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Mis cuentos inmorales (Entrega 16)

en Grandes Relatos

Quien desee leer "Mis cuebros inmorales" se los envío por correo. 

 

Mi aventura con Pepa, la hermana menor de Lola.

 Pepa, es algo mayor que su hermana Lola, por lo menos cinco años. Y bastante más atractiva, sin que fuera fea Lola, pero Pepa era un  bombón de mujer. Si yo tenía 25 años a la sazón, ella tendría unos 20 o 21. Lola me confesó tener 26 años, uno más que yo.

Aunque yo vivía en casa de mis padres, en la calle de Marcelino Alvarez, entre Carmen y Quintana de la calle de Alcalá, pasaba mucho tiempo en casa de mi hermano, ya que allí hice una pandilla de amiguetes y jugámos a la cartas en el bar de Paulino, o al fútbol en un descampado que existía cerca de su casa, en la Avenida de Oporto.

Nunca sabré si Lola le contó a su hermana la aventura que tuvo conmigo en San Martín de Valdeiglesias, porque ni se lo pregunté ni nada me comentó Pepa. El caso que un día le propuse salir con ella y aceptó a las primeras de cambio.

Trabaja en Valdivielso, S.A. (Página 142) por lo que tenía un Citröen 2CV de la Casa a mi disposición para las tareas comerciales que tenía asignadas. Y en el "dos caballos" en un descampado en las cercanías del barrio, allí hicimos mil y una (como dice Chiquito de la Calzada) "guarreridas españolas".

Con Pepa, descubrí la diferencia de los aromas del coño y culo de las mujeres, que aunque me figuro que no todos olerán igual, "la fórmula" será la misma; ya que ambos "perfumes" son genuinos en todos "los fondillos" de las damas.

En el asiento de atrás del coche es donde hacíamos las orgías. Lo que más me gustaba era aquella bendita incomodidad que en aquel estrecho habitáculo poder maniobrar. Pero era tan grande la emoción que sentías, que, parecía que estaba en la mejor habitación del hotel Ritz. Y al final la mano la metías hasta el corvejón.

Como su hermana Lola, no consintió la penetración vaginal, me dijo lo mismo: que "eso" estaba destinado para el hombre que la llevara al altar. Pero las "mamadas" que me hizo fueron de antología. Lo malo, es que un servidor debido a la posición obligada del asiento, no pude "comerla el potorro" como Dios manda; pero olerlo y sobarlo todo lo que quise. Pero me qudé con las ganas de degustar aquel coñito que olía a hembra en celo.

Digo que aquí descubrí que las fragancias de chichi y culo de dama difieren, pero las dos son igual de excitantes. Resulta que después de una de las sesiones de magreo, y dejar a Pepa en su casa, tomé el volante del "dos caballos" con dirección a mi casa; y al picarme la nariz en un momento y rascarme con uno de los dedos, me sobrevino el olorcillo de Pepa, lo que la pasa que no sabía si era del ojete o del chichi. Me olí el otro dedo y olía igual de excitante pero con otra "esencia".

-¡Vaya! cual será el aroma correspondiente a cada "frasquito". Me pregunté.

Me figuraba que todos los ojetes deben oler de forma similar, (pues la verdad, un servidor no se dedica ni se dedicaba a ir oliendo culos por ahí) y como obviamente yo no tengo coño; ahuequé un poco el mío, y con un dedo de la otra mano anduve entre las costuras de mi pantalón colindantes a mi oroficio anal, para extraer las misturas allí depositadas.

Por esa pista pude saber cual de mis dedos había manipulado el ano de Pepa. Lo que se deduce que es el cerebro el que controla todas las reacciones del ser humano; porque aunque el dedo que rascó mi culo olía muy parecido al que rascó el de Pepa, no me producía la mismas emociones.

 Total, que no recuerdo los motivos, pero dejé de salir con las dos hermanas manchegas que tantas satisfacciones dieron a mi cuerpo. Porque la verdad, a mi alma no le dieron ninguna.

 

Mi aventura en Benidorm con Karin y Kristen

 Los años sesenta cambiaron un poco las cosas del sexo, pero fue debido principalmente al turismo. España se convirtió en uno de los países más importantes de cara al turismo mundial, con aquel eslogan de: "España es diferente".

