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Crisis de los Siete Años (IV)

en Lésbicos

IV

Me fui a un bar, el primero que encontré; llame a Sandra, estaba en una reunión no podía verme, en realidad era muy temprano, 5 pm, pero sábado; mire mil contactos más, pensé en miles de lugares más para estar pero no lograba moverme; miraba mi trago un segundo y lo bebía con apuro, con ansia.

- ¿Qué rayos haces aquí Emily? – Sandra en uno de sus mejores trajes miraba a su alrededor con desconfianza, una mujer de su categoría no estaba acostumbrada a entrar en el primer bar, el más humilde, el de la esquina.

- ¡Creí que no vendrías!

Echo un vistazo a su alrededor, de nuevo – hubiese preferido honrar tu creencia.

Sonreí y bebí.

La observe, me daba gracia verla así. Limpie la silla a mi lado, ofreciéndosela, me observo con odio, reí de nuevo, saque dinero de mi bolsillo y me levante.

- Esta bien señorita, ¡Soy suya, lléveme a donde quiera! – tropecé con una silla que estorbaba en mi camino.

- Creo que lo mejor es ir a tu casa.

- ¡Con ese atuendo que traes, claro que voy a tu casa!

Si lo sé, estaba algo incoherente para el momento, levantarme tras muchos tragos y par de horas sentada no fue buena idea.

Desperté con un dolor de cabeza terrible y una Sandra a mi frente observándome con odio una vez más, mi mirada inquieta, buscando saber dónde me encontraba, y mi sonrisa apenada delataban mi falta de memoria.

Lentamente me senté, encandilada por una tenue luz en mis ventanas. Ella con paso enojado y firme se me acerco para entregarme con rudeza una taza de café.

- ¡Debes llamarme para asuntos divertidos, no para presenciar este patetismo!

Sonreí apenada, ofreciéndole una disculpa.

- ¡Rayos! No quedo suficiente honor en ti ni para abusar de tu ebriedad.

- ¡Auch!

- ¡Es la verdad!

Nos observamos un instante.

- ¡A ver si resuelves tus líos con la tal Karen porque de tanto que me la nombraste ya sospecho que soñare con ella!

Agache la mirada, ¡Diablos!, ¡NO BEBER EN UN ESTADO MENTAL CUESTIONABLE! Es la regla de oro, quien sabe cuántas bobadas diría.

Alce la mirada y Sandra me daba la espalda, yéndose, al llegar al umbral de la puerta de mi cuarto se detuvo sin girarse.

- Estamos en tu casa por cierto.

- Ya lo note, no saldrías de la tuya siendo domingo, jamás a esta hora.

Se carcajeo - ¿Quién dice que hoy es domingo?

Se fue riéndose, no pudo pasar más de una noche en mi olvido, pero la sexi abogada me hizo dudar. Con lentitud me levante, buscaba mi celular sin éxito, me acerque a la cocina, estaba impecable, al parecer Sandra seguiría siendo una cajita de sorpresas para mí.

El sonido de mi móvil llamo mi atención desde una repisa, la más alta de toda la casa de hecho, por lo visto busque llamar a Karen y Sandra lo impidió de esta manera.

Karen era quien llamaba. Dude en atender, no sé si por resaca o porque al fin tuve un momento de lucidez, pero solo fue eso, un momento. Atendí.

- Hola Karen

- Hasta que al fin atiendes, te llame ayer, ¿estás bien?

- Si eh – segundo de silencio – es que bebí anoche y estuve mala copa, me recupero de la resaca.

Guardo silencio, podía oír su respiración, se había molestado.

- Está bien, ¡mejórate!

- ¡Espera Karen, no cuelgues! – solo su respiración de nuevo - ¿para qué me llamabas? ¿Sucede algo?

- No, no es nada.

Colgó. Debe estar imaginando que yo estuve aquí con mil mujeres, ¡Diablos! ¿Qué digo? ¡Seguro ni le importa!

Le marque de nuevo, su teléfono ya estaba apagado.

No revise mensajes, no vi si habían más llamadas, solo me fui a recostar.

A mediodía el hambre y una mejoría considerable me levantaron de nuevo. Comí. Revise mi celular. Llamadas inútiles, mensajes inútiles, hasta que me topo con un Whatsapp, “Fernando salió de viaje pero tengo que hablarte antes de ir… ¿Te puedo llamar?”, hora 9pm de la noche anterior, ¡Carajo!

