miprimita.com

Mi hija es lesbiana

en Lésbicos

AVISO. Hace tiempo publiqué es este mismo medio una serie de relatos que he borrado por una razón muy simple: porque ofrecian bastantes defectos de formas gramaticales. Hoy, los he corregido y vuelto a publicar con las relaciones gramaticales correctas.

Si algún lecto o lectora no lo cree, le pido, que, antes de acusarme de plagio, consulte al medio, o a mi mismo, o bien, que, curse la oportuna denuncia al medio o a donde proceda o crea conveniente denunciar. Pero por favor, que no acuse de plagio sin confirnas us sospechas,

Gracias. 

Mi hija es lesbiana

Marta y Silvia, son lesbianas, pero su lesbianismo no les ha condicionado para nada; son dos profesionales muy cualificadas, y saben muy bien "dar al sexo lo que es del sexo", pero nada más.

Afortunadamente ser gay o lesbiana a principios del siglo XXI no es una desgracia en España. Sin embargo tan sólo hace 40 o 50 años, para unos padres, (sobre todo para el padre) hubiera sido en algunos casos, motivos de suicidio.

Tampoco es que hoy sea un orgullo para un padre que sus hijos sean homosexuales; pero si por encima de su sexualidad son personas serias, honradas y muy cualificadas profesionalmente, atenúa en gran aparte aquello "del que dirán"; porque aunque las sociedades por muy avanzadas que sean, todavía no admiten como forma natural el matrimonio entre personas del mismo sexo. Lo negativo de esta situación, es que, no creo que vaya a tener nietos de la forma tradicional que durante milenios ha sido la forma natural de ser abuelo.

Voy relatar la circunstancia personal de mi hija Marta. Tiene 35 años, y se ha casado por lo civil con Silvia, cuatro años menos que ella. Es ginecóloga, directora del departamento de ginecología de un gran hospital, y su "esposa" abogada. Las veo muy felices y unidas; eso me consuela. Llevan cuatro años casadas.

Ha sido una estudiante muy brillante; no ha repetido ningún curso, y acabo la carrera a los 25 años con varias matrículas de honor, y sin ningún suspenso, Recuerdo su enojo cuando un curso, me enseñaba sus notas.

—Papá estoy disgustada.

— ¿Por qué hija? si las notas que me enseñas son extraordinarias.

—No ves papá, que hay dos notables.

—Lo que veo Marta, es que las demás asignaturas son sobresalientes y matrículas de honor.

—Ya, papá, pero me fastidia que por dos errores de nada, esos dos notables no sean dos sobresalientes.

—Venga hija ¡por favor! no seas tan exigente contigo misma. ¡Cuántas chicas darían por tener estas notas!

Marta es tan femenina, que durante su infancia ni a su madre ni a mí nos dio motivos de sospecha de su lesbianismo. El que estudiara tanto, y siempre con amigas; y el que no saliera con chicos, siempre con chicas, no nos infundía dudas de su inclinación sexual, ya que pensábamos que para ella sus estudios eran lo primero. Ya tendría tiempo de tener novio. Hasta que un día...

...Regresé del despacho muy pronto, no me encontraba bien, y decidí volver unas tres horas antes de lo habitual a descansar. Nuestra casa es muy grande: un dúplex de seis habitaciones, salón principal, cuarto de estar, despacho y tres baños. Más las dependencias del servicio.

Era un jueves, día libre de la sirvienta. Casi siempre llamo al timbre; me es más cómodo que me abra la chica y que de paso me da las novedades del día, si las hubiera. Y mi señora, Celia, sabía que tampoco estaba; por lo que tuve que abrir yo.

Casi toda la vivienda es de moqueta, apenas se hace ruido al andar por el pasillo. Al pasar por el cuarto de Marta, sentí como una especie de jadeos y suspiros que procedían de dentro. Marta tenía a la sazón dieciocho años. Me paré un tanto extrañado, y "pegué la oreja" a la puerta, que además no estaba cerrada del todo, como unos diez centímetros estaba abierta. Marta sabía perfectamente que los jueves la casa se queda sola desde las 16 hasta las 22 horas.