Las costas españolas se llenaban de turistas, sobre todo de los países del norte de Europa. El bikini estaba de moda, y el Régimen tuvo que tolerarlo porque de no hacerlo hubiera ido en contra del desarrollo turístico español.

Los españoles creíamos que las alemanas, suecas, holandesas, danesas y demás, venían a follar con los "Machos Ibéricos". Pero a lo que de verdad venían era a gozar de nuestro sol, a comer tortilla y paella, y sobre todo por los precios. El cambio de marcos, libras, florines y otras divisas con la peseta, les salían quince días en España, mucho más barato que en sus países.

Y como casi todos éramos unos salidos buscando coños desesperadamente, porque los autóctonos eran muy difícil de encontrar fuera del matrimonio, pensábamos que los de de las vikingas y alemanas se nos iban a regalar. ¡Sí! ¡Sí! Follar si que follaban, pero con quien ellas querían, y cuando querían. Por eso, millones de españolitos se quedaron sin catar "chocho foráneo". Aparte que el idioma era una barrera insalvable.

Un servidor, en los años sesenta, (era la década de mis veinte años) una vez que recorría el Levante Español en labores comerciales con mi cochecito Citröen 2CV, me sucedió lo siguiente: ¡Qué 20 años, más primorosos, madre mía! A esa edad, a uno le revienta lo que está dentro de la bragueta.    

Estaba tomando una horchata (célebre bebida valencia extraída del néctar de las chufas) en una de las cafeterías del Paseo de la Playa de Levante; serían sobre las doce del mediodía. Se acercó a mi mesa una pareja despampanante: él de unos treinta años más o menos, algo más alto que yo, sobre un metro noventa, rubio como la cerveza y guapísimo. Ella de unos veinte años. De un metro setenta, o quizás algo más. Una muñeca rubia; espectacular. Él, se dirigió a mí:

-Do you speak English ? -¿Habla usted inglés?

-Just a little and if I speak slowly. –Un poco, pero hábleme despacio.

-Could tell me a good restaurant? -¿Podría decirnos algún buen restaurante?

-I know several very good. -Conozco varios muy buenos.

Mientras me hablaba, ella me miraba descaradamente y sonreía. Como no conocía la idiosincrasia de los extranjeros, no sabía de que narices se reía, y empecé a mosquearme un poco. Pero luego me di cuenta, que aquella risa, era para atraerme a lo que poco después me propusieron.

Medio chapurreando el inglés, y ellos el español, y sobre todo con señas, nos medio entendíamos.

-We want to eat paella – Nos gustaría comer paella.

-I will take you to where you eat the best paella. -Yo os llevaré un donde se come la mejor paella.

Después de las oportunas presentaciones, supe que eran una pareja danesa, de Odense; que habían elegido España para pasar estas vacaciones, que llevaban casados un año, y que se llamaban Kristen y Karin.

Me invitaron a comer, y me ofrecí a hacer de guía turístico. Cosa que aceptaron con mucho gusto, pero a condición de que ellos pagaban todo los gastos, lo cual me vino muy bien porque mis dietas no daban más que para manutención y hotel.

Sobre las nueve de la noche, me dirigí al hotel Delfín. Pregunté en recepción por el señor y la señora de la habitación 229. Al momento me dijo el recepcionista que subiera, que me estaban esperando.

Llamé a la puerta, Karin me abrió como su madre le había traído al mundo. O sea, ¡en pelotas! Y con toda la naturalidad del mundo me invitó a entrar. Se dio la vuelta para avisar a Kristen y vi el cuerpo más maravilloso que había percibido en mi vida.

Aquel no era cuerpo de mujer.

Era algo tan extraordinario...

Algo tan maravilloso de ver,

que aquel poderoso tafanario

sólo de una diosa, pudiera ser.

Kristen salía en ese momento del baño también en pelotas.

