A partir de lo que sucedió en este relato, me convertí en el mejor "lamerón" del mundo; y aunque no existen concursos oficiales de "lamerones" (degustadores de coños) con el que se pueda demostrar quien el es número uno de la especialidad; yo me auto proclamo el mejor.
¿Y por qué así lo creo? Lo creo, porque las portadoras de los coños que me he "comido" en mi vida, después del de Laura, (y han sido docenas) han dicho con admiración:
-¡Nadie, ningún hombre ni ninguna mujer, me han "comido el coño" como tú!
Una mujer puede fingir un orgasmo cuando es penetrada, porque el pene es ciego, sordo y mudo; y en su locura, cuando esta "envaginado" sólo piensa en desembocar ese torrente de semen que circula por su uretra y le hace perder el sentido de la realidad. En el momento del orgasmo masculino, es imposible pensar en otra cosa que no sea dar salida inmediata a esa cascada de placer.
Sin embargo, la lengua es hierática y sibilina, su placer consiste en satisfacer a otros, por lo tanto, está siempre pendiente de que sus lametones lleguen a lo más profundo de las delicias; su única preocupación es esa: dar deleite.
Por motivos que no hacen falta detallar, quedé impotente a los cincuenta y cinco años. No sería terrible la falta de erecciones para poder penetrar un coñito o un culito sino sintiera el enorme deseo cada vez mayor de consumarlo. La Naturaleza fue injusta conmigo, me quitó la fuerza, pero me confirió más apetitos sexuales.
Anduve al borde de la desesperación durante unos años; porque no concebía unas relaciones sexuales sin penetración; y aunque las caricias bucogentilas son importantes como formas preliminares del amor, sinceramente no era muy amante de las mismas: prefería que "me chuparan" antes que "chupar". Por lo tanto aún si hacer ascos al cunilingüs, prefería utilizar mi lengua en lamer los pechos de mis amantes, y mis labios en besar los suyos.
Era tanta la desesperación que me producía el no poder "meter", que desistí de ligar. ¿Para qué? Eso de ir de "gatillazo en gatillazo", me llevada al borde de la locura.
Un día... ¡Bendito día! Una gran amiga, viuda, y muy atractiva. y que a pesar de conocernos por Internet, llegamos a tener una gran amistad que perdura hasta hoy. Me dijo en una de nuestras sesiones de Messenger.
-Félix. Me tienes confundida, hablamos y hablamos de sexo virtual, pero rehuyes el sexo real conmigo. ¿Por algún motivo?
De pronto supe que sería el momento de decirle la verdad. Me armé de valor y le dije de una forma un tanto atropellada:
-No Laura, no. Es que... dudé unos instantes...
-Es ¿qué...? Me dijo un tanto intrigada.
-Qué soy impotente. Me salió seguido, como un torrente.
Debo aclarar, que durante ese tiempo no había estado con mujer alguna, ya que el pensar que no podría penetrarla me angustiaba de tal forma, como expuse antes, que me paralizaba todo mi ser. Pero el deseo era cada vez más fuerte. ¡Horrible! Horrible!
Laura calló un momento, pero dijo un segundo después dijo:
-Félix. ¿Pero tú crees que para las mujeres la penetración es lo más importante? Y siguió diciendo: la mujer no es como el hombre, que sólo piensa en "meter y meter". A nosotras nos place más el varón delicado con tú, capaz de elevar nuestro espíritu con sus palabras a paraísos desconocidos. Una flor, una beso, una caricia, una mirada dedicadas con pasión son capaces de darnos el placer más exquisito. Y tú, seguro que puedes dar muchos orgasmos al alma.
-Sí, pero... Respondí algo confuso. Pero un orgasmo, no creo que vosotras lo consigáis con palabritas, ¡Digo yo!
-Qué equivocado estás. Acepta la invitación de pasar un fin de semana conmigo, la que te llevo haciendo desde hace meses, y verás como no hace falta un orgasmo para que los dos nos sentamos como en la Gloria. ¿Y sabes porqué?
-¿Por qué?
-Porque hay como una especie de halo entre nosotros, que nos sentimos muy a gusto hablando, y que el sexo entre los dos (si algún día lo hay) estará basado en el la admiración y el cariño que nos tenemos. Para mí Félix, un beso tuyo ya sería suficiente para sentirme plena de tu amor.
Quedé convencido. ¿Porqué me sentía tan a gusto hablando con ella, si sabía que no podría penetrarla?
Quedamos un fin de semana. Di en casa una excusa banal que mi mujer creyó, porque está acostumbrada a mis continuos viajes de negocios.
Salí de Madrid a las nueve de la mañana, y llegué a Zaragoza sobre las dos de la tarde. Debo decir, que nos conocíamos físicamente a través de la webcam; ella me enseñaba sus teticas y su coñito, y un servidor hacía lo que podía detrás de la pantalla con mi triste pene. Y digo sin mentir, que es una dama de una clase exquisita y un físico para su edad, muy excitante.
