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Dejando entrar a la leona 2 y final

en Lésbicos

Al abrirse violentamente la puerta, una femenina figura negra la observó durante media hora, sus ojos de leona contemplaban a la sumisa esposa como quien contempla un bistec reccien hecho.

-tengo hambre – decia Gainsborough.

-la mesa esta servida – dijo levantandose y acompañandola hacia el comedor.

Pero Jane solo miraba a Alba, iba, ¡no! ¡era suya! Observaba su gacela moviendo sus hermosas piernas, sus largos y bellos cabellos, deseaba empujarla contra el suelo y arrancarle el collar para devorar sus pechos, pero no… aun no.

Tras Jane la acompañaba Caroline, una chica negra de cara añiñada, iba vestida como una muñeca.

De echo asi se sentia, como una muñeca.

Llegaron al comedor, Alba mostró un autentico banquete, Jane miraba esa deliciosa comida, pero la arrojó fuera de la mesa ante los atonitos ojos de Alba, que antes de que pudiera preguntar, Jane la agarró y la tumbo en la mesa.

-no he recorrido miles de kilometros para comer, tengo hambre de mujer – dijo Gainsborough y se acercó al oido de Alba y le susurró.

-hambre de ti.

Alba temblaba, pero se quedó quieta, abrió suavemente las piernas mientras decia.

-entonces sirvete, leona mia.

Gainsborough agarró la botella de vino y estrelló el cuello de la botella contra la mesa, luego vació el espirituoso contenido sobre el cuerpo de Alba, cuyo olor del Don Periñong la abrumaba.

Jane arrancó el collar de Alba y ante la mirada atonitade Caroline empezó a lamer el cuerpo de Alba, no como una amante, sino como un animal, un depredador que consumia a su presa.

El sabor del vino mezclado con la piel de Alba le parecieron una conbinacion genial, la lengua lamia los indefensos pechos de la esposa, sus dientes apretaban y tiraban suavemente los erectos pezones de Alba, su lengua bajó hacia el ombligo de Alba, un ombligo hundido, lleno de vino.

Jane lamió ese vino con suavidad mientras frotaba con sus pechos la entrepierna de Alba, la cual, jadeaba de gusto, agarrandose a la mesa.

-te amo – dijo Alba inconscientemente.

Jane paró, puso su rostro a la altura de su amante y le dijo al oido mientras tocaba los pechos de la esposa.

-es peligroso amar a alguien como yo, vivo de los llantos de la violencia y del caos, la chica que nos observa lo sabe bien, aun tiene grabado con fuego el dia en el que obligé a tu marido a violarla, no una, sino muchas veces, cuando no le quedaba leche para preñarla, la viole yo aún más veces que tu marido, imagina los llantos que soltó cuando la enorme polla de tu marido entraba violentamente en su agujerito virgen, porque ella era virgen.

Jane se levantó y se dirigió a Caroline.

-¿verdad que te dolió? Pequeña putita

-s-si mi señora.

Caroline le hubiera gustado añadir que su marido fue todo lo cariñoso que pudo con ella, pero aprendió a las malas que con Gainsborough se habla lo estrictamente necesario.

Alba miró a Caroline sorprendida ¿su marido la forzó? Nunca le dijo eso, bueno, siempre evitaba el incidente de Zimbabwe, pero un nuevo lameton de Jane le arrancó un jadeo.

-vaya oloku mi, ¿de ahí salieron esos bebes tan bellos? – dijo Jane mirando la concha de Alba, pero luego reparó en su vello, sonrio con dulzura.

-oloku mi, te has rasurado con el simbolo de mi dios, te estoy muy agradecida, Shango te bendecira  con grandes dones por esto.

Alba no tuvo tiempo de decir nada, la lengua de Gainsborough  se hundió en su interior explorando y tanteando su interior, suave, calido, humedo, las manos de Jane abandonaron las piernas de Alba que voluntariamente las mantenia abiertas, recorrio acariciando la piel con sus largas uñas hasta llegar a sus pechos, masajeandolos con suavidad, acariciando los pezones de la amante blanca.

Los dientes de Jane mordizquearon suavemente el clitoris de Alba, la cual intentaba contener un orgasmo.

-liberate oloku mi, liberate – decia Gainsborough de forma sensual.

Y ella llegó al orgasmo, un pequeño chorro alcalino salió de la vagina de Alba, alcanzando el rostro de Jane, la cual se relamió de ese gusto, puso su cara sobre la de Alba, acariciando los pechos de su amante con los suyos mientras aún goteaba el fluido alcalino de la su oscura cara sobre la clara cara de Alba.

