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La joven ama (3)

en Sadomaso

Se había formado una pequeña fila al lado de los establos de la cabaña de Bestia. Estaba compuesta en su mayoría de negros viejos con los que ninguna negra decente se acostaría jamás, así como negros adolescentes que seguramente nunca se iban a acostar con negra alguna en toda su vida. Se fijo en que muchos de ellos llevaban mazorcas de maíz así como palos gruesos con ellos. Algunos venían acompañados por sus viejas mascotas. Iban pasando a la cabaña de dos en dos.

Bestia había colocado a Bella encima de una mesa en el centro para el disfrute de todos y cada uno de ellos. Aún conservaba las manos atadas a la espalda. Los pies los encadados y sujetos a la mesa también, pero esta vez no era su cuello el que estaba sujeto al suelo, eran sus pezones, fijados por unas cadenas no muy largas que tiraban de ellos.

La metían sus pollas negras como el carbón por el coño, se la metían por el culo, y terminaban en su boca. Para lograr esto último la sujetaban del pelo para levantar su cabeza y tiraban por tanto de las cadenas hasta el punto de que la joven negra no sabía como era posible que no se los arrancaran de cuajo.

Durante el tiempo que la joven esclava negra estuvo contemplando el espectáculo, Bella tenía siempre al menos dos pollas metidas dentro de su cuerpo y el tercero ocupado con lo que los negros traían consigo. Nunca en toda su vida podía imaginar que mujer alguna, blanco o negra, se la podía meter una mazorca de maíz por el culo.

A esas alturas, gigantescas cantidades de semen tanto de humano como de animal, rebosaban de su coño y su ano, y resbalaban juguetona por su pierna poniendo toda la mesa perdida de pegotes blanquecinos. En el hedor general de los establos, notó también un fuerte olor a orina. Los negros no sólo se corrían dentro de ella, también se estaban meando y no se necesitaban muchas luces para saber donde lo estaban haciendo principalmente. Ahora que se fijaba bien, Bella tenía el vientre hinchado, como si hubiera bebido mucha agua.

Bestia detuvo un momento al negro que le tocaba, agarró una cucharón de madera y se la pasó por sus muslos, consiguiendo llenarla a reventar. Bella lamió la cuchara como quien lame la masa sobrante de un bizcocho mientras un negro gordo y viejo la daba por culo con todas sus ganas.

La sesión parecía infinita. Nunca en toda su vida había visto a tanto negro pasando por alguna parte. En un momento de la misma, Bella, que ya no podía aguantar más se orino encima, lo que provocó la risa de todos los presentes. No fue lo único que la pobre chica se hizo encima. Como si de un animal se tratara, también se cagó.

No le importó lo más mínimo a ninguno de los que estaban allí, que se turnaron para metérsela por el culo, y luego en su boca...

 

-Este es el trato, yo te llevó hasta Tres piernas a cambió de que te metas todas las noches en mi habitación.

-¿Todas las noches? -Preguntó sorprendida la joven. -¿Venir aquí? ¿No has tenido suficiente con esta vez?

-Todas las noches, sin ninguna excepción -Bob el negro pensaba disfrutar de ese hermoso y sano cuerpo todo lo que pudiera y más. -Piensa en lo que me pasaría si me pillan entrando en tu habitación.

Bella estaba dudando, pero Bob sabía de sobra que la joven terminaría aceptando. Si ya había aceptado acostarse con él, significaba que tenía que presionar un poco para lograr su objetivo.

-No sé a que vienen esas dudas, tengo suficiente experiencia para saber cuando una hembra disfruta con lo que la hacen, y a ti te ha encantado.

-Pero Tres piernas... y luego tú...

-Tres piernas tiene un montón de mujeres a su disposición, niña, mujeres de verdad. Negras de verdad, y no crías como tú. No, al que le gustan las crías es a mí.

-Pero yo soy de Bestia, le pertenezco. Soy suya.

-Tanto eres su esclava que te has acostado con el único negro al que tiene prohibido tocar negra alguna. ¿Quieres ir a verlo? Paga el precio.

-Puedo ir yo sola.

-Si pudieras ir tú sola, ni siquiera estaríamos teniendo esta conversación. No, Bestia te pidió algo imposible, para que no lo hicieras. Si piensas que no se va a enterar de lo que has hecho para llegar hasta él en cuanto te vea, es que no le conoces.

La joven ama estaba realmente aterrada, se podía ver en sus ojos.

-Entonces, ¿Me va a rechazar?

