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Mi viaje por Zimbabwe 5

en No Consentido

Saboree sus pechos, dulces, suaves, firmes, mojados por mi saliva y las lagrimas de impotencia de la chica, mientras Richard lamia su concha.

La joven cerraba con fuerza sus ojos intentaba que su mente se fuera, pero Gainsborough me ordenó que le pusiera mis auriculares.

Entonces la niña escuchó las palabras de Gainsborough.

-cuando pregunte que eres, tu gritaras una puta, cuando preguntes que deseas, dirás que follar, cuando te pregunte que harás con tu hijo, dirás, si es niño, me dejare follar por el, si es niña, la prostituiré, si no lo haces, les diré a tus amantes que se carguen a tu puto padre.

La joven lloró desconsoladamente, me miró a mí chupándole sus pechos mientras me colocaba el auricular.

-no sois los primeros, me estrenó alguien más hombre de lo que vosotros seréis, malnacidos.

-responde con lo que te voy a decir – dijo Gainsborough a mi auricular.

-un marica sin duda, pero ahora me perteneces a mi y a mi amigo, vas a saber lo que es tener un macho dentro de ti, vas a sentir nuestra leche llenándote y nos recordaras con tu hijo.

-¡espectadores! ¡Parece que está disfrutando! ¡Bien chica! ¡¿Qué es lo que eres?! – decía Gainsborough.

-¡Una puta! – gritó la chica con rabia.

-¿Qué es lo que deseas? – preguntó la sonriente Gainsborough.

-¡F-Follar! – gritó herida.

-¿Qué harás con tu hijo?

-¡SI ES NIÑO FOLLARE CON EL! ¡SI ES NIÑA LA… LA… LA HARE PUTA! – gritó la chica para acabar llorando con la mirada perdida.

Todo el público empezó a lanzar un alarido de emoción, apuntamos nuestras vergas a su agujero, primero entré yo, costaba entrar de lo cerrado que estaba, pero ella no gritaba, estaba….

Ida.

Lentamente acabé entrando Richard también entró con dificultad, pero tras un largo cuarto de hora, consiguió entrar también.

-bombead con fuerza a esa puta, me importa una mierda si la rompéis.

Empezamos a movernos violentamente, ella no gritaba, estaba ida, en el suelo caían varias gotas de sangre caían provenientes de la concha de la joven que habíamos desgarrado, bombeé con rabia para acabar pronto, Richard también aumentó el ritmo y ambos terminamos dentro de ella.

Tras desacoplarnos, la cadena se soltó, haciendo que la chica cayera al suelo, la joven, aún con la mirada perdida, se arrastró hacia su padre, dejando un rastro en forma de líquido blanco mezclado de rojo.

Abrazó a su padre y lloró, lloraron los dos como nunca se ha visto llorar, pero dos mujeres de color se la llevaron.

-bien, espectadores, el problema es que el resultado no aparecerá hasta dentro de nueve meses, los que quieran usar su culito pueden disfrutarlo previo pago y trayendo un condón, ¡les deseo que se hayan divertido! Pero antes ¿Cómo ha actuado el torero? ¿Mal? ¿Bien? ¿Muy bien? ¿O ha sido magnifico?– dijo Gainsborough.

El publico me aclamaba enloquecido, entonces vi el capote, era una bandera, una bandera roja de un hombre decapitando a otro con una espada.

-bien publico, según la tradición española.

¡OH NO! Intenté detenerla, pero Fátima, la muy puta me agarró con fuerza.

-¡si la faena es buena! Recibe una oreja – dijo Gainsborough mientras cortaba la oreja de John que gritó lleno de dolor.

-si es muy buena, recibe ¡dos orejas!

El machete de Gainsborough cercenó el otro oído seguido por otro aullido de dolor.

-¡pero si es magnifica!

Un nuevo corte, el más doloroso de todos, tan doloroso que resonó su eco por todo el país.

-recibirá además de las orejas, el rabo.

Gainsborough me entregó los trozos humanos.

Yo…. Me desmayé.

Por la mañana la puerta de mi celda se abrió, con pasos vacilantes, la chica apareció, sucia, desnuda, con la mirada triste.

-no quiero hacértelo otra vez – le dije.

