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Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 19º 20º

en Grandes Relatos

CAPÍTULO XIX

 Después de las sesiones de sexo de ambas parejas, comentaban las aventuras acontecidas esa noche ante un desayuno con café calentito y cuya base sólida era el clásico pan tumaca.

Las caras de los cuatro, a pesar de que reflejaban las huellas de "las batallas mantenidas" también reflejaban las señales de la victoria

Abrió el fuego Montse.

-Marido; dirigiéndose a Jordi. -Esa cara de satisfacción que te veo, no la veo en las amanecidas a mi lado.

Pues tu cara, refleja la felicidad de las amazonas después de derrotar a los griegos. Replicó Jordi a su mujer.

-Qué os parece, si cada uno contamos "nuestras batallitas" libradas anoche, pero sin falsos pudores y la verdad por delante. Puede servir de terapia y afianzar una amistad que empieza. Dijo Isabel muy resolutiva.

-Maravillosa idea- Dijo su marido Felipe. ¿Y a vosotros que os parecen? Dirigiéndose a Jordi y Montse.

-Nos parece genial, dijeron a a vez los dos aludidos. Pero quien empieza dijo Montse.

-Yo misma, dijo Isabel.

Se hizo un silencio expectante mientras Isabel prepara su "historia". Los ojos mirando al techo como queriendo encontrar su estro, y las manos entrelazadas.

Debo decir, que por primera vez de adulta he penetrado en el Reino de Lesbos, aunque no mis fantasías, pues hace tiempo que mis sentimientos me lo pedían.  Hizo aquí una larga pausa.

Y la verdad, aunque mis ensueños de estar con otra mujer me confundían, estos no cesaban de martillear mi mente. Y gracias a mi marido, aquí presente, al confesarme sus inquietudes homos con la valentía y sinceridad que lo hizo, yo también le confesé mis quimeras lésbicas.

Como heterosexual he sido muy feliz; el hacer el amor con mi marido me ha proporcionado numerosos orgasmos, pero la verdad es que muchas veces para alcanzar el clímax, necesitaba tener en la mente la figura de una mujer. Sharon Stone y Julia Roberts eran mi amantes virtuales, ¡ah! y la vecina del 5º A,  una rubia despampanante que cuando subo o bajo en el ascensor con ella, "me pone"...

-¡Coño Isabel! Eso si que yo no lo sabía. Dijo Felipe.

.¡Calla y no la interrumpas! Dijo Montse! Sigue Isa.

- Decía que Sharon  y Julia eran mis amantes virtuales en "mis polvos" con Felipe.

-¡Vaya... vaya..! Dijo Felipe.

-No la interrumpas ¡Coño! Volvió a decir Montse con bastante mala leche.

-Pero mi duda era si esas fantasías lésbicas se podrían cristalizar o romper en la realidad. ¿Y como llevarlas a cabo? Pero como dije antes, al confesar Felipe su homosexualidad yo di rienda suelta a la mía. Y aquí entráis vosotros que sois los primeros en estas relaciones.

-Pero ahora cuenta como lo has pasado esta noche con mi mujer. Dijo Jordi muy metido en el relato.

-A eso iba.  Hablar de la dulzura de tu mujer (dijo tomando la mano de Montse) delante de ella, no es que me de apuro; pero es tan hermoso lo que voy a contar que va a parecer falso, pero juro que es verdad.

No ha habido ni un segundo en que me haya sentido extraña de lo que iba a realizar. Es Montse tan sensible que llega al sentimiento de una mujer por el alma, y juro que por el alma más que por el sexo he amado a esta mujer. Dijo dando un beso en los labios a Monte.

-¿Pero te dio gusto en el chichi, sí o no? Dijo Jordi con los ojillos vivillos.

-¡Pero que basto y burdo eres marido! Le reprochó Montse poniendo cara furibunda.

-Sí Jordi, sí. Tu mujer me ha dado mucho placer en el coño.

¡Hala..! Soltó Felipe.

-¡Callaros leches! Gritó Montse.