Llamada de Whatsapp, no me contesto. Le envié mensaje por la misma vía, “sé que pusiste tu celular en modo avión, pero estas conectada del wifi de tu casa Karen, ¡atiéndeme!”

Llame de nuevo, tras mil horas me respondió, se oía al pequeño balbuceando incoherencias sobre carritos y aviones al fondo, lo tenía alzado seguramente.

- No había leído el mensaje Karen, ¡ven!

- Si lo habías leído, ¡me dejaste en visto!

Me disponía a negarlo con toda la frustración en mi ser pero un flash back me domino, Sandra quitándome el celular, alejándolo de mí, yo pidiendo que me deje llamarla argumentando que ella quiere verme, al tiempo que Sandra me quita la ropa para obligarme a entrar en la ducha. “Rayos Emily si dejo que te vea así, no te querra volver a ver jamás”, su argumento definitivo, el que al fin logro callarme.

- Karen… yo… yo estaba borracha, te digo con sinceridad, mi conciencia no lo había leído.

- su respiración -

- Ven aquí, hablemos, necesito verte – silencio – ¡quiero verte!

- No puedo, ¡Estoy con Matty!

- ¿Y eso que importa? Aquí puedes... podemos cuidarlo.

 Ambas guardamos silencio, sorprendidas por lo que yo había dicho, mientras el cacheton en el fondo no se callaba.

- No lo sé Emily, ¡Debo pensarlo!

Y me colgó, de nuevo.

Observe el celular. “Ven, te espero”, le envíe; y ya solo me quedaba hacer lo que había dicho, esperar.

Con algo de música logre controlar mi inquietud.

Karen seguía teniendo un gusto por la retribución, me dejo en visto como yo a ella en la noche anterior. Cerca del atardecer había perdido toda esperanza de verla, puse una película, hace falta de un buen clásico y de helado para superar una desilusión amorosa.

El timbre me desconcentro de la tv.

- No iba a venir.

Fue la frase de entrada para una Karen molesta con un niño contrastantemente sonriente en brazos.

- Me alegra que no fuese así, pasa.

Hasta después de la cena fue que se relajó, que me comenzó a hablar normalmente. Durmió amistosamente en mi cama, a mi lado por supuesto pero sin tocarme, preocupada por el niño y la muralla de almohadas, por lo lejos que podían convertirse tan solo veinte pasos de distancia. Yo sabía que el pequeño estaría bien, tiene una buena garganta, nos despertaría de inmediato de ser necesario.

Plena madrugada, el jalón suave de la sabana que me cubría me despertó, al sentarme vi a un escapista chiquillo buscando la manera de subirse a la cama a despertar y molestar a su madre, Karen no se sentirá cómoda con la idea de que nos haya visto dormir juntas, lo bueno es que como Karen aun intenta estar molesta se encontraba lo suficientemente lejos de mi como para alegar una inofensiva pijamada de amigas. Me levante lo más sutil que pude para no despertarla.

- Hola pequeño daredevil, demostrando habilidades desde chico ¿uh? – Me miraba confuso – ¿sabes por qué te llamo daredevil? – negó con su cabecita, guardando silencio aun, lo tome en mis brazos – a ver pequeñuelo, porque te llamas Matthew.

- ¡Matty! – dijo alto, ya pasábamos el umbral de su improvisado cuarto.

- Si, Matty es diminutivo para Matthew, en fin, te digo así porque te llamas igual que el héroe de hell’s kitchen, Daredevil – me miraba aun sin entender – luego te mostrare historietas. Mira nada más pequeño lo que has hecho, - reía, creo que era la primera vez que estábamos solos él y yo – has hecho una escalera de almohadas, - lo puse sobre la cama y comencé a levantar las almohadas – es un excelente trabajo señor ingeniero debo decir.

Se las comencé a arrojar suavemente, a hacerle cosquillas, reímos entre juegos tontos un poco.

- Bueno niño, dime el motivo de tu despertar, ¿tienes hambre?

- ¡Sí! ¡Quiero a mami!

- Ven conmigo, tu mami duerme, no queremos despertarla, ¿cierto?

Se arrojó a mis brazos dudoso.

Gracias a las historias de Karen sabía todo lo que ya hacía y lo que no, así que sabía que tetero ya no tomaba, sabia también que le gustaba el pan, medio sándwich, con mucho queso y mortadela de pollo, el pequeño compartía conmigo el desprecio por cualquier tipo de jamón. Lo senté en el sofá más seguro de la sala, con algunas comiquitas en bajo volumen en la tv. Manos a la obra, en menos de diez minutos me vi alimentándolo sola por primera vez, era la noche de las primeras veces podía entender.

