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Treinta días de sexo en el hotel. (Día tres)

en Grandes Series

Tercer día.

 Durante la cena los tres matrimonios no dejaron de “meterse mano” por debajo de la mesa. Paqui que estaba sentada al lado de Roberto a la vez que se la cogía, y aunque la tenía en estado flácido, (ya dijimos que aún así parece una morcilla de Burgos) le dijo al oído.

-A mí nunca me han metido una “cosa tan grande”. ¿Duele?

-Pregunta a mi mujer.

-Marta?

-Dime Paqui.

-¿Duele?

Marta que estaba “calibrando” (también por debajo del mantel de la mesa) “la metamorfosis” de la polla de Manolo; pues no entendía como una cosa tan pequeña en estado flácido, se convertía en “algo tan gordo”, dijo extrañada:

-Que si duele...¿El qué?

-Nada, nada, sigue jugando con “el muñeco de mi marido”. Dijo al darse cuenta de “lo que se traía Mónica entre manos”.

Bastaron dos movimientos ascendentes y descendentes de la mano de Paqui sobre el pene de Roberto, para que se le pusiera como “el cerrojo de un penal”.

-¡Jo Roberto! Miedo me da que me la metas.

-¿Qué tal exudas?

-¿Qué si me mojo?

-Sí.

-En este momento me estoy escurriendo.

-Entonces no te preocupes, te va a entrar como la seda.

-Oye Roberto.

-Dime.

-¿Cuántos eres capaz de echar en una noche?

-Normalmente tres, y si me la chupan bien después, pueden ser hasta cuatro.

-¿Te puedo pedir un favor? (otra vez al oído)

-¿Qué favor?

-Que me folles a mi la primera.

-¿Y eso?

-No es por nada, pero quiero sentir en mis entrañas toda la turgencia de tu polla, y el torrente de semen del primer polvo. Ya sabes que en los posteriores la intensidad disminuye.

-¿Quieres follar sin condón y que me corra dentro?

-Sí, no hay peligro; tengo la ligadura de trompas. Así que puedes empujar con todas tus fuerzas.

-¡Bueno! Y yo espero que tú muevas el culo al mismo son.

-De eso no dudes, mi culo a hacer el “hula hoop” en tu polla.

-¿Y eso qué es?

-Ya lo verás.

-Pero deja de menear, que cómo me corra, en vez de torrente va a ser un simple arroyito. Le dijo Roberto a Paqui, que seguía “dando al manubrio”.

-Sergio que estaba hablando con su mujer como al margen del grupo, debido a que un chaval de unos treinta y tantos años, muy guapo, no le quitaba ojo a Mónica.

-Marido. ¿Te das cuenta cómo me mira ese tío?

-Desde hace rato que lo observo.

-¿Y qué querrá?

-¡Coño Mónica! ¡Qué va a querer... Follar. ¿Te gusta?

-Esta que cruje el muy cabrón.

-¿Te lo follarías?

-Ahora mismo.

-Espera.

Sergio se levantó de la mesa con la excusa de ir a hacer “un pis”. Al salir le hizo un guiño al “menda” que no le quitaba ojo a su mujer; el cual se levantó y siguió a Sergio hasta los servicios. El “menda” se puso a mear a su lado.

-¡Qué! Te gusta mi mujer. ¡Eh tío! Soy su marido.

Rafael (el nombre del Menda) creyendo que le iba a echar una bronca por “mirón”, dijo.

-Disculpe caballero si me ha pasado mirando a su esposa... Pero es que es preciosa.

-Nada que disculpar, estamos en el lugar apropiado para  ver las bellezas del lugar. Es como ir al cine y no mirar a la pantalla. ¿verdad? Me llamo Sergio, y no te doy ni te pido la mano por razones obvias.

-Me llamo Rafael, Rafa para los amigos. ¡Qué simpático es usted, y que sentido del humor más fino tiene!

-A la vida hay que ponerle buena cara.

-Diga usted que sí.

-Pero no me llames de usted, ¡coño! Qué no soy tan viejo. Además el lugar donde estamos no es para andarse con remilgos. ¿Tú aquí a que has venido? A follar, A qué sí.

