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La leona de Zimbabwe

en No Consentido

Caroline oía como el hombre que la bombeaba la llamaba puta con cada  empujón, terminó dentro de ella, después de desacoplarse, se sacó el condón y lo tiró en su cara, Caroline era una chica negra de recién cumplidos 18 años, trabajaba de prostituta para pagar la deuda que contrajo al llegar a Europa, recordaba como empezó todo, ella llevaba una camiseta del futbol club Barcelona, trajeron a un blanco, un blanco que la violó, el no quería, pero la leona de Zimbabue se lo ordenó, tenia que obedecer, tenia que tratarla como un trozo de carne, el blanco le dedicó unas dulces palabras para mitigar su dolor, pero era su primera vez, una de tantas ocasiones en las que ella fue una muñeca.

Durante su viaje fue a pie o apretujada en un vehículo junto a tantas chicas, todas fueron violadas hasta dejarlas embarazadas, Carol notaba como ese fruto se formaba dentro de ella.

Tras cada aduana, habían guardias que tenían que satisfacer, durante esas horas encerradas no fueron más que carne para las necesidades sexuales de los guardias no paraban de decirles “me perteneces, puta”, pero se cuidaban de no provocarles heridas, hubo uno que con un cuchillo rajó la comisura de los labios de su compañera, al día siguiente, lo ultimo que vería el guardia antes de que le arrancasen los ojos era ver como los miembros femeninos de su familia eran violadas con furia.

Al llegar a Europa, el vientre de Carol era evidente, se hizo prostituta para pagar sus deudas y los libros de medicina, ella quería ser cirujana, ayudar a la gente, por eso decidió pedir ayuda a Gainsborough, la leona de Zimbabwe.

Su vida era ahora de esclavitud, pero se culpaba a ella misma por haber hecho un trato con ella.

La puerta de su habitación se abría, Carol se preparaba para el, ya había visto gente desagradable, gente que la trataba de forma brusca, no le importaba nada.

Pero al ver quien estaba delante de ella perdió el color.

Era Jane Gainsborough, la leona de Zimbabwe, seguía siendo tan imponente como siempre, la única novedad es que en su vientre también portaba una vida.

-hola Carol, recuerdos de tu hermano – decía Jane con una sonrisa.

Carol no respondía, solo temblaba.

-eres bonita con ese vientre ¿es niño o niña? – preguntó Jane.

-n-niña – dijo Carol aterrada.

-¿lo has oído? Shaka, está horneando una putita para ti – decía Jane acariciando su vientre.

-¿Qué quieres? Estoy trabajando todo lo que puedo para pagarte, pero también…

-estas estudiando, lo se y por lo he oído te están yendo bien los estudios, de hecho pensé en ti y he venido a proponerte un trato – decía Jane.

-¿Qué trato? – decía Carol temerosa.

-mi hijo, Shaka, un día será un adolescente, como carne y sangre mía debe saber que no tiene que ser solo un ser terrorífico como yo, sino también ser un macho dominante ¿Cómo? Fácil, cazando chicas vírgenes para clavarles su lanza y untarla con sus primeras sangres, solo pido, que conserves la virginidad de tu hijita, cuando cumpla los catorce me la entregaras para que mi hijo la goce con ganas, ya me la imagino separada de piernas mientras mi hijo la toma con ganas.

-¡no! ¡Por favor no le hagas nada a mi hija! – decía Carol de rodillas protegiendo su vientre.

Jane se acercó ante la temerosa mirada de Carol y le agarró uno de sus pezones, lo retorció con suavidad, sacando un poco de calostro.

-no quiero hacerle daño a tu hija, ¿Cuánto te queda para pagar? ¿Crees que esté es un sitio para que crezca tu hija? ¿Y si uno de los clientes decide…? Usar tu hija neonata.

Eso aterró a Carol.

Mi hijo solo la usaría cuando tu hija este madura para eso, además, te permitiré estudiar al cien por cien, habitarías en mi casa como mi protegida, a cambio, también te dedicaras a la cirugía estética, estaría bien tener una cirujana que nos cambie de identidad y pagaras el resto de la deuda con tu trabajo como cirujana, sin intereses, por supuesto, pero mientras estés encinta, cada vez que me apetezca te tomaré.

