miprimita.com

La niñata 2

en Sadomaso

El reloj marcaba las cuatro cuando al fin me levante de la cama. Me había pasado buena parte de la noche y de la madrugada follándome a la niñata hasta que caí rendido. No sólo la había desvirgado el coño de la manera más cruel y brutal que imaginaba, también me había asegurado de romperla el culo. Lo hice a lo bestia, abriendoselo con el cuello de la botella antes de penetrarla salvajemente. Mi mujer jamas me había dejado atacar su zona trasera, pues aseguraba que era de maricones y pervertidos. En parte, le daba la razón. Por otra parte, me había encantado entrar en ese agujero tan increíblemente estrecho. Y la mejor parte vino después, cuando la obligue a limpiarme toda la mierda de la polla con su boquita.

Pero todo esa locura tenía que quedar atrás. Tenía que comportarme como un hombre razonable y devolver a la niñata con sus padres. Lo primero era encontrarla. No estaba en mi cama, pues la había mandado a tomar por culo antes de quedarme frito. No tarde mucho, estaba esperando en el sofá de mi cuarto de estar y se levantó nada más verme. Estaba impecablemente vestida y yo en calzoncillos. Ella parecía toda una dama de alta cuna y yo una mierda salida del basurero. Ella era una mujer a la que acababan de reventar sus dos agujeros y yo era el cabrón que lo había hecho.

Me fije en que había estado ocupada adecentando un poco la casa, pues a decir verdad desde la muerte de mi esposa, nunca me había puesto a ello.

-Vamos a terminar ya con toda esta broma.

-No es ninguna...

Jamas en mi vida había pegado a una mujer. El bofetón resonó por toda la habitación

-Basta ya. Te vas a ir con tus padres, ahora. -Ella se acaricio la mejilla a causa del dolor- Yo no te aguanto, no quiero volver a verte la cara en mi vida.

-Al resto de mi cuerpo no le hiciste ascos.

No me aguante las ganas de volver a pegarla por su impertinencia. Tenía razón, me la había follado bien a gusto cuando la tape su maldita cara, pero aquí el que mandaba era yo.

-Te llevare con tus padres. Deben estar preocupados.

-Te estoy dando todo lo que puedo darte. Mi virginidad, mi cuerpo, mi obediencia... Tómalo, por favor. -Estaba suplicando- Puedo darte dinero también. Tengo algunos ahorros, o podría prostituirme, si así lo deseas.

Esta vez la golpee tan fuerte que la tire al suelo. Ella no se acobardo. Se subió la falda y abrió sus piernas dejando al descubierto su tesoro.

-Fóllame, por favor. Necesito sentirte dentro. Necesito que me uses ahora

Y joder, lo hice como la bestia que me estaba convirtiendo. La tape la cara con los calzoncillos, que por cierto, me acaba de dar cuenta en ese momento que estaban manchados de mierda, pero daba igual. Me la estaba follando duro, por la parte superior de su coño, hasta el fondo cada embestida.

En el espejo pude ver como una dama arrodillada y perfectamente vestida le comía una polla empapada en sangre a un viejo asqueroso. Y vi como esa bestia agarraba la cabeza de la linda criatura con sus dos manos para clavarla la polla en el fondo de la garganta. Y orinarse de gusto a continuación.

-¿Quieres... Deseas cagarte en mi boca? -La bofetada retumbo en las paredes. Ella se limito a limpiarse la baba de los labios y sentarse a mi lado. -Esta mañana, cuando he salido de tu habitación me ardía el interior del cuerpo y no dejaba de sangrar, pero estaba satisfecha. Es la primera vez que he podido dormir bien en meses. Y cuando me he despertado lo único que quería era volver a sentir que era tuya.

Se levanto la falda y no tarde ni un minuto en meter mi mano en su entrepierna. Era increíblemente suave, y estaba increíblemente húmedo. No tarde mucho en comenzar a acariciarlo y penetrarla con el dedo. Nunca había masturbado a mujer alguna. Mi mujer jamas se dejo hacer. Metí un dedo, metí dos, aumente el ritmo. Ella jadeaba como una loca. Abrió aún más las piernas. Tres, cuatro dedos... La metí el puño entero de una vez. Se mordió los labios para reprimir el grito de dolor. No tenía ni la menor idea de que narices estaba haciendo, pero me dio por usar la mano entera como si de una polla se tratara. Ella abrió sus piernas todo lo que pudo y más, y clavo sus uñas en el sofá mientras mi mano medio salía y entraba de nuevo hasta el fondo. Se notaba que sufría lo indecible en cada embestida. Decidí aumentar el ritmo.

Sabía que la estaba destrozando. Mi mano no es precisamente pequeña y encima llevaba el anillo de matrimonio (nota del autor: Jamas usar anillos en esto, bueno, jamas hagáis esta salvajada, para que engañarnos), pero ella no se daba por vencida. Cerró con fuerza los ojos y volvieron los jadeos. Se corrió, un orgasmo brutal inundo todo su cuerpo, seguramente era el primero que tenía desde que estábamos juntos. Eso no me detuvo, es más, hundí aún más mi brazo dentro de ella. De nuevo reprimió el grito. Y volvió a correrse de nuevo al cabo de un rato. En ese punto me detuve, pero no saque mi brazo. Lo hice suavemente y ella respiro aliviada. Y la clave el otro a traición. Por fin grito de dolor.

Y comenzó a llorar. Yo me limite a limpiarme la mano en su cara y sus pechos desnudos al tiempo que seguía masturbandola de forma brutal. Ella apenas tenía fuerzas para resistirse, así que simplemente se dejo hacer. Y a pesar de todo, volvió a correrse por tercera vez. Estaba hecha un desastre cuando me levante del sofá.

-¡Quédate quieta, tal y como estás!

Situé mi culo encima de su cabeza y me puse a cagar. La mierda no tardo en resbalar por su cara, su pelo, sus tetas, su cuerpo desnudo

-Puedes dejar de llorar y limpiarme el culo.

No tarde mucho en notar su dulce lengua alrededor de mi ano.