-Si no vas a la cabaña, sí, sin ninguna duda. Y ya conoces el trato. Dame tu palabra de señorita de que vas a venir todas las noches a darle gusto a este pobre viejo, y te llevó conmigo.

Bella aceptó y comprometió su palabra. A partir de esa noche sería la diversión nocturna d Bob el negro.

El carromato avanzaba despacio por caminos que jamas había recorrido antes. La cabaña de Bestia estaba en el interior del enorme bosque de su propiedad y la verdad es que daba auténtico pavor adentrarse en él. Bob el negro sabía que se encontraban en mitad de ninguna parte, y se preguntó si la joven dama estaría dispuesta a un anticipo de lo que tendría que hacer esa misma noche. Sólo uno pequeño...

-¿Por qué te paras?

-¿Tú qué crees?

-No es de noche aún. -declaró la joven -Me lo has prometido, me dijiste que era un trato

-Esta tan oscuro que a mi me parece de noche, joven ama.

Se metió en la parte de atrás del carromato. Bella dudaba. Estaba claro que el negro se iba a aprovechar de ella, pero tampoco es que tuviera ninguna otra elección. Pasó a la parte de atrás.

-Entonces, esta noche...

-Vendrás a mi habitación, tal y como has prometido. -Bob se sacó la polla y Bella se la metió sin dudar en la boca.- Y trágatelo, no tienes permiso para escupirlo.

No se detuvieron más. Bella cada vez estaba más nerviosa porque el sol cada vez estaba más alto y no se llegaba nunca a la dichosa cabaña. Por eso cuando divisó los establos y el gran lago al lado de los cuales vivía Bestia, su corazón saltó de alegría. Saltó del carromato y llamó a la puerta con toda la impaciencia de la juventud.

La gigantesca e imponente figura de Bestia no tardó en aparecer. Un simple vistazo le dio a entender que había pasado. De sobra conocía los gustos de Bob con respecto a las niñas, pero lo que le sorprendió fue que Bella finalmente hubiera aceptado.

-No vas a enfadarte, ¿Verdad? Era mi única opción para venir aquí. -Aclaró tímidamente la niña. -Si vas a enfadarte o rechazarme... -No pudo seguir, no sabía que decir.

-Le dije que no se acostará con negras -Afirmó Bestia- Lo que haga o deje de hacer con niñas blancas no es de mi incumbencia.

-Me ha hecho prometer que iría todas las noches a su habitación -soltó la joven buscando la defensa de Tres piernas.

-Pues que no me entere que faltas ni una sola noche.

Eso no se lo esperaba Bob.

Bestia los invitó a entrar y Bella de repente se dio cuenta de que estaba completamente sola en un lugar desconocido con dos enormes negros y que ambos se la habían follado ya. Se dio cuenta que su precioso vestido, su maquillaje y lo que había tardado en arreglarse no servía de nada. Bestia ni si quiera la había mirado dos veces.

Fue Bob quien la quitó el vestido dejándola desnuda, únicamente con las medias y los zapatos de tacón en mitad de la sala. Tiro el precioso vestido a un rincón polvoriento.

-Ya sabes que postura debes adoptar. -Bella no perdió ni un segundo. -¿Qué te parece el material?

-De primera -respondió Bob al instante. -Muy blanca, eso sí. Y tiene pelo ahí abajo.

-Se los puedes quitar, a mi no me importa. -Bella se mordió los labios para no decir nada. Sabía de sobra lo que dolía eso -¿Te has corrido dentro?

Preguntó mientras la tocaba el coño.

-Tres veces, esta misma mañana. Y una en su boca, no la he permitido escupir.

Durante un instante Bella pensó que Bestia la iba a pegar, pero este se limitó simplemente a meter su dedo dentro con rabia desmedida.

-Cuando te acuestes con ella que la taladres el culo y la enseñes a follar como una mujer

-Será un placer -reconoció Bob el negro -Tiene un culito de escándalo.

-Tienes mi permiso para hacer con ella lo que te venga en gana. ¿Me has entendido, Bella?

-Sí, mi amo -Era la primera vez que esas palabras escapaban de su boca, pero eso era él para, ella un amo. Bob no salía de su asombro.

Bestia colocó a Bella encima de una mesa. La colocó a cuatro patas con suavidad y delicadeza. Y luego se abrió paso dentro de ella sin piedad. Bella pensó que se iba a desmayar por el dolor. Nunca en su vida había experimentado un dolor semejante. Hasta que Tres piernas empezó a follar su culo salvajamente. Bella se agarró con fuerza a los bordes de la mesa para aguantar mejor las brutales embestidas a las que estaba siendo sometida.