-¡Bueno! Pero dentro de un orden. Le recuerdo que esto no es una casa de putas; es uno de los hoteles más serios de España.

Tanto le agradó a Sergio la respuesta de Rafa, que se dio cuenta que en su afán de agradar al muchacho no había calibrado su clase y educación, clase que se desprendía de su porte; por lo que cambió la táctica.

-Bien dicho Rafael. Me has demostrado que eres un hombre educado; como nos gustan a mi mujer y a mí. Ven, que te la voy a presentar.

-Espera Sergio. Antes consulta con ella, no sea que vaya a ser inoportuno.

-Tranquilo Rafa, que las miradas que la echabas desde la mesa son correspondidas.

-¿Y a ti no te importa que tu mujer...? Ya me entiendes.

-Somos un matrimonio muy liberal. Además yo soy gay.

-¡No mde digas! Exclamó Rafa. ¡Qué bueno!

-¿Y eso? Preguntó Sergio.

-¿Por qué yo también soy gay? Dijo Rafa sin tapujos.

-Entonces esas miradas a mi mujer... ¿No lo comprendo?

-Eran miradas de envidia Sergio, miradas de envidia.

-¿Envidia de qué? Preguntó más sorprendido Sergio todavía.

-Envidia de ese culo, Sergio. Tienes el culo más excitante que he visto en mi vida. Te lo llevo admirando furtivamente desde que llegaste. Culo del que ella debe gozar sólo con su contemplación.

Sergio rió. Por educación no había mirado descaradamente a la entrepierna de Rafael, ahora la miró insolentemente. Lo que portaba entre ellas era un pene más que normal; sobre unos 18 centímetros, calculó a ojo de buen cubero. Y le dijo:

-Deduzco que te gusta dar, en vez de recibir ¿Verdad?

-Deduces bien, Sergio. Penetrar tafanarios como el tuyo es mi mayor ilusión.

-¡Qué desilusión se va a llevar Mónica? Dijo Sergio como pensando en voz alta.

-¿Quién es Mónica, y por qué se va a desilusionar?

-¡Ah sí! Disculpa, es mi mujer. Y esas miradas que la echabas le han puesto cachonda; al punto de que pensaba echarte un “par de kikis”.

-Pero ella no tiene porqué saber que soy gay. Dijo Rafael muy resolutivo.

-No lo entiendo, Rafa.

-Te lo explico: ¿Ella sabe que eres gay?

-Claro que lo sabe. ¡Faltaría más! Entre Mónica y yo no hay secretos.

-Y seguro que hasta colabora en buscarte los tíos que te gustan. ¿A qué sí?

-Pues sí. Cómo te he dicho, no tenemos secretos entre nosotros.

-Cómo debe ser en los matrimonios que se quieren y se respetan. Apuntilló Rafael.

-¿Y qué quieres decir con eso? Preguntó Sergio.

-Muy fácil: me la presentas como si yo fuera un “Latin Lover”...

-Desde luego que pinta de serlo no te falta, le cortó Sergio. Pero sigue.

-Y me juego una cena que me pone la condición de follarte si me la quiero follar a ella.

-¡Joder Rafa! Qué fino hilas. Ella es la que me busca casi todos mis ligues.

-Disculpa la pregunta Sergio.. ¿Es que a tu mujer le gusta ver cómo...?

-Sí Rafa, sí, dilo. Cómo le gusta ver como me dan por el culo. Pues sí. Le encanta verme gozar con el macho que antes le ha hecho gozar a ella.

Mientras tanto en la mesa del grupo, preguntaba Roberto a Mónica:

-¿A dónde coño ha ido tu marido que tarda tanto en llegar?

-Ha ido al servicio.

-Seguro que se la está menando a uno que ha ligado meando.

-No seas grosero Roberto. Le dijo Marta.

-Mira, ahí viene.

-Y  bien acompañado. Apuntó Paquita al verle hablando con Rafa.

-Disculpad un momento. Y dirigiéndose a su mujer:

-Mónica, ven un momento.

Separados unos metros del grupo, le dijo.

-Mira Mónica, te presento a Rafa. El de las miradas llenas de pasión.

-Encantada Rafa. Dijo a la vez que le guiñaba un ojo.