Daban “teen titans” en la tele y el niño no paraba de contarme con detalle cada capítulo de la serie, por lo visto casualmente había dado con su favorito.

Culminaba lentamente su pan cuando me percate de una sombra a nuestras espaldas. Me gire valientemente.

- ¡Karen me asustaste!

- ¡Lo siento!, es que…solo los observaba, no quería interrumpir su lindo debate de súper héroes.

- ¡Mami! – salió corriendo casi arrojando mi plato al suelo, suerte que estaba a su lado y lo cogí a tiempo.

- ¿Hijo comiste rico?

- Si

- Me alegra – sus ojos se iluminaban radiantemente al verlo – ¡creí que no te gustaba DC comics Emily!

- No me hagas empezar a hablar de eso.

Se burló y fue a lavarle las manos y el rostro al pequeño Matt para acostarlo.

- ¡Apaga eso y ven! – me ordeno, por lo visto no le preocupaba lo que el niño viese u oyese. No le preocupaba Fernando.

Pase de creer que era el final a creer que en realidad era el momento, era mi momento de hacer algo, de asegurarla para mí, sin equivocaciones esta vez.

En la mañana la despedí, Matthew estaba mucho más receptivo conmigo o yo mucho más receptiva con él, como sea era la señal que faltaba, ¡este es el momento!

Por la tarde le pedí que regresara un momento, que pasara al salir del despacho, que necesitaba mostrarle algo.

A las siete toco mi puerta. Abrí y se me arrojo encima, cerró la puerta y me pego contra ella, llego agresiva, excitante pero no podía permitir que aquello me distrajese, como pude, con la respiración entrecortada la aleje de mí. Me miro confundida.

- ¡Vamos Karen, debo mostrarte algo primero!

Me siguió aun juguetona. Me detuve a un paso del cuarto de huéspedes.

- ¿Qué pasa?

Sonriente termine de adentrarla a la habitación. Impactada observaba todo en silencio.

- Solo mantén la mente abierta si, solo déjame hablar.

Me quede muda por su mirada brillosa.

- Karen yo… yo quiero… ¡Diablos! – tome aire mientras ella se acercaba a acariciar los objetos que recién había comprado – yo creo que es obvio pero debo decirlo, yo quiero que vengas a vivir conmigo, quiero que retomemos en donde lo dejamos, que seamos tu y yo, y Matt por supuesto, es obvio para él compre todo esto, los deseo aquí, a los dos, no puedo dejar que la vida se me pase frente a mi sin yo hacer nada.

Tomo asiento en la cama, acariciaba las sabanas de teen titans con una lagrima en sus ojos.

- ¡Sí guardas silencio me llenare de ansiedad! - seque mis manos sudorosas con el pantalón - ¿Te pareció mucho la lámpara de iron man?, podemos devolverla si no te gusta, bueno no quiero devolverla, pero puedo sacarla de aquí si no la quieres para él – Observaba fijamente el objeto nombrado – Por favor dime algo.

- No, la lámpara está bien.

- Entonces, ¿aceptas? – nos llenamos de silencio, y como buena comerciante busque salir de mis nervios “vendiéndole” el cuarto - la cama tiene estas varillas de seguridad, para cuando duerma sabes, bueno esas que están rozando tus piernas y sé que falta pintura más adecuada en las paredes, esto está muy serio, pero todo lo voy a arreglar de aquí a un par de días, ya llame a un decorador.

Me acerque, me agache a su frente, lloraba un poco más, en silencio, como acostumbra hacerlo, sin drama pero con sentimiento. Me encontraba aterrada por no saber que esperar.

- Tú siempre has sido mi única manera para una familia propia, ¡lo sabes!, Fernando solamente tuvo una oportunidad de robarme lo que es mío.

- Fernando…

Susurro casi inaudible, levantándose, haciéndome esconder mi mirada, estaba poniendo lo que era, lo que soy y lo que seré en ese intento final por recuperarla.

 - No temas herirlo, tú quieres estar conmigo, me llevo bien con Matt, será… estará todo bien, lo arreglaremos con él, Fernando podrá verlo, es su padre, es lógico que lo vea, pero tú puedes ser feliz a mi lado, ambos lo serán, ¡no voy a arruinarlo!

- ¡Tú también eres su madre Emily!

