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Peticion damaudaz

en Sadomaso

Los últimos bombeos de mi marido, el empujón final, el cuerpo de mi marido cae sobre mí jadeando de agotamiento, sus dulces ojos me miran llenos de amor.

-te amo, María – me dijo.

Yo no respondo, le doy un beso en sus labios, estamos unidos un ratito más y luego se separa para dormir.

Pero yo no podía dormir, se me pasó el tiempo volando, el estará furioso conmigo.

Después de pegarme una larga ducha y de perfumarme, me seco y me dirijo al armario.

Me pongo unas medias y un liguero y unos zapatos de tacón, me cubro con un abrigo.

Despacio salgo de casa, no quiero que mi marido se despierte, le tiro un beso amoroso.

Amo a mi marido, el es bueno, cariñoso, un buen amante y compañero.

Pero mi amo, no se… el consigue hacer que me sienta viva, no me preguntéis por que, ni yo misma lo se.

Llego a su casa y oigo el golpe de un látigo, me asusta, me mantiene alerta.

Al mismo tiempo, me excita.

-¡maldita ramera! ¿Dónde has estado?

-mi señor, mi tardanza no tiene escusa – pero antes de que pudiera terminar, el me agarra la mano y mira mi anillo de casada.

-veo que prefieres a ese blandengue como amo – dijo mi amo mientras acariciaba el látigo en mi cuello.

¡¡¡¡!!!!

¡El collar! ¡Dios mío! ¡Me lo he olvidado!

Me arrodillo ante el pidiéndole perdón, ¿Cómo pude haberme olvidado algo tan importante?

El me saca violentamente el abrigo, capta algo en mi coño, pasa su látigo por el y lo huele.

-¡encima estas sucia!

-a-amo, yo quería tener un hijo, lo lamento mucho – dije temblando.

El me pasa suavemente el látigo por mis pechos, tiemblo nerviosa y excitada.

-vaya vaya vaya, así que mi perrita quiere que la monten, tener cachorritos – dijo mi amo mientras acariciaba mi vientre con mi látigo, luego me sujetó la barbilla diciéndome.

-no voy a ser menos blando contigo.

El me amordaza, me pone las cadenas en mis pies, en mis brazos y en mi espalda y me eleva sobre un montón de velas, mi desnudo cuerpo siente como esas velas quemaban, siento como esas pequeñas llamas acarician mis pechos.

Pero oigo a mi amo desabrocharse los pantalones.

-bueno perrita, voy a hacer un acto de zoofilia contigo, veamos que lechada es la mejor, la mía o la del maricon de tu marido.

No podía hablar con la mordaza, pero el me penetra, me penetra con violencia, mis pechos se mueven tan violentamente que habían apagado un par de velas.

-por cierto perrita, vas a venir conmigo después de esto.

Eso me hacia temblar, con mi amo nunca se sabia, una vez me hizo beber mucha agua solo para ir por la calle teniéndome como perra, el fumaba un cigarrillo tras otro y cuando tiraba un cigarro, yo tenia que apagarlo orinando en el, si no lo hacia, lo apagaba en mi pezón, otro día me colgó en un árbol boca abajo desnuda y me dejó durante horas con un vibrador hundido en mi concha, la ultima vez me hizo arrastrarme sobre el barro de un parque.

Menos mal que no había nadie, porque mi mayor temor era que me viera alguien, me ponía nerviosa cuando me sacaba a la calle a pasear, el temor a que me reconocieran, el temor a que se destapase mi vida, odiaba eso y mi amo lo sabia, pero lo peor, es que no me quejaba, me excitaba el hecho de que me viera alguien en mi estado, domesticada por mi amo.

Noto como mi amo se convulsiona y mantiene dentro su carne dentro de mí, veo como apaga las velas y me agarra los pechos con fuerza.

-espero que guardes leche para mi, será un placer ordeñarte.

Sonrojo de vergüenza, me pone un collar y me saca a la calle, el frio golpea mi desnudo cuerpo, antes adolorido por las llamas.

-esclava, quiero que me digas que es lo que te ha hecho tu marido, en voz alta.

Dios, solo espero que todos duerman.

-le saqué los botones con mi boca, luego le baje la cremallera con mis labios y se la saqué para chupársela, cuando estuvo bien dura, la puse en mis pechos, la frote con ganas, cuando estuvo a punto, paré, le hice comerse mi concha….

-sigue – dijo mi amo chasqueando el látigo.