En ese momento Jane besó a Carol con ganas, Carol se resistía, pero Jane era más fuerte.

-Espero tu decisión, garcelita – decía Jane.

Cuando se marchó, Carol se hizo un ovillo aterrada ¿Qué podía hacer?

Al día siguiente Carol pasó por la casa de Jane en España, una casa pagada con diamantes de sangre, las columnas de la casa tenían forma de cazadores de tribus africanas, se dirigió al jacuzzi donde estaba Jane, la cual, tenia tatuajes rituales por su cuerpo.

-hola gacela, veo que has aceptado mi oferta – decía Jane con una sonrisa.

-prométeme que tu hijo no maltratara a mi hija, no la herida, ni la violara en publico ni la dejara embarazada – decía Carol con voz temblorosa y al mismo tiempo de forma firme.

-tranquila, dejaremos solos a la parejita, metete en la bañera conmigo – decía Jane.

Carol se desnudó y se metió temblorosamente en la bañera, sabia que deseaba Gainsborough.

-que tensa estas, preciosa, no deberías asustarte, tu pobre niña nota estas cosas, ¿no es así? Pequeña cosita – decía Jane mientras acariciaba el vientre de Carol.

Carol recordaba como Gainsborough la tocaba antes de que el blanco la violara, temblaba como una hoja al viento.

-se que lo pasaste mal, pero ahora no soy tan mala como crees, te voy a contar un secreto.

Los labios de Gainsborough se acercaron al oído de Carol y le dijo.

-Nuestros hijos son del mismo padre.

Carol se sorprendió ¿ese blanco había violado a Gainsborough? No, sin duda fue al revés, que ella le hubiera obligado a preñarla.

-no pensaba en el, pensaba en su deliciosa mujercita, que piel tenia, que rica miel, que deliciosa leche, me llevé un recuerdo suyo – dijo Gaisnborough señalando unos cabellos rubios colgados.

Eso asustó a Carol.

Jane notó una patadita de su hijo, se acercó al oído de Carol mientras la abrazaba con sensualidad, juntando su abultado vientre con el de Carol.

Sus pechos se juntaron con los de su indefensa victima, podía oler el miedo de Carol.

-puedo hacer que vuelvas a Zimbabwe, pero como puta ¿y tu no quieres eso? ¿Verdad? – decía Jane.

Carol dejó escapar una lágrima de resignación y se ofreció a ella, Jane contemplaba su cuerpo desnudo, ella preferiría su cuerpo anterior, con esa camiseta azulgranate, que deliciosa fue.

Las firmes manos de Jane acariciaban sus pechos, los tocaba, los apretaba, acercó sus labios y los chupó con suavidad, tenían sabor a calostro, mientras los labios de Gainsborough envolvían el pezón de la joven, sus manos apretaban su pecho, sacando más leche.

Sus vientres se frotaban bajo el agua como si quisieran que sus hijos no natos se conocieran.

Carol no quería admitirlo, pero los labios de Jane le daban placer, de forma inconsciente su mano se dirigió a la vulva de su ama, ella reaccionó abandonando su pezón y besándole los labios mientras su pierna acariciaba la entrepierna de Carol.

-¿tu primer embarazo? – preguntó Gainsborough.

-s-si – respondió Carol.

-el mío también – dijo Jane besándola.

Los pechos de ambas féminas se juntaron, se acariciaron sus pezones mientras sus manos exploraban e cuerpo de su amante, de repente, se pararon.

Notaban como sus bebes daban pataditas, como si quisieran ver al otro bebé.

-paciencia, Shaka, paciencia, pronto conocerás a… ¿Cómo se llamara? – preguntó Jane.

-Deborah – respondió Carol.

Jane besó de nuevo a Carol, juntaron sus conchas y se frotaron.

-¿la estas viendo? Shaka ¿ves tu gacela? Cuando crezcas y seas poderoso como el león, la cazaras, si es como su madre será una hermosa pieza, saborearas su piel y su miel, notaras como respira al notar como hincas tu “colmillo”, cuando termines con ella, lamerás la sangre que fluirá por entre sus piernas y me la traerás.

-¡para! ¡No digas eso de mi hija! – dijo Carol llorando.