-Sorry Arturo for the reception. –Disculpa Arturo por el recibimiento

Me quedé mudo, quieto y más parado que el "caballo de un fotógrafo". Al ver la entrepierna de Kristen mi corazón no pudo evitar pegar un sobresalto. Recuerdo perfectamente que la tenía en posición de reposo, ligeramente inclinada hacia la izquierda; pero lo que más me llamó la atención fueron las venas como se le marcaban por la superficie de la piel, y su tamaño; le medía por lo menos 25 cm.  ya que le llegaba hasta casi la mitad del muslo. De piel blanquísima, y se le apreciaban al trasluz unos vellos rubios que le daban el aspecto de un Apolo del Olimpo.

Karin al otro lado de la cama se estaba poniendo las bragas y el sujetador, y a pesar de haber descrito su cuerpo de diosa; mis ojos la ignoraron y se clavaron en el cuerpo (sobre todo en el pene) de Kristen. La contemplación del "cuerpo de ese dios" llenaba todos mis sentimientos sexuales, y entonces me di perfecta cuenta, que, aunque me gustaban las mujeres, hombres como Kristen rompían todas mis barreras hacia el culto de la hembra; emergiendo sobre mis meollos la idolatría al macho.

Y ahí mismo, sentí un irrefrenable deseo de ser Karin, para ser poseída hasta la extenuación por tan "maravilloso dios". No sentía en ese momento deseos de follar con aquel monumento de mujer; sentía unos terribles deseos de ser poseído por ese macho que rompía todas mis expectativas sexuales hacia lo femenino.

Kristen se dio perfecta cuenta de mi ensimismamiento, Karin no, porque seguía de espaldas. Me dijo en un entendible español.

-"Agtugo": ¿Gustar a ti Karin and mí, verdad?

No sabía que decir. Para un español joven de a pie en aquellos años, la situación que estaba viviendo era más un sueño que una realidad.

-"Agtugo". Si tú querer, luego de la discoteque, hacer trío. Me dijo Kristen con cara de complicidad.

Me acordé del trío con Celia y Josefa, (página 130) pero esta vez iba a ser al revés, y la verdad, casi me seducía más una para dos, que dos para una. El trabajo iba a ser más tranquilo y de menos responsabilidad. Pero como no quiero mentir, el pene de Kristen me tenía totalmente subyugado, y podría someterme a todas las varientes que el sexo brinda, podría ser mujer y hombre a la vez.

 -Pogque tú "Agtugo" español, guapo, "mogueno y toguego". You latin Lover, and to mi you, too much like.

-But.-¡Vaya! Hay un pero. Pensé

-But. Tú for mi and for Kristen. Tú fuck with mi and with Kristen. ¿Understand?

Ya lo creo que comprendía. Es que uno en los temas del folleteo espabila rápido. Por lo que una vez repuesto de la emoción que me creó esa situación, dije muy convencido:.

-Ok. Ok. I fuck and yoy and Kristen. Very like... Very like. ¡Ya lo creo que quiero follar con los dos!

Estuvimos bailando en las discotecas, KU Benidorm y en Penélope hasta las tantas de la madrugada. Al llegar al hotel el recepcionista de noche me miró de forma sospechosa. He de aclarar que a partir de las doce de la noche había una severa vigilancia por la policía en los hoteles, y pedir la ficha de los clientes alojados era bastante más frecuente que lo normal. Saqué 200 pesetas y se las pasé al vigilante, a la vez que le decía bajito al oído: soy muy amigo de los señores. Es que 200 pesetas de año 1965 abrían cualquier puerta.

Lo que aconteció en la habitación 229 del hotel Delfín de Benidorm la noche del mes de Agosto del año 1965, las paredes lo contarían mejor que yo, porque seguro que se estremecieron, ya que fueron testigos directos de lo que sucedió. Yo intentaré contarlo de la forma más real, pero si me permiten dando un toque celestial al relato, ya que hice el amor "con un dios y una diosa".

Tenía la ventaja de que ya conocía los cuerpos de "los dioses"; en las discotecas ya había notado la turgencia de los senos y el trasero de Karin, y eso me salvó de la impresión que hubiera recibido en caso de no haberles conocido antes. Seguro que la emoción no me hubiera permitido una erección, al menos durante un buen rato.

