería ver ni saber de nadie.

Mis lágrimas se agotaban al igual que mi energía. Estaba inútilmente tratando de conciliar el sueño en el instante que oigo a alguien llamar a mi puerta, ignore totalmente ese llamado, por mí que creyeran que no me encontraba, me daba igual.

- Naty, Katy me comento que no te sientes bien y quise venir a verte.

Mire a Mariana, quien se abría paso hacia dentro de mi habitación, y volví a mirar el techo.

- ¡Naty tus ojos! ¡Estabas llorando!

- Es lo único que he podido hacer.

- ¿Qué sucede? – La mire y guarde silencio – es por ella ¿verdad? – dijo con suavidad sentándose a mi lado y seguí sin hablar o moverme.

No quería decir nada, no me sentía cómoda hablando sobre ese tema con ella.

- ¿Discutieron? – insistió.

- Mariana no me siento bien, no quiero hablar de eso.

- Lo entiendo, lo siento – tomo impulso y se levanto.

 A un paso de salir de mi habitación se detuvo.

- Sea lo que sea que haya pasado creo que estas mejor así, sin ella. No es la persona correcta para que le confíes tu corazón Naty. – la mire incrédula de lo que estaba oyendo y del cinismo de sus palabras.

Tome asiento enojándome en menos de un segundo.

- Mariana tú no sabes de lo que hablas, no te atrevas a hablar mal de Gabriela en mi presencia ¿ok?, no tienes la moral para hacerlo.

- Naty no lo digo solamente por decirlo, tu sabes que ella no es de confiar sino no estarías alejada de ella, tan solo no quieres verlo…

- Que descaro el tuyo al venir a hablar de confianza – nos miramos por un instante – ahora si no tienes algún otro moralismo falso que decirme agradecería que me dieras privacidad.

Mi hermana partió y yo simplemente no entendía que estaba pasando con ella, sentía como si no la conociera, su actitud la hacía parecer otra. Pero muy a pesar de que sea mi hermana no permitiré que venga a ofender el nombre de Gaby de ningún modo, no importa lo que haya pasado entre nosotras.

Los días se han ido lento, recordándome cada segundo de nuestros encuentros y con mi misma actitud controlando la situación, me hallaba completamente negada a salir a menos que fuese estrictamente necesario, huyéndole a su llamadas y mensajes, huyéndole a mi necesidad de oírla, de verla.

Las festividades navideñas han caído sobre nosotros, festividades que conforme venían deseaba se fueran. No sé cómo he sobrevivido a cada uno de estos días sin comunicarme con ella, supongo que el pensamiento de que estará mejor sin mi es lo que me ayuda a  tener un poco el control sobre mi necesidad. Con el tiempo logrará olvidarme y encontrará a alguien que pueda ofrecerle más libertad que yo, sin todo este drama familiar.

Los días de navidad pasaban con una lentitud exasperante, no podía esperar a regresar a clases y así, quizás, poder distraerme un poco.

Para la cena de año nuevo mi padre, como es de costumbre, organizo una fiesta con el círculo más selecto y privilegiado de la compañía. Cena en la cual trato de vincularme con uno de los hijos de su socio pero, gracias a Dios, él tenía en mi el mismo interés que yo le expresaba, ninguno.

Antes de media noche me excuse para retirarme a mi habitación. Me encontraba en el balcón, pensando en ella, en la reunión que de seguro estaba teniendo con su padre y David, Paulina también ha de estar allí. Dios como los extraño a todos, hablar con ellos por el celular no es igual que verlos.

Sonreí al recordar los planes que teníamos Gaby y yo para esta navidad, los cuales consistían en que yo hallaría la manera de escaparme e iría hasta su casa, para recibir el año con su padre y los muchachos. Baje la mirada por la injusticia de nuestra situación, no tengo fuerza para resistir este castigo que me impuse de estar sin ella.

La cuenta regresiva se hacía inminente, se oía el escándalo de la reunión en mi casa, los fuegos artificiales provenientes de todos los lugares de la ciudad. Tome mi celular y rindiéndome ante mi imperante necesidad de oírla, tome la decisión de llamarla, marque un par de veces pues por la congestión de las líneas no caía la llamada.

- ¡Naty! – Oí su voz y me sentí viva de nuevo, la adrenalina recorrió mi ser, mi corazón latió intranquilo.

- ¡Hola! – exclame con una felicidad interminable por el tan solo hecho de escucharla.

- ¡Naty! – Exclamó de nuevo con un suspiro que amé, un suspiro que me expreso cariño, ternura…- ¡me alegra tanto oírte!