-Pero ese placer, no ha venido por el conducto de la libido como suele llegar con los hombres; ha llegado por los caminos de los sentimientos más  sensibles que sólo las mujeres conocemos; y que sólo las mujeres somos capaces de hallar.

-En eso estoy de acuerdo, dijo Jordi con coña, hace tiempo que busco el punto G de mi mujer y no se lo encuentro ni con linterna.

La mirada de Montse a su marido fue de las que acojonan.

-Qué es broma mujer. Dijo Jordi arrepentido de su salida de pata de banco. Sigue con el relato Isa, y perdona la guasa.

-Tranquilo Jordi, no pasa nada. Dijo Isa conciliadora. Y continuó con su relato.

Montse me ha hecho soñar como nadie, pues ella ha acaparado todos mis sueños.

Montse sonrió y se secó una lágrima furtiva.

Ha colmado mis expectativas lésbicas que a partir de ahora, el hacer el amor con un hombre...

-¡Qué no vas a hacer el amor más con tíos! Otra vez interrumpió Jordi.

-Con los tíos voy a follar, Jordi, pero no hacer el amor; porque los tíos no sabéis nada más que follar, algunos de "puta madre" lo reconozco, pero hacer el amor como anoche me lo hizo tu mujer... nadie.

-Una vez aclaradas todas mis dudas lésbicas, entré en el "Reino de Lesbos" de la mano de esta maravillosa mujer que tengo a mi lado, dijo sin soltar la mano de Montse  -y en ese reino hallé tanta felicidad, que, sin maldecir el tiempo perdido, bendigo el tiempo encontrado.

-¡Qué bonito! Dijo Jordi.

-Sin coñas marido, que te conozco. Dijo muy seria Montse.

-Juro por lo más sagrado que me ha emocionado el relato de Isa, ¡Lo juro!

-Te creo, Jordi, te creo. Dijo otra vez Isabel en tono conciliador.

Y como sé que el fondo a los tíos os gusta la pornografía barata...

-Tampoco es eso, querida, dijo Felipe.

No lo niegues marido, ¿A qué a ti y a Jordi os gustaría más escuchar un relato porno que el sentimental?

-Sí, sí... cuenta como fue la faena, pero con pelos y señales. Dijo Jordi otra vez con lo ojos más vivillos.

-¡Bueno! yo con pelos no, porque lo tengo afeitado.

-Ja, ja, ja ... Rió Jordi.

¿Os importa que sea cruda relatado el porno?

-No, no, dijeron lo hombres.

-¿Y a ti Montse, te importa que llame al pan, pan y al vino, vino?

-Para nada Isa, puedes contarlo como te de la gana. Como si quieres contarlo en verso.

-No, un poeta no debe cantar nunca en verso a la braga y a la bragueta.

-Después de que mi corazón y mi alma recibieran las caricias verbales de Monte, mi vulva reclamaba otra clase de caricias orales, y ella, cual sacerdotisa o druida, a mis ninfas les dio vida con una excitante y esplendorosa lamida.

Mis labios mayores, envidiosos de como mis ninfas se bañaban en aquel torrente, desearon también disfrutar de aquella corriente. Y Montse cual lengua de serpiente, perforaba aquella hendidura buscando el gran tesoro que allí se hallaba.

¡Ay de mÍ! Cuando llegó al pistilo de mi rosa, allí, sin perdón ni piedad que a los gritos proferí, creí morir. El placer era imposible de resistir.

-¡Joder Isa! ¿Para decirnos como te comió el coño mi mujer, tanto verso has de componer?

-Pero mira que eres bestia, marido. No te extrañe que las mujeres nos volvamos lesbianas con tanto machista como tú.

-Vale, vale, me callo. Pero es que yo prefiero el tema del folleteo en prosa; follar en verso, es como "si te la dieran con queso".

Y nada más que contar. Dijo Isabel.

Montse aplaudió. A los maridos muy cursi el relato les pareció.

CAPITULO XX

 -Venga Felipe, ahora te toca a ti relatar tu noche. Le dijeron al unísono Jordi y Montse.

-Vale, pero aviso; lo relataré a mi manera, sin tantas florituras  a manera de mi mujer.

-Cómo quieras. Pero a ver si nos emocionas, dijo Montse.

