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Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 5º 6º

en Grandes Relatos

CAPITULO V

 Llegamos al Hotel. Lola quedó deslumbrada ante la fachada, y aunque ha nacido en Paris y vivido su niñez y parte de su juventud, el Paris que conoció fue el de los ojos de una niña con pocos recursos económicos, y a los 12 años regresaron a Madrid acogidos sus padres a la amnistía de todos los delitos de la Guerra Civil.

-¡Jo! Qué pedazo de Hotel. No recuerdo haberle visto de niña

-Pues verás cuando lo veas por dentro. Vas a alucinar en colores, cómo soléis decir los jóvenes.

-Mi novio no me lleva a estos sitios para “echar el kiki”. Dijo para sí, cómo si no la oyera. Seguramente lo diría para reforzar la idea de que estaba dispuesta a follar conmigo. Por si yo no me había todavía enterado.

-¿Y a dónde te lleva?

-A una pensión de mala muerte, y cuando no tiene dinero a la Casa de Campo.

-Pues en vez echar “el polvo” entre sábanas cutres y con manchas, aquí vas a hacer el amor entre sábanas de seda y algodón. ¡Ah! Algo muy importante. ¿Con o sin condón?

-Cómo tú prefieras, pero yo prefiero “a pelo” ya que tomo anticonceptivos. Y por sanidad puedes estar tranquilo, sana estoy, y podemos follar a tope sin tener que estar en vilo.

-Mejor. Mucho mejor… Pero no vamos a follar.

Isa pegó un respingo poniendo cara de contrariedad. -¿Entonces que vamos a hacer? Dijo con cierto estupor.

-Vamos a hacer el amor.

-¡Joder..! ¡Ay! Perdón por la palabrota…

-No te preocupes Lola, en tus labios parece una rosa que de tu boca brota.

-¡Jo! Felipe, Con esas palabras me “voy a correr” antes de que me toques “la primera nota”.

Estábamos llegando a la recepción.

-Buenas tardes señor Barderas (es mi primer apellido) -Encantado de verle por el Hotel de nuevo. (Siempre que vengo a París me alojo aquí)

-Igualmente.

El recepcionista llamó a un botones, para que subiera el leve equipaje que llevábamos: yo un maletín con lo necesario para esas noches. Lola una maleta pequeña de color cereza.

La habitación la deslumbró, y lo que más le llamó la atención fue esa cesta llena de frutas y dulces, detalle del Hotel para los clientes.

Después de dar la propina al botones, lo que hizo Isa me dejó sin palabras. Tomó de la cesta una fresa roja como el carmesí, se bajó el vestido y como no llevaba sujetador (ni puñetera falta que le hace) se la puso junto al lado del pezón izquierdo a la vez que me decía:

-¿Cuál de las dos fresas te comerías?

-¡La madre que la parió! Pero al ver la imagen en ese momento algo en mi mente sucedió que me asombró. Mis ojos no veían el pezón de Lola, veían un hermoso y sonrosado glande de un efebo que me ofrecía su hermoso “capullo” para libar toda “su miel”.

Lola notó algo raro en mi mirada, y algo preocupado me dijo:

-¿Es que no te gustan “las fresas” de mujer?

-Me encantan. Dije intentando apartar de mi mente aquel hermoso capullo. Pero las fresas de mujer, me gustan degustarlas con champagne francés. Esta noche de ellas me hartaré; pero ahora he de darme un baño, que del viaje me “huele un poco los pies”.

-Te comprendo cariño. Yo también estoy algo sudorosa, y  voy a lavarme bien “la cosa” para que esta noche esté para ti fresca y lozana como la más aromada rosa”.

Limpios y aseados salimos sobre las 22,00 horas del Hotel rumbo a Maxims, quería que Lola viviera como la Cenicienta: una noche inolvidable. 

 

 CAPÍTULO VI

De mi brazo, paseando por las calle del viejo Paris, apenas recordaba nada, pero su francés es excelente, y la cena en Maxims casi tan excelente como su francés. Y gracias a ella, no tuve ninguna dificultad en comunícame allá por donde pasamos de copa en copa por los cafés del Barrio Latino y aledaños por el Paseo de los Campos Elíseos.

-¿Sabes a dónde me gustaría ir Felipe?

-Tú me dirás, nena.

-A conocer el LGTB de París.

-¿Y qué es eso niña? Qué significan esas siglas.

-Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales.

-¿Y eso? ¿Es qué te va el rollo?

-No es que sea “les”, pero el rollo gay me parece un buen rollo. He estado varias veces en Chueca con una amiga, y me parece un ambiente muy sano y divertido.

Conocía de sobre el Barrio de Le Marais,  ya que siempre que vengo a París me tomo unas copas en L’Open Café o en el Spyce, y aquí fue precisamente donde empecé a sentir mi transformación. Pero no quería que Lola lo supiera, es mi secretaria y toda la empresa se enteraría tarde o temprano. El día que “salga del armario” ya se enterarán todos.

-¿Sabes por dónde está ese barrio? Le pregunté haciéndome el tonto.

-Espera, que llevo una guía de París en el bolso.

-No hace falta, un taxis nos llevará al sitio.

-S'il vous plaît conduit à quartier gay. (Por favor, ¿nos puede llevar al barrio Gay? Dijo Loli al taxista. Añadiendo:

-Nous recommandons que le café. (Qué local nos recomienda)

-Tous les sites sont recommandés et la confiance. (Todos los sitios son recomendables y de total confianza.

-Merci beaucoup. (Muchas gracias)

Entramos en el que nos pareció de más clase. Bains Douches se llama. Efectivamente, en el ambiente reina la calma el lujo y la voluptuosidad. Lo que me extrañó,  cómo es que yo no lo conocía, ya que me ofrece lo que  busco, un contexto para gente de mi edad, aunque la juventud también hace gala con su presencia. A Lola le encantó el sitio.

-Me encanta, Felipe, me encanta. A la vez que me daba un beso.

Nos situó un camarero en una mesa junto a un grupo de chicas y chicos en torno a los treinta años, que departían ante dos botellas y seis copas de champagne.

Un morenazo de unos 30 o 35 años que estaba situado en frente de mí, no cesaba de mirarme, detalle que no se le pasó por alto a Lola.

-¡Jo jefe! Me parece que ya “has ligao”. No te quita ojo ese tío guapo.

Y aquí otra vez empezaron “mis angustias”. A mi lado lola, “una tía” impresionante, y enfrente “el morenazo” ¿Y mi mente dónde estaba? ¿Lo adivinan? No lo pude remediar. A mi alma regresó la mujer que llevo dentro. Y me sentí “hembra” en los brazos de ese “macho”. Pero no debía dejarme arrastrar por mis instintos. Por lo que aparté mi vista “del guapo” y abracé a Lola simulando con ella el ardor que sentía por él.

-Ya me he dado cuenta que no me quita ojo. Pero a mí por el trasero no me entra ni el bigote de una gamba. ¿Dónde esté un buen “chochito...? Cómo por ejemplo el tuyo. Dije en plan macho.

-A propósito de chochito, hay una cosa que te quiero comentar. me dijo Loli con cara seria.

-A ver si me vas a decir que tú no tienes “de eso”. Dije riendo.

-No verás… Dijo algo nerviosa. Todo lo contrario, soy clitoridiana.

-¿Hipertrofia en el clítoris te refieres?

-Bueno, si quieres llamarlo así…

-¿Y te da vergüenza?

-No, no, es más, me consta que a muchos hombres les gusta, pero es que el mío…

-¿El tuyo, qué...?

-Qué … qué…  está muy desarrollado.

-¿Y tu novio que dice? Cómo no sabía que decir, salí por esa.

-A él le encanta. Y cuando se lo restriego por el culete, se lo pasa pípa.

-¡Coño… coño… coño…! Qué sorpresa. Pensé sin hablar. Se me fue la imagen del moreno que al ver que no le devolvía la mirada cesó en su visión, y me centré en lo que me contaba Lola.

-Bueno mujer, no creo que eso sea un inconveniente para echar un polvete; hasta incluso puede ser un aliciente. Mira tu novio cómo disfruta de tu “mini pene”. Le hizo gracia la comparación.

-Pero a ti te puede desagradar, por eso te lo digo. Además mi novio es bisex.

-¡Joder Lola! Eres una caja de sorpresas. Con lo modosita que eres en el despacho… Pero creo que no, que cómo a tu novio me va a encantar, me va a encantar “tu pollita”.

Tomamos champagne con caviar, pues se nos había abierto el apetito, y sobre las cuatro de la madrugada nos fuimos para el Hotel.

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