Gainsborough se acercó al oído de de Carol mientras le apoyaba el filo de su machete en el abultado vientre de la indefensa madre.

-eso tiene fácil solución, hundiré mi machete y despedazare el feto, pero tu también morirías ¿o no? Sea como sea, te dolerá mucho a menos que le digas a Shaka que le ofreces a tu hija.

Carol no quería, pero tampoco quería que la matase y menos que matase a su hija, apoyó los labios en el vientre de Jane y dijo derramando lagrimas sobre el vientre que contiene a Shaka.

-mi señor Shaka, soy la madre de Deborah, os doy a mi hija para que os saciéis como os plazca, pero os suplico que no la hagáis daño, que seáis dulce con ella, os lo suplico.

Jane notó una patada dentro de su vientre.

-veo que te responde, pero he de enseñarle a mi hijo como tiene que ser.

Gainsborough agarró la cabeza de Carol y la hundió bajo el agua, apoyándola contra su concha.

Carol empezó a lamer con ganas, pero sus pulmones empezaban a exigir aire, de repente Jane la dejo emerger, Carol respiraba con ansia rellenando sus pulmones del preciado oxigeno, pero de nuevo fue sumergida para el culinginus, Carol tenia que lamer con ganas, de nuevo su cabeza fue sacada del agua, mientras respiraba con ganas, Gainsborough dijo.

-esta vez hazme llegar al orgasmo, porque no te sacare del agua hasta que lo hagas.

Dicho esto, la hundió bajo el agua, Carol pasó su lengua por la concha de Jane, lamió el clítoris como si su vida dependiera de ello, hundió su lengua explorando su interior, buscando un punto nervioso que excitase a Jane.

Cuando notaba como Gainsborough aceleraba su respiración, atacó ese punto con ganas, sus pulmones le ardían exigiendo aire, estaba a punto de desmayarse, hasta que debido al orgasmo, Jane aflojó la mano, Carol emergió y aspiró todo el aire que pudo antes de desmayarse.

Carol se despertó en la cama, lo primero que vio fue a Gaisnborough acariciando su vientre.

-vaya, estas despierta, no temas por tu niña. Esta bien, por hoy descansa, tendremos mucho tiempo para jugar…

14 años después

Deborah acababa de cumplir 14 años, quería como cumpleaños ir a la fiesta de sus amigas, tal vez ese chico tan guapo se fijase en ella.

Pero ese cumpleaños era extraño, su madre, una gran cirujana, la miraba triste, algo pasaba.

-siéntate hija.

Ella obedeció

Su madre le explicó el trato que tuvo con Gainsborough y que se acercaba el día en que tenia que entregar a Deborah, mientras la pequeña escuchaba, su corazón se encogió de terror, en un principio la pequeña montó en cólera, Carol aguantó la rabia de su hija pacientemente hasta que su hija se encerró en su habitación, fue en ese momento que Carol se echó a llorar.

Deborah no entendía el por que ese trato, los días que pasaban las noticias de inmigrantes ilegales se emitían en los noticiarios.

-mama

-¿si hija?

-¿tu fuiste inmigrante?

Carol bajó la cabeza y respondió afirmativamente.

-yo… ¿soy producto de una violación?

-si hija.

-debes odiarme por tener el genoma de tu violador, lo siento mamá – dijo Deborah tristemente.

-no, hija, tu eres mi mayor tesoro, el hombre que te concibió lo hizo forzado, un machete en la garganta.

-¿Por qué no te violó el jefe?

-Gainsborough no es un hombre, no podía preñarme.

-¿era una mujer la jefa de la mafia que te trajo? – preguntó Deborah sorprendida.

-no es una mujer, es un demonio, la leona de Zimbabwe es la dueña del cono sur africano y pobre del que se le interponga en su camino.

-¿tan terrorífica es?

-mucho, puede que antes de que su hijo te tome, ella quiera “probarte”

Eso dejó muda a Deborah, nunca había pensado en el sexo con otra mujer, cierto que se dio un piquito con su mejor amiga, pero no contaba ¿o si?

Cuando el timbre sonó y los de la puerta se identificaron como hombres de Gainsborough, Deborah se levantó dispuesta a cumplir con su destino, pero antes de irse, su madre la abrazó con fuerza rompiendo a llorar.

