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Causalidad (14)

en Lésbicos

Hola, quiero agradecer por los comentarios, de verdad ha sido muy reconfortante y fuente de gran animo los mensajes que me han enviado al correo, Facebook, y a mi celular, para que continúe con mi relato. De verdad mil gracias, no fue mi intención tardarme tanto, pero hay cosas que están fuera de mi control, hare lo posible por no perderme tanto.

Espero la disfruten, besos.

 

Causalidad (14)

Natalia.

 

Días después… dos noches antes de mi cumpleaños recibí una llamada de mi hermana notificando que llegaría el día siguiente. Katy y yo estábamos frenéticas al respecto.

La bienvenida estaba lista; Gaby nos ayudo y acompaño a Katy y a mí a realizar todas las compras necesarias para alistar todo. Mi hermanita y yo decoramos la casa y junto a nuestra Nana preparamos la comida.

Temprano en la mañana fui a verme con Gaby pues quería insistirle una vez más, tratando de persuadirla para que nos acompañara al aeropuerto a recibir a las chicas, pero recibí una negativa de nuevo ya que su terquedad no me dejaba convencerla, mantuvo hasta el último segundo su opinión, “mi presencia será inapropiada Naty, es un encuentro que debe ser y es estrictamente familiar. Muero de ganas de conocer a tu hermana pero todo a su tiempo ¡compartan ustedes primero!”. No pude luchar más con su argumento pero si pude quedarme en sus brazos por un largo rato antes de ir junto a Katy a buscar a Mariana y a Victoria.

Nuestros padres nos esperaban en casa mientras nosotras observábamos a las chicas acercarse desde el área de espera del aeropuerto, obviamente el momento se impregno de abrazos y emoción por al fin verlas; de sorpresa al hallarlas tan distintas, se encontraban simplemente hermosas, con look nuevo, Mariana traía su cabello oscuro y corto, le quedaba perfecto, además estaba más delgada, un poco mas y no lograba reconocerla.

Ya en la casa, luego de la euforia de la bienvenida nos sentamos todos a comer. La conversación que dominaba el momento resultaba completa y totalmente inaudible e indescifrable para cualquier oído pues las historias de las dos se entremezclaban en una sola, mucha información y vivencias juntas, la diversión que habían tenido esas dos incitaba a perderse en un viaje así, un viaje de exploración, sin preocupaciones de ninguna índole.

La noche llego y nos hallo encerradas en la habitación de Mariana, estábamos demasiado entretenidas como para detener la conversación.

No note el paso de las horas, pero mis hermanas si estaban muy atentas al reloj pues un poco pasada las doce se arrojaron sobre mí para felicitarme. Entre risas y cosquillas recibí mi cumpleaños. Hacía mucho que no compartía de ese modo con ellas, me hallaba feliz.

Un par de minutos luego recibí un mensaje de felicitación de la persona que mas me interesaba estuviese presente en mi vida, Gaby. Deseaba oír su voz pero el alboroto de mis hermanas no me permitiría ni oír, ni alejarme para obtener un poco de privacidad. La mirada analítica de Mariana se poso sobre mí luego de recibir el mensaje, mi sonrisa era tan obvia que no era necesario si quiera preguntar de quien había recibido el mensaje; solo que Mariana y Victoria aun no sabían mi historia y a un segundo de que Mariana me hiciera el interrogatorio que su mirada ya vaciaba sobre mí, la interrumpió Katy realizándole más preguntas sobre el viaje. Nos perdimos de nuevo dentro de ese tema hasta que el sueño nos venció. Victoria y Katy fueron las primeras en dormirse, Mariana, a instantes de caer rendida, fue al tocador para luego acostarse finalmente.

Yo, con un poco de sueño, pero no tan dominante como el de ellas; partí al balcón a observar la noche, a sonreírle a la luna y a la vida por la bella dicha que me ha otorgado de tener a la mujer que amo a mi lado y a las chicas de vuelta. Mantenía mi mirada fija en la luna, cuando sentí los pasos de mi hermana tenues y leves acercarse.