-Pero que simpática es tu mujer Sergio. Es una joya.

Mónica se acercó al grupo para decirles que esa noche no contaran con ellos, que se iba con su marido y su amigo de juerga.

-Qué egoísta eres Mónica. ¿Por qué no le dices a ese niño guapo que se una a nosotros? Le dijo Paquita. ¿Es qué no lo vas a presentar?

-Mañana, mañana hablamos.

Mónica volvió con Sergio y Rafa que esperaban viendo la escena.

-¿Qué les has dicho? Preguntó Sergio.

-Que esta noche no vamos con ellos.

-¿Y eso?

-¿Es qué no prefieres que estemos los tres solos?

Rafa asentía.

-La verdad que sí cariño. Le respondió Sergio complaciente.

Se sentaron lo tres en otra mesa. Le preguntó Mónica a Rafa

-¿Cómo es que estás aquí solo?

-Bueno, es que en los sitios como este, siempre hace falta un comodín.

-No te entiendo.

-Sí mujer. La aclaró Sergio. Siempre hace falta un chico o una chica que se presten a acompañar a algún cliente que esté solo o sola, o para un trío, que está tan de moda.

-Comprendo, comprendo. Cómo en nuestro caso. Por ejemplo.

-Bueno, no exactamente pero se puede comparar. Apuntó Rafa. Y dijo a continuación: -Te explico Mónica. Suelen venir señoras solas, generalmente separadas o  viudas, y si alguna necesita compañía, para estamos nosotros.

-No me digas que eres un prostituto, Rafa. Dijo Mónica algo mosqueada.

-No por Dios. Que los putos cobran, yo no. Yo me pago mis gastos y sólo me presto a mujeres  como tú. Soy un cliente del hotel como vosotros.

-¿Y cómo es que no tienes pareja?

-La tuve, pero nos divorciamos.

-Concluyendo. Vienes aquí a ligar. Dijo Mónica resolutiva.

-Bueno, si lo quieres ver así...

-¿Y quieres ligar conmigo? Dijo Mónica poniendo carita de enamorada.

-Coño Mónica. ¡Pues claro! Habló Sergio, ¿O es que no has visto las miradas que te echaba?

-Ligamos con una condición.

-¿Cuál condición?

-Que mi marido participe.

¿Cómo? Preguntó Rafa haciéndose el tonto.

¿Qué nos folles a los dos?

Rafa puso cara de circunstancias, cómo queriendo decir que solo folla con mujeres. Por lo que dijo:

-Muy difícil me lo pones, porque los tíos no me van. Pero por una mujer como tú, le doy por el culo al mismísimo Belcebú si me lo pone como condición.

-Pues hala, vamos a la habitación. Dijo Mónica.

-¿A la vuestra?

-¿Sí?

Ya en la habitación, Mónica fue al baño, lo que aprovechó Rafa para decirle a Sergio:

-Ayúdame a empalmarme, que ya sabes que las tías no me van, que esto lo hago por ti.

-Y te lo agradezco Rafa. Pero no te preocupes que te voy a empalmar a tope.

-¡Pero que hacéis! Dijo Mónica al salir del baño y ver a su marido mamando la polla a Rafa.

-Ya ves cariño. Dijo Sergio dejando de mamar. Qué no he podido aguantar las ganas.

-¿Te gusta que te la mame un tío, Rafa?

-He cerrado los ojos y he pensado que eras tú la mamadora. Pero la verdad, tu marido la mama de puta madre, ya casi me estaba acostumbrando a su boca.

-Es que mi marido es “un mamón” de mucho cuidado.

-Deja que siga yo, Sergio. Y déjanos solos, vete y vuelve dentro de un rato largo.

Sergio se quedó como paralizado; si los dejaba solos, igual Rafa no podía follarse a Mónica.

-¡Vete ya! ¿A qué esperas? Le dijo Mónica en tono autoritario.

No le quedó más remedio que irse, y que pasara lo que pasara. Pensó

-Menos mal que se ha marchado el maricón de mi marido. Dijo Mónica con regocijo; cuando un tío me gusta, me gusta estar sola con él.

-Te cuento un secreto Mónica.