 - ¡Y a mi oírte a ti! – guardamos silencio por un instante y se oyó el estruendo intenso del año nuevo que se abría paso en nuestras vidas.

- ¡Feliz año! – nos dijimos al unísono. Sonreí.

- Por favor dile al Sr. Jesús, a David y a Paulina que les envío un abrazo, al igual que a ti.

- Pudieras ahorrar el envío si vinieses aquí Naty… como lo habíamos planeado – guardamos silencio de nuevo pero este se hallaba impregnado  por un aire nostálgico que penetraba mi corazón.

- Me gustaría…

- ¡Solo hazlo!, ¡ven! – Me interrumpió con entusiasmo antes de que yo argumentara alguna excusa boba y sin fundamento - ¡siempre eres bienvenida aquí! ¡Te extraño Naty!

- No puedo Gaby, me encantaría pero no puedo.

- Si puedes Naty y sé que lo deseas al igual que yo.

- Es difícil mi situación Gaby, comprende por un segundo mí…

- Natalia tu padre quiere una foto tuya y mía juntos, no sé, tal vez planea enmarcarla – me gire a ver a Jonathan, el hijo del socio de mi papá; venía diciendo su frase en un sarcasmo que, por su expresión, le parecía muy divertido pero al notar que yo hablaba por el celular se puso rojo de la pena y con sus labios, sin voz, articulo un “lo siento” y salió de mi habitación. Note el silencio de Gaby, haciéndome este comprender que tal vez ella pudo pensar algo que no sucedía.

Gabriela.

Cada instante de estos días ha pasado al máximo de la lentitud posible, ocasionando en mi alma un desespero totalmente desquiciante.

No paraba de recordar nuestros planes juntas, mis ilusiones de tenerla conmigo estos días; compartir con mi familia, con mi novia, pero allí mismo recordaba la decisión que ha tomado y su negación a retroceder al respecto. No ha querido prestar atención a ninguna de mis llamadas, ni a mis peticiones de verla.

David, Paulina y Katy opinan que debo darle tiempo, que necesita organizarse, superar lo que ha pasado pero no dejo de preguntarme ¿no sería más fácil si ambas, juntas, tratáramos de superar toda esta locura?, además ¿qué será de mí si pasan los días y resulta que en realidad eso es lo que quiere, estar alejada de mi?; no tolero el siquiera pensar en ello, no tolero el despertar cada mañana y no verla a mi lado, no sentirla en mis brazos y ni siquiera tener la esperanza de que eso suceda, despierto sin aliento cada día y el hecho de pensar en que es posible que sea así por el resto de mi vida se me hace inmensamente insoportable.

Tengo el suplicio desquebrajando cada centímetro de mi alma y sufriría toda la eternidad a cambio de ver su rostro de nuevo, de sentir la ternura en su mirar, ¡la necesito!

Mi rutina se torno de lleno en entrega al taller, solo podía enfocarme a eso, llegaba antes de que saliera el sol y salía cuando David o mi padre me obligaban, si lograba escabullirme de ellos me quedaba allí encerrada, matando el tiempo o quizás sería más apropiado decir, matándome con los recuerdos y el insomnio.

Llego el día que temía y no tenía ni una señal de ella. Paulina y David ayudaban a mi padre a preparar los detalles que faltaban para la cena de año nuevo, yo con una mezcla entre alegría y tristeza los observaba.

Me levante con una cerveza en mi mano y fui a recostarme a una de las paredes del porche para lograr fijar mi vista en mi mayor atracción natural, la noche. Estaba oscuro y despejado, sin luna, con los fuegos artificiales surcando el cielo, llenándolo de colores.

Bebí dos sorbos de aquella cerveza tal vez, antes de dejarla abandonada en el pórtico.

Respiraba con lentitud, tratando de hallar paciencia y fuerza para mantenerme firme y mi padre se acerco.

- Desde pequeña has hecho que me pregunte qué es eso que te atrae tan intensamente de la noche y la luna.

Lo mire y sonreí.

- Quizás sea la serenidad que inspira. – me regalo una sonrisa acercándose más a mí.

- Gaby, entiendo lo que sientes; ese vacío en el pecho – me mantuve fija observándolo – pero aunque la condición actual me contradiga sigo pensando, creyendo firmemente que tu y Naty están destinadas para estar juntas, ¡se que encontrarás el modo de traerla de vuelta hija!, recuerda que luego de la tormenta llega la paz. – lo abrace con  fuerza, en este momento su apoyo y el de todos ha significado demasiadas cosas para mí, es algo que agradezco enormemente.