—Qué ganas tenía de estar a solas contigo Silvia. Era la voz de mi hija, clara y limpia, (como suele hablar)

—Y yo contigo Marta. Desde que somos novias apenas tenemos oportunidades salvo los jueves, y no todos, de estar solas.

¡Pero que oigo! Mi hija es novia de otra chica. Estuve a punto de saltar, pero no, algo me contuvo. ¿Quizás morbo? No lo sé, la verdad, el caso que decidí seguir "pegando la oreja".

No quise oír  más, porque no sabía quién era yo en ese momento; si el padre de Marta, o un ser perverso que deseaba intervenir en aquella pasión desenfrenada de ambas chicas. Y salí de aquella escena con una escalofriante sensación de abatimiento. ¡Cómo iba yo afrontar este hecho que me superaba! ¿Y mi mujer? ¡Cómo se lo tomaría!

El sábado siguiente, quedamos solos en casa, mi mujer había salido a realizar unas compras.

—Papá, quiero hablar contigo. Yo no había comentado absolutamente nada con mi mujer, ya que estaba analizando los hechos para buscar la mejor forma de abordarlos, y el mejor momento. Y mucho me temía que iba a ser mi hija, que hacía unos días había cumplido la mayoría de edad, la que nos expondría su condición sexual.

—Dime hija.

—Ha llegado el momento de lo que lo sepáis.

— ¿Qué es lo que debemos saber, Marta?

—Venga papá, no te hagas el tonto, que el otro día nos viste.

Quedé petrificado, pues estaba seguro de que ellas no me vieron.

—Sí, papá. ¿O es que no sabes que hay un espejo en la pared enfrente de la cama de mi habitación?

La verdad que no caía, pues muy pocas veces frecuento su habitación. Y el día que hice de "voyeur" ni me di cuenta. Posiblemente la excitación me lo impidió.

—Pues sí papá, a través del espejo vi cómo nos observabas.

Ahora sí que casi me derrumbo. Mi hija me estaba exponiendo su lesbianismo de una forma tan natural que demostraba una preparación intelectual a prueba de todas las situaciones por muy escabrosas que fueran. Alucinaba en colores. Sólo se me ocurrió decir:

—¿Qué va a pensar mamá?

—Nada, mamá lo sabe.

—¡Quéeeee!

—Qué mamá también lo sabe. ¡Pero cómo una madre no va saber los secretos de su hija!

Me di cuenta, que los hombres estamos o somos ajenos a los problemas de los hijos; creemos que nuestra misión es procurar el bienestar de ellos. ¿Pero de sus sentimientos, que sabemos? ¡Nada!

—¿Y mamá qué piensa? Casi balbuceaba.

—Nada que te preocupe, papá. Mamá me contó que a mi edad tuvo alguna experiencia lesbi. Está al tanto de todo.

-—Ah! Sí.

—Sí papá. ¿O es qué tú de jovencito no tuviste tocamientos o algo más con algún amigo?

—Bueno, bueno niña, dejemos de hurgar en el pasado, y dime cual va a ser tu futuro sexual.

—Papá. ¿Te preocupa mi futuro profesional?

—No hija, sé que lo que emprendas triunfarás, eres una mujer fuera de serie; sacar un diez en la selectividad está al alcance de muy pocas mentes.

—Si no te preocupa mi futuro profesional, ¿por qué te ha de preocupar mi futuro sexual? ¿Es que acaso es más importante?

Estaba asombrado de la actitud de mi hija. ¡Cómo dominaba la situación! Con esa actitud iba también a dominar el mundo; por lo que mi asombro sobre su lesbianismo, se me había pasado.

Y ante un ser privilegiado y de una inteligencia asombrosa; y me di cuenta, que el sexo es algo que debe estar sometido exclusivamente a la voluntad de la persona, y que nadie, absolutamente nadie debe inmiscuirse.

—No, hija no. Estoy muy orgulloso de ti. Tu vida sexual es tuya y si decides unir tu vida sentimental a otra mujer, te desearé la mayor felicidad del mundo.

—Gracias papá. Sabía que me comprenderías.