- Si, ¡exacto! a eso me refiero, seremos sus padres – cada palabra era tan extraña oírla salir de mi boca, pero genuinamente lo deseaba – haremos que lo entienda, que lo procese, lo haremos con cuidado.

Giro su cabeza repetidas veces con lentitud, con negación.

- ¡Tú eres la que no entiende Emily, tu eres madre de Matthew!

Me reí levemente, con susto, ¿estaba Karen en shock?, ¿era un sueño todo aquello?

- Emily no quería que te enteraras así, ¡por Dios que no!

Vi su rostro serio y ahora era yo quien tomaba asiento en la cama.

- La cena con Fernando era para saber si me daba su esperma, era lo que nos faltaba, él es un soltero empedernido pero quería un hijo, siempre lo supe, llevaba meses pensándolo pero tú y yo estábamos en una situación tan critica que jamás pude decírtelo, proponértelo – la miraba sin tener nada útil en mi mente - tras nuestra separación solo se me intensifico la idea, quería algo tuyo conmigo, para mí, sinceramente no me importaba si lo sabias o no, fui a la clínica de fertilidad – la mire a los ojos, a esos ojos inundados, con los míos en camino a lo mismo, guardo silencio notando que lo había entendido al fin, que me estaba incendiando en ira – no estoy casada con Fernando, es el padre biológico de Matthew, al igual que tú eres su madre, use tus óvulos y lo incube en mi vientre y no me arrepiento de nada.

- ¿No te arrepientes de nada? ¿No te arrepientes de no haberme dicho nada? ¿Escondiste un hijo de mí? ¡Hiciste un hijo sin mi consentimiento!

- El documento legal que necesitaba para usar tus óvulos estaba en la clínica, con tu firma.

- No seas tan cínica, ¡eso no es tener mi consentimiento carajo!

Salí veloz de allí, me asfixiaba, busque agua y una aspirina, y ahí fue que note que mis manos sostenían un pequeño carrito de hot wheels tan fuerte que me había abierto la zona interna de un dedo con la parte metálica del juguete, mi mano sangraba un poco. Ni si quiera recordaba haberlo agarrado. Ella se acercó a ver, la rechacé.

- ¡Debiste decírmelo!

- Lo sé, ¡lo siento!

- ¡Me manipulaste! ¡Todo este tiempo me manipulaste!

- Yo no podía adivinar y mucho menos planear que volverías a mi vida Emily ¡todo paso muy rápido! Y solo me encontré esperando que lo conocieras, que convivieras con él, que lo vieras por ti misma.

- ¡Claro, porque yo si soy adivina!

- ¡Por Dios no entiendo como no pudiste ver tu curiosidad en sus ojos! ¡Tus gestos en su rostro! – Quebró en llanto de nuevo - ¿Cómo no pudiste verlo?, ¡Hasta heredo tu gusto por los héroes!, no será del color exacto de tu piel, pero es tuyo, tiene cosas que no pudo aprender de más nadie, que ni si quiera las ha podido ver de ti, y las tiene, así de tuyo es.

Solo la miraba, duramos así un par de minutos y en silencio hizo ademan de partir.

- Si no nos hubiésemos estado acostando, si no te hubiese hecho esa propuesta, ¿me hubieses dicho?

Giro a verme – sinceramente no lo sé Emily, no lo sé.

Agache la mirada, ella se terminó de ir, fui al cuarto de quien creí adoptaría pero que resulta ser mi hijo. Creí que las sorpresas de paternidad eran imposibles para las madres, así que mi sorpresa es doble, triple, ja!, es infinita.

Miraba todo, no salía de mi asombro, jamás saldría de el pero necesitaba saber qué hacer, que paso dar. Me había perdido tanto ya, pero ahora entendía porque buscaba tanto hablarme de él, siempre creí que era algo inevitable de una madre que se involucra sentimentalmente con alguien, hablar de sus hijos, compartir eso porque son esenciales para ellas pero ya veo que la finalidad no era esa, era ponerme al día. “Kal” fue la primera palabra de Matt, recuerdo que me burle tanto de la historia, Karen dice que intentaba decir su nombre, yo con mi inmadurez aseguraba que intentaba llamar a “Kal-el”, mejor conocido como Superman, sus primeros pasos, su nacimiento, me había perdido todo, y me hubiese perdido millones de cosas más de no haber sido por ese inoportuno pasillo de supermercado.

Dormí poco para no decir que nada, solo podía pensar.