- Eso espero papá, eso espero.

Afirme con cierto pesar, mi padre me dejo a solas y yo seguía pensando que podría hacer para traerla de vuelta.

La cena logro distraerme, hacían un esfuerzo sobrehumano por subir mi ánimo y mantenerme en la tierra.

Cerca del conteo final me acerque a la cocina en busca de bebidas para brindar, y al entrar oí mi celular desatendido sonar.

No hay en este mundo un solo termino  que describa lo que sentí al oírla, inconteniblemente me llene de esperanza, de optimismo, de no sé, tantas cosas…

Quería convencerla, creí que podía hacerlo pero entonces escuche la voz de ese hombre, sus palabras… guarde silencio reflexionando, ¿debía suponer ahora que ese era su novio?, sentí miles de dudas que no supe si debía o si podía cuestionarle a ella… mantuve mi silencio en espera de que ella dijese algo, que tal vez me explicara algo.

Pasaron un par de segundos.

- Gaby yo… yo debo irme.

- Entiendo – dije por inercia.

- Cuídate.

Tarde unos segundos en decir algo para a la final culminar diciéndole un frio, “igual”.

Naty colgó y yo seguía sentada allí. Ese hombre llego a arruinar el único instante de paz que había logrado tener y torno mi mente en un infierno aun peor.

¡Naty! – susurre con suavidad, observando el piso con mi espíritu en un subnivel que no conocía.

¡No puedo permitir que él llegue y me la arrebate, que la vida me juegue así de sucio, no me permitiré esto, al menos no sin luchar antes!

Sin informarle a nadie mis planes, encendí el auto y fui hasta su casa. Ya estando afuera llame a Katy.

- ¡Gaby! ¡Feliz año! – me dijo muy entusiasta no mas al atender.

- Gracias Katy, igual para ti... ¡Katy estoy afuera!

- ¿Qué? – exclamo con una sorpresa que me esperaba.

- ¡Estoy afuera y no me iré hasta verla!, por favor dile que la espero aquí.

Alcanzo a balbucear un “ok, espera ya la busco”. Estaba estacionada en la casa de al lado, tampoco quería ocasionarle más problemas a Naty, si su madre o su padre me ven no será nada bueno.

Baje del auto.

Quince minutos y la vi salir. Estaba hermosa, verla me hizo comprender mi necesidad de tenerla, mi intenso amor, mis deseos de protegerla, es un bello ángel, y solo ella puede salvarme de este abismo. Mi mirada se perdió en la divinidad de su presencia, traía un precioso vestido ceñido al cuerpo de color blanco, su rostro libre de maquillaje y su cabello suelto, dejándose guiar por la suave brisa de la noche. Me fue imposible no sonreír por tan solo el hecho de poder observar sus ojos; el modo tan profundo en el que la amo simplemente no tiene comparación con nada en este mundo.

- ¡Estas hermosa! – balbucee torpe ante su mirar, ante mis deseos de secuestrarla y amarla por siempre.

- ¡Gaby! ¿Qué haces aquí? – su expresión y su voz estaban repletas de tanto que no sabía definir con claridad.

- Sabes bien que hago aquí, ¡Naty sin ti no soy nadie!, estar lejos de ti me está matando – la ternura en sus ojos inundo los míos, me acerque un poco mas – no soporto ni un segundo más sin ti. – tome su mano, la suavidad de su piel me hechizo, intacta al igual que la recordaba.

- Yo no sé qué decir Gaby.

- Solo dime que sientes lo mismo, que me sigues amando, solo dime que estas dispuesta a luchar por lo nuestro y te juro que jamás hare en la vida algo que te dañe, ¡jamás! – Mantuve mis ojos en los suyos – podemos superar esto Naty, ¡no te rindas!

- Gaby es que yo…

La tome de la cintura y la acerque más a mí, dejando su rostro a un centímetro del mío.

- Mira mis ojos y dime entonces que no me amas, dime eso y te dejare en paz, pero se sincera conmigo, se sincera con lo que siento por ti.

Me miro sin decir nada, dejando que sus ojos lentamente se humedecieran.

- ¡Sabes que no puedo hacer eso Gaby!, ¡no puedo decir eso!

Sentí una esperanza llenar de vigor mi ser pero entonces se alejo de mí, se soltó de mis brazos.

- Pero tampoco puedo estar contigo Gaby, es, son demasiadas cosas que me alejan de ti.

Mi alma estaba allí, expuesta en espera de una respuesta afirmativa, en espera de algo que reviva mi ser y su negación estaba culminando de matarme.