Me recibió de una forma tan efusiva y natural, así, a las primeras de cambio, que me hizo sentir seguro y despejó todas mis dudas sobre su reacción a la realidad. Quizás mi metro ochenta y cinco; mi frondosa cabellera ondulada y morena plateada en sienes, fueron clave para ella me recibiera tan cordialmente. La verdad, es que vio a un buen mozo.
Ella no me defraudó, la webcam no le hacía justicia. Es más señora de lo que suponía; su clase y señorío me impresionaron hasta el punto de que sólo pensar que me sería imposible penetrar en lo más profundo de sus entrañas, me desesperaba. Para el hombre es vital la penetración; sentir la sedosidad de una vagina impregnada en sus efluvios naturales, ese calor que te trasmite hasta el cerebro; el caminar del pene por esa cueva de misteriosas sensaciones...
...Y el asirte a sus nalgadas apretando más y más, como queriendo penetrar hasta lo más hondo...
...Me angustiaba la idea de no poder realizar tan maravilloso sueño.
Me tomó del brazo y andamos unos metros hasta su domicilio, sito en la Plaza de los Sitios. ¡Maravilloso lugar!
-¿Te gusta mi casa? Me dijo nada más entrar en el recibidor.
-Más me gustas tú. Le dije a la vez que la tomaba por el talle, y le besaba sus labios.
Ella acariciaba mis cabellos a la vez que me ofrecía su lengua para que libara de ella. El beso fue interminable, y el preludio de algo maravilloso que iba a suceder.
Mi corazón latía vertiginosamente, pero mi miembro estaba impasible, ausente, irresponsable del acontecimiento. Ella, mujer sensible pero muy suspicaz, me dijo al oído:
-Aunque tu miembro no responda a mis caricias, tus labios y tu corazón se estremecen. No te preocupes por eso Félix. Verás como gozaremos intensamente. No nos hace falta "eso" (dijo en tono despectivo mirando hacia mi bragueta) para deleitarnos en el arte del amor.
Podría relatar y no parar nunca, porque aquella noche pasará a los anales del amor. Fue la primera vez que "sorbía de las fuentes de una mujer". Porque me juré, que si una gran dama como Laura no podría sentir la turgencia de mi pene, si iba a sentir todas sus sinuosidades en su vulva. Al fin y al cabo, como me dijo, casi todas las mujeres sienten el placer por el exterior, no por dentro de la vagina.
La sensación de tener la vulva de Laura en mi boca, fue sublime. Sublime porque ella es de labios llamados de oreja de elefante, de los que sobresalen de una manera bastante fuera de la vulva; y de clítoris prominente, más o menos del tamaño de una almendra. Y fue en ese momento donde mentalmente me juré poniendo el coño de Laura por testigo, convertirme en el mejor lamerón del mundo.
-No te importa que tenga un coño tan feo. Me dijo, no sé si en broma o en serio, pero bien abierta de piernas para que mi cuello y cabeza pudieran maniobrar bien en aquella caverna.
-¡Feo! Pero si tienes un coño precioso. Sólo se me ocurrió decir.
Laura abrazaba mi cabeza y atusaba mis cabellos mientras notaba por sus espasmos que la caricia bucogenital era de su total agrado. Una mujer podrá fingir orgasmos con gritos, pero con suspiros no. Y los suspiros de Laura eran profundos y desgarradores, parecía que se le marchaba el alma en cada unos de ellos.
Tuvo múltiplos orgasmos, no tenía la menor duda que había gozado a tope. Hileras de flujo vaginal recorrían sus muslos que llegaban hasta sus rodillas; como arroyuelos de agua pura y clara.
-Es la mejor caricia que me han hecho en mi vida. Dijo con palabras que denotaban sinceridad. Y añadió: Se nota que eres un experto en la materia.
-Te juro Laura que el tuyo, es el primer coño que me "como". –Le dije muy serio y convincente.
-No me mientas Félix, que no me importa que lo hayas hecho mil veces y con mil mujeres.
-Pues es la pura verdad, creas o no lo creas, Laura. Le dije algo molesto por su desconfianza
-Te creo, te creo. Pero has puesto tanta alma. que parece realizado por un ángel.
-Es que a lo mejor soy el "dios del Cunilingüos". Dije con cierta ironía.
He mandado a hacer puñetas a mi polla. ¡Sólo la empleo para mear! Mi lengua es tan poderosa y tan sublime, que no hay dama de coño ardiente que pueda sustraerse a sus elucubraciones. Es incansable, puede estar un siglo recreándose en una vulva, hasta dejarla exhausta, extenuada, rendida y postrada ante ella.
Y lo mejor: me produce tanto placer el ver como gozan las damas que tiene el privilegio de que mis labios se posen en sus vulvas, que mis orgasmos son cósmicos al verles tan felices y contentas. Ya no necesito orgasmos materiales.