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Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 26

en Grandes Relatos

CAPÍTULO XXVI

 Montse e Isabel con los dos gemelos rubios Darío y Jorge, en el Mercedes de éste, tomaron rumbo al apartamento de Darío sito en la parte alta de Barcelona. Un ático de dos habitaciones dobles con sus baños anexos, un gran salón comedor y cocina. Todo magníficamente bien arreglado.

-Niñas, estáis en vuestra casa, poneros cómodas. Dijo Darío.

-¿Vives sólo? Pregunto Isabel.

-Solo, y muy a gusto que vivo.

-¿Y quién te hace la casa?

-Una señora de toda mi confianza.

-Sí, se ve que te cuida bien, la casa está impecable.

Jorge y Montse, sentados en el tresillo del salón retozando. Jorge se aupó el culo para desabrocharse la bragueta.

-¿Qué haces?

-Mira. Tomó la mano de Montse y se la llevo a la bragueta que estaba descorrida la cremallera. -Saca el pájaro del nido.

-¡Coño Jorge! Le dijo su hermano -¿Es que tanta prisa tienes?

-¡Joder Darío! Que son más de las cinco de la madrugada, y no quiero que se me pase el arroz.

-¿Tenéis prisa? Preguntó Darío a las chicas.

-No ninguna. Nuestros maridos no nos esperan porque ellos también están con sus ligues. Dijo Montse muy resolutiva.

-¡Hosti tú! ¡Pero estáis casadas! Dijo asombrado Darío.

-Casadas y emancipadas. Lo de casadas es un decir, es como un seguro de que en la calle no vas a vivir en caso de que tu marido prescinda de ti. Dijo Montse.

-¡Jo tía! Pero que bien te lo montas.

-Es que los tío sois muy puñeteros.

-Y vosotras muy peseteras.

Dejaos de monsergas, soltó Jorge, nosotros nos vamos a la cama.

-¿Preferís cama redonda, o cada mochuelo a su olivo? Preguntó Darío.

-¿Tú que prefieres Isabel? Preguntó Montse.

-Yo cama redonda. Ya sabes los porqués. Le dijo Isabel a la vez que le guiñaba un ojo.

-Uy uy yu yuy. Exclamó Darío, no sé... Pero a estas niñas les gusta el bollo.

-¿Te importa? Dijo Isabel,

-Para nada, me encanta, ver a dos tías comerse el coño me pone a cien.

-Pues venga, todos a la cama ¡y en pelotas!

Y los cuatro se fueron a una de las habitaciones para hacer lo que no está escrito en los anales del "folleteo".

 Montse que ya había hecho su pis correspondiente se lavaba el chichi en el bidé. Isabel orinaba en la taza, y Darío meaba en la bañera.

-¿Es que no puede esperar a que termine Isabel? Le dijo Montse a la vez que se secaba "el potorro"  con un paño higiénico que colgaba en una percha al lado del "lava chichis".

-Lo siento chicas. Pero es que me meo, y ya la próstata empieza a protestar,

-Pues pronto empiezas. Dijo Isabel, que con las bragas por los tobillos iba a limpiarse "el chupa jornales" en el bidé que dejaba libre Montse.

-A ver caballeros. Dijo con voz muy firme Montse. -Pasen uno a uno por "el lava pollas".

Con una toalla de felpa en la mano derecha fue la polla de Darío la que limpió primero.

-¡Jolín Darío! Esto más que polla es un pollón. (La tenía a reventar)

-Herencia de familia. Se limito a decir Darío.

-¿Y tu hermano la tiene igual?

-Ahora se la verás. Jorge andaba por la habitación doblando la ropa y poniendo los calzoncillos y los calcetines en la pecha de detrás de la puerta.  (Es que Jorge es un chico muy ordenado)

Desde la base del pene de Darío, Montse con la mano extendida del pulgar al meñique no daba se sí para medirla toda. Hizo una marca imaginaria donde acababa el dedo meñique, y contó cuatro dedos más en posición horizontal hasta el meato.

-Vamos Jorge. Ven para acá con el "pito" que hay que aclararlo.

-Uy. Si parece más corta. -Ven un momento Darío, ponte junto a tu hermano que os la quiero medir.

-Pero si Darío está empalmado y Jorge la tiene morcillona. Dijo Isabel. ¿Así cómo se las va a medir?

-Es verdad. Luego lo veremos.

Lavados los "chichis y los pitos",  pasaron a la habitación.

-Qué bien, qué cama más grande. Dijo Montse.

-Es de "matrimonio regañado". Dijo Isabel.

-¿Cómo?

-Sí, mujer. Cama amplia para que duerman sin rozarse los matrimonios. Explicó Isabel.