-vaya, oloku mi, tienes una potente glandula de Skene.

-y-yo…

-no te arrepientas oloku mi, tus jadeos, tu placer, tu calor, tu fuente, satisfacen a Shango, aunque echo de menos tu deliciosa leche, tu miel es dulce como el azucar.

-¿puedo disfrutar de tu miel? – dijo Alba con dudas.

Jane sonrió, se colocó de rodillas sobre la cara de su amada y colocó su concha sobre su boca, notó como Alba empezaba a explorar su interior.

La lengua de Alba no tardó en localizar un punto sensible de Jane, la cual, reaccionó apretandose los pechos y pellizcandose los pezones.

-aaaahh oloku mi, no tan fuerte, deja que dure el momentooooohhh – decia Jane mordiendose los labios.

Las manos de Gainsborough abandonaron sus pechos para acariciar los cabellos de Alba, los acarició con suavidad, con dulzura.

-asi, asiiiihhh, olokuuhh mihhhhhh olokummmmmmm – gemia Gainsborough mientras inundaba la boca con su eyaculacion.

Agotada, cayó hacia atrás, sintiendo la humeda entrepierna de Alba entre sus cabellos.

-¿peso mucho? Oloku mi – preguntó Jane.

-no, eres mas ligera de lo que pareces – dijo Alba jadeando.

Jane se incorporo y se tumbó al lado de Jane, mirando el rostro de Alba, ambas se acariciaron el rostro amorosas, pero Alba notó algo fuera de lo normal en Jane.

-¿Qué te pasa? – preguntó Alba.

-nada oloku mi, yo…

En ese momento, Jane abrazó a Alba, estaba llorando, aquella que no dudaba en matar, aquella que con una orden podia convertir la vida de cualquiera en un infierno estaba llorando, Alba no sabia que hacer, salvo abrazarla con suavidad, dejandola desahogarse.

Cuando Jane se calmó Alba miró sus ojos.

-me recuerdas mucho a Sherry – dijo Jane.

-¿una novia? – preguntó Alba.

-mi amiga de la infancia, ella y yo estabamos en un campamento de refugiados, jugabamos, soreiamos, hasta que ellos llegaron, recuerdo como a Sherry y a mi nos violaron, la cara de odio hombre, los gritos de Sherry cuando le cortaron los miembros y se reian mientras ella se desangraba, el que me violaba tardaba, de modo que aprobeché para cojerle la pistola y disparé, fue el primer hombre que maté, en cuanto los otros, huyeron como cobardes cuando vieron que tenia un arma, vele los ultimos momentos de mi amiga, fue la vez que más lloré y también la ultima, hasta ahora.

Alba la abrazó con fuerza, como una madre cuando su hija estaba traumatizada.

-hasta ahora, usaba el sexo para dominar, era lo que me enseñó aquel soldado, el sexo era sometimiento, servia para humillar, avasallar hasta que te encontré.

Ambas se miraron Alba con compasion, Jane con amor.

-me enseñaste que el sexo no era odio, era amor, dos personas unidas para amarse, compartir calor, sentimientos, cuando estuve contigo, solo queria dominarte para dominar a tu marido, pero… al estar contigo, me sentí una niña otra vez, mi odio, mi miedo, mi crueldad, simplemente no estaban y se llenó de inocencia, como cuando estaba con Sherry.

Alba acarició la cabeza de Jane con suavidad, con dulzura hasta que le sonaron las tripas, sustituyendo su amor maternal por vergüenza.

-¿tienes hambre? – preguntó Gainsborough.

-si, la verdad es que has estado intensa – dijo Alba –ahora preparo algo.

-he traido algo mejor – dijo Jane.

Ordenó que trajeran un maletin, en el habia una serpiente viva, una cobra real.

-¿te gustan las serpientes venenosas? – preguntó Alba.

-el principal motivo por el que vengo a tu pais es por vuestra gastronomia, las serpientes venenosas, son más bien una prueba, me enfrento a ellas, las cazo, las doblego y al final, las devoro, me llevo algun picotazo, pero he aprendido a inmunizarme de sus venenos.

-¿te peleas con ellas? – preguntó Alba.

-obserba oloku mi.

Jane se acercó a la cobra real, la serpiente asiatica, aunque no es la mas venenosa del mundo, si es la serpiente venenosa más grande del mundo y en consecuencia, inyecta suficiente veneno en un picotazo como para matar un elefante.