Natalia.

Estaba siendo obligada a tomarme fotos con un hombre que apenas llevaba un par de horas conociendo y mi padre actuaba como si estuviese sellando con eso una boda entre él y yo, solamente lo miraba indignada.

Mi mente estaba como loca intentando adivinar como estaba Gaby luego de lo que accidentalmente había oído y muy probablemente había mal interpretado. No podía entender cómo podía continuar siendo capaz de contradecirme de este modo, moría por ir corriendo a verla pero no me movía, seguía totalmente trabada en un limbo intermedio sin salida.

Katy llego y de manera brusca me llevo hacia otra habitación.

- ¡Gaby está esperando por ti afuera! – sentí como electricidad recorriendo mi cuerpo, por temor, por emoción. No le pregunte nada mas, no necesitaba saber nada más. Solo busque el modo de escabullirme y salir sin que lo notaran.

Mi alma volvió a mi cuerpo al notar su expresión de amor observarme, su rostro perfecto llamándome a su lado. Me pego a ella y mi alma se sintió en casa, en paz solo por el acontecimiento de estar en sus brazos de nuevo.

Estaba a un paso de ceder ante el seductor amor en su mirar cuando ese perturbador recuerdo de la verdad que había descubierto vino a chocarme de frente, vino a dañar mi momento y mi ilusión de poder estar a su lado de nuevo.

Con una resistencia necia que preferiría no tener logre apartarme de ella, destrozando mi vida y su corazón pero sin hallar la valentía para luchar en contra de esta desgarrante contradicción en mí ser.

La ilusión en su mirar se desvaneció con mis palabras al tiempo que la llama de mi alma se extinguía por mis actos que solo creaban mas distancia entre ella y yo de la que jamás llegue a considerar podría existir.

Bajo su mirar al tiempo que mis lagrimas hicieron aparición.

- ¡Por favor Gabriela no hagas que esto sea más difícil!

- Y ¿Cómo podría hacer esto mas difícil?, dime tu ¿cómo podría ser posible empeorar estas tinieblas en las cuales ya estoy sumergida? – subió su mirar hasta mi y por primera vez vi sus ojos humedecidos. No soporte ver eso y gire mi rostro a un lado sin poder contener mi llanto, mi angustia por ser la responsable de su dolor – Se que al igual que yo muy en el fondo de ti y de todo ese resentimiento que tienes por mi torpeza al no decirte a tiempo lo que sucedía, sientes y sabes que esto no es lo correcto, que estar separadas tu y yo simplemente no está bien.

- Tal vez si lo sea – alcance a susurrar sin fuerza ni para respirar un segundo más sin ella. Busque sus ojos de nuevo y no soporte verla tan frágil, allí esperando por algo de mí que no iba suceder. Su mirada cruzo la mía y sentí no resistir más, sentí fallecer por solo el hecho de verla sufrir así.

Sostuvimos un contacto visual que sentí era una tortuosa despedida sin razón. No podía contener ni mi llanto ni mi necesidad de amarla, estaba cometiendo el error más grave de mi vida y estaba muy consciente de ello, tan solo que no tenía el coraje para retroceder mis actos.

Gabriela.

Sencillamente me era imposible comprender la inmensidad y profundidad de ese dolor, de ver a la mujer que amo completamente negada a mis suplicas de recuperarla, negada a permitirme mostrarme que yo puedo lograr que todo esté bien, que puedo hacerla feliz y que ese es mi único objetivo, que sin su presencia simplemente se borra mi destino.

Las ganas de llorar se adueñaban de mí ser como jamás había sucedido y todo por vernos envueltas dentro de esta situación de la cual no tengo control y en la cual ella no me permite remediar la consecuencia de mis actos.

En sus ojos he hallado mi paraíso y mi perdición, ese minuto de contacto entre nosotras debilito mi alma, dejándola desprotegida ante los mil demonios que llegaron a mantener este martirio de estar sin ella.

La confusión en mi mente me venció, no sabía que significaba la presencia de ese hombre y sus palabras, su continuo rechazo ya había acabado con mi capacidad mental, ayudándome a sacar conclusiones que deseaba fuesen erradas; tal vez era mi momento de entender que quizás para ella, este realmente era el fin, que trataba de seguir adelante y yo estaba siendo un obstáculo para ello. No sabía que creer y lo que pensaba solamente no quería creerlo.

No me quedo otra opción sino que partir de allí, que tratar fallidamente de recoger las piezas de mi corazón que había dejado quebradas a sus pies.