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Desesperados 1

en No Consentido

Había que hacerlo. La situación era completamente desesperada, bien lo sabía él. ¿Lo suficiente para hacer lo que se había pasado toda la noche anterior pensando en hacer? Seguramente si. Sino, no lo estaría haciendo, ¿Verdad?

Se encontraba en uno de los mejores barrios de la ciudad, donde los ricos se pegaban la gran vida gracias al sudor de su frente y de muchos que eran como él, unos capullos que trabajaban de sol a sol partiéndose la espalda por un cabronazo que ahora le había mandado a la puta calle sin más explicaciones. No le habían dado ni las putas gracias por todos estos años de servicio. Pero con las putas gracias no se come, joder. Se come con dinero, con el dinero que esos cabrones habían ganado a su puta costa.

Lo había pensado detenidamente. Secuestrar a una chica y pedir rescate. Seguro que cualquiera de ellos pagaría lo que les dijesen para que les devolviera a su hija sana y salva, y sino, se la follaría por los tres agujeros de su cuerpo. No tenía previsto matarla ni nada drástico, pues estaba convencido que simplemente conque el padre oyese que se la iba a violar soltaría la pasta sin más, que solo con imaginar a su hija siendo forzada por un tipo como él sería suficiente para que soltase todo lo que les pidiese.

Así que estaba en busca de presas. Su corazón latía con una fuerza desconocida dentro de él pero por el momento las calles presentaban un aspecto desértico. ¿Debería haber ido más tarde? Demasiado riesgo. Pero sino encontraba a nadie pronto...

El día que cambió la vida de Laura para siempre no amaneció diferente a cualquier día invernal. El despertador sonó a las seis y media de la mañana, y como todas las mañanas, tenía que desayunar sola pues sus padres ya estaban de camino al trabajo. Y no volvían hasta bien entrada la noche. Trabajo, trabajo, y más trabajo. Iba vestida con una camiseta de hombritos y una pieza de ropa interior, nada más. Pasearse medio desnuda por su casa era uno de los extraños hábitos que había adquirido con el paso de los años. Otro, era masturbarse en la cocina. Al principio, con 15 años, era una forma de decir que podía hacer lo que le diera la real gana, pues la casa era suya. Ahora, con 17 años era sencillamente porque la excitaba. Encima de la mesa, completamente abierta, o en la silla, mientras desayunaba. Incluso había pensado hacerlo en las rarísimas ocasiones que comía junto al resto de su escasa familia. Lo único que la había detenido era que hacerlo delante de su padre no era precisamente la idea más excitante del mundo. Y el tercero, era mirar por la ventana para investigar cada pequeño ruido y cada suceso que ocurría fuera, y de nuevo los culpables de tan extraño comportamiento eran de nuevo sus padres, al fin y al cabo se pasaba la vida esperándolos. Esta vez, una furgoneta blanca avanza despacio calle adelante. Obreros de camino al trabajo, seguro. No solo venía uno...

¿Por qué esa chica lo miraba desde la ventana? Apenas si podía distinguirla en la oscuridad de la madrugada, solo gracias a la luz de una farola, pero era una chica y estaba mirando desde la ventana de su habitación en el segundo piso, ¿Pero por qué?. Manolo no terminaba de verlo claro. El caso es que llevaban casi cinco minutos mirándose como gilipollas, así que decidió...

Laura cerro las cortinas de golpe cuando se dio cuenta de que estaba haciendo el viejo. Vale, sabía que muchos chicos y muchos hombres se masturbaban pensando guarradas con ella. Pero una cosa era saberlo, y otro muy distinta era verlo. Y no era una calientapollas, no sabía muy bien porque no había cerrado la maldita cortina, pero no lo hizo. ¿Seguiría ahí? ¿Se habría marchado? No, seguía ahí, no había escuchado ningún ruido.

Eso la pasaba por puta. Lo malo de esto es que seguramente era la chica que necesitaba, fijo que sus padres estaban forrados, pero joder, estaba dentro de una especie de bunker. Dejo a medias lo que estaba haciendo y arrancó la furgoneta cuando una luz se encendió en el segundo piso de la casa le obligo a detenerse a los pocos metros. Una rubia de generoso busto y coleta de caballo estaba de perfil en la ventana. Le miro un momento, y luego a su posición inicial.

¿Estaba haciendo lo correcto? No, desde luego. Y por eso era excitante. Estaba dejando que un hombre se relajara pensando en su cuerpo, y lo estaba haciendo a sabiendas. ¿Cuanto duraría? Volvió a mirarlo y aun seguía ahí. La verdad es que quería tocarse, pero aun no podía. Se mordió el labio inferior, bajo la mirada, volvió a mirar de reojo, y resistió las ganas de tocarse. Esta vez no podía ver lo que el hombre estaba haciendo. ¿La estaba mirando, se estaba masturbando? Pero si sabía que si se movía, él lo notaría. Pasado un rato, las luces de un coche al final de la calle, hicieron que cerrase las cortinas a toda prisa. Su corazón latía a toda pastilla. Calculo un tiempo y volvió a mirar por la ventana, y sonrió cuando vio que la furgoneta seguía en el mismo sitio. Esta vez coloco ambos brazos detrás de la espalda mientras miraba de frente, hacía abajo, hacía un lado...