- No podía dormirme sin preguntar – sonreí – no me culpes ja, ja culpa a tu cara de… mmm iba a decir enamorada pero creo que en este caso la palabra que mas me convendría usar es, boba, ja, ja, ja.

Acompañe su risa.

- Mariana tampoco así, ¡no me maltrates!

- Ja, ja, ja, ya en serio dime, ese brillo que no abandona tus ojos no puede mentirme, ¡estás saliendo con alguien!

- En realidad, creo que te sorprenderás al saber que si, estas en lo correcto, estoy saliendo con alguien – mi tono era cauteloso, y su mirada intensa, impregnada de una gran curiosidad y ansiosa espera, me detallaba con cuidado – mantengo una hermosa relación, muy estable… ¡con una mujer!

Su rostro resplandeció en sorpresa.

- ¿Con una chica?

- Si – su rostro sonriente reflejaba una completa y refrescante aceptación.

- ¿Eso como sucedió?

- ¡Simplemente me enamore! – suspire dejando mis sentimientos dominarme por completo, permitiendo que ese gesto pueda contarle en un segundo la bella historia de amor que guarda mi corazón.

- ¡Debes contármelo todo!

- ¡Te lo contare todo!

- ¡Quiero conocerla!

- Mañana, ya hice planes con ella, la conocerás mañana.

- ¡Excelente, me parece perfecto!, - bajo su mirada un segundo manteniendo una expresiva sonrisa - ¡tengo cuñada! – Sonreí ante su acertada afirmación - ¿nuestros padres están al tanto?

- Mamá si, - se sorprendió – pero papá no – borro su sorpresa y su rostro se lleno de comprensión – me da terror decirle.

- ¡Entiendo! – dijo con algo de pena ante mi gran dilema familiar.

Luego de unos instantes de meditar con la mirada perdida en el jardín, me miro con una esplendida sonrisa.

- Pase lo que pase cuentas con mi apoyo y si la quieres nada debe detenerlas – la abrace agradecida por sus palabras, por su respaldo – debemos tomarnos tiempo Naty, sentarnos a conversar esto, debes decírmelo todo, ¡quiero con detalles la reacción de mamá!, - asentí sonriente, nos habíamos perdido de mucho este par de años – también hay un par de cosas de mi que debo decirte, cosas que…

- ¡Aun despiertas! – la voz gruesa de nuestro padre atrajo de inmediato nuestra atención, entraba a la habitación en dirección al balcón donde nos encontrábamos.

Guarde silencio helada, estudiando si era posible que haya oído nuestra conversación.

- Estamos poniéndonos al día – le respondió mi hermana relajada, mientras el silencio me dominaba.

Mi padre asintió manteniendo su rostro serio como siempre.

- Pues terminan de “ponerse al día” mañana, Mariana aprovechare que estás tan despierta, necesito tener una charla contigo. Acompáñame al estudio.

Le exigió sin chance a negarse. Mi hermana asintió sentenciada a oír una larga conversación con mi padre antes de dormir.

- Me la debes hermanita, ahora ve y descansa, ¡mañana nos espera un gran día!

Me abrazo y se fue a alcanzar a papá en el estudio.

Yo, camino a mi cama ya podía hacerme a la idea de que se trataba la charla; la carrera de mi hermana. Dejo la administración de empresas poco antes de irse de viaje y con apenas un semestre y medio de haberla iniciado, la furia de mi padre no fue nada normal pues él ya tenía una vida de negocios planificada para Mariana, lo cual, luego de tanto amar su carrera, la hizo ir hasta el otro extremo, odiarla por completo y renunciar a esta; un par de días después fue que decidió irse a Europa.

Sin más que hacer y con mucho que pensar, fui a mi cama.