Jane observo a la cobra alzarse hasta el nivel de sus ojos, la serpiente soltó un bufido y estiró su capucha hasta que se veian las marcas que tenia por detrás.

Alba se quedó espantada.

Jane sonrió y dio un paso.

La cobra intentó pegarle un mordizco, pero Jane lo esquivo apartandose, una, dos, tres.

-bien, “señor de las serpientes” si fallas el cuarto ataque, moriras.

La cobra observó con atencion el desnudo de ebano de Jane, buscando un lugar donde atacar, como cogerla desprevenida.

Lanzó su ultimo ataque.

Pero la veloz mano de Gainsborough la agarró, cogió un vaso y obligó a la serpiente a llenarlo con su veneno.

Luego, cogió un gancho con una ventosa y atravesó las mandibulas y la cabeza de la serpiente, la cual seguia viva, con la ventosa, la colgó en el techo.

Jane miró a Alba y la invitó, ambas feminas se colocaron una frente a otra con la serpiente en medio, moviendose adolorida.

Jane, con sus dientes, arrancó parte del pellejo de la serpiente, dejando ver su musculatura sangrante, su lengua lamia la sangre que manaba de los musculos del ofidio, pero antes de pegarle el mordizco de extraeria su carne, vió a Alba, la cual habia arrancado parte del pellejo del reptil y ya mordia ansiosa su musculatura, sus rojos labios, ahora cubiertos de sangre, excitaron de sobremanera a Jane, que inconscientemente restregaba la cola de la serpiente en su concha.

Alba, le encantaba la carne de la serpiente, pero se empezaba a excitar porque notaba el cuerpo del ofidio moverse desesperadamente entre sus pechos, cada vez que mordia, más se movia la serpiente, la sangre manchaba sus pechos, recorriendo su curvilinea estructura.

Jane miraba esos pechos manchados de sangre con deseo, tenia que comer, tenia que contenerse, concentrarse en la nutritiva carne de la serpiente, pero la bestia de su interior deseaba otro tipo de carne, carne suave que no se consume pero que se saborea, carne que sacia la lengua y el oido al oir la presa gemir de placer, carne de mujer hermosa, de mujer joven y pasional.

Los pechos de las feminas se tocaban entre si con la serpiente en medio, ambas saboreaban la carne, pero la voluntad de Jane se descrebrajaba, intentaba convencerse de que necesitaba la energia de la serpiente para poder tomar a Alba una vez más.

Pero sus ojos, les bastaba una fugaz mirada y ya estaba atrapada, el cuerpo de Alba, manchado de sangre, sus labios y mejillas, sus pechos, su abdomen, sus piernas, su concha, Jane paró un momento para contemplar a su amante devorar a la serpiente, como un animal con sus manchas de camuflaje.

Gainsborough arrancó otro trozo de la piel de la serpiente, esta vez estaba debil, apenas se movia, su vida se extinguia.

Los dientes de Jane arrancaron carne del ofidio.

Ahora estaban las dos de rodillas, comiendo a la serpiente, la parte superior de la cobra no era más que un esqueleto, ambas estaban excitadas, los pezones de ambas chicas se acariciaban a medida que comian.

Alba decidió dar el primer paso, puso una mano en el trasero de Jane, pillandola por sorpresa.

Gainsborough, al notar la traviesa mano de su amante, apartó la serpiente y se lanzó a por Alba, succionaba los sangrientos pechos de la europea como una bestia, la misma que a duras penas podia contener, Alba se mordia los labios mientras abrazaba a su amante africana, su lengua, sus dientes, la excitaban de sobremanera, incluso más que su marido.

Los labios de ebano de Gainsborough abandonaron los pechos de Alba, su lengua recorria ansiosa el blanco abdomen de su amante, besos y lametones profanaban aquel vientre donde fue dos veces madre, bajó hasta la concha, le hizo una reverencia al relampago y hundió su lengua en el utero de la europea, humedo, calido, más calido que las arenas del desierto.

-Ah, ah, Jane no tan raaaapidohhh por favor.

Jane juntó su concha con la de su amiga y se frotó con fuerza, ambos cuerpos se empaparon de sudor, el placer aumentaba y ambas se frotaron más deprisa, los ojos se miraban, sus bocas se acercaron y llegaron al orgasmo cuando se besaron, el abrazo de ambas feminas era tan fuerte que aplastaria una roca, cuando terminó el climax, ambas se separaron y cayeron agotadas.

En ese momento el telefono sonó.