-quiero que me lo hagas, quiero que seas tu el padre – dijo con triste convicción.

¿¿??

-no me dejaran irme hasta que haya parido y… y… ¡NO QUIERO QUE MI HIJO SEA UN SUCIO NEGRO! ¡FOLLAME! ¡FOLLAME UNA Y OTRA VEZ! ¡QUE TU SEMEN LLEGUE ANTES A MI OVULO! ¡NO DEJES QUE ESE ASQUEROSO NEGRO TE GANE!

-estas dolida, lo se, pero no todos los negros son

Una patada en mi boca me interrumpió.

-túmbate boca arriba, yo hare todo el trabajo – dijo la chica.

Intenté negarme, pero la histérica me atacaba presa de la rabia, ¿la guardia? ¡La muy puta se descojonaba de risa ante esa situación!

Entonces di una cachetada a la chica que la derribó.

Note como se amartillaba el rifle, la carcelera me apuntó y me dijo que me tumbara.

Obedecí, entonces la chica se arrastró, empezó a besarme los testículos, lamerlos, mordisqueó el escroto mientras acariciaba mi pene.

Cielos, ni mi mujer chupaba con ganas inconscientemente le acaricié la cabeza, pero retiré mis manos, ella me las agarró y las puso en su cabeza.

Su mirada me decía que era mía, que la usase como quisiera.

Le marqué el ritmo, al principio lento, pero luego, poco a poco,  fui deprisa, pero ella paró, se levantó y apuntó mi vigor hacia su agujero abierto.

Sentí su calor, su suave interior devorando mi polla, ella agarró mis manos y las puso en sus pechos.

-¿te gustan? Cielo ¿te gustan? Puedes tocármelos, a el no les dejare tocarlos, ni a el ni a ningún negro, tampoco le dejare entrar su leche dentro mía, por eso la chupo hasta que se vacié, pero tu, vacíate dentro de mi, dame un hijo blanco, lo cuidare, lo alimentare, no le faltara de nada, incluso le ayudare a que se folle a todas las chicas que pueda, sobretodo negras, que las viole, ya que es el único uso que tienen, pero si sale negro, lo venderé, que sufra como yo he sufrido, dame un hijo blanco, anda, lléname, fertiliza todos mis óvulos, haz que tenga siempre hijos tuyos, hazme parir siempre – decía mientras se movía.

Sus movimientos eran rápidos, apretaba como una loca, me iba a correr.

Ella lloró, a medida que la llenaba.

-si, si, hijo mío, ven a mi, siiiiiiii.

Sus pechos se apoyaron en mi tórax y me besó en los labios.

-sigue así, papa, hazme mama y te pagare mucho.

-ya basta, puta, sal y atiende a tus clientes – dijo la carcelera.

Ella obedeció, sus ojos eran tristes, se fue.

Parte de mi odiaba a esa racista, pero también entendía la rabia de ser violada, al otro lado de la pared oí a alguien que bombeaba el culito de la chica, la cual, no dijo nada, no sentía nada, solo oí unas palabras en ingles decían.

-pare un blanco, he apostado mucho dinero por ello.

En España, Gainsborough se dirigía en taxi a Madrid, tenia que completar la transacción, ella era una mujer de palabra y la cumpliría aunque fuese ella misma, aprovechó el viaje para colar otro cargamento que tiene oculto en una taquilla, su maletín de acero encerraba la mercancía que ella tenia, pero entonces vio algo, ordenó al taxista que parara y le dio un billete de cien euros, tenia demasiada prisa como para reclamar el cambio, la siguió, se sentía incomoda con falda y ese vestido elegante, el aire, era raro, no como su Zimbabwe natal, el humo, el olor de las gentes, pero ella, apartó de su camino a cualquiera que le obstaculizaba, y si alguien se quejaba, soltaba una mirada que helaba la sangre, haciéndole callar, entonces la vio, una mujer, de largos cabellos rubios, piernas firmes y torneadas, la olía desde donde estaba, un olor dulce de madre, sus grandes y firmes pechos estaban llenos de leche, leche de madre, iba acompañada de una niña de tres años y un carrito de bebé.

Era la mujer de Alfonso.

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