-lo empujé a la cama y me coloqué encima de el, le susurré al oído que me hiciera madre, entonces el me agarró de los pechos y bombeamos con fuerza, luego me puso a cuatro patas, le pedí que me jalara del cabello mientras me martilleaba y así hizo, sentía como mis pechos se movían con cada golpe, como mi cuello cabelludo era tirado y como mi coño se llenaba de el, después me llenó, me llenó bien llena, ahora espero que su lefa llegue a mi ovulo y me deje preñada.

Varios vecinos salieron, me quedé muerta de vergüenza.

-¿te perdonó esta vez tu culo? Que curioso.

-mi señor, nadie me….

-¿Cómo? ¿Nadie te ha reventado el culo? ¡Eh vosotros! ¡Mirad el culo de mi esclava! ¿No creéis que está para reventarlo a pollazos?

Los gritos de aprobación de la gente me llenaban de vergüenza, pero mi cuerpo traidor pensaba de otra manera, mis pezones se pusieron duros, mi flor empezó a derramar néctar.

En ese momento mi amo me jalaba de los cabellos, algo duro, cálido y palpitante tocaba mi pequeño agujerito.

-amo, no por favor – dije suplicante.

-¡¿QUEEEEE?!

-p-perdón, amo.

El me ató a un árbol, de espaldas al tronco, llamó a los vecinos para que bajasen, algunos curiosos, otros pervertidos, algunos con una cámara de video.

El me acarició el cuerpo con su látigo, su tacto me daba miedo al mismo tiempo que placer, de repente, siento como el látigo golpea uno de mis senos, luego el otro, luego mi abdomen, luego mi pierna, luego otro de mis senos.

Me agarra del cuello mientras me dice.

-¿Qué dices ahora?

-amo, h-he guardado mi virginidad anal para alguien como usted, tome mi culo cuanto quiera.

-eso está mejor.

El escupe sobre mi indefenso ano y lo acaricia con suavidad, noto como apoya su carne y lentamente la introduce en mi, me duele, pero al menos la mete con suavidad, clavo mis uñas al suelo para aguantar el dolor, el me penetra despacio, suave, pero me llena en demasía, siento que llego a mi limite.

-ya está toda dentro- me susurra mi amo al oído.

Uno de los vecinos se acerca, pero el látigo chasqueando se aleja.

-os he dado el privilegio de mirar a mi esclava, pero el único que la toca, soy yo – decía mi amo.

Y mi marido, pensé para mí.

-bien perrita, ¿por donde íbamos?

El me bombea suave, que dulce es, el dolor todavía estaba, pero era aguantable, mi amo se acerca a mi oído y me dice.

-ya te lo he agrandado bastante, prepárate.

Ahora me penetra violentamente, tanto que al clavar mis uñas al suelo se rompen, me muerdo un brazo con tal de ignorar el dolor, pero mi amo me está rompiendo.

-¡basta! ¡Basta amo! ¡Me romperá!

-entonces haz la señal, hazlo y pararé.

Si, tenemos tres señales de paro, una es que yo bizqueo, otra es cruzar los dedos de los pies, la tercera es una señal de voz Utah.

Pero no lo hice, me dolía, pero me gustaba, no puedo explicarlo, ser sodomizada a la fuerza mientras varias personas me miran me ponía, me moría de vergüenza pero me excitaba.

El no saber por que me atormentaba.

Sus bombeos eran cada vez más fuertes y violentos, me jalaba de mis cabellos con fuerza, mis suplicas eran mayores, no por el cada vez menor dolor, sino por que no podía evitar ver las caras de esas personas excitándose, tocándose, sus ojos, devorándome como la carne que soy.

Con un grito, mi amo se corre dentro de mi culo, me ordena que les enseñe a todos mi agujerito chorreante, el fluido que salía de mi agujero era rojo mezclado con blanco.

Me miran atentos, temerosos del látigo de mi amo.

Siento como el líquido recorre mi concha, no puedo abrir los ojos, estoy muerta de vergüenza.

El me pone la correa y me lleva a casa.

Al llegar, pone una fila de velas y las enciende, entiendo lo que he de hacer, es el castigo por olvidarme el collar.

Camino, paso por encima de las velas cuyas llamas acarician mi clítoris, el dolor pone mis pezones de punta, recorre mi columna vertebral como si fuera una descarga eléctrica.

Vela a vela voy pasando, cuando paso la ultima, caigo de rodillas ante mi amo.

-muy bien perrita, te has ganado mi perdón.

Agradecida, limpió las botas de mi amo con dulzura, el me pisotea suavemente la cara para que yo pueda lamer sus suelas, sabe a la suciedad de la ciudad, pero también al cuero de mi amo.

Tras limpiarle las botas, el me desata, me besa en los labios y nos despedimos.

Se que mi amo respetara el fruto de mi vientre, pero… ¿es de mi marido o de mi amo?

 

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