-perdóname hija mía, perdóname.

-tranquila mamá, vendré más pronto de lo que imaginas – dijo Deborah con fingida alegría para calmar a su madre.

Pero estaba aterrada.

Durante el viaje, aquellos hombres podían haberla violado varias veces ¿eran gais?

-señores ¿creen que soy bonita? – preguntó Deborah curiosa.

-estamos tentados en pararnos un rato y divertirnos con tu cuerpo, pero Gainsborough ha demostrado demasiadas veces que no vale la pena – dijo uno de los hombres.

-¿tan terrible es? – preguntó Deborah.

Los hombres la miraron sorprendidos, luego se miraron y murmuraron pobre chica.

Al llegar, se encontró con Gainsborough, seguía siendo la misma belleza que concibió a Shaka, pero con varias cicatrices, una de un cuchillo cruzando la cara.

-vaya vaya vaya, nuestra semilla se ha convertido en una hermosa manzana, veo que a tu madre le ha ido bien la vida por tu uniforme.

Deborah tenía un uniforme escolar de un colegio privado.

-¿Cómo está tu madre? ¿Esta casada? ¿Tiene varios amantes?

-n-no, vivimos solas, mi madre y yo.

Gainsborough se quedó callada un momento, se acercó al oído de Deborah y le susurró.

-veo que tu madre me hecha de menos ¿te ha contado que la até en una columna mientras acariciaba su dulce cuerpo de madre embarazada con un falo de plástico? ¿Qué cuando naciste disfruté devorando tu placenta y tu cordón umbilical? ¿Qué después de que comieras apretaba los pechos de tu madre para que su leche cayese sobre mi cuerpo desnudo?

Eso hizo que Deborah se alejara asustada ¿su madre fue esclava de esa mujer?

Las rápidas manos de Gainsborough agarraron los pechos de Deborah, esta se resistía, pero el machete le apuntó a su cuello.

-resístete y te decapitare para que mi hijo use tu cabeza para “aliviarse” será divertido ver como tu cabeza muerta con tu mirada de cadáver engulle su tranca y cuando se corra salga su leche por tu cercenado cuello.

Deborah era mulata, pero se volvió pálida al oír eso, las manos de Jane exploraban el cuerpo de la chica lenta, pero sin compasión.

-piel suave, pechos grandes y blanditos, cinturita de avispa, piernas torneadas ¿no tienes pelo ahí? ¿Esperabas un chico? ¿Eh?

-p-por favor.

-ahora eres un juguete, mi hijo jugara contigo mañana, de modo que descansa, has tenido un viaje muy largo.

Deborah fue llevada a su habitación, cuando se tumbó a la cama, solo pudo hacer una cosa, llorar.

Al día siguiente Deborah fue llevada a la sabana, cerca de una selva, Gainsborough tenia al lado un chico, mulato, muy guapo, musculoso, pero lo que más resaltaban eran sus ojos, eran idénticos a los suyos, el chico se acercó, la miró fijamente y aspiró su aroma.

-Shaka, hijo mio, esta la gacela que debes cazar, la hemos comprobado y es virgen, nadie la ha tocado, quiero que la caces y te sacies de ella, en cuanto a ti, gacelita, corre, cuando termine de contar cien, mi hijo te cazara ¡¿a que esperas?!

Deborah corrió, corrió como alma que lleva al diablo, se adentró en la selva, pero no sabia quiarse, siempre habia estado en una ciudad europea, ni siquiera fue de escursion al campo, pero aún asi corria hasta que se topó con tres hombres de color, dos larguiruchos delgados y uno gordo y musculoso.

-vaya, ¿Qué hace una chica tan guapa como tu? ¿habeis visto que ropa lleva? Debe de ser hija de algún rico ¿nos darán algo por su rescate?

Deborah intentó huir, pero el corpulento la agarró con fuerza.

-calmate preciosa, solo queremos ser amables, huy que pechos mas bonitos tienes.

Uno de los larguiruchos agarró las piernas de Deborah el otro observaba la concha mientras le quitaban las bragas.

-¡NOOOOOO!  ¡DEJADME HIJOS DE PUTA! ¡DEJADME!

-jefe, esta puta es virgen – dijo el larguirucho que miraba la concha de Deborah.

