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Bioshock infinite, posibilidad paralela

en Parodias

Bioshock infinite

Los que habeis jugado al juego Bioshock recordareis la escena en la que tomais el zepelin y tomais rumbo a nueva york, lo que cabrea a elizabeth.

Pero en el juego, se ven muchas versiones de la realidad en las cuales Dewitt y Elizabeth viajan.

Veamos una de esas realidades.

Booker se preparó para introducir en el ordenador las coordenadas para ir a nueva york pero luego, piensa.

¿despues de que le perdonasen las deudas? ¿Qué haria? Su vida de mierda o…

-interesante dilema hermana.

Booker se giró alarmado, pero vió que eran ellos, un hombre y una mujer, muy parecidos, eran raros, se los encontraba de tanto en tanto, pero no parecian peligrosos, solo extraños.

-si, interesante dilema – dijo la mujer.

-Una decisión interesante – decia el hombre.

-una decisión que cambiaria todo – dijo la mujer.

-supervivencia

-o deseo

-¿Qué escogerá? Hermana

-¿Qué escojerá? Hermano

Booker se volvió a los controles y se hizo el silencio, siempre hacian eso, siempre desaparecian.

Esa joven, Elizabeth, esa joven ha sido tratada como un experimento toda la vida, encerrada en una jaula consciente de que su universo no se acaba en la jaula ¿Qué harian los que le contrataron con ella? Seguro que deseaban echar mano de sus…. Habilidades.

-Booker, idiota ¿Qué estas pensando? Cumple con lo que te han dicho – se dijo Booker.

Cogió el teclado y después dijo.

-¡a la mierda!

Modificó las coordenadas 48º51’44 N  02º21’04E.

Elizabeth apareció, Booker se sorprendió, ella se habia cambiado el desgarrado vestido por un hermoso vestido azul que resalta sus grandes ojos azules, tambien se habia cortado el pelo.

Al ver las coordenadas, le soltó su más radiante sonrisa y cogió a Booker para bailar con el mientras gritaba “voy a conocer Paris, voy a conocer Paris”

Booker se movia torpemente mientras Elizabeth era una habil bailarina, pero al estar con ella… se sentia bien, Wounder kne, la rebelion de los boxers, los pinkerton, recuerdos que deseaba olvidar.

Pero la risa, las palabras, en incluso el olor de Elizabeth le hacian olvidar esas terribles crueldades, los pecados que cometió.

Pero un golpe hizo tambalear el zepelin, Elizabeth cambió su cara de alegria por una de terror.

-¡oh no! ¡SONGBIRD!

Si, ese pajaro mecanico les atacaba, estaba claro que o se llevaba a Elizabeth a Colombia o la mataria para que nadie la tuviera, Songbird atravesó el casco del Zepelin con su pico y les veia.

Booker reaccionó apuntando con su arma el ojo de Songbird y disparó.

El enjendro mecanico se fue echando un grito, pero el descanso duró poco, Songbird se dirigia al globo.

-¿este globo tiene algun arma? – preguntó Booker.

-¡en esa escalera! ¡hay una ametralladora! – gritó Elizabeth.

Booker se dirigió a las escaleras salió al exterior del globo, encontrando una ametralladora de gran calibre.

La cargó y apuntó la silueta de Songbird que volaba y empezó a disparar.

Songbird volaba rapido, pero tampoco podia acercarse, ya que cuanto más cerca estaba, más certero era DeWitt.

De modo que Songbird se metió en las nubes.

Booker sabia que el zepelin era automatico, no podia evitar esas nubes.

Afinó el oido.

Podia oir los lejanos piares de Songbird, de vez en cuando se acercaba y Booker disparaba cuando su oido tenia la posicion de su objetivo.

Pero uno de sus ataques reaccionó demasiado tarde, disparó, acertó, pero arrancó el cañon de cuajo, haciendo que DeWitt casi se caiga, pero pudo agarrarse a una de las cuerdas que sujetaba el globo, cuando consiguió subir, vió a Songbird, una de las alas se habia cercenado por los disparos, ambos se miraban, ambos deseaban lo mismo.

Ambos sabian que el que tenian frente suyo, era lo unico que se interponia a ella.

DeWitt sacó la ametralladora del patriota que venció antes de tomar el zepelin, la batalla era dura, ambos contendientes eran decididos y con voluntad de hierro.

Pero al final, los tristes piares de Songbird resonaban en el cielo bajo la atenta mirada de Booker.

Volvió a la cabina, donde Elizabeth la esperaba y ambos se abrazaron, pero no duró mucho, el globo habia sufrido muchos daños y tuvieron que haver un aterrizaje forzoso en un viñedo de Francia.

1 año después.

Booker tenia del brazo a Elizabeth, vestida de blanco, acababan de dar el si quiero, Booker aún no podia olvidar esos hermosos labios, su suave y calido tacto, junto con ese generoso busto presionando su pecho.

Su nidito de amor en Paris, su nuevo hogar, Elizabeth estaba nerviosa, Booker intentaba estar tranquilo, pero…

Esa chica era especial.

Era incapaz de mirarla, ella estaba bajo la sabana de la cama, unicamente vestida  con medias blancas, para Booker como un angel celestial cuyo hecho de mirarla era una blasfemia.

-esposo, ven a la cama.

Booker se metió y Elizabeth sopló la unica vela que iluminaba la habitacion.

Booker deseaba esa mujer ¡rayos! ¡era su mujer! Deberia tomarla en el dia de la boda.

Pero habia algo, algo que le decia, no la tomes, no la tomes.

Pero Elizabeth le cogió el rostro con sus delicadas manos.