-Y a mí a ver si me pones otra vez cachondo, como amoche. Dijo Jordi.

Isabel no dijo nada, expectante a la reacción de su marido.

-Bueno, no sé por donde empezar; si tuviera que relatar un informe del mercado de los medicamentos lo haría en un periquete; pero esto...

Por mi ano, no había entrado hasta ayer nada más que la "polla de mi mujer".

-¡Quéeeeeee! Exclamo Jordi.

-¡Calla coño! La polla de mi mujer, el arnés.

-¡Ahhhh!

-Hace tiempo que me asaltan fantasías de mujer; es decir: que quiero ser mujer. Pero ¡claro! una cosa es la fantasía y otra es la realidad, además mi cuerpo es de hombre.

-El culo no, es más femenino que masculino. Apuntilló Jordi con un pelín de mala uva.

-Cierto, mi culete es redondito, lo cual es una ventaja para cuando me cambie de sexo. Cómo os  iba diciendo, por mi ojete sólo ha entrado el dildo de Isabel; que aunque es de latex y casi de la textura de un pene, cuando lo tienes metido por el culete, si cierras los ojos y te mentalizas, llegas a creer que es una buena polla; pero si lo quieres sobar y lamer, no es lo mismo, se nota que no es de carne y nervios, porque hueso no tiene.

Otro escollo era que mi mujer lo supiera, y una vez que lo supo y me dio luz verde a mi proyecto y por consejo de mi sexóloga, decidí probar con un tío de verdad, con un activo que me diera, no un pasivo como yo. Y ahora sin más prolegómenos, paso a relatar mi noche con Jordi. 

Esta mañana he despejado mis dudas; soy una mujer aunque mi cuerpo sea de hombre mi cerebro es de mujer. Y Jordi ha sido el eslabón que le faltaba para estar segura. Permitid que en la intimidad me refiera en femenino.

-¡Yooooo! Dijo Jordi asombrado.

-Sí, Jordi tú. Tú me has dado identidad, porque anoche en tus brazos me sentí como una princesa, y cuando me dabas por el culo,  como una puta.

-¡Hosti tú! ¡Qué fuerte. Dijo Jordi. Escolta, no me decepciones, que para dar por el culo a una tía, ya tengo a mi mujer. A mi me gustan los culos de lo tíos.

-Lo siento Jordi, pero a partir de ahora si me la quieres meter, ya sabes mis sentimientos.

-Vale, vale. Sigue.

-Sentir la hermosa polla de Jordi bombeando mis entrañas, me produzco tales tipos de emociones indescriptibles. Me recorría como una corriente eléctrica de miles de voltios, desde los testículos hasta el cuello, pasando por la columna vertebral. Y cuado me la sacaba, mi culo lloraba; sentía milímetro a milímetro la despedida de esa polla que me decía adiós.

-Y maldije mis atributos de macho ¡Qué asco!

-Y los besos. ¡Ay los besos! Loca, loca me volvían. Sentir el picor de su barba en mis labios era algo sublime, como si por mis labios volaran miles de mariposas ¡Qué digo mariposas! ¡Ángeles eran! ¡Ángeles machos, no mariquitas!

-Jolín marido, dijo Isabel.  Veo que lo tuyo ya no tiene marcha atrás.

-Si cariño. Desde hoy ya no me veas como tu marido en la intimidad. ¿Podrás?

-Si "Sonia", podré.

-Gracias "Sergio".

-Venga Sonia, o Felipe, o como cojones quieras llamarte a partir de ahora. Sigue con el relato.

- Poco más, sólo que...

-¿Qué?

-Que ahora que en España se ha aprobado el matrimonio con personas del mismo sexo, me gustaría casarme contigo. ¡Claro! Si te divorcias de Montse y quieres.

-¡Mira Felipe, o Sonia! De momento aparca esa idea. Ya veremos más adelante.

Y esto es todo, amigos míos.

Quedaron callados, sobre todo Montse e Isabel. 

Próxima entrega; capítulos 21º 22º 

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Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 26

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Arrepentidos los quiere Dios. Cap. XIX y XX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo XV

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