-Jo que rollo.  A mí me gusta dormir pegada a mi hombre. Dijo Montse poniendo cara de decepción.

-Siempre que no se pea, Dijo Darío de coña.

-Que chiste más malo. Apuntó Isabel.

-No te preocupes nena, dijo Darío - Que te vas a pegar a mí como una lapa.

-Cómo empezamos hermano, Dijo Jorge.

-Cómo quieran ellas, Dijo Darío.

-Yo, cómo me pienso follar a los dos... me es igual. Dijo Monte.

-Ven aquí Isa, a mi lado. Dijo Jorge a Isabel tomándola de un brazo.

Montse vio como a Darío se la bajo un poco, (la moral no, el pijo) y le dijo a Isabel.

-Ven cariño, vamos a subirle "la moral" a Darío.

Isabel se abrió de piernas para que Montse pudiera lamer a placer el coñito de su amiga.

Los lametones y los ayes de ambas amigas se confundían en el aire; y el aroma a "coños del caribe" inundaba la estancia.

Darío y Jorge presenciaban la escena con lo ojos desorbitados y la lenguas desencajadas.

Montse cesó de succionar la vulva de Isabel cuando ésta cerró sus piernas anunciando que no se quería correr. Por lo que dijo:

-Para, para Montse, que ahora necesito una gran polla; tu lengua apenas la siento rozar mi clítoris.

Jorge, cuyo pene estabas en erección máxima (unos 22 cm) tomó el relevo de Montse. Al ver aquella hermosa polla, Isabel volvió a abrirse de piernas dando luz verde a aquel "nabo que deseaba ser plantado en aquel huerto".

Isabel si que sintió la penetración. El pene de Jorge que además de largo es de un grosor considerable, por lo que su vagina tuvo que abrirse de tal forma, que  la embestida le hizo emitir un grito de satisfacción.

-Qué bien  me follas cabrón, qué bien. Dame más fuerte más... gritaba Isabel asida con las uñas a los glúteos de su follador.

Montse y Darío miraban la escena con inusitada expectación, tal, que se les olvido follar a ellos. Hasta que Darío, también empalmado a tope dijo a Montse.

-Vamos nena, que ahora nos toca a nosotros.

-Fóllame como a una perra.

-Te follará tu perro.

Montse, adopto la postura que todos conocemos y que seguro todos hemos realizado más de una vez; por lo que explicarlo, no es necesario.

El coño de Montse estaba tan mojado, que a Darío no le hizo falta darse salivilla en el capullo; entró como "perico por su casa", de un sólo empellón,  hasta los mismísimos huevos.

Tenía tan mojado el chumino, que la polla de Darío de formas más que normales, se deslizaba de tal manera, que no sentía esa sensación que dan las paredes de la vagina al contacto con el pene. Por lo que se la sacó.

-¿Por qué me la sacas? Dijo Montse en un grito.

-Porque te voy a dar por el culo, que por el coño no me entero.

Antes de que pudiera ya la tenía metida hasta las cachas. La polla lubricada por los flujos de Montse fue suficiente para que entrara sin dificultad.

El ano de ella se acopló perfectamente a la verga de él, ya que no era la primera vez que la sodomizaban.

Ahora si que sentía Darío las paredes de aquel canal estrecho.

-Párteme el culo en dos cachos, le pedía Montse. ¡Que gusto me das, cacho cabrón!

-Toma polla, puta, más que puta, traga polla por tu ojete. Le decía mientras  bombeaba aquel tafanario con saña.

Montse se frotaba el clítoris a la vez, y movía los  glúteos como las mariposas alrededor de las flores.

Varios chorros de semen inundaron los intestinos de Montse, que al sacarla, hilitos se escapan por su ano, como cuando se colma un recipiente que y no cabe más líquido.

Isabel y Jorge, hacía poco menos de medio minuto que se habían corrido, y tumbados boca arriba, aplaudieron la faena.

Y allí quedaron los cuatro, en aquella cama de "matrimonio regañado" panza arriba, y con "las rosas y los nardos" ajadas y marchitos.

Próxima entrega: capítulos 27 y 28

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Mis cuentos inmorales. (Entrega 3)

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 19º 20º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 13º 14º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 3º 4º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 5º 6º

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Recordando al primer amor

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Arrepentidos los quiere Dios. 30,31.32 y 33

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El macho que quiso ser hembra. Cap. I y II

El Diario de un consentidor

Mi hija es lesbiana

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulos: 1. 2. 3.

Recordando a mi primer amor

El macho que quiso ser hembra. Segunda parte

Arrepentidos los quiere Dios. Cap. XIX y XX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo XV

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VIII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo V y VI

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IV

Arrepentidos los quieres Dios. Capítulo 3º

Arrepentidos los quiere Dios. Novela de 68 cap.