-Sí, pero cuéntamelo en la cama, abrazaditos, y no te despegues de mí ni un milímetro. Cuenta.

-A tu marido le he contado un cuento para poder acercarme a ti.

-¡Ah sí! No me digas. ¿Y qué le has dicho? Si puede saberse.

-Que soy maricón.

-Ja, ja, ja... ¡Qué bueno! Tú maricón con la pinta de macho que tienes. ¿Y por qué se te ha ocurrido esa patraña?

-Ya te lo he dicho, para ligar contigo. Os he estado observando, y me he dado cuenta de que Sergio sólo mira las pollas, los coños no los hace ni caso ¡Y mira que los hay y muy ricos en el Hotel!

-Es cierto. Es cierto, dijo Mónica.

-Y también me he dado cuenta, siguió hablando Rafael, que tú eres la que le proporcionas los ligues.

-¡Cierto, muy cierto Rafa! ¡Joder! Qué astuto eres.

-¿Y por qué no se los busca él, y vais cada uno por separado?

-Es un pacto que tenemos. Follar juntos al tío que nos gusta, sobre todo que me guste a mí,

-¿Y por qué le has echado ahora?

-Porque me da ese capricho cuando el hombre me agrada, el follar sola; vuelve al rato para poner el culo, y los dos tan contentos.

-¡Joder Mónica! Qué no sé si podré...

-Pues tienes que poder, yo te ayudaré a que se la metas. Es el pacto que hemos hecho.

-Vale, confío en ti.

-Venga, ahora a follar, antes que venga me tienes que correr muchas veces, que soy multiorgásmica.

Ver abrirse de piernas a Mónica es un espectáculo. Los muslos largos y torneados, parecen dos pilares de mármol que sostienen el Templo de Venus. El vientre liso, y las caderas prominentes semejan a las druidas del Templo. Y la rosa incandescente emanado los efluvios de la diosa en celo.

-¡Cómo me gusta el olor de hembra caliente! Dijo Rafael mientras aspiraba los aromas que esa flor esparcía por la estancia. Y se prepara para saborear la malvasía que allí se recreaban.

Su lengua, cual aguijón de abeja polinizando una flor. El clítoris de Mónica parecía una fresa roja tan apetecible, que la boca de Rafael no dejaba de saborear.

-¡Ayyy! Qué bien me lo comes... Sigue... sigue... chupado... ¡Ahhh! ¡Qué rico..! Gritaba Mónica con los ojos en blanco.

El primer orgasmo no se hizo esperar. Mónica empujó con ambas manos apoyadas en la nuca de Rafael, como pretendiendo que la cabeza entrara en su coño. -¡Ahhh! Me corro... me corro... ¡Ahhh, ahhhh, ahhh! ¡Qué gusto, qué gusto...! Los gritos se escuchaban seguro que hasta en las habitaciones contiguas y en el pasillo.

Rafael la tapó la boca metiendo su mano ella. El mordisco fue tal, que le dejó marcado los dientes.

-¡Joder Mónica! Eres una fiera. Dijo Rafa sorprendido ante tanta furia sexual.

-Pues verás cuando me la metas... Ahí levito. Respondió ella.

Fumaron un cigarrillo a medias y se sirvieron una copa de cava.

-Voy a lavarme la boca.

-No, no te la laves, quiero probar en tus labios el sabor de mi coño. Y acto seguido le metió la lengua hasta las profundidades de la boca

-La punta de la lengua le tintineaba el paladar. Repicaba con tal precisión, que la erección fue inminente. Rafael no daba crédito de cómo follaba.

-¡Eres un portento en la cama! Mónica.

-Y la comida de coño que tú me has hecho es la mejor que me han hecho en mi vida.

-Gracias por el cumplido.

-¡Qué no Rafa, qué no es un cumplido, que es verdad.

-Vale, vale, te creo.

-Ahora yo encima. Dijo Mónica mientras se montaba encima de Rafa.

-Si abierta de piernas parecía el Templo de Venus, por detrás Mónica parecía las colinas del Olimpo. ¡Madre mía! ¡Qué glúteos..! ¡Qué caderas..! Y cuando separó sus dos “montañas” para introducirse en “el valle” que las configuran, el “báculo sagrado” de Rafael, el acoplamiento fue tan perfecto, que aquellas montañas empezaron a moverse como un terremoto que provocaron una cadena de placeres a “ambas divinidades” que hasta temblaban las paredes de la habitación.