Conciliar el sueño no se me hizo difícil, pero al paso de lo que yo sentí como un par de minutos tenia a mis hermanas y a mi prima despertándome para felicitarme de nuevo. Se arrojaron las tres sobre mí para abrazarme o mejor dicho asfixiarme. Entre risas les pedía que me dejaran en paz, tenía demasiado sueño, pero mis peticiones fueron ignoradas descaradamente; no tenían compasión ante mi rostro semi-dormido, nada lograba detenerlas hasta que el ringtone de mi celular si surtió ese efecto, se detuvieron y quedaron tranquilas a un lado de la cama en espera de que yo atendiera la llamada.

Vi en la pantalla el número de Gaby, inevitablemente sonreí tomando un poco de distancia de las chicas.

- ¡Feliz cumpleaños! – La alegría de su voz invadió mi ser antes de que yo tuviese un segundo si quiera para articular palabra – ten un bello cumpleaños, te amo Naty.

- ¡Gracias!, te amo, ¡no imaginas cuanto anhelaba oír tu voz! – sonreí; me gire y no recordaba la compañía que tenía en mi habitación. Las chicas me observaban con una risita que trataban de ocultar pero culminaron carcajeándose gracias al cálido rubor que inundo instantáneamente mis mejillas.

- ¡Por lo que oigo están las chicas allí! – afirmo correctamente Gaby.

- ¡Puedes oír sus risas! – dije saliendo de la habitación.

- ¡Te pusiste roja! – aseguro riéndose.

- ¡Sí!

- Ja, ja, por lo que parece ya les dijiste ¿no?

- A Mariana pude comentarle algo, no con mucho detalle, pero lo importante es que me apoya y quiere conocerte.

- Me alegra mucho, yo también quiero conocerla a ella y a Victoria…

Conversamos durante unos veinte minutos al menos, acordamos en vernos luego para almorzar a solas.

Victoria busco interrogarme en un momento que me encontró a solas, mientras me arreglaba para verme con Gaby, el interrogatorio no se hizo esperar pero no obtuvo más información de la que le di a Mariana. A las dos quería contarles con detalles toda nuestra historia pero deseaba presentársela primero, que juzgaran por cuenta propia y sin antecedentes la claridad de nuestra relación, que observaran sin predisposición que nuestro amor es puro. Además ya se me hacia tarde para verme con mi bella novia.

Tras despedirme de las chicas bajaba las escaleras a toda prisa.

- No piensas marcharte sin nuestra felicitación antes o ¿sí? – me detuvo en seco la voz de mi madre.

- No madre por supuesto que no – me acerque hacia el sofá donde se hallaba conversando con mi padre, ambos me abrazaron, mi padre con la seriedad de siempre y mi madre con esa tierna alegría por la cual se deja envolver los días que mis hermanas y yo estamos de cumpleaños.

- ¿A dónde vas? – pregunto mi padre colocando nuevamente su mirar en un informe de la compañía.

- ¡Tengo un almuerzo con una amiga!

- ¡No olvides la cena! – me advirtió mi madre al segundo que yo abandonaba la habitación, camino a la salida. Asentí y seguí mi camino.

- Señorita Natalia – la dulce y suave voz de mi Nana llamo mi atención.

Iba camino a la sala en la que se encontraban mis padres, con una bandeja y par de tés entre sus manos.

- Mi niña Natalia – me acerque a ella, su abrazo tan cálido y lleno de amor, al igual que el de una madre, enterneció mi corazón – no crea que había olvidado este día tan especial – sonreí conmovida por su ternura – es solo que no quería interrumpir el reencuentro con su hermana y la señorita Victoria, jamás olvidare los cumpleaños de ustedes, si es que para mí es como si fuese ayer cuando les cambiaba los pañales y andaban gateando tratando de crear desastres por toda la  casa – mi vista se nublo gracias al sentimiento y al nudo en la garganta que provoco en mi, una lagrima corrió su mejilla arrugadita por los años y el cansancio – pero nada de nostalgias, ¡hoy es un día para celebrar! – sonreí.