Alba, a duras penas, consiguió llegar al movil, Jane no queria que su amante se fuera, queria abrazarla, sentir su piel contra la suya, pero no tenia fuerzas.

-¿si? ¡Alfonso! ¡¿Qué tal?! ¿Qué tal se lo pasan los niños?

Jane al oirlo, recuperó sus fuerzas, se levantó y fue hacia Alba, a medida que se acercaba, veia que se rodeaba con el cable del telefono, Alba le pidio a su marido un telefono inalambrico, pero el insistia que estaba monisima atandose con el cable y le compró uno con el cable largo.

De hecho, ya rodeaba el desnudo cuerpo de Alba en tres vueltas, rodeando su busto, sus pechos y su cintura

-¿cansada? Si, he hecho gimnasia, he de mantenerme bonita para ti – decia Alba con un gran sentido de culpa  - y, y bueno cuentame con detalle tu estancia en eurodisney – la ultima parte de su frase lo dijo conteniendose, porque Jane le mordizqueaba la oreja.

-si, si, estupendo ¿Qué tal esperanza? Vaya, si que tiene energias para tener tres años.

Gainsborough tocaba los pechos de la esposa mientras le susurraba oloku mi de forma sensual.

Alba escuchaba a su marido mientras se mordia los labios, Jane le apretaba los pechos con maestria.

-para – le pedia Alba en voz baja.

Las manos de Gainsborough abandonaron los pechos de Alba, pero se puso de rodillas ante ella, relamiendose ante la jugosa ostra de la europea.

-NO, ay no perdona, estaban colocando un reloj fuera de sitio, y yyyyyy, no se, no quedaba bien, quedaba horrible.

Tapó el auricular mientras le pedia a Jane que parase.

La chica de color hizo una mueca traviesa, Alba suspiró y rezó para aguantar.

-¿dices que Esperanza quiere hablar conmigo?

Jane paró de inmediato y le pidió en voz baja que ponga el altavoz.

-vale, ponmela.

-¿mama? ¡hoy hemos visto un pato muy grande que saltaba y bailaba! Tambien hemos visto un raton elegante con su novia.

-micky y donald y mini, tesoro – decia Alba sonriente.

-mama.

-¿si?

-¿no eres mi mama?

-¿Por qué dices eso espe?

-soy distinta a mis hermanos, mi hermana mayor me dijo que mi mama de verdad murió al nacer yo ¿es cierto? ¿yo mate a mama?

Alba no sabia que decir, pero Jane le susurró al oidolo que tenia que contarle.

-hija, tu madre te deseaba con fuerza, deseaba tenerte, pero las hijas de las guerreras no estan destinadas a ser felices, por eso antes de morir, nos pidió que te llevaramos con nosotros, te queria lejos de la guerra, el odio y la miseria, la bala que la atravesó le dolia, pero más le dolia que tu tuvieses la misma vida que ella, de modo que te entregó a nosotros sabiendo que no te volveria a ver, lloró con ganas al verte en mis brazos, pero ella sabia que serias feliz con nosotros, un dia, iremos a visitar su tumba, seguro que desde el cielo se alegrara de ver que le pones flores.

-si, iremos, te quiero mucho, ¿puedo llamarte mama aunque no lo seas?

-para mi siempre seras mi hija.

El telefono colgó, Jane abrazó con dulzura a Alba.

-El deseo de Jazmin se cumple, oloku mi.

-sabia que se enteraria, pero, ¿tan pronto?

-¿una familia blanca y una niña negra? No son tan tontos los niños, lo que nos lleva al asunto que nos confiere.

Jane se acercó al oido de Alba y le susurró.

-que me dejes encinta.

Alba se giró sorprendida.

-te sacaremos unos ovulos, oloku mi, sacaran su material genetico y lo meteran dentro de mis ovulos, fertilizandome, pero para eso, quisieras que me hicieras el amor, no como mujer, sino como hombre.

Alba se desenredó del telefono y acarició las mejillas de Gainsborough que la miraba con determinacion.

-¿estas segura?

-oloku mi, mira mi cuerpo ¿crees que es digno de ser la casa de tu hijo? Mi cuerpo es fuerte, calido, sano y bien alimentado, mis pechos dan abundante leche, mi piel es suave para acomodarlo al nacer y mis garras son filosas para combatir a quien quiera hacerle mal ¿aceptas mi cuerpo como la casa de tu hijo?

-si – dijo Alba.

Jane chasqueó los dedos, varios medicos aparecieron, Alba, instintivamente se tapó los pechos, pero Gainsborough no, no se sentia indefensa.