Los orgasmos acompañados de estertores, jadeos y resuellos, hacían vibrar el mobiliario de la alcoba; y las alfombras de hilo fino al pie de la cama se estremecían del sopor que desprendían los amantes.

Hasta el talla que presidía la cabecera de la cama parecía decir: Jamás se ha echado un polvo en esta habitación, como el que acabo de presenciar.

Al momento entraba Sergio.

-¿Que tal parejita! ¿Han disfrutado lo suyo? Ahora me toca a mí.

Mientras Sergio iba al lavabo le dijo Mónica: -Rafa: tú mira nada más que su  culo, verás que redondito lo tiene; es como el de una mujer. Yo estaré a tu lado para animarte.

-De eso nada, mona. Dijo Sergio que salía del servicio. Ahora te vas tú, y nos dejas solos.

Mónica quiso oponerse, pero la cara que puso su marido le hizo desistir. (Qué cara no pondría)

Rafael se asustó. ¿Cómo podría empalmarse con un tío por muy bonito que tuviera el culo? Por lo que dijo.

-Me acabo de correr con tu mujer. Si no me empalmo de inmediato compréndelo.

-Tranquilo mi amor. Dijo Sergio poniendo cara de gatita cachonda. Que yo “haré el milagro”.

Se lanzó a la polla como una exhalación. Rafa cerró los ojos... Y no podía creer lo que sentía. Ya conocía la pericia de la lengua de Sergio por la mamada que tubo que acceder antes para no levantar sospechas; pero la mamada de ahora, era angelical. ¡Qué suavidad! Y el muy maricón insistiendo con la lengua en el punto exacto donde reside el mayor placer del hombre: en el frenillo, es decir, en donde se une la base del pene con el glande.

Quiero que te corras dentro de mí. Dijo Sergio, por lo que dejó de mamar.

Abrió los ojos Rafael, y al ver aquel culo en pompa dispuesto para ser penetrado, se le olvido que era de un hombre. Con la polla dando golpes contra su vientre de lo excitado que estaba, se dispuso a penetrarlo hasta el fondo.

Mónica escondida detrás de la puerta no daba crédito a lo que presenciaba.

Con su mano derecha asida a la cacha derecha de Sergio, con la otra mano agarrada  a la base de su polla, apuntó Rafa su glande al ano de Sergio ya lubrificado. Bastó un leve empujón para que los 18 cm se colaran por aquel túnel como un tren de mercancías.

Rafa acostumbrado a penetrar vaginas, (no le gustaba dar por el culo a las mujeres, a pesar de que alguna se lo pedían) notó otra impresión; las paredes de aquel conducto se pegaban a su pene como lapas,  por lo que la sangre de los cuerpos cavernosos del mismo parecían que iban a estallar.

Con ambas manos cogió las cachas de Sergio y empujó de tal forma que se hizo daño en los testículos que quedaron como incrustados en aquellas colinas.

Mónica estaba tan impresionada de la escena, que se llevó la mano al coño y empezó a masturbarse.

Sergio gemía de placer... ¡Más...más...! quiero más polla... más... más..! Dame más fuerte... ¡Rómpeme el culo...!

Rafa tampoco creía que un hombre le iba a conferir tanto placer... Por lo que decía a Sergio:

-Toma polla... puta... más que puta, que te voy a romper el coño... Puta.

-Sí, sí... insúltame... trátame como a la puta y zorra que soy. ¡Ahhh! Cómo siento tu polla en mi entrañas... Más... más polla... más... más...

Rafa sentía como le corría por los testículos un río de lava... Se asió férreamente a las caderas de Sergio y ese río lo descargó en sus intestinos de tres terribles empujones.

-Plas... plas... plas... Mónica entraba en la escena aplaudiendo.

Sergio, seguía en la misma posición “escupiendo lava” por el recto.

Rafael derrengado patas arriba en la cama no dando crédito a lo acontecido. ¡Cómo era posible que el culo de un tío le hubiera dado tanto placer!

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