-¡Nana gracias por todo!, por tus cuidados y todo el cariño que me has dado a mí, y a mis hermanas. – su sonrisa iluminó su rostro.

- Soy yo quien debe agradecer su cariño… en fin mi niña vaya y disfrute su día, son diecinueve añitos en este mundo, su vida empieza apenas, ¡aprovéchela!

- ¡Gracias Nana! – Bese su frente - ¡te quiero!

Con ese bello momento fresco en mi mente encendí el auto y partí rumbo a ver a Gaby.

A las doce en punto estaba en su casa, como me lo pidió. Sus brazos me acogieron por un par de minutos con mi rostro escondido en su cuello.

Su aroma invadió mis pulmones y lleno de vigor y vitalidad mi ritmo sanguíneo, bese su cuello y ella busco encontrar sus labios con los míos.

Lobo llego a mí, lo subí a mis brazos antes de ir a lavar mis manos y almorzar con Gaby.

La casa estaba impregnada por un aroma peculiar, vainilla, me encanta; el comedor estaba sencilla y hermosamente decorado puramente en blanco. La comida recién servida y humeante por el calor aun existente, lucia extremadamente apetitosa. En el centro de la mesa un delicioso pastel con forma de guitarra y mi nombre escrito sobre el, un “Te amo” de colores, escrito por medio de velas de cumpleaños adornaban aun más el bello pastel.

Antes de sentarme a disfrutar de tan excepcional almuerzo se me hizo inevitable no arrojarme sobre los brazos de mi encantadora novia de nuevo.

- Amo cada detalle, cada gesto que me regalas.

Su sonrisa hizo perfecto mi cumpleaños…

- Es solo un humilde detalle, uno más de mis intentos de hacerte feliz, de verte sonreír. Es solo mi modo silencioso de agradecerte tu presencia en mi vida.

¿Cómo responder a tan bellas palabras?, cualquier cosa que diga será completamente insuficiente, solo puedo atinar a besarla, a quedarme protegida en sus brazos, a amarla…

Cuando al fin logramos separarnos, almorzamos bien juntas una de la otra, dándonos bocados, culminando siempre con un tierno beso fugaz.

Vi a Gaby organizar todo pues no me permitió tocar ni un solo plato, al terminar fuimos a recostarnos sobre el sofá. Lobo hallo un cómodo lugar para acostarse cerca a nosotras y allí permaneció tranquilo. La mitad de mi peso estaba reposando sobre ella y mi cabeza descansaba en su hombro, los dedos de su mano jugaban a acariciarme tierna y delicadamente, esta de mas decir que esas caricias tenían a mi corazón embriagado y adicto.

- Sabes Naty, - comenzó a decir con suavidad – no existe un presente material que sea capaz de servir de símbolo con respecto a lo que siento por ti, lo que tenemos tu y yo.

Busque encontrar su mirada, estaba sonriente y hermosa.

- Pero halle este pequeño detalle y me gusto.

Saco de su bolsillo una hermosa pulsera de cuero que sin casi detallarla ya me había encantado. Mientras mi mirada se fijaba en la bella pulsera se acerco a robarme un tierno beso.

Tomo mi mano y dejándola suspendida tomo la pulsera para colocármela.

Era de cuero fina y delgada, hecha a mano, con pequeñas lunas de plata colgándole, brillando y atrayendo la atención. Tome las cinco lunas entre mis manos, cada una de ellas al reverso tenia grabado cada letra que conforma mi nombre, “Naty”, y la quinta luna tenía un corazón flechado.

- ¡Gracias Gaby! - me senté sobre sus piernas para llenarla de besos….

La hora de irme al atardecer había llegado pero no quería hacerlo, estaba demasiado cómoda y feliz en sus brazos como para querer marcharme, pero mis hermanas no paraban de llamarme pues tenía una cena familiar a la cual asistir.