Manolo no sabía que pensar. Iban a llegar las siete de la mañana y estaba perdiendo el tiempo con una puta que se divertía calentando pollas. Arrancó la furgoneta y cuando llevaba unos metros cayo en la cuenta de algo muy importante...

Se iba, ese desgraciado se iba... Pero si solo le faltaba enseñarle los pechos al natural y tirarle las bragas. Pero no, se había parado y estaba saliendo de la furgoneta. Le vio caminar despacio hasta la puerta del jardín y llamo. No pensaba abrir, porque una cosa era calentarlo a través de una ventana y otra muy distinta era dejarlo entrar. Volvió a llamar. No valdría de nada, no pensaba abrir.

-Abre la puerta, o enseño a todo el mundo estás fotos.

Dios, era verdad. Se había exhibido medio desnuda con las luces encendidas. Tendría móvil. Pensó en llamar a policía, pero, ¿Qué les iba a contar?

-Date prisa.

Laura busco unos pantalones, un niki decente, una rebeca y unas zapatillas. Se estaba vistiendo decentemente para ser desnudada dentro de un minuto. Se río para si misma. Se la iban a follar. Seguramente la iban a dar duro sin piedad ni compasión. Volvieron a llamar al timbre y saco la cabeza por la ventana.

-Me estoy vistiendo

-Para lo que te va a durar puesta.

Laura cerró los ojos, pues no quería ver la reacción del hombre al que le tenía que confesar.

-Soy virgen, ¿De acuerdo? ¿No podemos arreglar esto de otra manera?

-No.

-¿Acaso no tienes corazón ni conciencia?

-Ahora mismo, no.

Laura pensó un momento. Seguro que no eran unas fotos tan graves.

-Las modificaré, ¿Es eso lo que estás pensando? Las modificaré y verás que infierno.

Se mordió el labio inferior.

-¿Y te vas a conformar con un polvo?

-Si, tienes mi palabra.

Manolo no creía en ningún Dios, ¿Pero quién sino le había puesto en bandeja a una chica sola y caliente? Cuando se dio cuenta de que era la única luz encendida, es más, cuando se dio cuenta de que tenía móvil, el cielo se le abrió de repente. La puerta del jardín se abrió y recorrió despacio los metros que lo separaban de la puerta principal. Quería saborear su triunfo. Laura ya había abierto la puerta y esperaba con los brazos cruzados al lado de esta. Cuando llego a su altura, se dio cuenta de que el hombre era mayor que su padre. Al menos tenía pelo y no estaba gordo. Agarro su cara con una mano, y la beso como un hombre besa a una mujer.

-Pasemos dentro, hace frío aquí fuera.

Poso su mano en la espalda de la chica y entraron juntos. Cerró la puerta y coloco sus manos sobre los pechos de la chica desde atrás.

-No sé para que te has vestido. Con lo rica que estabas con esa camiseta.

-Era lo que utilizó para dormir.

-Ya veo

Se los estaba estrujando.

-Aparta lo brazos, quiero tocar carne

Laura aparto los brazos que aun tenía en cruz y Manolo metió sus manos por debajo del niki de la chica. Sus manos estaban heladas

-¿Cual es tu nombre?

-Laura

La aplasto contra su cuerpo.

-Bien Laura, quiero besarte, y no quiero quitar las manos de donde las tengo.

Laura inclino la cabeza y le volvió a besar. Noto como ambas manos bajaban por todo su cuerpo hasta que se pararon en sus pantalones. Ahora los tenía en los tobillos al igual que sus bragas. La introdujeron un dedo frío y gordo en el coño, pero simplemente estaba ahí.

-Hasta que se caliente

Volvía a besarla y juguetear con sus tetas y de repente se alejo.

-¿Dónde tienes una cámara?

-¿Qué?

La metió un bofetón y la tiro al suelo.

-No me hagas repetir las cosas, ¿Dónde tienes una cámara buena?

Laura aun se dolía. No entendía lo que estaba pasando. ¿Qué estaba haciendo mal?

-Esta en uno de los cajones de por allí.

Manolo cogió un trapo, empezó y abrió los cajones hasta que encontró la cámara que estaba buscando.

-Levántate, voy a hacerte fotos de calidad.

-Dijiste solo un polvo

-¿Y te lo creíste? Levántate.

Laura se levantó, aun tenía una mano en la boca donde había recibido el golpe, ¿Qué había hecho mal? Manolo la fotografío a gusto y mando las fotos a su dirección de correo desde el PC de la chica.

-¿Sabes lo que significa lo que acabo de hacer?

-No pienso darte nada más

-Estas con los pantalones bajados por los tobillos y las tetas al aire y te atreves a decir gilipolleces.

Manolo la miro de arriba abajo. ¿Cuánto dinero podría ganar? Nah, eso era una gilipollez

-Vístete, que nos vamos.

-¿A dónde?

-Esto es un secuestro, preciosa. Esperemos que tu papaito pague pronto lo que se le pida.

-¿Dinero? ¿Es eso lo que quieres?

-Si, mucho dinero.

La estaban acariciando el cuerpo de nuevo, para ponerla de rodillas y meter la polla en su boca. Se la follo con rabia y violencia, manejando a voluntad su cabeza. Cuando estaba a punto de correrse, apretó con todas sus fuerzas hacía el interior de forma tal que no quedara nada de semen derramado por ahí. Incluso se permitió el lujo de separar un poco la cabeza para que derramara un poco sobre su lengua.

-Si, será mejor que tu padre pague pronto, preciosa.