-¿de verdad? ¡estupendo! ¡quitadle la ropa y separadla de piernas! he oído que las vírgenes curan el sida.

¿¡infectado!? Pensaba Deborah, se resistió con ganas, pero ellos eran tres, muy fuertes y con rifles de caza.

El gordo se bajaba los pantalones, mostrando una polla llena de pustulas, Deborah al verla se movia desesperada, pero el gordo se acercaba, se acercaba a su indefensa concha.

De repente algo cayó sobre el pecho de Deborah, algo duro, que sacaba un fluido.

Al abrir los ojos, vió que era la cabeza de uno de los larguiruchos, su mirada muerta y la boca abierta que sacaba la lengua hizo que Deborah gritara con locura.

El otro larguirucho sacó su machete, pero Shaka era muy rápido, cortó la mano de su contrincante cuando este agarraba el mango de su machete, cuando el larguirucho terminó de hacer su movimiento, vió que su brazo cercenado expulsaba sangre a chorros.

El dolor hizo que se arrodillara, Shaka aprovechó eso para cortarle la cabeza de un tajo.

Vió que el gordo cargaba el rifle, Shaka se movió rápido, el gordo disparó una, dos, tres veces, pero la rapidez de Shaka y el nerviosismo del gordo hizo que el machete del muchacho encontrara carne, la carne de la barriga del gordo, cuyos intestinos salieron junto con sangre y otros órganos.

El gordo gritó, suplicó ayuda durante varios minutos bajo la fría mirada de Shaka, hasta que murió desangrado, no dejó de pedir piedad.

Shaka tenia sangre en el cuerpo, Deborah, aterrada por que se infectase, le preguntó donde habia un lugar donde se pudiera limpiar.

Shaka la miró extrañada y le señaló una dirección, Deborah le agarró del brazo y se fueron allá.

-¡tirate! ¡limpiate! – decía Deborah aterrada.

Shaka se desnudó con tranquilidad, mostrando una buena tranca.

Deborah se calmó al verla, era la primera verga que veia, Shaka saltó al agua y empezó a limpiarse de sangre siempre bajo los hipnotizados ojos de Deborah.

-¿ocurre algo? – preguntó Shaka, su voz era muy madura y sexy.

-gra-gracias – dijo Deborah.

-los leones como yo no permitimos que las hienas como ellos nos roben nuestras presas gacela – dijo Shaka.

Deborah bajo la mirada con tristeza, para el, no era más que un par de piernas que se tienen que abrir.

-¿miedo de que contraiga el SIDA? – preguntó Shaka.

-si – dijo Deborah.

-¿Por qué se preocuparía una gacela por un depredador? – preguntaba Shaka.

-me salvaste – respondió Deborah.

Shaka soltó una carcajada y miró a Deborah.

-no, solo he dejado claro que los leones van primero, las hienas o se esperan o mueren, sal corriendo  mientras me baño, tal vez te escapes.

Deborah no se movió.

-¿estas sorda? ¡corre! ¡hazmelo dificil para ser digno ante mi madre!

Deborah, se desnudó ante los asombrados ojos de Shaka y se tiró al agua, se abrazó a el y le dijo.

-ya me tienes, no puedo escapar.

Shaka la miró seriamente.

-¿sabes que es lo que voy a hacerte? – preguntó Shaka.

-no me importa, te pertenezco.

Shaka no sabia por que, pero esa chica tenia algo familiar, le acarició la cara, los hombros, la espalda.

Ella se apretó a el, agarrándolo de sus nalgas, apretando sus pechos contra el suyo y oliendo su olor.

-eres muy guapo ¿Por qué cazas a las chicas si puedes chasquear los dedos y tener todas las que quisieras? – preguntó Deborah.

-soy cazador, como mi madre, que las presas vengan a ti debilita tu cuerpo y tu espíritu, el olor de tu presa asustada, la emoción de los peligros de la caza, la atención a los sonidos y señales de la selva, la caza nos hace fuertes.

Deborah miró a los ojos de Shaka y le dijo.

-cobrate tu pieza, gran cazador, sáciate de mi carne con tu lanza.

Deborah se fue a la orilla del rio y se tumbó de forma sensual, Shaka no pudo evitar que se le trempara.

