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Mi victima (5)

en No Consentido

Durante tres noches Victoria se masturbó con lo sucedido con su padre, como la tocaba, como la penetraba, como hacia de su niña mujer, sus dedos frotaron con ganas su clítoris, imaginaba su padre separando sus piernas con fuerza y penetrándola con ganas mientras le preguntaba si habia sido una buena hija.

Su cuerpo se comvulsionó en un poderoso orgasmo, cayendo agotada.

Fue en ese momento en el que recibió una llamada, con pocas ganas, cogió el teléfono.

-ha sido una paja de campeonato ¿preparada para otra sesión? Putitacolegiada

-¿me dejas otra opcion? – dijo Victoria sin ganas.

-esta es la ultima sesión putitacolegiada, esta noche, en el bosque, ven desnuda, te dejare ropa en el árbol muerto que hay allá.

Tras colgar ella sintió alivio, pero al mismo tiempo le fastidiaba ¿la ultima vez? ¿la ultima vez que ese hombre la obligaba a participar en sus enfermas fantasias? Se levantó, se desnudó completamente y se metió en la ducha, sabia que el la observaba, habia descubierto la cámara de la ducha.

Derramo gel de baño en sus pechos y empezó a repartirlo de forma sensual, con mucha suavidad, tocándose sus senos con dulzura, pellizcando sus pezones con delicadeza sensual.

Se imaginaba a su acosador, liberando su verga para masajearla mientras observaba a su indefensa y sumisa victima.

Cogió la pera de la ducha y la puso cerca de sus pechos, que el viese con detalle sus simbolos femeninos, unos simbolos que todos los hombres deseaban profanar.

Lentamente bajó la pera de la ducha hasta su concha, la cual la abrió con los dedos, mostrando su pubis, sus labios mayores, menores, su clítoris, empezó a meter sus dedos mientras se imaginaba la verga profanándola una y otra vez, hasta llegar al orgasmo.

Sus piernas flaquearon y cayó de la bañera, la pera de la ducha enfocaba su cara.

Victoria le lanzó un beso.

La noche habia llegado, ella obedece, igual que el dia en el que fue traída al mundo, ella marcha desnuda por el bosque.

El frio aire acaricia su piel, erizando su pelo, endureciendo sus pezones, sus pies acarician la humeda tierra mientras que las plantas rozan su figura.

Encuentra el árbol y no tarda en encontrar un paquete, dentro, hay un disfraz, un disfraz de conejita.

Se lo pone, cuando acaba de ponérselo oye un aullido, no parece de un animal, parece, humano.

Ella corre, la oscuridad y su poco conocimiento del terreno juegan en contra, su corazón se acelera, siente que alguien le persigue, los aullidos están más cerca, más cerca.

Ve delante de ella una sombra, ella para en seco y cambia de dirección, sabe que podía haberla alcanzado, pero no lo hace ¿Por qué?.

El aparece delante de ella, sonriendo, viste como un lobo, tiene una apariencia tan peligrosa que la hace temblar.

-corre conejita mia, corre.

Ella huye, ¿adonde? De tantas vueltas que ha dado en el bosque no sabe donde está.

Lo único que sabe es que el corre tras ella, ella intenta correr, lo nota más cerca, mira atrás y le ve correr tras ella, la esta alcazando.

El se lanza y agarra las piernas de Victoria, ambos caen rodando y el se pone encima de ella, sonríe maliciosamente.

Ambos respiran cansados de la persecución, no dicen nada, solo se miran.

El usa sus dientes para romper el disfraz de conejita, descubriendo uno de los pechos de la joven, un pecho que no tarda en ser mordido por el lobo.

Ella se resiste, pero el es más fuerte, la agarra de las manos  mientras saborea su manjar.

Sigue arrancando tela y se descubre el otro pecho, que no tarda en caer victima de los lametones del lobo, el pecho que acababa de abandonar mostraba señales de mordeduras, no tan fuertes como para atravesar la piel.

Sus dientes siguieron arrancando más tela, mostrando su ombligo, su vello púbico, su concha, una concha que fue penetrada sin piedad por la lengua de su agresor, notaba como exploraba sus rincones más intimos y ella no podía hacer nada para evitarlo.

La lengua de su agresor sale de su intimo rincón, entonces su cara se pone a la altura de la suya, se miran con deseo y el la besa, ella nota la mezcla de los sabores, el sabor de su amante y el de su intimidad.

El beso es largo, el torso de su atacante aprieta sus pechos y nota como su dureza acaricia su entrada.

Ella se relaja, no puede hacer nada más que recibirle.

El entra dentro de ella y empuja con ganas.

Las manos de Victoria acarician el torso de su atacante, pellizcando suavemente sus pezones, el la responde susurrándole al oído.

-me perteneces, putitacolegiada.

La vuelve a besar, un beso tan largo como el anterior, mientras ella lo abraza notando como la bombea, como su sudor se junta con su sudor.

De los jirones de la ropa, hace una cuerda imporvisada y ata los brazos de Victoria a su espalda, la pone de rodillas y la penetra desde atrás, hunde su verga dentro de su útero mientras la agarra de los cabellos, bombeando con fuerza, con ganas.

Ella siente la mezcla de placer y dolor la excitación de ser un juguete en manos de su hombre, ser la yegua de su semental.

El acelera el ritmo, sabe que terminara pronto y que lo echara todo dentro.

Y asi hizo.

Ella nota como gotitas salen de su interior acariciando con suavidad su clítoris, el empieza a lamerle el agujerito de su trasero, eso la asusta, pero no se mueve.

Le introduce un dedo dentro de su ano, lo mueve con maestria, abriéndose camino, introduce otro dedo, luego otro.

Tras retirar lentamente los dedos, su verga se abrió camino, eso hizo abrir los ojos a Victoria al máximo, era más gorda que la de su compañero de trabajo, pero debido a la preparación, entró bien.

Notaba todo el cuerpo en su espalda, como esas manos masculinas agarraban sus pechos mientras su verga se movia dentro de su ano, como esos pezones eran pellizcados suavemente, como llegaba lentamente al orgasmo.

Ella llegó antes, pero el no, retiró la verga del culo y la jaló por los cabellos obligándola a meterla en la boca.

Ella succionó con ganas, no le importaba donde estuvo ese instrumento antes, quería que su amo acabase.

Y asi hizo, la leche se derramó en su carita, Victoria recibió esa ducha con placer, después de eso, el la besó en los labios y la dejó en el bosque.

 

Varios meses pasaron, debido a ese incidente, Victoria se quedó embarazada, estaba sola en su casa, lavando los platos cuando una mano le tapó la boca.

Ella quiso gritar, pero se calmó, sabia quien era, no sabia porque, tal vez su olor.

-que linda estas con esa pancita tan llena de vida – dijo su dominador.

Ella siguió lavando los platos, pero el le rompió la camisa, mostrando sus pechos, luego le subió la falda y le bajo sus bragas.

Le agarró los pechos mientras se colocaba tras ella.

Ella notó como se hundía dentro de su carne, se agarró al fregadero mientras el la empujaba con ganas, apretando sus dulces pechos, su olor, su sudor, como echaba de menos eso.

El apretó con fuerza sus pechos, estaba a punto de correrse dentro de ella.

Un ultimo empujón la llenó, el se retiró, se subió los pantalones y se fue.

Ella jadeaba de gusto, quiso verle, pero ya no estaba, ahora, suspirando, seguía lavando los platos.

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