Partí de su casa con la promesa de que nos veríamos luego de la cena, en el bar.

Terminaba de ducharme, aun me encontraba con mi bata de baño puesta; observando el closet, decidiéndome por cual atuendo usaría, cuando Mariana entro a la habitación.

- Aun no estás lista uh? – sonreí.

- ¡No me decido a que ponerme!

- Mmm – miro mi closet y luego poso la mirada fija sobre mi – dices que luego de la cena te veras con tu novia ¿no?

- ¡Nos veremos con ella! – la corregí, asintió.

- ¡Muy cierto!, ¡no se escapara de que la conozca! Ja, ja, ja. – mantuvo su sonrisa y sin decir más salió de la habitación. Ignore un poco aquello pues ya estaba más que acostumbrada al raro actuar de mi hermana.

Y yo seguía allí, como boba observando mi closet, hasta que me sentí cansada y frustrada al hacerlo. Tome la primera blusa que mi mano fue capaz de alcanzar.

- ¡Ni se te ocurra ponerte eso! – me advirtió contundentemente la voz de Mariana, me gire, no me había percatado de que había entrado de nuevo.

La vi colocar un par de cajas sobre la cama.

- ¡Esto, – afirmo con cierta arrogancia - es lo que usaras!

- Y ¿Qué es eso?

- Tu fabuloso regalo de cumpleaños hermanita – Sonreí y me guiño el ojo - ¡Ven pues Naty, ábrelos!

Emocionada abrí la primera caja y entre un par de bolsas protectoras me encontré con una blusa de seda, semi-escotada y con manga larga de color vino.

- Hará juego con tu cabello – sonreí. Bajo la blusa estaba un jean, el cual sin necesidad de medírmelo ya había notado que era bien ajustado y un cinturón ancho, negro que iba sobre la blusa a la altura de la cintura.

- ¡Esta hermoso! – balbucee aun observando las prendas. Su sonrisa se lleno de satisfacción.

- ¡Abre la otra, anda!

Acate su mandato, en la segunda caja halle unas botas altas, de tacón fino, cuero negro, ¡hermosas!, me enamore de ellas al verlas.

Me lance sobre mi hermana, el atuendo estaba perfecto, ¡me encanto!

Me vestí y mi hermana luego se encargo de alisar mi cabello, pues según ella era el único toque que faltaba tras el poco maquillaje que me había colocado.

- ¡Estas hermosa! – exclamo observándome, me sonroje un poco.

- Gracias.

A los pocos minutos mi Nana entro a la habitación para llamarnos, la cena estaba lista.

Bajamos las cuatro al comedor, mi madre se hallaba a un extremo de la mesa y al otro se hallaba el puesto vacio que debía ocupar mi padre.

Tomamos asiento en los lugares respectivos, los cuales nos fueron asignados desde pequeñas. Mariana al lado de mi padre, Katy a su lado y yo a su frente, al lado de Victoria y mi madre.

Tras unos cinco minutos de espera llego mi padre, con su seriedad y rigidez, tomando asiento en su lugar, junto a él llego mi Nana para servir la cena.

La reunión tuvo un inicio envuelto en seriedad y silencio, hasta que como siempre, Katy quebrantando cualquier régimen de restricción que se le imponga comenzó a bromear con Mariana, situación a la cual, con prontitud, Victoria y yo nos unimos.

- Espero que a tu regreso tengas planes de continuar tus estudios Mariana – intervino de la nada mi padre – Hoy he conversado con el Licenciado García, se encuentra de acuerdo y muy agradado con la idea de que regreses a la facultad pronto. – Fije mi mirar sobre el rostro de Mariana totalmente cambiado.

- ¡Saben lo que opino de la administración!

- Y tu sabes mi decisión al respecto, - la atajo mi padre sin dejarla argumentar, mi hermana enrojeció drásticamente - ya lo discutimos anoche.