Karin me tomó de la mano y me llevó al baño. Kristen se lavaba los dientes en uno de los dos lavabos.

-Toma. A la vez que me daba un paño higiénico.

-¿Para qué? Pregunté algo confuso.

-Tú, cuando yo acabe, tú limpiarme.

No entendía los motivos, si Karin no era manca y se podía limpiar ella solita; pero la idea me ponía a cien. Nunca en mi vida había visto a una mujer mear, excepto a mi hermana cuando éramos pequeños. Y eso de limpiarle "la chirla" después de la micción a una mujer como ella no me producía ningún asco. La verdad que ni me molesté en averiguar los motivos de ese capricho, y un servidor con el paño higiénico en la mano derecha esperando que Karin acabara de mear.

No se sentó, lo hizo medio agachada. El sonido de su meada que hacía al caer en chorro hacia el fondo de la taza enervómis neuronas.

-Ya. Me dijo.

Se abrió de piernas, y un servidor como un vulgar mucamo pasando el paño por su chichi, procurando dejarlo sin una gota de pis. A la vez que ella me decía

-¿Tú querer que yo lavar en bidé..? ¿Or like taste of woman?

-No, no. Do not wash, I like the taste of women. Me acordé del chichi de la otra Carmencita (página 27), mi primera "comida de coño", desde entonces no había vuelto "a catarlo", pero el de Karin me invitaba "a degustarlo", y me dispuse a ello.

Al momento, pendiente "del chirri" de Karin me había olvidado de Kristen, sentí un brazo en mi hombro y una cosa muy dura entre mis dos nalgas que me hizo dar un respingo. Me había colocado su "precioso rabo" entre las cachas. Juro que sentí una emoción tan fuerte ante aquel contacto que me estremeció, y me dispuse a ser junto a Karin, otra "mujercita" para Kristen.

Salimos del baño de una forma que me pareció algo grotesca. Karin pegó su culo a mi polla empalmada a tope, y Kristen pegada la suya al mío. O sea: como bailando la conga, pero pegados y sin mover las piernas de un lado para otro; y así llegamos a la cama de matrimonio.

Karin apoyada en la almohada de la cabecera de la cama se abrió de piernas en el máximo ángulo que dan: unos 180 grados. Me hizo una seña inequívoca: se llevé su dedo índice de su mano a la boca, y acto seguido con el mismo dedo se señalaba el coño. Más claro agua: me pedía que "se lo comiera".

¡Qué emoción! Una mano en cada cacha de Karin, y mi lengua y labios en el mismo centro. Karin aupaba sus nalgas para que su pubis quedara más al alcance de mis belfos; suspiraba y gemía de una forma que me parecían las "cantigas de una reina". Lamía, mordisqueaba y succionaba de "aquel panal de rica miel como las moscas" . ¡Qué manjar más rico! Pero que fino estuvo Dios cuando recreó el sexo de la mujer.

De pronto sentí que mi ano estaba siendo lubrificado, un dedo de la mano de Kristen lo untaba de "aceites celestiales" hasta sus profundidades. Si ese dedo me daba un placer exquisito, supuse que su polla sería el summum del placer. Y así fue; cuando me quise dar cuenta, la tenía  metida hasta sus mismísimos testículos.

Y así, mientras yo "comía" los labios, ninfas y clítoris de Karin, Kristen follaba mi culo con tanta saña que me hacía enloquecer. Los orgasmos fueron bestiales: Karin parecía que quería meter en mi boca todo su sexo, con movimientos de vientre de arriba abajo convulsivos, a la vez que gritaba de forma desaforada. Kristen derramaba en las simas de mis intestinos todo su esperma; le sentía tan caliente que me quemaba. Y yo, derramé "mis alegrías" en aquellas sábanas blancas.

Descorchamos la botella de champagne que habíamos subido para celebrar el encuentro, y entre cigarrillo y cigarrillo hablamos de mil cosas, entre otras que a Kristen sólo le gusta penetrar a los hombres, pero a él no le gustaba ser penetrado.