-esta es nuestra noche, haz que sea especial – dijo Elizabeth.

Ya no habian dudas, no habian temores, los labios de Booker se acercaron lentamente a los labios de Elizabeth, las poderosas manos de DeWitt, que antaño agarraban con fuerza armas terrorificas, ahora acariciaban suavemente la aterciopelada piel de Elizabeth que le susurraba de forma sensual.

-me perteneces DeWitt, al igual que yo te pertenezco..

DeWitt no pudo evitar besarla de nuevo y recorrer con sus manos el hermoso cuerpo de su mujer, acarició sus suaves y grandes senos, el bebé que seria concebido esta noche será afortunado.

Los labios de Booker besaron los de Elizabeth durante largo tiempo, sientiendo las manos de su amada acariciando su poderosa espalda llena de cicatrices, los labios dejaron los dulces labios de su esposa y recorrieron su cuello, besandolo, lamiendolo, sintiendo las pulsaciones de su cuello mientras Elizabeth jadeaba vergonzosamente, Booker susurraba al oido de su esposa lo sensual que sonaban sus jadeos, haciendo a Elizabeth derretirse de vergüenza.

Booker bajó hasta los pechos de Elizabeth, en Columbia, parecia que sus vestidos reventarian ante la magnitud de sus simbolos de mujer, ahora, libres, parecian más grandes de lo que son.

Pero tambien suaves y firmes, los besos y chupadas de DeWitt, los jadeos de Elizabeth eran más pasionales, lo que animó a Booker a aumentar sus chupadas y besos, hasta que pudo arrancarle un orgasmo a su esposa.

Elizabeth, empapada de sudor, degustó su primer orgasmo, en la torre de Columbia solo podia leer, tenia deseos de tocar su cuerpo, pero tenia la sensacion de que nunca estaba sola, hasta que DeWitt la liberó y vió que era observada como un especimen raro.

-Booker, ven – dijo Elizabeth deseando besarle los labios una vez más.

El la miró a los ojos, unos ojos llenos de deseo e inocencia, una mezcla que atrae a los hombres como la miel a las moscas.

Booker la besó con pasion mientras acariciaba con su miembro las piernas de Elizabeth, la cual solo sabia lo que queria hacer por los libros.

Dejó de abrazar a su marido para agarrarle su verga, era grande, calida, palpitante, latia como un corazón, al acariciarlo con suavidad, notaba que Booker aumentaba su respiracion y su pasion.

Apuntó hacia su entrada y dejó que Booker la penetrara.

-ah aaaahhh – se quejaba Elizabeth.

-¿estas bien? Cariño – preguntó DeWitt preocupado.

Eso iluminó los ojos de Elizabeth, el se preocupaba por ella, pudo haberla intentado engañar llevandola a Nueva York, pero el escogió estar con ella, con el globo estrellado , los acreedores pensaron que la pareja habia muerto, de modo que pudieron hacer una nueva vida.

Las manos de Elizabeth acariciaron las nalgas de DeWitt y le incitaron a penetrarla, Booker dudaba, pero Elizabeth sonreia.

Booker empujó, se le encogia el corazon al ver a su mujer apretando los dientes para aguantar el dolor, ella no era una mujerzuela que se abria las piernas ante todos, ella era una mujer que se reservaba para ese dia como un whisky para ocasiones especiales.

Booker empujó hasta tocar el utero de su esposa, vió que Elizabeth lloraba de dolor y le susurró al oido que ya estaban unidos.

Elizabeth, curiosa, acarició la verga de DeWitt que estaba enterrada dentro de ella, ella se sorprendió de lo grande que era y como cabia en su pequeña apertura.

-amor mio – dijo Elizabeth.

Booker empezó a moverse lentamente, adaptando el dulce, calido y estrecho interior a su vigor.

Elizabeth sentia dolor al principio, pero a medida que se acostumbraba, sintió que el dolor desaparecia para ser sustituido por el placer, a medida que el placer la poseia, Booker la penetraba más rapido y más apasionadamente, ambos cuerpos brillaban a las luces de Paris empapados de sudor, Elizabeth abrazaba con más fuerza a Booker, sentia que le llegaba el orgasmo y Booker bombeaba con más y más fuerza hasta que terminó dentro de ella mientras Elizabeth gritaba en un explosivo orgasmo.

Ambos, agotados, durmieron.

Booker despertó, aun estaba dentro de su amada, suavemente salió de ella para evitar despertarla, pero se fijó en su mano, le faltaba una falange de su dedo meñique.

Eso le hizo recordar, un hombre barbudo y una mujer se llevaron a su hija recien nacida, intentó recuperarla, pero el agujero dimensional que entrarón los que se llevaron a su hija, se cerró dejandole fuera de su alcance a su hija, lo unico que pudo recuperar era una falange del dedo.

¿habia cometido incesto con su propia hija? ¿Cómo no se dio cuenta antes? Alto ¿y si no es ella? Aquel barbudo parecia al padre Comstock, demasiadas casualidades, demasia…

-¿estas bien? Esposo mio – preguntó Elizabeth.

Booker no sabia que responder, pero Elizabeth sonrió y le besó con ternura en sus labios, Booker la abrazó mientras en su cabeza resonaba un nombre.

Anna.

DeWitt se fue como mercenario en la gran guerra, tenia un trabajo en la imprenta del pediorico de Paris, pero, la guerra era lo mejor que sabia hacer, Elizabeth lo despidió preocupada, cuando lo vió alejarse del tren, sabia que tardaria unos años en regresar, pero antes tenia que preparar la casa para un nuevo miembro de la familia.

Un miembro que crece en su vientre.

 

 

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