Creí que comenzaría una larga discusión a raíz de eso pero mi hermana opto por guardar silencio.

Unos minutos pasaron. Las cuatro, creo, estábamos esperando por ver a quien sería la próxima en llamarle la atención. No es raro que nuestro padre utilizara una de estas cenas para “encarrilarnos”.

- Recibí una llamada muy interesante de tu colegio Kathyuska.

- Ja, ja, me imagino – se rio mi hermanita de lo más relajada ignorando por completo el tono estricto de mi padre.

- ¡No me causa gracia que te hayas unido a la hija de los Torres para causar perturbación en clases!

- ¡Fue una pequeña broma nada más!, no puedes esperar que me quede estrictamente tiesa en clases, ¡me aburro!

- ¡Cuida el tono! – mi madre la reprimió de inmediato.

- ¡No te quiero en junta con esa niña! – no entendí muy bien el punto. Katy lo miro con ira reprimida. - ¡La sexualidad de esa “señorita” – dijo con notable desprecio – es un asunto amenazante y no quiero que su extendida homosexualidad llegue a contagiarte, ni a manchar tu reputación! ¡La reputación de tu familia! ¡De tu apellido! – agache la mirada con una tristeza que trate de disimular al mil por ciento. Katy con su rostro inyectado en enojo, intento decir algo pero fijando su mirada en la mía se contuvo.

- Sabes bien que no toleraría ese tipo de comportamiento.

Remato mi padre destrozando cualquier esperanza que haya sobrevivido en mí luego de esa muestra de desprecio en contra de ese bello sentimiento que me une con Gaby, y me unirá por siempre.

La ira de mis hermanas se notaba incontenible pero hicieron un sobre humano esfuerzo por no replicarle y no empeorar aun más la situación.

Mi dolor trataba de dominarme, si, lo sabía de ante mano; mi padre jamás seria asunto fácil pero oírlo hablar así de esa pequeña, con ese odio, con ese desprecio, me dolió en el alma. Se con eso, que a mí me espera lo peor cuando el sepa la realidad de mi condición.

Volvió a guardar silencio, y ya esperaba la arremetida en mi contra, era lo que faltaba, y el hecho de que fuese mi cumpleaños no cambiaría nada.

No tenia ánimos de oír mas nada, no quería permanecer en la misma mesa con él y su desprecio.

También sé que mi madre no se atreverá a enfrentarlo para defenderme, no se arriesgara a unirse a mí dentro de una batalla totalmente destinada al fracaso ante él y sus creencias de siglos antiguos.

- ¡Natalia! – subí la mirada, me encontré con la suya fija en mi - ¡Te estoy hablando!

- Disculpa padre, ¿qué me decías?

- Decía que ya es hora de que nos presentes al hombre con el que sales. ¡Ya estuvo bueno de noches en la calle sin saber en dónde te encuentras! – intensifico su mirada sobre mí, la evadí con desanimo.

Asentí sin decir nada y eso pareció ofuscarlo más.

- Espero eso no esté afectando tus calificaciones pues me decepcionaría mucho en tal caso.

No le respondí, mis calificaciones no son problema. De hecho Gaby me ayuda a estudiar y mis clases son una constante que no descuido por nada.

Mi silencio se mantuvo, no me nacía decirle absolutamente nada, no quería dirigirle la palabra, solo quería salir corriendo de allí.

- ¡Quiero una fecha! – me presiono, lo mire sin tener la menor idea de que decir - ¿Cuándo lo traerás? – me congele en el acto.

- Padre necesito que solventes un pequeño problema con mi tarjeta de crédito – intervino de inmediato Mariana salvándome.

- ¿Qué problema? – aparto su mirar lejos de mi y lo poso en ella. Mariana no le respondió, mi padre enrojeció – ¿La sobrecargaste de nuevo? – Su silencio continuo respondiéndole - ¡Ya estuvo bueno! ¡Cero tarjetas hasta que no te vea de regreso en la facultad de ciencias económicas, donde perteneces!