Debo reconocer como hombre que soy, que a pesar de estar orgulloso de mi hija por la carrera fulgurante que lleva, en la boda con su novia de toda la vida, Silvia; tenía un sabor agridulce. Sé, que la familia tradicional tiende a desaparecer, que las relaciones de pareja tanto homo como heterosexuales, estarán basadas en la inteligencia más que en la entrega y en la sumisión.

Un ejemplo de lo que digo son Marta y su esposa, (o viceversa). Son dos profesionales tan cualificadas, que el sexo para ellas es la demostración del amor que se profesan, pero no les condicionan para nada en el proyecto común de vida que tienen.

Han conseguido la adopción de una niña oriental preciosa, que para mí es como si fuera mi nieta de sangre. Lo que evidencia, que es el roce, no la sangre lo que confiere el afecto.

            Soy un padre y un abuelo feliz.

MORALEJA: “El sexo para la intimidad; el seso para triunfar.

Mas de GalanMaduro

Breve historia de un transexual. Tercera parte

Breve historia de un transexual

Breve historia de un transexual. (Segunda parte)

A la mujer de hoy

Confesiones sicalípticas de un abuelo

La pipa de la Venancia

Me gusta como huele y sabe el coño de Sandra

De cómo fui purificado por una dama

Follar con champagne y caviar

El drama de un marido morboso

EL PODER DE UNAS BRAGAS USADAS (Burusera)

Mi primera vez

Mis cuentos inmorales (Entrega 21)

Mis cuentos inmorales (Entrega 20)

Mis cuentos inmorales (entrega 19)

Mis cuentos inmorales (Entrega 18)

Mis cuentos inmorales (Entrega 17)

Mis cuentos inmorales (Entrega 16)

Mis cuentos inmorales (Entrega 15)

Mis cuentos inmorales (Entrega 14)

Mis cuentos inmorales (Entrega 13)

Mis cuentos inmorales (Entrega 12)

Mis cuentos inmorales (entrega 11)

Mis cuentos inmorales (Entrega 9)

Mis cuentos inmorales (Entrega 8)

Mis cuentos inmorales (Entrega 7)

Mis cuentos inmorales (Entrega 10)

Mis cuentos inmorales (entrega 6)

Mis cuentos inmorales

Mis cuentos inmorales. (Entrega 3)

Mis cuentos inmorales. (Entrega 2)

Mis cuentos inmorales. (Entrega 4)

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 26

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 19º 20º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 13º 14º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 5º 6º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 3º 4º

Treinta días de sexo en el hotel. (Día tres)

Sexo a tope en el hotel nudista

La suerte de tener un marido “cabrón”

Lo maravilloso de ser mujer. (Lo dice un hombre)

Mi bautismo sexual

Mis escritos proscritos. Capítulo I

Recuerdos del primer amor

Recodando al primer amor. Cap, 3,4 y 5

Mis tocamientos con Isabelita

Recordando al primer amor

¿Me estaré volviendo Gay?

Las pajas que me hice a la salud de mi prima.

Mi primer polvo

Mi hija es lesbiana

La pipa de la Venancia

Mis aventuras sexuales en aquel lugar

El trío con Josefa y Celia

La primera vez que a mi novia follé

Follar de soltero no era difícil..¡Era un milagro!

Asesinato en el burdel

Soy el mejor lamerón del Mundo

Arrepentidos los quiere Dios.

Arrepentidos los quiere Dios. 30,31.32 y 33

Lo que no contó Cervantes de D. Quijote

Cómo Jorge me hizo sentir mujer...

Arrepentidos los quiere Dios

Reencuentro de Manolita con el sacerdote ya obispo

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Manolita conoció el amor a los 40 años

Manolita y el sacerdote

La enorme polla de Adolfo

El macho que quiso ser hembra. Cap. I y II

El Diario de un consentidor

Mi hija es lesbiana

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulos: 1. 2. 3.

Recordando a mi primer amor

El macho que quiso ser hembra. Segunda parte

Arrepentidos los quiere Dios. Cap. XIX y XX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo XV

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VIII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo V y VI

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IV

Arrepentidos los quieres Dios. Capítulo 3º

Arrepentidos los quiere Dios. Novela de 68 cap.