Extrajeron los ovulos de la europea y se marcharon, Jane, cogió de su maleta un arnes con un falo grande y se lo colocó en Alba, una mujer tan femenina dotada de un aparato poderoso.

-dejame limpiartela, oloku mi.

Alba se quedó sin palabras al ver como Jane engullia el Arnes, los treinta centimetros entraban de manera natural en la boca de la mujer de color que agarraba suavemente las nalgas de su amante, alzó la vista con ojos curiosos, se apartó para dejar libre su boca.

-¿Qué te pasa? ¿no te gusta?

-¿Cómo? ¿Cómo te entra todo?

Gainsborough sonrió y le dijo.

-he estado con muchos negros.

-mi marido tambien la tiene enorme, pero nunca consigo…

-voluntad, voluntad para resistir las arcadas, tambien disciplina, sobretodo en la respiracion, respira por la nariz ¿te enseño después?

-si – dijo Alba.

Jane sonrió y engullió de nuevo el arnes mientras se acariciaba los pechos con las piernas de Alba mientras masajeaba los gluteos de su amante.

-mi oloku mi, tu lanza esta dura como las montañas y ardiente como el sol, mis puertas estan abiertas ¿deseas tomarme? – preguntó Jane.

Alba no dijo nada, cogió la mano de Jane y la llevó a su dormitorio, a la cama de matrimonio, antes de entrar, se miraron, una mirada ardiente llena de dulzura como el caramelo derritiendose.

Las manos de Alba tocaron los pechos de Jane y los empujó suavemente, empujandola en la cama.

Jane se sentia incomoda, como si quisiera huir pero que deseaba eso ¿era eso lo que llamaban vergüenza.

Alba se excitaba, tenia ante ella una hermosa mujer de color e iba a penetrarla con ganas ¿eso era lo que sentia su marido cada vez que lo hacian?

Fue intenso lo que sintió Jane cuando el arnes acarició su entrada, una intensidad que aumentó al notar como entraba, Jane empezó a llorar.

-¡¿te duele?! – preguntó Alba alarmada.

-no, solo que, snif, estoy feliz, yo, snif, nunca pensé que la felicidad fuera asi.

-Jane – dijo Alba antes de besarla con fuerza, penetrando de golpe a Gainsborough.

-¡ah! ¡perdona! ¿te he hecho daño?

Jane sonrió y la invitó a acercarse, Alba se hundió completamente en Jane y esta le dijo.

-no me dolió oloku mi, pero si tienes otra amante, ten consciencia de que posees una lanza extraordinaria y no estarian acostumbrados.

-mi amante eres tu, Jane.

-tu amante, tu amiga, tu esclava – dijo Gainsborough.

Suavemente, Alba bombeó el cuerpo de Gainsborough agarrandola por las caderas, viendo sus pechos moverse con cada envestida.

Su cuerpo negro, boca arriba, con las piernas separadas, el sexo sin vello y varias cicatrices que podian contar terribles historias, se entregaba a su amante europea, sumisa, entregada, sus poros sudaban mientras acariciaba el colgante que llevaba, el colgante con la foto de su hijo Shaka.

-maldigo al destino por no hacer que nazcas hombre, manejas la lanza mejor que ellos – dijo Jane entre jadeos.

-debi haber ido con mi marido a Africa y dejar que me violases delante de el – dijo Alba acelerando el ritmo.

Dentro de sus cabezas empezaron a embullir pensamientos obsenos, las embestidas eran más fuertes, más duras.

-¡ROMPEME OLOKU MI!, ¡DESTROZAME!, ¡NO ME DES PIEDAD!

Ambas llegaron al orgasmo, si Alba hubiera sido hombre, llenaria del todo el utero de Jane hasta revosarlo, ambas durmieron abrazadas, unidas, mientras compartian un amoroso beso,

A la mañana siguiente, Alba se despertó buscando entre las sabanas a Jane, pero solo encontró una piedra, un onix negro tallado y en el, pequeños diamantes rojos que formaban unos labios, los labios de Jane.

Alba puso esa piedra en su pecho, no queria regalos, diamantes o riquezas, la queria a ella, queria tenerla pero no podia, su mundo era demasiado peligroso para ella y Jane lo sabia, por eso la dejó.

El sol salia y Alba miró por la ventana, creyó ver a Jane, pero solo era su propia sombra, arreglo la casa, tiró el cadaver de la serpiente a la basura, pero su cuerpo solo pedia una cosa.

-Jane.

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