Se levanto y partió sin articular una palabra más, estaba furioso. Mariana me había comprado algo de tiempo a cambio de ese castigo, que para ella, representaba una crueldad que atentaba contra los derechos humanos.

- Bueno ya Naty, es hora de irnos – dijo Katy levantándose - ¡Ya vamos!

Fije mi vista en los ojos intensos de mi madre, su mirar por primera vez en mi vida fue evasivo ante mí, quisiera entender eso como vergüenza por la conducta de mi padre, pero jamás lo sabré con certeza. Le pedimos su bendición y partimos.

Fui a mi habitación en busca de mi celular. Tome asiento sobre mi cama para leer un mensaje de texto de Gaby.

“Deseo q tu cumple transcurra maravillosamente, como lo mereces, te espero en el bar. Te Amo”

De inmediato le respondí, y me quede pensativa. La situación se está tornando insostenible, pronto estaré más que obligada a confesarle todo a mi padre.

- ¿Por qué tan pensativa?

- ¡Mariana!, necesito agradecerte, ¡me salvaste!

- No es nada, tranquila, además tu tarjeta de crédito resolverá mi armario, no te preocupes – sonreí, se que lo dijo en tono de broma pero, conociéndola, no es más que la pura verdad esa afirmación.

- ¡Naty no uses tanto tu cerebro! ¿Sí?, mañana piensa que harás, hoy disfruta, ¡es tu cumple!

- ¿Pero qué hare?

- Yo tengo una idea – entro Katy con su anti parabólica alegría - ¡la vestimos de hombre y se la presentamos a papá! Ja, ja…

- Katy, ¿en qué parte debía reírme? – pregunte enarcando una ceja.

- Ja, ja, no es mala idea – se rio Mariana - ¡Ya Naty!, luego pensamos que hacer. Lo más importante es que tienes nuestro apoyo y el de tu novia, la solución llegara sola…

Asentí mucho mas repuesta. De inmediato tomamos camino al bar y en el transcurso Katy, tomando una seriedad que en ella resultaba un poco difícil de asimilar, intento disculparse por el momento incomodo que se genero en la cena, pero como va a pedirme disculpas si ella no manda sobre las reacciones homofóbicas de papá. Le asegure que todo estaba bien y quedo más tranquila.

Tome el primer paso hacia dentro del bar y en ese preciso instante sus brazos me tomaron con fuerza. En el medio del local  pude observar una pancarta en blanco y negro de letras fluorescentes “Feliz cumpleaños Naty”.

Me metí en su cuello y susurre con suavidad cerca de su oído cuan agradecida estaba por todo. Me regalo una bella sonrisa y me dejo perderme entre tantos brazos amigables que deseaban felicitarme. Ella permaneció con su sonrisa y a mi lado, en espera de que me dejaran ir para retomarme en sus brazos de nuevo.

Ya ni sabia donde habían quedado mis hermanas y mi prima, cuando lo note yo ya estaba cerca de la barra. Las busque con mi mirar, y encontré a mis hermanas a unos metros de distancia de mi. A Victoria no la vi. Tome la mano de Gaby y me dirigí hacia ellas.

Katy al vernos se acerco a saludar a Gaby, y unos pasos más atrás quedo mi hermana viéndonos fijamente, parecía que no podían reaccionar, la impresión en su rostro de verdad tenia peso y visibilidad.

- ¡Mariana, te presento a Gaby!, ¡Ella es mi pareja!; ¡Gaby, ella es mi hermana mayor, Mariana!

- Un placer al fin poder conocerte Mariana, ¡he oído mucho sobre ti! – expreso Gaby con entusiasmo, ofreciéndole su mano. Mi hermana se mantuvo fija observándonos, sin aun poder reaccionar.