Cuando terminó, la metieron en la parte trasera del carromato, tal y como iba, completamente rendida a causa del dolor y del esfuerzo que había tenido que hacer. Bob el negro estaba tan seguro de la joven iba a incumplir su promesa, que decidió violarla el culo en mitad de ninguna parte.

-Todo lo que me venga en gana, Bella. Recuérdalo bien

No encontró la menor oposición en la joven ama. Nunca había disfrutado tanto en toda su maldita vida.

Pero se equivocó. En cuanto los últimos rayos del sol desaparecieron del cielo, Bella llamó a su habitación. Vestía un camisón blanco y largo, con zapatillas de andar por casa. Entró sin más preámbulos y se sentó en la cama.

A Bob reaccionó al fin a la sorpresa. Empezó por abajo, quitándola las zapatillas y acariciando sus cuidados y pequeños pies. Siguió con las pantorrillas y los muslos. Y la besó mientras sus dedos se metían en su coñito.

Bella sabía que eso no estaba bien, que los besos sólo se daban entre los amantes y maridos y mujeres. Pero había prometido obedecer y estaba obedeciendo. Esa noche, Bob el negro la follo violentamente mientras no paraba de besarla.

Aprovechó el enorme poder que Bestia le había concedido sobre ella. No sólo se la follaba de forma inhumana todas las noches, también la metía mano y la besaba durante el día, y cuando la joven no quería porque la podían descubrir, se lo cobraba con creces por la noche.

El único momento en que se libraba de sus garras era cuando se encontraba con su amo en el granero todas las tardes. Este había adquirido la sana costumbre de empotrarla contra la pared para poder desahogar sus impulsos sexuales insatisfechos. Y luego se la devolvía a Bob recordándola que tenía permiso para hacer con ella lo que le diera la gana.

Y lo hacía. Las sesiones de sexo era cada vez más largas y despiadadas. Bella había aprendido posturas que las prostitutas se negaban a hacer, a dar placer usando todo su cuerpo sin la menor vergüenza, a que se la corrieran en la cara sin cerrar los ojos, a hacer pajas con las manos y con los pies, pajas cubanas mientras le chupaba la polla a Bob, a dar placer con la lengua, a lamer los pies, a lamer culos sin que la mierda supusiera ningún impedimento... A que se orinaran encima e incluso dentro de ella si que eso supusiera un problema, a dejarse meter mano e incluso besar delante de las demás esclavas negras. A comerlas sus coños peludos, negros y orinados así como sus culos llenos de mierda después de que ellas fueran de vientre.

Había aprendido que Bob gustaba de que se vistiera para él y follársela en la habitación de la joven. Su vestuario había cambiado radicalmente, y ahora estaba lleno de vestidos atrevidos, abiertos, y de ropa interior provocativa. Iban siempre juntos a comprar, y tanto Bob como el mismo Bestia se la habían tirado como la perra que era en los lujosos vestuarios para señoritas más de una vez.

Había aprendido lo que significaba que dos hombres abusaran a la vez de ella y las mazorcas de maíz servían perfectamente como sustitutivo de la polla de un hombre.

Pero sobretodo había aprendido a recibir golpes. Bob sabía muy bien como pegarla sin dejar la menor marca en ella. Demasiados años de experiencia como para no haber aprendido nada.

Llevaba ya seis meses recibiendo las clases de sexo con Bob el negro cuando esta notó que algo no iba nada bien. Su sangrado mensual hacía meses que no se manifestaba. Al principio, no le dio la menor importancia. No sangrar estaba bien, pero ya era demasiado tiempo sin ver la sangre, así que estaba preocupada. En la intimidad de su dormitorio, y mientras Bob la depilaba el coño, se lo preguntó. Este simplemente se limito a reír a asegurar que todo estaba bien, que no había nada de lo que preocuparse.

Al día siguiente se dirigieron de nuevo a la cabaña de Bestia. Esta vez no iba con un vestido de rica, llevaba puesto ropas que la habían prestado las esclavas de su casa. En mitad de ninguna parte, Bob decidió que era un buen momento para romperla el culo. Bella notó las primeras patadas de la vida que llevaba dentro de si en el proceso.

-Esta de cuatro meses -anunció la vieja bruja – Cinco quizá, no sabría decir.

-¿Qué vamos a hacer, Bestia?

-Nada. Ningún miembro de su familia esta ahora mismo en su casa, y no lo estarán por otros seis meses. No tienen porque enterarse de nada.

A Bella no le quedó más remedió que sonréir.