Al cabo de buen rato, me la puso en la boca para que se la chupara. Aquí si que dudé algo más, pero al final me lancé a ella con la boca abierta y se la mamé a placer.        Confieso que me gustó tanto o más que el coño de Karin. Ya no tenía dudas, era bisexual, con la diferencia, que me podía follar muchas tías, pero tíos pocos. Como Kristen por lo menos, pero feos ni uno. 

A principios de los años setenta, el Régimen había abierto la mano en temas del sexo. Funcionan aquellas películas llamadas de "Arte y ensayo" en salas especiales, y cuya finalidad era demostrar la tolerancia del Sistema, pero que no las entendía nadie. Las playas se llenaban de bikinis y las discotecas funcionaban a tope.

Predominaba una gran clase media (uno de los éxitos del Gobierno), y España estaba de moda en el mundo. Aquella célebre canción: ¡Qué viva España! Se escuchaba en todas partes, y los españolitos cruzaban la frontera francesa hacia Perpigñan o Biarritz para ver como Marlon Brando sodomizaba a María Schneider en "El último tango en Paris".

Se respiraban aires de libertad. Lo bueno de la Dictadura Franquista, es que no prohibía salir a los españoles de España. Podían viajar por todos los países del Orbe, excepto Rusia y sus países satélites; de modo, que el que más y que el que menos, se enteraba de lo que pasaba por el mundo.

Pero la mujer de la época todavía pensaba que el matrimonio era la solución a su vida. Encontrar a un hombre bueno, honrado y trabajador para ser esa esposa y madre abnegada de sus hijos.

Por lo que a la hora de "meter", no había alcanzado su plena liberación. Por lo que el follar como se folla hoy: "polvo" y adiós, y si te he visto no me acuerdo no existía. Todavía la mujer media española guardaba "su tesoro" para el hombre que Dios (o San Antonio) le destinara para esposo.

Por eso era muy normal, que el hombre se casara entre los 25 y 30 años, y las mujeres alrededor de los 20. ¡Eso sí! Por la Iglesia y con las bendiciones del cura.

Y como un servidor ya estaba casado en esos años, no voy a relatar mis aventuras extramatrimoniales, no sea que mi mujer se entere y me pida el divorcio

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Mis cuentos inmorales (Entrega 9)

Mis cuentos inmorales (Entrega 10)

Mis cuentos inmorales (entrega 6)

Mis cuentos inmorales. (Entrega 4)

Mis cuentos inmorales. (Entrega 3)

Mis cuentos inmorales

Mis cuentos inmorales. (Entrega 2)

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 26

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulo 19º 20º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 13º 14º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 3º 4º

Lo que la Naturaleza confundió. Capítulos 5º 6º

Treinta días de sexo en el hotel. (Día tres)

Sexo a tope en el hotel nudista

La suerte de tener un marido “cabrón”

Lo maravilloso de ser mujer. (Lo dice un hombre)

Mi bautismo sexual

Mis escritos proscritos. Capítulo I

Recuerdos del primer amor

Mis tocamientos con Isabelita

Recodando al primer amor. Cap, 3,4 y 5

Recordando al primer amor

¿Me estaré volviendo Gay?

Las pajas que me hice a la salud de mi prima.

Mi primer polvo

Mi hija es lesbiana

La pipa de la Venancia

La primera vez que a mi novia follé

Mis aventuras sexuales en aquel lugar

El trío con Josefa y Celia

Follar de soltero no era difícil..¡Era un milagro!

Asesinato en el burdel

Soy el mejor lamerón del Mundo

Arrepentidos los quiere Dios.

Arrepentidos los quiere Dios. 30,31.32 y 33

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El macho que quiso ser hembra. Cap. I y II

El Diario de un consentidor

Mi hija es lesbiana

Ayudé a mamá a que recuperara su sexualidad

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulos: 1. 2. 3.

Recordando a mi primer amor

El macho que quiso ser hembra. Segunda parte

Arrepentidos los quiere Dios. Cap. XIX y XX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo XV

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IX

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VIII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo V y VI

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo VII

Arrepentidos los quiere Dios. Capítulo IV

Arrepentidos los quieres Dios. Capítulo 3º

Arrepentidos los quiere Dios. Novela de 68 cap.