Hasta que al fin se movió y le correspondió al gesto a Gaby mientras yo me acercaba más a mi novia.

- ¡Lamento no poder decir lo mismo!, tengo muy poca información sobre ti – Gaby sonrió.

- Es mi culpa – intervine – pero te contare todo con detalles.

La sonrisa de Mariana mostraba una clara incomodidad en la situación, no creí que le afectaría tanto y mucho menos después de cómo lo había tomado con lo poco que le había comentado al respecto, ya estaba preparada para esto y sin embargo actúa como si se hubiese llevado la sorpresa de su vida.

Un par de segundos pasaron en silencio. De pronto sentí unos brazos alzarme un par de centímetros tomando mi cintura, era quien faltaba y por quien ya estaba a punto de preguntar.

- ¡David!

- ¡Chiquita feliz cumpleaños! – me gire para abrazarlo.

- ¡Gracias! – lo solté y fue el turno de Paulina de felicitarme.

Por fuera de la cena familiar, ¡mi día estaba yendo perfecto!

Introduje a Mariana con David y Paulina, pero el ambiente en ella se mantenía extraño, la sentía demasiado cohibida, si no la conociera tan bien diría que se encontraba nerviosa…

Gabriela.

Tenía a mi bella novia entre mis brazos, me hallaba plenamente feliz viéndola sonreír de ese modo, viendo sus ojitos brillar de emoción. Estaba perfecta e indiscutiblemente hermosa, su rostro de ángel, sus bellas curvas resaltadas por ese bello atuendo que traía, me tenia deslumbrada; cada centímetro de su ser, cada centímetro que amo incitándome a besarla, seduciendo mi vista y mi corazón a más no poder.

Al fin conocí a su hermana, pero parecía en estado de “shock”, sabiendo que Naty ya le había comentado un poco sobre nosotras, imagine y esperaba una reacción completamente diferente, más fluida, pero supongo que ya se irá acostumbrando a la idea y podre llevármela igual de bien con ella como me la llevo con Katy.

En un par de minutos al fin nos dejaron a solas. Mariana se excuso para ir al tocador y Katy estaba, junto a Paulina y David, dándole un exhaustivo reconocimiento al lugar. Naty quería ir a buscar a su prima para presentármela pero yo le pedía que esperara, teníamos toda la noche para que me la presentara, en cambio, mi necesidad de tenerla junto a mi  no podía esperar ni un segundo más. Mantuve a Naty pegadita a mí.

- ¡Estas demasiado hermosa! – le dije observando sus bellos ojos, su angelical picardía domino su rostro y le suministro una divina sensualidad al momento y a su mirar al tiempo que un poco de rubor aparecía en sus mejillas.

- ¡Gracias! – sonreí antes de perderme en sus bellos labios.

Al culminar una serie de tiernos besos David se acerco a nosotras un poco palidecido, sonriente pero con su mirada inmersa en inquietud.

- Cumpleañera tú no te enojas si secuestro a tu novia un par de minutos ¿cierto?

- Ja, ja, ¡pero devuélvemela pronto!

- ¡Claro!

David con prisa me halo del brazo, lo mire comenzando a preocuparme por su actitud. Le di un beso fugaz a Naty antes de seguirlo.

Se detuvo en el estacionamiento del bar.

-¡Dime! ¿Qué sucede? ¿Por qué la actitud tan extraña? – pregunte exasperada por su silencio.

- ¡Gaby no lo has notado! – negué sin entenderle.

- ¿Mariana no te parece conocida? – Fruncí el ceño en un gesto repleto de confusión - ¡Haz memoria Gaby! – seguí en silencio, deje perder mi mirada en la suya tratando de comprender cuál era el alboroto, haciendo memoria como me pidió.

Detuve en seco mi respiración cuando un nombre y un rostro se adueñaron de mi mente.

- Lui... ¡Luisana! – alcance a balbucear…