Cuando Shaka emergió del rio, Deborah miró su lanza, estaba asustada, pero no se movería.

Shaka se puso encima, acarició sus largos cabellos y su suave piel, mientras aspiraba el aroma del miedo de la joven.

Miraba sus ojos asustados con una sonrisa.

Pero ella se tumbó y abrió sus piernas.

Shaka se acercó a su oído y le dijo.

-madre dice que antes he de calentarte, asi nunca te clavaria mi lanza.

Su lengua pasó por su cuello mientras sus manos acariciaban los pechos de la mulata.

-cuesta creer que seas virgen, tu olor, tu sabor y tu forma despiertan a los depredadores – dijo Shaka.

-siempre pensé que es demasiado pronto, pero, creo que esperaba a un rey como tu – decía Deborah.

-entonces este rey va a saborearte.

Los dientes de Shaka se clavaron suavemente en los pechos de Deborah, saboreándolos con ganas.

Deborah era sensible en los pechos, pero no alcanzaba la eyaculación con ellos, simplemente se calentaban.

Las manos de la hembra acariciaban la lanza de Shaka, tan caliente, tan dura, tan pesada.

Los hábiles dedos del cazador acariciaban el botóncito de la concha de Deborah, cuyo cuerpo se calentaba  a medida que recibia mordisquitos en su cuello y en sus pechos.

-mmmm tu olor es delicioso, tu sabor es excelente, mi madre ha escogido bien.

-no me tortures mas, clávame tu lanza como el guerrero que eres.

Shaka se sintió adulado al ser llamado guerrero, se colocó entre las piernas de Deborah mientras la agarraba por sus senos.

Lentamente se hundía dentro de ella, ella era virgen y estrecha, el era fuerte y de gran arma.

La cara de Deborah reflejaba un dolor que no quería exteriorizar, Shaka sentia pena por ella, lo cual para el es un pecado, su madre siempre le dijo que a las presas y a los enemigos no hay que sentir lastima por ellos, debe ser el ejemplo de su hermano John cuatro años menor que el, que dicen que no fue concebido de hombre.

Al fin hundió su verga totalmente, se mantuvo dentro para que Deborah pudiese acostumbrarse.

-eres la gacela más bonita que he visto – dijo Shaka.

-eso se las dices a todas – dijo Deborah.

-eres la primera que clavo mi lanza.

Esas palabras animaron a Deborah ¿era su primera mujer? ¿ese chico que podía tener a todas las que quisieran?

Shaka empezó a moverse mientras Deborah abrazaba al muchacho, lo abrazaba con fuerza mientras sentia que la carne de el entraba y salía de su interior, lagrimas de dolor contenido brotaban de sus ojos, pero no le importaba.

Shaka ralentizó su ritmo, pero Deborah le preguntó.

-¿no te gusta mi carne?

-claro que me gusta

-¿Por qué te detienes?

Shaka le daba vergüenza decirlo, pero lo dijo.

-me duele verte sufrir.

Deborah sonrió, pero le dijo seriamente.

Llename, llename de ti, deja tu leche dento mia, quiero llevar tu semilla en todos sitios.

Shaka la calló dándole un tierno beso en sus labios mientras bombeaba con más fuerza, Deborah no sabia que habia cambiado, pero ahora sentia placer en vez de dolor, la estaba tomando un chico que seria la envidia de sus amigas, fuerte, valiente, pero tambien dulce.

Antes de que se dieran cuenta, ambos alcanzaron el orgasmo, ambos gritaron con ganas, Deborah se desmayó, pero Shaka, empezaba a lamer la sangre del himen roto de Deborah.

Shaka llevaba a Deborah por por el hombro y la ofreció a su madre.

-¿soy un gran cazador? – preguntó Shaka.

Gainsborough vió el cuerpo de Deborah, sudado, con su entrepierna mezclando el rojo con el blanco, con cara de lujuriosa dormida, le inyectó un anticonceptivo y le dijo a su hijo.

-si, eres muy buen cazador, hombres, lleváosla al aeropuerto, hemos de devolverla a Europa.

Los meses pasaron, Caroline la colmó de atenciones y regalos, pero Deborah solo pensaba en su cazador, en que el venia y la cazaba con su lanza.

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